No sé exactamente qué pasó la noche del 1 de enero en el hotel Royals Paradise hace 7 años atrás. Lo único que recuerdo es haber despertado con un terrible dolor de cabeza y un dolor en mis partes privadas que hicieron que me mordiera los labios, no quería despertar al hombre que dormía como marmota enredado en las sábanas en el momento en que me escabullia para salir de la habitación. No sabía con quién me había acostado, era lógico que le tuviese miedo, me había despertado con sangre y dolor producto de haberme sido arrebatada la virginidad.
No tuve tiempo de pensar si lo que había pasado había sido consentido o no ..
Lo primero que pensé es en huir, escapar, de lo que sea que había ocurrido, creía que alguien se había aprovechado de mí y me había drogado, o me había raptado para luego dormirme con cloroformo, mientras estaba en la fiesta de año nuevo. No se me había pasado por la cabeza que quizás había bebido de más. Yo tenía 22 años, cursaba el 3 año en leyes en la universidad de Washington, era muy tímida e introvertida, no era el tipo de chica que se acostaría con un desconocido a esa edad . Ni por más que ese "hombre" me gustará.
Al llegar a la puerta tuve precaución de no hacer demasiado ruido al abrirla, con los zapatos de tacón en mis manos y el traje de servicio que tenía puesto la noche anterior.
Miré por última vez al sujeto, quien yacia dormido de espaldas con su rostro de costado hacia la cama.
No quise ver el rostro de mi perpetrador. No me quedaría a averiguar quién era el desgraciado que me había arrebatado mi pureza. Podría ser que era un político de mucho prestigio o un mafioso corrupto que frecuentaban mucho el hotel.
No ganaría nada con denunciarlo si es que quisiera justicia.
Podrían desaparecerme si me reconocía.
Entendiendo la situación en la que me encontraba mis ojos se llenaron de lágrimas, y sin darme cuenta empezaba a temblar, cuando estaba apunto de cerrar la puerta en un hilo de desaparecer el rostro de aquel sujeto entre el marco de la puerta y la puerta misma, mi gafete calló al suelo, por lo que despertó a aquél hombre quien abrió los ojos hacia mi dirección, yo me estremecí al verlo y corri en el instante en que lo ví, olvidandome mi gafete en el suelo que contenia mi nombre y rostro.