Nunca se supo cómo realmente pasó.
Aquella mañana Julia despertó calzada con sus tacones negros empapados de un líquido viscoso que parecía sangre.
Facundo y ella se habían casado hace seis años. Eran la típica pareja de preparatoria, él capitán del equipo de fútbol y ella la intelectual del colegio.
Su historia de amor había comenzado como una serie de Disney y había terminado con Julia, vestida como una princesa, caminando al altar.
Todo marchaba bien. Se podía decir que tuvieron su "y vivieron felices por siempre".
Pero como cada cosa en esta vida, nada es eterno.
Su hermoso Facundo se recibió de abogado y a los pocos meses logró poner su bufete, con el apareció Charlotte, su nueva secretaria. Una mujer rubia y de cuerpo de modelo.
A Julia no le gustaba Charlotte, pero a todo el mundo parecía encantarle. Incluso su hijita de seis años la consideraba su mejor amiga.
Julia trabajaba como investigadora en jefe en una importante cadena farmacéutica, por lo que llegaba siempre tarde. Y cada vez que llegaba se encontraba con Charlotte cumpliendo su deber de ama de casa. SU tarea como madre y esposa.
Al correr las semanas Julia sentía que era olvidada por su familia y Charlotte se ganaba más el afecto de todos.
Lo tuvo claro, la secretaria quería tomar su lugar.
Una tarde todo salió a la luz. Julia llegó de su trabajo y se encontró a Facundo, su amado esposo, besándose con Charlotte. Pese a que al principio decidió negar la realidad para no sentir que lo perdía, una mañana, mientras su hija estaba en el colegio lo encaró.
— los vi besándose- soltó sin más. Directa. Facundo la miró con angustia.
— solo fueron un par de veces- se excusó. Julia sintió que su corazón quería salir por su boca. Miró al hombre en que más confiaba con desdén y salió de la habitación sin decir una palabra.
Él le suplico perdón. Le dijo que todo fue un error y que sólo tenía lugar en su corazón para una sola mujer, y esa mujer era ella.
Ella no lo escuchó y se vistió como para salir de fiesta. Se colocó una falda, una camisa y sus queridos tacones negros. Regalo de su mejor amiga que ahora vivía en la otra punta de Argentina.
Salió en busca de diversión para vengarse de su cruel marido y esa zorra de Charlotte. Mientras Facundo iba tras de ella asustado.
Entró al primer bar que encontró y comenzó a tomar alcohol como una despechada. En la barra se encontró con Charlotte. Decidió ignorarla.
El resto de la noche Julia no lo recuerda bien. Un Martini, luego dos, tres, cinco. Bailó con un chico guapo. Tres margaritas, Facundo tomándola del brazo posesivo cuando aquél otro sujeto la invitó a su auto. Charlotte diciéndole que se detenga y luego oscuridad.
Despertó en su habitación, completamente vestida y con una resaca enorme. Se miró las manos y las encontró manchadas de un líquido rojo. El aire poseía un olor a putrefacción, era tan dulzón que le dieron náuseas.
Se agachó al borde de la cama para vaciar su estómago cuando encontró el cuerpo. Ahogo un grito.
El cuerpo yacía a los pies de su cama, todo pisoteado, como si alguien hubiera bailando sobre el luego de matarlo.