Melisa no debería perdonarlo, y menos pensar que eso sería bueno para su hijo. El niño merece crecer en un lugar donde sea feliz, pero sobretodo donde su mamá también lo sea, y no criarse dentro de un ambiente de mentiras. Su mamá y su papá serán sus padres siempre, aún divorciados. Pero se debe explicar bien que el amor se terminó entre ellos pero no para con él. Nunca debemos usar a nuestros hijos como excusa para no enfrentar la realidad o mantener a nuestro lado alguien que ya no quiere hacerlo.
La felicidad de nuestros hijos se crea con amor verdadero y sano.