Puede ser porque hay demasiados recuerdos con el que solía ser el amor de mi vida, o tal vez solamente no quiero dejar a mi pequeño mundo destruido como me lo hicieron mis propios padres.
No me sorprende que haya llegado este día, porque al final ya lo estaba presintiendo. Sospechaba desde que empezó a volver tarde del trabajo por supuestos encargos, desde que olía a perfumen de mujer, desde que no quiere darme atención o desde cuando empezó a ser distante. Me intentaba convencerme de que solo soy muy creativa, pero el beso de en su camiseta me hizo confirmar lo que estaba pensando.
Sabía lo que era desde cuando empezaron mis sospechas, pero al ver ese beso me destruyó por dentro. Recuerdo estar de pie delante de la lavadora, preparando para lavar toda la ropa sucia cuando vi eso. Unas lágrimas cayeron de mis ojos. Él no se merecía mis lágrimas, pero no obstante todos los recuerdos surgieron, algunos que siquiera recordaba, otros de poca importancia, pero entre todo eso logró arrebatar mis lágrimas.
Unos pasos pequeños y saves se pararon en la puerta y una suave voz me llamó “mamá,¿por qué lloras?”. Me sequé las lágrimas y me giré rápidamente con una sonrisa. Le dije que no se preocupara, que se me había entrado algo en el ojo. Esa respuesta logró que dejara de preguntar, pero él sabía que yo estaba mintiendo.
Esta relación ya no podía seguir adelante, estaba claro. Estaba claro que tenía que divorciarme. Pero cada vez que veo a un pequeño Sol corriendo hacia mi llamándome se me estremece el corazón. ¿Estaría bien dejarle el mismo pasado que a mi?
Mi psicología me recomendó que se lo explicara a Oliver de una forma sutil y así que yo también saldría ganando, pero yo no estaba segura. Suena tan fácil, pero que sea un niño no significa que no entienda. Él sabe que estará pasando.
Empecé a no dormir. Me hago la dormida cuando Luis llegaba a casa. Escucho sus pasos desordenados por su borrachera. Escucho también como le manda audios a una tal “Carla” todas las noches.
Empecé a tomar pastillas para conciliar el sueño. Las cajas de pastillas estaban en una estantería del dormitorio, sin embargo Luis nunca se dio cuenta, puede ser que sea porque aquí para él es solamente un lugar donde puede dormir y comer e irse.
Recuerdo que un día me desperté con Oliver en brazos. Cuando abrí mis ojos, él me dio el buenos días y me dijo suavemente “mamá, estabas llorando ayer, ¿estás bien?”. Me aguanté las ganas de estallar en lágrimas y le dije que todo estaba bien, que solo fue porque estaba viendo una novela triste. Sé que no me creía pero se quedó callado.
Unos minutos más tarde con Oliver ya durmiendo, giré mi mirada hacia la estantería. Unos cuadros de la antigua feliz familia, esa tarjeta que hizo Oliver para su padre y cuentos infantiles que le leía a Oliver todas las noches… por otro lado estaban las pastillas.
En ese momento creí entender algo. Tal vez en algún momento esta relación fue perfecta, pero ya caducó. Aunque quiera seguir así, no es lo correcto, ya que no solo yo salgo perjudicada. Su padre ni siquiera lo está cuidando ahora, yo estoy a cargo de él. La casa también tiene mi nombre, tengo una carrera hecha, puedo vivir sin Luis, y si alguna vez Oliver se siente solo yo podría estar para él por siempre, no? Así que creo que ya es hora de afrontarlo todo.
Me acerqué a Oliver mientras este estaba jugando con sus juguetes. Me senté al lado suyo y él me regalo una sonrisa. Intenté esconder mi nerviosismo y le dije lo mejor que pude.
-Oliver cariño, tu papá y yo tenemos mucho trabajo, y cada uno tiene que trabajar de un modo y lugar diferente- la cara de Oliver me mira fijamente como si estuviera pensando en todo lo que estaba diciendo- así que tu papá y yo ya no viviremos juntos, aunque por ahora tampoco lo estás viendo muy seguido, después tal vez hasta menos…
El silencio me puso nerviosa hasta que una sonrisa angelical apareció en el rostro de Oliver. Dijo “así mamá ya no llorará por las noches? Entonces de acuerdo, no quiero que mamá llore más y que tome pastillas”
Unas lágrimas cayeron por mis mejillas, pero esta vez era una lágrima del orgullo.
Preparé todos los papeles de divorcio y los coloqué en la mesa. Le dije a Oliver que se fuera a dormir y yo me senté en el sofá con un vaso de té en la mano.
La puerta se abrió lentamente y él entró, aunque con una acompañante. Se sorprendió al verme y dijo nervioso “traje a una amiga, no te importaría que se quedase a dormir, verdad querida?” .Le di una sonrisa y negué lentamente con la cabeza . Sonrió satisfecho, pero se le borró la sonrisa en un segundo cuando vio los papeles en la mesa. Preguntó inquieto para afirmar de lo que era. Después de afirmarle se quedó como un loco. Frases salieron de su boca que ni sentido tenían. Él tenía la intención de hacerme sentir culpable y quería que sintiera que solo era una dramática, pero él que sabía?
La chica de al lado le agarró del brazo para que se calmara y se callaron los dos cuando dije “ella es Carla? A la que mandas mensajes todas las noches? Es bonita”. En ese momento de intentar culparme se puso de rodillas intentando explicar todo sin ni siquiera sentido. Intentando hacer pensar que todo era un malentendido.
Después de un tiempo desperdiciado, al final firmó el documento.
Tal vez fue un momento difícil, pero sé que elegí el mejor camino. Podría salir de cualquier oyo con mi Oliver al lado.
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Pdt:es una historia inventada xd
Solamente estoy intentando mejorar en escribir novelas, cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia