NATASHA
Termino de preparar el desayuno, dejo todo en su lugar y pongo la mesa. Miro por la ventana de la cocina, mis bebés están afuera... Bueno, ya no son bebés, tienen 16 años. Juegan con la manguera de agua, es verano y están de vacaciones.
– ¡MIS AMORES! –les gritó–. A desayunar.
– ¡Ya vamos, mamá! –me grita Nicole–. ¡Vamos idiota!
Adler carga a Nicole sobre su espalda y riendo entran a la casa. Se sientan en la mesa.
– Todo se ve muy rico, mamá –Adler besa mí mejilla–. Tengo a la mamá más linda del mundo
– Tenemos, tarado –le dice Nicole y también me abraza–. Aunque solo yo soy su hija, porque a ti te adoptaron.
– Querrás decir a ti... –me abraza más fuerte–. Es mía.
– Ambos son mis hijos... Ahora a desayunar –les digo–. Dale, dale... que tenemos que darle de comer a los animales.
– Si, mamá –ambos se sientan.
Los miro mientras comen, tuve que pasar tantas cosas para poder tenerlos bien. A veces pensaba que no podría pero si... si pude. A veces pienso en el pasado.
• 16 AÑOS ATRÁS •
– ¡Eres una traidora! –exclamaba Jake–. ¡ME ENGAÑASTE!
Estaba delante de mí primer y único hombre, escuchando como me acusaba de infidelidad... ¡YO LO AMABA Y JAMAS LO HUBIERA HECHO!.
– Te sacamos del fango donde dormías –me decía mí suegro–. Y así nos pagas.
– ¡YO NO HICE NADA! –grite y mire a Jake–. Jake yo te amo, lo sabes, jamás te... Tienes que creerme. Este bebé es nuestro. De ambos.
– ¡ESE NO ES MI HIJO! –me gritó con todas sus fuerzas–. Debe ser de ese mecánico de quinta.
– ¡NO ES VERDAD! –le digo entre llanto–. ¡Jake... Mí amor!
– ¡SE ACABO! –me levanto del brazo.
Aún recuerdo como me dolía como me sujeto pero más recuerdo el dolor de que no me creyera. Me lanzó fuera de las rejas de la mansión, caí al suelo y con un escupitajo en la cara termino con todo.
• ACTUALIDAD •
– ¿Mamá? –la voz de Adler me despierta–. ¿Estás bien, mamá?.
– Si, mí amor –le digo–. Estoy muy bien. Desayuna tranquilo.
Terminamos de comer y nos levantamos para alimentar a los animales. Tenemos caballos, vacas, ovejas y gallinas. Típico de una granja.
Volvemos a entrar y los chicos van a vestirse para la fiesta de Halloween del pueblo. Todos se reúnen en el centro disfrazados.
La noche cae una espetacular noche estrellada, la luna en su máximo esplendor. Termino de maquillarme para salir.
– ¡Mamá! –me llama Adler–. ¡Míranos, mamá!
Me giro hacia ellos.
– ¡Lucen increíbles, hijos míos! –les digo.
– ¡Obvio, mamá! –dice Nicole–. Yo fui quien tuvo la idea.
– La idea de los zombies no era tan mala –exclama Adler–. Mamá estás hermosa.
– Gracias, mí amor –tomo mí bolso–. Vamos o llegaremos tarde.
Salimos de la casa y nos subimos al auto de Adler. Mí hijo es un gran mecánico y conduce de manera espetacular.
Pudo arreglar un Dodge Chagenller 1.970. Paso días y noches en el granero dónde lo guarda arreglándolo.
Llegamos al centro del pueblo donde están todos disfrazados y reunidos, los chicos se van con sus compañeros de escuela y amigos. Yo me encamino hacia mis compañeras de trabajo y el comisario Will.
– Bienvenida, Natt –Rita me saluda–. ¿Los chicos no vinieron?
– Vieron a sus amigos y fueron con ellos –les sonrío–. Todo se ve muy lindo.
– Gracias a ti –dice Will–. Los adornos están increíbles.
– Que bueno que les hayan gustado –digo.
– ¿Te enteraste que compraron la mansión Stanford? –me pregunta Rita–. Una familia rica se mudara.
– ¿De verdad? –pregunto–. No, la verdad no me había enterado. Y la mansión es vecina nuestra.
– Bueno ahora tendrás nuevos vecinos –dice Will–. Me da curiosidad saber quiénes son.
– Tendremos que esperar hasta cuándo se muden –digo.
...****************...
• NUEVA YORK •
JAKE
Planeo toda la mudanza al campo, decido alejarme un poco del estrés de la ciudad y pasarla tranquilamente al aire libre.
– ¿Papá? –Erick entra a mí oficina–. Son las once de la noche. ¿Sigues trabajando?
– No, no. Estoy arreglando todo para mañana –le sonrío–. Siéntate, hijo.
Erick se sienta frente a mí, mirando los planos de la mansión que compre para pasar el verano.
– A mamá no le gusta el campo –me dice–. Lo sabes, ¿verdad?
– Lo se, hijo. Pero necesito este tiempo –le sonrío–. ¿A ti que te parece?.
– Me gusta la idea, quizás haga amigos allá –me dice–. Bueno, me voy a dormir. Tengo sueño, buenas noches.
– Buenas noches, hijo mío –le digo.
Así cruza la puerta y se va. Yo me quedo sentado, recuerdo cuando hablaba con Natasha sobre mudarnos al campo.
• 17 AÑOS ATRÁS •
Caminábamos tomados de la mano por el bosque, sintiendo el viento por nuestras mejillas, nos congelabamos pero no nos importaba.
– ¿Has hablado con tus padres? –me pregunto nerviosa.
– Aún no... –suspire–. Tengo que esperar el momento justo.
– Tu madre no se lo tomara bien –dijo apenada y se alejo un poco–. Pero el campo es una buena elección.
– Asi es... La paz y la tranquilidad –le digo–. Y poder ver tu hermosa sonrisa.
Se gira hacia mí y me sonríe. Esa sonrisa era capaz de derribar todas mis defensas.
– Te amo, hermosa –le digo tomando su cara entre mis manos.
– Yo también te amo, Jake –me besa.
NATASHA
Camino por el pueblo, mientras lo hago veo varios camiones de mudanza pasar por las calles. Deben ser los nuevos dueños de la mansión Stanford, llego a la tienda de Rita.
– ¡Buenos días! –les sonrío–. ¿Cómo estás, Rita?
– Buenos días, Natt –me dice–. Los nuevos vecinos ya llegaron, pasaron miles de camiones por aquí. Deben ser una familia de ricos.
– Como me gustaría vivir como ellos –dice Navier.
– Créeme, Navier... –le digo–. No quieres vivir como ellos, te lo aseguro.
– ¿Tu como sabes eso? –me pregunta.
Mí mente de nuevo viaja años atrás, cuando vivía esa vida se "Lujos".
• 17 AÑOS ATRÁS •
Recibí una nueva cachetada de mi suegra, no se porque me odia, lo único que hago es intentar agradarle y nada.
– ¡Eres una maldita! –me grita.
– ¡NO HE HECHO NADA! –reclamo–. Y aún así me golpea. ¡Le diré a su hijo!
– Tu no dirás nada... ¿Me oíste? ¡NADA! –grita–. Si lo haces créeme que me encargaré de que tu vida sea un infierno.
Desde que me había casado con Jake toda mí vida fue un infierno, su madre, su abuela y su hermana me hacían vivir un infierno... Me insultaban y maltrataban, era una sirvienta en la casa.
Jamás le dije nada a Jake ni pensaba hacerlo, tenía miedo de perderlo.
• ACTUALIDAD •
– ¿¡NATASHA!? –me grita Navier–. ¿Estás bien?
– Si, estoy bien... estoy bien –suspiro–. Vine a comprar algunas cosas.
Mientras iba a comprando sentía como si alguien me observará, preferí no darle importancia alguna, pero luego.
– ¿¡Natasha!? ¿Eres tu Natasha? –me dijeron.
Esa voz.
Me quedé paralizada, después de tantos años, no pensé volver a escucharla. Me giro lentamente hacia la personas que me habla.
– ¿Andy? –pregunto–. No puedo creerlo. Ha pasado mucho tiempo.
– ¿Y me lo dices a mí? –se acerca a mí y me abraza–. ¿Que haces aquí...?
Pongo mis manos en sus hombros y la alejo se mí. Aún no puedo olvidar lo que me hizo esta mujer.
– Aléjate, Andy –le digo–. ¿Cómo puedes abrazarme después de lo que me hiciste?
– Se que me equivoque, Natt –me dice–. Creí en las palabras y en lo que vi. En lugar de irte a preguntar a ti.
– Hiciste que Jake me dejara y me tirara en la calle –la miro con enojo–. Pero no hay rencor, ahora déjame.
– Estabas embarazada... –dice–. ¿Que paso con el bebé?
– Te puedo asegurar, querida Andy –me acerco a ella–. Que eso no es asunto tuyo.
Me giro sobre mis talones y me voy. Termino mis compras y vuelvo a la casa. Un momento... ¿Que hacía aquí?. Además vestida de sirvienta. ¿Que hacía...?.
La mansión. ¡OH POR DIOS! ¡LA MANSIÓN!. ¿¡Y SI JAKE FUE QUIEN COMPRO LA MANSIÓN!?.
Llego a casa y veo en el granero a Adler reparar su auto.
– ¿Que estás haciendo, hijo? –le pregunto.
– Reparando una bujía –se limpia las manos–. ¿Y que hace la mamá más hermosa del mundo mundial?
– Fui a comprar algo... Traje mermelada de Frambuesa –le digo–. ¿Quieres desayunar, hijo?
– Eres la mejor del mundo además –se acerca y me da un beso en la mejilla–. No quiero ensuciarte se grasa.
Entramos a la casa, voy detrás de él. Adler es alto... muy alto 1.90 igual que su padre también es muy parecido a él, en cambio Nicole es bajita como yo 1.54.
Mientras ponía la mesa, veo por la ventana a Nicole llegar corriendo, logro notar sucia su ropa. Entra llorando.
– ¿¡NICOLE!? –grito y me acerco a ella–. ¿¡QUE TE PASO, HIJA!?
– Mamá... –me abraza–. Intentaron tocarme... Tuve que saltar... d-de.. e... el... auto –dice tartamudeando.
– ¿Quien lo hizo, Nicole? –le pregunta Adler–. ¿¡QUIEN LO HIZO NICOLE!?
Ella no dice nada, solo lo mira y se esconde en mí pecho. Pero parece que Adler ya sabe quién fue.
– Fue él... ¿Verdad? –pregunta–. ¡LO VOY A MATAR!.
Adler sale corriendo de la casa. Lo seguimos con Nicole pero no llegamos que arranca el auto y acelera a toda velocidad.
– ¡MAMÁ! ¡VA A MATAR A ALGUIEN! –me grita Nicole.
– Vamos a seguirlo –le digo.
Subo a mí auto junto a ella y sigo a Adler. Nicole me cuenta de unos muchachos en la escuela que viven aquí, siempre los molestan y a ella más. Ahora sobrepasaron las cosas, sino los mata Adler... los mato yo.
...****************...
OLIVER
Conduzco por el pueblo donde mí hermano compro la mansión. No soy bienvenido en la mansión allí... Digamos que soy hijo de un engaño, de la amante de nuestro padre.
Hay un aire diferente a la cuidad.
Mientras iba en camino un auto frente de golpe frente a un mecánico y baja un joven quien parece furioso. Lo miro desde mí auto.
– ¡TE VOY A MATAR! –grita el joven.
No media más palabra y levanta a un chico sentado, lo planta en el capo de un auto y lo golpea.
Si sigue así lo va a matar. Bajo del auto y me acerco a ellos, cuando estoy a punto de separarlos, escucho al chico decirle:
– ¿¡QUE LE QUISISTE HACER A MI HERMANA!? –le grita tomándolo del cuello–. ¡TUVO QUE SALTAR DE UN AUTO PARA QUE NO LA VIOLARAS! ¡MALDITO!
En cuanto escucho lo que dice, me alejo y dejo que siga. Lo golpea unas veces más entonces decido alejarlo.
– Calma, calma –le digo–. Está bien... Muchacho, ya tuvo suficiente.
– ¡Intento tocar a mí hermana! –grita e intenta volver.
– Y la diste su merecidos –lo calmo–. ¿Está bien?.
– Uff... Está bien –dice.
El chico al que golpeó se levanta poco a poco, como puedo, le dio unos buenos golpes. Este chico es una torre mide un poco menos que yo pero es alto.
De repente llegar dos personas más.
– ¡Adler, hijo! –llegan con nosotros–. Hijo, por dios. Pudiste haberlo matado.
– No se preocupe –le digo–. Su hijo es lo que pocos son... Hombres.
Me giro hacia el joven que tiene la nariz rota y la frente sangrando, el labio partido y un ojo morado sangrando.
La gente ya nos rodea curiosas por el momento, me acerco al chico.
– Ponte de rodillas y pídele perdón a la chica –le ordenó–. Hazlo.
– ¡Yo no tengo la culpa de que se vista como zorra! –grita.
¡BAM!. Un gancho vuela contra su mejilla, no me molesta golpear a jóvenes. Cómo ex boxeador tengo bien empleados los golpes.
El chico escupe lo que seguro es un diente.
– De rodillas y pídele perdón... –le ordenó de nuevo–. ¡AHORA!
Este hace caso y se arrodilla frente a la chica.
– Perdoname, Nicole –me dice–. No volveré a tocarte y prometo no molestarlos más.
– Te perdono... –le dice la chica.
NATASHA
La gente se va dispersando y nosotros nos quedamos con el hombre que paro la pelea.
– Gracias por intervenir –le digo–. Evito que mí hijo haga una locura.
– No hay nada que agradecer –mira a Adler–. Tienes buen golpe, muchacho. ¿Eres boxeador?
– No, mecánico –le responde–. Pero se defenderme y a mí familia.
– El hombre de la casa. ¿Eh? –le sonríe–. Soy Oliver Vassil.
¿¡VASSIL!?. ¿¡COMO ES QUE ES...!?.
Lo miro petrificada, además de los ojos no tiene nada de parecido a esa familia. Es rubio... Ningún Vassil es rubio. Jamás lo había visto en las reuniones familiares.
– Un gusto, yo soy Adler Lawrence, ella es mí hermana Nicole –le dice–. Y ella es Natasha nuestra madre.
El hombre me mira, es una mirada diferente a la de los Vassil, más noble. No puedo evitar sonreírle, una sonrisa la cual me devuelve.
– Es un placer conocerlas –dice sonriendo–. Tienen a un valiente muchacho como defensor –me mira–. Lo crío bien, señorita Natasha.
– Nada de señorita... –le digo–. Ya soy una mujer grande.
– No lo aparenta para nada, señorita –sonríe–. Tengo que irme. Espero tener el gusto de volver a verlos.
– Igualmente –le digo.
Cruza la calle y se sube a un elegante Mercedes Benz negro. Acelera y desaparece por una esquina. ¿Un Vassil?. Hago memoria intentado recordar si lo había visto y no. No lo había visto.
...****************...
JAKE
Bajamos en la mansión la verdad es que es bastante linda. No está mal, es un buen lugar para pasar el verano.
Erick baja del auto junto a mí.
– Es linda, papá –me dice–. Es una buena elección.
– Es muy linda de verdad, hermano –dice una voz.
Me giro hacia Oliver que está detrás mío. Desde hace tres años descubrimos que mí padre tuvo una amante y que él es el fruto de esa aventura. Pero la verdad nos llevamos bastante bien.
– Bienvenido, tío Oliver –le dice Erick–. ¿Cómo fue tu viaje?
– Estuvo bien, la verdad. Aunque demore un poco por el tráfico –nos dice.
– Pues... bienvenido a Estados Unidos –le sonrío–. Vamos a entrar.
Escuchamos un quejido detrás de nosotras Alina, mí esposa, sale del auto. Jamás le gustó el campo, tenía la esperanza de que se quedará en la ciudad con mí madre, pero no... Tengo la impresión que me seguirá hasta el infierno de ser necesario.
– ¡Hola, Oliver! –le sonríe–. Que bueno verte de nuevo.
– ¿Cómo estás, Alina? –le pregunta–. ¿Disfrutando del campo?
– ¿Te parece que lo estoy disfrutando? –dice molesta–. Mí amor, no aguanto estar aquí. Por favor.
– Dije que te podías quedar en la ciudad –me cruzo de brazos–. Tu quisiste venir.
– Si, mamá –le dice Erick–. No te quejes. Anda vamos.
Entramos a la mansión, es un espacio amplio y limpio, todo está como lo dije. Desempacamos cada uno en su habitación, las manos de Alina rodean mí torso, besa mí espalda.
– Se que hubieras preferido que no viniera –me susurra.
– ¿No recuerdas lo que hablamos? –me giro hacia ella–. Quiero que nos divorciemos.
– Por favor, Jake –me dice–. Yo te amo, más que nada. Te di un hijo y...
– Y te lo agradezco, amo a mí hijo –le digo tomando sus manos–. Pero a ti no, sabes que no.
– Se que quizás... –me mira con ojos llorosos–. Es por ella. ¿No es así? ¿Es por Natasha?
– No quiero hablar sobre ella –le digo–. Si vamos a terminar, acabemos las cosas bien.
– ¡NO QUIERO ACABAR! ¡Esa maldita te engaño! –exclama–. Te engaño con un mecánico y luego se embarazo.
– ¡BASTA! –grito.
En ese momento Erick entra en la habitación.
– ¿¡PERO QUE ESTA PASANDO!? –pregunta enojado–. ¡Ya dejen de pelear!.
– Perdona, hijo –le digo–. ¿Necesitabas algo?
– Voy a recorrer el pueblo con Ethan –me dice–. Nos vemos más tarde.
Así se va, odio pelear cuando él está, me da rabia saber que todo esto se puede impedir pero Alina no quiere renunciar.
...****************...
ADLER
Estoy en el taller del señor Robert dónde trabajo los veranos. Paso mí tiempo arreglando autos, motores y demás, amo la mecánica.
Estoy arreglando un Fiat 600 mientras Nicole me habla.
– ¿Que tal si ese hombre no aparecía? –me pregunta.
– Déjame pensar... –miro hacia arriba–. Lo hubiera matado, fácil.
– Hubieras ido a prisión, Adler –se cruza de brazos–. Y nosotras nos quedaríamos solas.
– Lo hice porque te amo, Nicole –le digo–. Tu y mamá son lo único que tengo y lo que defenderé con mí vida.
– Entiendo, yo también te amo, Adler –me dice–. Pero tienes que controlarte.
– ¿Cómo quieres que lo haga? –pregunto–. Tienes enamorado a la mitad del pueblo y la otra mitad son mujeres –pellizco sus mejillas–. Mí hermanita linda.
– Sueltame –quita mis manos.
Me río ante su reacción y me giro para seguir con el auto. Entonces dos chicos llegan.
– Disculpen –nos dice uno de ellos.
– Buenos días –le dice Nicole–. ¿Podemos ayudarlos?
Veo como ambos se quedan embobados mirando a Nicole, me limpio las manos y me acerco a ellos.
Ambos son de mí altura, masó menos un poco más bajos. Uno de ellos tiene el cabello negro y ojos azules.
Otro es un joven de mí altura rubio también de ojos oscuros. De la misma edad quizás un poco más grande, levanta la mirada hacia nosotros.
– Pregunto si... ¿Podemos ayudarlos? –me cruzo de brazos.
– Aamm... Si, perdón –dice el moreno–. Queríamos recorrer el pueblo pero somos nuevos.
– Nicole –me giro hacia ella–. Trae uno de los mapas que tenemos en la mesada.
– Claro, Adler –dice y va hacia la mesa–. ¿Se acaban de mudar? ¿Son hermanos?.
– No, no –niega el moreno–. Somos amigos, mí padre compro la mansión Stanford. Soy Erick y él es Ethan.
– Pues bienvenidos al pueblo –le digo–. Ojalá les guste el pueblo.
Nicole vuelve y va hacia él rubio, le extiende el mapa y el lo toma. Le echa una mirada y le sonríe.
– Me llamo Ethan –le dice.
– Soy Nicole –le responde ella–. Bienvenido al pueblo.
Mí hermana sonríe embobada con el rubio. Jamás la había visto así.
– Bueno nos tenemos que ir, Ethan –dice Erick–. Gracias por la ayuda y el mapa.
– De nada –les digo.
Mientras salían del taller el tal Ethan se gira hacia nosotros.
– Espero verte otra vez –le dice a Nicole.
– Igual yo, buena suerte –le dice ella.
Ambos se suben a un elegante auto y se van. Yo me giro hacia Nicole, ella me mira con los ojos abiertos.
– Tu no vas a ver a nadie –le digo.
– ¡Ay por favor, Adler! –exclama.
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