—Haremos un matrimonio por convenio —Informa mi madre, miro al hombre que esta a mi lado, que no muestra mucha reacción.
—No quiero un poliamor —respondo con firmeza a la reina.
—No lo será —Escucho por primera vez su voz ronca, profunda y dura en toda la oficina de mi padre —Es un vacío tener tantas mujeres cuando no se necesitan —Sus ojos se cruzan con los míos unos segundos pero su mirada vuelve a la reina.
Era la primera vez que escuchaba eso de un hombre en estos tiempos, tal vez no era malo del todo.
—¡Que así sea! —mi madre alza sus brazos contenta al ver que de alguna u otra forma hemos aceptado esta alianza para al mundo.
Kahil
Todo se estaba volviendo un caos por la casa, mi madre ordenaba a la gente para arreglar, verdaderamente no me importaba demasiado, me daba igual cumplir los 15 años, aunque para el mundo sería una mujer que tendría pensamiento y albedrío para decidir sobre mi vida y ver si seguía ante mi la herencia de ser reina en mi familia.
Ninguno de mis hermanos quería seguir con eso, condenados. Todos sabíamos que carga se venía encima, podíamos ser perfectos ante los ojos de los demás, muchas veces habíamos tenido conflictos entre nosotros; al ser menor de todas fui la más escondida de los ojos públicos, al ver el daño que les había hecho a mis hermanos y hermanas tanta atención me hizo sentir un poco favorecida, sin embargo, al mismo tiempo casi nadie conocía mi rostro y por ahora me gustaba tenerlo de esa forma.
Siempre había seguido las reglas, era lo básico para sobrevivir en este mundo, para poder comprender que no todo era lo que parecía, sin embargo, hace poco empecé a pensar igual que mis padres en muchas cosas, con mis hermanos empecé tener más conflictos a la hora de hablar, mi madre con tal enojo trajo un psicólogo para que la ayudará a que fuera la misma.
—¿Entonces tengo que seguir las reglas siempre? —me acerqué un poco al hombre que estaba tratando de hacer caso a la gran reina.
—Usted es de la realeza, tiene que hacerlo —respondió un poco incomodo por mi cercanía, solté una pequeña risita al escucharlo.
—Tener y querer es total diferente, si no quiero hacerlo, ¿qué sentido tiene?, quiero hacer las cosas porque no me voy arrepentir en un futuro?, ¿no lo cree? —lo mire unos segundos, para luego volver al sofá en frente de él.
—Señorita, tiene que seguir lo que sus padres dicen.
—¿En que siglo estamos?
—¿por qué hace esa pregunta?
—Solo responde.
—Siglo XXX.
—¿entonces?, ¿tenemos que tener ese pensamiento tan retorcido como anteriormente? —cierro los ojos unos segundos para volver abrirlos y mirarlo —Tenemos un poco más de pensamiento hacia eso, ¿no cree?, tenemos la suficiente lógica para saber que los adultos se equivocan, ¿por qué cree que el mundo casi se va a la mierda? —me iba a regañar por la grosería, sin embargo proseguí como si nada —Muchas de las razones porque el mundo ya no sigue estando tan dividido, fue gracias a los jóvenes que decidieron en realidad quitar las fronteras, bajaron cada miedo del mundo, ¿violadores?, ¿mercado negro? cada una de esas cosas se fue estancando al ver que se podía cambiar al mundo —me levanté para ir hasta la ventana y sentarme —¿por qué mi familia tiene el poder?, porque no pusimos en mano con los otros que gobiernan en este momento para poner un mundo mejor, para que la economía se volviera una mierda, nos unimos todo lo que era latinoamericano, ahora se separa con lo fue Canadá y Estados Unidos, ¿sabe cuanto fue los conflictos internos entre ellos para ver quien iba gobernar?, sin pensarlo solo pusieron a alguien de cada país volviéndose más grande, lo que fue Europa también discutió, cada uno discutió, en cambio nosotros vimos un poco más de lógica "El que hizo todo posible que gobierne", por eso nos volvimos una potencia, no tuvimos miedo cuando los otros quisieron preparar una guerra, nosotros podíamos no tener la última tecnología, y mucho menos las armas más letales, pero teníamos apoyo y rencor dentro de nosotros, logrando así seguir con los reinos, ahora nos respetan y piden ayudan.
Creo que mi madre se canso en el tercer intentó para que alguien cambiara mi forma de pensar, y yo me había cansado un poco de todo a mi alrededor.
La fiesta sería pronto, todos los reyes, príncipes, duques, presidentes, un montón de personas importantes estarían presentes, por fin me harían conocer ante el mundo, 18 años, es algo importante, ¿no?, aunque seguía sin verle sentido a esta edad, era donde tenía que decidir todo lo que iba hacer mi futuro, y el promedio de vida había aumentado más de lo que se creía, 150 años era el tiempo de vida, mi madre tenía casi 60 años, sin embargo aparentaba como alguien de 30 años por la tecnología y los avances en la medicina, no me gustaría durar tanto, aunque muchas se habían arreglado a lo que era antes, seguía siendo un desastre en otros factores.
La codicia del ser humano puede durar toda la eternidad, así como muchos quieren quitar el puesto de los demás para tener el poder de asumir todo sobre los países, incluso algunos países se habían rehusado a unirse a los otros, por su forma de regir, pero la ONU había intervenido para tener le control sobre esas personas para tener un mejor régimen, al final ya todos los países están con reinos por la economía.
Mire mis pies descalzos en la alfombra, pronto vendrían a organizarme totalmente, sin embargo, no tenía muchas ganas de hacerlo, por esa razón, salí a escondidas para ir al gimnasio, donde estaba segura que estarían los gemelos, y cuando llegué estaban practicando boxeo mientras una y otra vez seguían dándole a la bolsa. Los gemelos Dylan y Danny eran los más cercanos a mi de edad, siempre estaban en la casa cuando terminaban alguna misión, había seguido el camino de uno de los mayores parta unirse al ejercito, sin embargo, estos habían hecho la naval, un marin, entonces pocas veces estaban con nosotros, y me habían enseñado a entrenar desde que tengo consciencia, eran unos malditos brutos al enseñarme aunque ahora agradezco esa manera.
—¿no deberías estar arreglándote? —Habla el mayor de los gemelos, Dylan, sin dejar de pegar al saco.
—Supongo —Danny me mira unos segundos y deja de seguir para pararse en frente mío.
—¿Sucedió algo?
—No estoy segura.
—Nena, si no hablas, no sabremos —dice Danny acariciando mi cabello, medía casi dos metros, ambos medían lo mismo, los hombres habían nacido con una genética bastante grande, los otros que eran adoptados, estaban igualmente en promedio de altura, el más bajito era 1'80.
—No estoy segura de cumplir lo que una princesa debe ser —juego con mis manos nerviosa —Siempre fui un poco diferente al resto, aunque iba al instituto, fue un secreto que era la princesa real, estaba rodeada de futuros duques, políticos, doctores, empresarios, gente que en este momento esta escalando tan rápido apenas terminaron el instituto; nosotros nos esforzamos cada día, Antholy cada vez que vuelve se ve más cansado de lo que dice, siempre esta cansada esa mujer, es una actriz donde no solo es alguien conocida como el título de la gran familia Rosett Mort, ¿cierto?, todos fueron conocidos desde cero, ya somos de por si una familia jodida mente importante, y hemos roto un montón de prototipos —alzo mis brazos al llegar al final, sin embargo no paro de hablar —Padre tuvo que tener más mujeres, el mundo de ahora no ve una pareja normal, ahora existe el poliamor, entre más mejor —suspiro —Por el propio ser humano, que creemos que todo lo podemos tener, incluso con parejas, yo me niego a casarme y tener ese paradigma —los señalo —Solo han aceptado eso porque somos la base de los reinos, porque fuimos los primeros en reunir lo necesario para ser la fuerza de lo que es hoy el mundo.
No han dicho más, supongo que se quedaron sin habla al escuchar toda la información que se me había ocultado en los casi los 18 años de vida que poseía.
—¿cómo sabes eso?
—Existe el Internet y los libros —respondo, ambos se miran unos segundos y se sientan en medio del gimnasio.
—Es difícil, ¿no crees?, nosotros príncipes militares, ¿sabes cuanto nos costo quitar el título de intocables?, entrenamos demasiado para solo ser conocidos como "Los intocables" por el apellido, aunque somos adoptados, seguimos siendo familia.
—Siempre será Duro —prosigue Dylan —Existen muchas cosas, no todo es lo que parece —el tarda unos segundos para seguir —Eres bastante inteligente para saberlo, no sigas nada lo que un protocolo, un prototipo, lo que el maldito mundo dice, rompe ese paradigma, somos príncipes, pero eso no quita que somos personas, y primero debemos ser personas antes que príncipes.
—Podrías ser la próxima al tomar el trono.
Cuando habíamos terminado esa linda reunión, volví a mi habitación y me encontré a todas mis hermanas, pero hicieron espacio para que Antholy me diera su mirada.
—¿dónde estabas?
—Gimnasio —murmuró retrocediendo un poco.
—¿hiciste ejercicio en este importante día? —ella enarca una ceja —Te vas a ir a bañar, el cabello, absolutamente todo, te pondrás exfoliante, luego de eso, vendrás aquí para vestirte, maquillarte y peinarte.
Seguí la orden de ella, era mejor no provocar a Anth, era una mujer de temperamento fuerte, que lo que ella diga es ley, tenía 30 años, era una de las mayores, sin embargo, era la única que no estaba casada, decía que no era tiempo, que estaba demasiado joven, no creo que estuviera para un matrimonio, le gustaba disfrutar de su vida, por esa razón muchas la respetábamos y lo que ella diga era ley.
Salí del baño mientras mi cabello mojado que se veía los crespos llegaba a mi cadera, mis hermanas me giraron a ver.
—Muévete —ordeno mi hermana mayor a las otras, y empezaron a secar mi cabello mientras decidían que color de ropa interior iba a utilizar, y ver si combinaba.
La ropa era moderna, uno podía utilizar pantalones, camisas, fuera hombre o mujer, incluso faldas. Sin embargo, la realeza había querido poner los vestidos que anteriormente se utilizaba, que era como un vestido que se utilizaba cuando una joven cumplía los 15 años, aunque solo cuando un evento era bastante importante para hacerlo, como la presentación de la última hija escondida de la familia que inicio todo.
Suspire mirándome, el vestido era negro con en encaje blanco en el borde de la tela, y una parte delantera, porque yo quería negro, yo no quería nada rosado, morado, y me gustaba como me quedaba el negro. Mi cabello estaba en una trenza de lado con flores plateadas y mariposas de fantasía del mismo color, aretes de aro, el maquillaje sutil que me hacia resaltar los atributos, no quería tacones, y eso me lo había respetado Anth, por esa razón tenía tennis. Esta era yo, Kahil Thiwt Rosett Mort, hija de los grandes reyes, Aaron y Camelia.
Suspire dando un insulto mental.
Mis hermanas se fueron arreglar mientras todo seguía organizando para dar las 6 pm para la fiesta, salí de mi habitación caminando viendo como todos organizaban bien el lugar, los empleados se movían viendo que todo estuviera como mi madre había pedido. Sentí un poco de ruido en una de las habitaciones cercana a la mía, entre y pude ver un niño saltando en la cama, sin embargo, había un bebé en ella que estaba boca abajo mirando a su alrededor, me acerqué un poco rápido para que el bebé estuviera a salvo por el movimiento de la cama, lo agarre con cuidado, en ese momento una de las mucamas entró a la habitación.
—Señorita Thiwt —habló ella para quitarme al bebé de mis brazos, el cual empezó a llorar. El niño que no aparentaba más de cinco años, bajo de la cama al ser regañado.
—Déjalo saltar, pasarme al bebé —La mucama se negaba a darme el bebé a pesar de que no paraba de llorar, las grandes puertas de la habitación se abrieron de golpe, un hombre que estaba casi segura que medía dos metros, entró. Sus ojos grises rasgados era lo primero que pude notar, sin embargo, cuando reaccione pude distinguir más que eso, sus cejas eran totalmente perfectas, su piel era blanca, jodidamente blanco, parecía de origen asiático, aunque al tener un cuerpo tan... Grande, no creo que fuera así.
—Hija, ¿qué sucede? —habló mi madre acercándose a mí cuando pudo distinguirme.
—Escuché ruidos, y la curiosidad me llamó —respondí quitando mi mirada al hombre desconocido que estaba al lado de mi padre.
—Estas preciosa —Ignoró lo que dije para verme por completo, me sonroje un poco, aunque, ¿por qué mierdas me sonrojaba?
—Yo... Gracias —mi madre se sorprendió por mi reacción, sin embargo, solo me dedico una sonrisa, pero nuevamente el lloriqueo del bebé llamo mi atención —dame el bebé, ¿si? —la mucama negaba mientras miraba al hombre, supongo que el hizo algo, que al final me cedió al bebé, que poco a poco se fue calmado, sus ojos rojos por tanto llorar me miraron, mientras sus manos se apretaban en un puño —Ya...Ya, tranquilo, ¿por qué lloras? —Hacía mucho tiempo en la mansión que me gustaba decirle castillo, no había ningún bebé, alguna que otra hermana había tenido un hijo, pero estaban tan ocupadas que casi no pasaban, los niños eran el ser más curioso y autónomo que podía conocer; simplemente que era entrenados para depender uno de otros, no preguntar sobre nada.
—Hija... —llamó mi madre, la mire mientras mecía al bebé en mis brazos, podía tener casi unos 6 meses —¿dónde aprendiste hacer eso? —Lo podía llamar instinto, sin embargo, cuando veía alguna serie o película, miraba particularmente como una madre cargaba y calmaba a su hijo, siempre había querido intentarlo, por esa razón había leído libros sobre bebés y niños.
—Libros, series, películas —respondí sonriendo le.
—Te agradan... —Escuché el murmuro de mis padres al tiempo; casi nada llamaba mi atención además de estar sola, leyendo, series, películas o simplemente mirando a mi alrededor, casi nada llamaba verdaderamente mi atención, hasta ahora.
—Quiero que conozcas al señor Kuznetsov Tanaka, el rey de Asia.
Kahil
Un rey, ese hombre frente a mi ara alguien importante, sonreí un poco al ver como el niño que estaba saltando anteriormente en la cama se hizo al lado de su papá.
—¿de Asia? —preguntó.
—Sí, es el uno de los primeros reyes que consiguió su poder más rápido que todos —La mayoría de los reyes llegaban hacer rey a la edad de 30 o 35 años, eran muy pocos que lo conseguían más jóvenes, al tener un promedio de vida tan largo, y que ahora se aparente menos edad, fue algo que mejoró a la hora de gobernar.
—Oh, eso debe ser una ventaja, supongo —Sonrió mientras siento que el bebé en mis brazos se mueve animado.
—Papá es el mejor del mundo —El pequeño niño muestra solo su rostro detrás de las piernas de su padre, me inclino con cuidado sin dejar de sonreír.
—Estoy muy segura de eso, cariño —me vuelvo a poner derecha, para mirar a mi madre que no ha quitado su sonrisa —Supongo que es normal que el Rey de Asia este aquí, pero... si trae a los niños, es porque algo más importante va a suceder, ¿no? —Habló, y mi madre mira a papá el cual suelta una risita.
—Eres demasiado intuitiva —Cuando un rey con su familia viene, significa dos cosas, tienen problema en su país y van a pedir asilo solamente a su familia para volver, o desean hacer negocios con la familia real, y la familia hará parte de esos negocios.
—Supongo —respondo mirando al bebé que empezó hacer puchero, mientras sus ojos se llenaron de lágrimas —¿Ya tomó leche? —preguntó a la mucama.
—Hace algunas horas...
—Entonces tráeme su biberón, le daré su leche.
Faltaban algunas horas para que comenzará en la realidad la fiesta, me habían organizado antes por las fotos que me tomarían, sin embargo, no quería estar en los planos del periódico. Había mentido en mi instituto para que no aparezca mi nombre real, y fuera alguien más; estuve oculta durante 18 años del ojo del público por esa misma razón me negaba que de un momento a otro, los compañeros que habían sido malos conmigo, y les tuve que dar un golpe por abusones, ahora sabrían porque no tuve tanto problemas y mis padres jamás estaban en las reuniones.
Durante casi 16 años había sido una niña ejemplar y recta, cuando había terminado el instituto, mis hermanos habían manipulado todo para que decidiera seguir con la realeza porque de esa forma no tendrían ellos que quitar su vida, aunque yo jamás había estado rodeada de eso, ahora lo iba a empezar, y sería un maldito infierno.
Ser de realeza implica muchas cosas, por ejemplo, tengo que ser perfecta ante una cámara, ante el pueblo, todas mis hermanas eran populares en el instituto, ayudaban a los demás, los hombres siempre detrás de ellos, Antholy pasó por accidente que la hizo negar volver amar a alguien más, y la familia lo oculto para que no sufriera más. No somos perfectos, ninguno de mis hermanos lo era, uno casi embaraza a una de sus novias, y mi padre casi lo asesina por esa idiotez, aunque yo era la menor por mucho; sabía cada una de las historias, los mayordomos y las mucamas hablaban de todas esas cosas.
Incluso luego de años, el mundo no comprendía muchas cosas de su entorno, incluso yo seguía sin hacerlo.
—Hija, se que no quieres que te tomen fotos, por esa razón, te puedes quedar aquí mientras esperas el biberón, y puedes charlar con el rey, tu padre tiene que solucionar algunas cosas, y yo tengo que ver que todo quede perfecto —asiento ante lo que dice mi mamá, y me siento en el sofá que estaba al frente de la cama, mientras meso poco a poco al bebé en mis brazos para que tuviera un poco de paciencia, sin embargo, creo que se estaba cansado porque empezó a llorar fuertemente.
—Señorita, ya llegué —Llegó con el biberón, probé que no estuviera tibio, cuando lo hice, se lo di, y rápidamente se pegó a él mientras yo por fin cedí un poco en le sofá, sin embargo, me acordé que estaba frente a un rey, y que estaba peinada y organizada y con todas las joyas que mis hermanas habían puesto en mí, y se hacia algo incorrecto me iban a cortar los ovarios.
—Trae un pañal, pañitos y juguetes si tiene, para que este tranquilo —la mucama hace una pequeña reverencia al rey y se retira.
—Papá, ella sigue tocando a mi hermanito, ¿no sabe que somos de la realeza? —habló el niño cuando todos se fueron y quedamos nosotros.
—También lo soy, simplemente que no utilizo mucho ese apellido —contestó concentrada en la energía que pone el pequeño en su biberón.
—¿por qué? —escuchó por primera la voz del hombre, era ronca... profunda, y me causo un pequeño escalofrío por el acento.
—Mis padres no deseaban que fuera el centro de atención de los medios, nunca he salido del país, y solo una vez de la ciudad —suspiro suavemente —Ellos vieron el gran impacto que tuvieron mis hermanos hacia el mundo, como eran acosados, el comportamiento, todo fue influenciado hacia ellos —lo miro unos segundos —Aunque también me estaban preparando para ocupar el trono, ¿no crees? —Ninguno de mis hermanos había cedido ante la corona, y ninguno deseaba ser el líder de la tortura mental que tuvieron durante años, por esa razón todo recaía sobre mí.
—¿No quieres ser Reina?
—No, no deseo ser una reina, porque no soy este prototipo, soy severa, y digo las cosas directamente. No hemos cambiado demasiado, ¿no crees? —cuando el bebé termina su biberón se lo retiro, para empezar a darle pequeñas palmadas en su espalda para que eructe —He visto la sociedad sin ser título de reina, no sabes como es ese infierno, no sabes que toda la familia real esta en boca de todos, no tienes privacidad, no tienes vida, no tienes nada... Me negué a vivir en ese mundo, no quería estar en boca de tanta gente desconocida que no conocía mi ser —el pequeño eructa para luego reír lo acomodo en mis piernas sentado y el se pone a jugar con mis dedos —Lo único que me gustaría es la influencia para niños que no se pueden cuidar, que no desearon nacer, sin embargo... aquí están, sufriendo perdidas de sus padres.
—Lo que tu quieres... Es ser una benefactora para los que no pueden, quieres ayudarlos.
—Si fuera reina, no tendría casi tiempo para poder enseñar y darle el tiempo necesario.
—¿estas en la universidad? —niego.
—Mis padres me han dicho que si lo hago, luego tendría que salirme, porque ya se tenía planeado que la gente conociera mi cara "La princesa oculta", así me llaman los medios, todo el mundo lo conoce.
—Ciertamente, eras la niña oculta de los reyes Rosett Mort —suelto una pequeña risita —Aunque te pintaban de otra forma, no pensé que fueras linda —el me empieza analizar de pies a cabeza.
—¿Cómo se llaman tus hijos? —preguntó ignorando lo que acaba de decir y hacer.
—Yo soy Andrei —salta el más grande —Tengo cinco años —muestra con sus manos la edad.
—¿Ya sabe el idioma?
—Fue el segundo que le enseñe, el primero es ruso, esta aprendiendo otros más —responde el rey.
—¿No es demasiado pequeño?
—No, desde pequeños es mejor, y habla tanto que prefiero que lo haga en varios idiomas —suelto una risa por lo que dice.
—¿Y este pequeño?
—Es Alek, tiene 6 meses.
—Es pequeño, esperaron tiempo para tener el segundo —su mirada va hacia la ventana.
—Es un poco complicado.
—¿y su nombre? —preguntó sin aguantar más las ganas —Se su apellido, no su nombre.
—Akim Hiro.
Mi madre regresó luego de casi media hora.
—Todo esta totalmente perfecto, los medios están esperando que los invitados llegué para entrevistar, esto parece una maldita alfombra roja —maldice mi madre, había escuchado groserías de su boca, solamente cuando estaba muy enojada o estresada por algo —El príncipe de la ciudad de China también quiere conocer a Thiwt, al igual que el duque de la ciudad de Inglaterra —hablaba mi madre una y otra vez.
Al cambiar la forma de ver las cosas, ahora el país era lo que antes se denominaba continentes, y los países ahora son ciudades, y lo que esta dentro de ellas se llaman subciudades.
—Madre, tranquila —habló mirando como ella mueve sus manos mientras murmura.
—Listo, antes de que los invitados lleguen, necesito tenerlos a ambos en la oficina del rey, entonces, deja al pequeño Alek en la cama que la mucama se hará cargo —hago puchero —si el rey lo permite, te avisaran cuando se duerme.
—Y a que hora.
—Sisi, lo que quieras, pero anda —chille bajito satisfecha, mientras le decía las indicaciones a la mucama.
—Dime a que hora se duerme, si no se duerme antes de media noche, me llamas, también ponle algo muy cómodo —Andrei se acercó a Akim y le dijo varios cosas en otro idioma que no era capaz de entenderme muy bien, hablaban bastante rápido, sin embargo, cuando terminaron de hablar, el niño sonreía triunfante, supongo que era algo bueno.
Al llegar a la oficina de mi padre, mi madre estaba en la silla mirándonos.
—Haremos un matrimonio por convenio —Informa mi madre, miro al hombre que esta a mi lado, que no muestra mucha reacción.
—No quiero un poliamor —respondo con firmeza a la reina.
—No lo será —Escuche nuevamente, profunda y dura en toda la oficina de mi padre —Es un vacío tener tantas mujeres cuando no se necesitan —Sus ojos se cruzan con los míos unos segundos pero su mirada vuelve a la reina.
Era la primera vez que escuchaba eso de un hombre en estos tiempos, tal vez no era malo del todo.
—¡Que así sea! —mi madre alza sus brazos contenta al ver que de alguna u otra forma hemos aceptado esta alianza para al mundo.
—¡Stop!, no dice que sí —le contestó a mi madre entre cerrando los ojos —Tiene dos hijos, debe tener esposa, ¿no?
—Mi esposa murió —lo miro unos segundos —La asesinaron.
—¿Tos yo qué?, ¿voy a morir?
—Tus hermanos te han entrenado, no digas que no, que lo sabemos —me muerdo el labio, maldita sea, era un secreto —Y yo les pedí ese favor... Tenía que prepararte por si algo pasaba, antes estábamos mejor, sin embargo, el ser humano y su codicia no va a parar jamás, por esa razón tenía que tenerte oculta, para un momento crucial, no pensé que todo se iba a sincronizar con el rey Kuznetsov.
—¿seré mamá de esos dos?
—Sí, no pensé que resultaría tan bien con el pequeño, pero fue que el más rápido se separó de su madre.
—Y yo no tengo tiempo —lo miro enarcando una ceja.
—¿No tiene tiempo?, debería sacarlo, y poner a sus hijos primero, su esposa murió, lo comprendo, pero le aseguro que donde ella quiere que este, espera que cuide de sus hijos, que los ame incondicionalmente, sin importar que —Abrí mis ojos sorprendida al ver una sonrisa en su rostro, giré mi rostro por lo sonrojada que puse por su sonrisa.
—Entonces, hoy se anunciará todo —Mi padre interrumpe por fin todo —Desde hoy serás la princesa de América Latina comprometida con el Rey de Asia, y la futura reina de tu nación y de Asia.
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