El día de mi cumpleaños número veintidós irónicamente se convirtió en el día de mi juicio. El día marcado para una ejecución pública, para demostrar el poder que ejercía mi ejecutor ante todo y todos los que lo desafiaran.
Entre la torrente lluvia que caía que impedían ver con claridad y las grandes corrientes de aire que nulaban parcialmente los sonidos producidos por mis ejecutores. No muy lejos del estrado entre la multitud pude divisar el pequeño y menudo cuerpo de Monna, una señora de casi sesenta años de tes suave y carácter dócil con la cual había compartido los últimos diez años de mi vida. Aunque la fuerte tormenta impedía ver con claridad desde la distancia como su nariz y ojos se encontraban irritados por tanto llorar.
-Personal sin nombre con numeración LXII acusada por desacato a los señores regentes a la máxima pena de muerte ...- la voz del verdugo gritando la condena me sacó de mis pensamientos, enfocando instantáneamente mi vista en la persona a lo alto de la asamblea; plácido y absoluto, disfrutando del escenario. El mismo hombre que alguna vez quise proteger al darme una segunda oportunidad.
‐ Sin objeción o revocación de la misma.–concluyó casi inaudible, mientras rápidamente me colocaban una pesada cuerda alrededor del cuello y rectificaban que el artefacto funcionará sin excusa.
‐Esperemos y en tu siguiente vida no cometas el mismo error cariño - dijo quitando el seguro de su arma dejando escuchar el pequeño click propio y singular del pestillo que sostenia las viejas tablas debajo que sostenian mi cuerpo.
Al cabo de toda mi vida dentro he sido entrenada, aprisionada y domada para el combate en distintos campos a destreza. Pero al igual que todos los que fuimos entrenados para este trabajo, en el instante en el que cometas un error o llegarás a ser incapaz de cumplir con tu misión, te desechan en el mismo instante. Uno por uno hemos sido eliminados y después de veinticinco años ahora es mi turno.
La última del escuadrón S, encargado del trabajo sucio del gobierno. Anteriormente, una persona normal hace diez años.
-Muchas gracias por tu aportación a la nación.‐ una ligera sonrisa se formaba en sus labios mientras soltaba sin reparo aquella palanca que sostenía mi vida en ella.
El gran ardor en mi cuello por la cuerda no era nada comparado con la sensación de sentir cada órgano de mi cara queriendo salir a través de ella, hasta comenzar a percibir un cosquilleo que entumía mis extremidades para no volver a sentirlas. El dolor, ardor y miedo no desaparecían, pero había surgido un pesado sueño que traería mi muerte y sin resistencia sucumbí ante mis pesados párpados.
Una fría y húmeda sensación podía percibirse y olerse junto a el olor de madera quemada con aceites impregnaba la atmósfera. Segundos después de la aparente contusión la información vívida regresó a mí. Ante la sorpresa un intenso impulso de adrenalina invadió mi ser he hizo que los párpados que antes mantenía cerrados se abrieran con fervor y mi cuerpo quisiera correr sin parar.
-Uhhg- solo eso pude pronunciar antes de que un ataque de tos comenzara.
-¡Leonor!- se escuchó desde lejos un par de veces. Giré mi cabeza en dirección de donde venían los gritos de desesperación, pero me detuvo ver la escena frente mío; Todo alrededor estaba calcinado y en ruinas, las pequeñas chozas de madera se encontraban en ruinas dejando un camino repleto de escombros y destrozos acompañados de fuego casi extinto por la fría tormenta de nieve que amenazaba con comenzar.
Pero el intenso dolor proveniente de mi cuerpo impidió seguir contemplando el escenario para enfocarme ahora en mi situación. Varias heridas hechas por cristales incrustados y contusiones avulsivas provocadas por impactos de los escombros eran rasguños al compararlos con las tres fracturas que desfiguraban la mitad de mi cuerpo.
-¡LEONOR!- se escuchó a lo llano. Dejando ver a la distancia la borrosa figura no muy lejos de mi ubicación.
En un intento vano por querer moverme y pedir auxilio, obtuve como reacción suplicio por parte del cascote que aprisionaba la movilidad de mi brazo izquierdo y un desgarrador grito se produjo de mi pecho por el dolor ahora localizado en la pierna derecha, la cual se encontraba partida en tres fracciones dejando una vista no grata por la posición anormal de esta.
Un chico de cabello rubio pálido casi llegando a un perfecto color cano apareció rápidamente entre los escombros para detenerse en un soplo al ver aquella situación.
Sus delgados brazos se enredaron en mi cuerpo mientras sollozaba y hablaba sin parar para tranquilizarme y a su vez a el mismo, quien dejaba ver una preocupación inusual por mí. No sabía quién era y el porqué me tomaba con tanto anhelo, hasta que se detuvo y con la manga de su abrigo limpio sus lagrimas y me miró fijamente.
- No intentes moverte, la roca que aplasta tu brazo está parada en ruinas inestables. Si te mueves podrías perder el brazo, iré a buscar un par de cosas para sacarte de ahí. No sabemos si volverán a atacar.- dijo con decisión artes de irte para volver con varias mantas, una palanca de madera y una tabla de madera lo suficientemente grande como para que cupiese en él.
- Tu brazo no está tan mal, pero lo que me preocupa más es tu fractura. No puedo mover la roca sin que logre no moverte, respira hondo y no grites tan fuerte, no sabemos si mandaron equipo de recolección. - mencionó mientras colocaba un pedazo de tela rasgada en mi boca como tapón y jalaba del garrote. Un grito ahogado salió de mí ante el esfuerzo que realizaba aquel hombre por liberar mi extremidadpara poco poco despues de un par de minutos de agonía el pedazo de cimiento cayó liberando mi brazo y con esto volví sentir nuevamente como perdía el conocimiento.
La fria brisa que golpeaba mi rostro me trajo nuevamente al mundo de los despiertos <
- Me alegro que hayas despertado, me preocupaba mucho Leo. No estamos lejos del refugio, como verás se me complicó un poco traerte en la tabla y tuve que improvisar ¿no te duele? - pregunto con agotamiento en su voz. Había caminado casi un kilómetro conmigo en su espalda sin parar viendo la distancia de aquel lugar ahora en decadencia.
- Casi no duele, gracias.- respondí con voz lastimeramal ver a aquel chico mantenerse optimista y ocultar sus verdaderos sentimientos.
- ¿Porqué agradeces? Es lo que hacemos siempre, tu me salvas y yo te regreso el favor, así ha funcionado todos estos años ¿no?.- una nostalgia se escuchaba en sus palabras pero aún seguía sosteniendo la misma gran sonrisa. Sin comprender el porqué de su cercana familiaridad, opte por responder con silencio a su pregunta y abusar un poco de la confusión actual.
- ¡Eliah! ¡Eliah!- una pequeña niña de tes bronceada venía corriendo a toda velocidad a nuestra dirección mientras cargaba con esfuerzo una pesada lampara de aceite quien había gritado al ver el cuerpo de la persona que me sostetia con tanto cuidado acercarse al pequeño campamento escondido entre un pas de montañas. - ¡la tragiste de vuelta, regresaron! - la voz de la niña dejaba notar su desbordada felicidad al vernos.
- Toks, avisa al anciano. Leonor no está bien.- interrumpió aquel hombre de nombre Eliah con gesto serio y voz dura dándole la orden a la niña de piel miel, para salir corriendo de inmediato al escucharlo.
Llegamos a una pequeña tienda de acampar que fungía como boticaria y enfermería. Con cuidado y delicadeza Eliah bajó mi cuerpo soltando de él, dejándolo en la fina cama a un costado de la carpa, poco después entró un hombre de edad avanzada quién se encargó de revisar y curar cada herida para dejar de último las grandes fracturas que requerían la fuerza de dos hombres para poder contenerme por la falta de anestesia y pudieran trabajar en ellas.
Mientras nos revisaban minuciosamente pude ver que mi cuerpo no era el mismo. Toda mi vida fui sometida a trabajos que involucraran fuerza y destreza en mi cuerpo, haciéndolo fuerte, resistente y ágil. Pero comparado con mi cuerpo actual, este era delgado y frágil con una piel pálida sin ni un rastro de cicatrices o huesos rotos.
- Va a doler Leonor.- Esas fueron las últimas palabras que escuché antes de que un fuerte dolor y una avalancha de memorias me dejara inconsciente por segunda vez.
"Queda ahora en tus manos Numa"
Esa reconfortante y apacible voz que antes acechaba mis sueños ahora era clara y precisa, pero el repentino dolor de cabeza me impidió seguir dentro del reino se los sueños.
El aromático aroma de madera de cedro quemada y la fria humedad en el aire conquistaron mi olfato que recordaban que lo vivido ayer no era parte de mi imaginación.
-Despertaste...- Comentó Eliah, quien estraba a la pequeña carpa de descanso dando grandes sancadas hasta posarse frente a la camilla en la cual me encontraba acostada.
-¿cuánto tiempo he dormido?- pregunté en el intento de recobrar postura y sentarme en aquella camilla con un par de colchas que apenas acogía bien el penetrante frío pero aquel hombre sin pensarlo me brindó su apoyo para retomar el equilibrio y sentarme con los pies en el suelo.
-Siete soles contando este. Me alegro de que recobraras la noción, de por sí me fue difícil regenerar tu cuerpo durante estos últimos soles.- dijo con una sonrisa apenada mientras se rascaba el cabello. Observe atenta mi cuerpo el cual ya no tenía ni el más mínimo rasguño; la pierna se encontraba sin fracturas al igual que el brazo dejando ver una tersa y delicada piel casi nívea y con esto un escalofrío me recorrió la espalda.
-¿Cómo te encuentras? - pregunté desviando la atención de aquel desconocido cuerpo que portaba y mirando ahora a Eliah quien me observaba sentado desde un banco de madera frente mío.
-Mucho mejor ahora que estás despierta. El boticario mencionó que independiente de la regeneración esté la posibilidad de alguna lesión colateral.- comentó con ambos brazos cruzados en su pecho y tomando una postura menos erguida y relajada.
Aún con dudas en la mente, no perdí la oportunidad que se me había concebido y hablé. - No tengo recuerdos de nada y por más que trato de recordar no aparece nada. - mentí. -¿Qué?- exclamó incrédulo ante mis palabras acomodándose de nuevo en el minúsculo asiento.
-Eso mismo, cuando desperté entre los escombros y me encontraste lo único que sabía era que mi cuerpo dolía y gracias a ti ahora sé que me llamo Leonor- Continúe. - pero antes de despertar tuve un sueño vago de ti y otro hombre.- expliqué con duda.
- No fue un sueño Leo, ese es Zion ha estado cuidando de nosotros por mucho tiempo, es nuestro padre.- mencionó con un brillo en los ojos al saber que no todo estaba perdido. La sorpresa me invadió al saber que aquel hombre con mirada afilada y cejas espesas tenía lazos sanguíneos conmigo.
Al final no hubo otra forma de recolectar información que seguir preguntando. Por lo que cuenta la gente que Velés el pequeño pueblo oculto entre las montañas del suroeste fue atacado por el reino de Nesta y gracias a Leonor la gente del pueblo pudo resguardarse en este campamento preparado antes por Zion en caso de emergencia. Por suerte del destino cuando Velés fue bombardeado ya no había nadie dentro de él, pero al ser la última en ir a verificar quede en medio del fuego cruzado.
-¿Y Zion?- pregunté dudosa de saber. - Fue llevado a Nesta, presiento que el bombardeo solo fue una cortina de humo para poder llevarse a Zion. - contestó sin chistar. Según los hechos nos encontrábamos huyendo de un par de soldados rezagados cuando pudieron derrotar a Zion y con ello llevárselo como prisionero.
A poco entendimiento en este mundo existe en manejo de maná. Dando origen a un poder natural que fluye a travez de el cuerpo de los pocos que pueden llegar a persivirlo, derivando distintos métodos de uso; pero también existe Umbra, el lado oscuro del maná que consume todo a su paso.
Gracias a la explicación de Eliah ambos teníamos algún tipo de "maldición" que nos ataba a una profecía llena de horror y desgracia y por la cual nos encontrábamos huyendo ya que Zion fue la persona en salvarnos de las personas que buscaban que la adivinación no se cumpliera. Como parte de la maldición Eliah se encuentra atado a la Nada Ignoto, un poder de fuerza devastadora vinculado con Umbra, al contrario de él yo me encontraba enlazada con Omnis, su opuesto. Un poder capaz de transmutar y transformar cualquier cosa a placer, pero sin el favor de la suerte ninguno de los dos tenía la capacidad de controlarlos a su esplendor.
-Ni siquiera te imaginas el esfuerzo que el viejo ha puesto para que sigamos con vida Leo.- mencionó con nostalgia en la voz sacandome de mis pensamientos. El haber perdido a aquel hombre dejaba ver que le afecta lo suficiente como para cuestionarse si hacer algo al respecto o no.
[...]
Con el paso de los días la confianza entre Eliah creció y con ello memorias de él conLeonor fueron llegando a mí en el transcurso de estos tres años. Los cuales utilizamos para aprender a controlar y manipular aquellos dones con los que nacimos.
-Está todo listo Leo.- exclamó Eliah desde los caballos de nieve acomodando las últimas bolsas que hacían falta por subir. El antes joven de cuerpo esbelto y extremidades largas ahora se posaba a lado del caballo con caso dos metros de estatura y un cuerpo musculoso y tonificado que impondría a cualquiera, me sonreía de oreja a oreja emocionado por lo que nos avecina.
-Tengan todo lo que van a llevar en los caballos, ellos cargaran lo necesario por ustedes.- habló el anciano del pueblo quien caminaba lentamente hasta nosotros con las manos metidas en sus bolsillos. Con el paso de los años, descubrí que las memorias tienen detonante y aquellos detonantes estaban vinculados a las personas más cercanas a Leonor y con esto tuve un propósito más por el cual ir a buscar a Zion.
-No se preocupe anciano, esté tranquilo. Nos veremos pronto.- respondió Eliah serio ante la presencia del sabio del pueblo. -Nos cuidaremos bien, no se preocupe mucho. Estaremos de regreso los tres.- dije mientras subía a mi caballo sin dejar de mirar al anciano, que dejaba ver en su rostro el temor por nuestra partida, <
-Muy bien, el viejo está en Nesta, al noroeste de Akka ¿donde iremos primero?- la voz de mi hermano se hizo presente mientras que avanzábamos.
-Escuché de un mercader que el príncipe heredero de Rahim irá a Akka en un par de meses. Puede ser nuestro pase para entrar por Tariq.- dijo mientras cabalgabamos entre la nieve.
-El camino será largo de aquí a Akka son aproximadamente siete meses.- contesté al recordar aquel libro de navegación terrestre que leí de los libros del anciano del pueblo. -y avanzaremos evitando lugares concurridos y caminos largos. Acortaremos el tiempo a cuatro meses.- mencioné mientras acomodaba el turbante que cubría mi rostro de la helada.
-No tengo objeciones Leo.- dijo Eliah mientras tomábamos camino a nuestro siguiente punto.
Por casi cuarenta años los reinos más fuertes han estado en guerra por la apropiación de sus territorios.
Arran, la raiz. Ubicada al sur del continente.
Rahim, tierra de misericordia. Posicionada al norte.
Akka, el corazón. Estando en el centro.
Tariq, la puerta. Al este, siendo la única entrada a los reinos.
Eostres, Reino de primavera. En el occidente, divido por el mar.
Estos cuatro reinos compitiendo por territorio dejando los pequeños reinos como Jord, donde esta mi pueblo, vulnerables a los ataques. Arrebatando todo lo que necesitan de los pueblos inferiores con impuestos imposibles de pagar y esclavizando a cualquiera que pueda servir para su causa.
Han pasado cuatro meses desde que salimos de Jord. Pero una tormenta ha azotado cerca de Akka dejando que el frío clima de Jord golpee fuertemente el centro. A trazando nuestro viaje.
-A un par de horas estaremos cerca de un punto para errantes, deberíamos descansar ahí.- la voz de Eliah me saco por completo de mis pensamientos.
-Si, es lo mejor hasta que pase la tormenta.- respondí.
Al llegar un pequeño puesto de varios comerciantes errantes nos recibió dejando ver lo variado que es este territorio en sus habitantes.
-El primer príncipe de Rahim fue capturado por el Marqués Eron, el muy idiota creyó que firmariamos su estupido acuerdo de paz ¿puedes creer eso?.- un cazador errante pasando frente a nosotros nos dejó escuchar su ruidosa platica con otro hombre. La mirada de mi hermano se cruzó con la mía, queriendo seguir escuchando su conversación. Con solo mirar a Eliah sabía que quería que fuera a preguntar. Pero una pelea de miradas comenzó mientras decidiamos quién preguntaría.
-Disculpa, perdón por interrumpir. Pero estás diciendo que el gran Marqués atrapó al joven príncipe?- una dulce voz fingida salió de mí garganta intentando aparentar estar sorprendida por los alardes del hombre.
-¿Eres de Akka? Pero claro que si, solo bellezas como tú se consiguen en Akka jaja- sonreí al asqueroso comentario de esta persona.
-Muchas gracias joven caballero- dije mientras intentaba tragarme mi propia bilis.
-Pero sobre tu pregunta, si linda. El Marqués Eron le jugó una trampa al príncipe heredero. Y en estos momentos lo tienen como prisionero de guerra. Posiblemente ahora esté a nada de morir el maldito. - sus palabras salieron con enojo, casi como si las estuviera escupiendo.
-Vaya, el Marqués Eron es increíble.- dije con tono de sorpresa.
-Si, deberías venir conmigo a Akka, mañana se celebrará un festival por la gran hazaña del Marqués.- dijo sin dejar de lado su intento de coqueteo vulgar.
-¡Qué emoción! ¿escuchaste eso hermano mayor? - dije con emoción haciendo que Eliah entrara a la platica.
-He escuchado cada palabra.- El rostro de Eliah era completamente distinto, una mirada fulminante hizo que el cazador pensara dos veces antes de volver a abrir la boca. A decir verdad mi hermano era delgado y algo bajo para su edad. Pero todo se decía a la asimilación de su poder. Pero tan solo soltando un poco de su instinto asesino hizo que el cazador comenzara a temblar y tuviera miedo.
-Si, si. Deberían ir. Bueno me retiro primero- dijo antes de salir corriendo a una taberna de la esquina junto con su acompañante.
-Cobarde.- fue lo único que dije antes de volver a poner mi semblante serio.
-Vamos, al menos conseguimos la información.- dijo acompañado de una gran sonrisa que hacía juego con sus grandes ojos.
-Odio tener que ser yo la que siempre pregunta.- dije con asco.
-¡Jaja! La próxima vez iré yo- pronunció, dejándome recordar que la última vez que él fue a buscar información terminó acostándose con la esposa del propietario de donde nos hospedamos en aquel entonces. Haciendo que ese día durmieramos a la intemperie.
-Mejor lo sigo haciendo yo.- dije cortante provocando una gran carcajada de mi hermano.
...
-Bien, entonces ¿por dónde empezamos? Nuestro pase a Tariq se encuentra como rehén de guerra y ahora no tenemos como pasar por las tierras.- la voz de mi hermano se hizo presente mientras seguíamos camino a Akka.
Para pasar por Tariq tienes que tener un documento que avale tu paso por las grandes puertas. Y los únicos que pueden pasar por ellas son; comerciantes, mercaderes, cazadores de alto rango llamados por algún noble, los nobles de alguna casa imperial, caballeros, prisioneros y esclavos. Pero al descartar cinco de las siete opciones solo nos quedan dos, las cuales no son a nuestro favor si es que queremos seguir hasta Nesta.
-Solo nos quedaría pasar como inmigrantes, pero nos traería problemas si queremos seguir con cautela.- dije mientras miraba desde arriba del gran reino de Akka. Solo era bajar esta gran montaña y estaríamos dentro.
-El viejo mantuvo nuestra existencia oculta, para que pensaran que estábamos muertos, si hacemos eso nos descubrirían en un abrir y cerrar de ojos.- comentó haciendo mención del sacrificio que hizo Zion por nosotros.
Nuestro plan principal era pasar las puertas de Tariq siendo acompañantes del príncipe heredero. Mezclarnos con los trabajadores que acompañan al príncipe iba a ser más fácil y menos peligroso, pero ahora no es factible.
Unos globos de cantoya iluminaban el cielo tapizado con glandes nubes de nieve, dejando saber que el festival estaba comenzando.
-¿Y si no fuéramos como inmigrantes? ¿y si pasamos como acompañantes de la realeza?- dije mientras no quitaba mi vista de los globos.
-¿En qué estás pensando?- la curiosidad de mi hermano hizo que su voz cambiara su tono burlón que siempre usaba.
- ¿Qué es más rápido? Esperar a que Akka se apropie de Tariq o pasar por Tariq siendo aliados de Rahim?.- pregunté sin dejar de ver el paisaje.
-Tariq firmó un acuerdo bilateral para los comerciantes de Rahim y Tariq. Es más fácil ser un Aliado de Rahim. ¿Porqué preguntas eso? Ni siquiera hay forma de que seamos inmigrantes y ¿estás pensando en ser aliados?- Eliah no entendía ni una palabra de lo que preguntaba.
El príncipe Alligator Kai, príncipe heredero del reino de Rahim. El reino de Rahim es uno de los más grandes y abundantes de todo el continente, pero por su gran crecimiento en el sector agricultor no cuenta con mucho avance militar. Pero eso no detiene al Rey. Su arrogancia y ambición cegaron hace mucho al Rey, utilizando sus pocas tropas para atacar sin ningún plan estratégico definitivo, por eso el Principe optó por un tratado de paz. Pero no le funcionó.
-Hermano...
-Dime, Leonor.- la voz de Eliah no dejaba ocultar el nerviosismo en él.
-¿Qué tan descansado te encuentras hoy?- pregunté.
-Lo suficiente como derrotarte esta vez.- dijo mientras fanfarroneaba de su propia fuerza.
La mirada del hombre trataba de descifrar la mía. Paramos por un solo momento para poder apreciar la hermosa escena frente a nosotros del pueblo, lleno de luces.
-Rescataremos al príncipe, solo así podremos pasar a Tariq- dije firme a mis palabras.
Ni un sonido se escuchó de mi acompañante. Giré a verlo pero una mirada de sorpresa me encontró primero.
-Será como un ir a una feria- dije con una gran sonrisa sin dejar de ver a mi hermano aún atónito por lo que había dicho. Hasta que una leve sonrisa se formó en sus labios.
-Si...
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