En medio de un desértico bosque se veía caminar un hombre tenebroso llamado Alan, quien mostraba un rostro moreno y ojos azules como zafiro, sus facciones parecían bien proporcionadas pero en el había una marca que aterraba a todos llamándolo así, la sombra errante, este era un hombre quien había traicionado a su antiguo rey y había ayudado al reino enemigo en la guerra con este, así conoció a una mujer que gano su corazón pero que ya tenía un destino trazado con alguien más, Alan arriesgo su vida por ella sin esperar nada a cambio quedando así con la mitad de su rostro quemado.

-Debería haber una aldea cerca de aquí.

Dijo este mientras caminaba con una capa cubriendo su rostro quemado para no asustar a los plebeyos que pudiera encontrarse, “Monstruo, así suelen decirme los niños al verme, no quiero asustarlos “pensó Alan mientras caminaba encontrándose con la entrada de un nuevo pueblo, este entro dirigiéndose rápidamente al bar del gremio de información de ese lugar, “Solo quiero ganar dinero, Adela me ofreció vivir en la capital y Camilo me dijo que podría unirme a los caballeros pero…no puedo hacer eso, soy un caballero que traiciono a su señor y ayudo al enemigo, incluso si sabía que mi señor estaba equivocado yo no debía levantar mi espada contra él, mi deber era protegerlo por lo que no soy apto para ser un caballero, un caballero jamás debe cuestionar las ordenes de su señor” pensó Alan mientras se sentaba en un rincón con un vaso de alcohol esperando que llegara la información que había pedido.

-Mira a ese hombre, se ve extraño.

-Si tiene el rostro cubierto debe ser un mercenario…debemos tener cuidado.

-Si mejor vámonos.

Dijeron unas mujeres mirando a Alan desde lejos, este bajo su mirada a la mesa esperando que nadie viera su rostro “Esta cicatriz sique haciéndome parecer alguien malvado” pensó cuando vio un hombre sentarse frente a él.

-Hola buenas tardes caballero, aquí está la información que ha pedido un grupo de delincuentes han estado robando en los pueblos vecinos y se dice que venden niños como esclavos al exterior del reino.

-Bien entiendo, gracias por la información aquí esta lo acodado.

Dijo Alan entregándole doce monedas de plata al informante, luego se levantó y salió del lugar con el informe en su mano “Pagan cuarenta monedas de oro por atrapar a los bandidos, es una buena oferta vamos por ellos” pensó Alan mientras caminaba a paso firme hacia unos establos, “¿Cuántas monedas me quedan? Solo treinta  monedas de plata y cinco de cobre, espero me alcance” dijo este para sí mismo mientras se dirigía al cuidador de los establos.

-Buen día…

-Buen día señor ¿Qué necesita?

-Quiero comprar un caballo por veinte mondas de plata.

Hablo Alan entregándole la bolsa al hombre frente a él, este camino por los establos y saco un caballo del interior, este parecía manso, era completamente negro y parecía fuerte.

-Se ve bien, me gusta.

-Si es muy manso pero la persona que lo vendió aquí no lo trajo con silla por lo que deberá comprar una aparte.

-Bien entonces dame una de las sillas que tengas la comprare.

-Bien entonces dame una de las sillas que tengas la comprare.

Dijo Alan mientras ponía la silla sobre el caballo para arreglar la montura “Casi no me quedo dinero” pensó Alan al ver la pequeña cantidad de dinero que tenía en sus manos “Deberé comprar algo de pan de avena antes de continuar” Alan compro lo necesario y subió a su caballo para seguir su camino, esa misma noche este se dirigió a encontrar a los bandidos para poder cobrar la recompensa por atraparlos, fue entonces que mientras montaba en su caballo por la noche escucho fuertes gritos venir de la distancia “¡Esos gritos!” pensó mientras galopaba rápidamente mientras más se acercaba al lugar del suceso más claros se escuchaban los gritos de mujeres y hombres junto a fuertes estruendos de espadas chocando.

-¡Ahhh hermana!

-¡Sofí quédate detrás de mí! ¡No te atrevas a lastimar a mi hermana!

Grito una joven mientras escondía a una pequeña niña de doce años detrás de ella, Alan la miro viendo un rostro sumergido en el temor y la ira tratando de proteger a la pequeña por lo que reaccionando rápidamente este salto frente a ella de su caballo desenfundando su espada para protegerlas “Este carruaje parece de la nobleza” pensó Alan mientras atacaba a los hombres frente las chicas.

-¡Hermana tengo miedo!

-Tranquila, tranquila Sofí no dejare que te pase nada.

Alan vio a la joven temblando mientras cubría a su hermanita con su cuerpo cuando vio uno de los bandidos saltas sobre esta con una espada atacándola “¡No!” Alan se apresuró para detenerlo apuñalándolo con tan solo una estocada mientras que la joven volteaba para mirar lo sucedido encontrándose con el rostro de Alan frente a frente.

-¡!

Esta abrió los ojos sorprendida  al encontrarse con el rostro de Alan a tan solo unos centímetros de ella, un rostro quemado, ojos azules y piel morena, un hombre extraño pero que acababa de protegerla a ella y a su hermana de aquellos bandidos que trataban de matarlas “Ese hombre tiene, tiene su rostro quemado” pensó ella mientras seguía observándolo, Alan ataco repetidamente a los bandidos deshaciéndose de estos completamente “Los escoltas del carruaje también murieron” pensó Alan al ver a caballeros con uniforme de casa noble tendidos en el suelo, Alan se acercó a la joven y tapo su rostro con su capa antes de hablar.

-Señoritas…entren al carruaje y díganme a donde se dirigen, lo más seguro seria sacarlas lo antes posible de aquí.

-No, no podemos irnos, mi padre se suponía que vendría detrás de nosotros en un carruaje a parte, el llegara aquí pronto.

Dijo la joven mientras entraba al carruaje y tapaba los ojos de la pequeña niña que la acompañaba.

-Bien entiendo señorita, entonces quédense adentro mientras tanto, yo me quedare haciendo guardia por si viene alguien.

-Eh…si, gracias.

Respondió la joven mientras Alan cerraba la puerta del carruaje y se quedaba en el asiento del cochero esperando que llegara el padre de estas. Al paso de unos minutos se escucharon carruajes acercándose a toda velocidad, Alan se levantó de su asiento y llamo a la puerta del carruaje donde se encontraban las señoritas.

-Señoritas…parece que ya viene su padre.

Dijo Alan, cuando la puerta de este se abrió y el rostro de la joven muchacha apareció frente a él, esta lo miro a la cara y Alan bajo el rostro al suelo rápidamente pero esta sostuvo la mano de Alan rápidamente y le agradeció por salvarla a ella y a su hermana pequeña.

-Gra…gracias joven, gracias por salvarnos a mi hermana y a mí, soy Rebeca Ricci, no sé qué hubiéramos hecho si usted no hubiera llegado, Sofí solo tiene doce años y yo no sabía qué hacer, de verdad se lo agradezco mucho.

-Gra…gracias joven, gracias por salvarnos a mi hermana y a mí, soy Rebeca Ricci, no sé qué hubiéramos hecho si usted no hubiera llegado, Sofí solo tiene doce años y yo no sabía qué hacer, de verdad se lo agradezco mucho.

Agradeció Rebeca mientras trataba de mirar a los ojos a Alan, este esquivándola volteo hacia el sonido de los carruajes y luego espero a que estos se detuvieran, al detenerse el carruaje del padre de las jóvenes frente a Alan salió un hombre mayor rápidamente de este mientras tres guardias desenfundaban sus espadas apuntando a Alan viéndolo como el enemigo.

-Tu... ¡¿Dónde están las señoritas?!

Gritaron los caballeros mientras el padre de las jóvenes miraba angustiado y furioso lo que sucedía, fue entonces que el carruaje detrás de Alan se abrió saliendo Rebeca de este, ella bajo del carruaje corriendo rápidamente hacia su padre sumergiendo su rostro en el hombro de este.

-Papá…papá deténgase por favor bajen sus espadas, este joven es quien nos salvó a Sofí y a mi, ella está dormida dentro del carruaje.

Hablo Rebeca mientras sujetaba el brazo de su padre, esta chica de tan solo diecinueve años miro a Alan nerviosamente esperando a que este dijera algo o se defendiera pero este solo miro al hombre frente a él y luego se volteó para subir a su caballo.

-Deténgase un momento por favor soy el Conde Kevin Ricci, quiero agradecerle sinceramente por haber rescatado a mis hijas, Diego por favor…

-Si Conde aquí tiene.

Dijo un hombre vestido de asistente el cual le entrego una bolsa con monedas al padre de Rebeca quien parecía ser el Conde de esas tierras, este las conto y entrego a Alan en forma de agradecimiento, fue entonces que al fin Alan levanto su rostro para mirar a los ojos a los presentes asustándolos rápidamente con su apariencia, era increíble notar que un hombre tan joven de tan solo evitaseis años tuviera el rostro en tal estado “Sera un mercenario, un asesino o quizás, quizás…” pensó el conde cuando vio rápidamente a Rebeca caminar hacia Alan con un pañuelo en sus manos.

-Señor su brazo, tiene una herida.

-¡!

Alan se sorprendió sin poder creer que esta joven se acercara a él sin miedo alguno por ver su rostro, la chica llamada Rebeca tomo su pañuelo y lo envolvió en el brazo de Alan para detener el pequeño sangrado que este tenía, “No me tiene miedo” pensó Alan al verla de cerca, esta tenía un cabello rubio, ojos celestes y piel lechosa los cuales combinaban perfectamente con su delgado cuerpo el cual parecía completamente delicado.

-Ya está, señor por favor ¿Por qué no viene con nosotros?

-No yo debo irm…

-Papá por favor…él nos salvó creo que es lo mínimo que podríamos hacer.

Dijo Rebeca mientras su padre asentía, fue entonces que este camino hacia el carruaje pasando por el lado de Alan y tomo a su hija menor en brazos para volver con esta a su mansión.

-Joven ¿me diría su nombre? Me gustaría que viniera con nosotros a nuestra mansión.

-Puede llamarme Alan señor Conde…solo soy un viajero.

Dijo Alan mientras Rebeca observaba persistentemente la cicatriz de este, Alan sintiéndose incomodo se tapó el rostro nuevamente y se subió a su caballo diciéndole al Conde que el los seguiría desde atrás. Al llegar a la mansión Alan quedo completamente sorprendido por la hermosa mansión que se encontraba delante de sus ojos, el carruaje del Conde se detuvo saliendo este con sus hijas de su interior esperándolo a él para entrar a la mansión, Alan bajo de su caballo y se acercó a estos que los invitaban a entrar con una sonrisa.

-Joven Alan sígame.