Narra Mildred
Soy Mildred Sofía Ackerman, tengo diecisiete años; mi cabello es color Negro y mis ojos son de una tonalidad violeta, mi cuerpo es delgado y piel pálida, mis ánimos nunca fueron los mejores por lo que sucedió con "mi padre"
Muchos creían que lo que yo sentía hacia él era una clase de admiración de una hija hacia su padre, pues él me adoptó cuando era una niña de solo diez años; más precisa mente un mes antes de cumplir los diez... pero que equivocados estaban.
Él era un sol al estar conmigo, cada minuto, cada segundo pero... un día después de cumplir 17 lo ví asesinar a un hombre, cuando mi "padre" se percató de mi presencia ya era bastante tarde pues, había visto todo el acto con mis propios ojos, sin embargo al escuchar su dulce voz llamarme no pude ser capaz de pensar mal de él solo me dije a mi misma "Debe tener sus razones como para hacer esto".
Entonces él me tomo con la misma dulzura las mejillas y dió un suave beso en ellas; en ese momento sentí que toque el cielo… también sentí que una ola de calor recorría mi cuerpo y me hacía sentir un gran alivio en mi corazón, pero parece que eso nunca importo, después de todo, ese día me encontraba en su boda mirando como "El amor de mi vida" se entregaba a una mujer.
Una odiosa mujer que solo llego a arruinar lo que yo quería formar con él, algo que era maravilloso, y no permitiría que me fuese arrebatado tan fácilmente.
— ¡Hola Mildred! — Elena se acercaba hacia mi con una sonrisa.
Aquella odiosa y tonta mujer se había acercado a mi. La verdad la odiaba muchísimo, era una chica de ojos color turquesa; cabello Rubio y cuerpo perfecto; su piel era bronceada, lo que más odiaba es que aparentaba ser un ángel ante todo el mundo.
— Hola Elena, espero que te lo estés pasando de maravilla este día — No me quedaba más, tenía que fingir felicidad.
— Si, la verdad estoy muy feliz de que por fin haya llegado el gran día, no sabes lo feliz que soy pues ahora podré estar al lado de Jean — Suelta un ligero suspiro y continua hablando— Espero de todo corazón que algún día me tengas el mismo cariño que a Jean y me puedas llamar Madre.
— ¡¿Que?! — Grite sin pensar y no me percaté de que todos se alarmaron y comenzaron a mirarnos de manera preocupada.
— Bueno, me gustaría que pudieras quererme como tu madre, así como a Jean por ser tu padre adoptivo — Esa tonta mujer me miraba asustada y en serio estaba molesta por lo que me dijo ¿Ella mi madre? ¡Jamás!.
— Si, lo siento... es que yo... me alteró muy rápido y no puedo reaccionar de buena manera — Trate de disculparme lo más convincente mente y tome aire un poco alterada.
— ¿Sucede algo? — Jean se acercó a nosotras y coloco su mano sobre el cabello de Elena, cosa que me enfureció bastante debo decir. Él tenía un tono de piel pálida y sus ojos azules; cabello negro, su cuerpo era delgado y su sonrisa de infarto.
Les sonreí muy falsamente, pues la verdad no me apetecía hablar mucho con ellos — Nada, solo que yo y Elena hablábamos sobre el viaje de Luna de miel — Decir esto me hizo sentirme pésima.
— Eso era algo que quería comentar contigo Jean — Le dijo Elena a Jean mientras lo abrazaba y lo acercaba más a ella sonriendo — ¿Dónde pasará los días Mildred mientras tú y yo estamos ausentes? — Esa pregunta fue algo que me dejó más molesta que antes.
Jean se quedó unos segundos pensando y después contesto la pregunta de Elena — Ella se quedará en la casa de su amiga Tatiana durante los dos meses que nosotros estaremos fuera del país — Me miro y sentí un dolor enorme cuando sus ojos se cruzaron con los míos.
Me sentí molesta, se que una pareja debe salir sola pero... el nunca me dejó sola y acostumbrarme a verlo con Elena no es ni será una opción. Les sonreí sin ganas y me marche.
...Narrador Omnisciente...
Mientras Mildred se marchaba Elena le hizo una pregunta a Jean.
— ¿No te parece que Mildred actúa extraña cada que está conmigo? — En ese momento dirige su mirada a Jean quien solo asiente y mira a Mildred marcharse.
— Mildred... ella no es cualquier chica Elena, perdió a su madre a la edad de tan solo nueve años y ha sufrido muchos traumas... demasiados me atrevo a decir y al ser tan pequeña y presenciar actos horribles se volvió muy apegada a mi — Jean mira a Elena y le sonríe — La verdad yo agradezco el haberme ganado su confianza, quizá algún día te llamé madre y tenga la misma confianza hacia ti.
— Bueno creo que puedo ganarme su corazón de alguna manera en el futuro— Dijo Elena y le dedicó una pequeña sonrisa a Jean — Espero que todo salga como lo planee.
Aún que Jean hubiera dicho esas palabras él dudaba mucho el que Mildred la aceptará y sobre todo que la llamara madre, sabía que era una joven caprichosa y que de alguna manera estaría pensando en cómo hacerle la vida cuadritos a Elena.
Y no se equivocaba pues, al otro lado de la recepción en el jardín trasero que estaba solo, se encontraba Mildred en una pelea con ella misma y su odio a Elena.
...Narra Mildred...
Esa tonta rubia está provocando que me vaya a dar un infarto, se mordió el labio con frustración y una lágrima cayó por su mejilla con una gran velocidad.
— Te odio Elena — Susurro por lo bajo sin darse cuenta de que alguien se acercaba a ella por su espalda.
Un suspiro se escuchó tras Mildred y está solo volteó de golpe por el susto que le había provocado — Eso mismo pensé Mildred — Dijo Jean mirándole fijamente mientras que con una mano lanzaba su cabello hacia atrás.
— ¡Jean! ¿que haces aquí? ¡casi muero de un susto! — Fue lo primero que grito Mildred al cabo de unos segundos que se le pasó el susto — ¿No se suponía que deberías estar con Elena por ser el día de su boda? — Esta hablo con un tono bajo para después rechinar los dientes apartando la mirada a un lado con visible molestia.
— Tu más que nadie sabe que esto no fue mi elección Mildred — Jean tomo su mano — Siempre serás mi pequeña niñita y lo sabes, nadie puede suplantar a tu persona — Le dió un suave beso en la mano.
— Sabes, se que esto no fue tu elección pero me cuesta creer que de ahora en adelante debo vivir con esa mujer en mi casa — Soltó Mildred con notable molestia y Jean lo noto.
— Lo se pero ahora te pido que respetes a Elena, ella tampoco tiene la culpa de lo que ha sucedido y aún que se que no es posible que la quieras por lo menos te pido que no la culpes de esto... sabes que este matrimonio no va a durar mucho, cuando Elena fallezca volveré a mi vida normal solo que ahora seré viudo — Jean le pidió algo que para ella era imposible, pero después de todo él tenía razón; no duraría mucho con vida y eso era quizá algo a favor de ella.
— Supongo que no me queda más que aceptar tu petición — Mildred lo miro y continúo — Creo que está bien... agradezco que comprendas que no puedo aceptarla tan fácilmente — Jean revolvió el cabello de Mildred para decirle algo que la hizo destrozar por dentro.
— Siempre serás mi hija y te protegeré como tal — Definitivamente ella no quería escucharlo diciéndole de esa manera pero... ¿en serio él solo sentía el amor de un padre a su hija?.
Jean dió un último beso en la mejilla de Mildred y volvió a la fiesta mientras sonreía para sus adentros; al momento una joven salía tras unos arbustos que estaban posicionados justo al lado de Mildred.
— Oye Mildred... — La chica de cabellos dorados, ojos azules y piel bronceada fue interrumpida por la de pelo negro quien soltó un grito infernal al escuchar la voz de la joven.
— ¡Tatiana! — Exclamó Mildred retrocediendo asustada.
— ¿Tanto miedo te dan tus pecados y tus pensamientos cochinos? ¿eh? — Tatiana se rió a carcajadas mientras corría huyendo de Mildred quien la perseguía con un tacón en la mano —¡Oye pido piedad! — Alzó la voz cuando cayó al pasto y Mildred alzó el tacón — Yo solo quería hablar contigo sobre la pijamada de esta noche — Termino su oración y juntó las manos en modo de súplica.
— ... bueno, lo siento pero la verdad a veces me sacas de quicio con tus bromitas — Razona con Tatiana al mismo tiempo que se coloca el tacón.
— Lo siento, es solo que me preocupa verte cerca de Jean a solas... — Le explico a la pelinegra pero continúo al no recibir respuesta alguna por parte de su amiga — Digo, el es un hombre casado y tu y yo sabemos que probablemente ame a su esposa.
— ¡No! — Grito la pelinegra y su mirada bajo al césped — Por favor ya no lo digas.
Tatiana era una persona persistente y de ninguna manera se quedaría con dudas.
— Tu... ¿lo amas verdad? — Pregunto y la respuesta tardo en llegar.
Narra Mildred
Suspiré con frustración... Tatiana era mi mejor amiga y sabía desde hace unos años que sentía algo más por "mi padre" en realidad sabía todo lo que sucedió en mi vida después de que Jean me adoptó.
— Si, Tatiana yo lo amo — Le confesé con cierta duda, lo que más me preocupaba era ¿que pensaría ella de mi? seguro estaría creyendo en ese mismo instante que yo era una loca que necesita ir a un psicólogo — Creo que ya lo sabías y no está de más decirte que no estoy loca — Dije para romper el silencio que se había formado entre nosotras en ese momento.
— Te equivocas — Me contesto mientras fijaba su mirada hacia mi — No creo que necesites ningún tipo de ayuda psicológica, después de todo yo apruebo tu odio a Elena desde que le conocí hace unos meses — Ahora ella me confesó algo que a mí nunca me pasó por la mente que pensara.
— Gracias por comprender — Solté de manera aliviada pero ese alivio se terminó mas rápido que el tiempo que tardo en llegar.
— El que no me lleve muy bien con Elena no quiere decir que justifico lo que haces Mildred... eres mi mejor amiga pero noto que a veces no piensas en consecuencias de tus actos — Dijo para después continuar mientras dirigía la mirada a otro lado — No es correcto que le digas Jean o que te acerques a el cuando están solos.
— ¡¿Eh?! ¡¿ahora me vas a decir que puedo hacer y que no?! — Le grite enfadada y está solo se giró hacia mi mirándome seriamente.
— ¿Que harás si algún día Jean llega hasta donde estas tu con una noticia? — Pregunto y no supe que responder así que continúo.
— ¿Si esa noticia es un embarazo por parte de Elena?... ¿que harás al notar su cara de felicidad? — Esa pregunta me dejó helada, ¿un hijo de Elena? ¡Jamás! eso no lo permitiré.
— Y aún se puede poner peor, ¿que piensas hacer si te obligan a llamar hermana a esa niña? ¡¿Lo vas a aceptar?! — Lo último me lo dijo en un tono de voz más alto que el anterior.
— ¡Por supuesto que no! — Le grite enfadada por semejantes idioteces.
— Pues lamento decirte que ese es el único destino que te espera si sigues cerca de Jean — Me dijo más calmada y me quedé pensando en todo lo que me había dicho. Odiaba que ella se metiera en algunos de mis asuntos, pero odiaba más que ella siempre tenía la razón ante todo pues yo siempre estuve cegada por mis estupideces.
...Narra Jean...
Me encontraba en la recepción hablando sobre asuntos irrelevantes con un joven llamado Harry, al parecer era el mejor amigo de Charles Aomin el hermano mayor de mi esposa Elena.
Elena llegó hasta mi y yo corte mi conversación con Harry.
— Mi amor — Me hablo y la mire inmediatamente.
— ¿Que sucede? — Le pregunté.
— Mi padre quiere platicar de algo contigo— Me miraba ansiosamente y no me quedo de otra más que aceptar la petición.
— Bien, vamos a dónde tú padre — Accedí despidiéndo me de Harry y nos dirigimos hacia la ubicación del señor Aomin.
...Narrador Omnisciente...
Mientras Jean y Elena se alejaban una señora de cabellos castaños y ojos marrones se encontraba mirando hacia donde se dirigían.
— Oh Jean... en serio pido perdón por haberte insistido para que tomarás matrimonio con Elena, pero no lo debes soportar tanto tiempo ¿o si? — Susurro por lo bajo y le dió un trago a su copa de vino tinto — Esto solo será hasta que logres convertirte en el señor de la mafia... así podrás vengar a tu padre por la traición que sufrió — Pensó y después se percató de que alguien la abrazaba por la espalda.
Cuando miro a la persona se dió cuenta de que era Mildred, su "nieta".
— ¡Oh! Hola querida Sofi — Dijo muy feliz para finalmente corresponder el abrazo de esta.
— Buenas tardes Abue, hace mucho tiempo que no tenía el gusto de verla... bueno creo que debería llamarla señora Ackerman — La pelinegra se quedó pensándolo por unos momentos.
— ¡Vamos!, claro que puedes llamarme abue; Eres tan linda… justo como te guardaba en mis recuerdos —Le da un beso en la mejilla a Mildred — Solo con la diferencia de que ahora ¡eres toda una mujer! — Hizo una pausa para separarse y tomar un poco más de vino — Dime ¿cuántos galanes se están peleando por ti en estos momentos?.
— Ninguno — Dice notablemente apenada — La verdad creo que eso no es algo que me preocupe mucho ahora mismo.
Mildred hizo una pausa para mirar un lugar retirado de las demás personas, dónde se encontraban Jean, Elena y el señor Aomin; padre de Elena.
— Sabe, no creo tener mucha suerte en esto del amor — Dice para después dirigir de nuevo la mirada a la señora Ackerman.
Su "abuela" pareció notar que de vez en cuando está miraba de reojo a Jean.
— Tu... ¿quieres mucho a mi hijo verdad? — Sonríe de lado y Mildred solo la mira confundida por la pregunta.
— Claro que lo quiero... después de todo el es mi padre adoptivo y tengo un cariño enorme hacia él y su persona — Suelta la pelinegra sin tanto interés.
— ... Me refiero a que si lo quieres como pareja — La señora la mira y la otra solo da un ligero brinco en su silla.
— ¡N-no! — Dice apenada — Yo solo tengo un cariño que cualquier hija tiene hacia su padre y nada más.
— Oh, vamos Mildred — La señora le dedica una pequeña sonrisa — él es guapo ¿o no? — Alza una ceja.
— Bueno... creo que ¿si? — Dijo mirando a su "abuela" con duda a lo que está le dedicó una mirada pícara — Pero no crea que me interesa él... digo el es alguien espectacular y todo pero yo soy su hija y de ninguna manera podría gustarme él.
La señora Ackerman miraba a Mildred y prosiguió a decir — Mildred yo solo te pregunté lo que tú creías sobre mi hijo, y me arrojas te muchas excusas; dime ¿dije algo que mereciera la respuesta que has dado hace un momento? — Hizo una pausa y tomo un suspiro — ¿O acaso te gusta mi hijo y no quieres confesar por miedo a que te traicione y le cuente todo a mi niño?.
— ¡Claro que no!, no se cómo puede pensar esas cosas absurdas — Evadió Mildred y los colores se subieron a su rostro.
— Que raro; mi experiencia en estos temas y el color rojizo en tu rostro me está demostrando todo lo contrario — La señora dirigió su mirada a su vino y tomo otro trago.
— Abue, ¡no diga eso! además usted no puede decir que es lo que yo pienso o siento — La pelinegra trato de excusarse.
— Oh — La señora solo atinó a decir eso de manera ligera para después continuar — Mildred, si yo sé que lo que tú sientes por mi hijo es amor, es por que yo una vez fui joven y con ello también tuve vivencias como las tuyas; el primer amor, el sufrimiento de no poder estar con la persona que "amas" — Hizo comillas en la última frase.
— Bueno... — La pelinegra trato de hablar pero su voz se cortó y la señora siguió hablando.
— Creo que esto nadie te lo ha explicado así que yo lo haré — Mildred puso atención a su "abuela" — En la vida existirá tu primer amor y el amor de tu vida.
— ¿Eh? — Mildred se extraño y su abuela siguió hablando.
— Una cosa es el primer amor; esa persona te enseña lo que es amar, pero en algún momento llega a causar una herida que llevaras en tu corazón junto a el cariño que sientes y aunque esa persona te daño tu la habrás de llevar en el corazón por siempre — Explico la abuela y Mildred pregunto.
— ¿Que no es lo mismo? — Hablo y su abuela la miro con cara de "Silencio niña no he terminado".
— El amor de tu vida curará toda herida que haya dejado tu primer amor; pero nunca lo sacará de tu corazón — Suelta un suspiro — Pero hay veces en que el primer amor y el amor de tu vida están presentes en ella al mismo tiempo, en esas ocasiones es molesto por qué ellos pelean por amor a la joven.
— Y... ¿En ese caso a quien debería escoger la chica? — Una pregunta fue dirigida hacia la señora.
— A quién el corazón elija — Esa palabra hizo que Mildred se pusiera a pensar ¿Que rayos estaba haciendo con su vida? ¿acaso Jean era su primer amor? ¿Solo eso?.
Mildred se levantó de su asiento y su abuela le dijo una última cosa antes de que está se marchara.
— La verdad lamento que mi hijo se haya casado con Elena, pero ese era un arreglo por parte de mi esposo y me gustaría que su última voluntad fuese realizada por mi hijo — Tras esto Mildred se despidió de su "abuela" con una reverencia y se dirigió al jardín trasero, en un lugar dónde nadie pudiese molestarla para reflexionar las palabras de la señora Ackerman.
...Narra Jean...
Me encontraba caminando junto a Elena hacia un lugar un poco retirado de la recepción; ahí me encontré con el señor Aomin.
— Padre aquí está Jean, los dejaré solos unos minutos — La rubia hace una reverencia y se aleja de el lugar.
Cuando Elena se marchó yo no quise darle más vueltas al asunto, así que pregunte sobre que asuntos quería platicar.
— ¿Hay algo que necesite señor Aomin? — Le pregunté y él solo atinó a palmar la mano en un asiento a su lado.
— Siéntate a mi lado Jean — Me dijo y hize lo que me pidió — Y por favor no me digas señor Aomin, preferiría que me digas padre —Cada vez estaba más dudoso de lo que quería.
— Quiero hablar de un tema contigo — El aspecto de el señor Aomin era envidiable, considerando que el es el jefe de la mafia y su edad; apresar de tener sesenta años tenía el aspecto de un hombre de cuarenta, cabello obscuro y ojos marrones; su figura era muy buena y su piel bronceada.
— ¿De que se trata señor Aomin? — Pregunté mirándole fijamente.
— Jean, hoy te has unido a mi querida hija; así como yo y tu padre lo acordamos cuando ustedes solo tenían cinco años de edad — Dijo provocado que yo lo mirara con desconcierto.
— Soy conciente de los deseos de mi padre antes de fallecer señor — Le sonríe — Y créame que cumpliré hasta el último deseo — Tras eso el se quedó callado unos segundos y después me contestó.
— Te pido que trates a mi hija como ella merece — Claro evada el tema — Ella es una chica muy consentida por su hermano y por mi... y si la haces llorar haré que pagues por ello — El señor Aomin me dirigió una mirada asesina y mis piernas temblaron por unos segundos.
No podía permitirme mostrarme asustado ante él así que trate de calmarme, trate de hablar pero el giró la cabeza hacia unas rosas del jardín que estaban cerca de nosotros.
— Ella es como las flores; delicada y sobre todo una chica hermosa, así que no creo que podrías tener un motivo como para engañarla con otra mujer Jean, a menos que… — Corta su frase y me mira.
— Tiene razón, no tengo ningún motivo como para engañarla y le aseguro que la trataré como ella merece — La verdad no se si ella esté muy cómoda con mi trato, pues yo no soy una persona muy abierta a dar amor.
— Sabes que mi niña está enferma; es por eso que quiero que sus últimos años de vida sean especiales — En ese momento el me miró con ojos asesinos— ...y para que eso pase me encargaré de alejar hasta la última mujer de ti.
En ese momento comencé a comprender por dónde iba este asunto.
— Se por dónde va esto señor Aomin —Le digo y este suelta una sonrisa — Y créame que usted no podría estar más equivocado de mi relación con Mildred.
— ... — Él siguió en silencio y yo continúe hablando.
— La relación entre ella y yo solo es la de un padre y una hija — Le reclamé — Nunca a pasado de eso — ¿Cómo que nunca ha pasado de eso eh?.
— Bueno Jean, de eso no estaré totalmente seguro hasta que no la vea compartir su vida con otro hombre — Al escuchar eso sentí un coraje muy inexplicable, era la sensación de cuando te piden que te olvides y tires algo muy especial para ti pero… ¿Que era esa sensación? se sentía tan horrible como un puñetazo en el estómago — Y yo sé que eres una persona muy desconfiada; así que te propongo que esa muchacha se quede en nuestra familia.
¿A qué se refería con dejarla en la familia?; me pregunte con notable rabia en el rostro, después de un momento me estabilice y decidí preguntarle directamente.
— Disculpe creo que no escuché muy bien, ¿A qué quiere llegar señor Aomin? ¿Acaso pretende casarse con mi hija? ¿Con mi dulce flor?; ¡por qué de ser así déjeme decirle que no voy a permitir que usted se case con ella! — Para lo último use un tono de voz más fuerte, sentía como si él quisiera dañarla, arrebatarla de mi.
— No estoy hablando de casarla conmigo Jean — Tomo un trago de vino y luego prosiguió — Hablo de mi hijo Charles — Cuando escuché su nombre sentí que se me salía el corazón de la frustración así que solo pude mantener una expresión sombría — Sabes que él es mi heredero y me gustaría que el formará pronto una familia.
— ¿En serio?, y ¿que le hace pensar que Charles está interesado en Mildred? no creo que lo este y no entregaré a mi hija a un hombre que no la ama — La verdad no sabía que hacer, pues Charles ya había mostrado comportamiento extraño hacia Mildred.
— Sabes que yo soy su padre; se lo que necesita y se que ama a Mildred, ella es con quién quiere quedarse, con quién quiere tener su descendencia — Las palabras de el señor Aomin cada vez me estaban llenando más de coraje.
— Pues si es verdad que él está interesado en ella; que lo demuestre, que venga y me lo diga en la cara ahora mismo — Hasta este punto yo ya sentía que me moría y ni siquiera sabía por qué.
— Jean, él quiere hablar contigo pero yo le dije que… — El señor Aomin no pudo terminar de hablar ya que alguien lo interrumpió.
— Es bueno saber que estás dispuesto a hablar conmigo sobre ese tema Jean — En ese momento apareció un joven de piel blanca y cabello negro; sus ojos eran azules y su figura era delgada ¡era Charles! — Y quiero que sepas que no he enviado a nadie en mi lugar, es solo que no había tenido la oportunidad de hablar sobre esto contigo.
— Bueno, bueno — Dije en un tono de burla — ¿Y para que quieres a Mildred eh? — Pregunte mirándolo fríamente a los ojos — No me vayas a salir con la estupidez de que la amas desde que la viste por primera vez o otra peor.
— Dime Jean, ¿por qué sería una estupidez decir eso eh? ¿Será por qué tú no amas a mi hermana y no conoces que es el amor? — En ese momento solo pude chasquear la lengua con molestia y levantarme de mi asiento.
— Pues dejemos que ella decida entre tu y yo — Sonreí.
— Y ¿por qué te elegiría a ti? se supone que tu eres su padre adoptivo; y que tú relación con ella no pasa de eso ¿o no? — Le mire molesto.
— El escogerme a mi, será escoger quedarse sola; con su padre quien siempre estará ahí para cuidarla de idiotas — Parece que eso que dije molesto bastante a Charles.
— Bien entonces si ella decide concederme una cita — Hizo una pausa para pensar en que decir — Me dejaras conquistarla y casarme con ella, claro solo si es bajo su consentimiento ¿de acuerdo amigo? — Me ofreció la mano y yo solo lo mire por un rato más.
— ¿En serio crees que ella te aceptaría una cita?, es muy reservada y su círculo social se limita a mi y Tatiana — Me reí — Además ella está enamorada de otra persona... y creo que ya te has hecho una idea de quién puede ser — No quería aceptar que nadie más se acercará a ella, a el único sol que se encuentra en mi vida.
— ... Tú mencionaste hace unos minutos que tú relación con ella no pasaba de la de un padre y su hija —Menciono Charles y el señor Aomin se comenzó a tensar también.
— Así es, eso fue lo que dije — Hablé y todos los sirvientes que se encontraban al rededor comenzaron a mirarse.
— ¿Entonces por qué dices que ella está enamorada de alguien más? — No sabía si era estúpido.
— Pues, nunca me he atrevido a hablar con Mildred pero... es evidente que ella me ama a mi y que no me la podrás quitar por mucho que quieras — Me preguntaba si me encontraba en mis cinco sentidos ¿cómo es que estaba diciendo todo esto enfrente de mi suegro quien además era el jefe de la mafia? no encontraba respuesta a mi estupidez.
— ¿Y tu? ¿que sientes por ella Jean? acaso ¿la amas? — Me preguntó Charles y solo respondí con algo que pudo haber causado mi muerte en segundos.
— Creo que si — Dije y la expresión de mis suegro se volvió horrible — Pero el estar casado con tu hermana ha hecho que mis esperanzas se terminen — ¿Cómo que si? me pregunte, ¿acaso era consiente de que estaba diciendo que la amaba?, aún peor ¿En realidad la amaba? o ¿acaso sentía un tipo de atracción hacia ella?.
— Maldito infeliz — Charles me tomo con fuerza por el cuello de la blusa y me comenzó a embestir molesto — ¡Déjame decirte que a mi hermana no le vas a poner el cuerno! — Me grito y yo solo me reí en tono burlesco.
— Nadie hablo de ponerle el cuerno Charles, solo debo esperar a que tú hermana se muera por su enfermedad y podré estar feliz como antes, con mi hija a mi lado — Todos se quedaron perplejos y me miraban con odio y repulsión, estaba claro querían matarme.
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