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Mi Primer Amor

Capítulo 1

Su hermosa sonrisa me tiene hipnotizado; ella es tan atrevida y sus movimientos tan deliciosos y expertos. Una sensación placentera recorre todo mi cuerpo, me encanta esta hermosa mujer. Entonces dejo salir todo mi interior...

¡Rayos!

Me incorporo fastidiado ante el desastre en mi cama. Otra vez soñé con Shakira y sus movimientos de cadera sobre mí. Me levanto de la cama, recojo las sábanas sucias, las pongo en el canasto; entonces corro al baño, puesto que ya es tarde para ir al colegio.

—Freddy, ¿ya desayunaste?

No…

—Sí, mamá. Nunca me iría sin tomar la comida principal del día.

—Buen chico. —Desarregla mi cabello, sonríe satisfecha y besa mi mejilla.

—¡Mamá! ¿Sabes lo difícil que es peinarlo? —Ruedo los ojos. Amo a mamá, pero no soy un niño para que esté restregando mi cabello rebelde.

—Tu cabello es hermoso como sea que lo lleves, cariño.

Esbozo un bufido para huir antes de que Canela —la chica del servicio—, le diga que no desayuné.

Es así como empieza mi primer día del último año de bachillerato. Después de que me gradúe, viajaré a España y viviré con papá, es allí donde estudiaré economía.

Camino con mi pecho erguido, ganando las miradas de deseo, envidia y admiración de los presentes; digamos que soy del tipo popular a quien todas se lo quieren coger y con quien los chicos buscan tener una amistad. Soy el jodido gringo rubio, aunque, de hecho, no tengo ni la 'g' de gringo; pero en este país les llaman así a todos los rubitos con ojos claros.

En realidad, soy mitad caribeño y mitad español. Papá y mamá se conocieron en unas vacaciones de él en este lugar y ambos tuvieron una aventura. Al parecer, el condón se rompió o ellos no usaron ese día, pero el creador decidió que esta linda criatura sea procreada. Fue así como fui considerado un hijo bastardo de un hombre que estaba comprometido en su país.

Y como esto no es una novela romántica, más bien la realidad, pues mi papá se casó con su prometida. Tuvo una hija y un hijo, con quienes vive junto a su esposa. Conmigo resuelve su responsabilidad paterna mandándole dinero a mamá. Mi familia española "me acepta", sin embargo, no dejan de hacerme sentir como lo que soy: un bastardo que fue procreado por error.

—Hola, rubito. —Mi mejor amigo choca los puños conmigo.

—Qué tal, Mansobio.

—¡Qué palomo! Dizque Mansobio. —Yúnior ríe a carcajadas y yo también me uno.

—Ja, ja… ¡Qué gracioso! —Mario dice de mal gusto. Digamos que odia que lo llame por su segundo nombre.

—¿A cuántas chicas les romperás el corazón este año? —Estos amigos míos me hacen quedar como un mujeriego cretino.

—A ninguna. Este año será diferente, voy a sentar cabeza y terminaré con buenas notas.

Es ahora cuando todos bufan.

—Eso dices todos los años.

—Miren quien viene ahí —menciona Yúnior arrastrando las palabras y los tres nos volteamos a admirar a Nina. Es en este momento donde pareciera que camina en cámara lenta, moviendo sus piernas tonificadas, largas y bronceadas con sensualidad y elegancia. Su cabello negro, lacio y brilloso se mueve de un lado a otro mientras ella viene a nosotros con una gran sonrisa, adornada de un labial rojo intenso. Pero todo eso les afecta a mis amigos, a mí me da igual la tal Nina.

—Hola, chicos —saluda mientras mastica una goma de mascar como si su vida dependiera de eso.

—¡Cómo me gustaría ser ese chicle! —Mario espeta con coquetería. ¡Patético!

—Ojos celestes, espero que me invites un helado. —Me mira con flirteo.

Jamás...

—Claro, un día de estos.

—Esperaré ansiosa, bombón. —Guiña un ojo, provocando que mis amigos celebren con palmadas en mis hombros, silbidos y palabras imprudentes. Ella sigue su camino con aire de victoria.

—No sé qué le ven. Ni siquiera besa bien. —Creo que hablé de más.

—¿Te besaste con Nina? —Yúnior y Mario me miran como si fuera el hombre más afortunado del país, aunque noto reproche en sus expresiones.

Pues sí... Creo que hicimos un poco más que besarnos.

—No, ¿cómo creen? Nina es del pueblo, es como si me tirara a una celebridad.

—Pues tú eres como una celebridad… Bla, bla, bla... —No es que mi amigo esté repitiendo las últimas tres palabras, es que le he hecho caso omiso. En realidad, todo a mi alrededor se volvió borroso y los sonidos desaparecieron. Estoy helado y en total mutismo, es posible que tenga la boca abierta y se me estén saliendo las babas en este momento. Sí, es por una chica. Ella camina distraída, abrazando un libro que no entiendo la razón de cargarlo entre sus brazos y no llevarlo en su mochila. Sus pasos son tímidos, al parecer es nueva.

Me enfoco en su cabello color chocolate que cae perfecto por debajo de sus hombros; sus ojitos color café miran el lugar con fascinación y algo de temor. No puedo dejar de mirar sus pasos vacilantes, su mirada tierna e inocente, sus labios pequeños cubiertos con aquel brillo rosado que te invitan a probarlos y sus piernas cortas y llenitas, cubiertas por su falda escolar que le llega por debajo de las rodillas; su piel cremosa y delicada, esas manos pequeñas y tiernas.

 

¿Qué rayos me está pasando?

 

 

Capítulo 2

—Oye... —Mario me sacude—. ¿Estás bien?

No creo que esté bien, algo raro me pasa.

—¿Por qué lo dices? —digo como despertando de un sueño.

—No lo sé, tal vez es tu cara de bobo.

—Y creo saber la razón. —Yúnior interviene. ¿Qué rayos está haciendo? Va directo a la niña con cara de porcelana. Estoy helado, no entiendo mi nerviosismo. Camino directo a la entrada algo desorbitado e incómodo; no estoy de humor para tonterías, debo concentrarme en mis estudios si quiero que mi padre me lleve a casa con él.

***

Necesito un escape, una dosis de libertad que llene mi vida y me haga olvidar. Que cubra mis carencias y dolencias, que me entretenga de sentir este vacío que tortura. Necesito tomar el vuelo y olvidarme de mi sufrimiento, necesito un alivio momentáneo, no sé, tal vez necesito un placebo.

 

***

Dado que es el primer día no hicimos mucho hoy; fueron más las presentaciones, reglas del curso y bla, bla, bla.

Después de almorzar, tomo mi patineta y me dirijo al parque. Allá me encuentro con los chicos, de inmediato, nos saludamos chocando puños y hombros.

Charlamos por algunos minutos, pero yo no vine a conversar. Tengo demasiada ansiedad acumulada y solo hay algo que la puede calmar. Mis pasos por el pavimento se sienten pesados, mi corazón late con agitación y mi respiración es un caos. Es mi momento, aquí puedo volar, así como Superman.

Este es mi viaje al país de las maravillas, donde no existe el dolor ni la confusión. Donde puedo ser yo mismo y no tengo que estresarme para lograr los objetivos de otros. En esta vida imperfecta y llena de conflictos, este es mi escape a la libertad. Tomo una bocanada de aire y miro a mi alrededor, es mi momento, es hora de volar...

El viento acaricia mi rostro, saboreo la libertad y se siente tan bien. Aquí no tengo que, sobre esforzarme para hacerlo bien, pues me sale natural. Es como mi habilidad innata. No voy a negar que cuando doy el salto mi corazón palpita como tambor, y no es solo la emoción de sentirme vivo, hay un poco de temor.

Pero es ese pequeño miedo lo que me impulsa y me hace entender que estoy vivo y no soy un muñeco que debe vivir para complacer a otros. Hago varias piruetas antes de dejar la altura sin superficie, para deslizarme por la rampa de patinaje.

Suspiro...

Creo que he hecho una de mis técnicas quita aliento, pues todos se han detenido a admirarme y ahora aplauden.

Se siente tan bien...

Sonrío airoso; la adrenalina llenando mi ser. Si soy sincero no sé cómo lo hago, no es algo que planeo con anterioridad, solo me dejo llevar, las piruetas y movimientos fluyen por instinto. A veces me pregunto cómo lo logro; ese pequeño temor a caer o no hacerlo bien siempre está ahí, pero cuando lo hago me sorprende como si fuera la primera vez.

 

Misterios de la vida...

 

 

Capítulo 3

🎶 And here I am

doing everything I can

holding on to what I am

pretending I'm a superman. 🎶

(Superman, Goldfinger)

***

Doy vueltas en mi cama tratando de conciliar el sueño. Muchas veces sufro de insomnio, por lo tanto, me paso la madrugada viendo series, jugando vídeos juegos o escuchando música. Pero esa situación me ha traído consecuencias en la escuela, puesto que al otro día amanezco vuelto un asco y, como resultado de mi trasnoche, no me concentro en las clases.

«Este es tu último año, debes esforzarte...»

La voz de mi consciencia trata de motivarme, de luchar contra mis deseos de mandar todo a la borda y buscarle un significado a mi vida que no sea estudiar una carrera para complacer a mi padre.

Con estos pensamientos, me quedo dormido...

—Oye, bestia. —Mi hermanita está muy cariñosa, hoy—. Mi celular se rompió.

—¡Qué desgracia! —Pongo la mano sobre mi pecho sobreactuando dolor. Me importa un carajo su celular.

—Como mi cumpleaños está cerca...

—Corrección, Alexa. —Me siento frente a ella mientras echo cereal en mi cantina—. Es mi cumpleaños el que se acerca, el tuyo ya pasó.

—Bueno, como sea. —Hace un puchero berrinchudo—. Dado que es tu cumpleaños, tu papá español te va a dar un regalo...

—No le voy a pedir un celular para ti. —Niego con mi dedo índice, después de poner la caja de leche sobre la mesa.

—¿Por qué no? —interpela frunciendo el ceño.

—Se supone que es mi cumpleaños, no el tuyo.

—Pero puedes pedir dos regalos. Él es rico, te puede mandar todo un barco de regalos si se lo pides.

—No le pediré nada a ese..., a papá...

—¡Pero es tu cumpleaños! Él te engendró y está podrido en dinero, no le veo la complicación.

Estoy seguro de que él no me negaría nada que le pidiese, sin embargo, no me gusta pedirle.

—Tienes un papá que trabaja, pídele a él que cumpla tus caprichos.

—¡Él no me comprará un celular nuevo! Y menos del modelo que lo quiero, sabes que no es millonario. Eres un egoísta y mal hermano, mientras tú recibes regalos caros desde Europa, yo me tengo que conformar con las baratijas que papá y mamá me compran por ser unos pobretones.

Suspiro del hastío, drama Queen es una caprichosa y manipuladora.

—Eres una exagerada, nuestros padres cubren todas nuestras necesidades.

—Pero no me dan cosas valiosas como tu papá a ti. ¡Es tan injusto! ¡Quiero un papá rico!

—¡Qué fastidio! Mejor me largo...

—Deberías considerarlo, es lo menos que puedes hacer por mí. He compartido a mi papá contigo...

—¡Ya! Déjame en paz. No le pediré nada a ese hombre.

—De algo te debe servir tener un papá rico, bestia.

—Pues, me va a servir. En un año me iré a vivir con él y me pagará una buena universidad.

—Si fueras un buen hermano, me llevarías contigo. Pero eres un egoísta de lo peor.

Tonta...

—Como digas, bruja.

Hoy mamá salió temprano y al parecer, Canela aprovechó para levantarse tarde. Tomo mi mochila y busco a Yahaira, la lanzo al suelo y me subo sobre ella de un salto. Sí, nombré a mi patineta. Es una Santa Cruz morada con negro, tiene una palma y un sol anaranjado que simulan la playa; ella es perfecta y yo la amo.

El viento acaricia mi rostro y mi cabello se pega a mis ojos por los rápidos movimientos. Es en este momento en que me siento poderoso, que puedo lograr cualquier cosa.

Llego al liceo donde un sonriente Mario me saluda con su puño, luego Yúnior se une al grupo para nuestra charla matutina antes de entrar a clases. Nina se acerca, yo le finjo una sonrisa para que se sienta victoriosa y siga su camino; es lo que quiere, es lo que le doy. Chicas como ellas solo buscan conseguir la envidia de las demás, por eso ella les hace creer que soy su chico o algo así.

***

—Hola, guapo. —Recorro a la hermosa morena de arriba abajo y mojo mis labios por lo buena que está. La he visto en el grupo de tercero; chicas de ese grado suelen buscar a los de cuarto, pues como somos del último año, por consiguiente, mayores y más codiciados.

—Hola, lindura. —Le regalo esa sonrisa de coqueteo que me ha dado buenos ligues y como ella no será la excepción, me devuelve el gesto mientras se acerca, acortando el espacio que nos separa. De inmediato, su fragancia femenina inunda mis fosas nasales; ¡genial!, tiene buen gusto con los perfumes.

—Tengo una duda. —Acaricia mi mejilla con su dedo índice, haciendo movimientos circulares—. Te he visto cerca de Nina, incluso escuché por ahí que ustedes lo hicieron el año pasado...

—No somos novios si es lo que quieres saber —recito con rapidez, sé lo que pretende y me voy a aprovechar de eso; digamos que las morenas son mi debilidad.

—Ya veo... —Sonríe y se acerca a mi rostro—. Entonces, tú y yo podemos divertirnos juntos.

—Cuando quieras y donde quieras. —Sonrío. Como estamos en la cancha —es hora del receso—, pues no puedo hacer mucho, dado que siempre hay maestros merodeando por aquí.

—Es bueno saberlo. Estaré en el cuarto de limpieza a la salida. —Tira un beso en el aire, acto seguido, le guiño un ojo. Ella se va y suspiro al imaginarme todo lo que haremos en ese cuarto.

—¿De casanovas?

Mario me sorprende de repente, sacándome de mis más perversos pensamientos.

Pues...

—Para nada.

—Sí, claro. —Sonríe con ironía—. Rosalía está buenísima. Tiene buena delantera.

—No olvides la parte trasera. —Reímos con toda nuestra malicia.

—Pero debes saber que es enemiga de Nina, desatarías la tercera guerra mundial si te involucras con ella.

—Pues digamos que me gusta ver el mundo arder.

Ambos sonreímos y nos dirigimos a la siguiente clase.

¡Libertad!

Es lo que respiro cuando el timbre anuncia que no tendremos más clases hoy. Sí, odio estudiar. Pero no todo me desagrada, digamos que tengo un amor peculiar por las matemáticas y que es la única materia donde no tengo que esforzarme. En la salida, vislumbro a la morena bella que me mira con complicidad. Le guiño un ojo y ladeó mi cabeza hacia la entrada, dándole a entender que me espere allí.

Ella ensancha su sonrisa y se apresura a entrar al liceo. Después de una larga charla con los chicos, pongo un pie sobre Yahaira y me abalanzo, para luego terminar de subirme y regresar a casa.

Sobre mi patineta, me siento invencible, poderoso. Hago varios saltos y piruetas, llamando la atención de varios transeúntes; se siente tan bien que te miren con admiración. Salto sin hesitar sobre la baranda de unas anchas escaleras que me conducen a otra calle, es esa seguridad en esta habilidad la que me hace sentir como Superman.

La morena vuelve a mis pensamientos y me dan ganas de reírme al imaginarla en aquel cuarto de limpieza, esperando por mí. Dado que lo único que poseo es mi encanto de conquistador y mi habilidad con el skate, pues me aprovecho de este poder. Sí, juego con las chicas y las uso a mi antojo. Les hago entender que son ellas las que me necesitan a mí, que no son indispensables en mi vida; eso les sube el interés y las pone a mi merced.

No es que me sienta orgulloso de ser un patán, pero..., es lo único que tengo.

Me deslizo sobre la baranda sintiéndome poderoso ante las miradas de asombro y fascinación de los que bajan y suben las escaleras; sí, puedo violar estas tontas reglas de bajar y subir como un simple mortal, tengo el poder de hacer algo diferente a todas estas personas y como Superman, puedo volar...

Y literalmente es lo que hago. Desciendo al suelo de golpe, captando la atención de todos ante mi brusca caída. Un grupo de personas se me acercan a inspeccionar que estoy bien y entero. Entonces, ella se pone de cuclillas ante mí, su mirada café llena de preocupación.

—¿Estás bien? —Su voz suena como la más dulce melodía...

No puedo creer que perdí el equilibrio al notar su presencia cuando ella bajaba las escaleras.

 

 

¡Vaya Superman que soy...!

 

 

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