Hace aproximadamente dos meses me había mudado con mi mejor amigo, su nombre es Athan, es un chico bastante amable, muy sociable y de su atractivo ni se diga; tiene un metro con noventa de estatura, un cuerpo atlético bastante marcado, de esos físicos que no importa lo que se ponga, todo le queda perfecto, su piel es aperlada, tiene unos ojos azul cielo, el cabello negro y una sonrisa deslumbrante que puede embobar a cualquiera.
Lo admito un modelo de revista si se pudiera decir, me sorprendía que fuese mi amigo, era el más popular de la Universidad y en cambio yo... Bueno que puedo decir de mi, soy todo lo contrario a él; un chico tímido más que nada, me gusta más estar en mi mundo que en fiestas o rodeado de gente, tengo uno ochenta de estatura, el cabello castaño, los ojos marrones, la piel morena, uso gafas, mi cuerpo es delgado ligeramente marcado, aunque hago ejercicio no soy un galán como él, mi nombre es León. Ya se imaginarán el sin fin de burlas que me han hecho por mi nombre, sobre todo por ser de una personalidad más antisocial por así decirlo, comparado a un león que es la cabeza y el rey de la selva pero no siempre somos el reflejo de lo que nuestros nombres significan.
Conocí a Athan cuando íbamos en la secundaria, yo era nuevo en la escuela acabábamos de mudarnos por motivos del trabajo de mi padre y me costaba integrarme con mis compañeros, hasta que un día él se acercó a mí; me encontraba ocupado haciendo una tarea, sentado en la banca del salón, mientras todos los demás se encontraban afuera en el tiempo de receso, el alboroto de afuera lograba fastidiarme y prefería quedarme solo en mis asuntos. Athan había vuelto al salón por algo que olvidó cuando me vio sentado ocupado en lo mío, se acercó interesado aunque yo pensé solo vendría a burlarse como todos lo hacían a la primer oportunidad.
— ¿No vas a salir? Ahora entiendo porque siempre entregas las tareas a tiempo. — Mencionó en un tono relajado y sin burla en ello, tal cosa me sorprendió bastante, se sonrió suavemente mientras tomaba asiento en la banca de enfrente para poder estar mirando hacia mi.
— Bueno... digamos que prefiero hacerlo entre clases o en receso, así al llegar a casa estoy libre para alguna otra actividad. — Alce mi mirada tímidamente hacia el, sonriendo muy poco y pensando en lo tonta que fue mi respuesta, dado que no es que tuviera mucho que hacer al llegar a casa, refiriéndome a salir o cuestiones así pero para mí siempre había sido mejor terminar mis asuntos escolares en los tiempos libres.
— Ya veo. No está mal, supongo que entiendes bien de qué va la clase... — Contrario a lo que yo pensaba, Athan continuo hablando sobre la tarea en cuestión, preguntándome cosas sobre la materia al parecer no lo entendía del todo y no me molestó nada tener que explicarle, había sido amable conmigo así que de alguna forma le devolvería el gesto.
Asi fueron los primeros días, me buscaba para que aclarara sus dudas, revisara sus trabajos o le diera algún consejo en los exámenes, Athan siempre fue amable conmigo y aunque los demás hacían burla, él jamás me trató mal o fue indiferente conmigo frente a sus amigos, busco integrarme en todo momento, era extraño al menos para mí, ese comportamiento viniendo de un popular, pero hablaba de lo buen chico que era, me alegraba que no se avergonzara de llamarme amigo, que no buscará solo estar cerca de mí solo como ventaja o beneficio para que le fuera mejor en sus clases.
Con el paso de los años, coincidíamos en los salones, hasta nos dimos cuenta vivíamos en la misma zona y nuestras casas quedaban a unas cuantas calles. Convivíamos más y para ayudarlo a mejorar nivel escolar, me pidió le diera asesorías por lo que las tardes la pasábamos en su casa o la mía, contrario a lo que pensaría, no eran tardes tediosas, Athan pese a lo que muchos creían era alguien atento, cuando enserio se lo proponía demostraba lo inteligente que era y lo bueno que podía ser si enserio prestaba atención.
Poco a poco hablábamos de diferentes cosas en nuestras vidas, diría que la amistad se comenzó a formar hasta el punto en el que salíamos, el se interesó por lo que a mí me gustaba y aunque yo me negaba a salir de fiesta, lograba convencerme de vez en cuando y admito no estaba nada mal, al menos siempre me sentí agusto, me divertía saliendo a esos sitios con él.
Llegamos juntos a la Universidad al menos a la misma pero cada uno con diferente carrera, Athan buscaba ser un Arquitecto mientras que a mí me interesaba más la Administración de empresas, en nuestras horas libres la pasábamos juntos, se le veía tan emocionado con su carrera, me gustaba verlo de tal manera, sobre todo cuando sonreía, esa hermosa sonrisa...
Que puedo decir ¿adivinaron? Claro que sí, es más que obvio. Athan me gusta, comenzó a gustarme años más tarde que nuestra amistad comenzó. Al principio no creí fuese a suceder, la verdad no sabía ni siquiera que me gustaran los hombres pero poco a poco me di cuenta que era cierto, deje de verlo solo como aprecio hacia un mejor amigo, sabía que era algo más, algo completamente distinto.
Athan se había convertido en mi primer amor, el chico que me hizo despertar esa clase de atracción y sentimientos, siempre intento disimularlo, sinceramente temo que me rechace o que si se entera vaya a querer cortar nuestra amistad. Pese a lo que muchos pensaran, mi actitud jamás a sido hacia el tan obvia, quiero decir no soy de los hombres que actúan muy tiernos, coquetos o cosas así. Nadie sabe que soy gay, ni siquiera lo imaginan, es un secreto que guardo para que mi mejor amigo no se aleje. Lo aprecio mucho y prefiero mantenerme en silencio en cuanto a mis preferencias que tener que enfrentarme a su rechazo.
Hace más o menos una semana se anunció una fiesta en la Universidad a la cual todas las carreras y grados en la institución estaban invitados, el motivo de la fiesta era para festejar el aniversario del plantel, organizada por el comité de alumnos que representaban a cada carrera.
Por supuesto, Athan estaba apuntado para poder ir, le gustaban bastante esos eventos, en ocasiones también le habían pedido ayuda para organizarlos pero en mi caso no me interesaba mucho, no era mi ambiente; había ido a varias fiestas con el más a la fuerza que por interés propio, siempre lograba convencerme de una manera u otra, debía admitir que siempre resultaba difícil decirle que no.
Ese día, había salido temprano de la última clase, dirigiendome al apartamento el cual compartía con mi mejor amigo, me había mudado con él dado que vivía cerca del instituto y tenía espacio para mí, me interesaba ser independiente y aprovechar más mis tiempos ya que la casa donde yo vivía con mis padres quedaba a una hora y media de camino, resultandome más fastidioso el ir y venir.
Fue difícil para mis padres que les pidiera esa independencia, ya que somos una familia bastante unida, pero para mí era un gran paso, sobre todo el convivir con alguien que de verdad apreciaba y me trataba como un adulto.
Volviendo al tema, esa tarde estaba en el apartamento, había preparado algo de comer y me disponía a hacer los deberes, siempre intentaba organizarme con la rutina, mientras colocaba mis libros y demás sobre la mesa de la sala, Athan había llegado al piso del apartamento, podía escuchar su risa perfectamente pese a que estaba en el pasillo, para mí mala suerte, una risa femenina se escuchaba junto a la de él. Debía tratarse de Claire, una chica popular demasiado coqueta y resbalosa con cualquier hombre, no me caía nada bien, siempre quería que Athan hiciera lo que ella quisiera y aunque él no era de ser el perro faldero de nadie, se comportaba como idiota cuando estaba con ella, quizás por encajar, quizás solo por sexo, de cualquier manera era un fastidio y ella sabía bien que no me agradaba ni un poco.
Al escucharle abrir la puerta, lo oí charlar con la chica esa, para mí mala suerte. — Vamos... déjame entrar, no tardaremos mucho cariño. — Mencionó con un tono de voz seductor pero demasiado agudo para mi gusto. — Será después, tengo cosas que hacer y mi compañero debe estar aquí. ¿Nos vemos luego vale? — La voz de Athan, tan grave y firme resonó como música, en lo que llevábamos viviendo juntos al menos jamás metió una chica en el apartamento, pese a su forma de ser respetaba que no estaba solo y para él, nuestro apartamento era un sitio en el cual alejarse de todos, relajarse y ser él mismo. — Jamás me dejas pasas ¿acaso escondes algo? — Mencionó ahora molesta, empujándolo con suma agresión y pasando bajo su brazo para poder buscar alguna prueba del porque no la dejaba entrar, solía ser bastante curiosa aunque yo lo describiría más como una metiche.
Se adentro hasta la sala, topándose conmigo en el sofá mientras yo solo me ocupaba de mis propios asuntos, para este momento me encontraba vestido con unos shorts y playera sin manga, era un día caluroso, usaba mis gafas de lectura y mi cabello se encontraba desalineado. Alce mi mirada hacia ella, mostrando una expresión de confusión y de notorio desagrado.
— Oh... No sabía tenías compañero. — Me sonrió coqueta, intentando que reaccionara de alguna manera, imaginaba lo que quería: meterse con ambos, negué con la cabeza e hice una mueca que al parecer a Athan le pareció graciosa porque comenzó a reírse.
— Si, el es Leo, mi mejor amigo y compañero de piso. — Respondió mientras se recargaba contra la pared y se cruzaba de brazos, una pose que lo hacía ver tan masculino, tan sexy también.
Baje la mirada a mis libros, continuando con lo mío, esa mujer no lograría nada en mi si es lo que buscaba, Athan había logrado más con solo una pose, que lo que esa mujer lograría en mi aunque estuviera desnuda.
— A vaya... ¿y en que instituto está? jamás lo había visto, es... bueno no guapo como tú pero pasable, ya veo porque te reservabas mi entrada, pero cariño déjame decirte que me gusta ser compartida, no tengo ningún problema con eso.— Escuché sus pisadas, como se acercaba lentamente hacia donde yo estaba, pero aquello que dijo solo me hizo sentir asco y lastima por ella.
— Ahorratelo, no me gustan las sobras. — Mencioné sin pensarlo, para cuando note mis palabras, mi mirada se alzó viendo a la chica enrojecerse no supe si por furia o por vergüenza, se giro hacia Athan como si esperara que me reprochara por lo mencionado, algún regaño, quizás esperaba que la defendiera pero no sucedió. Athan ni siquiera se inmutó con mis palabras.
_ ¿Con esta clase de idiota vives? ¡¡Dile que se largue!! — Exigió como si fuera su casa — O se va el, o me voy yo. — Se cruzó de brazos impaciente, decidida y según ella segura de que la iba a elegir.
— La puerta la conoces Clarice. Yo no te di el paso, tu quisiste entrar. Su boca es suya no tengo porqué callarlo, es su opinión. — Se encogió de hombros, parecía despreocupado por su actitud, más bien lo estaba. Athan odiaba esa clase de chicas que creían con un chasquido de dedos obtendrían todo, aún así, no lograba comprender porque se metía con ellas, era algo contradictorio.
— Eres repugnante, un imbécil. ¡Ambos lo son! — Hizo una rabieta y se marchó haciendo sonar los tacones lo más que pudo, ni siquiera se molestó en cerrar la puerta tras de sí, se fue sin más dejando su oloroso perfume en el ambiente.
Me quite las gafas dejándolas sobre el libro que estaba leyendo, sobre la mesa de centro de la sala, levantándome para ir a la cocina por un vaso con agua — ¿Cómo es que la toleras?. — Cuestione de verdad intrigado en ello mientras caminaba.
— Mmm... ni yo lo sé, es una mimada, mañana estará como si nada. — Cerro la puerta para sacarse la chaqueta y dejarla colgada en el perchero, yendo luego hacia su habitación. — ¿Pensaste sobre la fiesta?. — Preguntó mientras se alejaba.
— Ammm... algo así. — Me tome el vaso con agua inmediatamente para mantener "ocupada" la boca, por si cuestionaba más, realmente no tenía nada que pensar, no quería ir y sabía que él debía conocer mi respuesta, pero iba a intentar hacerme cambiar de opinión como en otras tantas ocasiones.
— Vamos León, dijiste que lo pensarías, la vamos a pasar bien, iremos unas horas te lo prometo, nunca lo has pasado mal conmigo ¿o si?. — Escuchaba como se quitaba las prendas, el desliz de la ropa al caer al suelo, pensaba en como sería ver cada detalle de ello, me erizo la piel y me sentí apenado por pensar en eso.
Se hizo el silencio unos minutos, hasta que sentí era un tiempo considerable retomar la palabra.— No quiero ir... Sé que se pondrá un ambiente muy raro, sabes que no me divierto como tú, aunque jamás la he pasado mal contigo, eso lo admito. — Comenté volviendo al sofá, sentándome de inmediato.
— Siempre dices eso, será divertido, lo sé. — Salió de la habitación, estaba sin playera por lo que al instante desvíe la mirada hacia el libro, ese cuerpo tan marcado me volvía loco y no quería lo notará.
— Yo... ya dije que no, tengo mucho que hacer. — Me escude como siempre en mis deberes, aunque ya comenzaba a aburrirle con el mismo tema.
— Será el sábado por la noche, no es que tengas algo que hacer el domingo, esta semana no te toca ir con tus padres. — Dejo caer su cuerpo en el sofá junto a mi, sabía lo que intentaba que le mirara para convencerme, tenía esa especie de poder que con una sola mirada y su cara de perrito podía lograr todo.
— Athan ya dije que no. — Me mantuve firme... al menos lo intentaba y con la vista en otro sitio, obviamente, no pensaba caer, no esta vez.
Poco a poco se acercó más hasta que cerró mi libro y lo arrebató de mis manos, aquello me hizo verlo a la cara con un tanto de molestia… pero ahí estaba él, con su mirada tan angelical y esa sonrisa, me habló. — Vamos, sólo unas horas, lo prometo Leo. No quiero ir solo, al menos contigo no voy a irme a los tragos y llegaré temprano, sabes que siempre cumplo cuando me acompañas. Porfavor. — Su cara, joder esa cara, esa expresión que ponía cuando me quería pedir algo era difícil de ignorar.
Suspiré largo, poniendo los ojos en blanco, era cierto, cada que lo acompañaba se portaba medianamente bien, a comparación de cuando lo hacía solo, llegaba completamente ebrio o se metía con varias chicas, el intentaba dejar esa clase de hábitos por dramas que le habían montado los últimos años y me alegraba de ver que buscaba cambiar para mejor.
Hice una mueca para desviar mi mirada de la suya y de sus labios que me distraían. — Vale... pero sólo unas horas. —
Y aquí va el idiota de nuevo, a aceptar. ¿Porque no resistí un poco más? Su sonrisa, esa mirada, esa forma de hablarme simplemente son difíciles, no puedo con ello simplemente no puedo, es Athan, es mi mejor amigo, es más que eso para mí ¿cómo negarme?
Y llego el “anhelado” día. Sábado por la tarde, se acercaba la hora para la gran fiesta, estaba tan emocionado que me tiré en el sofá cubriendome con una manta, antes de eso había hecho saltos de cuerda en mi habitación para sudar y subir así el calor de mi cuerpo, todo esto mientras Athan se duchaba ¿y para que? para fingir estar enfermo y no ir a dicha fiesta. ¿Soy infantil? ¿usando trucos de niños para no ir a la escuela? Si y si, pero no me importa, no soy de esa clase de eventos y la incomodidad o el aburrimiento son mayores a tener que quedarme en casa, pude haber dicho simplemente que no y aguantarme la expresión de desanimo de mi mejor amigo, pero no podía con ello.
Me enrede en la manta y cerré los ojos fingiendo molestia cuando escuché a Athan salir de baño, haciendo un par de sonidos de queja para hacer mi actuación más creíble, lo escuché acercarse a la sala, usaba unos jeans, camisa en tono azul marino que resaltaba sus ojos y con el cabello mojado se veía tan galán. Enarco una ceja para mirarme, sabía que era más como mirar a un bicho, todo por mi montada a última hora de pretexto de niño, cruzándose de brazos frente a mí, carraspeo la garganta haciendo notar su presencia, como si no fuera bastante notoria ya.
— ¿Es enserio León? anda levántate. — Me recriminó con voz firme, de por sí su voz ya era grave, la aumento como cinco tonos por su molestia.
— Mmm... me siento mal. — Respondí con pocas ganas intentando sonar mal de verdad, tenía que convencerlo si o si, pude haber pensado en algo mejor pero decidí insistir con mi pretexto tan absurdo.
— Joder, deja tus excusas y levántate. — Se acercó a mí con una expresión de seriedad y notorio enojo sobre su rostro, pasos firmes y fuertes, su mandíbula tensa, me dió algo de miedo por un momento, no era que pensará me pudiera golpear, era que sabía bien podía parecerle tan infantil mi pretexto que lo haría enojar por más de una semana, que podía dejar de hablarme o algo por el estilo.
Tomo la manta con ambas manos y tiro de ella descubriendo mi cuerpo de un jalón, mi expresión fue de asombro en busca de quitarsela pero él fue más ágil y la envolvió para de la nada comenzar a latiguearme con la misma el abdomen, a lo que yo respondí sentándome de inmediato, queríendo quitarle la manta en una especie de juego y quejandome a la par. — ¿Qué cojones te sucede?.— Le grite logrando tomar la manta para apartarla de sus manos levantandome del sofá de manera inmediata, di unos pasos lejos del mismo por si se le ocurría la misma táctica o alguna cosa más como castigo por mi ocurrencia.
— Haciendo milagros ¿qué no lo ves?... ¡te has curado! Ahora largo a ducharte y vístete, no soy tu madre para creerte semejante mentira. — Su tono fue más ameno, con forme hablaba, eso me dejó escapar un suspiro de alivio. Athan soltó una risa que lo hizo relajarse de nuevo y dejar en claro que no aceptaba un no de mi parte bajo ningún pretexto, también me había hecho reír a mi al menos un poco.
Fruncí el ceño, ¿porqué pensé que se tragaría el cuento del enfermo? Mierda... no quiero ir, pero ¿cómo le digo que no? Okay... serán sólo unas horas puedo con eso. Me repetía aquello una y otra vez en la mente mientras realizaba el ritual de la ducha con la esperanza de dejar mi negatividad y solo relajarme en aquella salida, me tarde lo más que podía, mientras me vestía escuche la voz de Athan apresurándome un par de veces, yo solo bufé y terminé de abrocharme la camisa, era de color gris, me había puesto un par de jeans negros y zapatos, no me esforcé mucho aunque parecía más iba a un funeral, el funeral de mi tarde tranquila se podría decir… si si ya lo se exagero, lo sé.
Total estaba listo, salí de la habitación volviendo a la sala donde Athan se encontraba impaciente viendo la televisión, cambiaba de canal una y otra vez, con eso me había saber que ya estaba ansioso por irse, antes de acercarme un poco más, admire su perfil, admire lo bien que se veía esa tarde, lucia radiante, sensual... Joder como me gustaba ese chico. Tuve que sacar los pensamientos de mi antes de que me notará mirarlo de esa forma pero es que con él era inevitable no pensar de esa manera.
Me aclare la garganta para que me mirará, como respuesta, se levantó del sofá y tomo el control del televisor del sillón junto para apagarlo, lo dejo de vuelta en su sitio antes de acercarse a mí con ese andar tan seguro y varonil que me hizo erizar la piel, sentía el color de mis mejillas subir, mi corazón acelerarse, una revolución de sensaciones que me fueron inevitables evadir para que no se notarán.
— ¿Te duchaste con agua hirviendo? Estás colorado y según tú tenías fiebre pero bueno ya se te pasará, vamos que es tarde. — Me dió unos golpes en el pecho, lo que me hizo toser pero aún así le seguí, al menos había tomado mi reacción con humor dejando de lado mi propio sonrojo.
Resultaba irónico ¿tarde a una fiesta? Claro que sí, según el. Le gustaba llegar en el momento justo, como solía decor, mientras que para las clases jamás llegaba a tiempo y resultaba irónico pero así era. Athan era un hombre de fiesta, alcohol, a quien lo social podría preocuparle pero los asuntos de escuela o similar, le mantenían sin apuro alguno. Yo era lo contrario pero a él, pero me gustaba decir que nos complementabamos mutuamente, al menos así lo veía yo y no dudaba el igual, por algo habíamos logrado una muy buena amistad en esos años pese a tener gustos distintos.
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