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Por Amarte Asi

CAPÍTULO 1

...IRENE...

Amanezco como siempre sola en la cama, no volvió anoche otra vez, aunque hace ocho años que hace lo mismo.

Me levanto de la cama y me arreglo para salir de la habitación, tengo que prepararle el desayuno a Madie, mí pequeña hija. Me ducho, me seco el pelo y me pongo mí típico pañuelo.

Tengo 29 años, fui madre muy joven. Prácticamente le crié sola, ya que Ezequiel jamás fue un padre muy presente ni un esposo ejemplar viene de vez en cuando a ducharse y cambiarse de ropa para irse a la empresa que dirige.

– ¿Mami? –escucho la voz de Madie–. ¿Puedo pasar?

– Sabes que si, mí princesa –le digo dándole permiso.

– Permiso, mamá –dice ella–. ¡Mira mamá, me hice una trenza!

– ¡Me encanta mí niña! –le digo y la abrazo.

Mí hija es toda mí vida, la reina de mí mundo, la amo más que nada. Me sonríe con sus hermosos ojos verdes, heredados de su... padre, también tiene su cabello rubio. ¡TODO DE ÉL!

– ¡Estás hermosa también, mami! –me dice alegre–. Yo ya estoy lista para la escuela

– Que bueno, enseguida nos vamos –digo y le doy un beso en la mejilla–. Ahora vamos a prepararte el desayuno rico

Entonces escuchamos unas voces muy familiares. Las reconozco enseguida, Ezequiel está aquí junto a su hermano Matteo.

– ¿Es el tío Matteo? –se emociona–. ¡Es tío Matteo está aquí! –sale corriendo.

– ¡Madie espera! –la sigo cerrando la puerta.

...****************...

...EZEQUIEL...

Llego junto a mí hermano a la mansión en la que vivo, dejamos los autos en el garaje y entramos. Nos sentamos en el sofa y hablamos un poco hasta que escuchamos el: "TIO MATTEO ESTA AQUI!.

– ¡Tío, tío! –baja corriendo las escaleras–. ¡Viniste!

– ¡PRINCIPESSA! –dice con voz de estúpido y la levanta en el aire–. ¿Come sta la mia nipote preferita? (¿Cómo está mí sobrina favorita?)

– Sono la tua unica nipote, zio Matteo (soy tu única sobrina tío Matteo) –lo abraza–. ¡Te extrañe mucho, tío Matteo!

– Yo también, hermosa –le da un beso en la cabeza–. Finalmente tu padre me invitó a cenar

Matteo es el tío perfecto, siempre fue un buen padrino con Madison prácticamente fue como su padre lo que me generó y me genera un poco de celos, ya que con Madison no cruzamos más de tres palabras en el día.

– Bienvenido, Matteo –dice Irene bajando–. Que bueno que hayas venido

– Querida Irene –se abrazan cariñosamente–. Cada día más hermosa

– No digas eso, Matteo –me mira y su cara se torna seria–. Bienvenido, Ezequiel

– Gracias –digo y aparto la mirada–. Matteo se quedará a cenar hoy

– ¡Que bueno! –dice ella sonriendole–. Me alegro, Madie te extrañaba mucho

– Y yo las extrañaba a ambas –dice dejando a Madison en el suelo–. ¿Le enseñaste a hablar italiano?.

– Si, lo hice –asiente orgullosa–. Aprendió muy rápido, gracias por los consejos

– De nada, querida Irene –se gira hacia mi–. Debería aprender también ruso, ¿no es así?

– Eso no me importa –digo cruzándome de brazos.

– Ne volnuyskya, dyadya Matteo (no te preocupes, tío Matteo) –dice Madie–. También aprendí ruso

Miro atónito a Madison, ¿cómo...? ¿desde cuándo?.

...****************...

...IRENE...

Le enseñe a Irene algunos de los idiomas extranjeros más conocidos, dijo que quería que su papá la quisiera y que si quizás fuera más inteligente lo haría, lo cual me partió el corazón.

Miro a Ezequiel sentado en el sofa, sentado ahí sin sentimiento de cariño cuando mira a su única hija.

– Deja de molesta a Matteo, Madison –dice Ezequiel–. Vete a tu cuarto

– No me está molestando, hermano –dice Matteo sonriendo.

– ¡AHORA, MADISON! –grita enojado.

– ¡BASTA, EZEQUIEL! –le gritó enojada.

– No te preocupes, mami –dice con los ojos humedos–. Perdón si te moleste, tío Matteo –corre a su habitación.

Miro con enojo a Ezequiel y me giro hacia la cocina donde voy suspirando pesadamente. Siento sus pasos seguirme.

– ¡A mí no vuelvas a gritarme! –me ordena.

– ¿No puedes intentar ser buen padre aunque sea una MALDITA vez? –lo señaló–. ¿Cómo puedes ser así con tu hija?.

– Ustedes dos llegaron a arruinaron mí vida –se excusa–. ¡ARRUINARON TODA MI VIDA!

– Entiendo tu furia contra mí, pero con tu hija de OCHO años –le reclamo–. ¡Es una niña inocente que hace todo lo que puede para que te sientas orgulloso de ella!

– Por favor, chicos –dice Matteo–. No empiecen con esto

– ¡No, Matteo! –lo miro a él y de vuelta a Ezequiel–. Tu hija te odiara cuando sea adulta, te quedarás solo... ¡VIEJO Y SIN NADA BUENO EN TU VIDA!... y ahí será cuando recuerdes, estando solo y decrépito, que tuviste una hija que te amo

– ¿De verdad te estás haciendo la psicóloga conmigo? –pregunta–. No funciona conmigo, Irene

– Me das pena... –lo miro de arriba abajo–. Pena y asco

...****************...

...EZEQUIEL...

Así se va, no sin antes echarme una mirada de enojo y decepción. Esta mujer, está mujer y su maldito comportamiento me sacan de quicio.

Hablo con Matteo en la oficina, me mira con el gesto fruncido. Otro sermón en camino.

– La verdad no entiendo que tienes contra tu hija –dice molesto–. Es una niña adorable e inteligente

– No empieces, Matteo, tu no por favor –me acomodo en mí sofa–. No estoy de humor

– Vamos hermano... –suspira–. Ella...

– ¡No me digas como criar a mí hija! –exclamo enojado.

– ¿Criar? –se empieza a reír–. Por favor, Eze... Quien crío a Madie fue Irene sin un padre

– Sermones, sermones –digo exhausto.

– Imagínate esto... Tu e Irene se divorcian –me dice.

– ¡Oh, Dios te oiga y se haga realidad –digo levantado las manos al cielo.

– Espera... imagina tu y ella se divorcian, Irene se enamora y se casa con otro hombre –suspira–. ¿Y si Madie le dice "papá" a ese hombre? ¿Y si no eres tu con quién baile su primer valz en sus quince años? ¿Y si el día que se case no seas tu quién la lleve por el altar? –se acerca a mí–. ¿Y si no eres tu el abuelo de sus hijos?

Las palabras de Matteo me llegaron a la cabeza, ¿y si todo de verdad ocurre?. Imagino ese escenario yo aún lado en su boda como un invitado más o ni siquiera eso.

Sacudo mí cabeza tratando de sacar esos pensamientos de mi cabeza.

CAPITULO 2

...EZEQUIEL...

Cenamos en pleno silencio, nadie dice ni una sola palabra y ni una mosca se cruza por el camino. Entonces Madison decide hablar.

– Tío, tengo algo que mostrarte –dice emocionada–. ¿No te molesta?.

– No claro que no –dice Matteo–. Anda quiero ver qué tienes para mostrarme

– Enseguida vuelvo –baja de la silla y corre a su habitación.

– ¿Que querrá mostrarme? –le pregunta a Irene.

– No lo sé –responde ella.

– ¡Volví! –dice sentándose en su lugar–. Los profes me entregaron mí boletín de calificaciones –. ¡Mira!

Matteo toma el boletín de calificaciones escolares, los mira y luego le sonríe orgulloso.

– ¡Esa es mí ahijada! –exclama Matteo–. ¡TODO DIEZ Y NUEVE!

– También les sorprendió que hayas tu trabajo –dice ella–. Cuando fuiste a la presentación de padres ellos...

– ¿Presentación de PADRES? –digo mirándolos–. ¿Por qué fuiste a una presentación de padres, Matteo?

– Aamm... yo le pedí que fuera –dice Madison bajando la mirada–. Y dijo que si

– ¿Acaso Matteo es tu padre, Madison? –digo molesto y miro a Irene–. ¿Dejaste que esto pasará?

– Ese día te llamé –dice mirándome fijamente–. Pero parece que estabas... ocupado y Matteo que ofreció a ir

– Él no es su padre –la miro fijamente.

– ¿Y tu si, Ezequiel? –pregunta arqueando las cejas–. ¿Sabes que es ser padre?

– No me vengas a... –trato de decir.

– Metí la pata de nuevo –dice Madie–. Iré a mí cuarto, buenas noches

Le da un beso en la mejilla a Matteo y sube a su habitación. La miro irse corriendo por las escaleras.

– Me voy a dormir también, creo que fue suficiente –Irene se levanta–. ¿Por qué no te vas como siempre?. Así estamos mejor. Buenas noches Matteo, gracias por venir –se levanta y se va.

– Eres un infeliz, Ezequiel –me mira–. ¿No sabes controlarte a menos con tu hija?

– ¿No tenías pensando decirme que fuiste a una reunión....?

– ¡No me reclames, hermano! –se levanta–. Irene tiene razón... no sabes cómo ser padre

También se va, dejándome solo en el inmenso comedor, aparto mí plano aún con comida, me apoyo en la silla bajando la cabeza.

Me acuesto en el sofa mirando la televisión, hasta que me quedo dormido ahí. No sé cuanto tiempo pasa cuando siento leves empujones tratando de despertarme, abro los ojos y me encuentro con una mirada verde igual a la mía, Madison.

– ¿Madison? –me acomodo–. ¿Que paso?

– ¿Hice algo malo? –pregunta con inocencia.

– ¿Algo malo? –me siento–. ¿Por qué preguntas eso?.

– Siempre estás enojado conmigo –baja la mirada–. Yo te quiero mucho, ¿por qué tu no me quieres?

– Mí padre jamás fue cariñoso conmigo o mí hermano –la miro–. Madie, lamento hacerte creer eso

– ¿Fue porque no me quisiste? –me mira–. Lamento haber nacido

– Espera... Madie –suspira–. Yo... yo si te quiero, ¿si?. Solo que no se cómo demostrarlo

– Oh... –mira hacia abajo–. Mí abuela siempre dice que los abrazos demuestran mucho

No tengo tiempo a reaccionar cuando los pequeños brazos de Madison me rodean. Un sentimiento extraño se apodera de mí, una extraña emoción me toma por sorpresa y un nudo en mi garganta se forma.

Con mis brazos también rodeo a Madison, cierro los ojos, su pequeño e indefenso cuerpo se arropa contra el mío, unas lágrimas caen por mí mejilla.

– Lo siento, hija –le digo–. No has hecho nada malo

– No te preocupes, papá –dice hundiendo su cabecita en mí cuello.

...****************...

...DOS MESES DESPUÉS...

...EZEQUIEL...

Me miró al espejo mientras me acomodo la ropa para volver a casa. Por el reflejo de este veo a Analía, mí amante

Podría decirse siempre paso las noches con ella y regreso a la mansión cuando amanece.

– ¿No puedes quedarte un poco más? –me abraza por la espalda–. Casi no pasas tiempo conmigo

– Estoy muy ocupado, Analía –digo girándome hacia ella–. Tengo que ir con mí hija

– ¿Tu hija? –se cruza de brazos–. ¿Desde cuándo te importa tu maldita hija?

– ¡CUIDADO COMO HABLAS DE ELLA! –le gritó–. No voy a permitir que insultes a mí hija

– Uff... –bufa enojada–. Esa niña podría haber sido mía

– Pero no lo es... –le digo–. ¿Desde hace cuanto tiempo dejaste de tomar los anticonceptivos para que te embarace?

– ¿Q-que...? –pregunta nerviosa–. ¿Cómo es que...?

– ¿Crees que no me di cuenta, Analía? –la miro enojado–. Y admito que yo también deje de usarlo, pero aún así... nada.

– Entonces... ¿Por qué no puedo quedar embarazada? –pregunta con sus ojos húmedos– ¿Por qué no puedo?

– No lo sé, Analía –digo–. Quizás tu...

– ¡NO! –exclama ella–. ¿Quien me dice que no eres tu?

– Analía... por favor tuve una hija –me cruzo de brazos.

– ¿Crees que sea tuya? ¿Se hicieron el examen de ADN? –me mira con enojo–. ¿Que te asegura que la mocosa es tu hija?

– ¡CIERRA LA BOCA! –grito–. ¡Me voy y no voy a volver hasta que te calmes, Analía!

...****************...

...IRENE...

Hacemos galletas con Madie quiere darle a su padre cuando llegue, me alegra que por fin se hayan arreglado, espero que dure.

– ¿Tenemos más chips de chocolate? –pregunta Madie–. Para que quede muy rico

– Un poco más y ya –le tiró más chips–. Perfecto

Entonces escuchamos el motor del auto de Ezequiel, me acerco a la ventana y lo veo bajar del auto.

– Tu padre llego –le digo a Madie.

– ¡SI! –corre a la puerta y la abre–. ¡PAPÁ!

– ¡Hola princesa! –la levanta en el aire–. ¿Cómo estás?

– Bien, estamos haciendo galletas con mamá –dice animada–. ¿Quieres probar algunas?

– Aún no están listas, acabo de meterlas en el horno –digo limpiandome las manos–. Pero hay chips de chocolate ahí

– Uy genial –dice y toma los chips–. No hay nada mejor que esto

– ¿Hoy te vas a trabajar? –pregunta Madie.

– Aamm.. si me voy a trabajar, hija –le responde–. ¿Por qué?

– ¿Puedo acompañarte? –pregunta–. Todos mis amigos a veces van a los trabajos de sus papás. ¿Puedo ir al tuyo?

– Te aviso que es muy aburrido –le dice Ezequiel.

– Mamá puede venir con nosotros –lo mira suplicante–. ¿Puede? ¿Siii...?

– Bueno... –suspira y me mira–. ¿Que dices? ¿Estás de acuerdo?.

– Claro no tengo inconveniente... –respondo.

Así hablamos un rato más, me quedé en la cocina hasta que las galletas estuvieran listas, las saque del horno dejándolas enfriar en la mesada.

Limpio todo y decido subir a cambiarme para acompañar a Madie y a Ezequiel. Pensando que está en otra habitación entro sin más y ahí me encuentro con lo que me deja helada.

Lo miro de arriba abajo mientras trago saliva. ¡Jesús Cristo! ¿Es posible estar tan bien hecho?. Desvío la mirada y me aclaro la garganta.

– ¿Aamm...? –se gira hacia mí–. ¿Que paso?.

– Lo siento pensé que estabas en la otra habitación –digo mirando un punto invisible en la pared.

– No te preocupes –se acerca a mí.

– ¡No! –lo paro en seco–. Solo venía a buscar ropa, me voy a cambiar al baño de invitados

– Tranquila, no es necesario –toma su camisa y saco–. Yo voy allá. Te espero abajo

– De acuerdo –me aparto de la puerta–. Nos vemos abajo.

Miro hacia abajo mientras sale de la habitación, por unos segundos tengo la impresión que me está mirando. Escucho cerrarse la puerta y pongo una mano en mí pecho.

¿Saben que es lo más difícil de mí vida?. Es saber que el hombre que amo no siente lo mismo por mí ni nada parecido, eso me pasa.

Me arreglo el cabello, me maquillo y me cambio, me pongo una simple falda, una remera gris y un saco color crema, acompañado de unas botas negras.

Salgo de la habitación y bajo a la sala. Subimos al auto de Ezequiel, así partimos rumbo a la empresa. Una vez que llegamos los empleados nos reciben con una sonrisa y mucha amabilidad.

– Hola a todos –dice Matteo llegando–. ¡Me alegra que estás bellas damas hayan venido aquí!

– Madie quería venir –dice Ezequiel–. Así que las traje, ¿que hay de nuevo?

– El nuevo socio acaba de llagar, está en nuestro piso –dice Matteo–. ¿Vamos?

– Claro vamos.

Ezequiel nos hace una seña para que lo sigamos así que lo hacemos. Entramos al ascensor y este sube hasta el último piso, salimos de el. Entonces escuchamos risas y vemos a un grupo de personas divirtiéndose, me quedo petrifica por quién veo.

– ¿Ömer? –susurro.

...****************...

...ÖMER LEVIENS...

Mientras me reía con unas personas que conocí en la empresa me giro para encontrarme con ella... la mujer que ame en el pasado, la mujer que aún amo.

– ¿Irene? –pregunto para mí mismo–. No puede ser

– Buenas tardes a todos –dice un hombre acercándose a nosotros–. ¿Ömer Leviens?

– A–asi es –digo mirando a Irene–. ¿Ezequiel Arduç?

– Si, mucho gusto –dice este.

– Igualmente, señor Arduç –miro a Irene–. Irene... que sorpresa

– Ömer –dice sonriendo–. No puedo creerlo después de casi diez años. Estás... aquí

– Si, tampoco puedo... –tartamudeo.

Nos abrazamos calurosamente bajo la mirada de todos los presentes. Su perfume, lo extrañe tanto, la rodeo con mis brazos como si fuera un bote salvavidas.

– Disculpen... –interrumpe el señor Arduç–. ¿Se conocen?.

– Ammm. De hecho, si nos conocemos –dice Irene alejándose de mí–. Es el mí ex novio de la preparatoria, Ömer

– ¿Tu ex novio? –pregunta Arduç sorprendido.

– Así es, Ömer... el como ya debes saber es Ezequiel, mí esposo y ella –mira a la niña–. Es mí pequeña Madison.

– Oh, tu esposo y tu hija –digo con sorpresa–. Señora Arduç, ¿quien lo diría?

– Bueno si... soy la señora Arduç –me sonríe.

...****************...

...EZEQUIEL...

¿Su ex novio? ¿¡SU EX NOVIO ES MI NUEVO SOCIO!?. Estoy tiene que ser una maldita broma.

Por la forma en la que la mira es más que obvio que sigue enamorado de ella, casi diez años y sigue enamorado de ella. Entramos a mí oficina.

– Entonces, señor Arduç –dice Ömer–. Finalmente nos conocemos en persona.

– Así es... –digo sentándome en mí sillón–. Y un emocionante reencuentro

– Jamás me imaginé esto –dice Irene–. Veo que cumpliste tu sueño de ser empresario

– Así es –le sonríe–. Y veo que cumpliste tu sueño de tener una hija y llamarla Madison.

– Como mí abuela –responde ella.

CAPITULO 3

...ÖMER...

Después de la reunión y el reencuentro con Irene no podía dejar de pensar en eso. Ella seguía igual que hermosa como la última vez que me fui. Pero ahora es una mujer prohibida, está casada y tiene una hija.

Llego a la mansión, me ducho y me voy a la habitación. Cuando llego me tiró de espaldas a mí cama, suspiro. Me levanto de nuevo y tomo la caja que tengo en un estante, la abro y entre las cosas tomo la foto que tengo con Irene.

– Jamás debí haberme ido, Irene –digo para mí mismo–. Quizás ahora serías mí esposa y esa niña mí hija.

Éramos tan felices juntos, nos conocimos a los quince años, nos enamoramos apenas nos vimos, después de dos años de amigos surgió un lindo noviazgo. Pero cuando recibí una beca para una prestigiosa universidad en Londres tuve que irme y así la distancia nos acabó.

Logré dormirme con mucha dificultad.

...****************...

...IRENE...

Durante el viaje de regreso a la mansión, el viaje fue silencioso, Maddie se durmió en mis rodillas, quedo agotada después de recorrer toda la empresa.

Miro al hombre que está a mí lado, Ezequiel está más callado de lo normal, serio mira a la carretera. Llegamos a casa y llevo a mí niña a su cuarto, bajo de a la sala y me encuentro con a la mirada de Ezequiel.

– ¿Y ahora que te pasa? –le pregunto.

– No me pasa nada –me contesta cortante–. ¿Por qué?.

– Por tu cara, Ezequiel... –me cruzo de brazos–. ¿Por qué me miras así?

– Ya te dije que no me pasa nada... –deja el saco en el sofa–. Estoy cansado.

– Bien, avísame si te vas –digo–. Voy a la habitación. Buenas noches.

...****************...

...EZEQUIEL...

No podía decirle que me molesta que el nuevo socio sea su ex novio, el cual sin lugar a duda sigue enamorado de ella. ¡Quizás piense que estoy celoso!.

Pero, ¿y si ella también seguía amando a Ömer? ¿Y si decidiera tener una aventura con él? ¡Sabía que no podía exigirle nada!, le hice lo mismo durante años.

Después de la discusión que tuve con Analía no quería ir con ella hoy, así subí a mí cuarto, jamás dormí aquí. Será mejor que tomé mí piyama y... ¡SANTO CIELO!. Entro y me encuentro con Irene peinandose, lleva su piyama.

– ¡JESÚS! –se asusta al verme–. ¿Que haces aquí? ¿No te fuiste?

– Aamm... No, no me fui –digo y entro–. Perdón por entrar así

– ¿Que tal si estaba desnuda? –pregunta mirándome.

– ¿Des... desnuda? –me aclaro la garganta–. ¿Te paseas desnuda por la habitación?

– Era solo una suposición, Ezequiel –levanta las cejas–. ¿Dormirás aquí entonces?

– Si, ¿algún problema? –pregunto mirándola.

– No, para nada –dice y se da la vuelta–. El lado izquierdo de la cama es mío

– Ni que lo quisiera –digo y tomo la piyama–. Voy a cambiarme

Entro al baño y me lavo la cara en el lavado, el cuerpo que tiene esta mujer no se puede explicar... ¡Ni parece que haya sido madre!.

Salgo de nuevo del baño y veo que se quitó la bata tapándose con la manta, se gira hacia la ventana y cierra los ojos para dormir. ¡Dios déjame dormir está noche!.

...****************...

...*I**RENE*...

Durante la noche tuve el sueño entrecortado, me desperté dos veces, es algo, no se... extraño dormir con alguien en la cama después de ocho años de soledad.

Despierto y Ezequiel no está en la cama, bajo al comedor y efectivamente no estaba en la casa, se habra ido a la empresa o con su noviecita.

Junto con Maddie salimos de la casa para ir a su escuela.

– La empresa de papá es genial –dice Maddie–. La gente es muy buena

– Si es verdad, cielo –acaricio su cabello–. Las personas son muy amables

– Y el señor Ömer es muy guapo –sonrie–. ¡Es tan lindo como nadie!

– ¡MADDIE! –grito sorprendida–. ¿Que cosas dices, hija?

– Pero mamá, es verdad... –se encoge de hombros–. Es muy lindo, ¿lo vas a negar?.

– Ya, hija... –digo exasperada.

Suena el timbre del colegio y los chicos empiezan a entrar, le doy un beso en la frente, veo como entra y luego me pongo en marcha.

...****************...

...ÖMER...

Voy conduciendo directo a mí empresa ya que tengo una reunión, desde que no tengo asistente se me hace más difícil organizar mis reuniones. Pero mí corazón pega un brinco cuando veo a Irene, me acerco a ella y bajo la ventanilla de mí auto.

– ¡IRENE! –le gritó.

– ¿Ömer? –me mira y sonríe–. Hola, ¿cómo estás? ¿que haces por aquí?

– Iba camino a mí empresa y te vi –bajo de mi auto–. ¿Todo bien? ¿Que haces aquí?

– Acabo de dejar a Maddie en la escuela, espero un taxi –me dice.

– ¿Vas a tu trabajo? ¿Quieres que te lleve? –le pregunto.

– Aamm... no, no, no. Yo no trabajo –me responde.

– ¿Cómo que no, Irene? –la miro sorprendida–. Si tu siempre trabajabas para pagar tus clases de baile, imagino que bailas o algo parecido

– No, desde que Maddie nació yo dejé eso –me dice apenada–. Ni siquiera trabajo.

¿Cómo es que ella cambio tanto?. Sabes fue dependiente de alguien, siempre fue trabajadora y una gran bailarina. Pero veo en sus ojos que no es feliz por no trabajar, hay algo que su vida que no está bien.

Entonces se me encendió la lamparita de las ideas, la miro sonriendo.

– Tengo una idea... –la miro sonriendo–. ¿Quieres trabajar?

– Bueno... si, si quiero –me responde.

– Yo estoy necesitando una asistente –sonrio–. ¿Que te parece trabajar para mí?.

– ¿De verdad? –me mira–. Eso sería estupendo, Ömer. Me encantaría

– ¡GENIAL! –exclamo emocionado–. Entonces, ¿Puedes empezar el lunes?

– ¡CLARO QUE SI! –me abraza–. ¡Muchas gracias, Ömer!

– De nada, Irene.

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