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Amor En El Deseo

#1

...Amor en el deseo, PARTE I: "Exceso"...

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Eva

No puedo creer lo que este hombre me está proponiendo. Sus palabras y el fuego misterioso en sus ojos oscuros me agarró por sorpresa. En un momento, nos quedamos solos en el ascensor y él me acorraló.

Ahí lo tienen, delante mío, tan cerca que desconcierta: Lee Hyuk, actor, modelo y millonario. Toda una estrella que tuvimos la suerte de recibir en nuestra productora, aquí en Argentina. Todos brindamos de alegría, en especial nuestro jefe, cuando nos enteramos que él firmó un contrato por 6 meses para grabar una película de colaboración internacional, que se lanzaría en una de las plataformas para la que trabajamos.

Hace dos semanas que Lee Hyuk y parte de su equipo vienen a trabajar con nosotros, incluida Kim So-min, otra famosa estrella, también de Corea, y hace dos semanas que bajamos por este mismo ascensor, cuando terminamos de grabar en el estudio. Hoy terminamos un poco mas tarde, son las once de la noche. Pero esta vez, sus colegas coreanos no lo acompañan. Es la primera vez que estoy sola con él, en un espacio tan pequeño. Una pura casualidad...

—Disculpemé, Señor Lee, pero creo que se está propasando… — le digo muy seria, aferrada a mi ipad y dejando caer la mochila al suelo. Esto parece salido de una de esas novelas por las que siento cierto gusto culposo.

—Lo siento, no quiero ofenderla — me dice en un perfecto castellano — Pero de verdad me gustaría que usted hoy me acompañe a mi penthouse. No se si se ha dado cuenta, pero hace días que la miro. De verdad, usted me parece una mujer muy bella...

Ay, dios... ¿Esto va en serio? Aunque nunca me atrajeron los de “tipo oriental”, no puedo negar que Lee Hyuk es hermoso: labios gruesos y bien formados, piel perfecta, alto, elegante y una voz tan profunda y grave que estremece. No es difícil entender porque que las adolescentes están tan locas con él.

—No me diga que tiene fetiche con las latinas — me burlo, aunque en el fondo me siento halagada.

Él sonríe de una manera rara. Parece que no se esperaba mi sarcasmo. Me da cosa mirar, pero creo que sus manos tiemblan y las contiene al apoyarse sobre la superficie de metal. No se si es porque esta nervioso o porque quiere tocarme.

Nos miramos por un momento a los ojos. El ascensor nos avisa por qué piso vamos, acompañado por un sonido suave y agudo.

Esta es una situación bastante insólita. Cuando era más joven, habré sufrido algún que otro acoso laboral. Pero esos tiempos, era más ingenua y habré cometido una que otra estupidez (si bien, nunca me pasó algo malo que no pudiera controlar). Ahora soy mas grande y sé poner los puntos.

Como el Señor Lee, más allá de su porte, no me resulta intimidante, lo empujo suavemente y con cierta  educación. Él no deja de mirarme, quizás esté analizando si me estoy haciendo la difícil o no.

El pitido del ascensor vuelve a sonar.

—Yo me bajo acá Que tenga buena noche. —le digo.

Las puertas del ascensor se abren y yo agarró apurada mi mochila. Sin perder más tiempo, me escapo. Tengo la sensación de que, a mis espaldas, él sonríe, como si algo de todo esto le divirtiera.

Al salir del edificio, empiezo a caminar y me sumerjo en las calles nocturnas de Buenos Aires. A estas horas hay muy pocas cosas abierta, algún que otro kiosco "Open 25" y barcitos. Al cruzar la avenida Corrientes, le hago seña a un taxi para que me lleve a mi pequeño departamento en Monserrat.

Aquí me tienen: Eva Ruiz, técnico y diseñadora de iluminación para espectáculos, cine y teatro. Treinta y seis años recién cumplidos, viviendo sola con mi gato. Nada especial en realidad. Nunca me casé, ni quise tener hijos. Tuve un novio por más de 10 años que, cuando cumplí 30, me dejó por una de 21. Cosas de la vida; al parecer se aburrió de mi personalidad, que siempre piensa en trabajar.

Por todo esto y más, lo que menos pensé en la vida es que un actor coreano millonario y más joven que yo iba a intentar seducirme. Es un tipo lindo, pero debe estar medio loco. Es obvio que está rodeado de minas* hermosas, lujos, y se viene a fijar en una tipa que va al trabajo en jean y zapatillas. No me considero un adefesio, pero... ¿Qué le pasa a este chabón*? O es un morboso o un chamuyero*...

—Son 300 pesos — me dice el taxista por segunda vez, creo. Yo me despabilo, le entrego el dinero y bajo del auto.

En el tercer piso donde vivo me recibe Rufino, mi gato. Yo dejo mis cosas y le “rindo tributo” a mi viejo dios felino, que es hermoso, gigante y gris.

En la ducha… Bueno, para que lo voy a negar, soy culpable: me toque pensando en el señor Lee. Ustedes no se imaginan hace cuanto que no estoy con un hombre y la situación de hace rato, lejos de intimidarme, me terminó encendiendo.

Salgo de la ducha y me acaricio el cuello mientras me miro en el espejo. Que se vaya todo a la mierda, soy una mujer sola, adulta y tengo todo el derecho del mundo en fantasear con los labios perfectos de “mi galan/ acosador coreano”...

Pienso en sus ojos oscuros, rasgados, en esa mirada que sostuvimos por un rato. Y yo que creía que los hombres coreanos eran super timidos. Eso tenía entendido, pero este...

Que raro... me pone un poco nerviosa, pero se siente bien.

Me imagino aceptando su propuesta, yendo con él a su penthouse para que me haga de todo.

Ay, que boluda* soy, jaja... Paresco una pendeja.

Cuando voy a la cama, la idea me sigue rondando en la cabeza ¡Ya fue! Total, fantasear es gratis, no le hago mal a nadie ¿no?  Me decido a "auto-satisfacerme" pero, antes, lo saco a Rufino de mi cama. No me gusta que me vea haciendo chanchadas.

Aunque este gato degenerado siempre me hace lo mismo: cuando estoy en el mejor momento, se sube y se enreda en mis pies.

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Mini glosario de terminos argentinos <3:

*minas/minitas: mujeres, generalmente jóvenes o jóvenes adultas.

*chabón/na: hombres/mujeres, también jóvenes.

*chamuyero/a: alguien hablador, un poco mentiroso quizás, que con la palabra intenta convencer.

*boluda/o: idiota, imbécil. A veces, no se usa para insultar, sino como un apelativo cariñoso y con los íntimos (amigos, familia, etc).

Gracias por leerme! Cualquier comentario es bienvenido n.n

#2

Lee Hyuk

Lo bueno de hospedarse en un piso lujoso es que, difícilmente, alguien oirá los gemidos de esta mujer. Cada vez que la penetro, ella se retuerce de manera exagerada. Creo que estoy decentemente dotado, pero no es para tanto.

La verdad es que hoy no vine con la que me hubiera gustado, por eso mi mal humor. Pero me crucé a So-min, mi compañera de elenco, con quien viajé hasta este país. No es la primera vez que trabajamos juntos, ni el primer viaje al exterior, ni la primera revolcada. Ella aprovecha para perseguirme cada vez que puede, aprovechando que viene sin su marido. Y yo no le digo que no.

—¡Ohhh, si… dame más duro, más…!—me pide.

No me niego a conceder su "deseo brutal", mitad fingido, mitad cierto. Como sé muy bien lo que viene ahora, la levanto, hago que gire su pequeño cuerpo y me apunte con su trasero, al cual tomo entre mis manos para atraerlo. Esto lo hago a propósito: se que cada vez que usamos esta posición, ella esconde la cabeza en la almohada y eso sofoca un poco sus alaridos. Para ser honesto, me ponen nervioso.

Dudo que ella alguna vez haya tenido un orgasmo conmigo.  Y no la culpo, en el fondo, creo que ella es una mujer tan amargada como yo. Sin embargo, es frustrante que siga insistiendo en que tengamos este sexo insípido. Me siento como en un set filmando pornografía.

Cada vez que me la follo, llegado cierto punto, prefiero pensar en otra cosa. Aislar mi mente y solo sentir mi pene en su humedad. Puede que esto este mal, pero así de triste es mi vida personal. Si lo pienso, la fama me llegó demasiado temprano, mis verdaderos afectos se fueron poco a poco, el único amor que tuve fue tan efímero como mi inocencia, y me quedé con esto.

En resumen, mi vida de lujo esta plagada de momentos inútiles. Es por eso que, algunas veces, solo quiero matar el tiempo.

En un momento, mi mente se separa y viaja de manera inevitable hacia aquella mujer que hoy me rechazó en el ascensor.

Es linda. Tiene algo que me enloquece. La vi el segundo día en que llegué a la Argentina, cuando mi representante me llevó a conocer el edificio de la productora para la que trabajaríamos.

Ella estaba parada en el set, ensamblando unos postes con filtros de iluminación, apresurada, dando indicaciones precisas a sus colegas sobre lo que quería para montar el diseño, charlando con los asistentes sobre dónde debía pararse cada actor...

Hermosa sonrisa, cabello corto, oscuro, rizado y un culo grande y firme, típico de las latinas. ¿Cómo no iba a querer acostarme con esa mujer?

Al pensar en esas curvas, agarro el pelo de So-min y la nalgueo. Ella chilla como una gata en celo y yo acelero mis embestidas. Me agito, gimo y me voy dentro de ella. Luego de una larga exhalación,  me le quito de encima.

So-min me contempla con esa sucia mirada de siempre. Yo la ignoro; no puedo fingir que esta situación me sigue gustando, pero tampoco puedo decírselo. Simplemente, me recuesto, separándome un poco de ella.

—¿Te gustó, Hyuk? — me ronronea, jugando con su dedo en mi pecho.

No le respondo. No quiere saberlo en verdad. Es por ello que prefiero preguntarle:

—No olvidaste tomar la pastilla anticonceptiva ¿verdad?

— Por supuesto que no. Si me embarazo, mi carrera estaría arruinada a los 22 años, ¿no crees?

—¿Qué no planeas tener hijos con Kim Ji-sub? —inquiero burlón, refiriéndome a su esposo.

—Ni loca. No ahora. Él tiene su carrera y yo la mía. Pero, ¡no seas aburrido! Ya sabes que detesto hablar sobre ese tema...

—Ya veo… — le respondo, cortante.

So-min sale de la cama y busca su bolso, hurga dentro de éste, tratando de encontrar su ansiado atado de cigarros. Al encontrarlo, saca uno y fuma.

Nos quedamos en silencio, cada uno pensando en sus asuntos. En lo que a mi respecta, creo que ya fue suficiente por esta noche. La dejaré fumar y le pediré un taxi; quiero que ella se largue para beberme un whisky tranquilo, en soledad.

—Te llamaré un taxi, ¿Dónde te hospedas? — le pregunto apenas la veo apagar el cigarro en uno de mis ceniceros.

—¿Qué no lo sabes ? — me dice con un puchero ofendido —. En el hotel Sheraton. No sé porque el idiota de mi representante no me consiguió hospedaje en el Hilton también. Estaríamos más cerca y, tal vez, podríamos divertirnos seguido, ¿no crees?

Bendito sea su representante. Sería realmente incómodo encontrarla siempre por los pasillos de este hotel. Además, tengo más que suficiente con verla todos los días en el trabajo.

So-min se viste y yo me pongo pantalones. Cuando estamos listos, la acompaño hasta la planta baja. Creo que este debió ser el único gesto amable que pude tener con ella. Al llegar su taxi, nos despedimos con la frialdad de siempre, como si nunca nos hubiéramos acostado.

Ya son casi las tres de la madrugada. No puedo dormir y no debería estar bebiendo este vaso whisky,  ya que en cuatro horas más tengo que estar preparándome para volver a set. Pero siempre me gana la ansiedad y una especie de vacío se anudó en mi estómago.

Odio cuando no me acuesto con la mujer que quiero. Puede que una "presa" difícil sea más entretenida para algunos, pero para mi no lo es tanto. Soy algo fatalista, no puedo manejar mi ego ni tomarlo como algo "divertido".

Hay ciertos excesos que no son negociables en mi. Mi mente se altera, el deseo me juega malas pasadas, y no puedo parar hasta satisfacerlo.

Solo puedo pensar en que, lo único que conozco de aquella mujer, es su nombre: Eva Ruiz.  Pero también quiero saber a qué huele, cómo se siente al tacto, cómo es su voz en la cama, si es apasionada como intuyo, por sus gestos, por como camina con el mentón en alto, ocupando las manos en sus artefactos de trabajo. Definitivamente, quiero verla disfrutar en mi cama.

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Gracias por leer, mis hermosuras <3

#3

Eva

Odio hacer exteriores, más si a mi no me corresponden, y hoy no lo pude evitar. Estamos en Puerto Madero y son las 8.30 am.

—Eva, cambia esa cara de culo, ¿querés?

Ella es Patricia, maquilladora, una gran colega y amiga. Es la única rubia del equipo y siempre nos hace reír con algún chisme o lo que sea. Además, es super atenta y agradable, no hay equipo que no la ame. Los actores y actrices suelen quedar encantados con ella, por el trato y por lo bellos y bellas que los deja,

—¿Y cómo querés que esté? —le respondo cabreada — Sabes que ODIO venir a cubrir publicidad, es un rubro que dejé hace años. Pero el boludo de Leandro se viene a enfermar a último momento. Hoy, yo tendría que haber ido al estudio a las doce del mediodía.  Dije explícitamente que quería tomarme la mañana para llevar a mi gato al veterinario.

—¿Que tiene tu “nene”? Pobrecito mi viejito...

—Nada, anda re alzado. Quiero sacar turno y castrarlo, me está volviendo loca.

—Que cruel que sos, pobre bicho… — se burla Patri — Además, ¿ahora lo querés castrar? ¿no está grande para eso? ¡Dejalo en paz, pobre gato...!

Yo la ignoro. Ya sé que tiene razón, es un asunto que siempre dejé pasar por falta de tiempo. Pero ahora estoy bastante enculada* como para ceder.

Patricia acomoda su valija de cosméticos en una mesa mientras yo me cruzo de brazos y veo llegar, por un lado, al señor Lee junto a su representante y, por otro, a Maru Etchegoyen, la actriz principal. Es una chica joven que está empezando a ascender en su carrera y va a ser el “interés romántico” de Lee Hyuk en la película. Hoy, ambos tienen que hacer unas fotos para una publicidad de un perfume o algo así. Se que la marca sponsorea la pelicula y, segun Jorge, el productor ejecutivo, no viene mal promocionar la parejita.

—Mira que los chinos no son mi estilo, eh, pero...

—No son chinos, Pato. Son coreanos. No seas racista — la corrijo, mordiéndome el labio inferior por la vergüenza ajena que siento, aunque, me da un poco de gracia su ignorancia inocente.

—Bueno, son parecidos, che. — se justifica culposa—. Igual, que fuerte que está el señor Lee ... ¡En serio! Se ve elegante y delicado, pero a la vez es super masculino, ¿no? Y el representante no esta nada mal...

—Que raro vos, echándole el ojo a los artistas extranjeros — le digo con sarcasmo — Bah, a cualquier artista, ¿no? No dejas pasar uno, ¿eh?

—Callate, boluda... — se ríe.— ¡Pero mirarlo! No me lo podes negar, ¡es re-lindo!...El otro día que lo maquillé, me dijo que tiene 29 años, pero la piel es de un pibe* de 18. Di-vi-no.

Yo vuelco los ojos. Patricia no cambia más. Si el marido se enterara de lo "mirona" que es, no me imagino qué le diría, porque tiene una cara de celoso… Igualmente, no la culpo; trabajamos en un ambiente donde suelen caer estos bombones del cielo y, justo a ella, le toca maquillarlos.

Busco mi bolso con los paneles refractarios plegables que traje. Voy a tener que improvisar a ojo, hablando con el director  y el compañero de Leandro, porque él todavía no dignó a mandarme la información de la puesta de hoy. La puta madre…

Me acerco al set que instalaron cerca del río y me cruzo con el Señor Lee. Él me mira y me sonríe como si nada hubiera pasado ayer en el ascensor.

"Muy profesional de su parte", pienso sarcástica. Yo le respondo con la misma amabilidad y sigo mi camino hacia el director, que está en la otra punta.

—Disculpa — me detiene, para mi sorpresa, el señor Lee, a penas avancé un metro— En esa mesa hay café de Starbucks. Traje para todos. Quizás encuentres un sabor de tu agrado...

—Ah — me sorprendo — Que bueno. Gracias — sonrío y sigo adelante.

Uff, que lindo es. Pero prefiero ignorarlo, soy una mujer grande y profesional, que sabe como reservar sus ganas por un hombre para cuando llega a casa, en la soledad y la seguridad se su habitación.

Okey, es un poco patético, pero es lo que hay.

Diez minutos después, yo ya había hablado con el director y el asistente.  Para mi disgusto, me  dijeron que ya tenían todo bastante resuelto. Básicamente, casi me dicen que no me necesitaban, pero por la cara que puse, creo que se abstuvieron de confirmárselo. En otras palabras, vine al recontra* pedo*.

Enojada, saco el teléfono de mi bolsillo y grabo un audio:

—Leandro, te voy a matar ¿Para que carajo me hiciste venir? Te comento: al final, muy educados por cierto, el director me dijo que no me necesitan. Pero acordate bien: vas a tener que devolverme la mañana, invitarme una birra* y castrar a mi gato, ¿me oíste? — enojada, se lo envío.

Patricia me ve renegar y me hace señas para que me acerque. Está maquillando a Maru Etchegoyen.

—Ya te vi puteando a Leandro por teléfono — me dice riendo, conociendo como soy. — Ya que vas a estar desocupada, ¿no me das una mano? El director quiere arrancar ya y casi que no llego...

—Bueno dale, ¿que hago? Que no sea difícil, mira que hace mucho que no maquillo.

—Es re fácil. Ponele base y un toque de brillo labial al Señor Lee. —me indica concentrada en lo suyo —. Delinealo apenitas por las lineas inferiores. Ese de ahí el tono que usa — señala un lápiz— ¡Ah! Y dibujale un lunarcito chiquito por debajo de la V externa.

De manera casi automática, mi cerebro desplaza el procesamiento de esa información, para reemplazarla por la pregunta: ¡¿Qué qué y a quién?!

Me doy la vuelta y tengo al señor Lee sentado en la butaca, esperando. Siento que se me va salir el corazón. Él me mira fijo y se toca los labios señalándolos, como aguantando una sonrisita.

...****************...

...Mini glorario de argentinismos...

enculada: molesta, enojada.

birra: cerveza.

recontra: muy, mucho, sumamente.

al pedo: algo que fue en vano, una perdida de tiempo.

Gracias por leer, mis adorad@as!

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