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Confía En Mi

NATALIA Y ENRIQUE

Me llamo Natalia, tengo 36 años y soy madre soltera de 4 pequeños bribones, estoy sola con ellos desde hace 3 años en qué tuve que venir a vivir con mi madre, por falta de dinero, espero todo esto mejore, por qué quiero irme de aquí, no es que no quiera a mamá, simplemente tenemos diferentes puntos de vista, sobre todo en lo que a crianza se refiere. Y por supuesto que trabajo, tengo el lindo oficio de la costura, que aunque no da más que para gastos y comida, es algo que me permite trabajar en. casa para hacerme cargo de mis retoños.

-Me voy- aviso a mi hija de 16 años, - Quiero platos limpios y tarea terminada cuando regrese- ella voltea los ojos y haciendo pucheros contesta - ¡No me hacen caso, avísales que estoy a cargo- Volteo a ver a mis pequeños, Adrian de 9 años y unos gemelos traviesos, Lizbeth e Isaac de 7- Por favor escuchen a su hermana- Advierto con mirada sería, estoy muy cansada para pelear con ellos y salgo a entregar mi trabajo con mis dos grandes bolsas en los hombros.

Soy Enrique Alarcón, un magnate rico que supo hacer su fortuna de una manera muy constante y organizada, que sale con cuánta mujer guapa se le atraviesa por enfrente. O al menos es lo que dicen los periódicos de mi. La realidad es un poco diferente hice mi imperio con mucha dedicación y esfuerzo es verdad, pero soy muy selectivo en cuanto a mujeres se refiere.

Definitivamente no cualquiera entraría en mi cama.

Llegué hace dos días a la ciudad, a abrir una nueva sucursal, y como buen perfeccionista, tengo que organizarlo yo, para que todo salga bien, casi terminó, pero hoy no me siento con ganas de estar dando más capacitación y salgo de la oficina, en la entrada me espera mi chófer a quien le doy la tarde libre, hoy manejaré yo y voy a comer algo, estoy hambriento.

Me adentro en el tráfico y en un cruce veo una señorita, esperando el paso, lleva dos enormes bolsas cargando y le cedo el paso, ella voltea y con una bonita sonrisa asiente, a forma de agradecimiento, la sigo con la mirada hasta perderla de vista y es que sin importar el peso que lleve, tiene una manera de caminar que definitivamente no pasa desapercibido, aunque no sea exactamente delgada, tiene todo en su lugar, y esas piernas, muy buena vista y no soy el único que lo notó.

Sigo mi camino, tengo que encontrar algún lugar donde comer, entre más rápido termine más rápido podré irme a casa, no es que tenga a alguien esperando, simplemente aún no me acostumbro a dormir en otro lado que no sea mi cama.

NATALIA

Hoy hay mucho tráfico, si no fuera por un hombre que me cedió el paso aún seguía ahí, seguí mi camino hasta la tienda donde entrego mi trabajo- Hola, buen día- saludo a la encargada quien me recibe y me paga- Hola- contesta ella de buena gana, parece que hoy no se peleó no el marido. Me río yo sola de mi chiste. - Tu trabajo aún está en bodega, tienes que pasar a recogerlo allá- Se acabó el chiste. - Ok, entonces nos vemos mañana, gracias- me despido y ella contesta, - Que descanses, hasta mañana- Salgo de ahí lo más rápido que puedo, por qué es tarde y yo siempre ando a las prisas.

MI SALVADOR

NATALIA

Y aquí voy, caminado por una calle sola y oscura, solo por ahorrar unos minutos de mi tiempo, soy muy distraída, apenas me doy cuenta de lo que pasa a mi alrededor y esa misma distracción la que me metera en problemas.

Iba yo pensando, acerca de como iba a administrar el dinero recibido y en qué debería preparar para la cena, tan inmersa en mis pensamientos estaba que no vi al hombre que pasó de largo junto a mi, y si no lo vi pasar junto a mi, imaginense que mucho menos lo vi voltear y verme de arriba a abajo y menos cuando se regresó detrás mío.

Fue hasta que al pasar por un callejón obscuro, sentí un tiron en mi cabello, y una mano en mi boca mientras me empujaban con fuerza hacia el callejón, yo intenté sacarme, pero era inútil, no podía gritar por la mano sobre mi boca, y lo único que se me vino a la mente, fueron mis pequeños esperandome, claro que no, pensé, fácil no iba a ser, lo mordí, y cuando me soltó apenas sentí mi voz salir, cuando sentí un golpe seco en la cara.

Caí, algo mareada y el aprovecho para subirse en mi e intentará sacarme la blusa y desabrochar mi pantalón, yo pedía ayuda, pero nadie escuchaba, solo pedía perdón a mis hijos por no haberme cuidado lo suficiente por ellos.

Entonces escuché como alguien corría hacia nosotros y una luz de esperanza cruzó mi mente, para apagarse inmediatamente después, si venía con este tipo, se acabó todo.

ENRIQUE

Salí del restaurante después de degustar una rica cena, que bajo un poco mi mal humor, solo un poco y me dirigí hacia mi auto, que estaba estacionado en una calle al lado del restaurante, ya era tarde, casi oscurecía, cuando de pronto vi a la señorita piernas bonitas pasar muy deprisa ya sin el cargamento de hace rato, iba ella muy quitada de la pena por esa calle oscura, moviendo las caderas como si la calle fuera suya, la verdad que es muy linda.

Seguí en lo mío sin perderla de vista cuando un tipo pasó al lado de ella, volteo y la vio de arriba a abajo, pero no se conformo con eso, se regresó por ella, cuando ella llegó a una calle sin salida, la jalo del pelo, le tapo la boca y la empujó hacia el callejón.

Yo no podía creer lo que estaba viendo, solo corrí y mientras corría marcaba a la policía, les di la dirección y cuando llegue a la esquina, vi como le daba un golpe en la cara, ella cayó y el aprovecho y se lanzo sobre ella, sentí como mi enojo seguía subiendo, seguí corriendo y al escucharla llorar, me desconecte de todo solo sentí como lo sacaba de encima de ella como si no pesará lo lancé al suelo y me le abalance sobre el, le pegue y le pegue hasta que la escuche hablar, - Señor por favor, llamare a la policía, no quiero que tenga problemas- Volteé hacia ella que se estaba levantando y acomodando su ropa y me pare de prisa, la tomé de los hombros y pregunté, - Estás bien?- Y entonces me miró, yo me quedé pasmado al ver sus enormes ojos cafés, estaban llorosos, seguí bajando la mirada por su linda naríz, hasta sus labios, esa boca carnosa y apetecible, entonces la vi bien, me volteé hacia el animal que estaba tirado y comenzé a patearlo ahí donde estaba, creo que le rompí dos costillas, que por qué lo hice?? El pendejo le partió el labio inferior en dos.

TESTIGO

NATALIA

Aún estaba en el suelo cuando comenzé a escuchar golpes secos, me levanté, arreglandome la ropa y vi a un hombre muy alto dándole una buena paliza al sujeto que quería lastimarme, era muy grande y muy fuerte, entonces reaccione, como podía estar pensando en eso después de lo que está pasando. -Señor- Lo llamé- Voy a llamar la policía, se puede meter en problemas- Se levanto rápidamente y me tomo de los hombros, fue como si una corriente eléctrica atacará mis sentidos, solo me le que de viendo como tonta, y casi sentí que estaba babeando- Estás bien?- me preguntó, yo no podía hablar, solo me le quede viendo y el a mí, con una intensidad abrumadora, me vio a los ojos y siguió bajando hasta mis labios, y sus manos se tensaron en mis hombros, el volteo al hombre que yacia ahí tendido y comenzo a patearlo por todos lados, quise hablarle, pero me dolió, entonces comprendí, toque mi labio inferior y vi la sangre en mis dedos, uff! que alivio, menos mal que esté hombre no me vio babear por el, que vergüenza.

Llegó la policía, no se cómo ni por qué, yo no sé ni dónde está mi bolsa con mi teléfono, el hombre se alejo del sujeto y se puso al lado mío, demasiado cerca por cierto, esposaron al maldito ese y lo subieron a la patrulla, di mi versión de los hechos y la verdad es que me sentí tranquila, por qué el no me dejó sóla, al final me dijeron que tenía que ir a interponer una denuncia formal y que podía irme con. ellos en la otra patrulla.

Yo solo asentí, volteé a ver a mi salvador y le dije, -Muchas gracias, por su ayuda, ahora tengo que ir a la estación, adiós- Intenté dar un pasó pero el me jalo del brazo y me dijo - Yo te llevó, yo soy tu testigo-. Me quedé en shock y solo asentí y baje la cabeza.

Íbamos camino a su a auto en silencio, cuando el se detuvo y me dijo - Por aquí- Es un auto de lujo, no sé mucho de autos, pero se que es costoso, me abre la puerta del auto y yo me acomodo en el asiento, sintiéndome más pequeña que de costumbre, en ese momento recordé que tengo que llamar a mi madre para que no se preocupe, por qué ya me tarde más de lo normal, pero que le voy a decir, no quiero que se asusté, estaba tan ensimismada en mi mundo que no note cuando el subió y puso en marcha el motor, el solo me vio, y siguió adelante. - Toma, encontré tu bolsa- me saco de mis pensamientos, alcance a decir -gracias- muy bajito, esté hombre me intimida y me da curiosidad al mismo tiempo.

Inmediatamente saco mi teléfono y ahí está, 3 llamadas perdidas de mi madre. Después de 36 años de mi vida y aún le tengo pavor a ese tipo de llamadas sin contestar.

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