Valentina Simons
Hoy el clima acompañaba mi estado de ánimo, pienso mientras miraba por la ventana del autobús, era un día frío, lluvioso en donde las calle prácticamente se encontraban desoladas, recordando el momento exacto en donde todo cambio,pensaba en lo sencilla que había sido mi vida hasta los 15 años, solía vivir con mi abuela, una hermosa mujer que me escuchaba y comprendía, mi adolescencia giraba en cosas banales, como ir a la escuela, salir con mis amigas, ayudar a mi abuela en el restaurante, pero una tarde todo cambió, mi abuela de repente se desvaneció,cuando llegamos al hospital, a pesar de intentar salvarla fue imposible, un infarto fulminante dijo el doctor, me preguntaron por algún mayor, alguien que pudiera hacerse cargo de todo, de mi, pero desde que yo tenía memoria ninguno de los hijos de mi abuela, había dado señales de vida, por ese motivo vino una trabajadora social, me ayudaron a contactar con ellos, 4 hijos, y ninguno se digno en ver si ella seguía viva durante todos esos años. Ni siquiera mi madre, ella solo fue, me dejo en casa de mi abuela y se largó con su nuevo marido. En el momento del sepelio, tuve que ver toda la patética actuación que brindaron mis tíos y mi madre, luego, en el momento de la lectura del testamento, todo el mundo peleaba por el poco patrimonio que dejó mi adorada abuelita, mi custodia fue restituida a mi madre, obviamente fue algo que ella no quería, y como era tan poco lo que quedaba de bienes económicos ellos tomaron la decisión vender todo, con mi corazón en un puño vi como todo por lo que mi abuela había luchado se vendía y se repartía para esos buitres. Me fui con mi madre, ella en todo momento me dejó bien en claro que no me quería, que le estorbaba, pero aun así tuve que ir con ella. Cuando llegamos a su casa, su nuevo marido era un pervertido, lo odie desde el primer momento que lo vi, sentía su mirada siempre en mi, al pasar los días, ese hombre empezó a tocarme, primero los hombros luego los muslos y cuando llegó a tocarme la cola, se lo dije a mi madre, ella me acusó de mentirosa y me dijo que debería estar agradecida en vez de inventar tantas blasfemias contra de su esposo. Esa misma noche él me violó, y lo hizo una y otra vez, nunca se lo dije a mi madre, sabía que no me creería, luego de tres meses de violaciones me di cuenta de que estaba embarazada, quise morirme, y en dos ocasiones atente contra mi vida, pero nunca pude ponerle fin a mi sufrimiento, una mañana me desmaye en clases, al despertar estaba en la enfermería, me hicieron pruebas y aunque yo sabia por que fue, no dije nada, me mandaron al médico, y muy a mi pesar fui, cuando le dije mis sospechas el médico me hizo una ecografía, y si ahí estaba mi bebe, tan pequeño, algo en mi interior se rompió, y jure que saldría de esa casa, y estaría bien por mi hijo o hija, esa misma noche, tomé mis cosas, el poco dinero que tenía y me fui, lo más lejos que pude de esa mujer y de la bestia que tenía por marido. Obviamente con tan solo 15 años, embarazada, sin haber terminado mis estudios las cosas no fueron fáciles, pero cuando llegue a esta ciudad me encontraba sentada en un parque mirando las familias, sonreír y ser felices, cuando por obra y gracias de Dios conocí a Amalia, ella me cobijo, me ayudó a encontrar un trabajo, cuando mi hermosa niña nació, ella cuidaba de Olivia, Mi bebe era una niña muy tranquila, muy parecida a mi, por suerte, tenia su cabello negro lacio, tes blanca, cejas perfectas, ojos celestes hermosos adornamos por hermosas pestañas largas y curvas, a pesar de ser el fruto de lo mas horrible de mi vida, ella es mi luz en toda la oscuridad que me rodeaba, Hoy mi hija tiene 4 años, es muy inteligente, y sobre todo cariñosa. Se ganó por completo el corazón de Amalia, sonreí al recordar a mi pequeña, estaba tan distraída en mis pensamientos mientras me dirigía hacia mi segundo trabajo, que no me di cuenta que casi me paso de mi parada, recuperándome de mis recuerdos, mientras escuchaba una de mis canciones favoritas en mi celular, veo que entra una notificación de mensaje, suspiro y veo que se trataba de mi vecina Amalia.
"Niña linda, me llamaron de emergencia del hospital, pasaré por tu trabajo para llevarla, lo lamento. Te quiero Amalia"
Me preocupe, que le diría a mi jefe, intentando encontrar una explicación creíble, decidí que sería mejor decir la verdad, ya que no pude encontrar una justificación. Llegué a mi parada, bajé rápido, y me apresure a llegar a la empresa.
Trabajaba limpiando las oficinas para una importante empresa de diseño de modas, Industrias CyM, era una empresa líderes en diseño de vestidos de novias y trajes de noche. Empecé a trabajar aquí hace dos años. Cuando entre al edificio salude Sara en recepción.
- Hola Sara, que linda te ves hoy.- Dije sonriendole, como cada una de las empleadas vestía como si fuera a participar de un desfile de modas, hoy llevaba una falda tubo color bordo, una blusa negra con detalles de transparencias, y unos zapatos de tacón negros altísimos.
- Hola linda-me dijo-Llegas justo a tiempo.- sonreí y me apresure a marcar mi entrada, cuando llegaba la hora de entrada de nuestro equipo de limpieza casi nadie se encontraba en la empresa. Éramos el grupo de los invisibles como nos gustaba llamarnos. Fui directo a cambiarme y recibir las instrucciones del día de hoy. Cuando todos mis compañeros se retiraron hacia sus labores, me acerqué a mi jefe con un poco de temor.
- Jefe, podría hablar dos minutos con usted-pregunte algo apenada.
- Si claro, que sucede- me dijo mirándome atentamente.
- Lamentablemente mi vecina no puede cuidar de Olivia, y la traerá a la empresa, como sabe no tengo a nadie más, pero prometo que no causará problemas.
- Sabes perfectamente que no está permitido pero, haremos una excepción por esta vez.
- Le agradezco mucho.- susurre y me apresure a mi puesto de trabajo.
Cuando Amalia llegó me avisó que estaba afuera, bajé rapidísimo y la encontré en la entrada con la luz de mi vida, mi hermosa princesa, con su carita de asombro, miraba el edificio con sus grandes ojos celestes. Rápidamente tomé la mano de Oli y me despedí de Amalia.
Mientras subía al último piso, donde se encontraban, las oficinas de presidencia, le explicaba a Olivia que debía permanecer en silencio y específicamente quieta ya no era el lugar para jugar. Ella como siempre, entendía todo perfectamente, movía su cabecita afirmando todo. Limpie la oficina de la señora Lucrecia, ella es la vicepresidenta de la empresa, una señora bastante especial, muy odiosa y altanera, cuando termine pase a la oficina de Presidencia, la señora Margo por otra parte era un amor de persona, siempre nos trataba muy bien. Sabía por comentarios de Sara que dejaría la empresa en manos de su Hijo Y eso nos tenía un poco inquietos a todos, nadie lo conocía, se mantenía con un perfil bajo.
Cuando entre a presidencia encontré muchos documentos en el escritorio, las luces prendidas y el ordenador también. Me pareció extraño, eso nunca había pasado, en fin, acomode a mi hija en uno de los sillones y me prepare para comenzar mi tarea, está tan concentrada en mis labor, que cuando sentí que alguien se aclaraba la garganta me sobresalte, gire rápidamente y me encontré con un hombre de aproximadamente unos 30 años, hombros anchos, brazos firmes, altísimo, piel color canela, vestido con un traje italiano a medida, se me disparo el corazón y automáticamente me sonroje. Baje mi cabeza con timidez.
- Disculpe señor, creí que no había nadie- me apresure a recoger todos mis objetos de limpieza, El solo me miraba demasiado, para mi gusto, así que cuando me disponía a salir tomando a mi hija de la mano, una profunda voz me detuvo.
- No se preocupe, continúe con su trabajo, yo solo terminaré unos documentos y me retiraré,no me molesta su presencia para nada.
cuando oí su voz, sentí como una corriente eléctrica pasaba por mi cuerpo, y es que debería ser pecado ser tan apuesto y tener esa voz que te transporta a sueños húmedos y calientes. Intenté recobrarme, aclare mi garganta y me dispuse a continuar con mi trabajo.
De vez en cuando lo miraba de reojo, y lo encontraba mirándome, me sentí bastante incómoda, luego de lo que pasó, trato de pasar desapercibida, no he tenido ninguna relación y aunque tuve algunas propuestas nunca me sentí cómoda para aceptar salir con nadie.
Iván McClare
Cuando mi madre me pidió que volviera estaba decidido a decirle que no, pero al escuchar su desesperación y sus razones, no tuve otro remedio, ella sospechaba que alguien estaba desviando fondos y comprando material de una calidad inferior , y eso no se podía permitir en Industrias CyM. La empresa de su madre, era reconocida por siempre cumplir con los estándares de calidad y diseño. Pero en los últimos dos años, las ventas bajaron, y hubo muchas quejas de que el material no era de calidad. El prestigio de la empresa y sobre todo el nombre de su familia estaba en juego. Por ese motivo tomé las riendas de esta empresa, mi madre se sentía cansada y estresada con toda esta situación.
Hoy estuve todo el el día en la oficina de mi madre, leyendo los informes de producción y de contabilidad y aunque no era obvio ahí estaba la discrepancia entre ambos informes.
Me encontraba tan concentrado, no me di cuenta de la hora, tome una pausa entre al sanitario, sumido en mis pensamientos, quien podría estar robando, solo había un puñado de personas que podrían ser los responsables y el se encargaría de encontrarlas. Estaba tan distraído que me lleve una sorpresa cuando abrí la puerta del baño vi un hermoso trasero redondo y respingon, agachado juntando los papeles de la papelera, me quedé un rato más observando la hermosa vista, luego me aclaré la garganta, y la pequeña dueña de ese monumento, se giró a toda prisa, Era una cosita preciosa, bajita aproximadamente mediría 1.55 cm, delgada con hermosas curvas que no se podían apreciar con claridad por el horrible overol que llevaba puesto. Tenia unos ojos preciosos verdes cabello negro recogido en una trenza, su piel blanca como la nieve, ella se sonrojo y bajo su mirada al piso. Se disculpó y se apresuró a recoger sus cosas, Me quedé contemplando sus movimientos que nunca repare en la niña sentada en uno de los sillones que me miraba con curiosidad.
Cuando ella ya se encontraba en la puerta de la oficina reaccione.
- No se preocupe, continúe con su trabajo, yo solo terminaré unos documentos y me retiraré,no me molesta su presencia para nada.
Tome mi lugar en detrás de mi escritorio, y simule leer lo que tenia en mi mano, la verdad es que no podía apartar mis ojos de esa hermosa joven, preguntándome cómo sería su nombre, y quien era la preciosa niña, seguramente su hermana, se veía demasiado joven, la vi todo el tiempo mientras realizaba la limpieza. Cuando vi que empezaba a recoger sus utensilios, tomé la decisión de que debía saber de ella todo lo posible. Nunca me había interesado tanto por una mujer con tan solo verla, y esta joven me tiene atontado con su belleza y sus movimientos precisos.
- Disculpa mi falta de educación-dije acercándome a ella,- mi nombre es Iván McClare.- extendí mi mano hacia ella, me miró por un segundo y rápidamente se limpió su peña mano en su horrible overol y me la tendió.
- Mucho gusto señor, Valentina Simons, para servirle. - susurro.
- Y esta hermosa niña quien es- pregunte, vi que ella miró a la pequeña se sonrojo bajo su mirada al piso y respondió
- Ella es mi hija Olivia señor, se que no debo traerla pero es la primera y única vez que pasara, no tenía con quien dejarla-se apresuró a responder. Con algo de temor en su voz.
No pude creer que sea su hija, si esta joven no parecía mayor de 18 años. Pero mirándola bien se parecían bastante, tenía miles de preguntas, pero sabía que no debía acosarla con ellas en este momento.
- No se preocupe no me molesta, se ve que es una niña muy tranquila- mire a Olivia y ella me sonrió tenía hermosos ojos, pero no como los de su madre. Quise saber un poco más sobre ellas, pero en ese momento llamaron a la puerta.
- Adelante- dije y puede ver que se trataba de otra mujer un poco mayor, que al verme ahí sólo agrandó los ojos demasiado, se disculpó y miro a Valentina.
- Disculpe señor, creí que no se encontraba, Valentina ya es hora de salir, terminaste. -dijo, la aludida se limitó a asentir con la cabeza y recoger las cosas, cuando iba saliendo se giró y se despidió.
- Mucho gusto en conocerlo señor McClare, con permiso.
Solo asentí con la cabeza y la vi salir con su hija de la mano. A toda prisa. Sumido en mis pensamientos de nuevo, recogí mi maletin y mi americana y salí hacia el elevador.
Valentina Simons
Ese hombre por Dios, afectaba mi sistema nervioso central, solo con escuchar su voz, mis piernas se me volvían gelatina, Cuando pregunto por mi hija, creí que se molestaría, no esperaba que solo me sonriera, eso hizo que casi me de un infarto por lo hermoso que era ese hombre, el tiempo parecía detenerse cuando sus ojos posaban en los míos. Nunca me había sentido así. Y era bastante desconcertante. Cuando la señora Milena, fue a buscarme no me había percatado de la hora. Y gracias a Dios me ayudó a salir del hechizo de ese hombre, que me ponía como una estúpida.
Me despedí lo más formalmente que pude y salí. A toda prisa. Ya en el elevador de servicio, La señora Milena me bombardeó a preguntas.
- Dios niña, ese es el hijo de la señora Margo? - yo solo asentí con la cabeza- está buenísimo…- solté una pequeña carcajada.
- Y la voz hace que se te bajen las bragas solas- dije y ambas soltaron una carcajada bastante fuerte. Y salimos del elevador para. Cambiarnos y salir de la empresa.
recien en la parada del autobús, mi hija dijo algo.
- Mami, ese señor es un gigante?- me miró con sus ojos llenos de curiosidad.
- No cariño, él solo es muy alto, es mi jefe.
- Tiene dientes muy bonitos-dijo mi pequeña, con toda su inocencia.
- La verdad que si, una sonrisa muy bonita, pero mami no puede volver a traerte de acuerdo. Solo fue por esta oportunidad, pero luego tendrás que quedarte con Amalia,- ella solo asintió subimos al autobús.
Han pasado varias semanas desde la vez que conocí al Señor McClare, cada día esperaba poder verlo, pero no era así. Obviamente se que él es imposible, pero eso no quiere decir que pueda privarme de la vista. Ya toda la empresa suspiraba por él, Sara me comentó que todas las empleadas querían llamar su atención pero él solo las ignoraba, llegaba y se encerraba en su oficina. Y solo salía a las juntas y a comer de vez en cuando.
Hoy cuando termine de limpiar la oficina de vicepresidencia, me acerqué a presidencia y escuche una pequeña discusión entre la señora Lucrecia y el señor McClare,
- Te dije que hay algo raro en esto, -decía el señor McClare.
- Iván cariño no tienes idea de lo que dices, toda la vida hemos comprado los mismos materiales, esto solo se trata de una campaña de la competencia para desprestigiarnos, ya hemos lidiado con eso en la antigüedad.- decía la señora Lucrecia
- No Lucrecia los números no mienten debemos investigar más a fondo
- Iván, no podemos darnos el lujo de perder a tan buenos proveedores solo por rumores sin sentido-dijo ella restándole importancia.
Sin entender de qué iba todo eso, llame a la puerta. Espere unos segundos y escuche la hermosa voz.
- Adelante- dijo, ingrese algo nerviosa, la señora Lucrecia me miró con desprecio y salió de la oficina.
- Perdón señor, solo quería saber si puedo hacer la limpieza, o puedo volver en otro momento si le molesta.- agache la cabeza, ese hombre con su mirada color whisky me ponía nerviosa.
- Adelante yo debo revisar algunos documentos más y me retiraré.
Entre con mis utensilios de limpieza y comencé a limpiar, el baño, la sala de descanso, y cuando comencé con la oficina, sentía su mirada en mi todo el tiempo, me ponía nerviosa, y me hacía sentir algo torpe estar bajo su escrutinio constante. De repente siento que se aclara la garganta.
- Cuántos años tiene usted señorita Valentina- preguntó de repente. Me tensé no esperaba que me dirigiera la palabra. Me aclaré la garganta, intente encontrar mi voz y respondí
- Emm… tengo 20 señor. - respondí
- Y… ¿está casada? - me sorprendió bastante esta pregunta, tarde un momento de contestar.
- No señor, no estoy casada ni tengo novio - respondí de una sola vez. Al mirarlo había un brillo en sus ojos, aunque no sabía bien a qué se debía.
- Y una pregunta mas y espero que no le moleste…- me miró y yo solo asentí con la cabeza- y el padre de su hija, usted fue madre bastante joven- me miró no juzgandome como el resto de las personas, sino con un verdadero interés. Me removí algo inquieta, no quería hablar sobre eso, era muy doloroso. Pero aun así creía que sería muy descortés no responder.
- El no sabe que ella existe, y si, fui madre a los 16. Yo espero que él jamás me encuentre- dije esto último en un susurro, pero estoy segura que él escuchó, por que su postura cambió, se lo veía más tenso. Sin querer que el señor McClare me pregunte más, reuní mis cosas y me despedí rápidamente algo avergonzada por haber hablado más de la cuenta.
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