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Sin mi hilo rojo

El día que lo supe

Hola me llamó Tiago y esta,es mi historia. Desdé muy pequeño sentía que algo me faltaba, algo inexistente o al menos lo consideraba de esa forma, era como sentir un hueco en lo más profundo de mi alma. No podría decir que no fuí un niño amado por mis padres, por que mentiría de una forma terrible. Cuando cumplí 7 años a veces soñaba a un chico que tendría aproximadamente unos 25 años, no se veía bien su cara pero estoy seguro de lo que me decía siempre , tú hilo rojo no existé, al menos no en esta vida. ¡Espera! ¿Cómo que no existé ? Y aún más importante ¿Qué es el hilo rojo?, de pequeño no lograba comprender la importancia de eso, ya que yo solo imaginaba un hilo cualquiera como los que mi abuela o mi madre usaban para coser. Pero al paso de los años logré entender y llegue a frustrarme de una manera increíble, ya que eso significaba que no tendría mi otra mitad, la mitad a la que era destinado desde antes de nacer. Pero como todo joven era incrédulo y pensar que un hilo rojo estaría atado a mí era un poco ilógico. Pasó el tiempo y cuando cumplí 19 empecé a soñar algo distinto, soñaba una mujer que volteaba a sonreírme, pero siempre la veía inalcanzable. Ella era muy bella, su tez era morena, sus ojos eran grandes y negros, sus pestañas lograban tocar sus cejas logrando que  parecían unirse a ellas, sus labios eran demasiado perfectos y en el lado superior izquierdo había un lunar, su cabello era castaño obscuro. Me gustaba cuando ella lo pasaba detrás de su oreja y cuando sonreía me calmaba. Pero el rasgo que más me agradaba era esa linda y dulce voz, podría decir que era la de un Ángel.l La mayoría de las ocasiones sólo sonreía, pero había otras que me daba la dicha de escucharla, ella cantaba a la distancia. Lo que puedo decir es que su canto, erizaba mi piel. Me di cuenta al poco tiempo que me había enamorado de alguien que no existía, que sólo existía en mi sueño. Durante mis años de sueños con la aparición de esa bella mujer, fui a una fiesta, obligado  por unos amigos, ahí conocí a una chica totalmente opuesta a la de mi sueño. Recuerdo su gran porte, cuando saludaba, en sus mejillas se hacían pequeños hoyuelos. Y en ese momento supe que ella sería mi primer amor, su nombre fue otorgado a la perfección el cuál significaba "Princesa" Su piel era blanca como la nieve, su cabello era rubio cenizo, sus ojos eran pequeños y verdes, tampoco existía algún lunar en su piel. Su nombre era Sara. Cuando la empecé a tratar era bastante encantadora y cautivadora, todo lo que un chico desearía, al poco tiempo decidí invitarla a salir y desde ese momento deje de soñar con aquella otra mujer.

SARA

Sara era mayor que yo, ella tenía 21 cuando la conocí. Era una mujer segura y decidida. Todo lo que ella  quería luchaba por obtenerlo y lograba conseguirlo. Era buena en la escuela y en los deportes, pero... si había algo que ella no podía hacer ¡era cocinar!. En varias ocasiones cuando visitaba su casa llegaba un peculiar olor a quemado,se podría decir  que ese era su toque. Todas las tardes  la veía y la acompañaba a su rutina de la tarde y vaya que era larga y bastante agotadora. Pasábamos de la escuela  a la escuela de música  y de ahí a su deporte. Estuvimos juntos muchos meses, nuestra rutina era siempre igual, pero era maravillosa. ¡Ella era basquetbolista y bastante buen¡ Debo decir que nunca me  consideré  una persona a la que le gustaran los deportes grupales, pero vaya que verla a ella era magnífico. Cada pase, cada esquive, y las anotaciones que ella hacia. Muchas veces la hice sonrojarse mientras  jugaba, debido a  mis porras eufóricas. Me encantaba ver como corría, como todo su cabello se  despeinaba más después de cada acción, como su uniforme color azul y oro resaltaba más ese bello andar que le caracterizaba. Memoricé cada gota de sudor que bajaba de su frente hasta su cuello, como sus mejillas se ponían de un rojo intenso, miré fijamente como mordía su labio cada vez que su pase se frustraba. La vi en el selectivo delegacional, estatal, regional y su paso por el Nacional. La ví llorar  por recibir su medalla mientras la miraba, y ella estaba ahí arriba en lo más alto del pódium. Un lugar que se merecía por su arduo trabajo diario. Cuando ella entró a selección nacional de adultos, me hice a la idea de verla sólo los fines de semana, era bastante afortunado de que la sede  de su evaluación fuera aquí en la capital. Ya que podría ver la evaluación que casi era a puerta cerrada. Uno de sus días de descanso fuimos al parque y  yo estaba acostado en su regazo. —Tiago ¿Tú crees que un día podríamos casarnos? —dijo esto mientras acariciaba mi cabello. —¡Creo que debería de pedírtelo primero¡- dije con una voz seria,  mirando al sentido opuesto a ella- contestó después un breve suspiro, seguido de una risa forzada—  ¡Olvidalo Tiago! —¡Te lo pensaba decir cuando llegarás de los centroamericanos!— Sonreí y después de  escuchar esto sonrió y me dio un beso. Eso nunca pudo pasar... Después de ir a los juegos centroamericanos y lesionarse el hombro derecho  Sara cambió. Salió de la selección nacional debido a  su lesión, parecía que no se podría curar y ella lloraba por que sabía lo que significaba, también de  la misma forma yo lo sabía. Sara había dedicado su vida al deporte y cuando logro llegar a la cima, la vida le jugó mal, su frustración creció cada día, al igual que su amargura. Sara dejo de ser la chica de la cuál me había enamorado. Gritaba cada vez que podía, rompía los platos e incluso llegó a darme puñetazos en mi pecho cada vez que la abrazaba para calmarla. No me quería separar de ella, comprendía su gran dolor. Pero un día ella de pronto desapareció, no importaba como tratara de localizarla, y aunque fuera a la casa de sus padres ellos  decían que no estaba. Estuve tratando de localizarla diariamente, y de esa forma  durante 8 meses no obtuve respuesta alguna. Una noche su papá salió, el era un hombre de aproximadamente 1.85 de estatura,debo de admitir que impactaba bastante al verlo por primera vez, pero cuando llegabas a conocerlo mejor te dabas cuenta que el carácter de Sara era debido a el. Su tez era morena clara y su cabello castaño y tenía en sus mejillas el indicativo de su gran barba. —¡Tiago buenas tardes!— dijo el señor viéndome  a los ojos. —¡Señor Buenas tardes! —dije cortésmente. —Hijo, en realidad no se como decirte esto — hizo un breve suspiro y se puso su mano en la cabeza. —¡Digame señor¡, no importa  que sea, ¡lo único que quiero saber y quiero tener  es a Sara!— dije con voz firme. —Tiago, Sara hace tiempo que se encerró en su cuarto negándose para todos —el señor hacía pequeñas pausas mientras hablaba. —¡Eso lo sé señor! y por eso estoy tratando de verla — replique lo más seguro que podía serlo. —Tiago...Sara esta en un hospital psiquiátrico — escuché su voz quebrarse- —Pero ¿C..omo?  - pregunté con mi voz entre cortada. —Sara trato de hacerse daño, afortunadamente la detuvimos, pero no era la primera vez. Se volvió muy agresiva y en varias ocasiones intento golpear a su madre. Mientras el hablaba mi mente no relacionaba como Sara podría hacer eso. —Sara entró a un momento muy depresivo y creyó que no valía nada — suspiro mientras miró mis ojos. —¿Por qué nunca me dijeron nada ? — dije molesto —Ella no quería que la vieras de esta forma, por esa razón no puedo decirte en donde está. Amenazó que el día que viera que entrabas por el hospital ella se quitaría la vida. Lamento decirte esto ahora Tiago, sólo que no podía ignorar el hecho de que tu no supieras —tras decir esto cerró la puerta lentamente y yo me quedé ahí   estupefacto y llorando en el marco de esa puerta, donde recogí a Sara tantas veces. Mientras pensaba en aquél día en el que Sara me dijo que en unos años me casará con ella.

Querido Tiago

Sara, mi dulce y amada Sara. Todo viene a mi memoria, recuerdo el dulce aroma de Sara, era entre rosas,chocolates y un café recién hecho. Cada día ella tenía la costumbre de leer el periódico y asegurarse en su horóscopo si sería un buen día, ella era demasiado supersticiosa, si esa mañana le decía que usará un color en específico ella lo usaba, llegaba tanto su superstición que en varias ocasiones me llamaba para obligarme a usar el color que mi horóscopo marcaba. Sara planeaba con detalle cada fecha especial y trataba de que todo fuera perfecto. Recuerdo cuando íbamos a celebrar 5 meses de estar saliendo, y me dio la noticia de donde sería nuestro festejo. -Tiago -me miraba dulcemente cada vez que decía mi nombre- -¿Dime Sara? - volteaba verla seriamente mientras ella se ponía los dedos índice en cada mejilla para hacer una sonrisa- -Debes de sonreir más o si no serás un viejo feo y arrugado - siempre al finalizar esa frase fruncía el ceño de una manera bastante graciosa- -Venga Sara - le contestaba soltando una carcajada- -Tiago, ya enserio recuerda que el día de mañana tienes que pasar por mi a la casa, debes de ser puntual, debes llegar a las 7:45 y tienes que ir de color morado - decía entre preocupada y felíz- -Lo sé Sara lo sé - pellizqué una de sus mejillas, lo cual la hizo decirme bastante molesta -No es gracioso Tiago, esto lleva planteándose dos meses -la mire y tenía un lindo puchero-Sara se que es un día importante y se que estás felíz por que coincide con el día de tu cumpleaños, pero todo saldrá bien debes dejar de preocuparte -Ella esbozo una sonrisa y tomó fuerte mi brazo- Ya sabes, si no llegas puntual te aventaré a un enorme charco de lodo ¿Que me regalarás? - parecía una niña que esperaba la llegada de la Navidad. -Pronto lo sabrás Sara, pronto lo sabrás - sonreí y termine besándola con todo el amor que tenía para dar- El día de nuestro aniversario llevamos a cabo el plan de Sara, íbamos de el color que ella quería y fui puntual cuando pase a recogerla. Algo que siempre me agradó de ella fue que pocas veces se maquillaba, era como si le dijera al mundo que no necesitaba ser más bella. Caminamos tomados de la mano en ese parque en el que crecían pequeñas flores moradas. Tomé una y la puse en su oído izquierdo atorando su cabello, podría decir que esa diminuta flor daba más hermosura a una cara que ya era hermosa. Tomé la pequeña y suave mano de Sara para que subiera al barco, cuando ella logro sentarse saque de mi bolsa una caja alargada. -Sara esto es tuyo, ¡Felíz cumpleaños! -abrió la caja con mucho cuidado, para encontrar un collar con un pequeño balón de basketball. Tiago - sonrió con todo su rostro y sus ojos se llenaron de ilusión- pensaste muy bien, te amo Tiago -Yo también te amo Sara- Siempre venían a mi mente esos recuerdos, un día mi madre entró a mi cuarto y me vio pensativo -Hijo - su voz sonaba extraña- -¿Todo bien mamá? - pregunté mientras volvía a la realidad lejos del recuerdo de Sara- -Te trajeron esto - extendió su mano y me entrego una carta. Querido Tiago: Me iré del país, dicen que en Cuba existe un médico que podrá ayudarme a sanar con mi brazo y ayudará a mi mente. No tengo nada que perder, no me busques más, el verte a tí me hace recordar que el entrenamiento no funcionó de nada. Lamento no poder corresponder tus sentimientos No me busques cuando tengas esta carta yo ya estaré en Cuba Gracias por tanto y siempre recordaré la primera vez que me dijiste te amo. Hasta nunca Tiago Y ahí me quedé petrificado terminando de leer la carta, sin poder comprender mis sentimientos. Y esa noche volví a soñar a aquella otra chica, como si fuera una especie de maldición

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