Domínic Länder miraba a la gente reunida en la villa y sonrió de satisfacción.

La fiesta de compromiso estaba resultando perfecta. Tal y como la había planeado.

Era una noche perfecta para una celebración. El cielo estrellado del Mediterráneo, encajaba perfecto con la suave brisa que hacia sentir el calor.

Las risas de la multitud se escuchaban aún por encima de la música.

Las botellas de champán se vaciaban una tras otra.

Domínic localizo a su padre en la silla de ruedas cerca de la entrada de la casa. El sonreía, cosa que no era habitual en él, mientras platicaba con uno de sus amigos. Desde lejos se notaba el vigor que tenía su padre.

Mientras para si, se decía que había sido una buena decisión hacer el anuncio del compromiso esa noche.

Pensando en eso, miro sin ninguna emoción como bajaba las escaleras Marión, quien atraía las miradas incluyendo las de toda la gente guapa y millonaria.

Marión era una mujer muy bella e indiscutiblemente elegante, quien llevaba con total normalidad el collar de diamantes y esmeraldas que le había regalado.

Mientras ella caminaba movía las caderas ligeramente, haciendo una sutil promesa sensual, para el hombre señalado.

Ella era la novia perfecta.

Se unió a un grupo de invitados, los cuales eran socios de negocios, simplemente, no eran tampoco ni familiares y menos amigos.

Marión sabía la importancia que tenían aquellos nuevos socios para la nueva expansión comercial de los Länder. Cosa que no eran indispensables para Domínic; nadie lo era. Pero sí eran útiles, es por eso que merecía la pena dedicarles un poco de tiempo y esfuerzo. Ella consiguió deleitar al grupo con su belleza y atención.

Tenía una mezcla de atractivo físico e inteligencia, ingenió y sensualidad, carácter y obediencia a los deseos y peticiones para Domínic.

Sería la esposa perfecta para el director general de Lander Internacional.

-- Señor Länder

Escucho la voz del jefe de seguridad que le hablaba e instantáneamente se sintió molesto. Seguramente había otro intento de intromisión de la prensa, debe ser algo serio para que se le molestará en medio de la celebración.

Su gente de seguridad llevaba semanas rechazando a los periodistas que trataban de colarse en la fiesta. Se tuvo que prohibir incluso que sobrevolaran la isla donde se encontraba la mansión, para conservar la intimidad.

-- ¿ Hay algún problema ?

Lo que vio en la expresión del jefe de seguridad fue incomodidad. Domínic de inmediato se tenso, no era habitual verlo inquieto, eso quería decir que algo no iba bien.

-- Tenemos un... imprevisto, señor.

Domínic asintió, incitando a qué le dijera algo más.

-- Ha venido una joven.

¿ Cómo lo haría ? ¿ Habría escalado el muro que rodeaba la mansión ? ¿ Habrá llegado nadando por el océano ?

Bueno, fuera como fuera, el resultado será muy grave por la osadía de tan solo haber querido entrar a un lugar privado, a juzgar por la expresión del jefe de seguridad.

-- ¿ Y ? _ contesto Dominic mirando a su guardia_

-- Exige verlo señor.

Por un momento, Dominic abrío los ojos de par en par sin poder creer lo que estaba escuchando.

No podía creer la osadía de que alguien exigiera y menos aún que su gente no hubiese sido capaz de sacar de su propiedad a una mujer por muy joven que estuviera, peor aún que fuese tan exigente.

Eso lo hizo sentir curiosidad, al gran Domínic Länder, por primera vez lo hacían sentir esa curiosidad.

-- ¿ Quién es esa joven ?

-- Se niega a decirme su nombre, señor!

Domínic alzo una ceja.

-- Y aún así me incómoda su presencia - pensó en voz alta-. ¿ No es de la prensa ?

-- Según dijo, no. No lleva nada que identifiqué que es de la prensa. Tampoco se comporta como tal.

No puso objeción ante eso, pues sabe que su gente es profesional y saben hacer su trabajo.

-- ¿ Pero...? - era obvio que había algo más. Siempre lo hay .

-- Asegura que tiene que verlo con urgencia, quiere hablar con usted a solas.

Si hiciera un espacio para todos quienes quieren hablar y verlo, Domínic nunca podría estar solo, mucho menos podría dirigir la empresa de joyas exclusivas del mundo. Pues durante generaciones, la casa Läncer se ganó la reputación de creaciones artísticas en joyería que los millonarios utilizaban a nivel internacional. Las piezas de los Läncer lucían en las élites millonarias así como en la realeza de diferentes países, claro estaba, siempre y cuando pudiesen permitírselo. Dirigir el negocio, no solo representaba un difícil trabajo, sino también mucha dedicación, inteligencia, instinto y perspicacia aunado a una fuerte firmeza casi implacable.

Controlando su impaciencia el jefe de seguridad le acercó un monitor portátil, en dónde mostraba a la joven sentada con la espalda recta.

Estaba sentada a espaldas de la cámara, por lo que Domínic pudo ver qué era delgada y con cabello rubio.

Lo que más le llamo la atención fue su postura, pareciera que estuviera alerta, más no nerviosa; su actitud era digna, casi regía.

El frucio el ceño ante tal seguridad. Lo que hacia que se hiciera una pregunta, ¿ Quién era esa mujer que se veía tan segura de si misma después de introducirse a su propiedad ?Algo en ella lo hizo dudar. ¿ A caso la conocía ? ¿ La había visto antes ? Eso no importaba, lo que importa es que no ha sido invitada a la fiesta y por consiguiente, Domínic no pensaba recibir a una desconocida.

-- Acompañala a la salida. - dijo devolviendo el monitor-. Dile que pierde el tiempo.

Pero el hombre no se movió, solo se aclaró la garganta y contesto.

-- Hay algo más, señor. Tal vez le interese hablar con ella.

-- ¿ Porque habría de interesarme ?

La incomodidad del jefe de seguridad era cada vez muy evidente.

-- Tiene el anillo, con el sello de la familia.

Domínic se quedó mudo y a la vez frío, mirando el frío rostro del jefe de seguridad, pues él llevaba suficiente tiempo en la familia para conocer el anillo familiar si lo veía.

Aunque de ser honesto hacían ya cuatro años que había desaparecido.

-- ¿ Lo tienes ? - pregunto Dominic extendiendo la mano esperando que se lo entregase, pero el hombre negó con la cabeza.

-- Lo he visto de cerca, lo lleva pendiendo del cuello en una cadena, se niega a entregármelo hasta que no hable con usted... directamente. Pude haberselo quitado mas me pareció correcto esperar y estar seguro...

Estar seguro de que? ¿ De quién es esta mujer ?

Dominic volvió a sentir una punzada por la curiosidad con tanta intensidad que empezó a inquietarse.

En su vida no podía y no debía permitirse sorpresas desagradables, no podía, pues para eso tenía un ejército el cual se encargaba de que así fuera. Pues tanto en su vida profesional como la personal tenían un plan diseñado perfecta y cuidadosamente para esas eventualidades.

Ya que cada día había objetivos, oportunidades y desafíos que tenían que ser cumplidos, pero con su habilidad, determinación y riqueza, el éxito siempre estaba garantizado.

El anillo.

Respiro profundamente, tratando de no sentir aquel remolino de sensaciones casi ocultas.

Necesitaría recuperar aquel anillo para que se pudiese pasar a las generaciones futuras, ya que ese anillo representaba a muchos de sus ancestros y que por derecho él también había heredado. Sus antepasados lo habían llevado durante las guerras, así como también en un viaje a Bizancio en busca de un favor del emperador.

Pero también había recuerdos. Recuerdos que Domínic prefería olvidar.

Recuerdos en los que por única ocasión Domínic había fracasado.

-- ¡ Vamos ! - dijo alejándose de la celebración de su compromiso-.

Enséñame a la mujer que dice tener mi anillo.

Nicole se negaba a dejarse vencer por el cansancio que se apoderaba de ella, no ahora que por fin había llegado. Enderezó los hombros , levantó la barbilla y se obligó a esperar.

Un poco más, solo un poco y todo habrá terminado. Después podría irse y descansar.

Empezó a examinar la pared que tenía delante, la silla y la mesa vacías.

Preguntándose ¿ Para qué se utilizaría esa habitación ? Pareciera que fuese una sala de interrogatorios.

Eso la hizo sentir un profundo escalofrío, cuando un recuerdo repentino se vino a la mente. La imagen de una habitación sin ventanas y pequeña, no limpia ni silenciosa. La pintura de las paredes se estaba levantando por lo que pudo mirar el rojo de los ladrillos, el suelo estaba lleno de suciedad y arena.

El olor, tan solo de recordarlo se le revolvió el estómago.

El dolor y el olor del miedo, habían penetrado aquel cuarto.

Su mente volvió al presente con determinación, ahora estaba muy lejos; hasta el otro lado del mundo. Ese cuarto ya no existía, hace mucho tiempo que se había convertido en escombros.

Pero el detalle es que los recuerdos no se pueden destruir tan fácilmente como a un edificio.

Nicole respiro profundo, casi de manera automática tocó el talismán que llevaba colgado en el cuello con una cadenita. Eso la había acompañado en los momentos más difíciles, le había echo tener esperanzas en los peores momentos de necesidad y desesperación.

Pero ya no lo necesitaba y estaba ahí, para entregárselo a su dueño.

Fue una enorme sorpresa descubrir que estaba vivo el verdadero dueño. Se quedó quieta, estupefacta, mirando esa revista, mirando la cara del hombre que no había podido dejar de pensar durante los últimos cuatro largos años. La sala de espera del aeropuerto había desaparecido, ya que lo único que podía ver claramente, eran los rasgos inconfundibles y el aire arrogante que mostraba su poder.