Su cabello negro caía sobre sus hombros y sus puntas se alzaban ligeramente cuando la brisa la alcanzaba, se enredaba y brillaba con el sol de una mañana de ensueño.
Respiro hondo y su pecho se llenó con el aroma a tierra húmeda.
Abrió los ojos con lentitud hasta que la luz del día fue tolerable.
Bajo la vista hasta sus pies desnudos.
Amaba la sensación del pasto contra su piel.
Caminaba con un cielo despejado mientras se dejaba acariciar por el viento cálido y seco.
Cierta angustia se anudaba en su pecho, aunque no sabía como llamarla.
Si se detuviera a reflexionar, tampoco sabría como llego allí, pero conocía la pequeña casa blanca a unos metros bastante bien.
Miró más allá, hacia aquel punto en el que la tierra se separa de las nubes solo por una línea recta.
Dio un paso hacia delante y luego otro.
Y otro.
Una sensación de extrañeza destelló en su interior a medida que se acercaba a un horizonte que la atraía con un poder inusual.
Pero en medio del prado, lejos de sentirse desorientada se sentía segura.
No tenía ningún apuro y el sol esperaría en alto hasta que ella decidiera lo contrario.
Hacía tiempo que el reloj había dejado de correr en aquel limbo en el que la vida la había empujado.
Estiraba sus delgados brazos hacia los costados para rozar con la punta de sus dedos las flores a su alrededor. Al tacto, la textura ligeramente rugosa era la misma de siempre.
Cada brote era más brillante que el anterior.
Con el sol de frente, un costado de su cuerpo se sentía más cálido que el otro, pero detalles como ese eran tan habituales que luego de terminar de nuevo el mismo día una y otra vez, sabía que sus palmas podrían sudar o sentir su frente fría de repente y no notaria nada raro .
Pero jamás había escuchado sonido alguno.
Hasta ese momento.
"Beep beep Beep"
El penetrante y monótono sonido se volvía más y más fuerte.
A medida que avanzaba hacia el horizonte el verde pasto, fue siendo remplazado por hierba seca que crujía bajo sus pies.
Cuanto más se adentraba en el bosque la profundidad en sus ojos negros oscurecía y su respiración se salía de control.
Cada tantos pasos alguna rama caída de las decenas de árboles que la rodeaban lastimaba su piel y todo dolía un poco más.
La briza fresca de una tarde de primaveral ahora sacudía la copa de los árboles de manera violenta.
Su nariz se llenó de olor a desinfectante.
La joven giraba sobre sus pies sin encontrar el norte.
No fue hasta que se encontró delante de un árbol de tronco grueso que se dividía en decenas de ramas que se dio cuenta de que el prado había quedado atrás.
Con el pecho subiendo y bajado de manera abrupta busco el sol en un cielo oscuro.
"Li Mei"
Fue el resto de un susurro que arrastro el viento.
Su corazón se saltó un latido y olvido respirar.
Pensándolo mejor, el horizonte no es una meta razonable, lo mejor sería dar la vuelta.
Sacudió la cabeza mientras se disponía a volver a la casa blanca, asumiendo que encontraría el camino de regreso mientras se alejara de aquel árbol.
"Sheng Li Mei"
No ver. No escuchar. No sentir. Se repitió a sí misma.
Apresuró su marcha paso a paso y corrió tratando de ignorar la voz.
Pero fue imposible huir de los recuerdos.
Sus ojos ámbares, nariz recta, mentón puntiagudo, delgados labios y esa gruesa voz.
El miedo la encontró rápido en medio del bosque.
El pánico la invadió.
Entre el eco de la sangre en sus oídos y su desesperación, algo estaba mal.
¿Podría ser que ... él estaba allí?
Cada paso dolía, pero no podía evitar correr al sentir su presencia.
El aroma a tierra mojada fue lodo cuando ella se encontró en aquel laberinto.
Resbalo y cayó por una ligera pendiente.
Todo giraba de manera violenta, su estómago dio un vuelco y quiso vomitar mientras intentaba levantarse.
Se colocó de costado pero sintió un dolor punzante en su mano y al tratar de llevarla hacia delante para examinarla, algo se lo impedía.
¿Se había atascado con algo?
Al voltear sobre su otro costado, lo primero que vio fue un par de zapatos de cuero impecables y perfectos.
Sí, era él.
La miraba desde arriba, volviéndola pequeña e insignificante.
Jamás entendía la expresión en su rostro, lo que siempre la llenaba de dudas.
El frío que emanaba del hombre ante ella había transformado un perfecto día en una horrible noche solo para encontrarla incluso en sus sueños.
Ese hombre sería una confusa encrucijada que trataría de dilucidar sin éxito incluso dos años después.
"Lily" - Pronunció con suavidad y un escalofrío recorrió la columna vertebral de Sheng Li Mei.
Ya casi era mediodía y su cuerpo parecía no querer hacerle caso.
Tras cuatro horas esperando en la sala abarrotada de gente a que fueran a recogerla, necesitaba hacer una pausa.
Se apoyó contra la pared del baño público del aeropuerto y se dejó caer despacio, amortiguando la velocidad de su descenso por la humedad de las baldosas que hacían que su piel desnuda se pegara con chirridos raros.
Cuando llego al suelo estiro sus piernas y apoyo sobre ellas la remera piqué color azul que llevaba desde que abordo al avión treinta horas atrás, necesitaba un poco de aire.
Odiaba ese baño que parecía no tener ventilación; odiaba esas baldosas que la hacían sentir aún más pegajosa y esa remera que comenzaba a darle comezón por la traspiración.
¿Desde cuándo era tan odiosa?
Sacudió la cabeza.
No, no detestaba todo eso, solo el calor, la culpa de su mal humor era de la temperatura de ese día que no dejaba que su piel respirara lo suficiente y que hacía que el aire se sintiera tan cargado que pareciera no poder entrar por la minúscula ventana del baño.
“Es un baño público ¿Las ventanas no deberían permitir una mejor ventilación? Solo unos minutos más...” – Se dijo a sí misma – “Solo unos minutos más y si no vienen, ni modo, puedo volver a tomar un avión a Estados Unidos”
Se levantó de un salto y casi vuelve al piso.
No podría pagar un vuelo de vuelta, además ese viejo no la dejaría escapar tan fácil.
Delante del espejo sobre el lavatorio descolorido se ató el cabello en una cola, pero el flequillo se escapó hacia su frente.
Abrió el grifo del agua fría y se mojó la nuca, se secó con la toalla de mano que llevaba siempre en su mochila y tras colocarse la remera salió del baño.
“Tú puedes Sheng Li Mei, solo son unos días”
No se había alejado más de unos cuatro o cinco pasos de la puerta cuando su teléfono vibro en el bolsillo trasero de sus jeans.
Al ver el número en la pantalla tubo un mal presentimiento.
Dudo unos segundos y al final contesto.
"Sheng Li Mei hasta cuando me ibas a tener esperando?", pregunto la voz del otro lado y continuo sin esperar a que ella dijera algo "vas a tener que esperar unas horas más, mamá tuvo un inconveniente en el centro comercial y se va a demorar, el chofer tiene que esperar a que ella termine".
"¿No pude el chofer venir a buscarme mientras madre soluciona su inconveniente?"
"¿Quién te crees que eres Sheng Li Mei? ¡Que te piensas que todos tienen que dejar lo que están haciendo para estar detrás de ti!"
“No, no puedo con esto” se lamentó mirando con nostalgia el baño detrás de ella, volvió unos pasos, “No, no me voy a dejar pisotear como siempre”
Inflo el pecho y giro de nuevo en busca de la salida del aeropuerto.
"¿El chofer del abuelo?"
"Argh, eres insoportable, el viejo está en la empresa, no puedo molestarlo"
"Está bien, puedo pedir un taxi, adiós"
"¡Sheng Li Mei! Te vas por dos años y te piensas que puedes volver y pasar por encima de todos, eres realmente un dolor de cabeza, ¿quieres hacerme quedar mal llegando en un taxi solo porque no eres capaz de esperar tan solo un poco más?" Sheng Li Mei caminaba de nuevo en dirección al baño
"Señorita" un niño tiro del suéter de Sheng Li Mei quien se sobresaltó "mi hermana dice que de tanto ir y venir va a gastar el piso"
Con el teléfono aun costado Sheng Li Mei forzó una sonrisa,
"¿Cuál es tu hermana?"
"La que está esperando para entrar al baño" el niño señalo a una niña de unos siete años que la miraba con expresión molesta "¿Señorita, usted ya va a terminar de salir de la entrada?"
"Todos aquí se molestan por todo tan rápido?" "Lo siento" se disculpó y salió apresurada hacia el exterior
"Sheng Bo Xia" recordó después de unos segundo, pero la llamada había sido terminada "Okay, yo también a cortar de todos modos."
Hizo una mueca mirando la pantalla de su teléfono, cuando volvió la vista al frente se encontró con un hombre al otro lado del gran salón que la miraba como si la reconociera.
Una sensación de extrañeza no le permitía apartar su propia mirada de él ¿Lo conocía? Nunca había sido buena para retener rostros, además se había ido de allí con su mente completamente en blanco tras el accidente.
El hombre dio un paso hacia ella vacilante, entre un grupo de personas uniformadas.
Sheng Li Mei retrocedió dos y giro dispuesta a alejarse.
Antes de que pudiera cruzar la salida sintió un calor sobre su hombro al momento que algo se apoyó sobre él y la apretó; ella dio un brinco en el lugar y por un segundo se olvidó de respirar al encontrarse con dos ojos marrones que parecían querer examinar los suyos.
"¡Sheng Li Mei!" Urgió la voz nuevamente elevando su tono "¡Sheng Mei!
"¿Ah?", parpadeo un par de veces mientras su mente trataba de procesar la situación.
"Shen Li Mei hace horas que te hablo y no contestas, ni que hubieras visto a un fantasma…" agrego con nerviosismo Do Ming
¿Podría ser que ese hombre fuera… él? No, el hombre de sus recuerdos era solo un fantasma, no había manera que luego de dos años lo encontrara en cuanto pusiera pie en su ciudad natal, el pasado no era tan fácil de dilucidar como una figura tan clara en pleno mediodía, entre tanta gente.
"Algo así" murmuro "es solo que apareciste de pronto y me asuste"
Si bien ella siempre había sido tan blanca como la nieve, ahora estaba realmente pálida y sus ojos no podía ocultar el temor en su mirada.
Definitivamente, no estaba bien, pero ella trataba de ocultarlo, actitudes así eran comunes en ella, pero a veces lo exasperaba. "Vamos" Do Ming dijo después de un rato "ya pasaron cuatro horas"
"Esa familia tuya es realmente complicada” pensó.
Sheng Li Mei noto la manera en que movía la cabeza de lado a lado mientras caminaba
"Volver fue una orden de mi abuela" explico "nadie más me quiere aquí".
"Tampoco es como si hubieras querido volver por tu cuenta" Do Ming aún encontraba extraña la manera en que Sheng Li Mei lloraba cuando le dijo que tenía que volver a casa
"Nadie se atreve a contradecirla, incluso si eso significa volver a boca del lobo."
Sheng Li Mei se sentía incómoda.
Dos años atrás había huido al extranjero con el cuerpo envuelto en dolor y la mente en una confusa neblina.
Después de una noche que no recordaba, aunque intentara con todas sus fuerzas, el goteo del suero había sido lo primero que noto al abrir los ojos en una habitación descolorida.
Lo segundo fue el dolor insoportable de la piel tras desgarrarse.
“Un accidente” le explicaron, “Hubo que extirpar parte del útero debido a una hemorragia interna por el impacto”
Inconscientemente, acomodo su mano cubriendo la parte baja de su abdomen mientras miraba por la ventanilla del auto que se incorporaba con dificultad a la autopista.
- Una vez me contaste que al pensar en volver, tres cosas te molestaban, pero me dijiste solo dos – Do Ming adivino sus pensamientos.
-Lo tercero – Sheng Li Mei reflexionó un momento – voces.
Do Ming significaba para ella mucho más que un amigo y sentía que le debía su vida, si no hubiera sido por él, ciertamente no podría imaginar como habría sido su suerte en un país lejano completamente sola.
Ella bajo la vista a las palmas de sus manos.
Él la había recogido de la calle y la había convertido en quien era ahora, ser honesta con él era solo una de las maneras en que trataba de demostrarle cuanto lo respetaba.
“Pero hay cosas que al contarlas temo que duelan aún más”, Sheng Li Mei le miro con una sonrisa.
Siempre sonreía.
Do Ming le acaricio la mejilla como siempre y no insistió.
- Al Nuit Shopping – le indicio al chofer -Toma un poco de agua – él esperó con la mano extendida a que ella aceptara la botella –hace mucho calor para ser otoño, ¿siempre es así aquí?
- ¿No eres de aquí tú también?
- Bueno – Do Ming se rascó la cabeza – sabes que no había vuelto en quince años.
- Lo sé – apretando los labios en una línea\, dio pequeños golpecitos en su pera con sus largos y delgados dedos- Tampoco lo recuerdo\, pero creo que no debería hacer tanto calor definitivamente.
La luz del sol caía sobre su pequeño rostro y Do Ming la observaba con suficiencia, “Es tan bella”
- Quédate así – le ordeno
Sheng Li Mei levanto ligeramente su mentón y lo miro divertida mientras él le tomaba una foto con su celular.
- Déjame verla
- ¡No! – escondió el teléfono entre sus manos contra su pecho - ¿Para qué? La vas a borrar
- Si la foto es linda no la voy a borrar
- igual, no confió en tu gusto, siempre borras las mejores fotos
- Siempre exageras -Sheng Li Mei ponía los ojos en blanco.
- Sabes que no es así ¿Esa vez que la empresa quería fotos casuales de sus artistas para la campaña “Zero Makeup”?
-¡Es que esa vez no pudiste enviar peor foto!
-¡De todos modos ya la había enviado! No tenías
que hackear la computadora del Director de Departamento
-Ni que hubiera sido la del Director ejecutivo
- Esa fue otra vez – le recordó – Sheng Li Mei\, si no fuera porque el director está interesado en ti ya nos habría despedido.
Sheng Li Mei aprovecho que Do Ming había bajado la guardia al concentrarse en sus acusaciones y se apresuró a quitarle el celular.
La foto era linda, pero justo en la esquina inferior derecha se veía su mochila
abierta y la toalla de mano asomaba.
Aunque no la habría borrado por eso, Do Ming gritándole de nuevo por cosas por las que ya la había retado antes la aturdía.
Do Ming se sintió afligido cuando ella le devolvió el celular, ya sabía que la habría borrado, no necesitaba confirmarlo.
- Era una foto muy linda – se lamentó
- Sí – lo miro consternada – pero me habías aturdido.
Do Ming la miraba atónito cuando el chofer paro el taxi.
- Eres un demonio sabías – alzando los brazos hacia el cielo dijo en tono dramático - ¿Qué hice para merecer semejante castigo?
- Fuiste avaro, querías ganar dinero a costa de mi trabajo.
- ¡Ingenuo! Fui ingenuo al creer que podríamos trabajar juntos.
-Vanidoso – el chofer del taxi los observaba discutir mientras les entregaba los dos bolsos que habían acomodado en el maletero – Trataste de engañarme con que eras el único mánager del mundo que aceptaría trabajar conmigo en América.
- Jamás te dije eso – grito con una expresión de horror
-¡Cierto! Ya recordé, fue porque tu exesposa te engañaba, por eso tropezaste conmigo y quisiste usarme.
- Pero jamás te mentí – se encogió de hombros- ahora de pronto extraño a mi exesposa, eso fue un golpe bajo – tomo los bolsos rápidamente - tu paga el taxi.
-¡Tú! – Sheng Li Mei lo perdió de vista – Aquí tiene – le entrego al chofer el dinero con una sonrisa, pero en su interior lloraba, “No puedo usar mis cuentas aun”
- Gracias – saludo el chofer
- Gracias – respondió mientras el auto se alejaba “por llevarte mi dinero”
Miro hacia donde Do Ming había desaparecido.
Si las cosas no habían cambiado demasiado en esos dos años, el resto bar en el que solía trabajar estaría aún en la segunda planta del centro comercial.
Cruzo con su mochila entre las mesas de los restaurantes y las vidrieras de las tiendas con el sol de frente y un dolor de cabeza creciente.
Los lugares que gozaban de una ubicación como la del Nuit Shopping, entre la universidad más importante de la Nación y la ruta más directa al aeropuerto, contaban con un número sorprendente de personas en el horario del almuerzo; adornado por edificios jurídicos y la central de la compañía con más sedes a solo una cuadra, había obtenido la etiqueta de uno de los centros comerciales más concurridos y exclusivos del país.
La planta baja se llenaba de estudiantes, pero el segundo piso ya era más estricto en cuanto a quienes ingresaran en las instalaciones, por eso pudieron ingresar al centro comercial sin llamar la atención a pesar de sus bolsos, pero en cuanto al segundo piso, sabía que únicamente podría mirar desde la puerta del bar a su interior.
Una leve sonrisa se formó en la comisura de sus labios. Cuando todavía deambulaba por las calles en América, había deseado tanto volver allí.
Cuando comenzó a trabajar junto a Do Ming había querido volver con cada cheque que cobraba. “Habría invitado el almuerzo a Shaiming”
Después de la muerte de su padre, había buscado trabajos de medio tiempo por toda la ciudad sin éxito.
Su respiración se hacía más lenta mientras recordaba cuando la llamaron del Nuit Shopping.
Había comenzado como una empleada de medio tiempo limpiando después de cerrar el bar y en dos semanas ya era una empleada fija que servía las mesas y los fines de semana cantaba sobre un pequeño escenario.
Unos meses más tarde el accidente sucedió y con ello, Sheng Li Mei llego a la puerta del bar.
- ¿Sheng Li Mei? – Shaiming dejaba caer una bandeja y los ojos de Sheng Li Mei se llenaban de lágrimas.
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