El cielo de la tarde brillaba y jugaba con el patio de la familia del duque Widget. El gran jardín le daba un toque pintoresco al castillo junto con la fuente que desbordaba justo en el centro, parecía a simple vista un edén en la Tierra.
Y en el gran salón se encontraba la familia del duque pasando el rato juntos. Muy pocas veces el duque paraba mucho tiempo en casa por sus continuos viajes de negocios. Por su gran desempeñó en sus empresas contenía una riqueza mayor a los normales nobles del continente. Esto hacía feliz a la duquesa pues con tanto dinero podía alabar enfrente de la sociedad los logros de su marido y la belleza de su pequeña hija.
La niña de tan sólo 5 años había sido blanco de admiración, su belleza era única y elegante. Además que a su corta edad poseía modales dignos de la realeza y una inteligencia admirable.
El aroma dulce del té de jazmín formó un ambiente amoroso. Todo aquel que los viera se dejaría engañar por la escena y es que con esa reputación pensarían que eran la familia perfecta de todo el Imperio.
En la entrada se escucho ruido y voces que atrajeron al momento la atención de la familia, era la ex duquesa que había venido. Anteriormente nunca había aparecido ahí, ni para ver a su nieta por lo que ellos se veían obligados a verla.
Bueno. Ella era una mujer ocupada.
El carruaje con tulipanes dorados avisaba la llegada de una gran mujer. Los sirvientes no podían dejar de hablar y especular la razón por la que vino. Ni bien se anunció que su carruaje estaba afuera, la familia del duque salió a recibir a su inesperada invitada.
Su relación no era la mejor por lo que tenían que hacer que hubiera un giro de 180°. Aunque era difícil ganarse el corazón frío de esa mujer que parecía matarte si fallabas en algo, al menos no debías de darle razones para serte menos. La pequeña niña que había escuchado sobre los rumores de su abuela no dejaba de temblar, Sahara Payton Widget era la mujer más influyente en Ferlia.
Su madre al ver su reacción que eran digna de dar pena cogió sus manos y las apretó para darles tranquilidad mientras caminaban. Su corazón que estaba saltando y parecía salir de su pecho se lleno del calor maternal que le lleno de confianza.
Al salir como era de esperar los sirvientes habían hecho una fila y puesto en el suelo una alfombra roja con extremos dorados, cualquiera pensaría que esperaban la llegada del Emperador pero solo se trataba de la ex duquesa que era digna de temer porque sus influencias y dominación de sus empresas no eran menos al del Emperador y además de la estrecha relación que ella tenía con la familia Imperial y demás líderes. Sahara era la hermana menor del Emperador y aunque había renunciado a su puesto como Princesa era respetada.
Los pasos llegaron a su fin y el silencio invadió el momento esperando que la mujer saliera de su carruaje.
Dentro del vehículo la ex duquesa apretaba la mano fría de una niña. Pasó unos 10 minutos para ser exactos hasta que ella se digno a salir con la niña colgada de su mano. No tenía más de 5 y sus cabellos plateados hacían recordar al del duque.
No tardó para que la atención se dirigiese hacía la pequeña niña que se encontraba junto a ella. El espacio se llenó de voces murmurando sobre la supuesta procedencia de la niña.
La pequeña soltando la mano de la mujer dio un paso hacía delante y con una brillante reverencia saludó al duque y a su familia.
Los espectadores se llenaron de asombro ante tal movimiento, la ropa que llevaba parecía a la de una plebeya, entonces era imposible que supiera de etiquetas. Al ver esto la mujer no pudo evitar soltar una pequeña risa por las miradas perdidas de sus familiares.
"Duque" atrajo la atención al instante cuando soltó por fin una palabra después de haber llegado "Es mejor que entremos" su recomendación que parecia ser más una orden por su tono se vio obligada a ser cumplida.
Durante el tiempo para entrar las dos niñas no dejaban de mirarse de reojo ambas sujetas de la mano de una mujer.
Ya en el gran salón cuando los sirvientes terminaron de servir el té y pasteles recién horneados desaparecieron para dejar a su amo hablar.
"Me alegra mucho de que hayas venido a vernos, madre. Tener el tiempo para poder conversar es gratificante" dijo para tranquilizar y empezar la conversación.
"No vine por ustedes" la fría respuesta de su madre hizo que la ahora duquesa frunciera el ceño “Vine por ella" señaló a la pequeña que trajo, estaba aún colgada de su mano y las miradas se dirigieron a la pequeña de inmediato.
Era imposible que una mujer tan importante perdiera su tiempo para venir de tan lejos por una niña insignificante.
"Ella no es una plebeya" aplastó las suposiciones de todos.
"Esta niña que traje conmigo me la encontré en unos de mis viajes de negocios, es hija de una baronesa que perdió todo, por eso se encuentra en estas deplorables condiciones pero al verla mi corazón caritativo no dudó en traerla" las palabras que eran dignas de admirar por cualquier ingenuo que no conocía su verdadera naturaleza podría haber caído en su juego de palabras pero su hijo, el duque, no las creía y mostró una cara burlona.
"Ya sé que es casi imposible de creer que una niña haya aplacado mi corazón pero solo vela, ¿no se parece mucho a ti?" hizo caer una bomba sobre en la mesa.
Las manos del duque empezaron a temblar con tales palabras firmes de su madre y la ahora duquesa noto el estado de su esposo y tomando aire como fuerzas abrió la boca algo temblorosa.
"Me alegra que usted haya recogido una niña desamparada para cuidarla, estoy segura que la hará muy feliz en su mansión".
El propósito con el que hablaba era claro, quería que se llevara a esa niña lo más antes posible con ella y no la trajera nunca más frente a ellos.
"No puedo quedarme con ella por mis continuos viajes por lo que vine con mi familia para que la cuiden por mí, será como su segunda hija", la directa petición azotó a la familia entera.
"No tenemos espacio" la excusa pobre e irreal que dio Adelaide causó algo de gracia a su abuela, que tocando sus mejillas dijo "Aprende a usar excusas más creíble pequeña"
La tensión se apoderó de la mesa convirtiendo el dulce sabor del té en lo más amargo que habían probado.
"No entiendo el por qué quiere que se quede este niña en mi casa".
"Quiero que la adoptes para ser específicos, a veces hay que ser caritativos para ganarnos un espacio en el cielo, hijo" dijo amorosamente.
"Pero adoptarla sería muy extremo, podrían pensar que es una hija ilegítima de mi marido". No pudo contenerse, el marido que ella admiraba era mandoneado por una mujer mayor.
"Obvio que los rumores saldrán de sus bocas sucias y de sus cabezas estúpidas, querida. Pero no creo que la buena reputación del duque se vea manchada sólo por adoptar a una niña indefensa” sus palabras eran una orden, obvio.
En sus días de juventud esta mujer era adorada por varios hombres por su increíble destreza en los negocios, era una arma en vez de una mujer. Y ahora igual de hermosa sin ninguna arruga no parecía una mujer de edad adulta.
“Abuela, yo no quiero una hermana” frunció el ceño tan evidentemente que parecía un insulto.
“Es mejor que te lleves bien con ella, Adelaide, no querrás que la abuela se moleste ¿no?” mostró una sonrisa asquerosamente terrorífica capaz de doblegar a cualquiera.
“Madre creo que mejor hablamos en privado, sin niños en la mesa”.
El duque le mostró su despacho privado y cerraron la puerta. No se permitió a nadie acercarse a la habitación, ni siquiera la misma duquesa podía entrar.
Mientras ellos hablaban encerrados las tres mujeres se encontraban en la mesa. La duquesa no pudo evitar lanzarle una mirada de desprecio a la desconocida, era absurdo adoptar una niña cuando ya tenían una, no, era más un estorbo para su propia hija.
“Es sólo una vil cucaracha trepadora” bebió un poco de té.
Las niñas se volvieron a mirar, tenían la misma edad y casi el mismo tamaño pero el aura que emitían ambas era distinta. Mientras que Adelaide emitía un aura elegante como su madre, Willow emitía un belleza salvaje y exótica.
“¿Cómo te llamas?” rompió el silencio Adelaide.
“Willow” le contesto con una sonrisa inocente en sus labios rojos.
Era increíble como con arapos podía sonreír de esa manera y aún así brillar.
Adelaide se llenó de incomodes por su apariencia. Quería destrozar la sonrisa de esa niña marginada que ahora venía a quitarle lo que era suyo.
La madre que leyó sus pensamientos notó sus intenciones y sonrió frágilmente cubriéndose el rostro con su abanico.
“Tranquila hija mía, esta mugrosa no podrá hacernos daño”
No pasó mucho tiempo y salieron madre e hijo, la mujer tenía una sonrisa de satisfacción en todo su rostro, era evidente que logro obligar a su hijo de adoptar a la pequeña. Era muy raro que alguien tan importante como ella hubiera exigido tanto por una niña que acababa de conocer en unos de sus viajes. Si tanto deseaba ayudar pudo haber hecho donaciones o incluso abrir una beneficencia. Era un misterio y una cólera para la duquesa tener que compartir techo con una niña callejera aún si su madre haya sido una noble, no era más que la hija de una baronesa caída.
“Bueno, los dejaré para que puedan conocerse” sonrió como si no reconociera las caras insatisfechas que dejaba atrás.
“Señora, prométeme que vendrá a visitarme, por favor” se aferró a sus vestidos con sus pequeñas manos con la voz temblorosa.
Y todos se quedaron asombrados por la estrecha relación que parecía ver entre ambas.
“Prometo visitarte cada vez que pueda pero ahora debes estar feliz de tener una familia” tocó su cabeza.
“Y lo estoy, señora. Siempre le estaré agradecida por todo lo que ha hecho por mí”
“Maldita mocosa” Le cruzó por la mente a la duquesa que presenciaba la escena.
El duque por su parte no dijo nada desde que salió de su despacho, eso hacía enfurecer más a su mujer que no paraba de morder su labio inferior por la humillación que estaba recibiendo en su propia casa.
Antes de irse Sahara dejó con su protegida una sirvienta que había elegido con anticipación, traída de su mansión, era mujer de casi 30 años que se había ganado la gracia de la mujer por lo que le encargo esta tarea.
Cuando se hubo esfumado, el ambiente se volvió más tenso que antes. El duque no le dirigió la palabra y sólo ordeno que le llevaran a su nueva habitación. La pequeña se retiró siguiendo al mayordomo de la mansión junto a su criada mientras dejaba atrás a tres siluetas que parecían haber sido devoradas por un monstruo.
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Después de haberlas escoltado las dejó solas para que pudieran acomodarse. La pequeña sin apuros recorrió la habitación fijándose en cada detalle que en ella había. Grande y pintada de un color perla y en la pared frente a la cama, exageradamente grande a sus ojos, pequeñas mariposas doradas estaban retratadas como un mural. Los muebles de madera fina y todos con el emblema del Ducado Widget grabado en ellos la cautivaron.
Mientras se mantenía tocando cada cosa, no pasó mucho tiempo y la puerta empezó a sonar, una de las sirvientas se disponía a limpiar y entregar unas ropas decentes.
“Señorita la ayudaré a darle un baño antes de que baje a cenar”
La dulce sonrisa de la niña se dibujo inmediatamente en su rostro y asintió con fragilidad.
El cuerpo delgado de la pequeña era suave como la seda y blanco como la nieve.
Zuri no se apartó de su ama en todo ese tiempo, era su misión protegerla y obedecer sus ordenes que por el momento habían sido nulas.
Ya en el salón la encantadora familia de tres intentaba fingir una sonrisa esperando la llegada de su nueva miembro.
Tal y como los cuentos de hadas la pequeña bajo de las escaleras con elegancia que como anteriormente se ganó la mirada de los espectadores, ella no era plebeya ya lo había dejado en claro la ex duquesa por lo que fácilmente podría adaptarse a la familia del duque pero ella había sido la hija de solo una pobre baronesa, por lo que era impresionante ver la elegancia que emanaba de ella aún sin haber llevado clases de etiqueta.
“Disculpe familia por hacerlos esperar” Inclinó su rostro mostrando sus refinados modales a su corta edad.
“No te preocupes Willow, toma asiento”
El duque fue el primero en tomar la palabra ya que ninguna, ni su esposa ni hija, hablaban.
“Gracias, padre”
Se apresuró a tomar asiento con ayuda de Zuri.
La cena no tuvo lugar con una conversación gustosa, nadie dijo nada por fuera sólo por dentro la elegante duquesa maldecía a su ahora hija, Willow.
Los sirvientes que estaban parados firmes contemplando la escena empezaron a dudar de la supuesta admirable reputación de la familia.
“No son capaces de darle una cálida bienvenida a su nueva hija”
“No se parecen en nada a lo que dicen de los nobles”
Los susurros llegaron a los finos y agudos oídos de la duquesa que mordió su labio inferior molesta por ser juzgada por su propia servidumbre.
“Qué se creen esos plebeyos para hablar así de mí, la duquesa” dijo para sus adentros.
Una vez acabada la cena el duque pensó que era conveniente esperar hasta mañana para empezar con los tramites de la adopción, porque como había acordado con su madre, mientras más rápido mejor. Por lo que todos se retiraron a su habitación en silencio.
El dormitorio de Adelaide y Willow estaban al frente de la otra mientras que los de los duques un poco más lejos. Por lo que se vieron las dos antes de entrar cada una a su habitación. La mirada fija de Adelaide eran como cuchillos afilados que querían penetrar el dulce rostro de su hermana.
“No eres ni un tanto discreta con tus miradas de odio, hermana” se le vino a su mente.
Ella prefería no decir nada, mientras más callada y quieta aparentará ser, más fácil sería lograr su objetivo.
Entrando a su habitación lanzó un suspiro y por el cansancio se tiró en su cama.
“Puedes retirarte Zuri, no necesito nada”
Su orden fue obedecida de inmediato por ella despareciendo en un instante.
Una vez sola desató su largo cabello que ahora estaba limpio y brillaba. Acarició por un momento su rostro en el espejo y contempló su nueva imagen que antes paraba cubierta de suciedad por su antigua forma de vida.
Desató luego sus zapatos con cuidado y se puso su camisón para dormir. Antes de volver a echarse dio un brinco en ella mientras que de sus labios salían pequeñas risas que intentaba ocultar para no llamar la atención.
Ella nunca había dormido en una cama tan suave, más bien nunca había subido a una cama. A pesar de haber dicho que era hija de una “baronesa” ella nunca tuvo comodidades desde que tuvo uso de memoria, más bien su vida siempre estuvo llena de dolor y desesperación que ahora a su corta edad se habían vuelto veneno que anhelaba liberar. En realidad ¿Era cierto qué era hija de una noble en primer lugar?
El rostro de su madre invadió su mente y se le fue de enseguida la bella escultura que había dibujado en su rostro.
“No puedo distraerme y perder mi tiempo, tengo que concentrarme para acabar con todos ellos”
Antes le era imposible poder acabar con el sufrimiento y dolor que la atacaban todos los días pero ahora, con la posición correcta que tenía podía hacer realidad su objetivo.
Cambió su rostro en un instante volviendo a su antiguo rostro sereno y cubriendo su cuerpo calló rendida al poder del cansancio.
Bueno, como les había mencionado, desde aquí empiezo a recortar y resubir los capítulos corregidos ¡Gracias por su apoyo! (^_^;)
“Buenos días señorita Willow”, la anterior criada de ayer la espero junto a Zuri afuera de su habitación.
Era aún temprano pero el Sol ya irradiaba su brillo e iluminaba la mansión entera.
“El duque antes de partir para los papeles de la adopción me encargó en mostrarle la residencia, señorita” le avisó.
“Entiendo” asintió.
Su corta palabra fue recibida con satisfacción por ella.
“Buenos días, madre, hermana”
Hizo una pequeña reverencia al entrar al comedor.
“Buenos días”
Dijo la duquesa con una sonrisa que intentaba aplacar el frío tono de su voz.
“Buenos días, hermana”
El tono alegre y dulce de Adelaide llenó la habitación de ternura. El rostro de ella era delicado y elegante como la duquesa, digno de la hija de los duques Widget.
El inesperado cambio de actitud le dio asco a Willow, pero no mostró su verdadero sentir y decidió solamente seguirle el juego.
“Después de desayunar ¿Quieres acompañarme a dar una vuelta por la mansión, hermana?”
Iluminó su rostro y ojos fingiendo gran entusiasmo.
Una pobre niña ingenua era perfecta máscara para alguien terrible con objetivos oscuros.
“¡Sí, hermana!” Sonrío y sus suaves cachetes se sonrojaron.
Ver a las dos pequeñas hablando tan tiernamente hizo retorcer de ternura los corazones de todos los testigos.
El desayuno fue alegre a comparación de la cena de anoche pero la hipocresía y el odio oculto en sus miradas eran el mismo.
Tal vez si fuera otra persona hubiera caído ante este acto tan dulce pero este no era el caso.
“Piensan que por ser niña soy ingenua, pobre gente estúpida” tocó un poco de la fruta poniéndola en su boca.
En la anterior noche la duquesa se escabulló a la habitación de su hija para hablar de la intrusa.
“¡¿Por qué, por qué aceptaron a esa niña?!¡Tú misma dijiste que yo era su única hija para que todo sea mío!”
Mostró un rostro molesto y celoso que hizo que la duquesa liberará una carcajada silenciosa.
“No fue nuestra decisión, Adelaide, tu abuela obligó a papá a adoptar a esa mocosa pero quiero que sepas que tú serás mi única hija y juntas quitaremos la mala hierba que esa mujer puso junto a rosas”
Adelaide era pequeña pero su madre la había instruido desde que pudo hablar en clases de etiqueta para lograr ser de ella una mujer elegante y respetable entre los nobles. Además acompañó sus clases con su continúa charla sobre «ser mejor que nadie» y ahora en su propia casa parecía tener a alguien que podía rebajar su nivel o amenazar su lugar.
Ella no podía permitirlo, ella era la verdadera hija de su padre y por ende la única digna heredera de los Widget.
Su madre pensaba lo mismo, no podía permitir que alguien amenazará el puesto de su única hija.
Regresando a la realidad ahora se encontraban como lo habían prometido caminando por la mansión, recorriendo cada habitación mientras la criada le explicaba sobre todo lo que tenía que saber.
Willow estaba satisfecha con la información que le proporcionaba ya que ella no sabía nada sobre la vida noble.
“La casa es muy grande” Dijo una vez que el recorrido llego a su fin.
“Debe ser porque nunca estuviste en un lugar así, hermana. El Castillo Widget fue un regalo del Primer Emperador para el Primer Duque Widget, es normal que sea así”
Todas esas palabras claramente habían sido elegidas por la duquesa.
“Sí, tienes razón, yo sólo fui una pobre niña que tuvo que aprender modales y etiquetas por si sola”
Lamento su suerte pero destacó que era más inteligente y capaz que ella, a pesar de no haber tenido las mismas oportunidades que Adelaide y así su propia bala se le fue lanzada al instante aún con más fuerza.
“Es gracioso, poder incomodar a esa niña es sumamente fácil”
Ya en su cuarto esperó con ansias que llegará su padre con noticias sobre la adopción. Eso era lo que más le preocupaba e ignoraba prefiriendo entretenerse con la actitud que habían decidido tomar su ahora madre y hermana.
El duque llegó a la hora del almuerzo con un juez para conocer y validar la adopción.
“Buenas tardes, padre, Sr. Bolton”
Adelaide fue la primera en estar en la puerta para darle la bienvenida a su padre y a la visita.
“Buenas tardes señorita Adelaide, veo que ha crecido más. Pronto será una señorita” le devolvió el saludo.
Aún ella parecía una niña pero el sólo hecho de ser hija de los duques más ricos del Imperio la volvían especial.
“Adelaide aún es una niña que aprende poco a poco” rio su madre al llegar y ponerse al lado de su hija.
“Mi hijo es mayor por dos años, espero que pronto se conozcan. No será tan especial como la señorita pero es verdaderamente ingenioso”
“Estoy segura que se llevaran bien si es que surge la oportunidad” cubrió su boca con su abanico.
Por dentro la duquesa odiaba la idea, como se atrevía un pobre juez aspirar a que su hijo se relacionara con la hija de los duques.
“Disculpen la tardanza”
Llegó el motivo por el cual habían venido.
“Buenas tardes, señorita Willow”
El juez notó la hermosa imagen de la niña que parecía toda una princesa ahora que tenía ropas elegantes. El duque también noto el gran cambio y se sintió aliviado de al menos poder contar con la esperanza de poder casarla con alguien de buena posición una vez tuviera la edad.
Sin decir más se apuraron a comenzar lo que vinieron a hacer. Después de haber terminado oficialmente los tramites la otra parte se retiró gustoso de haber compartido su tiempo con gente de tan alta gama.
“Padre” llamó Willow al duque “Padre, quisiera yo también tener clases de etiqueta como Adelaide” puso sus orejas rojas.
Ella no había llevado clases de etiqueta en su anterior estilo de vida por lo que sólo sabía unas cosas de lo que veía en los nobles caminar por la ciudad o en grandes tiendas.
“Ah, claro, te daré una lista con posibles damas con las que puedes contar” Su respuesta tardó un poco pero hizo latir de felicidad el pecho de Willow.
“No te defraudaré, padre”
Se retiró con una sonrisa satisfactoria.
“Tengo que apresurarme y aprender más rápido que mi hermana si es que quiero sobrevivir en este mundo. Tal vez no sea fácil por la base que tiene pero estoy segura que lo lograré. Hasta el momento no he notado nada extraordinario en ella, solo simples modales y su relación de sangre la destaca. ¡Yo puedo hacerlo mejor!” Peinaba su cabello con sumo cuidado.
“También tengo que protegerme de los peligros que me acechan en el futuro. Aún soy una niña pero de seguro que muchos anhelaran mi posición una vez que crezca, tengo que buscar aliados y lo más importante un fiel sirviente que jure dar su vida por mí, alguien que no tenga nada excepto cuidarme. Zuri no es la opción, ella solo obedece a mi abuela”
A pesar de ser su criada ella solo veía y adoraba a su salvadora, la ex duquesa que la sacó de las calles.
“Quizás deba hacer lo mismo que esa mujer y rescatar un perro para que lama mis pies, aunque odio usar los mismos métodos que ella” dudó.
Se encontró indecisa sobre lo que debería hacer, por un lado lo que se consideraba moral y en el otro, lo necesario para vivir y lograr su venganza. Había un pequeño hilo que le hizo dudar el resto de la tarde. Pero al final su moralidad fue aplastada por el deseo de venganza.
“Odio tener que usar a una persona ingenua pero si no es otra persona seré yo la que caiga”
Willow si que sabe como usar sus encantos de niña (*´∀`*)
Psdt: Corregir todo es tan pesado pero me sirve para recordar hechod que ya había olvidado.
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