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MI LUNA (ORIGINAL)

Sipnosis

...Andrea vive sola, cursa la universidad a lado de su amiga Luciana. Es una chica muy seria, amante de la lectura, pero también depresiva, su amiga se la pasa animandola y sacandola de su encierro. Un día normal de clases deja de ser tan normal cuando el nuevo profesor de filosofía pisa el aula....

...Él no parará hasta marcarla y presentarla ante su manada como su luna, él no parará hasta hacerla suya....

*GOTAS DE LLUVIA*

Mis zapatos se llenaron de lodo- Se queja mi acompañante. Un bufido sale de mis labios al cerrar la sombrilla.

- Tu fuiste la que me invitó a tomar un café Lucy, así que no te quejes- Mi amiga rueda los ojos y yo niego con la cabeza buscando un lugar donde sentarnos. Le señalo una mesa alojada frente al ventanal de la cafetería. Caminamos hasta ahí para tomar asiento hay muy pocas personas en el local dado que a empezado a llover, el clima cambia de la noche a la mañana.

En los meses de Junio empiezan las temporadas de lluvias y aunque amo este clima, tiende a ser demasiado tedioso cuando no tienes coche.

- Buenas tardes chicas, ¿que le puedo ofrecer?- Pregunta la mesera que ha llegado a tomar nuestros pedidos.

- Yo quiero un descafeinado y una dona de chocolate- la joven anota el pedido de mi amiga y regresa la mirada hacía mi.

- Un capuchino y unas galletas de avena estarían bien-. Asiente con la cabeza y después de decir nuestros pedidos estará listo en cinco minutos se aleja.

- No puedo creer que estemos a dos semanas de salir de vacaciones y la profesora Martínez se aya ido con un permiso a California.

- Su hija se va ha casar, era obvio que tenía que está allá, ve el lado positivo, quizá la siguiente maestra no te repruebe por decirle que su esposo se divorcio de ella dado su carácter de mierda- Me cruzo de brazos y levanto una ceja, Lucy hace una nueva y deja caer su cabeza sobre la mesa.

- Nime lo recuerdes, necesito un diez este semestre si no quiero tronar el curso.

- Como le dije, quizá la siguiente es la vencida- me encojo de hombros. En ese momento llega la chica que nos atendió y trae nuestros pedidos. La castaña le dió las gracias antes de empezar a comer.

Mi atención se centra en la ventanilla que está al frente, veo como la lluvia comienza a parar y grandes pero pocas gotas resbalan en el vidrio. Los olores a café, panecillos y tierra mojada se filtran por mi nariz, cierro los ojos y suelto un suspiro casi inaudible.

- ¿Estás bien?- los abro de vuelta solo para encontrarme con la mirada tan peculiar de Lucy, aciento con la cabeza y levanto una galleta sonriéndole.

- ¡Oh!. Casi olvido preguntarte. ¿Cómo te fue en la cita con el médico?.- Trago saliva y muerdo mi labio inferior nerviosa. En verdad no quiero hablar de ello pero Luciana es más terca que yo y no dejará de insistir.

- Pues- arrastró la palabra alargando la más de lo debido.

- Me fue bien en lo que cabe, aún debo llevar un control en los medicamentos y de más- hago un ademán restándole importancia.

- No creí que la anemia fuera tan problemática, llevas más de un mes con ella-. Me volví a encoger de hombros dándole poco interés.

Una vez terminamos los cafés pagamos la cuenta y nos retiramos del local, la lluvia ceso aunque no completamente, aún pequeñas gotitas de agua fría caían como brisa empañando mis lentes.

El camino a casa es calmado y silencioso, debe ser alrededor de las siete de la tarde, el cielo está nublado y hace ver más oscuro todo, a pesar de que el sol a esta hora aún desprende rayos iluminando las calles.

- No quiero que sea mañana. ¡¿Porque el domingo tenía que ser tan corto?!. ¿Qué tal si la siguiente profesora es una de esas horribles maestras que salen en la televisión?.

- Luciana eres muy dramática- acusé, ruedo los ojos. Cruzamos hacía la siguiente calle en la cual se aloja mi pequeña casa.

- ¿Cómo sabes si no llegará un guapísimo profesor como en las novelas de Wattpad?- Nos miramos a la cara y una estruendosa carcajada sale de nuestras gargantas.

- Sigue soñando- comenta.

- ¿Porque?, todo puede pasar- sonrió de lado.

- Si seguramente, y mucho más aquí en México.

- ¿Estás discriminando a nuestro país?- me llevo una mano al pecho y hago una seña de ofensa.

- ¡Por Dios Andrea!-. Si llegase a pasar eso ten por seguro que sería en ciudades como Nueva York, Inglaterra o Alemania. Aquí ningún Dios griego va a venir para darle clases a unas adolescentes universitarias.

- Si tienes razón, mira ya llegamos a mi casa-. Dije rápidamente para cambiar de ánimo bajan y suben de una forma indescriptible.

- Bien, nos vemos mañana, me quedaría pero mamá quiere que este presente para ver el boxeo con papá-. Asentí con la cabeza y me despedí de ella como normalmente lo hago.

Luciana vivía a dos calles más adelante de mi casa. Una vez se perdió de mi cambio de visión me dispuse a buscar mis llaves en mi bolsa, al encontrarlas las metí en la cerradura y gire está abriendo la puerta.

Entre a mi casa con seguro una vez dentro, suspiré un tanto agobiada, prendí el pequeño televisor de la mini sala en el canal de dibujos animados. Me quite la chaqueta de cuero café claro y la blusa con mangas violeta, entre al baño abriendo la llave de la ducha dejando salir el agua en espera de que está se regulará. Desprendí de mi cuello el collar que traía al igual que los aretes, dejé mis lentes sobre la tapa del retrete mientras retiraba todo rastro de maquillaje de mi rostro para después desnudarme y entrar a la ducha.

El agua tibia relajó de inmediato mi cuerpo, me me recargue en la pared cerrando los ojos y pensando. Luciana en estaría en estos momentos llegando a su casa, saludando a sus padres y compartiendo tiempo con ellos. Muy en el fondo deseaba tener ese tiempo ya había pasado.

Salí de la ducha diez minutos después, seque mi cuerpo u lo envolví en una toalla. Mi mirada queda centrada en mis brazos, en especial, en esas finas cicatrices de lecciones que la vida me dió. Cumplí diecinueve años hace unos meses, Luciana y su familia me hicieron una fiesta sorpresa, debo admitir que sin ella, yo no estaría aquí, ha sido mi fuerte, más que una amiga es una hermana para mí.

Me pongo mi pijama, la cual consiste en un short de seda negro y una blusa del mismo material con mangas hasta los codos. Tomo mi celular y voy descalza hasta el único sillón que hay frente al televisor. Reviso algunos detalles que Norma me ha mandado, ella es la encargada de una tienda de ropa en el centro, trabajo allí ayudando a las personas a encontrar cieryas prendas y organizando los conjuntos de los estantes. Ese empleo eso único que me sostiene, agradezco a la beca que pude sacar hace más de un año, pues con ella he pagado la universidad todo este tiempo.

Asisto a las clases desde las nueve de la mañana hasta la una de la tarde, Lucy y yo compartimos clases, ambas estudiamos filosofía en un programa limitado. Cuando estás terminan trabajo de una a ocho de la noche todos los días a excepción de los domingos que es mi único día libre.

Luego de ver alguno que otro programa en la TV, empiezo a leer, sin embargo la curiosidad por saber quién será nuestro nuevo hacesor en el cierre de las clases, me pone ansiosa.

La alarma de mi celular me recuerda que debo tomarme los medicamentos para la anemia, no me gusta tener que medicarme y odio las pastillas, pero es algo diario que he estado haciendo desde hace un mes cuando se presento esto.

Desde entonces uso maquillaje todos los días pues mi piel ya era pálida antes, y ahora con esto tiendo a parecer un muerto viviente.

Cuando el sueño no me permite seguir despierta, considero que es momento de ir a dormir, me salgo de mi aplicación para leer y apagó las luces dejando una lámpara encendida en el corredor. Me cepillo los dientes y recuesto en mi cama, ha lado de esta hay una ventana la cuál suelo mirar hasta que mis ojos se cierran.

*CRISTOFER CONRAD*

Me agachó debajo de la cama para sacar uno de mis tenis, debo dejar de ser tan desordenada, tengo una sección especial para zapatos en el closet y aún así tiendo a dejarlos regados regados por todos lados. Me los coloco y me aseguro de verme bien en el espejo, durante mucho tuve una batalla conmigo misma, pero eso mismo terminó ya hace un año. Traigo unos jeans negros, una camiseta blanca con el logo de un pájaro en negro y una chaqueta negra.

Tengo una estatura promedio, no soy alta ni muy baja, mi cabello es negro y ondulado hasta más abajo de los hombros, mi guardarropa consiste en ropa cómoda, casi siempre me aseguro de usar mangas. Tomo mi celular con la mochila para salir de casa.

En el momento en que abro la puerta una fría brisa me golpea en el rostro, respiro profundo el olor de la mañana cierro la puerta con llave y empiezo a caminar. Hay algunas mujeres quienes acostumbran a barrer la banqueta de su hogar por las mañanas, otras a regar las plantas o trotar.

Me pongo mis audífonos para seguir mi camino tranquila, hoy me desperté con un extraño presentimiento, como si me faltará algo y de un momento a otro lo encontrarás, es una sensación reconfortante.

Después de unos quince minutos de camino veo las instalaciones,saludo a uno que otro compañero con un buenos días y sigo hasta el aula de biología la cual será mi primera clase, después de ella sigue filosofía, por fin sabremos quien ocupará el lugar de la profesora Bertha.

Luego de recorrer los pasillos y llegar a mi casillero, saco los libros correspondientes y deposito otros. Al cerrar este pego un pequeño grito de sorpresa al ver la cara de mi amiga.

- Wow, luces terrible- Su cabello estaba despeinado, tiene pinta de no haber dormido casi nada.

- Gracias por el cumplido, anoche no pude dormir pensando en que necesito ese estúpido diez- se recarga derrotada en los casilleros y me cruzo de brazos observándola sería.

- Si hubieras estudiado en vez de ir a la fiesta de los Rodríguez nada de eso hubiese pasado- Bufa cansada y empezamos el trayecto hasta el aula doce.

- Tenían que ir, Damián estaría ahí al igual que todo su grupito, a parte déjame recordarte que yo te invité a esa fiesta.

- Claro y de haber ido estaría la misma situación.

El timbre sonó, las clases empezaron como era de costumbre, anotaciones, resumenes y cuestionarios. Sinceramente no dejaba de ver el reloj en espera de la siguiente clase, sentía una opresión muy rara en el pecho. Cuando el tiempo transcurrió fue el cambio cambio de aula, casi arrastro a Luciana para llegar rápido al salón de filosofía.

- Bien vamos a conocer a nuestra profesora, que de seguro será una mujer gorda de mal aspecto y carácter de mierda.

- ¿O quizá el Dios griego de las novelas de Wattpad?.

Volvimos a reír ante mi comentario, mis compañeros empezaron a llegar y tomar asiento, yo estaba sentada justo atrás de mi amiga a unas bancas en medio del salón. No me gusta estar en frente mucho menos hasta atrás.

- ¿Vieron al tipo que se bajó de ese auto?.

- ¿Qué estará haciendo aquí?- murmuró Amelia.

- ¿Será algún modeló para la publicidad de la universidad?.

Luciana y yo fruncimos el ceño al escuchar las preguntas de mis compañeras. Hablaban de alguien, pero dudo mucho se trate de un modelo para promover el plantel, la escuela no gastaría ni un solo centavo en ello. ¡Suena ridículo!.

Cuando la puerta del aula fue abierta todos guardamos silencio, abrí mis ojos hasta más no poder al ver quién había entrado.

- Oh... por... Dios- dijo Luciana quien me miraba sin poder creerlo. Y yo estaba más que impactada, más bien todos en el aula lo estábamos.

- Buenos días jóvenes, me presento, soy Cristopher Conrad su nuevo profesor de filosofía.

Un hombre que no podía tener más de treinta años y acento raro estaba parado justo enfrente de nosotros, era muy alto y su cuerpo atlético, dejé de respirar en el momento que nuestras miradas se encontraron. Por un mínimo instante crei ver un brillo amarillo en sus pupilas.

No dejaba de verme y todos en la clase se dieron cuenta de ello, sin quererlo mi alrededor se hizo pequeño, aquel muro que había puesto hacia mi alrededor se hizo pequeño, aquel muro que había puesto hacia el exterior hace mucho,se rompió con una sola mirada.

Luciana se dió cuenta de ello y carraspeó la garganta para volver a todos en la realidad en que vivimos. Aunque ahora dudaba que está fuese la realidad.

- Bien, pondré el nombre del tema en la pizarra, previamente se pondrán de pir u se presentarán para así conocer sus nombres.

- Dudo que pueda aprenderse los nombres de todos en una clase- Susurró Quintana.

- Joven Sebastián no debe subestimar a nadie, pues todos son capaces de todo- soltó con una enorme ligereza, impresionado a todos. Era imposible que el llegará a escucharlo.

Cuando terminó de escribir el título en la pizarra se giró y tomó una lista en sus manos.

- Hágame el favor de presentarse- Ordenó cruzándose de brazos, persona por persona, alumno por alumno se puso de pie, dijo si nombre y su edad. No obstante lograba captar sus miradas dirigidas a mí . Él ambiente era tenso podía sentirlo como quisiese decirme algo y estubiera buscando el momento preciso.

- Luciana Duran y tengo diecinueve años- terminó de presentarse Lucy. Trage saliva cuande puse de pie ví como me repaso con la mirada desde los pies hasta la cabeza.

-Mi nombre es Andrea Ramos y tengo diecinueve años- Solté lo más segura posible.

- Gracias señorita Ramos, siguiente- Me dejé caer en mi asiento u agaché la cabeza, pues sabía que si la levantaba me tocaría con esos ojos profundos, obsevandome de manera predispuesta.

Empezó a explicar su forma de evaluar y no me pareció tan complicada para ser que Luciana tendría suerte está vez.

Un gran suspiro salió de mis labios cuando sonó el timbre de salida. Inmediatamente todos se fueron puesto que seguía nuestro descanso.

Cuando guarde todas mis cosas y salí a lado de Lucy, el seguía observandome, ni siquiera disimulaba.

- ¡Aún estoy en shock, no puedo creer que ese modeló sea nuestro maestro!.

- Te dije que todo podía pasar en la vida- muerdo mi labio inferior.

- El no dejaba de verte, ¿lo conoces de algún lado? - su pregunta me tomo por sorpresa.

- No claro que no, quizá me confunde con alguien- me encogí de hombros.

- ¡Hola chicas!- Carol llegó una compañera, llegó saludando.

- Hola- respondimos al unisono.

- ¿Ya se enteraron que el nuevo profesor es británico?.

- Si es británico, ¿que está haciendo aquí?. Esto es muy raro y a la vez fabuloso.

Llegamos a la cafetería a comprar nuestros almuerzos.

- Cuando termines no olvides tomar tus medicamentos, yo tengo reunión con el equipo de basquetbol- asentí con la cabeza y me despedí de Lucy, ella y Carolina sin aficionadas al deporte, yo por mi parte prefiero alejarme de él. Me ubico en una de las mesas del final, a pesar de llevar casi dos años aquí, no he echo muchos amigos, a Luciana la conozco desde que tengo diez y a Carolina, aunque es más amiga de Lucy que mía, he convivido con ella desde que ingresé. Sin embargo no compartimos clases, su carrera se especifica en el ámbito de derecho.

Veo el emparedado que está en la mesa y no me dan muchas ganas de comerlo, pero aún así lo hago, porque mi otra yo sé quedó en el pasado aunque las consecuencias de mis actos han afectado mi presente. Una vez terminó recuerdo mis pastillas, las busco en la mochila y saco una botella de agua para tomarla. Abro el jugo de durazno que compre y vierto las vitaminas en gotas. Por alguna razón siento que alguien me observa y por instinto elevó mi cabeza hasta el frente. Dejo de respirar cuando me topo con su mirada de nuevo.

El profesor Christopher está recargado en la pared de la entrada, su mirada sigue fija en mí, pero hay algo diferente en ella, su ceño está fruncido y luce confundido.

«¡¿Dios será que es un psicópata y soy su próxima víctima?!.»

Una pequeña risa sale de mis labios a causa de mis pensamientos. Cuando veo la vista al frente ya no se encuentra ahí. Ahora la que frunce el ceño soy yo.

- Vamos Andiy, son alucines mías, esos medicamentos- negué con la cabeza y me puse de pie tomando mis cosas estaban por dar el timbre, y debía asistir a la clase de Lógica.

...Imágen de Andrea...

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