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El Camino De Las Luciérnagas

Prófuga

Alice es la hija de una importante coronel de la milicia de su país, todo marchaba bien hasta que su padre Charles desapareció un día sin dejar rastro.

Alice se sentía triste y desesperada pues ama demasiado a su padre y estaba muy apegada a él: mientras su madre la incitaba a que actuará como una princesa y le llevaba clases de etiqueta, su padre la llevaba a clases de artes marciales, cada vez que la veía con algun lindo vestido la obligaba a cambiarse por un traje de camuflaje e iban juntos a clases de tiro.

La niña tenía una habilidad innata, por lo que su padre siempre le repetía: "En este mundo eres un cazador o una presa. Tú hija mía, tienes que ser una cazadora implacable"

Gracias a esas ideas que Charles siempre le metió tenía fuertes discusiones con su madre Ginger, pues cada día la pequeña niña de ojos azules y cabellera rubia era más rebelde.

Después de medio año de la desaparición de su padre, Alice tomó la firme decisión de investigar por si misma.

No sabía mucho de su padre, solo que hace tiempo había llegado al país y se había casado con su madre mientras él era fotógrafo de naturaleza y su madre una militar.

No sabía la historia de como o en dónde se conocieron, solo que él viajaba constantemente.

Siempre se despedía de ella y le decía a dónde iría, mientras estaba de viaje le hacía algunas llamadas pero está ocasión era diferente a todas las demás, su padre se había ido sin decir cuál era su destino y tampoco le había llamado ni una sola vez.

Día tras día que Alice esperaba una llamada de su padre, pero su corazón solo se angustiaba más por no saber de él.

Su madre por el tipo de trabajo que desempeñaba no podía cuidarla tiempo completo, por lo que la inscribió en un internado de monjas, lo que enfureció a la chica. Si su padre supiera esto sin duda estaría de su parte.

La seguridad del colegio es muy estricta, ya había intentado escapar más de una vez pero nunca lo logró hasta que ideo un plan y por fin pudo salir de ese nefasto lugar pero sabía que su madre con su poder e influencias rápidamente la localizaría si no salía del país.

Cuando salió del colegio, siguió a algunas chicas que vestían de forma descuidada, cuando las vió acercarse a una calle poco poblada les dió alcance, sometió a una y obligo a la otra a seguirla a un callejón, las desnudó y se llevo lo que mejor le parecía.

Les dejo algunos euros para compensar lo robado, aunque su madre le había dado una tarjeta de crédito para emergencias no la podía ocupar, de hacerlo sería rápidamente localizada.

Lo aprendido de su padre le fue muy útil en la práctica de estar huyendo: daba paseos por el mercado, robaba alguna fruta aquí y otra allá, entraba a centros comerciales y robaba a las niñas pretenciosas. De esa forma llego a Alemania pero la alerta de su desaparición llego a toda Europa antes de lo esperado, apenas había abordado un tren.

La única información que tenía era de la cuidad natal de su padre, ahí empezaría su búsqueda pero ahora que su madre había enviado su fotografia a todos los medios de comunicación, no podría hacerlo sola.

Con el pleno conocimiento de que varios ojos estarían detrás de ella decidió ocultarse en el primer camarote que encontró abierto.

Las voces que escuchaba en el pasillo eran de adolescentes, después escucho a alguien decir que estaban de viaje escolar así que no había peligro, ese camarote seguramente pertenecia a alguno de esos estudiantes.

Si fuera de una mujer sería una gran ventaja para ella, podría usar su identidad hasta estar muy lejos. Reviso con cuidado el camarote hasta encontrar una maleta pero estaba cerrada por medio de una combinación, por lo que no supo a quién pertenecia.

Mientras revisaba el escritorio encontro una caja de chocolates que lucían deliciosos, sin dudarlo abrió la caja y en cuanto probó el primero sus ojos brillaron, eran relamente deliciosos.

La caja era muy bonita y tenía un bello listón de color dorado, en cuanto los acabo el tren hizo un movimiento, lo que ocasiono que la caja cayerá al piso, cuando la levanto descubrió un sobre.

Su curiosidad la llevo a leer la carta que tenía en su interior, pronto soltó enormes carcajadas: era una carta sumamente cursi de un chico declarando su amor.

Sin duda ese camarote era de una mujer que había recibido aquella carta y los chocolates, no se sintió mal ni culpable al ayudarla a deshacerse de ese chico tan meloso.

Tenía curiosidad por saber que clase de chica era la que despertaba esos sentimientos, espero por horas pero el sueño y el cansancio la vencieron.

Después de un rato se quedo dormida, no supo cuanto tiempo paso cuando sintió que alguien la arrullaba, en su sueño era su padre, así que se negaba a abrir los ojos.

De repente el arrullo se convirtió en fuertes sacudidas y se vió obligada a ver quien era, para su sorpresa se encontro a un guapo chico de cabello castaño y ojos azules que de forma frenética quería despertarla.

A pesar de que era atractivo su semblante era el de una persona enojada, pero Alice no hizo mucho caso.

El chico comenzo a hacerle preguntas pero ella aún se sentía adormilada, se dio cuenta que se había dormido con un chocolate en la boca y había babeado la almohada así que se limpió con el dorso de su brazo.

El chico de forma molesta preguntaba por una carta, Alice saco de sus bolsillos la carta aún no decía nada cuando el chico se abalanzo sobre ella en un intento por quitársela.

En un principio había pensado en negociar con el chico pero él no le dió la oportunidad de hablar y al ver su actitud grosera recordo las sabías palabras de su padre: "Tú no te dejes de nadie, tienes que ser fuerte. Recuérdalo, eres una cazadora"

Así qué sin dudarlo aplico la mejor de sus llaves y sometió al chico que se retorcía en el piso para liberarse.

Cada que los consejos de su padre resultaban con éxito, ella lo extrañaba más así que saco un poco de su enojo y su tristeza presionando más al chico que jadeaba para poder respirar.

En realidad no quería lastimarlo así que despues de unos minutos decidió hablar.

– Mira mocoso imbécil, me tienes que ayudar. En mis manos tengo tú ridícula carta de amor y si no me ayudas saldré y la leeré en público. No te queda de otra más que ayudarme.

Cara de vaca

Mientras el tren viajaba, el movimiento hacía que Alice presionará más su cuerpo contra el de Robert, haciendo que él se sonrojara.

– Te voy a soltar, pero tienes que obedecerme o no dudaré en decirle a todos en el vagón que estás enamorado de una chica llamada Antonella desde la escuela básica. ¿Qué dices? ¿Me vas a ayudar o salgo y digo todas tus intimidades?

Robert que estaba debajo del cuerpo de la chica en una posición incomoda no dudo en aceptar.

Ella se puso de pie y enseguida su estómago comenzó a hacer ruido, por la pelea y su metabolismo rápido tenía hambre nuevamente. Miro a Robert con una expresión triste para infundirle lástima.

– Tengo hambre, no he comida nada.

Mientras hablaba su expresión de chica ruda cambio por completo: abrió muy grande sus ojos azules, saco su labio inferior y la barbilla le comenzo a temblar como si estuviera a punto de romper en llanto.

– Tengo hambre – dijo nuevamente mientras ponía sus manos en su estómago.

Robert estaba a punto de caer en el engaño pero vió en el piso la envoltura de los chocolates que esa niña había devorado así que puso los ojos en blanco.

– ¿Cómo vas a tener hambre si devoraste una caja entera de chocolates?

– Ya estaban así cuando entré, yo no fui. Tengo mucha hambre, estoy creciendo y no lo haré si no como.

Robert chasqueo la lengua – Tsk, está bien, iré a comprar algo de comer.

La expresión de Alice cambio por completo, una enorme sonrisa sustituyo la cara triste y comenzo a hacer una lista de lo que quería, en su mayoría eran golosinas y postres.

Robert vio la lista y nego con la cabeza, estaba por salir de la habitación cuando Alice le dijo:

– Recuerda, no le digas a nadie que estoy aquí. De lo contrario no solo le diré a todos lo de tú carta, también te golpearé sin piedad.

Robert fue al vagón de comida, encontró un cesto de basura, tiro la lista y penso para si mismo: "Esta niña dice tener hambre pero solo pide golosinas y postres, de esa forma solo se dañará los dientes."

Pidió algo de carne, ensalada, pasta y solo un postre además de eso llevo otro tipo de golosinas como papas y cacahuates.

Después regreso al camarote, cuando volvió Alice estaba hojeando un libro, al verlo cargando dos bolsas supuso que era todo lo de su lista, aventó el libro y corrió a recibirlo con una amplia sonrisa dibujada en los labios.

Pero en cuanto abrió la bolsa y vio la ensalada , la coloco en el pequeño escritorio.

– ¿Qué es esa porquería? Yo no pedí eso, no lo quiero.

– Dijiste que tenías hambre, esto es comida.

– Pero yo hice una lista de que comida me gusta.

– Eso no es comida, son golosinas. Eres peor que un niño pequeño, mientras estés conmigo no vas a comer eso y menos frente a mí.

A Alice le gruño nuevamente el estómago, miro con cierto asco la ensalada que estaba en la bolsa y su mirada de rencor se clavo directo en Robert.

– ¿Me viste cara de herbívoro? ¿Tengo cara de vaca?

Alice saco la pasta y la ensalada, comenzó a comerlas a regañadientes, el sabor no era tan malo como pensaba peor tampoco era dulce y delicioso como el de las golosinas.

Después de terminar Robert abrio la otra bolsa que aún tenía en la mano, de ella saco una pequeña charola con carne y se la extendió.

– No quiero carne, no quiero eso.

Robert le dió la espalda y se acerco a la ventanilla para ver hacía afuera, el estómago de Alice aún hacia ruido y no le quedo de otra que tomar la charola con carne y también comerla.

Robert la miraba de reojo, vió que todos los contenedores de comida estaban vacíos, entonces saco de los bolsillos de su chamarra los paquetes de papas fritas y cacahuates.

El estómago de Alice ya no gruñía más pero los tomó en un rápido movimiento de manos y se los guardo en sus bolsillos. Si este chico nuevamente tenía la intención de alimentarla con verduras, ella tendría esas deliciosas golosinas para resistir.

A Robert le causo gracia ese movimiento tan rápido, penso que tal vez era una ladrona o una carterista que estaba escapando de la policía.

– ¿Cómo te llamas? – le pregunto después de un rato.

Alice estaba recostada en la cama mientras Robert estaba sentado en una silla viendo por la ventana el exterior.

Ella se acomodo y lo miro – ¿Para qué quieres saber mi nombre?

– Es lo mínimo que puedes hacer después de que te haz aprovechamos de mi hospitalidad.

Alice se incorporo y brinco de la cama como si tuviera resortes en las piernas.

– ¿¡Tú hospitalidad!? ¿¡Darme verduras es hospitalario!? Eso es abuso infantil, me pudiste asesinar. Yo no como eso.

– Esta bien, te daré un premio si me dices tú nombre, qué haces aquí y a dónde vas.

Alice dudo por un momento pero el viaje era largo y no tenía a donde ir, sería mejor que se llevará bien con este chico.

– Voy a *"Stadt der Glühwürmchen".

– Eso esta muy lejos, este tren solo va a Holanda, ¿lo sabías?

– Si, lo sé pero llegando a Holanda viajaré por carretera solamente medio día más. Mi nombre es Alice.

Los chicos estaban más relajados y comenzaron a platicar como si fueran dos adolescentes normales, ya no había miradas retadoras o de disgusto.

– ¿Por qué vas hasta allá? Ese lugar esta muy lejos.

Alice guardo silencio por un par de minutos, después un par de lágrimas rodaron por sus mejillas.

Robert la vió, esta vez no estaba fingiendo, era llanto real y sin preguntar más de la bolsa sacó el postre que llevaba, abrió el contenedor y lo acercó a Alice.

Se sintió triste al ver a la chica llorar y como ella no levanto la mirada para ver que era lo que había sacado, él se acerco y le puso el contenedor en la cara.

– Toma pequeña Alice, este es tú premio por comer tus verduras y la carne.

Alice vió el contenedor, a pesar de que no tenía apetito el pastel que Robert había puesto frente a sus ojos le recordo a su padre, lo tomó y comenzó a comerlo mientras grandes lágrimas salían de sus ojos.

Robert se sintió inquieto, ¿si ese pastel sabía mal por qué lo seguía comiendo?

Cuando ella estaba por poner un bocado más en su boca, Robert detuvo su mano.

– Si sabe mal no lo tienes que comer.

– Esta delicioso, solo que extraño a mi papá. – le dijo ella con un bocado en la boca y lágrimas aún corriendo por su rostro.

Robert no dijo nada y dejó que ella siguiera comiendo, después le arrojo una bolsa en la cual había jabón de baño, una pequeña botella de shampoo, un cepillo de dientes, pasta dental y un cepillo.

Ella lo abrió – No estoy sucia, ni huelo mal. Además traigo mi cepillo en mi mochila.

– Pues pareces una vagabunda.

Alice entrecerró los ojos – Es parte de mi disfraz.

– ¿Eres una ladrona? ¿Te está buscando la policía?

– Si me busca la policía pero no soy ladrona.

 _____________

* "Cuidad de las luciernagas" en Alemán, el país hacia el que se dirige Alice tiene fuertes influencias Europeas y Asiáticas además que que sus relaciones diplomáticas y comerciales son muy buenas debido a su posición geográfica, por lo que predominaran nombres, tradiciones e ideologías provenientes de ello.

El robo de los calzoncillos

Alice miro por la ventana y se percató que ya había oscurecido, para cambiar el tema de conversación le dijo:

– ¿Dónde vas a dormir? Ya está oscureciendo.

– ¿¡Qué!? ¡Este es mi camarote! ¿¡Tú dónde vas a dormir!?

Alice regresó a su falsa cara triste.

– Solo soy una niña, si me lanzas de este lugar me enviarás hacía muchos peligros, ¿acaso es lo qué quieres? ¿qué me pase algo?

Robert nuevamente trono la boca y penso "Tsk, esta maldita tipa realmente es una manipuladora"

Robert abrió su maleta y saco algunos artículos personales, por su parte Alice vió con mucho cuidado cual era su clave sin que él se diera cuenta.

– Voy a ver si mi amigo Cristopher me recibe en su camarote, le diré que hay un ratón o algo así. No le abras a nadie, mañana regresaré y tocaré tres veces, si no escuchas esas tres veces no abras.

Alice espero alrededor de 20 minutos, después corrió a la valija de Robert, la abrió y reviso con cuidado: encontró ropa y sus tarjetas de identificación, también un poco de dinero.

Vió un estuche al fondo de la maleta y entonces tuvo curiosidad, cuando lo abrió comenzo a morir de la risa, tanto que le dolía el estómago.

Nunca penso que ese chico a su edad siguiera creyendo en magos y magia.

También vió algo que le gusto, era una bufanda con franjas plateadas y verdes intercaladas, pensó que a Robert no le molestaría así que se la coloco.

Encontró un paquete de ropa interior nueva, saco una de las prendas y entro al baño para tomar una ducha.

Cuando estaba por salir escucho un ruido, solamente se puso la toalla alrededor del cuerpo y con sumo cuidado abrió la puerta corrediza.

Estaba a punto de saltar frente al intruso cuando vió la cara enojada de Robert.

– ¿Quién te dio permiso de hurgar mis cosas? Aún más importante, ¿cómo supiste la contraseña?

– Tengo muy buen oído.

– Eres una mentirosa, esta contraseña no emite ningún sonido.

– Esta bien, lo confieso, te espíe.

– ¿Qué es lo que querías? Estás colmando mi paciencia.

– Solamente tenía curiosidad, no me haz dicho nada de tí, no se tú nombre ni quién eres.

– Mi nombre es Robert Smith.

– Ya lo sabía.

– ... ¿Entonces por qué hurgaste mis cosas si ya sabes quién soy?

– Me enteré por hurgar tus cosas, me encontré tú pasaporte. Pero no hay que discutir, ya hay que dormirnos, anda.

Al decir ello Alice empujó a Robert hasta afuera del camarote.

– Y te dije que cerraras la puerta, ni siquiera estaba bien cerrada cualquiera pudo haber entrado. Ten más cuidado.

Alice de forma apresurada le dijo que sí, en cuanto lo echó y cerró la puerta se escuchó cuando puso el pasador desde el interior del camarote.

En cuanto estuvo a solas comenzó a ponerse la ropa del chico y una camiseta cómoda. Se tiró sobre la cama con la laptop de Robert que para su fortuna no tenía contraseña y comenzo a buscar información de la familia Smith.

Mientras la información se descargaba, Alice entro a la galería y comenzó a ver las fotografías, encontró fotos de Robert con su familia: quién parecía ser su madre, su padre, sus abuelos, unos mellizos, un niño pequeño y una adolescente que parecía payaso debido al maquillaje cargado.

A Alice le pareció que Robert tenía una familia muy bonita, sintió algo de envidia pues ella siempre quiso tener hermanos pero sus padres se negaron.

Todos eran muy parecidos a su padre, un hombre muy elegante y atractivo, sin embargo su madre también era muy bonita peor parecía muy joven para ser su verdadera madre, lo que despertó aún más su curiosidad.

Cuando por fin la información se descargo, se entero que en realidad el padre de Robert había fallecido años atrás y la mujer que aparecía en las fotos no era su madre biológica aunque en algunas fotos que vio se veía el afecto verdadero que sentía por él, pues en más de una fotografía la mujer le daba una cálida sonrisa a Robert.

No se especificaba de que había muerto Alexander Smith o su verdadera madre, creyó realmente triste ser huérfano como él.

Minutos antes había pensado había pensado que era muy afortunado y ahora cree que Robert es infeliz por lo que ha tenido que pasar, se prometió a sí misma tratarlo mejor en cuanto lo viera. Tal vez ambos estaban compartiendo la misma tristeza de haber perdido a su padre aunque ella tenía la esperanza de encontrarlo.

...****...

Al día siguiente Alice estaba tumbada en la cama aún durmiendo con las mantas en el piso, escucho que tocaban la puerta, al principio fue como si fuera muy lejos y balbuceo.

– Hoy no hay clases, déjenme dormir.

El sonido en la puerta se seguía escuchando, enojada grito:

– ¡Maldición! ¡Que hoy no hay clases, déjenme!

Desde afuera de la puerta se escucho una voz femenina.

– ¿Robert, estás con alguien?

Cuando escucho el nombre de Robert, Alice despertó y dio un salto de la cama, ya cometió un error pues no debía hablar con nadie.

Trató de hacer su voz lo más ronca que pudo y se acercó a la puerta.

– ¿Quién eres? Me duele la garganta.

Del otro lado se escucho la misma voz femenina.

– Robert, si quieres te traigo al médico del tren o algún medicamento.

– No es nada, sólo necesito descansar. Por cierto, ¿quién eres?

– Soy yo, Antonella.

Alice susurro para su misma, "Maldición, la enamorada"

– Cierto, cierto. Eres Antonella, perdón aún no despierto bien.

– Te veo más tarde en el comedor.

La chica detrás de la puerta dio un suspiro, pensó que era muy raro que la voz de Robert sonará como una voz femenina pero sí era realmente una enfermedad de la garganta tendría las cuerdas vocales lastimadas así que no le dio mucha importancia y se fue del lugar.

Alice regresó a la cama, quería seguir durmiendo pues toda la noche se paso investigando al dueño del camarote.

Después de unos minutos volvieron a tocar la puerta, está vez tenía que ser más precavida así que se levantó y se acercó a la puerta.

Con voz ronca preguntó quién era.

– Soy yo, Robert. ¿Quién más quieres qué venga aquí?

En cuanto se abrió la puerta Robert entró rápidamente, no quería ser visto en el pasillo.

Alice tenía la hermosa cabellera rubia hecha un nido de pájaros, llevaba una playera como pijama y en se alcanzaban a ver sus piernas y para la sorpresa de Robert vio su ropa interior en el trasero de esa niña.

En cuanto Alice vio el rostro enojado de Robert corrió nuevamente a la cama y se cubrió la parte baja del cuerpo.

– ¿Qué te tapas? Ya vi que estas ocupando mis calzoncillos.

– Cuando los míos estén limpios y secos, lavaré los tuyos y te los devolveré. No tienes que ser tan egoísta.

– Que asco, te los puedes quedar solo no me los devuelvas por favor. No podría usarlos.

Alice dio un suspiro de alivio y recordó la promesa que se había hecho a sí misma.

Robert también recordó que mientras estaba con Cristipher en su camarote habían visto el rostro de Alice en un noticiero, se estaba buscando el paradero de la hija de una importante coronel, entonces Robert entendió lo que quiso decir, estaba huyendo pero no de la policía sino de casa.

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