Me llamo Hiraku Winzer, y fui abandonada el 7 de Enero de 1307, en aquel entonces la señorita Suzy me recogió en la puerta del orfanato "Luna Dusky", localizado en un pequeño pueblo llamado Halli.

Soy una chica con muchos miedos, que a pesar del tiempo que ha pasado, aún no puedo entender el motivo del porque mis padres me abandonaron. ¿Acaso fui una hija no deseada? ¿Acaso fui un fracaso en sus vidas? ¿Tal vez fui un error? Cada noche miles de preguntas similares se creaban en mi cabeza haciéndome sentir muy deprimida. 

La abuela Meg era la directora del orfanato, ella era una anciana muy bondadosa y cariñosa, quien me crió afectuosamente durante 13 años, hasta que un día misteriosamente abandonó el orfanato.

Al cumplir los 15 años, la familia Winzer me adoptó, mi madre Fabiola Wen trabajaba como abogada y aunque no era una maga, era muy respetada, además era una persona muy cariñosa y carismática. Mi padre Tomás Winzer era el director del edificio de archivos mágicos, era un buen hombre, pero a veces podía notar en su cara una profunda tristeza.

Al cumplir los 17 años una pequeña hada llegó a la puerta de mi casa dejando una pequeña caja plateada, cuando mi padre tomó la caja se emocionó al mirar las iniciales que estaban grabadas en esta.

—¡Cariño, estamos muy orgullosos de ti! —exclamó mi padre cautivado mientras me abrazaba.

Sin comprender su emoción, tomé la caja y observé las iniciales grabadas "U.M.", abrí la caja y saqué de ella una carta, la cuál decía:

"Estimada Srta. Hiraku Winzer.

Por este medio le informamos que usted ha sido seleccionada para estudiar en la prestigiosa Universidad de Magyc, la mejor institución de magia. De aceptar su inscripción en la institución deberá de colocarse la pulsera que se encuentra adjunta en la tapa de la caja el día 08 de agosto a las 6:00 pm. Y deberá seguir las indicaciones que viene escritas en la caja. Una vez llegando a Blomm City uno de nuestros guías la llevará directamente a Magyc. 

Muchas felicidades y un cordial saludo.

Atte. El director de Magyc Handor Krislev".

Había sido seleccionada para asistir a la famosa Universidad de Magia, enseguida abracé a mis padres quienes también estaban emocionados.

—Hija sabía que serías elegida por alguna de las grandes Universidades —dijo mi madre alegremente.

—Estamos tan felices por ti —comentó mi padre dándome un beso en la frente.

—Daré todo mi esfuerzo para que ustedes se sientan orgullosos de mí.

—Sé que lograrás grandes cosas hija.

Sentandome en la mesa no podía evitar dejar de ver mi pequeña caja plateada. Me sentía tan feliz e impaciente porque llegara ese gran día. 

Nunca imaginé que a partir de aquel día mi vida cambiaría por completo, conocería un mundo totalmente distinto, haría grandes amistades, conocería diversas criaturas y aprendería muchas cosas más.

Pronto descubriría un gran secreto. Pero, ¿realmente sería capaz de aceptarlo? 

Me llamo Hiraku Winzer y esta es mi historia.

Preparaba mis maletas cuando me invadió la nostalgia, recordé tantos momentos que había pasado en mi pequeño pueblo. Tome mi álbum de fotos y me quedé observando una foto en especial, era justamente la primera foto que me habían tomado junto a la abuela Meg, cuando enseguida escuche una voz llamándome.

—Hiraku, Hiraku, Hiraku… —escuchaba mi nombre repetidamente.

inesperadamente observé que en la foto se habían formado unos pequeños y extraños símbolos que no conocía.

—¿Hija esta todo bien? —preguntó mi madre entrando a mi habitación. 

—Si, todo está bien —dije desviando mi vista hacia ella.

—¿Segura? —preguntó con una expresión preocupada en su rostro.

—Si —dije desconcertada al mirar que los símbolos habían desaparecido de la foto.

 —Por fin ha llegado el gran día, debes estar nerviosa.

—La verdad si, además también tengo un poco de miedo —dije mientras me sentaba en la cama.

—Te entiendo, es la primera vez que viajas sola a otro planeta, pero sé que te irá muy bien —me dijo sonriendo mientras me ayudaba a cerrar mis maletas.

—Gracias Mamá —dije recargando mi cabeza en su hombro. 

—Estamos orgullosos de ti, y siempre lo estaremos. Nunca olvides que nos tienes para apoyarte y ayudarte en lo que necesites hija —me dijo dándome un beso en la frente.

De pronto mi padre entró a la habitación con sus manos ocultas por detrás.

—Cariño estamos muy felices por ti, y ahora que estarás muy lejos de nosotros te he preparado un obsequio —me dijo mostrando sus manos y entregándome un gorro con un terrible bordado que decía 'La pequeña Winzer'. 

—Tú mismo lo bordaste, ¿cierto? —pregunté.  

—Debe de ser muy obvio —respondió entre risas.

—Muchas gracias papá —dije abrazándolo fuertemente. 

—Ya son las 6:00 p.m. hija —me dijo mi madre dándome un último abrazo. 

—¡Ánimo! —exclamó mi padre sonriendo.

Me coloque la pulsera y observe a mis padres, sabía que los extrañaría bastante. Cerré mis ojos y pronuncié 'PORTUM WIN' inmediatamente sentí como un extraño calor se apoderaba de mi cuerpo, al desaparecer la sensación abrí mis ojos y me sorprendí al ver que estaba en un lugar lleno de gente y de diversas criaturas.

—¡Sean bienvenidos nuevos estudiantes! —gritaban cuatro gigantes.

Cada gigante sostenía un cartel diferente "Universidad-Celestial", "Universidad-Alfa", "Universidad-Doplin" y "Universidad-Magyc".

Me acerque al gigante que sostenía el cartel de Magyc, quien enseguida me entregó un papel con el número 131.

—Muy bien mis pequeños magos, se encuentran en el planeta Win, como podrán darse cuenta están en Blomm City. Yo soy el guía Gomdri, a continuación les asignare un “Lagar Fénix” para que los lleve en parejas hasta Magyc, para aquellos que no los conozcan estas criaturas son inofensivas, así que no les tengan miedo. Irán pasando en orden conforme al número que les haya tocado, así que aquellos que tengan que esperar mucho pueden dejar sus maletas conmigo y explorar brevemente los alrededores —dijo Gomdri. 

Me había tocado el número 131 así que dejé mis maletas y caminé entre la multitud, hasta llegar a una exposición de arte, caminé por los pasillos admirando cada pintura. Al llegar al final de la exposición observé a un joven apuesto de cabello y ojos negros, pintando delicadamente un retrato. 

—Eres la oscuridad —dijo el joven girando su mirada hacia mí. 

—¿Disculpa? —pregunté confundida.

—Así he nombrado mi pintura, ¿te gustaría verla?

—No, gracias. Ya es tarde y tengo que irme.

—¡Es una lástima!, esta es una de mis obras más hermosas —dijo mientras la cubría con un velo blanco.

—Bueno, tal vez puedo echarle un vistazo.

—Me parece perfecto, entonces te dejaré sola para que puedas admirarla —dijo el joven alejándose.

Al destapar la pintura y mirarla, quedé muy impactada al observar que el retrato era mío. ¿Cómo es posible que aquel joven haya realizado un retrato mío con tanto detalle sin conocerme? Sintiéndome asustada, salí rápidamente del lugar y regresé con el guía.

—¡NÚMERO 131! —gritó Gomdri.

Me acerqué con el guía, observando a la enorme criatura, su cuerpo era el de un lagarto y sus puntiagudas alas rojizas las de un Fénix.

—Tranquila, los Largar Fénix son criaturas muy tranquilas —dijo Gomdri ayudándome a subir.

—Gracias —dije acariciando a la criatura. 

Al volar las alas del Lagar fénix se prendieron de un fuego intenso, quedando muy asombrada al verlas.

Al llegar a Magyc, bajé junto con mis maletas, cuando un hombre se me acercó. 

—Bienvenida a Magyc, yo soy Core el vigilante, sus maletas se quedarán aquí por el momento, le presento a la anciana San, ella la llevará con los demás alumnos.

—Hola, yo soy la anciana San, por favor sigame de este lado señorita. 

—Claro —contesté mientras la seguía. 

La anciana San me llevó hasta una enorme puerta, una vez entrando tomé asiento junto a los demás alumnos que ya se encontraban sentados esperando.

De repente desde la ventana llegó un enorme Halcón que aterrizó en el centro del salón, transformándose en un viejito.

—Sean bienvenidos nuevos estudiantes, soy Handor Krislev el director de Magyc, la Universidad más importante de magia. Para comenzar, el día de hoy los líderes de cada clan elemental los van a analizar a cada uno espiritualmente, para poder saber a que clan pertenecen. Magyc cuenta con seis clanes —:

° El clan Fuego

° El clan del Cielo

° El clan del Bosque

° El clan de la Oscuridad

° El clan del Agua

° El clan de la Fuerza

—Pasarán al frente en grupos de seis alumnos. ¡Así que Iniciemos! —dijo el director retirándose.

Subieron al escenario los primeros seis alumnos, y enseguida entraron por la puerta principal seis jóvenes con abrigos muy elegantes, al estar enfrente de los nuevos alumnos sacaron de su bolsillo unos extraños lentes, con los que observaron detenidamente a cada estudiante, terminando de analizarlos, cada líder apretaba la mano ya sea de uno o más alumnos. Al finalizar, los alumnos salían por una pequeña puerta trasera, y yo solo me preguntaba ¿En qué clan sería elegida?

Mientras esperaba mi turno un chico de piel oscura se me acercó.

—Hola me llamo Matiu Balz, y vengo del planeta Wang. ¿Y tú?

—Yo soy Hiraku Winzer y vengo del planeta Flower.

—Vaya he escuchado que ahí hay muchos Evers.

—¿Evers?

—Personas sin magia pero que pueden percibirla.

—Oh, si en mi familia nadie tiene magia, por eso se alegraron al saber que había sido seleccionada en Magyc —dije sonriendo.

—Supongo que fuiste afortunada, Magyc es muy conocida ya que aquí han estudiado los magos más famosos. Sobre todo los magos que han pertenecido al clan del cielo. Por eso la mayoría anhela ser elegido en ese clan.

—¿Es tan famoso? —pregunté sorprendida.

De pronto una chica de pelo corto y ojos cafés nos interrumpió.

—¡Si es muy famoso! Además de que se rumorea que el líder actual no sólo es muy inteligente sino que también es muy guapo.

—Me preguntó quién de aquellos chicos es el líder del clan del cielo —dije mirando a todos los líderes.

—No tengo idea, no se pueden ver bien sus rostros con aquellos lentes —respondió la chica.

—Por cierto. ¿Quién eres? —preguntó molesto Matiu.

—Soy Eliz Rodríguez y vengo del planeta Tierra.

—¡¿Qué?! ¡No sabía que hubiera personas de sangre mágica en ese planeta! —exclamó Matiu.

—¿Por qué no? —pregunté curiosa.

Antes de saber el motivo me llamaron para pasar al frente junto con otras cinco personas.

Al subir los nervios me invadieron, realmente odiaba que la gente me observará.

—¿Por qué estás tan nerviosa? —me preguntó al oído uno de los líderes.

—No lo estoy —contesté impaciente, al mismo tiempo que aquel chico apretaba mi mano, enseguida sentí como un extraño escalofrío recorría todo mi cuerpo. ¿Qué me había sucedido? 

Enseguida un pequeño duendecillo nos pidió retirarnos, al atravesar la puerta y llegar a una nueva sala, noté que se me había formado un símbolo en el brazo.