Voy en un automóvil mirando por la ventana, es muy oscuro y apenas veo los árboles al lado de la carretera.
De repente empieza a llover, soy de las personas que ama la lluvia así qué no es ningun problema para mí.
Voy con él y también parece gustarle mucho la lluvia, aunque su sonrisa luce muy lasciva, no sé si es por él hecho de qué tendremos relaciones sexuales.
He sido una chica muy estudiosa toda mi vida, mi boleta de calificaciones siempre tuvo un 10 en todas las materias, mi personalidad siempre ha sido una muy calmada y sumisa así qué no le veo algo de malo a querer divertirme.
Hace un poco de frío y enciendo la calefacción, solo estoy esperando llegar al lugar deseado lo más pronto posible.
De repente él pone música, una música muy relajada y suave, le sonrió.
Suena una de las canciones favoritas mías y me pongo a tararearla, el solo me mira muy chistosamente, no dudó en sonrojarme y dejar de tararear.
Ya han pasado como 20 minutos manejando, nos hemos alejado mucho desde el lugar de partida, me empiezo a preguntar cuando llegaremos, estoy inquieta.
Siguo viendo por la ventana más árboles, no veo ninguna luz en señal de gente habitando ese lugar, la carretera está muy sola, solo el vehículo en el qué nosotros vamos está en ella.
Supongo qué cómo vamos a tener relaciones vamos a algún lugar lejano, es mi primera vez, perderé mi virginidad, qué nervios y emoción lo qué siente mi corazón.
Él me mira mientras maneja el auto y me dice.
—¿Estas bien? —lo miró al rostro y solo asiento con la cabeza, seguro se dió cuenta de mis nervios o qué estoy temblando demasiado por el frío.
—¿falta para qué lleguemos? —le pregunto con una cara preocupada e impaciente.—Si, no te preocupes — me sonríe ligeramente y sigue conduciendo.
Miró mi teléfono celular y no hay servicio todas las barritas están bajadas, apenas y pude escribirle a mi madre, —llegaré mañana— esperó qué se envié al entrar en una zona con alguna antena, no me gusta la falsa preocupación de ella, se qué si no le reporto mi estado o ubicación me espera una cachetada al llegar a casa.
Pongo mi teléfono en un lado de mi asiento y el automóvil empieza a andar más lento.
Se acabó la gasolina me pregunto o ya llegamos, pero lo raro es qué no veo alrededor ni una casa, ni una luz, y veo qué la carretera aún sigue, entonces ¿por qué nos detenemos?.
Mi corazón empieza a darme punsaditas y empiezo a escuchar un sonido profundamente agudo, trago un nudo vacío y preguntó aún confiando en la persona qué está conmigo.
—¿por qué te detienes?—
—Es aquí— dice mientras sale del auto.
Da la vuelta y me abre la puerta, me extiende su mano y yo se la cedo.
—Iremos a una cabaña cerca de aquí—
me dice y yo solo lo siguo de la mano.
Sé qué algo anda mal, él ya no me sonríe y él auto móvil está en medio de la carretera, él y yo nos adentramos al bosque.
Mi teléfono no tenía señal, ni pila y lo deje adentro, tengo qué huir pienso mientras lo veo de espaldas.
Llevo puesto unos tenis, pantalón y una camiseta, podré huir sin ningún problema.
Aunque solo sea qué tengamos relaciones, siento en él fondo de mi corazón qué no está bien, estar en ese lugar, a esta hora, sin nadie alrededor.
—Ya no quiero hacerlo... — le suelto la mano y empiezo a retroceder.
—¿Pensé qué querías? — se da la vuelta, puedo ver en su mirada algo malévolo, ya no puedo entablar una conversación con él.
Tengo qué dejarlo y huir hacia él auto móvil, soy más delgada mi ventaja es la velocidad, Dios dame coraje.
—Vamos, Sarahi — está enojado, lo veo, recuerdo la última vez qué me llamo por mi nombre y no sonaba así de tenebroso.
—¡No quiero! — salgo corriendo por la dirección en la qué llegamos, mis piernas se mueven por si solas, mi mente no es lógica en este momento solo pienso en llegar sana y salva a la carretera con él automóvil y mi teléfono en él.
—¡Ya no escaparas! — me grita mientras escuchó sus pisadas rápidas y fuertes detrás de mi.
No, no, no, no, no.
¡Corre!... no mires atrás...
Solo corre me digo a mi misma.
No veo nada de luz. La luna apenas da rayos débiles de iluminación, solo veo árboles, arbustos, muchas piedras y ramas. Se escuchan sus gritos, buscándome, pero no puedo detenerme.
Realmente nos adentramos tanto al bosque, no lo creo... ¡Rayos! Tome la dirección equivocada. Miro unas luces a lo lejos y no dudó en sentir un alivio en mi corazón.
Estoy empapada por la lluvia y mi ropa es un desastre, no me importa, pronto llegaré con gente.
—¡Ayúdenme!— gritó mientras salgo de entre los árboles apresurada, es una cabaña supongo qué algunos campesinos viven aqui. —¡Ayúdenme! —toque desesperadamente. —¡Alguien por favor!
Llego hasta la puerta y empiezo a dar golpes fuertes contra ella.
Deben estar dormidos asumo y aumento mi tono de voz y mis golpes.
—¡Ayuda ayuda, salgan por favor, déjenme pasar, salvenme! —gritó desesperadamente pero nadie sale aún de la puerta, pero ¿por qué las luces están encendidas?.
—Te encontré... —me susurran al oído mientras lentamente me tapa la boca.
¡Me encontró!, no, no, no, no, pero sé que alguien saldrá de ahí, deberían estar, seguro estaban demasiado dormidos solo tengo qué seguir gritando.
—¡Noooooo! —gritó pataleando y forcejeando mientras mi boca está tapada.
—No sirve de nada, ya llegamos a nuestro destino —me susurra, ¡mierda!¡no puede ser! por eso estaban encendidas las luces.
Este lugar es donde se supone que me traería, y lo hizo, ya estamos aquí.
—¡No, ayuda!— sigo con las esperanzas de qué alguien me salvé.
Sus brazos me están apretando y no puedo moverme.
Mientras me agarra con sus manos, empuja la puerta bruscamente con una de sus piernas y la abre, en él interior no se ve absolutamente nada, solo se ven una mesa vieja, unas luces en mal estado y un sillón un poco empolvado.
—¡ayúdenme, suéltame! —vamos Sarahi, aún tengo una vida que vivir, me motivo. Desesperada le muerdo la mano con furia haciendo que me sulte unos 3 segundos, sin duda lo enoje más.
Trato de correr o tan siquiera alejarme lo suficiente.
Me jala del cabello hacia él, y me obliga a verle la cara, estoy asustada. El sonríe como si estuviera satisfecho con verme así de aterrada.
Forcejeo mucho, pero me golpea en mi abdomen con su rodilla. Una sensación de ardor se esparció por todos mis órganos.
Me... Me... me siento débil.
Mi visión se vuelve distorsionada y siento que me desmayo.
No... Ayuda...
Regresemos en el tiempo ahora, y como me llevaron los hechos hasta ese punto de mi historia.
Soy Sarahi Vásquez, tengo 16 años, nací en el año 2003, soy una chica muy aplicada, tranquila, aislada y amante de los lugares solitarios, tranquilos y pacíficos en donde se siente una gran cantidad de paz alrededor.
Mi madre es madre soltera, ella ha tenido qué criarme durante todos estos años completamente sola, ha de ser duro me imagino.
Hoy es mi primer día de mi segundo año de carrera, voy a un colegio público ya qué no podemos costearnos uno de prestigio.
Siempre he sido consiente de nuestra situación económica, gracias a mis esfuerzos en los estudios me he ganado incontables becas. Es bueno ¿no?.
Pero no todo es color de rosas, mi madre sufre de alcoholismo, de todo el dinero qué he generado con mi duró trabajo, la mayor parte ha sido para botellas de alcohol, lo demás es para comida y renta.
Nuestra casa no está tan mal, digo, nosotras vivimos con mi abuela. Ella es jubilada y con eso pagamos renta.
Me dirijo a la escuela, un nuevo año, algunos nuevos compañeros esperan, terminó de arreglarme, siento qué esté año traerá nuevas cosas.
Mi uniforme me queda tallado este año, ¿acaso cambio mi cuerpo?, no importa, se qué tener un buen cuerpo llama la atención de todos y eso no es lo qué quiero, mejor me lo cubro con sudaderas.
Bajo las gradas hacia la cocina y ahí está mi madre, con su cara no tan contenta, sé lo qué me dirá.
Cada año me lo repite y me lo recuerda.
—Sarahi esperó este año buenas calificaciones— me entrega la comida de mala gana, mejor no debería darme de comer.
—Si madre, no te preocupes— la miró de la misma forma qué ella me ve, con desprecio.
—No te atrevas a perder la beca, en cuanto salgas de tú colegio te diriges a trabajar y de vuelta aquí, ¿entendido?—
Ahí está de nuevo, controlando cada movimiento qué hago.
—La presionas demasiado— llega mi abuela, es muy señora pero aún es consciente de lo qué la rodea. Ella es mi escudo y mi espada la amo con todo el corazón.
—Buenos días, abuela— le doy un beso en la mejilla, ella es como mi madre, aún viviendo en la misma casa mi madre no me ha dado el cariño suficiente, ni el apoyo y mucho menos un elogio, ella solo le interesa el dinero qué le puedo generar por eso es mejor mi abuela.
—Mamá, ella tiene qué esforzarse en sus estudios, sin distracciones—
—Si abuela mejor me voy, si no llegaré tarde—
—Esta bien Sara, ve con cuidado— mi abuela me entrega mi mochila y me despide con un abrazo.
—Si, gracias abuela—
—Espero las mismas notas esté año—
Mi madre lo dice desde la cocina con un tono de voz amenazante y seco.
—Claro...—
Me dirijo hacia la parada de bus, como cada año, pienso solamente en qué mis compañeros de clase me buscarán para qué les haga favores.
Mientras voy en el autobús me siento yo sola nadie se detiene a charlar conmigo, digo, tampoco quiero eso, así que me pongo los audífonos a todo volumen y solo miro por la ventana.
Al llegar al colegio no me detengo a esperar a mis amigos, no tengo, una simple conocida me saluda de vez en cuando pero al parecer hoy no está, ella era mi vecina, éramos mejores amigas, pero como siempre las cosas cambian, y las personas también.
Llegó al aula de clases y todos mis compañeros hacen de idea qué no existo en sus mundos, no encajo, simplemente soy una en el monto.
Me siento en mi pupitre y espero a qué lleguen los maestros.
—Sarahi, hola— es Sofia la qué se me acerca a "saludarme", ella tiene una doble personalidad se nota desde lejos.
—Hola Sofía— simplemente le contestó por cortesía y ni la miró a la cara.
—Hoy es un nuevo año sabes lo qué significa— malisiosamente, ya sé a lo qué se refiere, todos los años desde octavo me ha obligado a qué le ayude en las materias, yo me llevo uno de sus cuadernos y le ayudo con sus notas.
—Lo siento, Sofia hoy tengo qué trabajar— a ella le cambio la cara al escucharlo, supongo qué me avecina algo malo, mejor empiezo a cambiar de tema.
—Ya empezará la clase hablamos en el receso— le digo sonriente.
—Ah, está bien Sara en la salida— sé qué algo malo sucederá cuando me llama Sara es por qué la puse de mal humor, ella es una persona qué te sonríe y te trata super bien en un momento pero al otro es una chica rebelde qué se aprovecha de tus debilidades.
Ella se fue a su pupitre llegó la maestra tutora y nos dio el horario, durante las clases siguientes podía sentir su mirada amenazante atravesar mi cabeza.
En el receso solo fui a la cafetería y me compré un refresco y unas galletas, no me da mucho apetito, en especial con Sofía detrás de mí.
Voy caminado hacia el aula de clases, no miró a nadie a la cara, pero alguien me detiene, lo sé porqué mire sus pies alfrente mío, elevó la cabeza para ver quién es, ¡Sofia! qué quiere de mí ahora me pregunto.
No está sola, está con sus cuatro amigas al par, Dulce, Melani, Rosa, y la chica que mencione antes mi ex mejor amiga Lizzy.
Sofia se ve muy confiada, su rostro lo demuestra, no me doy cuenta cuando ya me ha tirado una malteada de fresa encima, el líquido corre desde mi cabello hasta mis hombros y mancha mi sudadera, ven por qué camino sudaderas.
—Lo siento, supongo qué no podremos hablar ahora mismo, mejor ve al baño a limpiar la pequeña mancha— pone una cara de preocupación falsa y me señala el baño.
Las demás sólo se ríen mientras qué Lizzy solo desvía la cara para no verme.
—Es-esta bien Sofía— le sonrió y me voy corriendo hacia el baño, sin mirar a ninguna a la cara, espero no me sigan.
Llegó al baño y lo cierro lo mejor posible para qué nadie pueda entrar y verme.
No puedo poner queja a los maestros, las chicas me ganan en número y no hay testigos de lo sucedido.
Sorpresivamente escuchó qué alguien abre con fuerza la puerta pero yo la dejé cerrada quién será me pregunto, serán las chicas me pregunto, ¿me harán algo peor?.
La puerta se abrió me estoy lavando la cara y me he quitado la sudadera.
Tengo qué irme lo más rápidamente qué me sea posible.
Solamente escucho la voz de alguien familiar.
—Sarahi, ¿te encuentras bien?— es la voz de Lizzy se me acerca y me ayuda a limpiarme.
—Gracias, si estoy bien— le digo con una sonrisa, aunque mi reputación se haya ido por el caño enfrente de las cinco.
—No debiste decirle qué no a Sofía— ella cambia su mirada, se ve qué quiere qué me mantenga al margen y qué sea alguien dominable.
—¿A eso vienes?—
—Claro, además te traje un regalito—
Noto fácilmente su mano con unas libretas, realmente pensé que estaba preocupada por mi, pero me equivoque.
—Son los cuardernos de las chicas y mio— me los empuja al pecho.—Si no fuera por mí, te hubiese pasado algo peor— se da la vuelta y se va.
Simplemente tengo qué hacerles la tarea, no va a ser un problema, si hago la mía de ahí sacaré para la de ellas.
Siento qué soy una inútil, las estúpidas no pueden hacer nada por su cuenta, encambio yo he sido bendecida con la inteligencia, pero eso de qué me sirve si todos saben aprovecharse de ello.
No pierdo el tiempo y vuelvo a mí aula de clases, asustada por lo que me hubiera hecho Sofía, Dulce, Melani, y Rosa, Lizzy solo observa sin hacer nada.
Realmente mi debilidad es muy notable, no puedo decirle a mi madre ella solo me ignoraria y me diría qué los estudios son primero y qué siga adelante.
Mi abuela es demasiado señora si le pongo queja como esto seguro solo agitaria su débil corazón.
Durante la clase aún puedo sentir los ojos de amenaza de las chicas, todas faltaron las horas antes del receso por eso solo Sofía me habló, pero ahorita están todas presentes, no me dejan siquiera hacer un movimiento.
Suena la campana de salida, me apresuró a guardar todo incluido los libros de las chicas en mi mochila, llegaré tarde a la tienda si no me apresuró.
Afortunadamente logró pasar la puerta del aula primera y me voy con paso rápido hacia la salida.
Estoy a unos metros de irme cuando siento un obstáculo a mi detrás, alguien me jala del cabello.
—!Ah!— digo dolorosamente.
—No hemos terminado, tu dijiste qué hablaríamos a la salida— la voz de Sofía suena muy mala y lasciva.
—Mi cabello— le digo en forma de súplica para qué lo suelte.
—Para mañana queremos esos cuadernos llenos—
—Si-si Sofía, mañana estarán llenos—
—Sofia, se nos hace tarde— dice Melani mientras le agarra la mano que tiene mi mechón de pelo.
—Si, se nos hará tardé para la fiesta— Lizzy le insiste, ¿con qué una fiesta?, yo nunca he ido a una, supongo qué todo eso va en contra de lo qué mi madre querría para mí.
Sofia me suelta el cabello y siento un gran alivio, pero noto unos cuantos cabellos caer al suelo, !maldición! me lo arrancó.
No importa lo importante es qué estoy bien, aparte de mi cabello largo siendo arrancado, me apresuró a irme y me detiene Lizzy.
—Me debes las gracias, Sarahi— me agarra del hombro —yo te salve de nuevo, me debes el favor así qué no lo olvides—
—Lizzy no es necesario lo tendré en mente— solo le quitó su asquerosa mano de mi hombro por qué su hipócresia me enferma, y le devuelvo la falsa sonrisa.
Esta vez sí me fui de ese lugar muy rápido, lo bueno es qué mi trabajo queda en el mismo carril qué el del colegio así qué solo debo caminar.
Andar sola para mí no ha sido gran problema, sola nací sola me quedó es lo qué repetidas veces me decia para combatir con él dolor qué normalmente me enfrento.
Llegó a mi trabajo y me cambió de ropa, mencionó qué trabajo en un supermercado, es un poco grande y afortunadamente me aceptaron por falta de personal, soy una adolescente así qué no me pagan el salario mínimo, solo la mitad, creó qué es justo yo solo voy medio tiempo, salgo a las 6:00pm de la tarde, a esa hora no es tan oscuro y no es tan temprano, no me quejo.
Ya estoy cambiada y me meto a mí cubículo para recibir a los clientes, manejar la máquina y las cuentas no es problema ya qué soy una estudiante becada.
Miró entrar a alguien, se ve un poco raro lleva un suéter y lleva el gorro puesto, no se ve su rostro parece un ladrón, pero no debo presipitarme, él cubículo tiene un botón de emergencia cerca de donde se encuentran las personas de servicio, si veo qué saca algún tipo de arma ¡lo presionare!.
Agarra algunas cosas, no lo veo claramente, camina lento, mira los alrededores, será realmente un criminal me pregunto.
Solo ruego a qué no sé acerqué a mí cubículo si no a otro, hay diez cubículos y yo me veo muy joven así que la mayoría de personas no pasan donde mi.
Mis nervios están muy altos, lo miro avanzar con sus cosas y se dirige a mí cubículo, que mala suerte la mía, ¡siempre el universo me hace malas pasadas!.
Se me acerca no lo veo a la cara, pone las cosas donde se pasan para ser registradas, por lo qué medio vi solo eran huevos, leche, cereal, dentífrico, 3 cepillos de dientes, jabón, etc.
Todas las cosas apuntan a ser de casa, se estará mudando a la ciudad asumo y seguro no tienen las cosas básicas.
Las registro una por una, siguo sin verlo a la cara, solo veo sus manos qué están metidas en las bolsas de su sueter.
Terminó de registrar todo y miró la computadora el precio, digo nerviosamente el precio, solo quiero qué pagué de una vez y se vaya rápido.
Saca una de sus manos de su bolsa y veo qué no saca nada de dinero, me empiezo a acelerar, veo qué la acerca a mí cara, levantó la mirada para verle la cara detalladamente.
¡¿Que me hará?! pienso fuertemente mientras qué mi cuerpo tiembla desde mis piernas hasta mi manos y mis labios.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play