...Capitulo I...
De ante mano, me gustaría advertirles que esta no es una historia de amor, aunque me enamore y no una, sino varias veces, esos amores no fueron románticos, ni comunes, así que si aún así, deseas continuar con la lectura: " BIENVENIDOS".
Alguna vez se han preguntado, ¿Qué harían para sobrevivir?, ¿Hasta dónde llegarían?, ¿Cuanto soportarían?, ¿Qué estarían dispuestos a hacer?, pero sobre todo y la mejor pregunta es, ¿Cómo vivirías después de haber muerto?.
Créanme que estas preguntas nunca pasaron por mi mente, hasta que me tocó experimentar y conocer las peores facetas de los seres humanos.
Muchas veces decimos que un ser humano que es cruel, se comporta como un animal, pero la verdad es, que la experiencia me ha demostrado que no hay nada, ni nadie, más cruel que el ser humano. Por algo hemos acabado con miles de especies.
Pero bueno, eso es otro tema del que no escribiré aquí, para que puedan entender mi historia y entrar en contexto de la situación, comenzaré presentándome:
Mi nombre es Selena Rodríguez, mi madre me puso ese nombre porque era fans de Selena Quintanilla, no sé si la han escuchado, es una cantante estadounidense de origen mexicano que cantaba cumbia.
En aquel tiempo la mujer estaba en la cúspide de su fama y cuando la asesinaron, mi madre como estaba embarazada decidió ponerme su nombre, yo nací el mismo año de su muerte, creo que nuestras vidas están llenas de desgracias Selena.
Bueno, sigamos con el relato, yo nací en Venezuela, actualmente tengo 30 años, pero mi infierno comenzó a los 17 años de edad.
Mi familia siempre fue económicamente estable, vivíamos en una zona llanera llamada Barinas, mi padre era dueño de varias hectáreas, poseiamos ganado, siembras, casa, auto, negocios, entre otras cosas.
Ustedes preguntarán el porqué les cuento todo esto, pues la razón, es que aunque no lo crean, las posesiones son parte importante de nuestras vidas, es la muestra de logros, trabajo, dedicación, perseverancia y entre otras cosas.
Ahora imaginen, trabajar por años y años, para que de un día a otro, de la noche a la mañana, te lo arrebaten todo, seguro se sentirían horrible, ¿cierto?.
Eso fue lo que pasó con mi familia y fue esa misma situación, la que me llevó a mí, a vivir en el EDÉN. Tranquilos, ya pronto ustedes también lo conocerán.
En Venezuela la situación política no es muy agradable y lamentablemente, las personas de estatus económico medio alto o alto, no son del agrado del presidente y aunque no lo crean, él tiene la potestad de expropiar lo que quiera, cuando digo expropiar, me refiero a quitar, arrebatar, robar con autorización, en este caso lo que fue robado, fueron nuestras tierras y demás posesiones, dejándonos completamente en la ruina.
Muchas personas dirán que es imposible, que no es aceptable y que es ilegal, y en cierta forma tienen razón, no es aceptable, pero si es legal, o por lo menos en Venezuela lo es, hay ciertas cosas que legalmente son aceptables, pero moralmente no lo son.
Es algo así como en la segunda guerra mundial, Hitler asesinaba judíos y era legal, pero moralmente no era aceptable hacerlo, más o menos, esa era nuestra situación.
Luego de perderlo todo, mi familia quedó devastada, nos mudamos a otro estado junto a mis abuelos maternos, en aquel tiempo, eran muy pocas las personas que salían del país, mi madre tenía una hermana en Trinidad y Tobago, por lo que a mi padre le ofrecieron un trabajo allá.
Yo acababa de terminar la secundaria y debía empezar la universidad, pero en el estado en el que se encontraba mi familia, decidí pedirle a mi padre que me llevara con él, mi madre no quería dejarme ir, pero yo insistí, ahora en estos momentos de mi vida, es donde entiendo cuando muchas personas dicen que hay que hacerle caso a los padres, si te dicen que no, es mejor seguir sus órdenes, creo que tienen un instinto paternal y no saben como me arrepentí, de no haber seguido el de mi madre.
Mi padre iba a comprar un pasaje para irse en avión a Trinidad y Tobago, pero como yo rogué para irme con él, con el dinero del pasaje de avión, decidió comprar dos boletos para irnos en ferry, ahora que lo pienso, es otro consejo que tengo para ustedes, si tienen planes, no lo cambien en último minuto, diría mi abuela, cambiar los planes a última hora, es de mala suerte, yo no creía en eso hasta ahora.
Volviendo al tema del viaje, el día esperado llegó y yo estaba muy emocionada, me emocionaba conocer otro país, nuevas personas, otra cultura, siempre fui fanática de viajar y era muy buena en idiomas, de mi familia, fui la única que aprendió ingles fácilmente, esa fue una de las razones por la que mi madre se convenció en dejarme ir con mi padre, él no hablaba mucho Inglés, solo lo básico, sin embargo; yo lo manejaba a la perfección, a los 11 años de edad, comencé a realizar cursos para aprenderlo.
Mi sueño siempre fue estudiar en el extranjero, en aquel tiempo mis padres tenían la posibilidad de pagarme los estudios en otro país, pero luego de que las cosas cambiaron; tuve que cambiar de planes, no obstante; cuando se dio la oportunidad de viajar a Trinidad y Tobago, pensé en que Dios me estaba dando una señal, podía trabajar y estudiar al mismo tiempo, reunir algún dinero y luego irme a estudiar a otro país, el saber Inglés me abría muchas puertas, tanto laborales como académicas y a mí siempre me encantó estudiar.
Lo que yo no sabía, es que el saber ese idioma, no me iba a ayudar a encontrar un trabajo, sino que me iba a salvar la vida.
Cuando mi padre y yo abordamos el ferry, mi madre y mis dos hermanos, uno de 5 años y el otro de 10 años, se quedaron llorando desconsoladamente, esas despedidas son muy difíciles, ya que no sabes cuánto tiempo te tomará volver a reencontrarte con tu familia, porque por más planes que tengas, una cosa son tus planes y otra cosa son los planes que te depara el destino, a veces él te sonríe y te trae cosas muy maravillosas, pero otras veces te da un golpe en la cara, para que no te queden ganas de seguir viviendo, sin embargo; el salir o no de las adversidades solo depende de ti, ya sabrás el porqué te lo digo.
Todo en el ferry iba perfectamente bien, el barco estaba limpio, tenía buenos asientos y a pesar de que habían bastantes personas, todos estábamos cómodos, también pude notar que habían más hombres que mujeres, aunque no los conté, se notaba a simple vista, entre las mujeres, se podría decir que habían 10 adolescentes y 5 niñas, las demás, eran mayores de 25 años, yo calculó que habían como unas 30, ¿qué como sé esto?, pues, más adelante le daré la respuesta.
Yo siempre fui muy extrovertida y pronto comencé a hablar con una de las chicas que se encontraba en el ferry, teníamos muchas cosas en común, como me sentía aburrida dentro del barco, le pedí permiso a mi padre para ir afuera a ver el mar y seguir charlando con mi nueva amiga, mi padre accedió ya que estaba cerca, de igual manera, el que estuviera adentro o afuera, no iba a cambiar nada de lo que iba a suceder en pocos minutos.
Mi nueva amiga se llamaba Flor, teníamos hasta la misma edad, hicimos química desde que nos vimos, no obstante; jamás pensé, que ella marcaría un antes y un después en mi vida.
Flor y yo estábamos bromeando en la popa cuando vimos dos barcos aproximándose, la verdad, yo me imaginé cualquier cosa, menos lo que iba a pasar a continuación.
Flor me pregunta intrigada, — ¿Qué serán esos barcos?—.
A lo que yo respondo — No lo sé—. En verdad, no tenía ni la más minima remota idea, hasta que escuché gritos que provenían del interior del ferry, mi amiga y yo nos miramos sorprendidas y asustadas, solo éramos unas niñas, nos quedamos congeladas en el mismo lugar.
—Ustedes dos, venga para aca—. Eso fue lo único que escuché y cuando vi al hombre, me di cuenta que estaba armado, por inercia volteó a ver a Flor y ella también me estaba mirando asustada, yo le traduzco lo que dice el hombre ya que ella no sabía hablar inglés y la agarro de la mano para que se mueva, estoy segura que si ella se quedaba ahí parada, la hubieran matado, aunque pensándolo bien y por más cruel que parezca, creo que eso habría sido mejor.
Cuando entramos, nos dimos cuenta que habían más hombres armados, yo vi alrededor de 20 hombres, sin contar los dos barcos que se acercaban por la popa, que también eran de ellos.
Ahora les respondo la pregunta anterior, ¿saben como sé cuántas mujeres habían?.
Cuando Flor y yo entramos, los hombres armados comenzaron a dividir a las mujeres en grupos, niñas, adolescentes y mayores de 25 años, a los hombres también los dividieron igual, yo solo podía ver a mi papá con mucho miedo, nunca en mi vida había estado tan asustada, mi corazón latía a mil por minuto.
—Creo que son piratas—. Escuché el susurró de una de las mujeres que estaba a mi lado, por su voz, se notaba que también estaba aterrada.
Aunque yo había escuchado de los piratas, nunca me imaginé que iba a tener una experiencia de esas en mi vida, los únicos pirata que conocía era al de piratas del Caribe y Peter pan, obviamente estos piratas no eran igual de amigables que los nombrados anteriormente.
Lo primero que hicieron los delincuentes del mar, fue pasar los cargamentos a los barcos que ellos traían, por un momento y en mi dulce inocencia, pensé, que luego de desvalijar el ferry nos dejarían ir, pero obviamente eso no fue así, resulta que todo en ese barco, era mercancía importante, incluyendonos a nosotros.
Los niños, fueron los primeros que se llevaron, en lo que empezaron a caminar, los padres de los pequeños se desesperaron, comenzaron a gritar y correr en busca de sus hijos, los niños también gritaban y lloraban, pero para esos hombres, nosotros no éramos humanos, éramos simplemente mercancía, por lo que, cuando los padres comenzaron con el alboroto, los piratas empezaron a disparar, en cuestiones de segundos, ya habían 4 personas muertas, tres mujeres y un hombre.
Al ver la escena yo comencé a llorar, nunca en mi vida me imaginé, presenciar semejante cosa, sin embargo; eso no era nada, en comparación con lo que se me avecinaba.
Luego de llevarse a los niños, vinieron por nosotras, yo miré a mi padre con ojos suplicantes y él me devolvió la mirada sin decir nada, sin embargo; antes de cruzar la puerta mi papá se abalanzó sobre uno de los piratas y empezó a forcejear con él para quitarle el arma, al ver lo que estaba pasando, otro de los rehenes se unió a mi padre para ayudarlo, no obstante; eran dos personas, en contra de más de 20 hombres armados.
Varios disparos se escucharon en el lugar y yo solo pude ver como el cuerpo de mi padre descendía lleno de sangre, no sé si era por el shock, pero en ese instante, todo por mi mente pasó en cámara lenta y por un momento se me olvido con quien estaba y de todo lo que esos hombres eran capaces.
Salí corriendo gritando y llorando, pero antes de llegar hacia donde él estaba, uno de los piratas me tomó por el cabello y me regresó con las otras mujeres, nunca se me olvidará lo que me dijo — Vas a agradecer que se haya muerto aquí—. Esas fueron sus palabras exactas, las recuerdo como si fuera ayer y aunque no lo crean, ese desgraciado tenía razón, nunca había agradecido tanto algo en mi vida, como el que mi padre hubiera muerto ese día.
...Capítulo II...
Los piratas, nos llevaron a uno de sus barcos, en donde habían más hombres armados, nos ingresaron en cabinas por grupos, de la misma forma en que nos sacaron, (niñas, adolescentes y mayores de 25 años).
Flor estaba muy asustada y no paraba de llorar, yo también lo estaba, pero luego de presenciar la muerte de mi padre, quedé en shock, caminaba y hacía todo lo que ellos me pedían en modo automático, como si mi espíritu, hubiera abandonado mi cuerpo.
Nos obligaron a sentarnos en el suelo, flexionando nuestras rodillas y apoyando la cara en ellas, dos hombres armados nos custodiaban y solo nos daban agua y arroz, para ir al baño, teníamos que hacer en cubetas, delante de las demás personas, obviamente en ese tiempo, nadie supo lo que era, darse una ducha.
¿Se imaginan tener que hacer sus necesidades delante de otras personas?, es humillante, pero era la única manera que teníamos de sobrevivir, seguir todas las órdenes, sin rechistar, esa era la única carta que podíamos jugar, para poder seguir respirando.
La verdad, no se cuantos días pasaron, ya que en la cabina donde estábamos, todo estaba cubierto y no entraba ni un Rayo de sol, pero de lo que estoy segura, es que fueron más de dos días.
En ese tiempo que nos tuvieron en cautiverio, mi mente solo divagaba, ¿Qué estará pensado mi madre?, ¿estará preocupada?, ¿cómo reaccionará cuando se entere de la muerte de mi padre?, ¿pensará que yo también estoy muerta?, ¿soportará la pérdida de los dos?.
Esas preguntas rondaron por mi mente un buen tiempo, pero aún corría sangre por mis venas y tenía que hacer todo lo posible para salir de ahí con vida.
Es en esos momentos, en donde te das cuenta de cuánto aprecias tu vida y cuán importante es tu familia para ti, solo cuando te ves al borde de la muerte es que comienzas a valorar la vida.
El barco se detuvo por un tiempo y varios hombres nos sacaron de la cabina, yo pensé que habíamos llegado a tierra firme y en mi mente me di aliento, en lo que viera una oportunidad, debía escapar, eso era en lo único que pensaba.
Sin embargo; para mi decepción, aún estábamos en medio del océano, solo salimos, porque nos trasbordaron a otro barco.
Al pisar el tercer barco, nos dimos cuenta que habían más mujeres adentro y ya los piratas que nos habían asaltado, no estaban con nosotras, ahora eran otras personas, lo peor de todo, es que estos hombres estaban doblemente armados y tenían más seguridad.
A todas las mujeres nos llevaron a darnos una ducha, nunca antes en mi vida había disfrutado tanto de una ducha, en esos momentos es cuando te das cuenta, que solo extrañas las cosas y la disfrutas, cuando éstas, están ausentes.
Me llamarán loca, pero mientras me duchaba recordé la canción de: — Passenger - Let her go—.
"Solo necesitas la luz cuando se está consumiendo, solo echas de menos el sol cuando empieza a nevar, solo sabes que la quieres cuando la dejas marchar.
Solo sabes que has estado bien (alto, en una buena racha), cuando te sientes de bajón, Solo odias la carretera cuando echas de menos tu casa, solo sabes que la quieres cuando la dejas marchar y la dejas marchar".
Creo que esa canción describía a la perfección lo que yo estaba sintiendo y experimentando en ese momento, " Extrañaba darme un buen baño, solo porque tenía días sin hacerlo, extrañaba a mi familia, porque no sabía si la volvería a ver, me aferraba a la vida, solo porque sabía que estaba en peligro".
La ducha terminó y nos llevaron a una sala gigante, en ese lugar, todas usaban batas blancas y habían tres médicos y dos enfermeras, cuando vi lo que estaba frente a mí, mi cuerpo se estremeció, obviamente al ver médicos, pensé lo peor, ' Nos van a matar, venderán nuestros órganos', eso era lo que pasaba por mi mente en ese instante.
Pero lo que yo no sabia, es que éramos más útiles, viva que muertas, estando con vida, haríamos más dinero para ellos.
En el lugar habían 10 camillas y íbamos pasando de diez en diez, el médico me realizó un examen de sangre y luego comenzó a revisar todo mi cuerpo, primero me mando a quitarme la bata Blanca, yo obviamente no quería hacerlo y por instinto me abrace a mi misma, uno de los hombres armados se acercó y me dijo en Inglés. —Haz lo que te dicen—.
Como yo aún estaba sorprendida, no reaccioné a sus palabras y me quedé parada inmóvil, a lo que él volvió a hablar pero esta vez en español.
—Quítate la bata y acuéstate en la camilla—. Lo más seguro, era que pensaba que yo no entendía lo que me decían.
Cuando lo escuché hablar en español, fue que caí en cuenta de lo que me estaba diciendo, así que, hice lo que me dijo y me quité la bata, automáticamente quedé completamente desnuda delante de todos, aunque yo no era la única, las chicas en las otras camillas, estaban igual.
El médico me dijo que me acostara en la camilla, esta vez, el doctor también habló en español, luego de acostarme, comenzó a revisar todo mi cuerpo y a anotar en un cuaderno, yo no tenía ni la remota idea de lo que estaba haciendo.
Lo peor y lo más vergonzoso, fue tener que abrir mis piernas para que revisara mis partes íntimas, aunque estaba acostada y no lo podía ver, sentía como me tocaba la vagina, nunca nadie lo había hecho aparte de mí, yo nunca había estado con un hombre en mi vida, mis lágrimas comenzaron a rodar por mi mejilla, volteé mi rostro y vi como a Flor le estaban haciendo lo mismo.
Pude notar como el doctor le pasaba un hisopo por su vagina, por lo que supuse, que a mi también me estaban haciendo lo mismo, cuando vi la cara de Flor, me di cuenta que ella estaba llorando igual que yo.
Lo que ambas no sabíamos en ese momento, era que esas lágrimas, no eran nada en comparación con lo que iba a suceder después.
Al terminar la revisión, nos llevaron a otra cabina, en ese lugar a todas nos vistieron con short y playera blanca, las mujeres eran diferentes, ya no estaba con solo adolescentes, estaba con niñas, mujeres mayores de 25, aunque de esta edad no habían muchas, la mayoría eran niñas y adolescentes, mi único consuelo, era que por lo menos Flor estaba conmigo, era una cara conocida.
Flor no paraba de llorar y me susurró al oído. —Creo que nos van a prostituir—.
Yo solo me quedé callada, no era que yo no lo sospechara, eran obvias las señales, pero no me atrevía a decirlo, en mi mente solo estaba la idea de conseguir la primera oportunidad para huir.
La incertidumbre, el temor y el desespero que se sienten en ese tipo de situaciones, es una de las cosas más espantosas que pude experimentar, no obstante; en ese momento yo solo estaba en pañales, el verdadero infierno aún no había llegado.
Muchas veces durante el cautiverio pensé, en como sería si pudiera regresar el tiempo y no insistir en ir con mi papá a Trinidad y Tobago, mi padre se hubiera ido en avión y en esos momentos estaría trabajando, yo por otro lado; estaría con mi familia, ayudando a mi madre y preparándome para entrar a la universidad.
Pero ahora estaba allí, lista para ser entregada como una mercancía, de igual forma, ya no valía de nada arrepentirse, si tuviéramos el poder de regresar el tiempo, nada malo pasaría en nuestras vidas, ¿cierto?.
El barco por fin llegó a tierra firme, cuando nos sacaron de la cabina, afuera todo estaba oscuro, no podía saber que hora era, pero por el cielo, se notaba que era de madrugada y pues era más que evidente que ese tipo de contrabando lo harían a esa hora.
Con mi vista empecé a escudriñar el lugar para poder escapar en cualquier momento, cualquier oportunidad que encontrara, saldría corriendo hasta encontrar ayuda, no sabia como, cuando, o a donde ir, lo único que podía observar en esos momentos, era que estaba en un puerto, pero lo que si sabia era que debía huir de allí lo más rápido posible.
A todas nos escoltaron a un bus vans de color gris, mi primera oportunidad de escapar había pasado, era imposible salir corriendo con todos esos hombres armados siguiendonos la espalda.
Inmediatamente después de subir a la vans, nos colocaron capuchas negras en la cabeza, no podíamos ver nada, lo único que podíamos hacer era escuchar el ruido se la carreta y uno que otro llanto.
Por más que intenté ver, a través de la capucha, no lo logré, era demasiado oscura, por lo tanto; no sabía dónde estaba, podíamos estar en China y no lo sabía, porque no podía ver ni un simple letrero.
Yo pasé mi viaje en silencio y volvía a repetir en mi mente, ' encuentra una oportunidad y sal corriendo lo más lejos que puedas, pide ayuda, solo una oportunidad necesitas, solo una'. Ya saben, la fe es lo último que se pierde y en esos momentos, yo tenía la mía en un cien por ciento.
Cuando la vans se detuvo, a todas nos bajaron aún con las capuchas puestas, no nos la quitaron hasta estar adentro del lugar.
En el momento en que mis ojos se acostumbraron a la luz, por primera vez a lo largo de ese horrible viaje, vi algo hermoso, no puedo negarlo ni mentirles, el lugar, era realmente una belleza.
En el medio, había una gran sala con un piso de madera reluciente, estaba tan limpio que podías ver tu reflejo, el salón estaba al aire libre, no habían paredes, el techo estaba sostenido por cuatro columnas que estaban en cada esquina, dichas columnas eran gruesas y con un diseño al estilo romano, así que por un momento pensé, '¿Será que estamos en Italia?'.
Sin embargo; más adelante descubrí, que las columnas y decoración al estilo romano, era por otra cosa muy diferente a lo que yo me imaginaba.
Siguiendo con la descripción del lugar, les puedo decir que el salón que les acabo de mencionar era bello, pero nada comparado con sus alrededores, definitivamente el que construyó el sitio, era un genio, espero que no haya sabido, para que iba a ser utilizado.
El salón estaba rodeado de hermosos árboles y plantas de muchos colores, las plantas, arbustos y árboles se veían muy bien cuidados, el color verde de la grama, era muy vivaz y aunque no lo crean, nada más de ver el lugar, transmitía paz.
No solo contando con eso, a lo largo se veía una hermosa cascada, el agua que bajaba era cristalina y desembocaba en un pozo.
El flamante jardín, también tenía caminos y asientos de madera, para que pudieras recorrerlos y descansar, sin necesidad de pisar la hermosa grama, o bueno, en esos momentos eso era lo que yo pensaba.
El jardín era muy amplio, tanto así, que con solo mirarlo desde el salón no podías verle fin, en ese momento pensé, ' ¿Que habrá al final del jardín?, ¿si salgo corriendo podré escapar?'.
Por supuesto que en ese instante no iba a salir corriendo, si lo hubiera hecho, era más que seguro que me iban a asesinar, el lugar estaba muy custodiado, yo solo tenía que esperar la oportunidad de estar sola y huir.
En medio del salón, estábamos paradas, quince chicas y ocho hombres armados, las chicas que estaban a mi lado debían tener entre unos 14 y 28 años, las niñas menores de 13 se la habían llevado a otro lugar.
Yo estaba perdida en mis pensamientos, cuando un hombre con un traje negro, de aproximadamente unos 50 años se acercó, no podía ver su rostro, ya que tenía puesto una máscara, pero por su voz, su cabello y sus manos, calculé que era mayor de cuarenta años.
...Capítulo III...
— Bienvenidas al Edén—. Dijo el hombre, mientras alzaba los brazos y giraba de un lado a otro en señal de poder.
La verdad, el nombre del lugar, era un poco paradójico, ya que, según la Biblia, el Edén era considerado el paraíso terrenal habitado por el primer hombre y la primera mujer, la mayoría los conocemos con el nombre de Adán y Eva.
Sin embargo; a pesar de que el lugar era realmente hermoso, de paraíso no tenía nada, o bueno, para nosotras no era ningún paraíso, para nosotras, ese lugar tan hermoso y lleno de vegetación, iba a ser el propio infierno.
Lo más curioso de todo, es que el señor del antifaz se presentó como el Dios del Edén, sus palabras exactas fueron — Yo soy el Dios de este lugar, todo lo veo, todo lo escucho, todo lo sé, nadie sale ni entra sin mi permiso, aquí mando yo—. Al escuchar esa voz, sentí un horrible escalofrío en mi cuerpo, esa era la bienvenida a nuestro sufrimiento.
Luego de que el hombre dijera esas palabras, nos llevaron a una habitación, el lugar era amplio, pero no era una habitación común, las paredes y el piso estaban acolchados, era como estar en una habitación psiquiatría de esas que salen en las películas.
Cada vez, yo estaba más y más confundida, no entendía el porqué la habitación era así, no entendía el porqué estaba con esas mujeres en específico, definitivamente no era la edad, ni la etnia, todas éramos totalmente diferentes.
Cuando nos quedamos solas, una de las chicas habló, sin embargo; no le entendí nada, ya que hablaba francés, yo me sentía frustrada, pero más frustrada se sentía ella, ya que era la única que hablaba ese idioma en la habitación, por lo que quería expresarse, pero nadie le entendía.
Yo me liberé de mis temores y pregunté —¿Alguien más habla Inglés o español?—. De las 15 mujeres que estaban en la habitación, 7 hablaban Inglés y 3 hablaban español.
Cuando supe que me podían entender, expresé mis dudas: — No entiendo que pasa, creo que nos quieren prostituir, pero no sé por qué estamos juntas, no tenemos nada en común—.
Una de las chicas, que era una de las mayores me miró con lástima y me preguntó. — ¿Eres virgen?—.
Automáticamente yo respondí que sí, a lo que ella me dijo: —Ahí está tu respuesta—.
Yo quedé en shock por un largo tiempo y luego caí en cuenta, todas las fuerzas que había aguantado para no llorar, se desvanecieron, me cubrí el rostro y comencé a llorar desconsoladamente, en ese instante mi fe, ya había bajado un 90 por ciento.
El Edén estaba cuidado y resguardado por innumerables hombres armados, levanté mi rostro para lograr calmar mi llanto y noté una cámara en la esquina de la habitación, por lo que recordé las palabras del hombre de hace unos minutos atrás, ' todo lo veo, todo lo escucho, todo lo sé, nadie sale ni entra sin mi permiso'.
— Estamos jodidas, estamos muy jodidas—. Dije entre sollozos, mientras miraba fijamente la cámara.
En esa habitación nos tuvieron varios días, ahí dormíamos, comíamos y íbamos al baño, el baño no era común, no tenía inodoro, solo había un hueco en donde se hacían todas las necesidades, para ducharnos, nos llevaban a un cuarto cubierto de cerámica y varias duchas, ahí nos bañamos, mientras nos vigilaban dos hombres armados.
Las habitaciones se dividían por letras, de la A1 hasta la A10 y así con las siguientes habitaciones, B, C, D y así sucesivamente hasta llegar a la Z, no todas las habitaciones eran para las chicas, a partir de la habitación L, esas áreas eran ambientadas para el goce y disfrute de los clientes.
El día que más temía había llegado, varios hombres entraron a buscarnos, nos llevaron a bañar y luego nos pusieron un vestido verde de seda con tirantes, pegados al cuerpo, nos maquillaron e hicieron una cola alta en el cabello, cualquiera pensaría que iríamos a nuestra fiesta de graduación, pero la verdad era, que nos estaban llevando directo al matadero.
El jardín estaba de fiesta, habían miles de personas, mesoneros, hombres con trajes, mujeres elegantes con vestidos largos, todos usaban máscara que les cubrían el rostro, en el salón, había una gran tarima y un hombre animaba el evento.
El Dios del Edén anunció el inicio de la fiesta, a simple vista, parecía un evento común y corriente, el animador comenzó con una subasta, en el lugar habían varios objetos como: cuadros, cofres, tiara, collares, entre otras cosas.
Las personas comenzaron a pujar por los objetos que le gustaban, miles y miles de dólares ofrecían por esos objetos, no entendía como es que las personas podían dar tanto dinero por ese tipo de cosas.
Luego de subastar los objetos vino lo peor, en ese instante entendí, el porqué nos habían arreglado tanto, la subasta de los objetos solo era una apertura, la mayoría de las personas estaban ahí, era para comprarnos a nosotras, las vírgenes.
Jamás pensé que mi virginidad iba a costar tanto dinero, empezaron a subir a la tarima de 5 en 5, las personas que pujaban por las chicas eran realmente desagradable, viejos, gordos, se veían demasiado asquerosos.
Muchas de las chicas lloraron y rogaron, pero eso no valió de nada, de igual manera fueron entregadas a esos hombres asquerosos, por un momento pensé, que a lo mejor si corrían con suerte, podían rogar en privado y alguno de esos hombres la ayudarían.
En mi pequeña mente inocente aún pensaba que esos hombres tenían sentimientos, en mi mente inocente pensé, que como ya habían pagado un alto precio por la persona, se la podían llevar y si eso pasaba, al salir de ese lugar era más fácil escapar, pero luego entendí, que nosotras perteneciamos al Dios del Edén, éramos una mercancía en alquiler, esas personas solo estaban pagando por nuestra virginidad, al terminar su trabajo, nos desecharian para seguir siendo usadas por otros.
Cuando tocó mi turno de subir a la tarima, todo mi cuerpo temblaba, quería llorar, pero no les iba a dar el gusto, ya bastante me estaban humillando, así que no iba a dejar que me vieran llorar.
En mi grupo de 5 mujeres, habían dos rubias, una Morena cabello negro, una blanca cabello castaño y yo, que era trigueña con el cabello castaño oscuro, lacio y ojos color café, mis labios eran gruesos, eso lo heredé de la familia de mi madre y mi cuerpo a pesar de tener 17 años era bastante formado, siempre pensaban que ya era mayor de edad, tenía pechos promedio, no muy grandes ni muy pequeños, era delgada con una buena cintura y mis caderas y glúteos eran bien pronunciados, al igual que mis piernas gruesas, que siempre llamaron la atención de las personas, en ese momento, estaba arrepentida de haber heredado esos atributos, aunque con ellos o no, eso no iba a cambiar mi fortuna.
La subasta de mi grupo comenzó, mi corazón latía a mil por segundos, estaba muy asustada, poco a poco fueron comprando a las chicas, hasta que llegó mi turno.
Recuerdo muy bien lo que dijo el animador de la subasta, — Chica de 17 años de edad, latina, con medidas 93, 68, 106, estatura 1.65 metros, piel trigueña, ojos café oscuro y cabello castaño oscuro, comenzamos con 1 millón de dólares—.
Luego de que el animador terminó, comenzaron los hombres asqueroso a pujar.
— 1 millón quinientos—. Dijo un hombre gordo que me miraba fijamente con ojos de lujuria.
— 1 millón ochocientos—. Pujo un viejo que no estaba muy lejos de la tarima.
— 2 millones—. Se escuchó una fuerte voz desde la esquina del salón, aunque yo no lo podía ver con claridad, porque estaba lejos, no se veía ni gordo, ni viejo, sin embargo; solo con la voz, se sentía que era una persona despreciable.
La subasta siguió y siguió subiendo, hasta llegar a 22 millones de dólares, yo nunca me imaginé que alguien pudiera pagar esa cantidad de dinero, por la virginidad de una mujer, ¿qué ganan con eso?, que placer tan enfermo.
El ganador de mi virginidad, era el hombre de la esquina, cuando lo vi de cerca, pude notar su contextura robusta, pero no podía ver su rostro.
Uno de los hombres armados, me llevó a una de las habitaciones, recuerdo muy bien que arriba estaba escrito Q5.
Cuando entré a la habitación me quedé estupefacta, todas las paredes estaban cubiertas con espejos, la luz era de un tono rojizo, había un mueble parecido a un diván, que luego supe que era un sillón especial para tener relaciones sexuales, llamado sillón tantra, en el medio había una cama y una mesa con varios instrumentos sexuales, del techo caían dos cadenas de metal y dos muñequeras de cuero.
En cuanto escuché el sonido de la puerta cerrarce, quise salir corriendo, me dirigí hacia una de las puertas, que yo suponía que era el baño, pero estaba cerrada, en mi desesperación por querer salir de ahí, no me fijé que había un hombre parado en el umbral de la puerta principal viéndome fijamente.
Me di cuenta de que él estaba ahí, solo cuando escuché el sonido de la puerta cerrarce nuevamente. —¿Quieres huir?—. Me preguntó el hombre en un perfecto Inglés, por su acento, parecía ser un Inglés británico.
Mi última esperanza era rogar, así que le pedí con las manos entrelazadas en señal de súplica, que por favor me dejara ir, que no me hiciera nada, que me sacara de ahí, que yo no diría nada.
La única respuesta que escuché a mis ruegos fue —¡Que ingenua!—. Seguido de una carcajada.
Automáticamente mi rostro palideció, obviamente ese hombre, ni ningún hombre de los que ahí se encontraba, me iba a ayudar, todos eran unos desgraciados y pronto me iba a dar cuenta de eso.
El hombre se dirigió al baño y sacó una llave de su bolsillo, abrió la puerta y antes de entrar me advirtió, señalando a la cámara que se encontraba en la esquina . —No hagas nada estúpido—.
Yo miré a donde él me señalaba y me di cuenta de la cámara de video que no había visto antes, otra vez volvieron a mi mente las palabras del Dios del Edén. ' todo lo veo, todo lo escucho, todo lo sé, nadie sale ni entra sin mi permiso'.
Todas esas lágrimas que había contenido durante todo ese tiempo, estaban saliendo como una cascada por mis mejillas, el maquillaje se me empezó a correr y en mi interior comencé a rogarle a Dios.
A veces es cierto que cuando nos encontramos en peligro, es que nos acordamos de Dios, por eso dicen que metan a varios ateos en un avión y diles que se va a derrumbar, para que veas como se convierten en creyentes de Dios en cuestiones de segundos.
Yo no soy atea, mi religión es la católica, como la mayoría de mi familia, pero no era persona de asistir mucho a la iglesia, ni nada de esas cosas.
— Si supieras que mientras más lloras, más me exitas—. Se escuchó la voz gruesa del hombre que salía del baño, completamente desnudo, mis ojos se abrieron de par en par y volteé mi rostro, aunque yo sabía que no iba a funcionar, decidí rogarle por última vez, pero fue en vano, el que yo le rogara a él lo excitaba más, el tener el poder sobre la otra persona, lo llenaba de deseo, lo podía ver a través de sus ojos, aunque aún llévaba la máscara puesta.
El hombre se acercó a mí y yo retrocedí pegando mi espalda a la pared de espejos. —Por favor, por favor—. Recuerdo que sollocé y volteé mi rostro para no mirarlo, mi cuerpo temblaba sin parar.
Recuerdo que colocó sus manos en el escoté del vestido y le dio dos tirones con mucha fuerza, mi cuerpo se movió en las dos haladas, pero pude mantener el equilibrio y seguía aferrada a la pared, pero esta vez, solo estaba en ropa interior.
—¿Me tienes miedo?—. Susurró el hombre en mi oído.
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