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MI LIBERTAD ENCADENADA

I Luzmila

Eran las 3 de la tarde y estaba en el paradero esperando a mi amiga Kate para ir de compras,

necesitaba comprarme algunos libros y como a Kate le faltaba ropa nueva en su armario aproveche para que me acompañara.

Ella era una chica guapa, ojos marrones con pelo lacio de color negro y dos centímetros más

alta que yo, ella era mi cómplice en todo, ambas habíamos ingresado a la misma universidad, pero en diferentes carreras, a ella le apasionaba las leyes. Recuerdo cuando estábamos en la secundaria la elegían para que se encargue de las votaciones por desacuerdos que teníamos en el salón, hasta se llegó a enfrentar a un profesor por reprender a un compañero que no tenía culpa y ahí estaba yo, a su lado.

Creí que también me iría por ese camino de leyes, pero me gustaba más escribir, leer u

otras cosas que se centraban en la literatura o en libros.

-¡Luzmila, aquí!- gritó Kate corriendo a mi encuentro.

-Tarde, como siempre- le dije entrecerrando los ojos.

-No te quejes, te traje esto- me dijo, mostrándome un postre en sus manos, ella sabía que los dulces y los postres eran mi debilidad y se aprovechaba de eso.

- !Tú !, siempre comprándome con este método- dije señalándola y quitándole ese delicioso postre de

sus manos.

-!Tú !, siempre vendiéndote por este método- me dijo señalándome y ambas echamos a reír- ahora sí

en marcha, hay muchas cosas en oferta.

-Eh ... sí, pero primero…

-Ah no- dijo, interrumpiéndome- íbamos por ropa

-Bueno, yo no dije eso exactamente- dije caminando para subir al bus.

-Me mentiste, no lo puedo creer-gritó, mientras tomábamos asiento.

-En realidad no es así, yo te dije que quería comprar algunas cosas que me faltaban, tú solo

dedujiste que era ropa-le dije riendo.

Durante el camino nos pasamos hablando sobre cómo nos estaba yendo en nuestras clases,

para mi estaba todo bien, me llevaba muy bien con mis compañeros, pero para Kate

no era así, no es que se lleve mal con todo el mundo, solo con un chico llamado

Luca.

-Porque no solo hablas con él y resuelven sus conflictos - dije para que se calmara, siempre

cuando hablábamos de él, se alteraba y renegaba.

-Jamás veras eso- dijo gruñona- por cierto, ¿Por qué no vino Jame contigo?

-No podía, tenía trabajo que hacer, la empresa lo tiene las veinticuatro horas ocupado,

por eso ya no tiene tiempo para mí- dije decaída

-Ay no vengas con eso- dijo Kate golpeando mi cabeza.

-¡Auch!,  ¿Qué te pasa?

-Ese chico está muy enamorado de ti, lo sabes, no seas dramática.

-Lo sé, solo que lo extraño.

Bueno no era nada novedoso que a veces me sentía sola y Kate se daba cuenta de eso, desde

que Jame aceptó encargarse de la empresa de su padre ya no lo veía mucho, a

veces viajaba y solo teníamos algunas horas para hablar, yo estoy muy orgullosa

y feliz por él, solo que a veces lo quería a mi lado como antes.

Nosotros nos conocimos en una fiesta que estaba con Kate y unos compañeros más, cuando lo vi por primera vez me parecía un chico salido de una revista, alto, musculoso, cabello de color marrón opaco y unos ojos cafés claros que me encantan jamás pensé que se convertiría en mi pareja, desde ese día empezábamos a salir, paseábamos hasta que Jame se me declaró, estaba tan roja ese día, porque era la primera vez que se me confesaban, tanto que hasta me había tardado en darle una respuesta en ese instante, desde ahí pasábamos casi la mayoría del tiempo juntos, no dude en presentarles a mis padres cuando íbamos por los 5 meses, ahora ya llevamos dos años de relación y yo aún no conozco a sus padres, era un tema que no le gustaba a Jame hablar, sabía que iba hacer difícil ya que nuestros mundos eran distintos, su familia tenía mucho dinero no al grado de ser ricos pero se podían dar algunos lujos, en cambio mi familia no era así, yo tenía que trabajar para aportar con los pagos de la universidad.

II Luzmila

-Ahora sí, que comience la búsqueda- dijo Kate, cuando nos dirigíamos al

supermercado.

-Quiero ir a comprar primero mis libros, sé que demoraras buscando ropa.

-Demoraremos mi hija, porque no creas que seré la única.

-Oh Kate, no me hagas esto- dije suspirando.

-Hagamos esto, ve primero por tus libros y en media hora nos vemos en el patio de comidas.

-Perfecto-le dije alegre-nos vemos en media hora.

-En media hora Lu.

-Si, si, ya oí- le respondí mientras me alejaba.

 

Pasé por muchas tiendas, pero no había lo que necesitaba así que salí del supermercado para buscar si

es que en algunas tiendas encontraba lo que buscaba cuando estaba a punto de cruzar un auto tocó fuerte y exageradamente el claxon que me hizo saltar del susto, casi iba a morir atropellada por ese lunático que iba a velocidad cuando la luz del semáforo ya estaba en roja.

- ¿Qué te pasa? –le grité- !tarado!

 

Vi como el Ferrari negro se alejaba y lo maldije por darme el susto de muerte, no sabía quién estaba al volante ya que sus lunas eran polarizadas y la verdad no estaba segura si esa preciosidad era un Ferrari ya que no sabía mucho sobre autos, pero de lo que si sabía era que un bruto lo manejaba, riquillos.

No dure mucho en encontrar lo que necesitaba y me fui directo al supermercado para encontrar a Kate.

-Se tarda mucho, me dijo en media hora- pensé, mientras marcaba su número.

- ¿Luzmila?\, ¿Dónde estás?- me contestó.

-Eso mismo te digo a ti, estoy en la plaza de comidas.

-Ya te vi- me dijo mientras se acercaba- ¿encontraste lo que necesitabas?

-Si, ahora puedo acompañarte.

Pasamos toda la tarde entrando y saliendo de muchas tiendas. Kate si era una fanática de las compras, yo solo me llegue a comprar un buzo de color gris y cuando pase por una tienda de ropa de hombres vi un terno negro tan hermoso que me imagine a Jame en él quería llamarlo y escuchar su voz.

-Kate ve pagando, esto es de lo mío-dije mientras le daba el dinero-iré hacer una llamada.

-Valla, valla, deje a su amiga.

-¡Kate!, no es así, ya regreso-dije alejándome.

Marque tres veces su número, pero no había respuesta por lo que deje de insistir y me fui con Kate, no he sabido de él en todo el día, eso no me gustaba, sé que debe estar ocupado, pero al menos recibía un mensaje, ojalá más tarde se comunique conmigo.

-Hablaron? -preguntó Kate.

-No, no me responde.

-Tranquila, ya se comunicará.

-Si, debe estar ocupado- dije, forzando mi sonrisa.

-Vámonos, ya hay que volver.

-Si vamos.

Después de dejar a Kate en su casa me dirigí a la mía, Kate vivía a unas pocas cuadras de mi casa por lo que no me costaba nada acompañarla.

Cuando regresaba a mi casa volví a revisar mi teléfono por si Jame me había llamado o al menos respondido mis mensajes, pero nada.

-¿Vuelvo a llamar?- pensé-mejor no, no quiero molestar.

Cuando llegué a mi casa, vi a mi padre muy preocupado y a mi madre llorando, no entendía que estaba pasando, solo me había ido por unas cuantas horas y antes de salir los había dejado tranquilos.

-¿Mami?, ¿qué pasa mamá? - dije acercándome a ella- ¿Qué está pasando papá?

-Nada hija- me dijo mi padre sin mirarme.

-A ver, mi mamá está llorando y me vienes a decir que no pasa nada.

-Por favor hija ve a tu habitación, mañana hablaremos.

-No me iré a ninguna parte hasta que me digan que es lo que sucede.

-Hija mañana hablaremos más tranquilos-dijo mi madre mientras se secaba las lágrimas.

-Está bien, pero mañana después de que regrese de clases hablamos, ¿sí?

-Claro hija mía.

Me preocupaban  mis padres, ellos eran muy unidos, obviamente había problemas de pareja o de dinero, pero eran cosas que lo resolvían juntos y eso admiraba de ellos.

III Luzmila

Cuando desperté eran las seis y media de la mañana, iba a llegar tarde por lo que tome mis cosas y salí disparada a la estación, ya en el bus revise mi teléfono por si Jame me había enviado un mensaje o al menos me hubiera llamado, pero nada, eso me tenía muy preocupada, no he sabido nada de él desde ayer, espero que no le haya pasado nada, ni como comunicarme con alguien que sea cercano a él ya que no conocía a las personas de su entorno.

Estaba tan preocupada por Jame y por mis padres que no preste mucha atención a las clases de hoy, ya eran las tres de la tarde y aún no había noticias de mi enamorado.

-Mejor llamaré-pensé

Una, dos llamadas y solo entraba al buzón ya no sabía qué hacer, solo le enviaré un mensaje, ojalá conteste.

¿Está todo bien amor?, ¿estás bien?, llámame cuando veas este mensaje, estoy preocupada por ti.

Después de enviar el mensaje me dirigí a mi casa para hablar con mis padres, esta mañana no los vi y eso que se levantan temprano para desayunar juntos, ya no me gusta nada la situación que se traen mis padres.

Después de una hora ya me encontraba en mi casa y respire hondo antes de entrar para relajar mis nervios.

-Mamá ya llegué- grité cuando entraba, pero nadie me contestó, subí escaleras arriba para dejar mis cosas en mi cuarto y bajé a mi sala, vi a mis padres sentados pero con la misma mirada de tristeza y preocupación de ayer.

-Hola hija, ven, tenemos que hablar- me dijo mi madre- hay una cosa que lamentamos informarte.

-¿De que se trata? -dije dudosa mirando a mi madre y después a mi padre.

-Estamos endeudados-hablo mi padre directo y sin rodeos- y necesitamos de tu ayuda, más

bien de tu colaboración.

-No estoy entendiendo, ¿me están tratando de decir que dejaré la universidad?, papá yo entenderé, dejare la universidad y me pondré a buscar un trabajo de tiempo completo y así poder apoyarlos con esa deuda, ¿de cuánto estamos hablando?

-No es eso hija-intervino mi mamá- ese dinero no lo podríamos pagar ni en 20 años.

-¿De cuanto es la deuda? -pregunté más preocupada.

-Es de 10 millones-respondió mi padre.

Me quede paralizada al escuchar esa cantidad, ¿10 millones?, ¿acaso era una broma?, ¿cómo pudieron endeudarse tanto?, no consigo entender las palabras que salieron de la boca mi padre.

-Pero...- no terminé de decir lo que tenía en mente ya que aún no conseguía creer que debíamos esa gran cantidad de dinero y tome asiento en una de las sillas para asimilar lo que estaba pasando- ¿cómo dejaron que pasara?

-La pequeña empresa que teníamos estaba envuelta en muchas deudas, estaban a punto de quitarnos esta casa,

íbamos estar en la calle sin un solo centavo, estaba desesperado y un amigo mío se ofreció a prestarme ese dinero.

Mis padres anteriormente dirigían una pequeña empresa de elaboración de zapatos, recuerdo que cuando tenia 3 años mis padres empezaban a discutir constantemente y ahora me doy cuenta del motivo, sacaban prestamos constantes para pagar a los trabajadores, el lugar y mantenerme, los estaba consumiendo.

Al final pudieron lograr estabilizarlo pero no llegaron a mantener la empresa a flote por lo que la cerraron y mi padre se dedico a trabajar para un amigo suyo y mi madre al tener un puesto en un mercado empezó a vender ropa.

- ¿Qué amigo?\, podemos llegar a un acuerdo\, se puede resolver- expresé.

-La hay hija, hay una solución-me dijo mi padre con un profundo dolor.

-Ya vez papá, se puede solucionar, vamos a hablar con tu amigo.

-Mi amigo ha fallecido hace unos meses- me dijo mi padre parándose mientras se acercaba y se arrodilló ante mí-hija, esto no estaba en mis manos, ni en las de tu madre, ahora la deuda ha quedado en manos de su hijo.

-Entonces vayamos a hablar con él-dije agarrando las manos de mi padre mientras me paraba

con él, sus manos se encontraban frías, pálidas, jamás pensé verlo así.

-Vino a reclamar la deuda ayer y nos dijo que si no pagábamos nos iba a quitar la casa.

- Hay que quedar en un acuerdo con él, papá, ¿Cuánto te falta pagar?

-Jamás pague un centavo-me contestó mi padre, se separó de mí y se fue directo a golpear la mesa de rabia, de frustración.

 ¿No había pagado ni un centavo ?, ¿pero en que estaba pensando mi padre ?, esta situación se estaba volviendo más y más complicada conforme escuchaba sus explicaciones, ¿Cómo íbamos a pagar 10 millones?

 -¿Por qué?- le pregunté

-Él me dijo que no me preocupara, que no era necesario pagar esa deuda, que me lo tome con calma y yo…

-Y eso te dio señal que jamás te iba a cobrar-le interrumpí- mira papá ahora solo nos queda ver como pagaremos esa deuda, dame el número de su hijo, iré a hablar con él.

-Nosotros ya llegamos a un acuerdo-dijo mi madre con voz temblorosa.

-¿Qué acuerdo?-pregunte dudosa.

-Hija perdónanos, pero era la única forma de resolver el problema-me dijo mi madre con lágrimas

en los ojos, agarró mis mejillas y me miró con sus hermosos ojos azabache-tendrás… tendrás que casarte con él.

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