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Deseándote

Comienzo.

Gabriela

Me levantó corriendo y maldiciendo por haberme despertado tan tarde, precisó tenia que ser el día de mi entrevista de trabajo, a mi defensa. Anoche bebí lo suficiente como para quedar una semana en la cama sin salir. Pero el deber es primero, y después de llevar varios meses sin trabajo. No puedo seguir dándome el lujo de quedarme sin hacer nada, Además que Viviana me mataría.

Me baño rápidamente y me cepillo los dientes mientras el agua cae en mi cuerpo. Al salir corriendo del baño casi caigo, pero no importa, me seco el cuerpo y me pongo el vestido negro que había dejado para este día. Agarró mi bolso y la carpeta donde tengo mi hoja de vida, pasó mis dedos por el cabello para peinarlo un poco. Me aplicó un poco de brillo, también base para que no se note la trasnochada.Y salgo corriendo del apartamento, bajo con los tacones en la mano mientras trato de agarrar un taxi.

—¡Señor paré!— Chiflo, al detenerse me subo rápidamente con mi respiración agitada—. Lleveme al centro por favor.

Digo con voz ahogada, el hombre me da una mirada rápida por el retrovisor antes de arrancar, me pongo los tacones y vuelvo a peinar mi cabello, esta vez en una coleta alta. Mientras mi mente trabaja en lo que debo decir.

Al llegar a la empresa, me bajo del taxi y respiro hondo antes de entrar. Me subo en el ascensor y voy hasta el piso veinte donde me me harán la entrevista.

— Buenos días, soy Gabriela. Tengo una entrevista a las nueve — Digo con una sonrisa a la chica de recepción, esta me mira rápido y con la ceja enarcada me responde:

— Buenos días señorita Gabriela, tome asiento, en un momento la llamarán —Informó, asiento y con un gracias me dirijo a la silla.

— ¡Gabriela Jones! — Luego de unos minutos una señora me llama, me levanto rápidamente y me sonríe amable al verne—. El señor Cooper la espera, sigame.

Entró a una gran oficina con ella, donde un hombre muy guapo pero serio está sentado al otro lado del escritorio.

— Señor Cooper, ella es la señorita Gabriela y viene para la entrevista para la vacante de asistente — Informa ella. El hombre levanta la cabeza de unos papeles que tiene en la mano. Me mira de arriba abajo y frunce el ceño

¿Me veo mal?, me pregunto para mi misma.

— Siga, no tengo todo el día — Abre la boca el gruñón y sexy hombre.

— Gracias— Murmuró tomando asiento frente a él.

Después de una larga entrevista, donde me preguntó de todo, solo falto que me preguntará como era mi trasero. En fin. Casi me rajo pero al final me dijo que había estado bien. Que iban a evaluar el desempeño de los entrevistados y con ello. escoger la más adecuada para el puesto.

Como en toda empresa, no llame nosotros lo llamamos, y a la final; nunca recibiré la bendita llamada.

Camino por las calles sin rumbo. Bueno, y por qué me quedé sin dinero para agarrar aunque sea el autobús. Me tocó en dos ir hacía el apartamento.

Harás ejercicio, y quemaras calorías. Interviene mi subconsciente.

Puede que sea cierto, pero en cuanto llegue a la casa, me comeré lo que haya. Muero de hambre, en la entrevista estuve muriendo así sea por un vaso de agua. Y ni la del florero ofrecieron.

Camino por más de una hora hasta que llegó a la casa, cansada, vuelta mierda, con los tacones en las manos, el bolso arrastrandolo, el cabello en un moño desbaratado. Con la lengua por fuera como los perritos. Y creo que acabó de bajar unos diez kilos.

Abro la puerta de la calle, y miro resoplando las escaleras, recargo mi cuerpo en la pared y empiezo a subir escalón por escalón. Quiero lanzarme en mi cama y jamás despertar.

Al llegar al quinto piso, después de una eternidad, camino por el pasillo hasta llegar al corredor donde está mi apartamento, pero me quedo parada al instante, al ver un hombre recargado en la puerta de brazos cruzados. Me acerco de a poco y este me mira de reojo.

— Disculpe. ¿A quién necesita? — Inquirí, él se quita las gafas negras y gira su cuerpo quedando frente mío.

¡Santa se adelantó este año!, ¡Qué rico papasito, tengo ante mis ojos!. Su cabello es negro y un poco largo, sus cejas son pobladas pero le sientan bien, de ojos marrones, su nariz parece griega. Sus labios son carnosos, de piel media. Bajo mi mirada a su cuerpo, trae una camiseta verde estilo militar, que le resalta sus músculos perfectamente, sigue de brazos cruzados estos son grandes, gruesos. Y cuando me disponía a seguir bajando mi mirada a su paquetería; habló.

— Estoy buscando a Viviana — Inquirió con voz gruesa y demandante, escale rápidamente hacia arriba, hasta que encuentro sus ojos de nuevo.

— Si no abrió, es porque no está — Digo, enarca una ceja, Viviana no pierde el tiempo—. Si gusta puede esperar aquí. Permiso.

Se hace a un lado, dejó caer los tacones al suelo y empiezo a buscar las llaves en el bolso, luego de encontrarlas abro muy lentamente la puerta, estoy absorta en su colonia tan varonil. Está mujer tiene muy buenos gustos para los hombres.

A diferencia mía, que ni una mosca cae en mi sopa. Resopló y recojo mis tacones, entró y él sigue ahí de pie sin decir nada, sólo con una sonrisa ladina en sus deliciosos labios. Lo miro por unos segundos y suspiro.

— Sigue, puedes esperar en la sala — Doy media vuelta y me dirijo a la mía. Entró acalorada dejándome caer en la cama, cuando me incorporó para cambiarme pasó por el espejo. Veo mi reflejo y estoy horrible, ¡Qué vergüenza, con el guapetón!. Estoy sudada, mi cabello es una maraña, el vestido está doblado hacia arriba, dejando ver mis muslos. Aparte que descalza y las medias veladas rotas.

¿Qué dirán de nosotras, Gabi?, me importa poco lo que piensen de mi. Siempre me han juzgado por mi apariencia a tal puto que me vale una montaña de mierda todo lo que digan.

¿Vivir con el guapo?

Sentía las inmensas ganas de salir, solo para ver que estaba haciendo ese sexy hombre a escasos pasos de mi habitación, he leído muchas veces que la curiosidad mató al gato. Pero como soy una humana curiosa, salí ya cambiada con un saco rojo y un short negro a medio muslo. Pase silbando, actuando de lo más normal, hasta que llegue a la cocina. El bizcocho sabroso estaba bebiendo un vaso de agua. Una oleada se apoderó de mi parte baja, al ver como relamia sus labios, baja el vaso lentamente dejándolo encima del separador. De nuevo aquella sonrisa ladina apareció.

— Espero no te moleste, esta haciendo mucho calor — Sus labios pronunciaron cada letra de manera tan excitante que me dio un orgasmo mental allí de pie.

— No hay problema — Abrí la nevera y saque la jarra del jugo, caminando hacia el mueble agarré un vaso y serví lentamente, bajo su mirada—. Viví llega hasta la tarde, puedes ponerte cómodo en el sillón y ver la tele.

— Claro. Ya hablé con ella, me dijo que venía corriendo, ¿No te molesta que me vaya a quedar? — Me atragante con el jugo, pase saliva y negué.

— ¿Porqué debería molestarme? — Pregunto con evidente curiosidad, el sonríe más y la puerta se abre, dejando ver a una sonriente Viviana.

— ¡Adrián! — Se abalanzó en los furtes brazos del bizcocho y este la recibe gustoso.

— Princesa te extrañe.

— Yo igual, pero mira nada más, estas mucho más grande de lo que recordaba.

Y ahí ya me dio vergüenza de escuchar eso. O será que yo misma le di el doble sentido a sus palabras. Carraspeo y se sueltan del caluroso abrazo.

— Gabi, te presento a mi hermano Adrián y vivirá con nosotras por un tiempo. ¿Te importa?.

¡Su hermano!, claro, es que son idénticos. Como no me di cuenta antes. ¿Qué pasaba por tu cabeza Gabriela?, niego y sonrío apática.

— Como crees, puede quedarse todo el tiempo que sea necesario — Adrián sonríe. Y me da una mirada desgarradora por todo mi cuerpo.

¿Vivir con el guapo?, no suena para nada mal. Quien no estaría en el cielo cada día, con sólo ver su anatomía pasearse por estos pasillos. Qué ande sin camisa y sólo unas bermudas, ¡Oh, mamá mía!, ¡Qué rico!. Me muerdo los labios no más de imaginarlo, ahora que estoy a una distancia prudente puedo ver su paquete muy disimuladamente.

Trago y la saliva no me pasa, por que literalmente acabó de inundar el apartamento.

— Necesito un baño — Dije en voz alta, sacudiendo mi cabeza.

— ¿Para que? — Viviana me escudriña con la mirada, sonrío avergonzada.

— Eh... camine por mucho tiempo y siento los pies duros... Digo cansados, además sude a mares — Habló rápido, frunce el ceño, Adrián sonríe burlón y me voy rápido antes de que mi boca diga más estupideces. Cierro la puerta, pegó mi frente en ella y me doy varios golpecitos.

— Es muy interesante tu compañera hermanita... pero muy rara — Inquirió él, el sentido de escuchar se me activó. Pegué mi oreja bien en la puerta para oír todo.

— Por así decirlo, Gabi es... Gabi, siempre ha sido de la misma forma, puede decir muchas incoherencias, cuando... — Se calló y río. ¡Mala amiga!, por poco suelta que me pongo nerviosa cuando un atractivo hombre me atrae o gusta.

—¿ Cuando qué?.

— Cuando está cansada— Reparó rápido. Suspiro aliviada—. Te quedarás en la habitación de al frente de Gabi, la mía está en el fondo por ese pasillo. Y que bueno es tener a mi hermano mayor de vuelta.

— Ya me hacia falta volver a verte. Conseguiré trabajo pronto para luego irme.

— Adrián, nadie te sacará de esta casa. Puedes estar el tiempo que quieras. Estoy segura que a Gabi no le va a incomodar.

Pero que víbora. Me separo de la puerta al oír pasos acercándose, me tiro en la cama, con las piernas apoyadas en la pared, sacó mi teléfono y pongo música.

— Como te fue en la entrevista — Inquirió Viviana entrando por la puerta de mi habitación, dejándola abierta. Gire mí cabeza y por unos instantes vi la figura del bizcocho entrar a la habitación del frente.

— Bien supongo, ya sabes lo mismo de siempre. Luego la llamaremos — Me encojo de hombros y asiente.

— Te irá bien, tienes buenas recomendaciones. Y eres la mejor asistente que haya conocido.

— Tienes razón, creo que esa bruja debe estar arrastrándose sin mi.

— Y como no tienes idea, cada día está peor. Ya han pasado cinco chicas y ninguna le llega a tus talones.

— Quien se la va a aguantar.

— Sólo tú mi Gabi, tenías el poder de la paciencia para soportar a la tronchatoro.

Reímos y seguimos hablando sobre mi antiguo trabajo. La señora Turner me despidió, según. Por coquetear con su ex marido, lo cual era falso. Quien en sus cabales se fijará en mi. ¡Nadie!, y mucho menos un hombre con dinero y atractivo. El hombre es amable y fácil de tratar, ella vio la cortesía como un coqueteo.

— Y entre otras cosas. ¿Qué tal mi hermano? —Cambia el tema brutalmente. Fruncí el ceño y la mire a los ojos.

— Normal, que más quieres que te diga.

— Qué te parece atractivo, que está muy bueno...

— Para, yo no he dicho nada de eso. Lo dijiste tu misma. Además es tu hermano no seas puerca.

— ¡Gabriela!, no me refiero a eso. Y lo sabes — Chilla, suelto una risa y niego

— Si es atractivo, ¿Satisfecha?.

— Como no... —Se levanta de la cama y antes de salir se gira—. Esta noche me quedaré con Cris, volveré en un par de días.

— A mi no me debes pedir permiso.

— Te informo para que puedas avanzar...

No le entendí nada de lo que dijo, sonríe descarada y sale por la puerta. ¡Me quedaré sola con el bizcocho sabroso!. No me hago ilusiones, básicamente no creó encajar con alguien como lo es él.

Vergonzosa Situación

Al siguiente día me levanté muy temprano, preparó mis cosas para tomar una ducha y salgo de la habitación hacia el baño. Me desnudo por completo, deslizó la pantalla del teléfono y pongo a reproducir la música, entró en la regadera, abro el grifo y el agua cae mojando todo mi cuerpo. Una salsa de mi cantante favorito Héctor Lavoe, suena. De inmediato me pongo a cantar mientras enjabono mi cuerpo.

Pronto llegará,

El día de mi suerte

Sé que antes de mi muerte

Seguro que mi suerte cambiará.

Cuando niño mi mamá se murió

Solito con el viejo me dejó

Me dijo sólo nunca quedarás

Porque el no esperaba una enfermedad.

A los diez años papá se murió

Se fue con mamá para el más allá

Y la gente decían al verme llorar

No llores nene que tu suerte cambiará

Y cuándo será?...

Y el agua dejó de caer.

— ¿Qué mierda pasó? — Susurro girando el pomo pero ni una gota de agua sale. Frunzo el ceño y resoplo. Me miro todo el cuerpo y estoy llena de jabón. En definitiva la suerte nunca estará de mi lado, salgo del baño y cuando me doy cuenta. No traje la puta toalla.

¿¡Y ahora como demonios salgo de aquí!?. Me provoca sentarme a llorar, pero sacó mis agallas abriendo lentamente la puerta, miro por el pasillo que se me hace una infinidad de lejos. No hay nadie. ¡Perfecto!.

— Seguro debe estar durmiendo aún, no creó que vaya a salir y verme en estas fachas— Salgo a paso lento, porque si corro seguro me voy de culo y no quiero un accidente en este preciso momento.

Camino con tal precaución, pareciendo que estoy escondiéndome de alguien, ¡Ya casi!, grita emocionado mi interior, cuando Adrián abre la puerta de la habitación y sale quedando totalmente quieto frente mío.

¡Porque putas me pasa esto a mi!, me quedo inmóvil sin saber si correr, o devolverme o por lo menos gritar que se cubra los ojos. Los cuales me dan una mirada de abajo hacia arriba, detallando con lentitud todo mi cuerpo. Es la primera vez que un hombre me ve desnuda. Y no precisamente en una cama apuntó de copular. Mi cara está por los suelos de la vergüenza que siento. Reaccionó después de un tiempo, cubro mis senos y mi parte sagrada con una mano cada uno. Lo cual sirve para nada, porque mis pechos son de buen tamaño.

— Lo siento, no creí que estarías... —Pasa saliva desviando por fin la mirada de mi—. Lo siento.

Murmura rápido y vuelve a entrar en la habitación, mi corazón quiere salir corriendo a darse golpes contra algún muro. Suelto el aire retenido y entró a mi habitación. Agarró la toalla y me seco el cuerpo ya que el jabón había empezado a desaparecer...

— Que vergüenza con Adrián— Murmuro con todo mi cuerpo temblando.

Dos horas han pasado de esa vergonzosa situación. Y no he podido salir de mi habitación. Así este muriendo de hambre, no saldré. La vergüenza está aún reflejada en mi cara. Quizá y cuando me vea sea capaz de burlarse de mi: por tonta, por despistada y por tener este cuerpo de tamal. ¿Qué hago?, ¿Cómo salgo?. Necesito comida para sobrellevar mi bochornoso momento por el cuál acabó de pasar.

Pegó mi oreja a la puerta y no escucho ningún ruido, ¿Será que se fue?, dudo en salir o no. Pero algún día tendremos que vernos y asumir que nada ocurrió. Es más, no debe ni de acordarse de lo que acaba de pasar.

Aveces eres tan estúpida e infantil Gabriela, de nuevo mi yo interna me debate.

Qué puedo hacer, es el primer hombre que ve mi cuerpo.

Y no será el último, si sigues asi te vas a quedar virgen hasta la muerte. Ni los gusanos te querrán comer.

Por supuesto que sí, tenemos buena carne hasta para alimentar un batallón.

La única carne que deseo sentir, es un trozo bien sabroso que nos quite...

Qué mente tan sucia y retorcida está dentro de mi cabeza, esa no soy yo, el subconsciente tiene vida propia y aparte.

Salgo de mi habitación nerviosa de tener que mirar a los ojos a Adrián, entró en la cocina y preparo algo rápido de comer. Dejo todo listo y me siento en la barra a comer de mis huevos con salchicha, pan tajado y mantequilla, café bien cargado, por último un plato de fruta picada. Estoy saboreando mi rico desayuno hasta que Adrián aparece en la cocina. No soy capaz de levantar mi cabeza y verlo.

— ¿Está muy rico?— Preguntó, trague lo que tenía en la boca.

— Si muy sabroso — Digo sin mirarlo a los ojos.

— Ya veo. Podrías compartir un poco de tu... —Hizo silencio, tome el valor y lo mire a los ojos, con una sonrisa de lado y ojos penetrantes me miró—. Desayuno.

— ¡Oh!, por supuesto, acá me sobra algo para ti — Estire el plato y lo agarró—. Si quedas con hambre, puedes preparar algo de carne que ahí en la nevera. Esta congelada.

— Me gusta la carne, soy muy exigente y mi dieta me obliga a comer en grandes cantidades — Bebí un trago de café—. Y más cuando está sabrosa.

Directo en el corazón, y morí allí sentada. Eso fue muy directo, asentí levemente.

— Concuerdo contigo Adrián, se deleita más el paladar con un buen trozo de carne.

Nos quedamos mirándonos a los ojos, el ambiente se sentía caliente y pesado. Más con la intensidad de su mirada. La cuál no pude aguantar y termine desviandola.

— Viviana me dijo que podría pedir tu ayuda, en caso que la necesitará.

— Por supuesto, para que soy buena.

— Me gustaría saberlo —Así, mi pobre corazón se quedará quieto llevandome al más allá—. Me refiero. Qué necesito encontrar trabajo y no conozco la ciudad.

— Por supuesto, me cambiaré y te acompaño.

— Así estas perfecta. El negro te sienta bien y más con tus curvas — Da la vuelta y se pierde a su habitación.

¿Qué curvas?, si mi cuerpo no tiene forma alguna, o al menos así lo veo yo. Salgo de mi trance y me pongo unos tenis para caminar sin problema. Agarró una chaqueta y me la pongo. Al salir nos encontramos en el pasillo. Sonreimos al tiempo y salimos del apartamento. ¿Qué mierda estoy haciendo?.

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