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Trato Con La Mafia (Imperio Lombardi—IV)

Prólogo

ADVERTENCIA: La siguiente historia contiene asesinatos, violencia; una trama que se desenvuelve en el bajo mundo del narcotráfico, con lenguaje inapropiado. Si eres sensible a este tipo de historia, te recomiendo que abandones la lectura.

(La historia no ha sido editada, así que te encontrarás con errores de ortografía y de redacción)

*

Maxi Lombardi, entró por las puertas del ostentoso club nocturno, mujeres bailando en un escenario, hombres bebiendo y apostando, hasta lo que no tenían. El frío hombre entró a pasó intimidante, su gran belleza fue blanco para las presas que buscaban placer por una noche, pero eso a él, no le interesaba, sólo entró en ese lugar para asociarse con el dueño. Un hombre gordo de aspecto asqueroso, abusador y dueño de aquel bar.

Subió por las escaleras junto con su hermano menor, Remi, rumbo a la sala Vip, una sexy camarera con poca ropa les sirvió dos tragos y los acomodo en el mejor reservado, el hombre sacó un cigarro del bolsillo de su chaqueta, se lo llevó a los labios y cuando estaba a punto de encenderlo, la voz del dj hizo que prestará toda su atención en él.

—¡Buenas noches, con vosotros: estrella, la razón de que estéis aquí! ¡Venga guapa, muestra lo que tenéis! —El hombre español dejó de hablar, de inmediato los aplausos y los silbidos no se hicieron esperar.

Se levantó de la silla y camino hasta la ventana, desde hay contempló el espectáculo, las luces se apagaron quedando todo oscuro, sólo una luz roja muy tenue alumbraba el escenario, una despampanante mujer salió, vestida con un traje de lentejuelas amoldado a su hermosa figura, su larga cabellera negra como la noche sobrepasaba su redondo trasero, de espaldas a su público la música empezó a sonar y aquella bella mujer, sus caderas empezó a mover, suelta, con delicadeza y muy sensual se movía de arriba hacia abajo,

Aquella chica acaricio muy sutilmente sus curvas; apenas si rozaba sus dedos por su cuerpo, los hombres le echaban cualquier tipo de morbosidad, mientras los otros la contemplaban en completo silencio. Entre ellos; Maxi, de repente la luz se fue haciendo más clara, y se podía apreciar la belleza de estrella, su nombre artístico. Dio una vuelta y Maxi contempló todo dándole una mirada descarada a la chica ajena a todo, ella siguió bailando muy sensual, su rostro estaba cubierto con una máscara y solo se podían apreciar sus carnosos labios, pintados de dorado, mientras seguía en su baile se mordió ligeramente el labio inferior y ese simple acto desató un sin fin de deseos en el hombre, era bien sabido que solo se acostaba con una mujer y luego la desechaba, ni volvía a repetir.

La morena de curvas preciosas, que movía su cuerpo muy sensualmente, no por gusto, si no porque esa fue la vida que le tocó. Dina, una chica extranjera que a sus cortos 19 años fue exiliada de su país, y obligada a trabajar para el asqueroso hombre, dueño del bar, no le quedó de otra y muy a su pesar su resignación había muerto, llevaba en ese lugar, tres años de abusos, golpes y torturas, ese era su diario vivir. No sonreía, no era una chica alegre, toda alegría se había desvanecido por completo.

Su número acabó y como cada noche que bailaba, los hombres se le abalanzaron, queriendo pasar una noche con ella, pero ese no era su trabajo, ella sólo bailaba, esa fue su única petición, el dueño aceptó pero sólo si lo complacia a él. Rotundamente se negó, eso sería lo último que llegaría hacer en su vida, acostarse con un asqueroso hombre.

— Vaya, hasta tuve un orgasmo — Exclamó, Remi. Maxi lo miro de reojo, y con una mirada gélida le dejó todo en claro. El menor de los hermanos se encogió de hombros y se dedicó a beber de su trago.

Dina, entró de nuevo a los camerinos casi corriendo, un borracho siguió, la acorraló en la pared, y cuando fue a tocar su cuerpo, Dina levantó su pierna dándole justo en la ingle.

—¡Largó! — Una ronca y potente voz hizo que Dina levantará la cabeza, quedó pérdida unos segundos, contemplando al hombre: su rostro se asemejaba a los dioses, nunca había visto tanta perfección, sus ojos azules muy profundos y fríos como el hielo, se clavaron en ella, Sintió que el aire le faltaba con esa intensa mirada que le dio, y aunque todavía llevará el antifaz, El deseo de Maxi aumento.

— Yo no doy sexo, mi trabajo es bailar, si no quiere tener problemas con el dueño, mejor váyase — Inquirió la chica, de ojos azabache, el hombre que estaba en el suelo, se levantó y se marchó. Maxi levantó un poco la comisura de sus labios, se quedaron viendo fijamente a los ojos, algo se encendió, algo sintieron, una chispa se apoderó de ellos. Algo descomunal e irremediablemente surgió: una química, algo poderoso; una fuerte atracción.

— No me interesas para el sexo — Inquirió el hombre, Dina por dentro se pregunto, si acaso no era para nada bonita, bueno a diferencia de él, debe tener estándares muy altos para las mujeres y ella simplemente es una bailarina, atrapada en un infierno.

— Me alegro, porque tampoco me acostaría con un tipo tan... —lo miró de arriba abajo con desdén, pero no salió nada más de su boca, que iba decir; que era feo, o gordo, simplemente no encontró ninguna mínima imperfección. ¡Es un hombre demasiado guapo!, eso sería mentir descaradamente.

Sin embargo hizo una mueca y un ademán con la mano, se giró en sus talones, y se fue, dejando a Maxi con un sabor amargo en su boca.

Maxi regresó al reservado con su expresión neutra y sería tan característica de él, se sentó al lado de su hermano, hasta que el dichoso dueño del bar hizo acto de presencia.

— Buenas noches señores, es un placer tener la familia Lombardi, interesada en hacer negocios conmigo — El robusto hombre entró, y se sentó frente a ellos, que le dieron una mirada rápida. Después de una hora acalorada la reunión concluyó beneficiando a ambas partes—. Para festejar, mi estrella hará un espectáculo privado para nosotros.

El hombre hizo señas y en cuestión de segundos, Dina apareció frente a ellos, con otro traje mucho más ajustado a sus curvas y de un color blanco con brillos haciendo resaltar su color canela. Pero esta vez, no tenia máscara, Maxi, sin duda alguna, le atrajo la chica de sobremanera. Sus pestañas eran largas y onduladas, que junto a sus ojos negros, la hacían ver hermosa, sus labios carnosos pintados de rojo intenso, le provocó querer morderlos. Dina tenía buena estatura casi llegándole a la altura de su cabeza, los hombres se pusieron de pie inmediatamente.

— Estrella, complace a estos hombres que son muy importantes — Inquirió Darren, el dueño del club. Dina asintió y se subió al escenario que había en el reservado.

— Esto se pondrá bueno — Remi estaba entonado, y muy emocionado, Al ver a la mujer.

— Estrella es la mejor, por ella es que este lugar se mantiene lleno — Darren, había sido quien encontró a la chica de diecinueve, bailando en la calle. Para conseguir algo de dinero, le ofreció trabajo, desde entonces ha intentado por todos los medios hacerla su mujer, Pero Dina, no era nada fácil de manejar, todo lo contrario su caracter era fuerte. y por más que quisiera escapar, el hombre la amenazaba. Hasta que la salida más rápida se abrió de golpe ante sus ojos. Sin estar segura que las llamas vivas del averno la iban a consumir.

¡Bella gente!, como siempre es un placer para mi seguir con este trío de hermanos, y con esta última parte, espero no defraudar a nadie. Muchas emociones, y mucha acción habrá en la cuarta parte de está saga. No siendo más disfruten la historia. ¡Los amo a todos, y gracias porque sin ustedes no las habría escrito!. ¡Bendiciones y les deseo una vida apoteósica!.

Capítulo 1.

Maxi

Me siento en el sillón junto a Remi, que está frente al escenario para contemplar aquella morena mover su hermoso trasero, que sin duda alguna, tiene un buen tamaño. De espalda a nosotros y con una mano rodeando el tubo empieza a sonar la música, estrella, empieza a descender bajando sus caderas hasta llegar al suelo, nuevamente empieza a subir lentamente rozando el tubo entre sus dos nalgas, me bebo el trago de golpe, ¡Es jodidamente sexy, está hermosa morena!, gira tomando el tubo con una mano. Me mira a los ojos desafiante, sonriendo con picardía, lo trepa y baja dando vueltas con una pierna, echando la cabeza hacia atrás, los ojos me queman de sólo verla, Y mi pantalón está incomodando, sigue meciendo su cuerpo hasta que acaba la canción, agitada sus pechos suben y bajan rápidamente, se baja del escenario con ayuda de Darren. Que la mira fascinado.

— Gracias mi hermosa estrella — Dice el hombre, ella le da una mirada fría y se suelta de su agarré.

— Permiso señores mi trabajo ya terminó.

— No preciosa aún no — Inquirió Remi, lo mire con el ceño fruncido y sonrió con malicía—. De echo Darren, me gustaría una noche con ella.

— ¡Remi!— Advierto severamente, él imbécil de mi hermano me mira a los ojos, y en ellos solo hay diversión.

— Qué, Maxi. Acaso te quieres divertir primero tú con la chica — Se burla.

— No seas estúpido, pendejo de mierda, no vinimos a coger con estas putas.

La chica frunció el ceño, y su cara se tornó furiosa, se acercó hasta llegar a mi, me levanté mirándola a sus ojos negros, en los cuáles sólo se veía el desdén, el desprecio y un enorme vacío.

— ¡El único estúpido de mierda es usted, señor! — Su mano impacta en mi rostro con tanta fuerza, me mira con desprecio y dando media vuelta se va, hasta que Remi estalla en risas. Salgo de mi aturdimiento.

— Trae a esa perra y le enseñaré a respetar — Ordeno a Darren con los dientes apretados, este profundiza el ceño, hace señas a uno de los hombres y en pocos minutos la traen de vuelta, pero la tigresa, es una verdadera furia.

— Quieres otra hijo de puta.

— ¡Dina, ya cállate!, señor Lomabrdi yo mismo me encargaré de castigar a esta maldita perra — Escupe el hombre. Así que ese el nombre de la gatita.

— Largo todos — Ordenó.

— Bien, hermosa te dejo en muy buenas manos — Le dice Remi a la mujer, que solo lo mira de arriba abajo con el ceño fruncido.

Salen de la sala, camino hasta ponerle seguro a la puerta, se queda parada en medio de esta totalmente rígida, con la cabeza en lo alto, observado a detalle cada movimiento que hago.

— Así que Dina, es tu nombre gatita — Me acerco a ella, y no se mueve, viéndola más de cerca, su rostro es hermoso y su piel me está incitando a ser tocada—. Toma asiento.

Duda pero aún así lo hace, me siento encima de la mesa frente suyo, pasó mi mano por su rostro, se tensa de inmediato, su piel es muy suave.

— Ya le había dicho, que yo no tengo sexo con nadie, acá hay bastantes putas, para qué escoja a la que desee.

— Siempre eres así de arisca preciosa — Me inclino un poco a su oído, remuevo su cabello y su piel canela me está causando un serio problema—. Lo que te hace falta, es que te den una buena cogida para que se te quite el mal humor.

Se levanta y sus voluptuosos pechos quedan a la altura de mi cara, se acerca más y pega sus labios a mi oído, haciendo que me estremzca.

— Puede que si, pero es una lástima que no haya quien me encienda para que afloje mis piernas, ante cualquier bello rostro. Como te dije. Aquí lo que sobran son putas, ¿Te traigo a una? — Susurra sensual, sus labios se mueven encima de mi óvulo, y mi erección se hace evidente. La tomo de sus anchas caderas y la pegó a mi erección y aunque es fuerte, la apretó más sin soltarla.

— Te estás ofreciendo — Bajo mis labios por encima de sus pechos, Sus piernas tiemblan.

— Suelteme o no respondo — Amenaza, suelto una risa, me levanto rápidamente, la giró y queda acostada en la mesa, pasó mi mano por su cuerpo. Y me abro paso por sus piernas dejándolas bien abiertas.

— Que piensas hacer — Descanso mi mano en su vagina, su cara cambia de estar enojada a convetirse en un toro, respira pesadamente. froto por encima de la tela, provocando espasmos, aceleró los movimientos y jadea sin poder contener—. No que no te enciendo, eres cómo las demás. El punto sensible y ya están más que listas.

Esta chica, recoge su pierna y me da una fuerte patada en el estómago, me echo hacía atrás, y de un rápido movimiento tengo mi arma en su cabeza. Se queda totalmente quieta esperando a que jale el gatillo.

— Sabes preciosa antes de volar tu bello rostro, primero me encantaría saciarme de ti — Hago presión en su cabeza, me mira a los ojos y sonríe, mantengo mi expresión sería.

— Te lo advertí, muñequito — Dice con sarcasmo, cruza sus piernas en mis brazos haciendo que el arma caiga al suelo, me presiona fuerte llevando mi rostro más hacía ella—. Pero no tienes ni puta idea quien soy.

—Interesante — Murmuró, con mis manos la sujeto de las muñecas, quedando muy de cerca nuestros labios, presiona mis brazos con más fuerza y sonrío, de un abrir y cerrar de ojos la presiono fuerte con la mesa soltandome de su agarré. Me toma del cuello de la camisa y se pega a mis labios. Su lengua se estrella con la mía.

— Nada, hijo de puta. No me tientas a nada — Me suelta, la tomó de la nuca ejerciendo fuerza.

— Eso lo veremos preciosa.

—¡Suficiente, sueltala a te mató Lombardi!— Siento el arma en mi cabeza, la chica abre los ojos que se clavan en los mios. Sonrío y le lanzó un guiño.

— Dispara Darren, no me gusta la gente de poca acción — Insisto, sin soltar a Dina.

— La chica es mía, sólo me puede pertenecer — Rechina los dientes.

Sólo se escucha el seco sonido del cartucho, y la sangre salpicar en nuestros rostros, el hombre cae a un costado. Me incorporó soltando a Dina, Que sólo mira al hombre en el suelo.

— Debemos irnos, ahora — Ordena Remi, la tomó de la mano, salimos del lugar en medio de balazos por parte de los hombres de Darren. Al subir al auto, Remi arranca y nos perdemos por el bosque. La morena empieza a llorar, mi hermano me mira igual de confuso que yo. Así dura hasta que llegamos a la casa de seguridad.

— Dejenme ir, no diré nada, — Dice ella, sonrío con malicía y la sacó del auto.

— Te saque de ese asqueroso lugar y esa es tu forma de agradecer, lo siento. Pero debes pagarme lo que acabo de perder.

Capítulo 2.

Dina

¡Madlita sea!, tres años de estar en ese maldito infierno, y ahora un puto pero atractivo ser, sacado de otro planeta me está ayudando. Lloro de felicidad, frustración, y por lo que se me avecina de ahora en adelante. Eso sí, no puedo negar que esté hombre tan atractivo está más bueno que el pan mojado con chocolate, lo miro de arriba abajo. Su cabello castaño, sus ojos azules como el mar, su nariz es perfecta, su mandíbula es cuadrada sin rastro de barba, ahora su tamaño es ¡Enorme!, me refiero a la estatura, aunque de haya abajo no está tan mal que digamos. Dina en que momento te fuiste por otro lado. Volviendo a concentrarme en el sexy hombre que tengo al frente, que de por cierto, esta usando una sonrisa mortal, para mis tan pecaminosos pensamientos. Claro está. Que ame como sus dedos largos y anchos me hicieron. temblar hasta el último hueso.

— Hombre es una lástima, porque puedo morir y no tengo ni para cavar mi tumba — Digo aún tratando de soltarme de su fuerte agarré.

— Existen otras maneras de pagar, preciosa — Murmura y me hace subir a un jet dándome empujones, deseo morir aquí mismo, primero pasa lo que pasa, luego me lleva con él, como si fuera suya, y lo peor es que estoy semidesnuda con la cara y la ropa ensangrentada. Todos estos hombres que están cuidando del sexy hombre. Sólo me ven con hambre.

— Si me vas a ofrecer trabajo, de antemano te digo, que sexo no — Me hace sentar en una silla, él se hace frente mío. Y el otro chico se hace a su lado, a los pocos segundos el enorme avión empieza a despegar.

— Pareces disco con una sola canción, diciendo lo mismo.

— Sólo te estoy advirtiendo — Mi postura cambia a ser una sería. En mi vida, tuve que pasar por ciertos infortunios y de ahí nace la razón de no querer tener sexo con nadie. De hecho, nunca antes me había provocado justo como lo hizo aquél hombre, en aquella mesa, y de sólo recordar como froto sus dedos rápidamente en mi clítoris, me está dando una enorme calentura, que deseo hasta meter mi trasero en una alberca congelada para bajarla. Los hombres sonríen un poco, una azafata se acerca, moviendo sus curvas frente a los dos, el chico que no debe pasar de los veinte, la mira chorreando las babas, mientras el otro que se ve mayor, pero de cierta forma tienen un gran perecido, esté solo tiene sus azules ojos fijos en mi. La mujer les deja dos tragos a cada uno, yo sólo niego con la cabeza y se va.

— Sabes pelear — Afirma, sonrío un poco y asiento.

— Digamos que me se defender — Me encojo de hombros y juega con el vaso en sus manos.

— ¿Deseas volver a ese lugar, o quedarte a trabajar para mi? — Inquirió, levantó la copa y de un sorbo dejó el vaso vacío, sus labios quedaron húmedos y su manzana bajo lentamente, me remuevo, ¿Porque mi cuerpo se estimula con sólo esa simple acción?.

— No pienso volver, Carlo me mataría. ¿Cuál sería mi trabajo? — Nuetros ojos se encuentran, mientras que el otro hombre se levanta y se pierde por una puerta a sus espaldas, cruza sus piernas sonríendo de lado.

— Te ofrezco que seas mi esposa, y te aseguro que nadie te tocará — Suelta despreocupado, me río histérica mientras su expresión es neutra.

— Y en que te beneficia, que yo sea tu esposa.

— A mi en nada, pero a ti en mucho, preciosa. Piénsalo. Pero no mucho que no tardan en buscar tu hermosa cabeza, y claro está que me tendría que deshacer de ti.

Me quedo en silencio contemplando a ese hombre, que en cada palabra se nota su fluidez y desfachatez, el resto del viaje ellos hablaron entre sí, sobre sus turbios negocios y de cómo afrontar lo que había sucedido en el bar. Mire por la ventana y pensé en las muchas veces que soñé salir de ahí, pero se me hacía imposible con ese asqueroso gordo que intentó a como diera lugar poseer mi cuerpo, ahora que me espera, si aceptó, lo que él guapo me ofrece, quien me asegura que no pasará nada, si a simple vista se notan lo mafiosos que son. El avión empezó a descender y mi mente aún seguía en un limbo. ¡Qué mierda haré!. El hombre me tomo de la muñeca y me jaló haciendome bajar de esté.

— No sabía que eras tan posesivo Maxi. Adiós Dina — El hombre de ojos grises sonrió, se puso una gafas y camino hacía un auto que a los pocos segundos se perdió de mi vista.

— Ya lo pensaste, gata — Se burló, que imbécil de mierda tan prepotente.

— Aceptó, pero recuerda que nada de sexo.

— Ya mujer, eso lo tengo claro —Me jaló de la muñeca, pegándome a su duro pecho, mis ojos ven sus carnosos labios y como los humedece con su lengua—. Esperemos que tu cuerpo diga lo mismo.

Susurra en mi oído, un temblor me recorre de pies a cabeza, levantó un poco la cara, y viendo más cerca sus ojos. Su azul es precioso tan cristalino como el mar, pero feroces e intimidantes, sus brazos rodean mis caderas y su grande mano se posa en mi nalga, me aprieta a su cuerpo, haciendome sentir su duro miembro. Su rostro se va acercando de a poco. Estoy estática dejándome llevar. Se detiene encima de mis labios y pasa su lengua por los mios. Espasmos, calambres, un incendio, se apoderó de mi parte baja.

— Porqué veo que estas demasiado caliente. Al igual que yo, deja que todo ese fuego salga — Sus labios se mueven encima de los mios, y estoy pensando seriamente en cambiar de cuerpo, por otro que no sea tan traicionero como esté maldito que me tocó.

— Tienes razón, muñeco. Pero te quedarás con las llamas en tu cuerpo porque las mías ya se están apagando... — Su lengua se abrió paso, saboreando mi boca como si de tapa de yogurt se tratara. Sus manos apretaron fuertemente mi trasero. Y su gran miembro quedó rozando mi sensible y húmeda cavidad.

— Vamos futura señora Lombardi — Se separó satisfecho, después de encenderme hasta más no poder.

— Bueno señor Lombardi, cual es su nombre, si se puede saber.

— Maximiliano, es un gusto para mí conocerte, preciosa — Me jala subiéndome al auto, y allí dentro, nuestras bocas chocaron brusco, demasiado rápido caes Dina. Dijo mi subconsciente que con soda en mano y la boca ocupada se burlaba de mi.

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