El reino de Caelus ha estado teñido de oscuridad los últimos meses, nadie sabe porque, pero, meses atrás, durante la noche, una neblina oscura se deslizo por el suelo del reino, pocos fueron testigos de este acontecimiento y para cuando llegó el amanecer, esa neblina regreso al bosque, pero, el cielo estaba gris, la luz del sol no ha hecho presente y durante las tardes, la lluvia no para, acompañada de truenos y relámpagos. Todo esto creaba un ambiente sombrío.
En el palacio, el rey regreso de una excursión, y tan pronto cruzo las puertas del muro, vio a los cadáveres de los caballeros que había dejado cuidando el palacio. Quienes lo acompañaban quedaron horrorizados por la escena, pues, todos tenían una expresión de miedo y desesperación, mientras que sus cuerpos estaban cubiertos de heridas que parecían hechas con garras filosas. El rey corrió hacía el palacio y al entrar, los cuerpos de los sirvientes estaban por todos lados, en las mismas condiciones que los soldados.
Ante esto, los caballeros que vienen con él, se dividen para buscar por todos lados a la reina y los hijos de esta. Mientras que el rey se dirige hacía el salón del trono, al entrar, los nobles de la corte estaban también masacrados. Pero en medio del salón, había una pequeña niña de pie de espaldas, la cual se da media vuelta revelando el rostro de una linda niña de risos oscuros y ojos rojos. Pero, su piel blanca estaba levemente manchada con sangre, al ver al rey, ella sonríe y estira las manos dejando ver que estas también están teñidas de sangre.
— Papi, volviste. — dice con una sonrisa alegre.— mira lo que hice.
La niña señala hacía arriba detrás del rey, y cuando este voltea, el rey cae sentado al ver a la reina colgada en la pared con una espada clavada en su vientre y los ojos abiertos mostrando desesperación.
— papi, ahora ni ella, ni nadie te dirán que soy una niña mala.— comienza a reír.
El rey no sabe ni que hacer, y escucha los gritos de sus caballeros. Tres de ellos entran al salón perseguidos de una especie de bestias en formas de enormes perros negros, estos se lanzan contra los caballeros y el rey. Las puertas se cierran y entre los gritos y gruñidos, resuena nuevamente la risa de la pequeña niña.
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Meses antes...
En la oscuridad del bosque sombrío, una pequeña niña de cabellera oscura y larga, con el vestido rasgado corre con desesperación, las lágrimas resbalan por sus mejillas, esas cubiertas de moretones. Su cuerpo delgado y brazos cubiertos de cicatrices, eran prueba de que esa pequeña no había tenido una vida fácil, y quizás por eso, parecía huir desesperada.
Pero, se huida se detiene abruptamente cuando alguien la agarra del brazo, la pequeña grita y usa mano libre para intentar quitar la mano de quien la agarra con más fuerza. Quien no la deja ir es un joven de cabello rubio, vestido de noble. El chico la tira al suelo y presionando con su mano el hombro de la niña.
—te tengo...esta vez no te me escapas pequeña zorra, por fin serás mía, me has estado provocando desde que llegue al palacio.— hablaba mientras sonríe con burla.
—suéltame...le diré a mi padre...— grita desesperada.
La niña lucha por liberarse, y su oportunidad llega cuando el chico intenta romperle la falda del vestido, así que la pequeña le rasguña la cara y esto hace que pueda liberarse y correr de nuevo. El chico furioso sigue tras ella, hasta alcanzarla de nuevo.
—¿como te atreviste a dañar mi rostro?, maldita perra conoce tu lugar.—
Por el enojo, le da un golpe en la cara y esto hace que la niña sienta que su cabeza da vueltas y al perder el equilibrio, resbala hacía unos arbustos. El chico intenta agarrarla pero, ese lugar era un acantilado y la niña cae al vacío. Ante esto, el chico retrocede horrorizado, por lo que se da la vuelta y regresa corriendo en la misma dirección en la que había venido.
Al fondo del acantilado, el cuerpo de la niña yace en un charco de sangre, mientras sus ojos castaños, permanecen abiertos con una expresión de horror. El silencio en el bosque se hace presente, siendo interrumpido en segundos por el susurro de una voz escalofriante.
"La bruja del caos ha despertado." Anuncia aquella voz.
Una neblina oscura empieza a cubrir el suelo del bosque y una especie de líquido negro se desliza hacia el cuerpo de aquella niña, mezclandose con el charco de su sangre, para después empezar a regresar dentro del cuerpo, se mueve con ligeros tics, los ojos parpadean y el cuerpo se comienza retorcer con pequeños crujidos de los huesos rotos. El cuerpo se levanta repentinamente con la cabeza inclinada hacía adelante y se eleva con aquella sustancia negra bajo sus pies. Los ojos se abren revelando ahora un par de ojos rojos.
La niña aun flotando observa sus pequeñas manos, después se toca el rostro y una sonrisa retorcida se muestra en sus labios, para después soltar una carcajada que hace eco en el bosque.
—los recuerdos de esta pequeña criatura...ah...la humanidad sigue siendo la misma basura...¿por qué sellar se nuevo el caos si no merecen ser salvados?— pregunta.
{Aun hay humanos que merecen salvarse, los que no, solo entregalos al caos.} Le responde una voz en eco.
La niña sonrió por aquella respuesta, y ya tiene a su primer sacrificio. Su cuerpo finalmente baja tocando el suelo y empieza su caminata de regreso a su nuevo, "hogar."
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El nombre de la pequeña niña era Ravenna Van Rossem, princesa del reino de Caelus, la pequeña Ravenna apenas tenía 5 años cuando su madre, la reina, perdió la vida por una enfermedad, y en menos de un año, su padre, se caso con la hermana mayor de esta, quien había enviudado hace años, pues su esposo había sido asesinado en el campo de batalla.
Esta mujer, aprovechando que su hermana había muerto, y que Ravenna era muy pequeña, convenció a su cuñado de qué, no solo necesitaba una reina, también necesitaba una madre para la princesa, y si él lo permitía, ella aceptaría casarse con él para ser la madre que Ravenna necesitaba. El rey, pensando que su hija estaría bien, aceptó y tomo a Naira como su esposa y reina.
Ella, tenía dos hijos, el mayor, un joven llamado Duncan, que ahora tiene 15 años, siendo este chico, aquel que ataco a Ravenna. Y la hija menor, Elvira, era una niña de 12 años que junto a su madre, le hacían la vida imposible a la pequeña Ravenna.
La pequeña princesa, ahora tiene 8 años, y en tan poco tiempo, ha sufrido en manos de esas tres personas, una madrastra que junto a su hija, la tratan como sirvienta, la acusan falsamente de cosas que ella jamás ha hecho, como romper el vestido de Elvira para que no asista a la fiesta de té, esconder las joyas de la reina, pegarle a Elvira solo porque la inocente niña quería jugar con ella, y muchos más crimenes que ahora, el rey creyó que su propia hija fue capaz de empujar a la reina causandole un aborto. Esto último hizo que el rey mostrará más indiferencia ante su hija.
Y por si fuera poco, debe de estarse cuidando de no estar a solas con Duncan, porque este siempre le hace comentarios desagradables sobre su cuerpo, e intenta tocarla. Tal como paso esa noche, Ravenna regresaba tarde a su habitación, porque se había quedado castigada en la sala de clases, entonces se cruzo con Duncan y este quiso arrastrarla hacía las caballerizas, pero Ravenna logró escapar al bosque, donde, todo termino en tragedia.
En el palacio, los caballeros buscan a la princesa, porque la única doncella que la atiende, vio que no había regresado a dormir cuando fue a revisar la habitación. El rey fue informado de esto, así que ordeno que buscarán por todos lados, y claro, Naira no dudo en decir que probablemente la niña solo estaba tratando de llamar la atención, el rey al saber esto, en lugar de detener la búsqueda, ordeno que encontraran a la niña de inmediato, porque le daría un castigo.
Mientras buscan, por el palacio y los jardines de este, ven como del bosque surge una espesa neblina oscura que se desliza por el suelo, algo que jamás habían visto antes.
—si me deshago de los reyes, el reino sería mío por derecho de sangre, ¿verdad?— pregunta con su dulce voz.
{Probablemente la corte querría casarla con un hombre de estatus alto para que sea él quien tome el trono, los hombres de esta sociedad no soportan que una mujer sea superior a ellos.} Responde aquella voz en su cabeza.
—entonces solo eliminó a la corte, si no puedo gobernar por las buenas, se puede por las malas, ¿no?—
Una sombra en forma de dragón se forma tras de ella.{¿siempre tienes que eliminar a alguien en tus planes?}
—es lo que me gusta, soy el caos.— sonríe mientras sus ojos brillan al rojo vivo en medio de la oscuridad.
La neblina había cubierto el piso de todos los jardines del palacio y los pasillos externos, lo cual preocupaba a todos. Ravenna finalmente camina fuera del bosque y tras un pequeño suspiro, su inexpresiva mirada cambia a una de tristeza y desesperación, para así correr hacía el palacio.
— ayu...da...a...yu...da...— grita la pequeña.
Cuando ve a los guardias venir hacía ella corre a colgarse de los pies de uno de ellos, suplicando su ayuda.
—él me persigue...me quiso tocar...hui...y...quiero a mi papá...— balbucea.
Una doncella corre hacía la niña, siendo esta la única que la cuida y carga a la pequeña entre sus brazos.
—¡oh! Alteza...gracias a los dioses...¿pero que le ha pasado?— la observa.
—mi papá...llévame con mi papá...— pide la niña.
Mientras que en una de las salas del palacio, la reina se sigue quejando de que, seguramente Ravenna solo estaba haciendo berrinche y por su culpa los tenían ahí despiertos. Duncan quien se había unido en esa sala, estaba nervioso, mientras que el rey solo observa desde la ventana. Hasta que las puertas se abren.
—su majestad, la princesa ha aparecido.— anuncia un guardia.
Y al escuchar eso, Duncan se sobresalta.
...
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Villanas, buenas noches, madrugadas o días, según la hora que lean esto. ¿Que tal les ha parecido este estreno?, como estamos en fechas halloweenescas, quise escribir una historia que tuviera un pequeño toque al estilo del mes, espero que me salga, quizás no para sacarles un susto, pero si para que la bruja se caos se divierta acabando con la familia de la pequeña Ravenna.
Quise estrenar la historia ahorita, aunque apenas voy para el tercer capítulo. Pero, como ya vamos cerca del final de nuestro rey omega, y hoy no alcance escribir capítulo, quise darles esta sorpresa. ♡
Tan pronto Ravaenna atravesó las puertas de la sala y vio a Duncan en ese lugar, levanto la mano señalando al chico.
—fue él...quiso matarme para que no dijera que intento hacerme daño...— su cuerpo temblaba mientras apunta a Duncan.
Duncan se sobresalto al escuchar la acusación, el rey volteo hacía el chico, pero la reina, dio unos pasos hacía Ravenna y la sujeto con fuerza del brazo.
—mientes, mi hijo jamás haría algo tan horrible...—voltea hacía el rey.— su majestad no puede creerle...usted sabe el dolor que me ha causado y ahora miente en contra de mi hijo...
—majestad, yo jamás haría nada para dañar a la princesa, es como mi hermana.— se defiende Duncan.
—Ravenna, tú acusación es muy seria, estas acusando a quien pronto será nombrado príncipe heredero.— interviene el rey.
—un abusador no puede ser heredero...padre...crea a su hija por favor...el me tiro el suelo y se bajo los pantalones...mire mi ropa...solo porque escape o me...me hubiera hecho daño.— solloza mientras sostiene con fuerza la mano del rey.
Los guardias y la doncella presentes, se miraban entre si, preocupados por las palabras de la niña, porque, saben que la reina no perdonará una acusación como esa en contra de su hijo, en especial ahora que ha logrado que el rey convenza a la corte de que el Duncan sea nombrado príncipe heredero, ya que durante los años que llevan de matrimonio, la reina no ha logrado concebir un heredero, y la única vez que logro quedar embarazada perdió el bebé en una caída que ella, juro fue provocada por la princesa.
—no se porque la princesa me odia tanto...ya me hizo perder a mi bebé, y ahora quiere que condenen a mi hijo...— la reina se deja caer al sofá sollozando.
Duncan se acerca a ella para consolarla, mientras que el rey, la observa con preocupación, y aprieta los labios al recordar lo mal que se puso la reina cuando esta perdió el bebé, su tristeza fue tanta que incluso intento quitarse la vida, y todo porque Ravenna estaba celosa de ese bebé.
—padre...me cree, ¿verdad?, él realmente quiso hacerme daño...— balbucea con su bocecita casi apagada.
El rey aparto la mano y la miro con severidad.— no puedes estar acusando a Duncan de algo tan terrible, ya he tenido suficiente de tus caprichos.
—pero padre...sigo la verdad...él me llevo al bosque...para hacerme daño...— insiste con la voz quebrada.
–¡Basta!, llévense a la princesa, y todo lo que ha dicho no será tomado en cuenta. No puede salir de su habitación hasta nuevo aviso.— ordena el rey.
La doncella se acerca a la niña y la toma del brazo para pedirle que la siga, pero Ravenna se niega, pidiéndole a su padre que le crea.
—soy tú hija...no puedes dudar de mi...papi, papi...— grita mientras la arrastra.
—necesitas aprender una lección. Buscaré un castigo para ti.— responde el rey.
La niña deja de gritar y se queda quieta, agachando la mirada. La doncella aprovecha para cargar a la niña, y cuando se da la vuelta, los ojos de Ravenna brillan mirando al rey, este nota el detalle y siente un leve escalofrío. Un murmullo hace eco en esa habitación, el cual solo el rey puede escuchar.
"Has dejado entrar el caos."
Las luces de la sala parpadean, y se deja sentir un aire frío, el cual notan las tres personas aun presentes ahí. La reina se asusta pues durante el parpadeo de luces se escucha una voz llamarla por su nombre.
—m-majestad...¿que ha sido eso?— pregunta temerosa.
—los cristales deben de estar perdiendo mana, mañana haré que los cambien. Ahora vamos a descansar.— responde el rey.
Él es quien le sostiene de la mano para que se levante del sofá.
—Duncan, no debes preocuparte de nada. Me ocuparé de darle un castigo a Ravenna, pero por ahora, no te acerques a ella, no queremos que la corte use cualquier cosa para desprestigiarte.— le pide el rey.
—no se preocupe majestad, no haré nada que lo decepcione.— responde Duncan.
Cuando ambos reyes se van, Duncan maldice el momento en el que Ravenna regreso, pero, ¿como era posible?, la vio caer por ese acantilado, no hay forma de que sobreviviera, y aunque así fuera, no podría moverse, ni volver en cuestión de horas. Pero, ahora necesita silenciarla, no dejará que arruine su nombramiento como príncipe heredero, falta poco, y no perderá esa oportunidad que su madre le ha conseguido.
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En la habitación de Ravenna, su doncella es quien revisa sus heridas, mientras le pide perdón por haberla dejada sola.
—tenias que hacer el trabajo que te encargaron, no es tu culpa.— responde la niña.
—pero, el joven Duncan aprovecho para acercarse...mi señorita.— sostiene las pequeñas manos de la niña entre las suyas.— no logró hacerle nada, ¿verdad?, por favor, que no la haya mancillado...
La doncella sabe, que si pasará algo así, la pobre princesa será juzgada por toda la sociedad, aun cuando ella no tuviera la culpa.
—no hizo nada, logre escapar. Anne, ¿puedes preparar el baño?, estoy muy sucia...— pide la niña.
—si, claro princesa.— se pone de pie y va a la puerta para ponerle seguro.— venga.
Anne va al baño para preparar todo. Mientras que Ravenna se queda en la habitación y se quita aquel vestido que ha quedado todo sucio y rotó. Ella se mira las manos, eran tan pequeñas, aunque eso no impide que pueda acabar con toda esa basura humana que habita el palacio, entre ellos, se incluye el rey, que prefirió creer en su mujer, que en su hija.
—ella dijo que mataste a su bebé...— se habla así misma en el espejo.— que por su mentira su vientre se pudra...
Una sonrisa maliciosa se forma en los labios de la niña. Se repente, Anne le habla y la pequeña se da la vuelta con una sonrisa amable, se dirige hacía el baño.
En la habitación de los reyes, la reina estaba ya cerca de su cama cuando siente como su vientre comienza a doler, cae de rodilla gritando. El rey al ver esto, llama de inmediato a los sirvientes para que busquen al doctor de inmediato. Naira apenas arrastrarse hasta la orilla de la cama y se puede ver que ha dejado un rastro de sangre en el piso.
— dense prisa en traer al médico.— sale el rey de nuevo a gritar.
...
Cuando el médico llego a ver a la reina, esta ya había perdido mucho sangre, pero, lo que no esperaba, era que, esa sangre tuviera un olor a carne podrida, incluso el rey apenas podía permanecer en la habitación, mientras que la reina había caído inconsciente debido al dolor.
Al día siguiente, el rey acudió a la corte, un mensajero llegó para pedir alojamiento de parte del príncipe heredero de Celes, y aunque este apenas era un niño de doce años, se dice que era un niño muy astuto, y que sus padres, los reyes de Celes respetaban sus opiniones pese a su edad. Así que, deben de dar una buena impresión.
— Duncan, estas por ser nombrado príncipe heredero, así que quiero que seas quien este a cargo de la hospitalidad del príncipe heredero de Celes.— ordena el rey.
Duncan se pone de pie haciendo una reverencia.— no lo decepcionare majestad.
Los nobles que no apoyan el nombramiento de Duncan cuestionan de si el chico esta preparado para recibir a una visita tan importante como lo es el príncipe de Celes, ya que este reino, no es un simple reino, es el reino cuyo guardián es el dios dragón blanco.
— Duncan es joven, pero ha sido educado desde muy pequeño, se que puede manejar algo como esto.— asegura el rey.
El debate sigue, pero, al final, el rey permanece con su decisión.
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Ravenna, miraba hacia el bosque desde su ventana. Necesitaba liberar el resto de su poder, y para eso, debe de romper el sello que mantiene en su prisión al dragón oscuro, quien ahora solo puede acompañarla como una fiel sombra.
—¿como puedo liberarte?— pregunta.
{Necesitamos el mana de un guardián dragón.} Responde su sombra.
—¿sabes donde encontrar uno?— no importa que tenga que hacer, tomara su energia.
{Aun no lo sé, pero lo encontraré, se paciente, bruja.}
—Ravenna...ese será mi nombre de ahora en adelante.— pues el suyo, ya no lo recuerda, han pasado tantos siglos desde su encierro.
{Ravenna...digno nombre para una bruja, este cuerpo estaba destinado a ti.} Responde la sombra de dragón.
Ravenna muestra una leve sonrisa. Anne entra a la habitación con una bandeja de comida, mientras le dice a la pequeña que la reina parece estar enferma, y que quizás gracias a eso, el rey no le preste atención a lo que paso anoche y así evitará un castigo.
—también dicen que vendrá un invitado al palacio, que solo va de paso.— Anne se veía emocionada.
—ese invitado, ¿es importante?, ¿sabes quien es?— pregunta curiosa.
—creo que es un príncipe, si es así, la señorita Elvira estará pegada a él, igual de ofrecida que su madre, y eso que apenas tiene doce años.— se queja Anne.
—que desagradable, educar de esa manera a su hija...— hace una mueca de desagrado.
La reina si que no sirve como madre, ha criado a un abusador y a una niña que apenas tiene doce años y ya actúa como si fuera una adulta buscando seducir hombres.
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La reina despertó durante la tarde, el dolor se había calmado, pero, el médico le sugirió descansar más días. Elvira, que ha ido a visitar a su madre, le menciona sobre la visita del príncipe heredero de Celes, así que la reina manda llamar a sus doncellas para que se encarguen de vestir correctamente a Elvira, porque debe de darle buena impresión al príncipe de Celes.
— no permitas que esa bastarda se acerque al príncipe, debe verte solo a ti, fijarse en ti, para que te quiera como su futura reina.— le explica a Elvira.
—¿reina?, si madre, quiero ser una reina, juro que conquistare el corazón del príncipe heredero.— responde emocionada.
—así se habla, mi querida hija, te irá muy bien en la vida.— sonríe orgullosa.
La reina acaricia suavemente el cabello de su hija, sintiéndose orgullosa porque estará siguiendo sus pasos, y muy pronto su hija se ganará la aprobación de la reina de Celes y esta seguramente no tardará en pedirle al rey pactar un compromiso entre Elvira y el príncipe heredero.
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Tal y como fue previsto, el carruaje de Celes acompañado de sus escoltas, llego al palacio durante el anochecer, los sirvientes del palacio junto a Duncan y Evelin, ya estaban en la puerta para saludar a su invitado. La puerta del carruaje se abrió, bajando de este, un jovencito que no pasaba de los 12 años, de cabellera dorada al igual que sus ojos, y un traje elegante que resaltaba su linaje real.
Elvira al ver al niño quedo encantada, ya que no solo se casaría por el estatus, también lo haría porque el príncipe le ha gustado. Duncan, es el primero en acercarse y saludar con una reverencia, por lo que el niño lo mira fijamente, para después observar a su alrededor.
El ambiente era pesado, había una especie de mana cubriendo el lugar, podía sentirlo, y la neblina, le daba un toque más escalofriante al palacio. El joven príncipe al ver que solo estaba aquel joven rubio junto a una jovencita con el mismo color de cabello, frunce los labios, porque, antes de llegar, sus doncellas le dieron información de la familia real, y el rey, solo tiene una hija biológica, mientras que los otros "príncipes" son solo hijos del anterior matrimonio de la reina, y aquel par, deben de ser ellos.
—¿el rey no viene a recibirme?— pregunta el niño rubio.
—su majestad me encargo a mi, ser el anfitrión de su alteza.— responde Duncan.
—¿y se puede saber usted quien es?— pregunta el niño.
—Duncan Van Rossem, el hijo de la reina, su alteza.— se presente con una sonrisa.
El niño se queda en silencio y es uno de los caballeros quien se inclina y le susurra algo al oído, a lo que el príncipe heredero asiente.
—ya veo, el bastardo de la reina.— habla lo suficientemente alto para que se escuche.
Duncan aprieta los puños al escuchar las palabras del príncipe, era un niño, pero con una lengua muy filosa.
—espero que mañana pueda saludar al rey, y agradecerle por su hospitalidad.—
—mi padre estará presente en el desayuno, podrá hablar con él, su alteza, lamento que esta noche no sea posible.— responde Duncan mientras se esfuerza en mantener la calma.
Elvira tira de la capa de su hermano para llamar su atención, y este se aclara la garganta, pasando delante de él a Elvira.
—su alteza, ella es Elvira, mi hermana menor, como es de su edad, creo que pueden entenderse muy bien.—
—saludos su alteza, es un gran honor estar presente ante usted.— hace una reverencia y después levanta la mirada con una sonrisa.
El joven príncipe, solo observa a la niña, pero, desvía la mirada dando bostezo.
—joven Duncan, ¿ya pueden llevarme a mi habitación?, he viajado durante todo el día y estoy cansado.— pide el joven príncipe.
Elvira mantenía su sonrisa, pero, el príncipe pasa de largo sin siquiera mirarla, las doncellas que llevan la maletas del príncipe pasan también de largo junto a Elvira, que incluso la empujan un poco, causando molestia en la caprichosa niña.
Desde el bosque, una ventana, Ravenna observó la llegada del príncipe heredero de Celes, y el dragón de la oscuridad le revelo algo importante, aquel niño que había llegado, es el guardián del dragón blanco, cuya energía necesita para liberar su poder completo.
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