Sol Rucci
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Han transcurrido ocho años desde que te fuiste y no hay un solo día en el que no recuerde cómo mi padre te agredió. Yo, en mi cobardía, no hice nada por defenderte; simplemente me quedé observando cómo te golpeaba hasta empujarte contra la mesa. Luchaste por vivir, pero al final te fuiste, dejándome sola. Para mí, tú fuiste como una madre. Me criaste desde que nací, ya que mi madre falleció en el parto. Eres todo para mí. A menudo me pregunto si, de haber intervenido en esa pelea, tal vez aún estarías aquí.
Kai, tu novio, me ha cuidado muy bien. Siempre está pendiente de mí y a veces creo que se preocupa en exceso. Él me proporcionó un hogar y, en medio de su dolor, me ofreció amor y atención. Se ha convertido en mi refugio. Juntos hemos logrado avanzar a pesar del dolor que causó tu partida. Me esfuerzo al máximo para que se sienta orgulloso de mí, siempre fui la mejor alumna en la escuela, me quedo en casa y cumplo con todas sus solicitudes. Actualmente, estoy en la universidad estudiando psicología. En el futuro, deseo crear una fundación para ayudar a todos esos niños que han pasado por situaciones difíciles, para que sepan que no están solos. La familia Vannecelli me ha tratado muy bien y he creado fuertes lazos de amistad con Almass y su hermano, Esmeralda y Zoe. Estoy en la misma universidad, aunque en diferentes carreras, pero siempre hacemos lo posible para que nuestras clases coincidan y así poder vernos.
Debo confesarte algo, hermana, y te pido disculpas. Te juro que no sé cómo sucedió, no quiero que pienses que te estoy traicionando, pero estoy enamorada de Kai. Nunca lo vi como un padre o familiar, siempre lo consideré un hombre, y sé que eso está mal. Por favor, perdóname. Sé que este sentimiento no será correspondido porque él aún te ama a ti. Fuiste todo para él; Kai ha cambiado, ya no queda nada de ese hombre cariñoso, tierno y tímido que conocías. Ahora es frío y de pocas palabras, aunque conmigo es un poco más considerado y me trata bien.
Coloco flores frescas en tu tumba y acaricio la piedra. Cierro los ojos por un momento y susurro: hermana, espero que estés descansando en paz.
(kai)
—Sol, es momento de irnos —me comenta Kai.
—Sí —respondo, mientras toma mi mano para ayudarme a levantarme.
Él mira la tumba por unos segundos y luego se dirige hacia la salida. Hasta pronto, hermana, volveré pronto a verte.
Sigo a Kai hasta el auto. Él me abre la puerta, entro y hace lo mismo. Le pide al conductor que nos lleve a casa. Lo miro, sin saber cómo expresarle que sé que no le gusta que salga, pero las chicas, especialmente Zoe, nos han comentado acerca de una fiesta en la universidad que será fantástica y que deberíamos asistir todos. A pesar de que inicialmente rechacé la idea, ellas insistieron. Tenía un plan: como los padres de Almass no le permiten salir, inventaría una pijamada en la cabaña de Zoe y luego de allí iríamos a la fiesta. No quería mentir.
—Kai, hay una fiesta en la universidad y me gustaría ir —le digo.
—Sol, en esas fiestas universitarias hay muchas drogas y alcohol, además hay hombres que buscan dañar a las chicas. Sería riesgoso para ti; es mejor que te quedes en casa —me responde, mirando su teléfono.
—Está bien —le contesto.
Quería ir, pero no quiero contradecirlo. Por lo que sé, él siempre dice que salir es arriesgado; lo más seguro es estar en casa. Cuando salgo, debo ir acompañada de los guardaespaldas y siempre me llama para saber si estoy bien. Aunque me gusta recibir su llamado y saber que está pendiente de mí, a veces me siento atrapada y desearía salir más.
—Kai, Zoe y las chicas harán una pijamada esta noche en la cabaña de Zoe. Quiero ir, por favor —le insisto.
Él levanta la vista y me observa. Estoy consciente de que está hablando con alguien por teléfono, pero apaga el dispositivo.
—Si quieres ir y pasar la noche con ellas, está bien. Eso sí, no dejes que Zoe te llene la cabeza de tonterías; mi hermana es una mala influencia —dice, desviando la mirada hacia su celular.
—Sí, no te preocupes —le respondo, sonriendo levemente.
Al llegar a casa, subo a mi habitación, tomo el teléfono y confirmo en nuestro grupo que iré y que nos veremos en la cabaña. Preparo un bolso con pijama y algunas cosas, además de la ropa que usaré en la fiesta. Cuando cae la noche, bajo a la sala y veo a Kai trabajando en la computadora.
—Ya me voy —le informo.
Él deja su computadora a un lado, se levanta y se acerca a mí.
—¿Te quedarás en la cabaña o irán a la fiesta? Tú, Sol, no me dirías una mentira, ¿verdad? —pregunta.
Trago en seco. ¿Soy tan obvia? ¿Se dará cuenta? Intento hablar con seguridad y un poco de engaño.
—Por supuesto que haremos la pijamada; la fiesta es para la próxima semana. Las chicas ya deben de estar esperándome —le digo, saliendo rápidamente.
Al llegar al automóvil, le indico al conductor que me lleve a la cabaña de Zoe. Después de aproximadamente 25 minutos, finalmente llegamos. Me bajo del vehículo y me dirijo hacia la cabaña, y al entrar, observo al hermano Almass jugando con la consola de videojuegos.
—¿Y las chicas? —le pregunto.
—Están arriba cambiándose. Diles que no tarden mucho, porque si no, nunca saldremos de aquí —responde, concentrado en su juego.
—Eso toma su tiempo, aún es muy temprano; tú sigue jugando —le comento mientras subo las escaleras.
Al llegar a la habitación, veo que las chicas están a punto de terminar de cambiarse.
—Sol, casi no llegas, alístate —me dice Zoe.
—Sí, sí, ya voy —le respondo.
Me dirijo al baño, donde me doy una ducha rápida. Luego, me aplico crema en el cuerpo, me pongo el vestido y los botines. Dejo mi cabello suelto, me maquillo y aplico un poco de labial rojo. Al mirarme en el espejo, noto que me veo diferente; sonrío al salir y las chicas me observan.
—Si Kai te viera vestida así, se desmayaría —dice Almass.
—¿Me veo mal? —le pregunto.
Zoe se acerca y dice:
—Si a mí me gustaran las mujeres, yo te conquistaría. Estás espectacular. Ahora vámonos, Almass, ¿ya preparaste las cámaras? —pregunta.
—Sí, todo está listo. Ya podemos irnos —responde.
Al salir de la habitación, vemos al hermano de Almass mirando su reloj. Al vernos, se levanta y comenta:
—Pensé que no íbamos a salir. He esperado dos horas. ¿Qué tanto se arreglaron? Yo las veo iguales —dice, visiblemente molesto.
—Lo mejor se hace esperar. ¿Ya drogaste a los guardias? —pregunta Zoe.
—Sí, ya están dormidos. Vámonos —responde.
Salimos de la cabaña y nos subimos todos al automóvil. Zoe comienza a conducir y, tras unos minutos, ya estábamos en la fiesta. Allí había muchas personas; la música era genial y todos nos saludaban. El organizador del evento, Flanki, se acercó, nos saludó y nos entregó a cada uno un vaso de licor que recibimos con gusto. Él prometía que esta fiesta sería inolvidable.
Sol Rucci
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(zoe)
Zoe rechaza la bebida, ya que va a manejar, mientras que los demás sí la aceptan. Yo la observo y decido probarla; hago una mueca al notar que sabe horrible. Al voltear, veo a Esmeralda reír y comentando en voz baja:
(esmeralda)
— La primera vez se siente feo, pero luego le empiezas a encontrar el gusto —me dice.
Entramos a la amplia casa y noto que varios están bailando, otros conversando y algunas parejas besándose. La música es excelente. Observo cómo Zoe conversa animadamente con Flanki, quien luego la invita a bailar y ella acepta. Almass, Esmeralda, Edmon y yo nos dirigimos a la pista de baile. Varios chicos se acercan a nosotras, pero las rechazamos cortésmente. Flanki y Zoe nos traen más bebidas.
— Chicas, tomen lo que deseen, yo las cuidaré —anuncia Edmon, hermano de Almass.
(edmon)
Asentimos, y Zoe comienza a beber mientras seguimos bailando. El único que no consume alcohol es Edmon, que permanece a nuestro lado. Notamos que una chica se acerca a él; sonríe y lo invita a bailar, mientras nos observa.
— Ves, no creas que nos vamos a perder, aquí estaremos —dice Almass.
(Almass)
Se retira para bailar con la chica, y nosotras buscamos un lugar para sentarnos mientras disfrutamos de nuestras bebidas. Flanki se acerca.
— Dentro de unas horas continuaremos la fiesta en mi casa; habrá piscina y mucha diversión. ¿Se apuntan? —pregunta Flanki.
Nos miramos entre nosotras.
— Sí, eso no se pregunta —responde Zoe.
Él sonríe y toma la mano de Zoe, llevándola al centro de la fiesta, donde comienzan a bailar sensualmente. Nosotras los observamos y reímos. Me acerco a Almass.
— ¿Son novios? —le pregunto con curiosidad.
Esmeralda y Almas se ríen.
— ¿Zoe con novio? No podría imaginarlo. Ellos son solo amigos, aunque son muy cercanos y se entienden bien —responde Almass.
— ¿Por qué no podrías imaginar a Zoe con novio? —pregunto intrigada.
— Porque a Zoe no le gustan los compromisos. Cuando algún pretendiente se acerca, tiende a rechazarlo de tal manera que se convierten en enemigos de inmediato. Ella ha dejado claro que no le interesan los novios ni nada relacionado con el amor —comenta Almass.
— ¿Le tiene miedo al amor? —pregunto, sorprendida.
En ese momento, siento que alguien me toma de la mejilla. Al voltear, es Zoe, que se acerca a mi oído y dice:
— No le tengo miedo al amor, simplemente a las mujeres Vannecelli, que las vuelve idiotas y las encadena. No pienso ser una de ellas —comenta, alejándose con una sonrisa mientras toma un trago.
Me pregunto cómo pudo escucharme con la música tan alta; quizás leyó mis labios. Edmon se aproxima, acompañado de la chica con la que baila, así como de dos chicos amigos de él. Uno de ellos, llamado Víctor, me invita a bailar, al aceptar se acerca a mi oído y dice:
— Eres muy hermosa, Sol. Esa ropa te queda muy bien.
Coloca su mano en mi cadera y yo pongo mis manos en su cuello mientras comenzamos a bailar al ritmo de la música. Él me coloca de espaldas, acercándome más a él. Escucho su respiración y, de reojo, noto que un chico se acerca a Zoe tras hablar con ella; el chico parece alterado. Zoe sonríe y, de repente, le propina un puñetazo, dejándolo noqueado. Otro chico se acerca y comienza una discusión; Edmon toma a Zoe y la coloca detrás de él, mientras empieza a intercambiar golpes. La situación se torna caótica, con más chicos uniéndose a la pelea.
— Sol, sal de aquí y espera en el auto de tu prima; iré a ayudar —me dice Víctor.
Lo veo acercarse, pero me resulta difícil irme. Corro hacia donde están Almass y Esmeralda. Zoe continúa golpeando a un chico; nunca había visto pelear a Zoe. La locura se desata, todos contra todos, mientras Flanki, Zoe y Edmon luchan codo a codo con los amigos de Edmon. Almass intenta dirigirse a la pelea, pero yo la agarro del brazo.
— ¿A dónde vas? —le pregunto asustada.
— A divertirme, ¿acaso no ves que ellos están disfrutando mientras yo solo miro? —responde Almass.
¿Está loca? Yo y Esmeralda nos intercambiamos miradas, mientras Almass se suelta de mi agarre y nosotros nos escondemos detrás de una mesa, observando todo. Almass toca el hombro de uno de los chicos que está peleando con Edmon, y este la golpea en la cara.
— ¿Cuándo podré ir a una fiesta donde no termine en problemas, cuando estén los Vannecelli? —pregunta Esmeralda.
¿No era esta la primera vez? Esto parece normal para ellos. Al escuchar sirenas, Esmeralda toma mi mano y comenzamos a correr hacia afuera, donde está el auto de Zoe. Al llegar, vemos cómo todos corren y se suben a los autos, todo un caos. Vemos a Zoe y a los demás escapando; nos subimos al auto, y ella comienza a conducir mientras las patrullas nos persiguen.
— Zoe, acelera; si la policía nos atrapa, mi padre me castigará de por vida —dice Almass, muy asustada.
— No solo a ti, sino también a mí, por alcahueta. Acelera —advierte Edmon.
Zoe ríe mientras pisa el acelerador. Empiezo a sentir miedo porque vamos demasiado rápido; la patrulla sigue persiguiéndonos.Ella comienza a esquivar las calles y a saltarse los semáforos. Observo cómo Esmeralda está orando, mientras Almass solo mira hacia atrás con una sonrisa; ¿acaso esto le divierte?
—Zoe, es mejor que te detengas; podríamos sufrir un accidente —le digo, nerviosa.
—¿Qué, ¿quieren que nos descubran en la mentira? ¡Estás equivocada! Además, olvidas que le mentiste a Kai —me responde mientras toma una calle, maniobrando y perdiendo de vista una patrulla.
—Ya no veo la patrulla; eres increíble, Zoe —comenta Almass, alegre.
Ella comienza a reducir la velocidad, y varios minutos después llegamos a una casa grande. Notamos que otros autos están llegando, y nosotros nos bajamos. Víctor, su amigo, también desciende, y en el otro automóvil, Flakin se acerca.
—Bienvenidos a mi casa; ¡sigamos con la fiesta! —anuncia emocionado.
Todos comenzamos a entrar. Él coloca música y, al notar que hay menos gente, comienza a servir tragos. Yo me siento al lado de Víctor, quien también está bebiendo. De vez en cuando, me observa y sonríe. Toma de mi mano para invitarme a bailar y comenzamos a movernos al ritmo de la música.
—Sol, te invito a salir mañana. ¿Qué te parece si vamos al cine? —me propone.
—No creo que pueda, Víctor —le respondo.
No es la primera vez que me invita; lleva meses pidiéndomelo, pero me niego porque no estoy interesada y además, sé que Kai no lo permitiría.
—Vamos, solo será una salida entre amigos —insiste.
—Mañana te confirmaré —le digo.
La música se detiene de repente y, al observar, veo cómo alguien tira de la camisa de Víctor y lo empuja hacia la piscina. Al mirar quién lo hizo, me encuentro con Kai, que me observa con la expresión molesta.
Sol Rucci
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Se encontraba frente a mí con una expresión que reflejaba claramente su molestia. Su rostro estaba más enrojecido de lo habitual y, al bajar la mirada, contempló todo mi cuerpo mientras alzaba una ceja. Un leve sentimiento de vergüenza me invadió. Miré hacia Víctor, quien le gritaba preguntándole por qué le había arrojado a la piscina, pero Kai simplemente lo ignoró y se acercó a mí, tomando mi mano.
—Tú y yo hablaremos en casa —me dijo en un tono molesto, apretando mi mano con firmeza.
Nunca lo había visto tan furioso, y un ligero miedo me invadió; no sabía qué decir, así que permanecí en silencio. Sin embargo, su mirada penetrante me provocó un escalofrío. ¿Estará decepcionado de mí? ¿Qué debo hacer ahora? Era la primera vez que mentía y él me había descubierto. Noté cómo Zoe y los demás se acercaban.
—Kai, suelta a Sol. No tienes por qué exagerar; no estaba haciendo nada malo. Déjala que se divierta —dijo Zoe.
—No te metas, no deberías estar aquí y menos tomando alcohol. Recuerda que eres menor de edad y, además, estás haciendo que Sol también consuma licor. No quiero que estés cerca de ella. Ahora, vámonos —respondió Kai con tono irritado.
—¡A mí no me hablas así! ¡Modifica tu tono! Y no me dirás qué hacer ni mucho menos prohibirme mi amistad con Sol. El hecho de que tú seas un amargado no significa que Sol también deba serlo. Ella tiene derecho a salir y no deberías prohibirle nada; la tratas como si fuera de tu propiedad, y no lo es. Ella puede hacer lo que desee —replicó Zoe, visiblemente molesta.
—¿Cómo me dijiste? Eres una inconsciente que no conoce los límites. No permitiré que arrastres a Sol a tu libertinaje—gritó Kai.
—Te he dicho que eres un amargado, y eso es exactamente lo que eres. ¿Acaso también eres sordo? Esto no es libertinaje; somos jóvenes y tenemos derecho a disfrutar nuestra juventud, no como tú —alzando la voz, respondió Zoe.
—Me estás haciendo perder la paciencia, Zoe. Eres una mala influencia para Sol, y quiero que te mantengas alejada de ella; ya te lo he dicho —reactivó Kai, irritado.
Zoe apretó su puño y se acercó a él, pero Edmon le tomó del brazo.
—Zoe, Kai, por favor, no sigan peleando. Vámonos ya. Kai, no le cuentes a nadie sobre esto —intervino Edmon.
—¿A quién no le va a contar? ¿A nosotros? —responde.
Miramos hacia atrás y vimos a Elio y Gino, que estaban cruzados de brazos. Almass se había puesto pálida, al igual que Esmeralda y Edmon.
—Suban al auto, nos vamos ahora —ordenó Gino en voz alta.
—Hermanitos, ya vamos hacia el auto, pero debemos conversar —dijo Almass con un tono dulce, acercándose a ellos con una sonrisa nerviosa.
—Sube al auto, Almass. Cuando lo sepa mi padre, no te dejará salir en tu vida. Y tú, Edmon, por ser alcahueta, también serás castigado —advirtió Gino.
—No voy a perder tiempo hablando con ustedes —dijo Edmon, tomando de la mano a Almass y Esmeralda y caminando hacia la salida.
—Zoe, vamos, te llevaré a la mansión —dijo Kai, visiblemente frustrado.
Ella puso los ojos en blanco, movió la mano en señal de despedida a Flanki, quien le lanzó un beso. Zoe sonrió y caminó hacia la salida. Al subirnos al auto, el ambiente se tornó en silencio. Zoe me miró.
—Sol, no te dejes intimidar por ese amargado. Recuerda que no hiciste nada malo. Ya eres mayor de edad, tienes derecho a salir —me dijo, antes de mirar hacia el retrovisor.
—¿Vas a empezar de nuevo? —preguntó Kai, irritado.
—No voy a comenzar nada, solo estoy diciendo la verdad —respondió ella.
La tomé de la mano y le hice un leve gesto para que guardara silencio; la situación con Kai se estaba tensando aún más. Ella me observó con inquietud.
—Por favor, ya no más —le pedí en voz baja.
Iba a decir algo, pero se lo pensó mejor y permaneció en silencio, moviendo la cabeza en señal de negación. Tras unos minutos, llegamos a la mansión de los padres de Kai. Se bajó del auto, se despidió de mí sin mirar a Kai y cerró la puerta con fuerza, escuchando cómo Kai maldecía en voz baja.
—Voy a hacer que se arrepienta esa malcriada —murmuró, lleno de rabia.
Aceleró el auto y yo apenas podía mirar por la ventana, tratando de evitar su mirada intensa. Al llegar, me bajé rápidamente y entré a la casa, subiendo las escaleras con prisa; sin embargo, su voz me hizo detenerme.
—Sol, ven aquí.
Giré sobre mis talones, observando cómo me miraba. Suspiré pesadamente y comencé a bajar las escaleras hasta el penúltimo escalón. Él se acercó, quedando casi a mi altura, frente a mí.
—¿Por qué fuiste a esa fiesta si yo había dicho que no? ¿Por qué me mentiste, Sol? —me preguntó.
—Porque quería ir. Kai, nunca había ido a una fiesta y quería experimentar cómo se siente. He estado encerrada durante años, solo salía para ir a la escuela. Ahora que estoy en la universidad, quiero hacer lo que hacen las chicas de mi edad. No le veo nada de malo. Sé que hice mal en mentirte; lo siento.
Bajé la mirada, sintiendo cómo mis ojos se nublaban. Solo quiero ser una chica normal. Él tomó mi mentón, levantó mi rostro y pasó sus dedos suavemente para limpiar mis lágrimas.
—No llores, por favor. No me gusta verte llorar; eso me lastima. Si no permito que salgas es porque es peligroso y no quiero que corras ningún riesgo. Aquí en esta casa estás segura. Solo entiende que si te llegara a pasar algo, y si te perdiera, yo no lo soportaría. Tú eres lo único que ella... —guarda silencio por unos segundos—. Solo quiero que estés segura. Te fuiste a esa fiesta, mira todo lo que pasó. Dime, ¿por qué estás vestida así? ¿Quién era ese chico con quien bailabas? ¿Acaso tú tienes algo con él? —me pregunta apretando mi brazo.
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