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Resiliencia:La Historia De Amelia Hidalgo

Capítulo I: El reencuentro y la traición

31 de marzo de 1995…

Amelia Hidalgo era una mujer de piel blanca tenía 25 años de edad, sus ojos grandes de color violeta eran muy llamativos, su cabello negro muy rizado era un poco rebelde, su figura un poco voluptuosa, no le impedía vestir a la moda a pesar de ser de talla plus con una seguridad que no sentía, porque a pesar de ser muy hermosa no se consideraba como tal.

—¿Mely vienes con nosotros a celebrar esta noche? — preguntó Kate con una amplia sonrisa.

Amelia se encontraba revisando la lista de los preparativos de su boda la cual se llevaría a cabo en una semana y  levantó la vista para observar a Kate una chica de 22 años muy entusiasta y de una belleza casi etérea, cabello rubio en rizos el cual le caía como una cascada sobre hombros, sus ojos de un azul profundo, los cuales parecían contener secretos, su figura era envidiable, y con un 1.78 cm de estatura podía ser un poco intimidante para una rolliza mujer de 1.62 con sobrepeso, sin embargo, Kate era una persona muy amable, y cercana, y trabajaba como modelo más por pasión que por necesidad porque su familia poseía recursos económicos de sobra.

—Kate, tengo cosas pendientes de mi boda— dijo Amelia con un tono de voz evasivo.

Desde que Amelia conoció a Kate se llevaron muy bien, y la relación entre ambas era muy estrecha, aunque en ocasiones Amelia sentía que pertenecían a mundos distintos, no obstante,  Kate era como un chicle del cual no podía despegarse y esta, a pesar de que gozaba de cierta fama y de su entorno glamoroso insistía en compartir momentos cotidianos con Amelia como si buscara algo más que admiración, ella quería una amiga sincera y lo hallaba en Amelia, una persona sin  filtros y sincera y eso era algo que en su mundo no era facil de encontrar.

—Mely eso lo puedes dejar para mañana — insistió Kate haciendo un adorable mohín.

Amelia pensó en negarse, porque en realidad tenía pendientes y motivos de peso para no ir, pero al final estuvo de acuerdo en ir con el grupo, porque después de todo Kate era prácticamente la imagen de la empresa y era lo más prudente para su futuro profesional, aunque lo curioso era que a pesar de no sentirse cómoda con su cuerpo trabajaba para una agencia de modelos como estilista, y a veces cuando faltaba el fotógrafo lo suplía de forma magistral,  ignorando su gran talento pensando en que era algo ajeno a ella, su talento era indiscutible, sin embargo, ella creía no pertenecer a ese mundo, pero era indudable que formaba parte de este.

—Que bueno que decidiste venir — dijo Kate con entusiasmo mientras tomaba a Amelia del brazo.

El grupo había ido a un lugar de moda conocido por su discreción y un poco su desenfreno, por lo general Amelia no visitaría un lugar como este, porque había demasiado ruido y personas en conductas un poco cuestionable, pero no quería contrariar a la pegajosa Kate, la cual se aferraba a ella, además Kate era la imagen de la empresa y en cierta forma ella quería cuidarla.

—Kate recuerda que debes controlarte con la bebida— insistió Amelia con un tono suave pero firme pareciendo más mayor de lo que en realidad era.

Sin esperar una respuesta Amelia le quitó de forma discreta el vaso de las manos de Kate y se la bebió de un solo trago, porque esta era su forma de protegerla y de evadir su propia incomodidad, sentía que no pertenecía a este lugar.

—Descuida Mely que tengo todo bajo control — respondió Kate con una sonrisa traviesa mientras avanzaba hacia la pista.

Amelia la observaba y aunque deseaba ser medida en sus acciones y no llamar la atención porque se sentía fea y fuera de lugar, estaba sorprendida porque era abordada por varios hombres cada uno más atractivo que el otro como si ella fuera tan hermosa como Kate o cualquiera de las otras chicas del grupo que la acompañaban, y eso, más que halagarla, la desconcertó, finalmente se quedó sola en la barra reflexionando mientras continuaba bebiendo un sorbo de su bebida.

—¿Amelia eres tú? — preguntó un hombre al otro lado de la barra, con una voz cálida y una sonrisa cautivadora.

Amelia se giró desconcertada y no podía reconocer a ese hombre, aunque algo en su rostro le resultaba familiar, era mestizo, ojos claros, con una sonrisa cautivadora, y al principio tuvo miedo, pero luego descubrió que se trataba de su amigo de infancia Ezra Ramírez el cual había vuelto a la ciudad, y era difícil que al principio lo reconociera, porque lo recordaba como un niño débil y enfermizo, sin embargo, ahora era un hombre de un 1.92 mts de estatura, tan fuerte como un roble

—¿Ezra? —murmuró incrédula —¿Qué haces aquí?

Ezra y Amelia fueron vecinos cuando eran niños, pero luego los padres de Ezra decidieron mudarse a otra ciudad por motivos laborales y se separaron y poco a poco perdieron el contacto entre ambos, Amelia sintió alivio porque vio en Ezra a una figura conocida, así que decidió usarlo como escudo para evadir a esos hombres que la hacían sentir un poco incómoda.

—¿Vamos a bailar? — pregunto Ezra con picardía extendiendo su mano.

Amelia lo observa con asombro porque esta rutina era parte de los juegos entre ambos cuando eran niños, era como si el tiempo no hubiera transcurrido.

—Ezra… me gusta el heavy metal— dijo Amelia con una sonrisa desafiante.

Ezra soltó una carcajada porque ella seguía siendo tan espontánea como la recordaba, y si de niña era adorable, de adulta irradiaba mucha sensualidad.

—¿Y eso que importa?, a mí también me gusta el Heavy Metal, pero lo que nunca olvidé es que de niña bailabas muy bien —dijo Ezra guiñándole un ojo con complicidad.

Lo curioso fue que ambos desde que llegaron a la pista llamaron la atención de los presentes de inmediato por que si bien ella era una chica de talla plus que bailaba con un hombre de aspecto exótico la verdad es que eran muy compatibles y mientras bailaban al ritmo de la música, el cuerpo de Amelia se movía con una destreza que distaba de su talla y la verdad es que bailaba muy bien, debido a que por años practicó danza y cuando tomaba un par de tragos olvidaba su lucha con el peso y se dejaba llevar, luego de un par de canciones estaban cansados y se sentaron en la barra a conversar e intercambiaron sus informaciones de contacto.

—Necesito ir al baño — dijo Amelia después de un rato sintiendo una punzada de inquietud.

Ezra estaba feliz y un poco incrédulo porque cuando sus amigos le dijeron para venir a este lugar no se sentía a gusto, pero al encontrarse con su amiga de la infancia, resultó algo bueno e incluso inesperado, Amelia fue su amor de la infancia esa chica que nunca pudo olvidar y encontrarla de nuevo solo hizo que se llenara de emoción.

—Ve tranquila, que yo te espero — dijo Ezra.

Amelia caminaba en dirección al baño, revisando su teléfono por costumbre, solo para darse cuenta de que su prometido no le había escrito en toda la noche.

—Tomás… ¿Porque siento que no estas siendo honesto conmigo? — se preguntó a sí misma.

Cerca de los sanitarios se encontraban las habitaciones privadas y desde allí escuchó una voz muy familiar, lo cual despertó su curiosidad, así que por eso se acercó y lo que descubrió era algo que cambiaría su destino para siempre.

—Tomás te juro que este embarazo fue un accidente — dijo la mujer entre sollozos. —Yo …no quería que esto pasara.

Amelia sintió una punzada de dolor y entreabrió la puerta con cautela para escuchar mejor la conversación, y estaba incrédula porque lo que encontró fue algo muy sorprendente, porque se suponía que Tomas esa noche no se encontraba en la ciudad debido a que visitaría a un cliente, sin embargo, estaba allí abrazando a Lisa su mejor amiga desde la infancia la cual sollozaba en su hombro.

—No llores —dijo Tomas con una dulzura inusual mientras acariciaba su espalda—Ya encontraremos una solución.

Capítulo II: La noche en que Amelia dejó de creer parte 1

Amelia no lo podía creer porque su prometido si bien era amable con ella, nunca la había tratado con tanta dulzura a lo largo de toda su relación.

—Tomás yo soy provida— dijo Lisa con un tono de voz muy lamentable.

El rostro de Tomas se endureció por un momento, pero luego recobró la compostura.

—Esta bien tendremos al bebé — dijo Tomas con resignación. —Te apoyaré en todo.

El rostro de lisa se iluminó porque, aunque su intención no era quitarle el prometido de su mejor amiga, pero ahora que estaba embarazada no le quedaba otra opción, y en medio de su arrogancia esperaba que con el tiempo la sumisa Amelia lo aceptara, después de todo en el pasado siempre la perdonaba sin importar lo que hiciera.

—¿Cuándo se lo diremos a Amelia? —preguntó un poco temerosa, pero a la vez llena de esperanza.

Tomás se apartó y la observó con severidad y su voz se endureció como nunca lo había escuchado.

—¿Acaso te has vuelto loca?

—¿Por qué me dices eso?

—Lisa te advertí que tenía novia, además, estoy por casarme con Amelia.

—¿Casarte con ella?,

—Si, casarme con ella, además de que ya las invitaciones fueron enviadas.

El rostro de Lisa se puso pálido y se quedó en silencio porque siempre fue muy cariñoso con ella y le dijo que la apoyaría con lo del embarazo, pero ahora algo en su tono de voz la inquietaba.

—Pero … si vamos a tener un hijo — insistió Lisa entre sollozos— ¿Por qué te vas a casar con ella?

—La boda con Amelia se llevará a cabo y punto.

—Pero…Tomas...

Tomás le hizo una señal para que se callara y su rostro era muy frío lo cual distaba mucho de ser su conducta habitual.

—Lisa, dije que te apoyaría con lo del bebé, no que me casaría contigo, y te advierto que nadie debe enterarse de esto.

—¿Por qué crees que me voy a quedar callada?

Tomás se inclinó hacia ella esbozando una sonrisa que no le llegaba a los ojos.

—Porque si no quieres perder el apoyo de tu mejor amiga, te quedas calladita, que así te ves bien bonita — dijo antes de sujetarla por el cuello y atraerla para darle un beso cargado más de posesión que de afecto.

El rostro de Amelia se puso lívido porque Lisa no era cualquier mujer sino su mejor amiga desde la infancia y la conocía muy bien, ella era una pretenciosa coqueta, la típica conocida como “mosca muerta”, muy coqueta pero disfrazada de inocencia, en el pasado la había visto hacer eso y siempre se lo había reprochado pero ni en su peor sueño pudo creer que sería capaz de traicionarla luego de todo lo que había hecho por ella y sin embargo estaba allí en  una escena tan vergonzosa con su prometido rompiendo todo dentro de su ser

—Esta bien me voy a quedar callada pero solo quiero saber porque tienes que casarte con Amelia — dijo Lisa con un tono de voz muy coqueto.

Tomás se giró hacia ella y con una mirada fría y calculadora, la hizo sentarse en su regazo y luego de que ella se acomodara en su pecho, el comenzó a jugar con su cabello.

—Lisa porque si esto sale a la luz mis planes se verán truncados.

—¿Cuáles planes? — preguntó Lisa con curiosidad.

—Es muy sencillo—dijo Tomás bajando la voz—Soy abogado y el padre de Amelia también y uno muy respetado y conocido en la ciudad y si lo enfurezco rompiendo la boda mi carrera se acabará antes de despegar.

Lisa estaba sin palabras porque Tomás resultó ser más calculador y malvado de lo que suponía, aunque bueno no era mucho lo que podía hacer en este momento y se lamentaba de no haber tomado la píldora del día siguiente porque ahora su reputación que tanto había cuidado ahora estaba hecha trizas.

—Pero descuida, voy a visitarte con frecuencia y a divertirnos —dijo Tomás con total descaro—Después de todo eres mejor que ella en la cama.

Tomás no paraba de besar a Lisa con una intensidad que Amelia nunca había visto, la imagen era vulgar, hiriente y devastadora y la dejó completamente petrificada, sentía como la ira oprimía su pecho y subía por su garganta, quería gritar en ese instante, pero era como si su voz se hubiera ido, necesitaba confrontarlos, tomó el pomo de la puerta, pero en ese instante una mano se posó en su hombro y la sujetó.

Amelia se sobresaltó y giró el rostro para darse cuenta de que se trataba de Kate, la cual nunca la perdió de vista desde que llegaron al lugar solo que quería darle espacio, que se divirtiera y se sintiera libre se sintió alegre cuando conectó con Ezra, un hombre que no solo era muy atractivo sino agradable y que se notaba que ella le gustaba tal cual era a diferencia de su hipócrita prometido, por eso al notar su actitud inusual quiso ver que estaba ocurriendo y fue así como escuchó la conversación entre el par de amantes, y estando frente a Amelia negó con la cabeza como si le pidiera que guardara silencio.

—No los confrontes ahora —susurró con firmeza.

La expresión de Kate era diferente de su habitual desparpajo, no había dulzura ni calidez, solo una rabia contenida y una frialdad que era muy desconocida para Amelia.

—¿Y entonces que hago? — preguntó Amelia con desconcierto temblando debido a la ira.

Amelia se sentía confundida, en ese momento pero se dio cuenta de que Kate tenía razón, hacer un escándalo en ese momento, solo la haría ver mal a ella tachándola como una novia celosa y una mujer insegura, por el contrario Tomás sería premiado como todo un hombre, mientras que la manipuladora Lisa, la eterna “mosca muerta” convertiría esta ocasión en algo como “la que no es amada es la tercera”, o,  “es su culpa porque no puede retener a su hombre”, Amelia conocía bien ese guion porque a lo largo de la vida de Lisa  no era la primera vez que la acusaban de ser una chica del té verde y siempre resultaba ilesa y con su inocencia intacta haciendo quedar a la novia agraviada como una mujer celosa e insegura.

—Mi primo es el dueño de este lugar—dijo Kate en voz baja pero cortante— Hay cámaras con audio en esa habitación así que le voy a pedir que te entregue una copia.

En la mente de Amelia comenzó a gestarse un plan, si Tomás y Lisa querían usarla y burlarse de ella no lo permitiría, y esta chica de talla plus les demostraría quienes realmente eran los payasos en esta obra.

—Kate… ¿Sabes cuál es el peor castigo para un perro infiel? — preguntó Amelia con frialdad.

Kate se sorprendió de esta pregunta porque siempre supuso que Amelia era muy amable, incluso un poco maternal, pero frente a ella estaba alguien muy frío y calculador casi como ella y en ese momento supo que la verdadera naturaleza de Amelia estaba emergiendo y que no era una persona débil ni tonta y era por eso que la admiraba tanto, porque era la única que le decía sus verdades aunque eso pudiera costarle su trabajo,  y es por eso era que la estimaba tanto y odiaba a esa supuesta amiga y ese prometido porque sabía que se estaban aprovechando de Amelia y no podía permitirlo.

Capítulo III: La noche en que Amelia dejó de creer parte 2

—No lo sé, Mely… ¿Cuál es el peor castigo para un perro infiel?

Amelia observaba a Kate con intensidad y estaba decidida a llevar a cabo su plan de vengarse de ese par de sinvergüenzas a pesar de que su corazón estaba roto no perdió su objetivo porque siempre fue muy orgullosa.

—Casarse con una chica de té verde — dijo con una sonrisa que no le llegaba a los ojos.

Kate lo comprendió de inmediato y casi soltó una carcajada porque Amelia a pesar de su aspecto de chica tranquila e inocente podía ser muy intrigante si se lo proponía.

—Amelia eres muy cruel … pero justa — dijo Kate con una mezcla de admiración y complicidad.

Con delicadeza Kate puso sus manos en sus hombros y condujo a la reticente Amelia hasta la barra donde la esperaba Ezra, el cual la miraba con una expresión llena de afecto.

—¿Ya sabías que estaba pasando esto? —preguntó Amelia con la voz temblorosa.

Amelia se preguntaba si esa era la razón por la cual Kate insistió tanto en que viniera a ese lugar.

—No — respondió Kate con honestidad —pero nunca confié en ellos.

Kate negó con la cabeza porque no insistió en que viniera a ese lugar porque sospechara que se encontraría con el prometido de Amelia sino porque quería que ella disfrutara de una noche sin el estrés de planificar una boda.

—Gracias Kate —dijo Amelia con gratitud.

Kate no comprendía porque le daba las gracias porque ella sentía que no había hecho nada para ayudarla solo quería evitarle sentirse avergonzada.

—¿Por qué me das las gracias si no he hecho nada? —Preguntó Kate con incredulidad.

—Porque me abriste los ojos, y … eso nunca voy a olvidarlo.

Kate la observó con ternura y le despeinó un poco su cabello, como si quisiera bromear con ella, pero se le hizo un nudo en la garganta, sin embargo, se contuvo de hablar porque sintió que no era bueno cargar a Amelia con sus propios demonios cuando ella se sentía tan mal.

—No he hecho nada —dijo Kate con suavidad— solo te pido que si alguna vez me ves en una situación similar hagas lo mismo por mí.

Amelia intentó reírse, pero era algo imposible, porque Lisa formó parte de su vida desde su infancia y Tomás desde que lo conoció la hizo sentir que muchas de sus inseguridades habían quedado atrás, y ahora ambos eran parte de una herida que no dejaba de sangrar.

—Créeme que lo voy a hacer —dijo Amelia con amargura.

—Te creo, ahora ve con tu amigo y trata de disfrutar un poco porque esos desgraciados no tienen por qué arruinar la noche.

Amelia asintió no con resignación, sino como alguien que sabe que no puede aferrarse al pasado, porque hay personas que no se deben recuperar.

—Kate … por favor no hagas nada tonto — le advirtió Amelia con un tono de afecto.

Poco después salieron del privado Tomas y Lisa y estaban abrazados, eran muy afectuosos y era evidente lo que pasaría luego, sin embargo, a Amelia ya no le importaba, porque Tomás no era su sangre ni Lisa tampoco.

—Eso deberías decirlo más por ti que por mi — respondió Kate.

Y en ese momento Amelia supo que no estaba sola y que la lealtad reside en la persona menos esperada.

Ezra la esperaba en la barra y estaba sonriente mientras bebía un sorbo de su vaso, mostrando la serenidad de quien ofrece refugio, entre tanto Amelia respiró hondo y contuvo su dolor, se sentó a su lado, y si bien estaba muy decepcionada, la verdad es que no pensaba dar un espectáculo para mostrarse lamentable ante los demás.

—¿Todo está bien? —preguntó Ezra ladeando la cabeza con suavidad.

Amelia vaciló y no supo que responderle en ese momento porque realmente nada en su vida estaba bien en ese momento, el problema es que se sentía muy avergonzada de contarle a su viejo amigo, que su novio la estaba engañando con su mejor amiga y eso la hacía sentir muy vulnerable.

—Si … todo está bien — respondió Amelia con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

Ezra era muy perceptivo y podía leer a las personas como si se trataran de un libro abierto, esbozó una sonrisa y continuó hablando con Amelia como si el tiempo no hubiera pasado y aun fueran esos dos niños llenos de sueños del pasado, luego con un tono de voz muy casual dijo unas palabras que lo cambiaron todo.

—Sabes… después de mudarme quise llamarte muchas veces, pero de repente dejaste de hablarme — dijo Ezra con un toque de tristeza.

—¿Yo?... Ezra, nunca volviste a llamarme — respondió Amelia con un tono de agravio.

—Lo intenté, pero Lisa dijo que ya no querías hablarme y que dejara de molestarte — respondió Ezra.

Amelia lo observó con asombro porque nunca lo sintió como una molestia y de hecho su silencio fue su primera decepción amorosa.

—Nunca hice eso, yo solo supuse que querías alejarte de mí— admitió Amelia.

—Amelia nunca quise dejar de hablarte, ni alejarme de ti, solo quise respetar tus deseos…o al menos lo que creía que eran tus deseos— respondió Ezra.

—Debes creerme Ezra, yo jamás dije eso.

Ezra asintió como si la confirmación de algo que hacía tiempo sospechaba le acaba de ser dicho.

—Entonces fue Lisa, ella me dijo que no te contactara porque no querías saber nada de mí, y que te hacía sentir incómoda.

—¿Lisa dijo eso? —preguntó Amelia incrédula.

Amelia sintió como un escalofrío recorría su espalda porque nunca quiso alejarse de Ezra y mucho menos dijo esas duras palabras por el contrario por mucho tiempo lamentó haberlo perdido.

—Si, me lo repitió más de una vez, que mi presencia te hacía daño y es por eso que decidí alejarme para respetar tu espacio.

Fue así como Amelia se enteró finalmente de que el motivo de que se Ezra se alejara de ella era Lisa, la cual siempre interceptó la comunicación entre ambos, cuando vio que los ojos de Amelia estaban a punto de llorar le sonrió con un toque de amargura y tocó su mano como un gesto de solidaridad porque después de todo sabía que ella pronto se casaría.

—Nunca entendí porque Lisa no quería que fuéramos amigos —dijo Ezra encogiéndose de hombros.

Amelia la cual pensaba que no podía sorprenderse aún más tuvo que admitir que sentía que el mundo se desmoronaba a sus pies porque ignoraba que había una víbora pegada a ella durante todos estos años

—No tenía idea de que ella te dijo eso — murmuró Amelia con la voz quebrada.

—Lo peor es que creí que te estaba cuidando, pero ahora veo que solo le permití que nos alejara y te quedaras sola— dijo Ezra.

Amelia bajó la mirada y se preguntaba si tal vez esa era la razón por la cual siempre era aislada y abandonada por sus amigos y si su relación con Tomás siempre estuvo contaminada por la mentira, se sentía asqueada pero no quería abrirse con Ezra y contarle todo lo que la agobiaba en ese momento.

—¿Sabes que es lo peor? —preguntó Amelia alzando la voz con amargura— es que siempre la he defendido, incluso cuando todos me decían que era una mosca muerta.

Ezra la miró con afecto porque esa dulzura era una de las razones por las cuales siempre la tuvo presente en su mente, Amelia era amable y compasiva, y jamás le haría daño a otra persona a menos que esta la atacara antes.

—No te sientas mal porque aún estas aquí, de pie y mas lúcida que nunca.

Lo que Amelia ignoraba era que Ezra ya había visto el lamentable espectáculo de Lisa y Tomás, y no era tonto, así que se dio cuenta de que Amelia también lo hizo, pero el hecho de que no los confrontara en ese momento significaba mucho y es que esa pareja de adúlteros sería completamente avergonzada por ella, la cual nunca fue una persona sumisa ni fácil de llevar cuando estaba herida.

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