NovelToon NovelToon

La Esposa Del Comandante

Elara Veyren

Dicen que el amor es dulce como el primer amanecer…

Para mí, el amor fue una herida que nunca dejó de sangrar.

Me llamo Elara Veyren, hija de una familia que aprecia más los títulos que los corazones.

Cuando era niña, imaginaba que algún día me casaría por amor: que habría risas, flores blancas y miradas que lo decían todo sin palabras.

Nunca creí que el destino me entregaría a un hombre como Darius Kaelthorn, el comandante más temido y respetado del reino.

Lo vi por primera vez el día que mi padre me llamó a su estudio.

Recuerdo que el sol de la tarde se filtraba por la ventana, pintando de oro las motas de polvo en el aire.

Mi padre me observó como si fuera un documento que firmar y no su hija.

—Elara —dijo con su voz grave—, tu matrimonio está decidido. Te unirás al comandante Kaelthorn.

No tuve voz para protestar.

Ni siquiera cuando mi madre, con aquella serenidad fría que siempre la acompañaba, añadió:

—Debes sentirte afortunada. Darius es un hombre poderoso y honorable.

Honorable… sí. Pero el honor no calienta las noches ni acaricia las lágrimas.

El día de mi boda lo busqué entre la multitud con el corazón desbocado.

Su porte era imponente, el uniforme impecable, la mirada firme.

Yo creí —necia de mí— que bajo esa severidad se escondía un hombre capaz de ternura.

Cuando me tomó de la mano frente al altar, sentí que tocaba un muro de hielo.

Aun así, me aferré a esa mano, diciéndome que con el tiempo aprendería a quererme.

Me obligué a creer que todo cambiaría después de la ceremonia.

Recuerdo haberlo mirado, con el corazón lleno de esperanza, mientras pronunciaba mis votos.

Él los repitió con voz firme, pero sin un atisbo de emoción.

Aun así, me enamoré de él.

De su valentía, de la rectitud que todos admiraban, de la idea de que algún día, detrás de aquella armadura, hallaría un hombre que sonriera solo para mí.

El amor que le tuve fue mi primer error.

Lo descubrí en los primeros meses de matrimonio.

Darius me trataba como si fuera uno de sus soldados: directo, rígido, distante.

Si le preparaba el desayuno, me daba un “gracias” seco.

Si le preguntaba por sus batallas, respondía con monosílabos.

A veces, parecía olvidar que yo estaba en la misma habitación.

Pero cuando venía Selene, mi hermana, todo era distinto.

Lo veía transformarse ante mis ojos.

Su voz se volvía suave, sus gestos atentos; hasta llegaba a reír.

En esos momentos me quedaba en silencio, fingiendo que no me dolía ver lo que nunca recibí de él.

Una tarde llevé a la mesa un pastel de frutas que yo misma había horneado, pensando que quizás un gesto simple lo acercaría a mí.

Darius apenas lo probó y dijo que no tenía hambre.

Horas después, cuando Selene llegó de visita, él cortó una porción para ofrecérsela con una sonrisa que jamás me regaló.

Ese pequeño instante me desgarró más que cualquier grito.

Yo lo amaba, incluso en mi tristeza.

Lo amaba al verlo limpiar su espada, al verlo montar su caballo antes de partir al cuartel, al verlo de espaldas en la penumbra del dormitorio.

Había algo en su silencio que me hacía querer alcanzarlo, aunque me hiriera.

Intenté acercarme de mil formas.

Le bordé pañuelos con su nombre.

Aprendí a preparar sus comidas favoritas.

Lo esperé noches enteras despierta, solo para poder darle la bienvenida.

Pero cuanto más me esforzaba, más parecía alejarse de mí.

Un día reuní el coraje para preguntarle si le disgustaba algo de mí.

Me miró con sus ojos grises, tan fríos como el invierno, y dijo:

—No necesito caricias, Elara. Deja de comportarte como una libertina.

Sus palabras me atravesaron el corazón.

¿Cómo podía llamarme libertina, cuando todo lo que hacía era amarlo?

---

El amor se convirtió en dolor… y el dolor en silencio.

Recuerdo las noches que lloré en soledad, con las manos apretadas contra el pecho, rogando al cielo que me diera al menos una mirada suya.

Hasta llegué a pensar que si enfermaba, si me rompía, él me miraría al fin.

Una idea terrible, lo sé… pero así de desesperada estaba.

Un día, cuando las lágrimas ya no aliviaban nada, me encerré con una pequeña aguja de bordar.

No quería morir.

Solo quería que él me viera.

Que notara mi existencia, aunque fuera por un instante.

Cuando descubrió las marcas en mi brazo, no vi preocupación en su rostro.

Ni siquiera enojo.

—No hagas estupideces —dijo, como si reprendiera a un soldado torpe—. Compórtate como una esposa decente.

Esa noche comprendí que mi amor era una guerra perdida.

---

Aun así, lo seguí amando.

Amé sus silencios, amé sus cicatrices, amé incluso la dureza que me hería.

Porque en cada gesto suyo yo buscaba algo que nunca encontré: la certeza de que, en algún rincón de su corazón, había espacio para mí.

A veces pienso que el amor me volvió débil.

O tal vez me volvió ciega.

Nunca dejé de esperar que un día, aunque fuera solo uno, él me mirara como miraba a Selene.

Ahora, cuando escucho estas palabras, siento que la estupida que fui —la muchacha que sonreía cada vez que él entraba al cuarto, la que soñaba con recibir un abrazo— ya no existe.

Quedó atrapada en aquel matrimonio, en cada noche de soledad, en cada desprecio que callé.

Yo lo amé con todo lo que tenía.

Y quizás, en otro mundo, en otra vida, él podría haberme amado también.

Pero en esta, mi amor solo fue una cadena que me ató a su indiferencia…

Y a la sombra radiante de mi propia hermana.

Nunca olvidaré el frío de aquella noche.

El cielo estaba cubierto de nubes pesadas y el viento traía el olor metálico de la sangre.

El campamento del frente norte ardía en llamas, y los soldados corrían como sombras desesperadas entre los estandartes caídos.

Darius estaba allí, herido, rodeado por las criaturas que habían emboscado a su escuadrón.

Recuerdo haber corrido, sin pensar, solo con el corazón latiendo en mis oídos.

No era soldado.

No debía estar en el campo de batalla.

Pero verlo en peligro borró cualquier miedo.

—¡Darius! —grité su nombre, aunque apenas podía oír mi propia voz sobre el rugido del fuego.

Él giró la cabeza, y por un instante, creí ver alivio en su mirada.

Solo por un instante.

Luego volvió a empuñar la espada, cubriendo a los pocos hombres que aún resistían.

Una de las bestias —negra, enorme, con los colmillos reluciendo— se lanzó contra él.

No pensé.

Simplemente me interpuse, empuñando la lanza de un soldado caído.

El impacto me sacudió todo el cuerpo.

Sentí el acero desgarrar mi costado, y un calor espeso me llenó la boca.

Pero aun así, empujé la lanza con todas mis fuerzas, clavándola en el pecho de la criatura.

Cayó al suelo con un rugido seco… y yo también.

—¡Elara! —escuché la voz de Darius, áspera, más alarmada de lo que jamás la había oído.

Quise decirle que estaba bien, que al menos una vez había logrado protegerlo.

Pero la sangre me ahogó las palabras.

Antes de que la oscuridad me cubriera, alcancé a verlo inclinarse sobre mí…

y luego, apartarse para mirar hacia un costado.

Ahí estaba Selene, mi hermana.

Él le tomó la mano para ayudarla a ponerse de pie, preocupado por si estaba herida.

Yo, en cambio, quedé tendida en el barro, con la sangre tiñéndome el vestido.

Mi último pensamiento fue que, ni siquiera en mi muerte, yo había logrado ser su prioridad.

El mundo se desvaneció con el murmullo de la lluvia y el eco de un amor que nunca fue correspondido.

••

Una boda de negro

Oscuridad.

Silencio.

Y luego… una voz.

“*Así que este es el final de tu dulce tragedia… y el principio del mío*.”

Abrí los ojos.

El aire olía a velas suaves, un murmullo de fondo y un peso significante sobre mi piel. Levanté mi cuerpo viéndome completa… ¿Un vestido de novia ? ¿ qué demonios?

《 ¿Dónde carajos estoy?》

Recordaba morir.Recordaba la explosión desgarrándome el cuerpo.

¿Cómo era posible que estuviera viva.?

Antes de reencarnar, era Nyssa Ravel de 27 años, era una sicaria legendaria, conocida en los bajos mundos como “La Furia Silente”.

Huérfana desde pequeña, fue criada entre asesinos y mercenarios . Mi vida estuvo marcada por la sangre, pero también por un estricto código.nunca matar inocentes, solo a quienes merecían caer. Mi barrio era mi familia. Era fría, calculadora, pero con un aires de justicia.

Pero fui traicionada por un líder de sicarios, quien solo jugo con mi corazón, caí en una emboscada, pero no les di el gusto de matarme, yo misma me encargue de salvar a esos niños de la red de trata el cual estaba metido. Apenas vi el último niño fuera de ese lugar apreté los explosivos, Si moría, los llevaría a él y todas las mierdas al infierno conmigo.

Pero ahora resulta que estoy en ese cuerpo y a punto de casarme con otro infeliz quien es un maldito comandante.

– Bien. Si la vida te da una segunda oportunidad… ¿Quién soy para negarme? – Miró al techo – ¿No Señor?.

Elara se miró al espejo con una sonrisa tan perversa que el mismo Guasón daría una buena puntuación, notó el vestido enorme que no podía dejarla respirar.

– Está porquería.. Olvidaba que se vestían así.. Que espanto – sin esperar se sacó todo quedando en ropa interior de encajes – Mm Parece que esta época no es tan antigua… A ver que hay acá…

Revolvió el armario pequeño tirando todo lo que había encontrado un color negro perfecto a la medida, le saco las mangas de esponja mientras posaba, tomo el velo. y sonrió.

– ¡¡Buhala!!… Espero que le guste a mi comandante .. Porque su calvario empieza hoy – Sé soltó el cabello, se puso los tacones cuando escucho un golpe en la puerta.

– Señorita La esperan.

Sonrió, abrió la puerta dejando a la mucama con los ojos abiertos como platos

– Señorita.. ¿Porque se puso eso? Sus padres la regañarán.. Vamos a cambiarla ¡¡La golpearan!!

La joven la tiraba de los brazos, pero Elara se soltó

– Que lo hagan.. Es mi boda, si no puedo elegir el marido - sonrió – elijo el vestido– Giró con sus talones y bajó por las escaleras.

Elara bajó las escaleras. El salón se congelo, todos se miraban. Sus padres abrieron los ojos con vergüenza, podía notar la vena en su frente. Darios, quedó rígido, sus padres estaban igual que el.

—¿Qué demonios…? —dijo, tartamudeando.

"Vestido negro.. Eso no es un buen augurio"

"Que espanto.. Los Veyren tiene una hija con muy mal gusto"

"Está condenando al comandante a una mala fortuna"

Los susurros mientras ella pasaba en medio de todos con una sonrisa intacta eran cada vez más fuerte, Elara sostenía el tamo como si fuera una pala, mirando fijamente a Darius

– Elara.. ¿ Qué carajos estás haciendo? – El agarre fuerte de su padre Víctor

Elara sonrió tomando su muñeca haciendo presión, el largo un jadeo de dolor.

– Mira.. Viejo decrépito.. Ya me casaste ahora elijo mi maldito vestido. Es esto o me largo y no dudaré en hacerte la vida imposible – susurró en su odio clavando más su uña en la vena de su muñeca

Víctor abrió los ojos, se soltó con un aclaramiento de garganta, sonriendo ante la vista de todos, hizo como si nada ante la mirada de los padre de Darius.

《Vitor Veyren un un aristócrata astuto y ambicioso no dudó en sacrificar la felicidad de su hija menor para fortalecer el poder de la familia, y no dejaría que este acuerdo de matrimonio se anule por nada 》

Elara llegó con el al altar, subió sin mirar a su " Padre " dejándolo con un beso en el aire y una rabia en ella.

— ¿Qué significa.. Este vestido? .. – Murmuró entre dientes Darius

– No creo que te guste, pero si tanto te molesta te lo diré —se acercó a su oído – Tu maldito infierno..

Darius apretó los dientes, todo su cuerpo se puso alerta, fue como ver a su propio enemigo, cuando Selene tocio al ver su acercamiento y como no la dejaba de mirar.

– Shh.. Si interrumpes fuera – dijo Elara a Selene quien abrió los ojos con la cara roja dejándola en vergüenza

Los invitados intercambiaron miradas. Murmullos. Algunos bajaron la cabeza.

Darius estaba por decir algo, pero ella le apretó las uñas en las manos haciendo que entrecierre los ojos.

—¿Cómo osas hablar como una cualquiera?

Murmuró alado de Elara, ya mirando juntos al sacerdote.

— No es cualquiera Idiota. Es hablar libremente. Te guste o no, No soy uno de tus malditos hombre. - contestó firme — Pero si no te gusta, me iré, me dan asco los hombres como tú.

Se estaba liberado cuando Darius la tomó por la cintura, eso no salió desapercibido por los demás, y menos por Selene que apretó los dientes

— No pienso quedarme en el altar, es mejor que coperes..

– No es mejor que tú coperes.. Si me amenazas Darius, tendrás que dormir con un ojo abierto toda las noches, porque no me temblará la mano para cortarte la lengua.

Darius la miró fijamente, nada en su rostro mostraba miedo, al contrario, mostraba una sonrisa macabra.

El sacerdote continuo con los votos, todo se dictó como se decía, pero cuando le tocó a Elara, sonrió.

– Yo Elara Veyren, te tomo como Esposo, comandante Darius Kaelthorn.. Hasta que la muerte te separe de mí..

El sacerdote y los presentes quedaron en silencio solo la risita de Elara resonó en ese silencio, Darius frunció el ceño apretando los puños.

《 Como puede ser tan descarada.. Esta mujer no es nada a la misma que me juro amor ayer mismo en rodillas 》

– Puede Besar a la novia.– dijo El sacerdote

Elara sabía que Darius diría que no, antes de que hablara hizo una mueca

– No gracias.. No quiero que se contagie el mal de boca.

Bajó del estrado, Darius quedo la palabra en la boca siguiéndola con rabia. Ante la mirada de todos, quiso tomar si mano, pero ella se corrió algo que hizo que bufara más.

Subieron a los autos, Elara miró el modelo hermoso, era igual al que veía en los museos de guerra, el mismo que un día compró solo por colección.

– ¿Qué fue todo eso? - dijo Darius detrás de ella

Elara no le prestó atención, estaba mirando alrededores tenía que ubicarse bien en donde estaba y el lugar.

– Te estoy hablando mujer – Tomo bruscamente su brazo

Pero Elara giró su cuerpo haciendo que caiga contra el capo mientras clava su codo en su garganta

– Escucha bien pedazo de idiota. A mí no me hablarás así, primero te quitaré la lengua y segundo no me toques.– apretó más su codo.

Darius abrió los ojos no podía con su fuerza y ese movimiento rápido lo sacó de lugar.

– Pues... Ami tampoco me ordenas

– Entonces cada uno por su lado Comandante.

Lo soltó de golpe haciendo que tosa, pero ya le saco el arma sin que sé dé cuente entrando al auto.

Darius gruñó mirándola, pero no pudo subir porque tranco la puerta, poniendo en marcha este tomando rumbo y dejándolo ahí parado.

Sacando el arma ante su vista por la ventana

– Esa mujer.. ¿Cómo? - Se tocó su cinturón y no tenía su arma.

••

Las reglas dictadas

Fue directo al recinto donde estaba la gran casa de dos pisos con un jardín enorme junto a la gran pista de los soldados, no pensaba volver a la ceremonia donde nadie la quería

Entro despacio cuando los soldados la vieron murmuraron con ojos pícaros.

– ¿Acaso nunca vieron una mujer? Parecen pubertos ... El comandante estaría encantado con ustedes si lo sabe - sonrió

Los soldados se miraron, dieron un saludo y se fueron, Elara entró mirando la gran casa, cuando dos mujeres llegaron con cara fruncida.

– ¿y el comandante? ¿No debería estar en la ceremonia?

Elara las miró seriamente, algo que las dos mujeres les pareció más que molestia.

– ¿Acaso eta sorda? - dijo fuerte la mayor.

Elara sonrió dándole una cachetada – Espero que sepas a quién te diriges Cleutilde .. Esta es mi casa, como señora del comandante una palabra más y te corto la garganta.

Todos los empleados se miraron, Cleutilde apretó el puño

– ¿Cómo se atreve? El ama debe ser Selene.. Ella es quien merece al comandante no usted

Elara levantó la ceja, se sacó lentamente los zapatos de punta muy hermosa para esa época.

– ¿Dijiste Selene? ¿Acaso.. Selene sé caso con el comandante? - se acercó con zapato en mano.

Cleutilde dio un paso atrás– No . .. Pero ella

Elara no espero tomó su mano clavando con fuerza en su mano, la mujer grito con agonía frente a todos. La joven a su lado gritaba

– No.. No.. ¿cómo se atreve?

– Ahora tu querida.. – sonrió maliciosamente, Clavándole el otro taco en la mano — Que les quede bien claro.. El que diga que Selene es la dueña de la casa la próxima no será un taco.. Yo cortaré yo misma las manos y si es posible les sacaré las lenguas.. ¿Entendido?

– Sí... señora- dijeron todos

– Llévenselas, sus gritos son fastidiosos.

Elara conocía bien a esas brujas en los recuerdos , las mismas que ayudaban a Selene a tratarlas mal, fue directo a la oficina de Darius, disparó al cerrojo al ver que estaba cerrado, todos temblaron, nadie podría creer que la tímida y tonta Elara ahora apuñaló a dos mujeres y sepa disparar.

Esto alarmó a un soldado y fue a avisar al comandante que seguía en la ceremonia.

– Quiero que mis cosas se pasen a otra habitación, no pienso estar con ese idiota.. Y saquen las cosas de Selene afuera.— ordenó Elara quien tomo una caja de fósforo y una botella de Licor

Los empleados corrían como locos haciendo lo que decían, mientras Cleutilde vendaba su mano con Cecilia.

– Esa maldita.. No se saldrá con la suya..

–Tranquila cuando comandante venga no le durará nada esa actuación.

Elara cerró el libro en su regazo terminando de leer las reglas de los soldados y de la casa, más sonrió al saber que una vez que se casaba con él tenía el mismo respeto de autoridad ante los demás .

– Que bien la pasaré ...- suspiro esperando a la familia del momento llegar .

••

En la ceremonia Darius estaba hablando con Selene quien le sonreía como toda coquetería y se hacía la tímida

Cuando llego su soldado de guardia muy nervioso.

– Comandante.. - susurró en su oído.

Darius abrió los ojos tensando todo. – Esa mujer.

– ¿Qué ocurre Darius? - Selene tomó su mano muy preocupa

– Elara ... lastimo a Cleutilde y Cecilia .. Tengo que irme.

– Iré contigo.. Pobre Cleutilde.. Seguro Mi hermana está enojada porque tú me trataste bien..

Darius suspiro ,– Tranquila, no dejaré que les haga nada.

– Iremos también.. Esa niña me escuchará - dijo Víctor.

En la puerta, Elara permanecía sentada ,con los pies en el barandal de madera, ojeando algunos informes de Dariu, sus cuentas y todo lo relacionado que debía saber.

A sus pies, varios baúles y cofres.

Noto en auto frenar, mientras ella bajó, Selene rápido pego un grito de llanto aferrándose a Darius

– ¿Qué es esto? ¿Acaso perdiste la cordura Elara?- dijo Fuerte Darius.

– Mis cosas.. Hermana porque .. ¿Porque te desquita conmigo? - llora.

– Elara esto ya es suficiente.. ¿Cómo te atreves a hacer tal escándalo?

– Ay miren.. Una familia tan unida por la misma Mierda y falsedad – sonrió caminando con la botella– Esto.. Son las cosas que Selene tiene que sacar de esta casa..

– ¿Pero... Tú no puedes mandar eso? ¡Este es mi recinto! - dijo furioso Darius

– Claro.. Y yo me casé contigo Comandante- mostró su anillo – ¿Acaso olvidas las reglas?– Tiro su reglamento en su píes.

– Que... ¿Darius? Ella puede hacer eso.. Yo no hice nada..- lloraba más fuerte agarrando su brazo

– Artículo 3, sección A: La señora de la casa Kaelthorn es la que decide la orden del hogar– Empezó a recitar, Darius abrió los ojos – Artículo 8 sección 7: Familia femenino de consanguíneo de la esposa solo puede recibir en el recinto hasta que esta decida.. Si está soltera deberá abandonar inmediatamente el lugar.

– ¿Hermana .. Porque eres tan cruel? Solo quería estar junto a ti.. Comandante, cuanto lamento esto.

– Artículo 1, sección A: La mujer del comandante y Esposa misma tiene el mismo derecho que el mismo, su autoridad es igual que el sí es negada ante sus sirvientes.. Perderán la mano derecha — miró a Cleutilde y Cecilia – Esas dos dicen que la mujer de la casa es Selene.. ¿Acaso el comandante es tan débil que no puede seguir las reglas? Que mal ejemplo

Elara estaba tan cerca de él que hasta le limpio el hombro, todos los soldados estaban mirando esperando algún regaño como siempre lo hacia hacia ella, pero esta ves el estaba callado con los puños cerrados .

– Elara.. ¿ Cómo hablas así a tu marido ? ¿ qué clase de mujeres eres ? - grito Mireya.

– Su esposa.. Y como tal merezco su respeto. ¿ Acaso crees que me callaré como tu ? - la miró de arriba abajo– Una Mujer sumisa sin gracia.

– Madre.. no la enojes más, solo esta molesta, es mi culpa.. Tendré que irme – sollozo Selene.

– Hazlo o lo quemo todo ¿tiene dos minutos? ...

Selene buscó la mirada de Darius, pero solo miro a sus soldados quienes empezaron a murmurar. No podía negarse, si iba contra ella lo dejaría en vergüenza.

– Toma tus cosas Selene, es mejor que te las lleves.

Selene lloraba– Pero.. Solo quería compartir con usted... ¿Porque eres tan cruel hermana?

– Un minuto – habría la botella

– No lo harías… - Murmuró Darius como un reto, pero Elara sonrió mirando el reloj de mano

– Tick.. Tack.. ¿muy seguro comandante? - levanta la ceja.

– Comandante.. La señora miente nosotros no dijimos nada ella solo entro y nos atacó- dijo en desespero Cleutilde

– Sí, ella entró prepotente.. Solo fuimos amables..- agregó Cecilia

Selene quien tenía las manos en el rostro apretando el brazo de Dariu sonrió mirándola.

– Parece que el comandante cree mujerzuelas en vez de su Esposa.. Que mal, entonces lo llevaremos a juicio. Seguro le encantará al juez Federal.- dijo sin más Elara

Sabía que el Juez era el contrario de Darius, el podría dejarlo sin nada como también llevarlo a lo más alto aunque Darius ganó con sus méritos todo , sin su ayuda no era nada.

– ¿Tienes pruebas de su falta de Respeto? - pregunto firme

Elara rodó los ojos, cuando alguien hablo detrás eran tres empleados.

– Nosotros estuvimos presentes, Cleutilde le hablo mal a la señora apenas llego, la señora solo actuó en defensa porque ella la ofendió diciendo que Selena debería ser la dueña y aunque esté casada con usted Elara no se merecía respeto- dijo el hombre más viejo.

Elara lo miró bien, era Gregori, el más viejo de los empleados y los otros dos eran sus nietos, le pareció raro su ayuda pero seguro investigará el porqué

Cleutilde y Cecilia negaron, Darius frunció el ceño, puede que no le agrade a Elara pero decir eso en frente a todo y sacarle respeto era como fallarle el respeto a el, en su casa

– Comandante es mentira.. Ella los pago para que hablen.. - dijo desesperada – Señorita .. Ayúdeme..

Selene frunció el ceño, si Darius sabía que ella les ordenó a molestarla dejaría de estar detrás de ella, se apartó de ella actuando más.

– ¿Cómo pudieron hacer eso? Cleutilde.. Cecilia.. Pensé que eran buenas- dijo con tal vergüenza Selene.

La mujeres palideció viendo como estaba poniéndose en su contra.

– Están despedidas, Guardias llévenlas fuera de mis tierras. ¡Ahora ! - ordenó Darius

Elara suspiro ya harta– Bueno.. Termino el tiempo – esparció el Licor

–! Alto¡Soldado Damián, lleve las cosas de la Señorita Selene a la cada cerca de mi recinto con las de sus padres – ordenó!

Selene apretó los dientes, Elara todos los ojos pero con tenerla lejos le bastaba, tomo un trago de Licor para entrar dentro.

– Lamento esto comandante.. No quería ser un problema..- bajó la cabeza tímida

Darius miró a Elara en ese momento, su actitud tan diferente lo carcomia dentro, y lo estaba intrigando, no escucho a Selene y entro.

– Pero.. –

Apretó los dientes furiosa, los soldados llevaron sus cosas, Pero todo el camino no dudó de reclamar a su padre pero Víctor estaba igual de sorprendido, no le convenía ponerse encontrá después de su amenaza

– ¿Cómo se le ocurre sacarte? - grito Mireya furiosa – Está muy altanera.. Mi pobre niña, sabía que sería un problema esa maldita niña.

– Mami.. El comandante ni se puso de mi lado.. ¿ Que hice de malo? - llora

– Tranquila, ya verás seguras le dará un buen castigo a tu hermana , mañana seguro volverá a llorar por su atención, como siempre.

••

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play