En un imponente edificio en el corazón de la gran ciudad, un hombre de treinta años, cabello azabache, ojos  cafés claros, figura atlética y facciones hermosas, se encontraba inmerso en los documentos que tenía frente a él, su objetivo era simplemente terminarlos lo más pronto posible para poder irse temprano a casa, y a pesar que nadie lo esperaba, la sola idea de llegar y relajarse en su silla para masajes era demaciado tentadora para él.

Durante un rato solo se escuchó el sonido de el bolígrafo deslizándose por la hoja y en ocasiones el teclado de la computadora, hasta que el ruido de la puerta siendo tocada se escuchó y detuvo sus acciones.

Toc toc toc

— Adelante — el sonido de una agradable voz masculina hiso eco en la espaciosa oficina.

Una hermosa mujer de hermosas curvas y cabello rojizo hizo aparición con una carpeta en sus manos — jefecito ya tengo listo el informe que me pidió —  dijo la mujer con una voz  un poco cantarina.

— Luisa sabes que detesto que me digas jefecito — se quejo el hombre sonando un poco impotente, a lo que ella respondió con una suave sonrisa juguetona.

Después de recibir los documentos que ella le entregaba y los leyera con el entrecejo un poco fruncido, de repente sintió una leve presión en el medio de sus sejas que lo distrajo de su tarea.

— Deja de fruncir tanto el ceño pareces un anciano gruñón cada vez que lo haces — dijo está, que irónicamente también lo observaba con el entrecejo fruncido.

— como que anciano, solo tengo 30, lo sabías, estoy en la flor de mi juventud— sonando un poco arrogante volvió a prestar su atención a los documentos — convoca una reunión a todos los integrantes del departamento de marketing, hay unos temas que se tienen que tratar con cuidado sobre los nuevos productos a lanzar al mercado el próximo mes —

Realmente le gustaba su trabajo, como gerente general del grupo CONAN estaba repleto de resposabilidades, y en muchas ocasiones tuvo que enfrentar un montón de problemas que de no ser por su inteligencia y su fiel secretaria y amiga Luisa definitivamente abría perdido su empleo hace mucho tiempo, pero a pesar de todo disfrutaba de su cargo y por supuesto le gustaba aún más la jugosa suma de dinero que llegaba cada 15 y último de mes.

— Esta es la quinta reunión que hacemos está semana y apenas es miércoles, emos estado tan ocupados que no me a dado tiempo de leer un nuevo capítulo de mi novelita, ya que en la casa con Richard y los niños sería una azaña si me diera tiempo de leer medio capítulo, es tan difícil ser madre, esposa y empleada al mismo tiempo — suspiro al final la mujer con un poco de cansancio.

— tu y tus novelas locas, ¿A quien carajos se le ocurrió la loca idea de que los hombres pueden quedar embarazados? no, creo que la pregunta correcta sería ¿Quien leería ese tipo de novelas? —

Ciel Cowell era un hombre que en toda su vida jamás tuvo interés de leer novelas, y si alguna vez leyó alguna fue por qué se lo pidieron el la escuela, no entendía como su amiga desde la escuela estaba tan obsesionada con las novelas que siempre que leía alguna, revoloteaba a su alrededor contándole el desarrollo de las mismas y él solo hacia el mayor intento de consentrarse en lo que estaba haciendo y contestarle con un "encerio" o un "interesante" cada sierto tiempo en medio de su relato.

— Ollé no juzgues mis gustos literarios, que así como a ti te encanta tu silla para masajes a mi me encantan mis novelas — contesto la mujer con una expresión un poco malumorada.

—No es que te juzgue, es que tus gustos son realmente extraños — en ese momento no pudo evitar pensar en que clase de circuito cerebral tenía su amiga y de como era posible de que a pesar de tener gustos tan distintos mantenían una amistad de casi 18 años.

—bueno de todas maneras, está nueva historia de verdad me encanta, se trata de un dulce romance entre un Omega y un Alfa extremadamente dominante que terminan enamorándose, y el villano Omega que conoce al Alfa desde que eran muy jóvenes al enterarse de que ellos están enamorados empieza a hacer todo lo posible para separarlos, porque el piensa que el Omega le robó el amor de su Alfa cuando en realidad el alfa siempre lo vio como su hermano menor desde que eran niños, que te parece —

— me parece un poco cliché — contesto con un poco de mala gana y empezando a sentir dolor de cabeza por tener que escuchar el relato de una nueva extraña historia.

— cliché y todo pero a mí me encanta, y los protagonistas se llaman Noa Palencia, Zian Petrovich y adivina cómo se llama el villano — dijo la mujer con un poco de misterio.

— no se... Coco morales? — contesto un poco distraído con la computadora.

— que autor en su sano juicio le pondría Coco Morales como nombre a un personaje de novela— dijo la mujer con una mueca de disgusto en su rostro.

— entonces dimelo no tengo cabeza para pensar en nombres geniales para los personajes de tus novelas — dijo un poco frustrado pues el correo electrónico que esperaba no llegaba aún.

— ok ok, su nombre es Ciel Cowell —contesto la mujer con una pequeña sonrisa maliciosa en su bello rostro.

— no me digas — contesto el hombre colocando los ojos en blanco.

El hecho de que un personaje de novela que además sea un hombre que puede dar a luz llevara su nombre le pareció un poco ridículo pero de igual manera hizo que se le pusieran los pelos de punta, y es que él sabia que solo era una historia pero la idea lo incómodo.

— ok dejemos este tema para otro momento que tenemos una reunión por delante — dijo para cambiar el enfoque de la charla —

— entonces iré a reunir a todos — dijo la mujer saliendo de la oficina.

Toda la semana estuvo llena de mucho trabajo, pero por fin había terminado.

— por fin salimos de esta semana de locos, ya mañana es sábado y el cuerpo lo sabe —  con una expresión de emoción Luisa comenzó a recoger sus cosas para irse a casa.

— lo dices como si te fueras a ir de fiesta el fin de semana — saliendo de su oficina Ciel comenzó a caminar hacia el ascensor para dirigirse a su casa.

— no me voy a ir de fiesta, pero si voy a tener tiempo de leer mi novela, que por cierto está en unos momentos desesperantes — dijo la mujer alcanzandolo y entrando con él en el ascensor — el villano al enterarse que el protagonista estaba embarazado provocó un accidente de auto que mando al Omega al hospital, ahora solo quiero llegar a mi casa y leer que paso después — dijo la mujer con un poco de ansiedad en su rostro.

— en serio? que interesante — contesto Ciel distraído con su teléfono y empezando a desear que el ascensor llegará lo más pronto posible al primer piso.

— si, solo espero que al llegar a casa Richard y los niños me den chance para leer aunque sea un capitulo hoy — dijo emitiendo un leve suspiro.

— suerte con eso, yo por mi parte voy a ver a Lisset, me envió un mensaje pidiéndome vernos — saliendo del ascensor el hombre se dirigió a la salida de la empresa.

— espera Lisset y tú no terminaron ase cuatro meses, a caso se reconciliaran? — pregunto la mujer con entusiasmo.

— por supuesto que no, al terminar claramente me dijo que ella queria ser la novia de un CEO que la estaba cortejando y que era mejor eso que ser novia de un simple gerente general — contesto el hombre con expresión fría.

Aunque su relación con Lisset había empezado bien, terminó de la peor manera, es que en el año que llevaron siendo pareja todo fue de las mil maravillas, pero jamás se imaginó que la mujer lo quisiera solo por su puesto y dinero, y que al encontrar una mejor opción lo dejara botado de la nada y justo cuando pensaba en planear el proponerle matrimonio.

— a es cierto, tanto trabajo hizo que olvidará que es una perra — dijo los mujer un poco pensativa — crees que al final le salió el tiro por la culata y ahora viene a rogarte que vuelvas con ella? — pregunto Luisa con una expresión un tanto incrédula.

— no lo sé, pero si ella cree que soy plato de segunda mesa y que puede volver así como así después de todo lo que pasó está jodidamente equivocada — dijo subiéndose a su auto.

— así se habla campeón, y a qué hora te reuniras con ella? — preguntó Luisa desde fuera del auto.

—dijo que está noche a las 8 en un restaurante de por aquí, oye ¿quieres que te lleve a casa? — preguntó observándola acomodandose el cabello en el espejo del automóvil.

— no es necesario, tomaré un taxi, el lunes me cuentas el chisme de lo que pasó en tu encuentro con esa — dijo la mujer para luego dirigirse a la orilla de la calle y parar un taxi.

— ok, olvidaba que está mujer así como ama a sus novelas y su familia, también ama el chisme — dijo entre dientes y encendiendo el auto y emprendiendo el viaje para regresar a casa.

Al llegar casa soltó un pequeño suspiro de alivio, pues deseaba descansar; en la gran casa solo vivía él  ya que la gente que se encargaba de mantenerla limpia solo iban tres beses a la semana y después que terminaban regresaban a sus hogares. No le molestaba vivir solo puesto que estaba acostumbrado a ello desde muy joven, ya que no recordaba a su padre pues este murió cuando apenas tenía dos años de edad, y su madre tuvo que empezar a trabajar para pagar las cuentas y poder comer, por lo que estaba muy poco en casa y a los 16 años ella murió en un accidente automovilístico cuando se dirigía al trabajo, dejándolo a él completamente huérfano por lo que tuvo que irse a vivir con un tío, hermano de su padre, que a pesar que no lo trató mal siempre se la pasaba trabajando también por lo que el contacto con él fue muy escaso, luego de cumplir la mayoría de edad e irse a la universidad tomo los ahorros que le havia dejado su madre y una pequeña herencia que le havia dejado su padre y se compró un pequeño departamento permitiendose también pagar sus estudios, pero como el dinero no hiba a durar para siempre logro encontrar un trabajo de medio tiempo como asistente en una pequeña empresa de publicidad con la ayuda de los padres de Luisa, y así emprendió su camino para alcanzar lo que es ahora.

Durante ese tiempo mantuvo algunas relaciones amorosas pero ninguna duró más de tres meses, con Lisset fue la única relación que logro llegar al año, por lo que pensó que ella era la indicada para empezar a formar una familia, pero quien hiba a pensar que su relación tampoco llegaría a ningún lado.

Luego de relajarse un rato en su silla para masajes y dormir un poco se dirigió al baño a tomarse una ducha, el agua tibia se deslizó por su amplia espalda y abdomen marcado permitiéndole relajar mucho más sus músculos. Luego de la ducha salió con  una toalla alrededor de la cintura y se dirigió al guardarropas para vestirse con una camisa cuello de tortuga azul claro, un saco de un tono más oscuro y unos pantalones   semi ajustados que le quedaban a la perfección, además de unos zapatos de cuero que le sentaban muy bien, para terminar de acomodarse se colocó un Rolex en su muñeca y se dejó el cabello un poco despeinado dándole un estilo fresco a su auffit. Saliendo de casa se dirigió a su auto para encontrarse con Lisset en el restaurante donde quedaron verse.

— espero no estar equivacandome al ir a verme con ella — dijo soltando un suspiro.

Pasados 20 minutos en la carretera Ciel por fin había llegado al restaurante, al verlo se dió de cuenta que era uno de los restaurantes favoritos de Lisset, la elegancia y el aire sofisticado del mismo era justo lo que ella sentía que merecía, incluso más, ella creía que merecía ser el centro de todo, que todo lo mejor debía pertenecerle puesto que su ego era tan grande que se consideraba la mejor y más hermosa, y si, era cierto que era una mujer bellísima, pero la ambición  y codicia que exudaba  todo su ser la hacían parecer un mujer que  se vendería si le ofrecieran un alto precio.

Al ver a Ciel entrar luciendo apuesto y seguro de si mismo no pudo evitar suspirar, puesto que se había perdido la oportunidad de estar cómodamente con un hombre que le hubiese cumplido todos sus caprichos si no se hubiera dejado engatusar por las palabras y promesas de un hombre que después de usarla asta que se cansó no dudo en botarla y correr a conseguir un juguete nuevo, por qué si, luego de un tiempo al final lo único que obtuvo fue unos cuantos miles de dólares, una sonrisa burlona y las humillantes palabras de ese hombre.      

"Querida, las mujeres como tú solo sirven para ser el juguetito pasajero de cualquiera, y en cuanto a ser mi esposa, solo en tus sueños de zorra hilarante  obtendrias ese lugar".

Ajustando su postura y colocando una sonrisa radiante espero a que Ciel llegará a la mesa.

— Ciel querido me da gusto volverte a ver, como as estado — dijo la mujer cuando Ciel había tomado asiento.

— creo que no hemos venido a hablar de mi, así que por favor ve al grano y no me agas perder el tiempo — dijo este de manera fría y contundente.

— Se que que no quieres verme,

Pero —

— si realmente lo supieras no habrías llamado para vernos en primer lugar— dijo el hombre, deteniendo de manera abrupta el discurso de Lisset.

— ok, solo quería verte para decirte que realmente siento lo que sucedió, yo estaba confundida, ese hombre me sedujo y yo cay en su trampa, y como una tonta perdí la oportunidad de estar con él verdadero amor de mi vida que eres tu Ciel, te amo, por favor vuelve conmigo, empecemos de cero te prometo que jamás volveré a lastimarte — dijo la mujer con voz lastimera y lágrimas en los ojos, estaba segura de que Ciel la quería todavia, pues el siempre le demostró cuánto la amaba, y no creía que ese amor fuera a terminar así como así en unos cuantos meses.

Ciel la miro incrédulo, era cierto que la havia amado pero el jamás hiba a perdonar su traición y si ella creía lo contrario le hiba a demostrar que estaba muy equivocada.

— vaya, supongo que como te salió en tiro por la culata con tu queridísimo CEO ahora bienes a mi como tú segunda opción para no quedarte sin nada — dijo con una mueca de desprecio en su apuesto rostro — pues te sugiero que busques en otro muelle pues este barco ya sarpo — ya no quería escucharla por lo que se levantó para dirigirse a la salida, en primer lugar no entendía por qué había aceptado verse con ella si ya sabía lo que hiba a decir, pero viendolo desde otro punto de vista este supueto encuentro sirvió para por fin terminar de cerrar este capítulo de su vida.

— por favor Ciel, dame una última oportunidad, te lo suplico — deteniendolo y con la cara llena de lágrimas suplicó, no podía irse sin la respuesta que queria.

— por favor tente un poquito de respeto y no te umilles más, lo nuestro jamás volveré a ser — dijo sacándose el brazo de su agarre y finalmente llendose sin mirar atrás.

Ya en su auto, se sintió más relajado por lo que decidió regresar a casa, colocó algo de música y quiso ir a otro restaurante para poder comer algo pues ya tenía hambre, en ese momento cuando estaba en la carretera recibió una llamada, volvió su cabeza asia el teléfono y solo en ese instante de distracción no se dió cuenta del camión que venía a su izquierda, cuando lo noto ya era demasiado tarde para reaccionar.

Crack

El sonido del choque fue estrepitoso y lo último que escucho Ciel fue el sonido del teléfono, que a pesar del impacto todavía funcionaba.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero cuando Abrió los ojos lo primero que noto fue un techo color pastel, estaba un poco confundido, soñoliento y algo desorientado. Luego de un momento se dió de cuenta que no sabía donde estaba, pues si mal no recuerda tuvo un accidente y lo que debería ser una sala de hospital era una especie de habitación con temática un poco infantil, cuadros de flores y paisajes decoraban las paredes las cuales estaban pintadas de un color azul pálido, el mobiliario de la habitación contaba con un tocador un poco grande con diversos objetos encima, un escritorio con un ordenador que parecía de un jugador de juegos electrónicos, un espejo enorme donde una persona podía verse completa y por último un sillón con cogines color pastel.

La habitación no estaba nada mal aunque los colores no eran muy de su gusto le pareció agrable, pero luego de un momento de observación y aturdimiento, se dió de cuenta que el no tenía por qué estar en un lugar como ese. Ya con la conciencia un poco más clara intentó levantarse de la cama, pero mientras se movía noto que su cuerpo se sentía más liviano y pequeño, al dirigir su mirada hacia sus manos se dió de cuenta que estás eran pequeñas, delicadas y de un blanco como la porcelana, al igual que los pies que se asomaban en el pantalón para dormir olgado.

Su respiración se detuvo.

Preso del pánico se bajo de la cama notando definitivamente que se había encogido, dirigió su mirada hacia el gran espejo y con pasos un poco temblorosos se acercó a este. Quería verse en el espejo, pero mientras más se acercaba el miedo y la ansiedad en su corazón aumentaba.

En ese instante sus ojos se fijaron el la imagen que tenía frente a el y no podía creer lo que veía.

Su sangre se helo.