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Lluvia II

CAPÍTULO 1

NARRADOR

Los años han pasado. Lluvia, la única híbrida creada que sigue con vida, ha sabido ocultar muy bien su naturaleza. Sin necesidad de alardear del poder que posee, tanto vampiros como lobos la respetan como una líder.

Las personas respetan a Lluvia a pesar de que nadie la ha visto transformarse desde el día que le inyectaron el veneno de un vampiro. Ella ha controlado muy bien su poder, puesto que, si se transformara, las personas sabrían que no es solo un alfa muy poderoso, sino que también es mitad vampiro. Por eso, ella mantiene muy bien el control.

Patricio y Lluvia son muy felices con Cielo, su adolescente de quince años, una hermosa princesa de ojos color violeta. Rayo y Niebla siguen fuera del país. Cielo es la consentida de la casa y, aunque ama a sus padres, extraña a sus hermanos. Tiene un plan para que ellos tengan que volver al castillo.

Cielo hasta ahora no ha revelado su poder. Nadie sabe si es híbrida como su madre o una loba. Al igual que su madre y su hermana, ella no se transformará hasta que encuentre a su pareja destinada por la luna.

Niebla sí pudo transformarse un par de veces cuando tenía diez años, al igual que su hermano, cuando sintieron miedo y la mayoría de los niños de los clanes comenzaron a cambiar. Tras pasar el peligro, todos volvieron a ser niños normales. Claro, tomó tiempo y un entrenamiento breve, pero con el tiempo su poder volvió a "dormir" y ellos continuaron con su crecimiento normal.

Rayo, a diferencia de su hermana, al cumplir su mayoría de edad, sí volvió a transformarse y tuvo que entrenar muy duro para controlar el gran poder que posee. Niebla lo acompañó en su entrenamiento, pero ella no ha logrado transformarse, pues aún no ha encontrado a su pareja destinada por la luna.

A sus veinticinco años, Niebla no ha tenido pareja. Digamos que la luna no ha puesto en su camino a quien será su destino, a su pareja ideal. Ella no ha sentido nada tan fuerte que la haga despertar sus poderes nuevamente.

Pero todo podría cambiar si el plan de su hermanita funciona y ella y Rayo deciden volver al castillo, el lugar donde sus padres se conocieron y donde Rayo recibió su entrenamiento.

📲 —Cielo, ya es medianoche aquí, ¿por qué llamas? —Niebla se despierta muy aturdida, ya que, aunque no pueda transformarse, tiene un oído y un olfato bien desarrollados y muy sensibles.

📲 —Es que algo anda mal. Todos los niños comenzaron a cambiar como cuando ustedes eran pequeños, y todos los adultos están como locos tratando de controlarlos, pero necesitan ayuda para investigar qué es tan grande como para causar el cambio. Mamá y papá me pidieron que los llamara —Cielo, al otro lado del celular, se muerde el labio, pues todo es una gran mentira.

📲 —Esto no puede estar pasando, no de nuevo. Dile a nuestros padres que despertaré a Rayo e iremos en el primer vuelo que salga —Niebla cae en la mentira de su hermana menor.

📲 —OK, se lo diré, los estaremos esperando —Cielo cuelga el teléfono y comienza a saltar en su cama feliz, porque sus hermanos volverán, aunque seguramente se enojará cuando se enteren de la verdad.

Niebla, con mucho pesar, sale de la cama y cruza la sala de su apartamento para llegar hasta la habitación de su hermano, donde lo encuentra desnudo con una chica. Niebla niega con la cabeza y su hermano ríe.

—Tú, no me interesa quién seas, pero largo de aquí —habla Niebla enojada, y la chica, pensando que es la novia de Rayo, huye mientras se viste.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué arruinas mi diversión? —pregunta Rayo vistiéndose.

—Cielo llamó. Está pasando lo mismo que cuando teníamos diez años; los niños están cambiando. Necesitan nuestra ayuda —responde Niebla. Rayo recuerda lo que pasó con tristeza, pues él casi pierde su poder y casi pierde a su madre. Cielo también corrió riesgo aun estando en el vientre de su madre.

—Llamaré a nuestro padre —Rayo toma el celular e intenta contactar a Patricio, pero la llamada nunca entra al celular de este.

Cielo intervino el celular de sus familiares y los monitorea todo el tiempo para evitar que sus hermanos se contacten con alguien en el castillo y descubran su mentira antes de llegar.

—Nadie contesta. Supongo que estarán ocupados como hace más de diez años, así que mejor empaco mis cosas y nos vamos —comenta Rayo y Niebla asiente.

Ambos hermanos empacan sus cosas y reservan el siguiente vuelo de regreso a su país. Viajan muy preocupados, pues saben lo mal que estuvieron todos la primera vez que eso sucedió y temen perder a alguien más esta vez.

El anciano que atendió su nacimiento y a quien consideraban parte de la familia murió para salvar a Lluvia, así que no quieren que eso vuelva a pasar.

Rayo y Niebla tomaron el primer avión de regreso a su país. Cuando aterrizaron en la ciudad principal, fueron a la empresa familiar por un auto y se pusieron en marcha hacia el pueblo donde se encuentra el castillo del clan de la Lluvia, pues sus padres y Cielo están ahí. Tenían pensado ir primero al castillo de los Brown, su familia paterna, pero quieren asegurarse primero de que sus padres y hermana estén bien.

Luego de un largo camino, al fin llegaron al pueblo y luego tomaron la carretera por el bosque hasta el castillo donde se encuentra su familia.

—Todos en el pueblo se veían muy tranquilos, como si nada pasara —comenta Niebla mientras observa la carretera.

—Sí, ¿crees que lograron controlarlo todo y que ya no necesitan nuestra ayuda? —pregunta Rayo, pensativo.

—No lo sé, ya estamos aquí, así que veamos qué tienen que decirnos nuestros padres. Espero que todo esté controlado para poder irnos. Aún recuerdo esos días, sentí mucho miedo —comenta Niebla.

—Lo sé, yo también lo sentí. Cuando me quitaron mi poder, me sentí muy frío, sentí cómo mi cuerpo se quebraba, pensé que moriría —Rayo recuerda cada segundo cuando perdió su poder momentáneamente.

—Gracias a mamá no fue así. Esa noche tuve mucho miedo: primero de perderte a ti y luego de perderla a ella. No quiero que algo así vuelva a suceder —dice Niebla, triste al recordar el pasado.

—Esta vez será diferente, ya no somos niños y podemos ayudar —Rayo sujeta la mano de su hermana con fuerza.

—Dirás que tú puedes ayudar. Yo aún no logro transformarme. Soy tan inútil como cuando éramos niños, quizás fue un error que yo regresara —dice Niebla, pensativa.

—Eres más inteligente que cualquiera, estoy seguro de que ayudarás de cualquier forma —ambos sonríen cuando visualizan el castillo y las puertas se abren para ellos.

Al estar frente a la puerta principal, ambos bajan del auto y Cielo sale corriendo del interior para abrazarlos.

—Hola, pequeña —los tres se abrazan y sonríen.

—¿Cómo están todos? ¿En qué podemos ayudar? —pregunta Niebla, y Cielo sonríe con nerviosismo.

—¿Qué está pasando, Cielo? —Cielo no sabe qué decir y sus hermanos notan su nerviosismo. Más bien, lo huelen y saben que su hermana les mintió.

CAPÍTULO 2

NARRADOR

Tanto Niebla como Rayo se quedaron observando a Cielo, quien se puso pálida ante la pregunta de sus hermanos. Afortunadamente, su madre salió y la salvó de la situación.

—¿Niebla, Rayo, cuándo llegaron? —Lluvia salió toda emocionada a abrazar a sus hijos mayores; hacía mucho que no los abrazaba.

—Acabamos de llegar, mamá —Los gemelos se dieron cuenta de que su hermana les había mentido, pero la querían tanto que jamás la delatarían, así que no mencionaron la mentira.

—Pasen, haré que les preparen el desayuno. ¿Cuánto tiempo se quedarán? —Lluvia preguntó a sus hijos mayores.

—Aún no lo sabemos, mamá, quizás un par de días —respondió Niebla, caminando junto a su madre y sus hermanos.

—Quisiera que se quedaran para siempre —comentó Lluvia a sus hijos. Ninguno respondió. Al entrar, Patricio abrazó a sus hijos mientras los empleados subían las maletas y Lluvia ordenaba el desayuno para ellos.

Después de desayunar, los gemelos subieron supuestamente a descansar, pero en realidad fueron a hablar con su hermana Cielo.

—Ahora sí, ¿por qué nos hiciste venir? —preguntó Rayo, entrando en la habitación de Cielo.

—Es que hace años que no los veo y no estamos todos juntos aquí. Todos los clanes se reunirán esta semana y quería verlos a todos juntos. De verdad los extraño mucho, siempre estoy sola y quiero compartir con todos —respondió Cielo, apenada con sus hermanos.

—Cielo, entiendo que nos extrañes, pero no puedes traernos aquí con mentiras —Niebla se sentó al lado de su hermana en la cama.

—Es que si les decía que los extrañaba, no vendrían. Lo sé, lo intenté por años, pero ustedes se negaron a volver, ni siquiera a verme. Por eso les dije que pasaba algo tan grave, porque sabía que era la única forma de que vinieran —confesó Cielo, apenada.

—Está bien, nos quedaremos para la reunión de los clanes. ¿A quién más hiciste venir? —preguntó Rayo, sentándose del otro lado de su hermana.

—A todos. Por primera vez desde que nací estaremos todos juntos, al igual que el resto de los clanes, así nadie preguntará por los que falten. Todos estarán aquí —respondió Cielo, emocionada.

—Ay, pequeña, ya que estamos aquí, ¿qué te parece si mañana acampamos en la cascada, en familia, y cuando todos lleguen hacemos una gran fiesta en el castillo para celebrar que estaremos juntos? —propuso Niebla, y Cielo saltó de felicidad.

—¡Sí! Le diré a mis papás —Cielo salió corriendo a hablar con sus padres, y los gemelos sonrieron ante la alegría de su hermana.

—Creo que fuimos injustos con nuestra pequeña hermana. Nosotros nunca estuvimos solos porque siempre nos tuvimos el uno al otro, pero ella sí está sola —dijo Rayo, pensativo.

—Eso creo. Debemos venir más seguido y ayudarla a tener más amigos. En unos años comenzará la universidad y ya no nos extrañará como ahora —expresó Niebla.

—Sí, tienes razón, mejor vayamos a descansar. Mañana vamos a la cascada y seguro será un largo día —Rayo se fue a su habitación y Niebla a la suya.

Cuando Niebla llegó a su habitación, se dio cuenta de que estaba tal cual la dejó; sus padres no cambiaron nada. Ella miró la decoración y recordó cuando decidió dejar el mundo de los lobos atrás. Quería ser libre, enamorarse de una persona solamente porque sí, y no porque la luna lo decidiera. Sin embargo, por más que se alejó, jamás pudo sentirse atraída por nadie.

—Estoy de vuelta —Niebla observó el bosque por su ventana y sonrió. Desde siempre sintió cómo ese bosque la llamaba, pero en su último año ahí, odió todo eso, quería salir de ese lugar. Aun así, por alguna razón, siempre terminaba volviendo.

—El destino está escrito —Niebla escuchó una voz y volteó para ver de quién se trataba, pero no había nadie detrás de ella ni en la habitación.

—Lo que me faltaba, escuchar voces aquí —Niebla negó con la cabeza y comenzó a sacar su ropa de la maleta. Cuando la acomodó, escogió algo cómodo para dormir, luego entró a la ducha y se vistió.

Niebla se acostó a descansar, ya que su hermana la llamó de madrugada y en el avión no durmió nada. Para rematar, llegó y resultó que todo era mentira y era simplemente que su hermana menor la extrañaba.

Mientras Niebla descansaba, Rayo recorría los alrededores del castillo. Él no podía dormir durante el día, así que prefirió salir a caminar.

—El destino está escrito —escuchó Rayo también.

Volteó a mirar a los alrededores y no vio a nadie. Creyó que alguien había dicho eso y se alejó, pero no escuchó a nadie ni lo sintió, así que le pareció extraño y prefirió ir a ayudar a su padre a trabajar.

Todos en el castillo estaban alegres con la llegada de los gemelos. En el aire se respiraba felicidad. Esos dos tenían una energía muy hermosa y todos a su alrededor sentían paz al estar a su lado.

Al día siguiente de la llegada de los gemelos, Patricio, Lluvia y Cielo se despertaron muy temprano y empacaron muchas cosas para pasar todo el día a la orilla del río cerca de la cascada.

Cuando todo estuvo listo, los gemelos bajaron y ayudaron a sus padres y hermana a sacar las cosas. Cuando subían las cosas a la camioneta, llegó otro auto y Niebla corrió a los brazos del hombre que bajó de él: su abuelo Lucca.

—Mi princesa, cuánto te extrañé —Lucca abrazó a Niebla, y ella a él.

—Y yo a ti, abuelo —Después de un gran abrazo y de que todos se saludaron, se pusieron en marcha hacia la orilla del río cerca de la cascada. Al llegar, acomodaron unas mesas y unas carpas que usaban como cambiador.

Estuvieron comiendo y bebiendo mientras hablaban y reían en familia. Niebla y Cielo pasaron el día riendo juntas, iluminando todo el bosque.

Pasaron ahí todo el día. Después de la comida, todos entraron al agua y luego salieron a merendar. Ya casi al final de la tarde, cuando el sol comenzó a ocultarse, en una de las rocas del río, únicamente quedaban Cielo y Niebla hablando.

—Chicas, ya vámonos, está oscureciendo —Lluvia las llamó, y Cielo corrió a encontrarse con su mamá. Pero a Niebla la detuvieron unos ojos color rojo en la profundidad del bosque que lograron conectar con los suyos.

Los ojos de Niebla se tornaron rojos brillantes y, al comenzar a oscurecer, todos pudieron notarlo y siguieron la mirada de Niebla con curiosidad. Pero antes de que pudieran ver de quién se trataban, un fuerte aullido sacó a Niebla de su trance. Sus ojos dejaron de brillar, y de esa manera se rompió la conexión entre Niebla y quien sea el dueño de esos ojos que hicieron despertar a la loba alfa que dormía en su interior.

CAPÍTULO 3

NARRADOR

Niebla, al igual que toda su familia, se queda helada mirando hacia el interior del bosque, hasta que reacciona y camina junto a su familia para volver al castillo.

Todos sabían lo que significaba que los ojos de Niebla volvieran a brillar: quienquiera que fuera el dueño de esos ojos en medio del bosque, sería la persona escogida por la luna para ser la pareja de Niebla, algo que Niebla se niega a aceptar.

Todos volvieron al castillo, y Niebla subió directamente a su habitación sin hablar con nadie. Todos la conocen y saben que ella no quiere eso. Por algo se alejó de ese lugar hace muchos años con su hermano: para no tener que estar al frente de ningún clan, ni comenzar una manada. Ella quería una vida diferente, por eso se marchó.

Lluvia siguió a su hija a la habitación, y cuando la vio entrar y lanzar sus cosas a la cama molesta, supo lo que su hija estaba sintiendo. La loba en ella quiere salir, y Niebla se rehúsa a aceptarlo.

—Niebla, hija, ya cálmate —Lluvia trata de controlar a su hija.

—No puedo, mamá. ¡Jamás debí regresar a este lugar! —Niebla, molesta, camina de un lado a otro, respirando con fuerza.

—Hija, no puedes irte. No puedes negar lo que eres. Quienquiera que estuvo en el bosque despertó a la loba que hay dentro de ti. Es tu pareja y deberás averiguar quién es —Lluvia, tratando de que su hija entienda que no puede escapar de su destino.

—No quiero, mamá, no quiero esto para mí. Quiero ser más que la líder del clan de la Lluvia. Ese lugar lo puede tomar mi hermano, o puedes seguir tú al frente. Después de todo, lo haces muy bien junto a mi tío Leo —responde Niebla, preocupada.

—Es algo que nosotras no decidimos. El destino de cada uno de nosotros lo traza la luna desde el día en que nacemos. Así que, cuando entiendas que tu destino está escrito, todo será más fácil. —Lluvia deja a su hija molesta en la habitación y espera que ella logre entender que debe dejarse guiar por sus instintos y lo que la luna decida.

Mientras Niebla permanece en su habitación, tratando de decidir qué hacer, en el despacho, todos esperan pacientemente la llegada de Lluvia, pues hay algo que les preocupa.

—¿Ya saben quién es? —indaga Lluvia, entrando al despacho, algo alterada por la conversación con su hija.

—Suponemos que es un descendiente del sexto clan —responde el padre de Lluvia, Lucca.

—¿Ese clan está extinto, si no me equivoco? —Lluvia, pensativa ante la posibilidad de que la pareja destinada a su hija pertenezca a un clan que fue aniquilado incluso antes de que el bisabuelo Conor naciera.

—Sí. Los cinco clanes tuvieron una votación interna. En ese clan se había desatado una enfermedad incurable que asesinaba a los lobos en cuestión de días. Nadie encontró una cura jamás, y ese clan estaba todo contaminado. La decisión del líder para ese entonces fue asesinarlos a todos y eliminar por completo a ese clan y a la enfermedad —interviene Héctor al recordar las historias que le había contado su bisabuela antes de morir, quien fuera la esposa del líder de aquel entonces.

—Evidentemente, alguien sobrevivió a los que fueron a ejecutarlo y a la enfermedad. Esos ojos en el bosque eran de ese clan. Ningún otro clan puede poner sus ojos de ese color y quitarlos a su antojo, a menos que haya luna llena y tenga un perfecto control. Así que definitivamente alguien sobrevivió a la ejecución del sexto clan —comenta Lucca, quien también conoce la historia.

—Hay que investigar bien este asunto. Si es verdad lo que dices, debemos saber quién es y si es una buena persona, porque aunque él sea la pareja destinada para estar con mi hija, no voy a dejar que se acerque a ella si es un mal hombre —responde Lluvia, y todos están de acuerdo, porque para todos lo más importante es la seguridad de Niebla.

La reunión terminó y Lluvia no podía quedarse tranquila, así que salió del castillo para ir a un lugar escondido donde están todos los archivos del anciano que la entrenó a ella.

Ahí Lluvia podría encontrar información de aquella enfermedad que llevó a la destrucción y casi extinción de aquel clan. Al llegar al lugar, Lluvia cerró las puertas desde adentro.

Se quedaría ahí el tiempo que fuera necesario, pero encontraría las respuestas que busca. Son demasiados escritos y no hay nada digital, así que le tomará algún tiempo encontrar lo que busca.

Por su parte, Niebla está mucho más calmada, observando a través de su ventana el bosque, sin saber que la observan desde la distancia admirando su belleza.

—¿Estás bien? —Rayo entra en la habitación, haciendo que Niebla voltee a verlo.

—No sé, no me esperaba algo así —Niebla, frente a la persona que mejor la entiende, su gemelo, quien comparte todo con ella desde la noche de luna llena en la que ambos nacieron.

—Sabes que no podemos irnos. Perderías el control y hacerlo en un lugar donde nadie nos conoce podría causar tu muerte y la cacería a los clanes de lobos —comenta Rayo, y Niebla asiente.

—Lo sé. Me quedaré hasta que lo controle muy bien. Estamos cerca de la luna llena, por lo que no me iré, por ahora —responde Niebla, volviendo a observar el bosque.

—¿No quieres saber quién es? —indaga Rayo, y Niebla niega con la cabeza.

—No me importa quién es. Mientras se mantenga lejos de mí, estaré muy bien —responde Niebla, quien sigue sin aceptar que la luna escogió a su pareja desde su nacimiento, y eso es algo que no podrá cambiar por más que ella lo desee.

—No te voy a presionar, porque entiendo que no quieras a un extraño en tu vida únicamente porque la luna así lo quiso, pero quizás debas conocer a quien despertó a la loba en ti —Rayo sale de la habitación de su hermana, sin saber que la conversación con ella fue escuchada por una persona con un oído muy agudo y que admira la belleza de Niebla.

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