¿Te gusta el romance con un poco de mafia y drama? ¿Te gustan las relaciones un poquito tóxicas, llenas de drama, mucha candela, picante y escenas hot en donde la autora cambia vocales por * Y números?
¡Ven y lee esta!
Este libro es el sexto de la saga mafiosa de la dinastía Lobo (Lobo es un apellido, no crean que es romance paranormal). Les dejaré el orden de los libros para quien quiera leerlos en orden, aunque no es obligatorio.
1.Prisionera de un mafioso(Terminada)
Cúremonos (El Sottocapo y la niñera) (Terminada)
Prisioneros de las bailarinas (Terminada)
Aurora: La perdición del Sr Alemán (Terminada)
Jazmín: El dulce caramelo del Boss(Terminada)
Gordita, perfecta y mía (EN EMISIÓN, POR FAVOR TENGAN PACIENCIA CON LAS ACTUALIZACIONES)
Me encanta mezclar lo vainilla con lo hot, así que espero que a ustedes también les guste como ya lo hace a mis actuales lectoras fieles, golosas y lujuriosas 😉.
A las personas que no les agrade el contenido que ya he descrito que tendrá esta historia, por favor le pido que deje la lectura amable y respetuosamente y le pido con todo el corazón que valore el esfuerzo que estoy haciendo por escribir esta obra, así que por favor le pido encarecidamente que no me vayan a denunciar con la app. En esta plataforma podemos encontrar cientos y miles de historias de todos los tipos que a todos les agraden. Solo deben buscar.
Los quiero un montón y que... Comience está nueva aventura 😘😘😘
💕Creditos de portada: A mi querida amiga y colega AdaiEscritora 💕
...
Prólogo
Ella siempre creyó que no encajaba.
Ava Becker, la hermana menor del líder de la mafia alemana, cargó con un sueño demasiado grande para un mundo que no estaba hecho para mujeres como ella. Ser modelo. Ser vista. Ser aceptada. Demasiado curvy para algunos, demasiado distinta para otros, aprendió a vivir entre miradas de juicio y sonrisas falsas. Hasta que Aurora Lobo la descubrió y la convirtió en su musa, en la estrella de una de las marcas más poderosas de Italia.
Esa noche, bajo las luces de un desfile, Ava pensó que lo tenía todo: éxito, reconocimiento y un lugar al fin en un mundo que antes le cerraba puertas. Lo que no imaginó fue que también encontraría a él.
Massimo Di Matteo.
Hijo mayor del temido Stiven Di Matteo, heredero de una de las familias mafiosas más peligrosas de Italia. Un hombre al que todos temen, al que todas desean. Acostumbrado a mujeres perfectamente delgadas, dispuestas a todo por su atención. Hasta que sus ojos se cruzaron con los de Ava… y nada volvió a ser igual.
En un segundo, rompió todos sus estándares, todas sus certezas. No vio a la modelo, ni a la hermana del mafioso. La vio a ella. Y desde ese instante, supo que sería suya.
Ava, sin embargo, no estaba preparada. El amor a primera vista puede doler cuando tu mayor enemigo eres tú misma. ¿Cómo amar a un hombre como Massimo cuando el espejo aún le recordaba que no era suficiente? ¿Cómo creer en un futuro con alguien rodeado de mujeres que representaban justo lo que ella nunca fue?
Massimo no conoce de dudas ni de límites.
Ella puede temer, huir o esconderse… pero él siempre la encontrará. Porque si algo le quedó claro aquella noche es que Ava Becker no solo era perfecta a su manera.
Era perfecta para él.
Y no piensa dejarla escapar.
Pero para Ava, amar a Massimo significa enfrentarse a la envidia, a la obsesión y a un entorno donde las apariencias lo son todo. Mujeres decididas a destruirla harán que Ava se confronte con sus mayores miedos, mientras Massimo tendrá que demostrar, una y otra vez, que solo tiene ojos para ella.
Entre pasarelas, secretos y la peligrosa sombra de la mafia, Ava descubrirá que el verdadero desafío no es conquistar el corazón de Massimo... sino aprender a creer en sí misma.
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Ava Becker 💖
Las cenas familiares siempre me dejan un sabor extraño en el pecho. Por un lado, me reconforta ver a mamá sonreír, aunque su cuerpo permanezca aprisionado en esa silla de ruedas que se volvió parte de ella desde hace cinco años. Por otro, me cuesta respirar entre tanto silencio contenido, entre las miradas cargadas de cosas no dichas, entre la sombra de mi padre que parece sentarse con nosotros cada día.
Helmut Becker.
El hombre que me enseñó a soñar alto, que me dijo que yo podía ser modelo aun cuando era la única niña de su colegio que no encajaba en la ropa diminuta de las tiendas. Desde que murió en ese accidente, siento que una parte de mí también se apagó. Y mamá… mamá nunca volvió a ser la misma. La depresión la devoró poco a poco, y aunque intenta mostrar fortaleza, la noto quebrarse cada vez que cree que no la miro.
Yo tenía quince años cuando todo ocurrió. Demasiado joven para cargar con una tragedia así, demasiado mayor para ignorarla. Perdí a mi padre, mi madre perdió sus piernas, y mi hermano mayor, Bastian, perdió a la mujer que amaba y al hijo que esperaba de ella. Esa noche no se llevó a una sola persona: se llevó pedazos de todos nosotros.
Respiro hondo y enderezo la espalda en la silla. La mesa está cubierta con demasiada comida, como si Bastian intentara demostrar que aún con la tristeza podemos aparentar abundancia. Hay copas brillantes, candelabros encendidos, carnes y ensaladas que huelen delicioso… y aun así siento que cada bocado pesa más de lo que debería.
—Ya estás pensando en qué harás después de la cena, ¿verdad? —pregunta mamá a Bastian, sonriendo de esa forma dulce que tanto me enternece.
Él asiente distraído, como siempre. Nunca descansa, nunca suelta el control. Y yo me pregunto si alguna vez volverá a reír como lo hacía antes.
—¿Cómo estuvo tu día, hijo? —insiste mamá, acomodando la servilleta sobre sus piernas inmóviles.
—Estuvo bien, madre. Muy productivo —responde él, sirviéndose un poco de carne.
Sus palabras siempre son medidas, calculadas. Bastian no da más de lo necesario.
El sonido de la puerta interrumpe el momento, y sé que todos pensamos lo mismo: Cedric.
Mi otro hermano mayor, entra con esa calma tan suya, la que siempre me provoca un poco de envidia. Parece cargar menos peso en los hombros, aunque sé que no es cierto. Se inclina para besar la mejilla de mamá y luego me roza la frente con sus labios. Ese gesto me hace sonreír de inmediato. Conmigo siempre ha sido más cariñoso, más protector de una manera diferente a la de Bastian.
—Lo siento, llegué tarde —dice con naturalidad, saludando a Leonel y a Bastian con un gesto de cabeza.
Mamá lo observa con interés.
—¿Dónde estuviste hoy, Cedric? No te vi en todo el día.
—Ha sido una semana ocupada, madre. Hoy estuve en Italia —responde él, como si viajar a otro país fuera tan común como dar un paseo.
Suspiro en silencio. Esa es nuestra vida. Entre negocios turbios, acuerdos y alianzas con otras mafias, mis hermanos rara vez están quietos. Yo, en cambio, he intentado mantenerme lejos de ese mundo. Quiero ser modelo, no mafiosa. Aunque pertenecer a esta familia significa que nunca puedo desligarme del todo.
La cena continúa en un silencio incómodo, hasta que Cedric lo rompe.
—Esta mañana me reuní con Aurora Lobo.
Mi tenedor queda suspendido en el aire. Aurora Lobo. El nombre es conocido, un eco lejano en cada revista de moda que he devorado. La diseñadora italiana más influyente de los últimos años, la mujer que convirtió a muchas chicas en estrellas.
—¿Qué hacías reunido con Aurora? —pregunta Bastian, con un tono que me hace tragar saliva. Siempre protector, siempre alerta, como si todo pudiera ser una amenaza.
Cedric sonríe con esa calma irritante.
—Es una mujer muy interesante… y tiene una propuesta para Ava.
Mis ojos se abren como platos. Mamá deja escapar un pequeño jadeo emocionado y Bastian me mira, aunque no sé si con desconfianza o sorpresa.
—¿Qué tipo de propuesta? —pregunta mamá, inclinándose hacia adelante.
Cedric se vuelve hacia mí.
—Mañana te llevaré a Italia para reunirte con Aurora. Está interesada en ti como modelo para su nueva colección.
Mi corazón late tan fuerte que siento que todos lo escuchan. ¿Aurora Lobo… interesada en mí? ¿En mí, la que tantas veces escuchó que estaba “muy gorda para la pasarela”? ¿La que veía cómo las demás chicas conseguían contratos mientras yo acumulaba rechazos?
Mamá sonríe con lágrimas en los ojos.
—¡Eso es maravilloso, Ava! ¡Felicidades!
Me sonrojo al instante, pero las palabras salen solas, temblorosas.
—¿Y… y si no me acepta así? ¿Si me mira como lo hicieron otros? ¿Si piensa que soy demasiado gorda?
Cedric niega con la cabeza, sereno.
—Aurora está buscando modelos curvys, Ava. Ella quiere una mujer como tú. Estás perfecta para lo que ella busca.
Perfecta. Esa palabra me aprieta el pecho. No estoy acostumbrada a escucharla.
Mamá asiente con orgullo.
—Claro que sí, cariño. Eres hermosa tal como eres. No dudes de tu talento ni de tu belleza. Tu padre estaría orgulloso de ti.
Cierro los ojos un segundo. Mi padre… ¿qué pensaría? Quizás me diría que dejara de dudar, que la vida es demasiado corta para esconderse detrás del miedo.
Cuando abro los ojos, Bastian me observa en silencio. Hay algo duro en su mirada, algo que me recuerda que no le gusta soltar el control de nada. Finalmente, susurra:
—La decisión es tuya, Ava. Si quieres ser modelo, te apoyo. Si quieres trabajar con Aurora Lobo… también te apoyo.
Su voz es firme, pero no me engaña. Sé que no le gusta la idea. No le gusta nada que no pueda vigilar.
—A mí… me encantaría —respondo en voz baja, aunque en mi interior el corazón grita.
—No se diga más —dice Cedric con seguridad—. Mañana saldremos a primera hora para Italia.
Y así, entre los restos de la cena, con mamá sonriendo emocionada, Cedric satisfecho y Bastian silencioso, siento que mi vida está a punto de cambiar. Tengo miedo. Miedo a fracasar, a no ser suficiente, a que todas esas miradas de desprecio regresen a recordarme lo que soy.
Pero también tengo esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, la esperanza se asoma entre las sombras de mi inseguridad. Quizás Aurora Lobo vea en mí lo que yo nunca logré ver del todo.
Quizás sea el inicio de mi verdadera historia.
Ava Becker 💖
Después de la cena, acompaño a mamá a su habitación. Dos enfermeras ya la esperan, como cada noche, para ayudarla a cambiarse, acomodarla en la cama y darle sus medicamentos. Siempre me quedo con ellas, porque me niego a dejarla sola en esos momentos. No importa que hayan pasado cinco años desde el accidente, para mí ella sigue siendo la mujer fuerte y elegante que solía caminar por la casa con tacones y perfumes caros. Ahora su fortaleza está en otra parte, en la forma en la que aún sonríe, aunque sus piernas no respondan.
—Gracias, chicas, yo termino aquí —les digo a las enfermeras, cuando mamá ya está en camisón. Ellas me sonríen y se retiran, dejándonos a solas.
Agarro el cepillo de madera y comienzo a peinar su cabello. Me encanta hacerlo, y a ella también. Es un ritual que tenemos, una forma de estar cerca. Paso el cepillo con suavidad, desenredando mechón por mechón, mientras ella cierra los ojos y suspira como si el mundo se calmara un poco.
—Hazme una trenza, cariño, como siempre —me pide con voz dulce.
—Claro, mamá —respondo con una sonrisa.
Empiezo a dividir su cabello, entrelazando cada mechón hasta formar esa trenza larga y firme que tanto le gusta. Me concentro en la tarea, pero mi mente no puede dejar de saltar hacia mañana, hacia Italia, hacia la mujer que podría cambiarlo todo para mí.
—Estoy orgullosa de ti, Ava —me dice de pronto, y mi garganta se aprieta.
—¿Por qué, mamá? —pregunto en un susurro.
—Porque nunca dejaste de soñar, aun cuando parecía imposible. Y porque mañana darás un paso muy importante hacia ese sueño. —Abre los ojos y me mira fijamente, con ese brillo maternal que lo sabe todo—. Aurora Lobo es una oportunidad maravillosa.
Trago saliva.
—Estoy nerviosa, mamá. Quiero hacerlo, quiero lograrlo… pero ¿y si me rechaza también? ¿Y si mira mi cuerpo y piensa lo mismo que pensaron todas esas agencias, que soy demasiado?
Ella toma mi mano con fuerza, como si sus dedos frágiles pudieran transmitirme su seguridad.
—Escúchame bien, Ava Becker. Eres hermosa. Tu padre lo decía, tus hermanos lo saben, y yo lo repito cada día. No importa lo que digan los demás, tú vales por lo que eres, no por el número de la balanza.
Bajo la mirada, sintiendo que mis ojos se humedecen.
—Pero… duele, mamá. Duele cuando te cierran las puertas, cuando te comparan, cuando hacen comentarios.
—Lo sé, cariño. —Me acaricia la mejilla—. Pero tengo un presentimiento. Aurora no es como los demás. Y quiero que recuerdes algo: eres una Becker. Y los Becker nunca se rinden.
Sonrío a través de mis lágrimas y termino su frase como siempre hacemos:
—Los Becker siempre vencen.
Nos reímos suavemente, y siento que la calma regresa. La acomodo en la cama, le doy un beso en la frente y apago la luz.
Camino hacia mi habitación con el corazón latiendo rápido. Enciendo la lámpara de mi mesa de noche y empiezo a preparar la maleta. No es muy grande, pero meto todo lo que considero necesario: vestidos, un par de jeans, maquillaje, mis productos para el cuidado de la piel. Intento mantener la mente ocupada, aunque cada prenda que doblo me recuerda que mañana me pondré frente a Aurora Lobo.
He visto su rostro cientos de veces en revistas: ese cabello negro azabache, semi ondulado y largo; esos ojos grises que parecen atravesarte; la elegancia natural que la rodea. No es solo una diseñadora, es hija del Sottocapo de la mafia italiana, alguien que no se deja intimidar. Una mujer que parece inalcanzable. Y yo, Ava Becker, mañana estaré frente a ella.
Después de cerrar la maleta, me miro en el espejo. Respiro profundo y comienzo mi rutina de cuidados de la piel: limpiador, tónico, suero, crema hidratante. Cada movimiento me ayuda a calmar los nervios. Finalmente me pongo un pijama cómodo y me meto en la cama.
Apago la luz, pero el sueño no llega de inmediato. Mi mente me arrastra hacia los recuerdos de papá. Siempre fue estricto, sí, pero conmigo tenía una debilidad. Me compraba helado a escondidas, me llevaba de la mano a las tiendas y me decía: “Escoge lo que quieras, princesa”. A veces me hablaba duro, pero al final me abrazaba con esa fuerza que me hacía sentir invencible.
—Papá… ojalá estuvieras aquí —susurro en la oscuridad.
Finalmente, el cansancio me vence y me duermo.
...
El jet privado de la familia despega a primera hora. Cedric me acompaña, como prometió. El avión es elegante, con asientos de cuero beige y ventanas amplias. Me siento pequeña en medio de tanto lujo, aunque debería estar acostumbrada.
—Estás muy callada —me dice Cedric, sentado frente a mí, con una copa de whisky en la mano.
—Estoy nerviosa —admito.
Él sonríe con paciencia.
—Aurora Lobo no es como las demás. Te lo prometo. Ella sabe lo que busca, y lo que busca eres tú.
—¿Y si no soy suficiente? —pregunto en voz baja.
—Ava… —se inclina hacia mí, serio—. Eres más que suficiente. El problema es que aún no te lo crees.
Sus palabras me acompañan durante todo el vuelo. Intento relajarme mirando las nubes, pero mi estómago se retuerce de ansiedad.
Cuando llegamos a Milán, el clima es más cálido de lo que esperaba. En el aeropuerto privado ya nos espera un coche negro con chofer, todo perfectamente organizado. El viaje hasta el edificio de Aurora es corto, pero siento que dura horas.
La Casa di Moda Aurora es imponente: un edificio moderno de cristal y mármol, con un logotipo dorado que brilla bajo el sol. Al bajar del coche, dos asistentes nos reciben con sonrisas profesionales.
—Bienvenida, señorita Becker —me dicen, mientras me guían hacia el interior.
El corazón me late con fuerza. Cada paso que doy me acerca a mi destino, y también a mis miedos.
...
Clara, la asistente de Aurora, asiente y sale de la oficina. Cedric y yo entramos juntos.
Lo primero que siento es su mirada. Aurora Lobo me observa y parece que el tiempo se detiene.
—¡Dios mío! —exclama, llevándose una mano al pecho—. Eres exactamente lo que he estado buscando. Cada línea, cada curva de mis bocetos… los tracé pensando en ti.
Se acerca, toma mi mano y me hace girar suavemente. Me sonrojo tanto que siento el calor subir por mi cuello. Cedric sonríe satisfecho.
—Me alegra que te guste —dice él.
—Bienvenida a Casa di Moda Aurora, Ava. Estoy emocionada de trabajar contigo —me dice ella, con una voz cálida que me sorprende.
—Gracias… gracias por recibirme —respondo apenas en un hilo de voz.
Aurora me sonríe como si quisiera tranquilizarme.
—Ava, por favor, no te sientas nerviosa. Eres absolutamente hermosa, y tus curvas son perfectas para mi colección y para cualquier casa de moda del mundo.
Levanto la mirada, incrédula.
—¿De verdad… lo crees?
—Absolutamente. No más mírate —me gira hacia un espejo cercano—. Tu figura es exactamente lo que he estado buscando.
Las lágrimas amenazan con salir. Por primera vez, alguien importante en este mundo, después de mi familia me dice lo que siempre quise escuchar: que no necesito ser distinta, que ya soy suficiente.
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