RENACER EN NEW YORK
Oscuridad y Despertar
Lucien estaba de rodillas frente a la guillotina, el sol le quemaba la cara y la multitud del reino lo rodeaban expectantes, su corazón golpeaba en su pecho con fuerza y las manos le temblaban, cada murmullo, cada mirada, lo hacía sentir más pequeño.
Rey
¡Lucien Duval! Has sido hallado culpable de traición y conspiración contra la corona, por tus crímenes, pagarás hoy con tu vida
Lucien tragó saliva, la garganta le ardía y los ojos se le llenaron de lágrimas, intentó ponerse de pie, pero alguien lo sujetó del brazo, se giró y vio la multitud, todos esperándolo, como si fuera un espectáculo.
Lucien
¡Por favor! ¡No hice nada! —(grita con todas sus fuerzas) ¡Les juro que no!
Algunos murmuraron entre ellos, otros se encogieron de hombros, pero nadie se acercó, nadie le creyó, nadie movió un dedo por él.
Rey
Silencio en la plaza —(ordena) La sentencia se cumplirá
Lucien cayó de rodillas otra vez, temblando, tenia miedo y sentía que su corazón se rompía en mil pedazos, lloró en silencio, rogando que alguien, cualquiera, dijera la verdad.
Guardia
¡Mi señor! —(grita) ¡Él no…!
Rey
¡Cállate! —(interrumpe) Su destino está sellado
Lucien cerró los ojos, recordó a su familia, los momentos felices, su risa, su último abrazo, todo se mezclaba con la desesperación y el miedo, sintió el frío del acero rozar su cuello.
Lucien
No… —(susurra, apenas audible) No puede ser…
Y luego, el mundo se apagó, pura oscuridad.
Lucien comenzó a caminar en medio de la nada, rodeado de sombras, lloraba sin consuelo, lamentándose por cada elección que lo había llevado allí.
Lucien
Tal vez nunca debí acercarme a esa familia… —(solloza) Si no le hubiera hecho caso al príncipe, tal vez seguiría con los míos… Tal vez nadie me habría mirado con decepción…
El cansancio, el miedo y la desesperación lo vencieron, sus piernas cedieron, su vista se nubló, cayó desmayado, sumido en un silencio absoluto.
Despertar en un mundo extraño
Lucien abrió los ojos lentamente, lo primero que sintió fue el frío del colchón bajo su cuerpo y la rigidez de sus brazos, parpadeó varias veces, tratando de enfocar la habitación, todo era blanco, demasiado blanco, las paredes, el techo, hasta el brillo de la luz le dolía en los ojos.
Se incorporó un poco y notó que su cuerpo estaba sujeto a algo, miró sus brazos y vio cables conectados a su piel, extraños tubos que no entendía.
William Harper
¿Q-qué… qué es esto? —(susurra temblando)
A lo lejos escuchó un pitido constante y el zumbido de una máquina que parecía medir algo de su cuerpo, no tenía idea de qué era y el sonido le resultaba insoportable.
Se incorporó con más fuerza, el corazón le latía con rapidez, intentó recordar cómo había llegado allí, pero todo lo que venía a su mente era la oscuridad… y el frío acero de la guillotina rozando su cuello, recordó el miedo, las lágrimas, el grito del rey y luego… nada.
Ahora estaba aquí, en este lugar extraño y silencioso, con paredes blancas y máquinas desconocidas, personas caminando por los pasillos, hablando entre ellas, pero nadie parecía prestarle atención.
William Harper
¿Hola…? ¿Hay alguien…?
De repente, la puerta se abrió y entró un hombre mayor con una bata blanca, Lucien dio un respingo y trató de incorporarse rápidamente, pero el hombre se apresuró hacia él.
Dr. Felix
Tranquilo, por favor, no hagas movimientos bruscos
William Harper
—(lo mira con miedo, retrocediendo un poco en la cama) ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy?
Dr. Felix
Soy Félix, el médico que siempre atiende a tu familia… ¿no me recuerdas?
William Harper
—(niega rápidamente con la cabeza) ¡No! No sé quién es usted ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? ¿Dónde está mi familia?
Dr. Felix
—(lo observa con atención) Los Harper están afuera, esperando a que despertarás
William Harper
¡No! —(grita con desesperación) Mis padres no son esos Harper o como se llamen, yo… yo soy Lucien Duval ¡Quiero irme con mi familia!
Dr. Felix
—(se inclina hacia él y le habla suavemente) Escúchame, muchacho… tú eres William Harper, no Lucien
William Harper
—(forcejea contra los cables) ¡No! ¡Yo no soy William! ¡Soy Lucien Duval! ¡Déjenme ir! ¡Quiero a mi familia!
Dr. Felix
—(alza la voz) ¡Enfermeras, rápido!
Dos mujeres entraron a toda prisa y sujetaron a Lucien que se retorcía en la cama, Félix tomó una jeringa, inyectándole un calmante que poco a poco fue apagando sus gritos hasta dejarlo dormido.
El médico suspiró profundamente y salió de la habitación, afuera, en el pasillo, lo esperaba la familia Harper.
Irina Harper
Doctor… ¿cómo está mi hijo?
Dr. Felix
—(baja la mirada un instante antes de responder) Hace unos momentos despertó, pero tuvimos que sedarlo, al parecer… ha perdido la memoria
Irina Harper
—(se lleva la mano al pecho)¿Perdió la memoria? ¿Es grave?
Dr. Felix
—(asiente) Debemos esperar, podría ser temporal… o algo más complicado, pero ahora lo importante es mantenerlo estable, estaba muy alterado
El pasillo quedó en silencio, roto solo por la respiración temblorosa de Irina, que apenas podía asimilar lo que acababa de escuchar.
Mauricio Harper
Esto es tu culpa, Irina —(le reprocha) Por haberle complacido ese maldito capricho, si no hubieras cedido, nada de esto habría pasado
Irina lo miró con lágrimas, incapaz de responder, porque sabía que su esposo tenía razón.
Rabieta
Norma Morgan
James, tienes que ir a ver a William al hospital —(mirando una revista)
James Morgan
—(se recuesta en el sillón con el ceño fruncido, sin siquiera mirarla) No pienso ir, no me interesa cómo esté ese mocoso
Norma Morgan
—(aprieta los labios, deja la revista a un lado) ¡Cuidado con lo que dices! —(lo reprende) Es tu prometido y no puedes darle la espalda de esa manera ¿qué pensarán los Harper si no apareces?
James Morgan
—(se levantó de golpe) ¡Yo no pedí este compromiso, mamá! ¡Me obligaron a algo que no quiero! ¿Por qué tengo que cargar yo con las ambiciones de ustedes?
Norma Morgan
¡Cállate! No es tu elección, James, esto no se trata de lo que quieras, se trata de lo que debes hacer y más te vale que mañana estés en ese hospital, porque si no… lo vas a lamentar
Gabriel Morgan
—(bajando las escaleras) ¿Qué está pasando aquí? —(pregunta con severidad)
James Morgan
¡Lo que pasa es que ustedes me vendieron, eso pasa! Me comprometieron con un chico que no quiero, sin preguntarme, sin importarle lo que siento ¿Acaso soy solo una moneda de cambio para sus negocios?
Gabriel Morgan
—(frunce el ceño, molesto por el atrevimiento) Mide tus palabras, James
James Morgan
No pienso tolerar a William, ¿me escuchan? ¡Lo odio! Y odio que ustedes me hayan condenado a vivir atado a alguien que ni siquiera me importa
Gabriel Morgan
Mañana vas a ir al hospital, quieras o no, no está en discusión
Sin darle oportunidad de replicar, ambos salieron de la sala, dejándolo solo, con la rabia atorada en el pecho y los puños apretados.
Se dejó caer en el sillón, respirando con fuerza, sentía que su vida no le pertenecía, que cada decisión ya estaba tomada sin él, la idea de ver a William al día siguiente lo enfermaba y en su interior juró que, aunque lo obligaran a asistir, no le haría fácil aquella farsa de compromiso.
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