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El Retorno De La Villana.

Pesadilla.

Lo sabía. Aunque fuera difícil de admitir, lo sabía perfectamente. Él jamás me amaría, incluso si yo le entregará el mundo entero, él nunca me miraría.

Mi hermano mayor, me ve de reojo y luego vuelve su vista al Emperador. El nuevo Emperador. La familia Andersen, el ducado Andersen, somos los fieles siervos de la familia Imperial.

Es por eso, que mi hermano se mantiene a su lado, como su escolta, su mano derecha, el segundo mejor espadachín y guerrero de todos, Karlsruhe Andersen, el primero es mi padre Ain Andersen. Y yo... iba a ser la Emperatriz, o al menos iba a llegar a ser la Reina de su Majestad, el Emperador Grover Bendelladj II.

Pero ni siquiera llegue a ser una de sus concubinas. Sujeto el collar que me regaló en mi doceavo cumpleaños, creí que me amaba, incluso pensé que se interesaba y preocupaba por mí. Pero solo me usó.

Grover era el quinto príncipe, él no hubiera llegado a ser Emperador, si no fuera por mí. Desde ese día, cuando prometió ser fiel a mí y cuidarme, yo me encargue de todo para que él se convirtiera en Emperador.

Fui yo, Grover. Gracias a mí, tienes esa maldita corona en tu cabeza, gracias a mí, tus hermanos dejaron de ser un estorbo, fue por mí que el príncipe heredero murió.

Sonrío levemente, ¿es por la histeria? ¿Al fin me he vuelto loca? Mis manos están llenas de sangre, si alguien supiera lo que he hecho, ya estaría muerta, por ser una traidora.

Manche mi apellido, ya no porto el verdadero orgullo de ser una Andersen, ahora solo me asqueo de mí y reniego mi apellido para evitar lastimarlos... ¿quiero evitar lastimar a mi hermano y a mi padre? ¿O es solo por el orgullo de los Andersen?

No lo sé, mis ojos arden y veo fijamente al Emperador Grover y a la Emperatriz Mint Silfs, siendo declarados como gobernantes. La conozco, esa maldita bastarda, la conozco. Sirvió para mí, como mi dama de compañía, la hija del Barón Silfs. Quiero reírme de lo ridículo que suena todo.

Ellos dos, me vieron la cara. Mientras uno me prometía amor eterno y la otra fidelidad eterna, ambos se encontraban a escondidas y fortalecían su amor.

El Emperador Grover, acaba de anunciar que no aceptaría concubinas o a una Reina. Siento la presencia de mi padre a un lado.

—No enloquezcas, Catarina —es lo primero que me advierte.

—No tengo la fuerza para hacerlo —confieso, si pudiera, habría hecho un escándalo, pero me siento demasiado débil, cada día que pasa, se siente como un milagro que pueda abrir los ojos—. Quiero volver a casa —murmuro, veo a mi padre, por fin despegando mi vista de los recién casados y coronados.

—De acuerdo, haré que alguien te escolte —tal como lo dijo, no pasa mucho tiempo hasta que unos caballeros, me guían hasta la salida, siento comezón en mi garganta, es solo un pequeño aviso de que voy a toser, así que tomo mi pañuelo y toso mientras salgo del templo, cuando alejo el pañuelo me horrorizo por ver sangre en él. Veo asustada a los lados, pero nadie parece notar mi estado. Cubro el pañuelo en mi puño y acelero mis pasos hacia la carroza que espera por mí.

Cuando el carro avanza, veo de nuevo el pañuelo, presentía que estaba enferma, pero no estaba segura si era solo por el estrés o realmente algo grave me pasaba.

-

Al llegar a la mansión de los Andersen, salgo tan rápido como puedo de la carroza y camino apresurada hacia el interior. El mayordomo principal, me sigue de cercas.

—Trae al doctor y al mago de la familia. Quiero verlos de inmediato —ordeno, el mayordomo asiente y se marcha, llego hasta mi habitación, donde dos de mis sirvientas personales me esperan.

—Lady Catarina, ¿no debería estar celebrando...? —mi mirada es suficiente para que la sirvienta se calle.

—Esa maldita y ese bastardo... —antes de que pueda seguir maldiciendo, algo se acumula en mi garganta, obligándome a vomitar sin previo aviso, trato de cubrir mi boca con mis manos, pero parte de lo que vómito logra escurrirse fuera de mis manos, escucho los chillidos de mis sirvientas y sus llamados preocupadas, mis manos están manchadas de sangre, el piso salpicado y mi ropa manchada. Es como si estuviera en una pesadilla. De repente todo comienza a darme vueltas y al final, me desmayo.

Prólogo. Parte uno.

—... lo perdió todo... —escucho voces, me cuesta unos momentos poder entender la conversación y un poco más, abrir mis párpados. De manera borrosa veo las figuras de mi hermano y mi padre, enfrente de ellos, el mago y el doctor de la familia.

—¿Se puede recuperar? —pregunta mi hermano, creo que hablan de mí. Miran fijamente al mago, quien suspira y niega con la cabeza.

—Sería un milagro si Lady Andersen, pueda sostenerse a sí misma. Su fuerza, su vitalidad, lo ha perdido casi todo, poco a poco —ninguno nota que estoy despierta.

—¿Cuál es el motivo? Ella siempre fue saludable, era muy raro que pescará algún resfriado, ¿por qué de repente ella esta a punto de morir? —mi padre parece molesto, supongo que es algo que nadie se esperaba. El mago extiende el collar que Grover me regaló en mi doceavo cumpleaños, es un rubí en forma ovalada, rodeado por plata en forma de ramas que entrecierran el diamante dejando ver su brillo levemente.

—¿Sabe quién se lo entregó? Es un diamante de traspaso. Se usan entre amos y sirvientes, por ejemplo, si un noble tiene magia, pero no la suficiente, en cambio un plebeyo tiene bastante magia, el noble puede usar este diamante con una maldición en específico, para que la magia, poder y vitalidad del plebeyo sea transferida al noble —mi padre gira su cabeza para verme y es cuando nota que estoy despierta, solo me ve.

—No sabemos quién se lo entregó —responde mi hermano en voz baja, no lo saben, porque Grover me dijo que no se lo dijera a nadie, que era un secreto entre los dos, por la emoción y el deseo de tener un vínculo especial con Grover acepte. Me engañó. Mi hermano me ve y al darse cuenta que estoy despierta, suspira, se acerca hasta la orilla de la cama—. ¿Cómo te sientes? —no respondo, solo veo detrás de él, el mago suspira, hace una reverencia y se marcha, el doctor me observa fijamente.

—Lady Catarina, su cuerpo esta en una condición muy delicada, por lo que sufrió un aborto espontáneo —siempre me agrado que fuera tan directo, sin miedo a lo que podría pasar después. Incluso ahora, me agrada la manera en la que lo dijo, porque fue tan impactante y rápido que no logro procesar todo de inmediato, hasta luego de unos segundos. Mi padre y mi hermano, lo observan como si él fuera el culpable y luego a mí.

—¿Catarina? —lo perdí todo, lo acabo de perder todo. Mi padre le hace una señal al doctor para que se marche junto con mis damas de honor, mi hermano toma mi mano y la sujeta con fuerza.

—¿Quién fue Catarina? ¿Quién fue el maldito...? —su mandíbula se tensa, mis ojos arden y una cálida lágrima resbala por mi sien, de ella siguen más, hasta humedecer mi almohada.

—Tiene que hacerse responsable, dime el nombre Catarina, haré que ese infeliz se haga cargo de ti —niego con la cabeza, veo el techo de mi habitación.

—Él no se va a responsabilizar —porque es el Emperador, el Sol del Imperio, porque ya tiene una Emperatriz y no quiere a ninguna Reina o concubina—. Quiero estar sola, por favor —mi hermano parece dispuesto a reclamar, en su lugar, mi padre lo toma del brazo y lo jala lejos de mí, me dejan sola y es cuando un sollozo escapa de mi garganta. Tenía alguien dentro de mí. No importaba lo que dictará la sociedad, no importaba si Grover no lo sabía, esa criatura iba a ser nuestra, aunque más mía porque sería la única que lo amará.

Lo perdí todo por amar a quién no debía.

-

Mi nana se encarga de cepillar mi cabello, no dice nada, no pregunta nada, escuchó lo que dijo el mago y el doctor y aun así no me pregunta. Sonrío levemente y cierro mis párpados, siento la suavidad de sus dedos que corren por mi cabello mientras pasa el cepillo.

Escucho fuertes ruidos fuera de la habitación, mi ceño se frunce, abro mis párpados justo a tiempo para ver como las puertas de mi habitación se abren con brutalidad por culpa de los soldados imperiales. Mis damas de honor exclaman asustadas, veo a mi hermano que los sigue de cerca molesto.

—No pueden irrumpir de esa manera en la habitación de una señorita —los reprende, pero el líder de la orden de soldados lo ignora, camina hasta mí, aunque mi nana quiere evitar que me toque al ponerse en medio, él la empuja y me levanta de mi asiento tomándome del brazo, a pesar del casco puedo ver su mirada furiosa, sus ojos llenos de odio y asco por mí.

—Ella no es una señorita. Solo es una perra —estoy confundida, demasiado para incluso defenderme, todavía estoy débil y no creo que nunca deje de estarlo, el líder me empuja y choco con otros dos soldados que me toman de los brazos y me sujetan con fuerza—. Por órdenes del Emperador Grover II, el Sol del Imperio, Catarina Andersen está arrestada por traición hacía la familia real —agrando mis ojos sorprendida, veo a mi hermano desesperada por ayuda.

—Hermano... hermano, ¿qué está pasando? —pregunto asustada, esperando que él me ayude, sin embargo, Karl solo me ve sorprendido, él les cree. Él cree en la familia real, él no me va a ayudar.

—Llévensela —dictamina el líder. Me arrastran fuera de la habitación y de la mansión, no logro procesar nada de lo que sucede hasta llegar al palacio del Emperador. Nuevamente me arrastran, por un momento creo que me llevarán a las mazmorras y me torturaran, en cambio me llevan hasta la sala de conferencias del Emperador.

Supongo que será una muerte rápida.

Prólogo. Parte dos.

Abren las puertas para pasar y hasta estar en el centro de la habitación me tiran, mi nariz se estrella contra el suelo y una punzada de dolor recorre toda mi cara. Lagrimeo un poco y levanto mi cabeza, solo para ver a Grover, lleva puesta su mejor ropa. Se acerca hasta mí y se coloca en cuclillas, siento algo húmedo que se resbala desde mi nariz hasta mi boca, Grover sostiene mi barbilla con una de sus manos y pasa su pulgar delineando mis labios.

—Sangre —dice, suelta mi rostro y muestra su pulgar—. Supongo que estás acostumbrada a ella —se pone de pie y les hace una señal a los soldados para que me levanten. Me toman de los brazos y me ponen de pie, me duele todo el cuerpo por lo que dejo todo mi peso a cargo de los soldados.

—Emperador Grover II, el Sol de Imperio, le doy mis saludos, el caballero de la guardia negra, Karlsruhe Andersen —quiero voltear mi cabeza para buscar a mi hermano, pero los mastodontes que me sostienen no me dejan ver nada más que su armadura.

—Oh, mi gran y más viejo amigo, Karl. ¿Hay algo que te interese como para venir al palacio de inmediato? —escucho pasos acercándose, mi hermano vino... ¿por mí?

—Majestad, por favor, perdoné a mi hermana del error que ha cometido. La casa Andersen es completamente fiel a la familia real. No somos capaces de hacerles daño, mucho menos mi hermana, por favor, Majestad. Sea clemente —veo a mi hermano que se pone de rodillas, mirando el suelo.

—Sin duda la casa Andersen ha criado a muy leales caballeros, sin embargo, no puedo perdonar los pecados que su hermana ha cometido, sir Andersen. Por la historia que compartimos la familia real y los Andersen, es por ello que solo acusare a su hermana sin causarles ningún daño colateral a usted, como único heredero de los Andersen y futuro Duque —mi hermano levanta su cabeza para ver al Emperador—. No cometa los mismos errores que su padre por defender a esta... —me mira despectivamente—. Persona. No lo vale, ella no vale lo suficiente como para que la casa Andersen deje de existir —sus palabras pueden estar enredados, no obstante, reconozco lo que quiere decir.

—¿Dónde está mi padre? —pregunto, olvidando cualquier etiqueta, el Emperador dirige su mirada despectiva nuevamente a mí y sonríe fingiendo inocencia—. ¿Dónde está, Grover? —grito y un soldado me golpea en mi costado. Resoplo por el golpe. Grover camina con calma hasta mí, me toma del cabello y lo jala, acerca su rostro al mío para susurrar.

—Está muerto. Cuando le pedí tu cabeza, decidió tomar tu lugar —mi padre... está muerto, mi mente se nubla al igual que mis ojos, grito e intento soltarme de los soldados para poder llegar hasta Grover y matarlo, con toda calma, Grover se aleja soltando mi cabello, se acerca a su escolta y le quita su espada, la empuña contra mí—. Por asesinar al príncipe heredero, acabar con tres casas de nobles que apoyaban al primer príncipe, se te acusa, Catarina Andersen, de traición a la familia real, por ende, tu condena es la muerte —quiero gritarle que me mate, pagó mi amor con traición, ¿este es mi castigo? La sangre salpica en mi rostro, no siento ningún dolor extra al que ya me he acostumbrado por la debilidad de mi cuerpo, escucho unos quejidos y mi vista esta bloqueada, entre Grover y yo, se encuentra mi hermano, que fue atravesado por la espada que empuña Grover. Mi hermano me sonríe y escupe sangre.

—Karl —murmuro, él... no tenía que hacer eso, sollozo, los soldados me sueltan y aprovecho para abrazar a mi hermano, por su peso, ambos caemos al suelo, lo sostengo como puedo, con una de mis manos temblorosas trato de detener la hemorragia—. Karl... no... ¿por qué?

—Perdona... que no... haya... podido... hacer... nada por... ti... —se esfuerza al hablar, niego con la cabeza.

—No hables, te voy a curar, buscaré a alguien que... —Grover me obliga a levantar la cabeza, poniendo la punta de la espada en mi garganta y empujando mi barbilla con la hoja. Espero que en mi mirada pueda ver todo el odio que siento por él.

—Es una pena, eras tan útil, pero ahora muere —grito encolarizada, tomo la espada de mi hermano y apunto el estómago de Grover con la espada, escucho a los soldados que desenvainan y no hace falta que los vea para saber que apuntan hacía mí.

—Hijo de perra... yo te convertí en quién eres hoy, yo te hice Emperador, ¿y esto es lo que recibo? No importa si no fui la Emperatriz... pero ¿matar a mi familia? —Grover no parece sorprendido de mi arranque, tampoco se preocupa. Cuando menos lo espero, siento un horrible dolor, bajo mi vista para ver la punta de una espada que me atravesó el pecho. Suelto la espada, toso y escupo sangre. Grover me observa sin ninguna emoción. Sonrío suavemente.

Ah. Este es el final. Antes de que mis párpados se cierren, solo puedo pensar en una cosa mientras veo a Grover.

Si hay una vida después de esta, espero encontrarte de nuevo... y asesinarte.

Caigo de lado, me siento cada vez más débil, quien sea que me apuñaló se coloca a lado de Grover, estoy demasiado débil para sentirme sorprendida o engañada. Todo se vuelve oscuro.

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