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Mi Hermosa Vagabunda

CAPÍTULO 1

(Un año atrás)...

Estoy en mi cuarto, los rayos de luz que atraviesan por la ventana me despiertan temprano por la mañana. Esta vez me encuentro sola en mi cama, ya que Sam se encuentra en un viaje de negocios en Brasil.

Me levanto de la cama para ir a la ducha, pero antes me observo en el espejo del baño y veo una pequeña línea en el contorno de mis ojos.

_Ya mis 32 años se me empiezan a notar _ me digo a mí misma, mientras me río frente al espejo al saber que aún estoy muy joven.

Al salir de la ducha, me visto para ir a preparar el desayuno, sin antes pasar a ver a mi hermoso hijo Liam a su habitación.

Abro suavemente la puerta, le beso la frente y lo observo como aún sigue dormido. Luego bajo las escaleras y veo a mi madre sentada en el sofá en compañía de Jonathan.

Al verme parada al pie de la escalera, por un segundo mi madre levanta la mirada y luego la baja al percatarme de que tiene lágrimas en sus ojos.

Inspiro y espiro lentamente, ante la punzada que dio mi corazón en ese momento. Intento encontrar las palabras para poder hablar. Sin saber qué sucede, sé que algo no está bien con Sam y la presencia de Jonathan lo confirma.

Todas las palabras que se me ocurren decir, se atoran en mi garganta. Doy un paso hacia ellos y Jonathan se levanta del sofá para saludarme.

Es abrumador no saber qué sucede, temo preguntar por Sam y escuchar una respuesta que no deseo oír

_ ¿Sam está bien?_ logro al fin decir.

_ No lo sabemos, Rocío, necesitamos hablar _ me responde mi madre, que levanta su rostro para mirarme.

Mi madre nunca me había mirado de esa forma, tiene la voz entrecortada y a la vez áspera al hablar, mientras carraspea para seguir hablando. Pero al final se limita a solo suspirar y volver a quedarse en silencio.

_ ¿Dime qué sucede? _ le pregunto.

Únicamente me responde con su mirada, doy varios pasos hacia ella y me siento con cuidado a su lado, levanto mi mano despacio y le acaricio suavemente la mejilla. Mi madre permanece en la misma posición como congelada.

_ El avión de Sam está desaparecido en la selva de Brasil _ musita.

He dejado de respirar y mi corazón se detuvo al escuchar esas palabras.

_ Al parecer se estrelló con Sam en su interior _ me dice, pero esta vez mi respiración se acelera al darme cuenta el significado de lo que dice.

_ Pero, ¿Cómo? _ le pregunto sin entender.

_ Acaban de avisar a la empresa que el Jet privado de Sam, se estrelló minutos después de su despegue.

Me duele el pecho, al escuchar sus palabras. El dolor no me permite ponerme de pie, se me contrae el estómago y mis primeras lágrimas comienzan a salir.

Todo lo que me rodea parece irreal, como si fuera una pesadilla de la que no puedo despertar. Quiero gritar y llorar como una loca...pero solamente me limito a decir.

_ Sam está bien, sentiría en mi corazón si algo malo le hubiese pasado _ logro decir con un hilo de voz aunque no tengo idea que es lo que estoy diciendo.

Me levanto del sillón, respiro profundo y seco mis lágrimas bruscamente con mis manos, porque en el fondo de mi corazón sé que Sam está con vida.

_ Iré a Brasil a ver qué sucede _ me dice Jonathan.

_ Es hora de que ordene mi maleta_ le respondo para ir con él a buscar a mi esposo.

_ Hija, yo cuidaré al niño _ me dice mi madre.

_ De alguna forma que no sé como explicarlo, pero siento que Sam me necesita en este momento _ le digo a Jonathan.

_ Créeme que yo pienso lo mismo _ me responde mientras toma su maleta, que ya traía hecha.

Corro por las escaleras, tomo lo que primero encuentro y lo guardo en la maleta. Luego me voy a despedir de mi hijo inventando un corto viaje de negocios.

Me subo al carro y me dispongo a ir por Sam al fin del mundo si es necesario... Pero no llego muy lejos porque a mitad del camino al aeropuerto pido que detengan el carro, me bajo y comienzo a llorar desconsoladamente, sintiendo que no puedo respirar.

Lloro, porque muero de miedo al no saber si mi amado esposo se encuentra bien y con vida. No soy capaz de pensar en cómo sería mi vida si Sam no existiera, los recuerdos golpean bruscamente en mi mente y no dejo de pensar en todo lo que he vivido con él.

_ Tengo miedo _ le digo a Jonathan, mientras logro calmarme y seco mis ojos con las manos.

Jonathan se ve igual de afectado que yo, pero no dice nada. Le pido al chofer que siga el camino. Ya que debemos llegar pronto a Brasil para terminar de una vez por todas la triste agonía de no saber nada de Sam.

Saco el móvil de mi bolso, desbloqueo la pantalla y marco el número de mi amiga Addison de forma automática.

_ Rocío _ dice mi amiga al otro lado de la línea.

Escucharla su voz me transmite tanta tranquilidad. Ya que Addison se ha convertido en una hermana para mí.

_ ¿Qué ocurre? _ pregunta.

_ Me duele el corazón _ me cuesta hablar y es lo único que consigo decir.

_ Rocío, ¿Estás bien? _ me pregunta con un tono preocupado.

_ Al parecer Sam tuvo un accidente en Brasil _ logré por fin decirlo en voz alta.

_ ¿Dónde estás ahora?_ me pregunta nerviosa.

_ Camino al aeropuerto junto a Jonathan _ le respondo.

_ ¿Puedes ir a la casa para acompañar a mi familia, mi madre quedó muy preocupada? _ le pido y ella accede de inmediato.

Al llegar al aeropuerto, me observo detalladamente en el reflejo de una ventana. Acto seguido me seco las lágrimas y me digo a mí misma.

(Sam se encuentra bien, mi alma lo sabe de la misma manera que sé que me necesita a su lado ahora)

CAPÍTULO 2

El ruido del aeropuerto no me permite pensar en todo lo que me está sucediendo: los gritos de niños, los detectores de metales que suenan y suenan, y las ruedas de las maletas que van y vienen. Me desconcentran tanto, que no puedo pensar con claridad sobre la desaparición de Sam.

_ ¿Qué haremos cuando lleguemos? _ le pregunto a Jonathan, esperando que él sí tenga un plan para todo esto.

_ Lo buscaremos hasta debajo de las piedras, si es necesario _ me responde para tranquilizarme.

Sé que está igual de preocupado que yo, dado que además de ser el mejor amigo de Sam, A Jonathan en estos cinco años, lo he llagado a considerar como un hermano.

Mi teléfono suena...

_ Hola _ respondo inmediatamente.

_ Señora Warren, le hablo del psiquiátrico de la ciudad _ me habla el médico encargado de la madre de Sam.

_ Sí, ¿En qué pudo ayudarlo? _ le respondo.

_ Hemos intentado ponernos en coctacto con su esposo, pero al no recibir respuesta, me vi obligado a contactarla a usted _ me dice, sin ir al grano.

_ ¿Dígame qué sucede? _ le pregunto sin rodeos porque algo no me da buena espina.

_ Lamento informarle que la señora Warren ha desaparecido del psiquiátrico.

_ ¿Qué, está diciendo? _ pregunto esperando haber escuchado mal.

_ Lo siento, esta mañana, cuando le llevamos el desayuno, ella ya no estaba en su habitación. Créame que la hemos buscado por todo el psiquiátrico, pero es como si la hubiese tragado la tierra _ No quise oír más y colgué el teléfono.

_ Esa mujer, tiene algo que ver con la desaparición de Sam _ le digo a Jonathan.

Mi intuición no me falla, pero primero tengo que saber qué sucedió con Sam, antes de preocuparme en encontrar a esa vieja bruja.

Casi 10 horas más tarde...

Llegamos a Brasil. Una camioneta espera por nosotros en el aeropuerto y yo salgo del avión un poco adolorida, ya que dormí todo el vuelo, gracias a una pastilla que me dio Jonathan para que pudiera descansar.

_ Dejaremos las cosas en el hotel y luego nos reuniremos con un grupo de personas que nos ayudarán a dar con el paradero de Sam.

_ Gracias, no sé cómo pagarte todo lo que has hecho por nosotros _ lo abrazo.

_ Creo que nos observan, debemos actuar con cautela, porque hay algo que no me cuadra en todo esto _ me pide Jonathan.

_ Siento lo mismo _ le respondo _ tomando distancia.

Después de acomodar mis cosas y darme una ducha, salimos del hotel. El trayecto dura un poco más de dos horas hasta que llegamos a una especie de bodega a las afueras de la ciudad, donde un grupo de hombres con varias computadoras y equipos de rastreo nos esperan.

Un hombre que parece ex militar, nos informa que el Jet privado de Sam se estrelló en la selva el día de ayer (Cierro los ojos mientras escucho) Y que ya envió a sus hombres hasta el sitio del accidente, porque el GPS y el localizador dio el lugar exacto en donde estaría el avión de mi esposo.

Las horas pasan y yo los observo en silencio, mientras hablan en portugués entre ellos. Hasta que llegó un hombre vestido de traje militar y nos dice:

_ Lo siento, hice lo que pude... Llegué hasta el avión, pero no encontramos el cuerpo del señor Warren, ni rastros de las personas que lo piloteaban.

Se me forma un nudo en la garganta al escuchar sus palabras.

_ Sam, no está muerto _ digo en voz alta.

_ Te juro que lo encontraremos _ me promete Jonathan...

...----------------...

Y DESDE ESE 30 DE NOVIEMBRE, UN AÑO DESPUÉS AÚN NO SÉ NADA DE MI AMADO SAM.

Es como si la tierra se lo hubiese tragado, la empresa se ha convertido en un centro de investigación para dar con el paradero de mi esposo.

Todos los días me levanto con la esperanza de encontrar, aunque sea una pequeña pista del paradero de mi esposo. Y se desploma esa esperanza cada noche al darme cuenta de que estoy sola en nuestra fría cama que anhela su cuerpo.

Hay días en que me lo imagino observándome afuera de la empresa o cuando camino sola por la ciudad, buscando en algún vagabundo a mi amado Sam. Dejándome cada día un enorme vacío en el pecho y el anhelo de volver a verlo aunque no pueda tenerlo.

Mi pequeño Liam, ya tiene 6 años, no hay día en que no pregunte por su padre y verlo tan triste me hace pedazos el corazón porque sé que sufre, al igual que yo, la ausencia de Sam...

Un infierno ha sido vivir sin Sam este año, porque en reiteradas ocasiones me han dicho que Sam está muerto. Pero yo lo sigo buscando, ya que mi corazón sabe que se encuentra con vida, porque el vínculo que tenemos va más allá de lo racional y es tan fuerte que algo me dice que Sam está allí solo esperando a que yo lo encuentre.

Martes por la mañana...

Salgo de casa con una fuerte punzada en mi pecho. No es dolor, es algo diferente y difícil de explicar.

Me dirijo como todos los días a la empresa, no a trabajar, más bien con la posibilidad de que hoy sí será el día en que encontraremos alguna pista de Sam.

Al llegar la empresa observo sorprendida que está llena de policías, mi punzada se incrementa. Camino casi corriendo, tomo el ascensor y subo hasta la oficina de Sam.

_ ¡Sam! _ digo, cuando veo que el escritorio de mi esposo está ocupado y su silla está de espalda.

Se me comprime el corazón cuando la silla comienza a girar para quedar frente de mí.

_ No, linda, no soy quien creías _ me dice Charlotte Warren con un vaso de licor en las manos.

_ ¿Qué hace aquí? _ le pregunto sin entender que es lo que sucede, porque desde el día que se escapó del psicólogo no la había vuelto a ver.

_ Vine a colocar las cosas en su lugar _ me respondió dejando el vaso sobre el escritorio.

_ ¿Sam, apareció? _ le pregunto.

_ No, más bien, él nunca volverá _ mi torre de esperanza se cae a pedazos al escuchar sus palabras.

_ Esta empresa y toda la fortuna Warren es mía. Ya es hora de que sepas cuál es tu lugar, maldita mosca muerta _ me dice con la cara llena de odio.

_ ¿Hasta dónde es capaz de llegar, por el maldito dinero?_ le digo con dolor y rabia.

_ Señorita, Rocío Martínez _ dos policías se me acercan y me toman de ambos brazos.

_ Yo soy Rocío Warren, esposa del propietario de todo esto _ le digo a los policías.

_ Cariño, estás en un error _ Habla Charlotte, con una calma que me deja congelada _ Tú nunca te casaste con mi hijo, de hecho no existe registro de un matrimonio entre mi hijo una mujer como tú.

_ Señorita, tiene que acompañarnos a la estación de policía _ me dice uno de ellos.

_ ¿Qué mierda es esta? _ grito, perdiendo la compostura.

La mujer, con total indiferencia, hace un gesto con la mano para que me saquen y ellos obedecen. Saliendo yo escoltada por dos policías de la oficina y con un nudo en la garganta sin entender a qué juega esa maldita mujer.

CAPÍTULO 3

He vivido momentos desesperantes y esto... Estoy siendo llevada a la estación de policía, sin saber de qué se me acusa.

Media hora más tarde...

Soy el centro de atención en la estación de policía, cuando llega Jonathan junto a un abogado que exige que me liberen de inmediato.

Enderezo la espalda y tomo aire por la boca cuando el policía suelta unos papeles sobre la mesa.

_ Ahí están todos los cargos de la señorita Martínez _ le dice al abogado.

_ Tiene que ser una broma _ digo en voz alta.

El abogado los toma y los lee. Y luego exige quedarnos a solas junto a Jonathan.

_ Tienen tres minutos _ dice uno de los policías cuando sale.

_ Explícame qué está sucediendo _ le digo a Jonathan cuando por fin logramos estar solos.

_ Rocío, la madre de Sam, volvió como ama y señora. Y nos sacó a todos a patadas de la empresa.

_ ¿Y con qué derecho? _ le pregunto _ Si ella perdió todo su patrimonio el día que la internaron en el psiquiátrico.

_ Ahí está el problema _ se rasca la cabeza con las manos.

_ ¡Habla! _ le exijo.

_ Tiene un documento firmado por Sam, que le otorga la presidencia de las empresas Warren _ me responde con mucho pesar.

_ Es imposible. Sam, jamás firmó semejante documento.

_ Ese es el problema, porque el documento fue firmado hace solo 3 días _ me responde, mientras yo contengo un cúmulo de nudos que se forman en mi garganta.

Las lágrimas brotan de mis ojos, las manos me tiemblan y la emoción invade mi cuerpo como una corriente que me devuelve la vida, al ser consciente de que Sam se encuentra con vida.

_ ¿Dónde está? Necesito verlo.

_ Aún no lo sabemos _ me advierte.

_ Hay que irnos _ nos dice el abogado.

_ Y ¿Los cargos en mi contra?_ le pregunto.

_ No hay forma de comprobar los cargos en su contra, de hecho yo levantaré una denuncia a estos ineptos policías por traerla hasta aquí _ me responde mientras sale por la puerta un momento.

_ ¿Dónde estará Sam? _ le pregunto a Jonathan.

_ Aún no lo sé, pero tengo a varios hombres siguiendo a Charlotte para averiguar el paradero de Sam.

_ Tengo tantas dudas _ le digo a mi amigo y él toma mi mano.

_ Sabes que estaré para cualquier cosa que necesites _ me dice y yo asiento con la cabeza.

_ Ya podemos irnos _ dice el abogado.

Salimos de la estación de policía rumbo a mi casa, mientras el anhelo de ver a mi amado Sam, surge con más fuerza.

_ Necesito encontrar a Sam.

_ Lo sé, créeme que es cuestión de horas para conocer el paradero de mi amigo _ sacudo la cabeza en forma de negación, porque no sé si puedo esperar unas horas más sin el amor de mi vida.

Al llegar a la casa, observo a dos guardias custodiando la entrada. En el despacho de Sam veo a mi madre llevándoles galletas a un pequeño equipo de hombres que están trabajando en dar con el paradero de mi esposo.

_ Ve a descansar, yo me ocupo _ me dice Jonathan.

Asiento y me voy a la habitación de mi pequeño hijo. Cierro la puerta a mi espalda asegurándome de no hacer ruido, ya que está dormido, y mi corazón me pesa al verlo tan solo e indefenso en su cama.

Me echo a llorar tapándome la boca para no despertarlo... Al saber que en cualquier momento ya sabré el paradero de su padre, a quien mi hijo anhela ver hace ya un año.

Acortó espacio, me inclino a darle un beso y me acuesto a su lado, observando a mi izquierda la mesita de noche, donde está la foto que nos sacamos los tres juntos cuando mi hijo Liam cumplió cuatro años.

Al día siguiente...

_ ,¡Ya lo encontraron! _ la puerta se abre de golpe, mi madre me despierta con una sonrisa de oreja a oreja.

El pulso se me acelera y me tiro cama abajo para ir corriendo al despacho de Sam.

_ Por fin encontramos a Sam _ me dice Jonathan mientras me da un fuerte abrazo cargado de emoción.

_ ¿Dónde está? _ pregunto, para salir corriendo por él.

_ Está viviendo en Inglaterra. Al parecer siempre ha estado allí _ me responde.

_ ¿Y por qué no volvió por nosotros? _ le pregunto.

_ Las cosas ya no son como antes, Rocío_ me responde.

_ ¿De qué hablas?¿Qué le sucedió a Sam? _ le pregunto.

_ Al parecer él tiene otra familia en Inglaterra.

_ Eso no es verdad, no lo acepto _ grito y mi madre intenta calmarme.

_ Lo lamento, pero según el informe que llegó esta mañana. Sam Warren lleva un año de casado con una mujer llamada Amanda.

_ Debo ir a Inglaterra de inmediato _ tomo las llaves de mi carro y me dispongo a salir como una loca.

_ Lo siento _ Jonathan me abraza y me detiene.

_ Es imposible que Sam tenga otra familia, yo soy su familia, su esposa _ le digo llorando en sus brazos.

_ Tu matrimonio con Sam, no existe... De alguna forma todo registro de ustedes dos juntos se borró como por arte de magia.

_ Dirás por culpa de esa maldita bruja de Charlotte Warren _ le digo secándome las lágrimas, porque no saco nada con lamentarme.

Inhalo y exhalo para calmarme, ya que necesito ordenar mis ideas y analizar con calma la situación. Porque si es verdad que Sam está casado con otra mujer, de seguro que es en contra de su voluntad.

_Tenemos que viajar a Inglaterra de inmediato _ le digo a Jonathan, quien me muestra dos pasajes de avión.

Como un año atrás... Corro por las escaleras, tomo lo que primero encuentro y lo guardo en la maleta. Luego me voy a despedir de mi hijo inventando un corto viaje de negocios.

Más de siete horas de vuelo...

Llegamos a las 8:00 de la mañana, me siento muy cansada, porque no pude pegar ni un ojo en todo el viaje.

¿Quién podría dormir en mi situación?

Jonathan me obliga a ir a un hotel, mientras yo deseo salir corriendo a reencontrarme con el hombre que amo, pero acepto, porque me prometió que dejando las maletas en el hotel iríamos de inmediato a ver a Sam.

_ Tenemos que actuar con cautela _ me pide Jonathan _ Al parecer Sam, todas las mañanas sale a caminar por el jardín de su mención.

_ Vamos, yo conozco ese lugar _ le respondo.

Al llegar a la mansión de Sam, me doy cuenta de que entrar será más difícil de lo que yo pensaba, puesto que está custodiada por varios guardaespaldas que parecen gorilas.

Me bajo del carro, no sé qué decir o qué hacer. Solamente sigo mi instinto cuando veo la figura de Sam, caminando por el césped.

Mi pecho se me contrae y la garganta se me seca, cuando observo que Sam se acera a mí. Con la mirada imponente que solía tener cuando lo conocí.

_ Sam, le grito al otro lado de la reja _ pero él me mira incrédulo, arrugando las cejas, como si no me conociera.

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