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Renaciendo De Fuego Libro #2

Capitulo: 1

CALEB.

Miro cómo Morgan me mira con lágrimas en los ojos y me pide perdón solo con la mirada, para luego comenzar a atarme.

—Hey, nena, tranquila. Todo estará bien, ¿de acuerdo? Te amo y saldremos de esto —le susurro, tratando de calmarla.

—Qué lindo. Mi hijo enamorado por primera vez. En serio, nunca pensé estar vivo para este momento —dice mi padre, con una risa burlona.

Me coloca al lado del padre de Morgan y Madisson. Pone a Morgan enfrente de nosotros, sin atarla, y le da un arma.

—Decide, cariño. Recuerda que solo tres saldrán con vida de aquí. El cuarto saldrá siendo cargado por los otros tres.

Decide bien. Tienes 20 minutos —dice, al mismo tiempo que pone un cronómetro.

Conozco a mi padre. Es un hombre de palabra. Si dijo que alguien tiene que morir para que los demás puedan ser libres, las cosas se harán así, queramos o no. Pero no sé si Morgan podrá elegir a quién matar. A pesar de todo lo que le hicimos, ella no es como nosotros. Ella es mejor.

—Tic tac, linda, el tiempo se está acabando —le dice mi padre, con una sonrisa maliciosa.

—No puedo hacer esto —dice, con la voz quebrada.

—Tú puedes, linda, o todos mueren.

—No, por favor.

—Si no escoges tú, lo haré yo, y créeme, no te gustará mi manera de elegir. ¿Conoces el juego de la ruleta rusa?

—No, por favor, yo elegiré. Solo dame un poco de tiempo.

—Morgan, dispárame a mí, vamos, linda, hazlo —la aliento. Su mirada torturada se posa en mí, y noto la desesperación.

—No puedo —susurra.

Se queda llorando, mirando a la nada. De pronto, habla.

—Los perdono. Los perdono a ti y a Madison por haberse acostado a mis espaldas. Y a ti, papá, te perdono por haber hecho que me torturaran. Y a usted —dice, volteando a ver a mi padre—. A usted le perdono que haya hecho que me violaran.

Esa última frase la dice con la voz quebrada y mi corazón se rompe. ¿Por qué no me dijo nada?

—Caleb, te amo y perdóname, pero ya fui el tapete de todos más de una vez. Es momento de que sea egoísta y piense en mi sufrimiento. Los amo a todos —y sin esperarlo, ella apunta a su cabeza y se dispara, cayendo al suelo sin vida.

Un mes después.

Mi pecho sube y baja, mientras mi cuerpo está empapado en sudor y mi respiración es entrecortada. Los jadeos son cada vez más seguidos hasta que, creo que ya no puedo más, y me dejo caer.

Desde hace un mes, hago esto todas las mañanas para tratar de alejar todos los pensamientos que invaden mi mente con respecto a Morgan.

Madison, Dylan y Hunter se mudaron conmigo, ya que después de lo que pasó, no comía ni dormía bien. Ellos me ayudan todos los días para no caer en una total depresión, pero yo todas las mañanas hago flexiones hasta que siento que me muero del cansancio. Es la única forma en la que puedo dejar de pensar en ella. Me agoto lo más que puedo para así solo pensar en una cosa durante todo el día: dormir.

—Cab, tenemos noticias de tu papá —me dice Madison.

Volteo a mirarla y rápidamente camino a la sala de estar, donde están Megan, Dylan y Hunter.

—Hola, Megan —la saludo. Ella probablemente acaba de llegar, o quizás se quedó a dormir con Dylan. Esos dos también me sorprendieron mucho.

—Hola, Caleb. ¿Cómo estás? —me pregunta, con voz suave.

—Lo mejor que se puede estar cuando tu papá es el culpable de que la mujer a la que amas esté muerta… —le respondo, con sarcasmo.

Dylan y Hunter me dan una mirada de advertencia, y sé que la estoy cagando por completo. Por eso, me callo y ya no hablo de nada más hasta que Madison vuelve a hablar.

—Está en… España.

—¿España? —pregunto, un tanto sorprendido. En realidad, pensé que se iría a Rusia o hasta a China, pero no a España. —¿Estás segura?

—Sí.

—Bueno, ¿y qué esperamos? ¿Por qué no estamos planeando cómo atacarlo?

—Ese es el problema —dice Hunter, llamando mi atención—. Nos pareció algo extraño que se fuera a un lugar tan cercano y tan fácil de encontrar.

—No entiendo, ¿de qué hablas?

—Tiene un ejército que lo cuida a él y a su mansión en España las 24 horas del día.

—Por lo tanto, si apenas ponemos un pie en el aeropuerto de España, seremos hombres muertos.

Tomo el florero de la mesa de centro y lo estrello contra la pared.

—Caleb, cálmate, hermano. Lo acabaremos tarde o temprano —me dice Dylan, intentando tranquilizarme.

—¿Que me calme, dices? Joder, por su puta culpa Morgan está muerta. Por lo tanto, él también debería de morir, y no tarde o temprano, tiene que ser ya mismo.

—Hermano, tú no eres el culpable de nada, no te atormentes.

—Es que no les importa en lo más mínimo el puto daño que le hicimos.

—Madison, tú sabes perfectamente el daño que le hicimos. Gracias a eso, hasta Connor se alejó de nosotros. No solo lastimamos a Morgan, también a mi medio hermano, y ni siquiera has intentado ponerte en contacto con él.

—No es mi culpa, ellos nos engañaron a nosotros, y lo sabes bien… —me responde, con voz temblorosa.

—No, no lo sabemos, y nunca lo sabremos, ya que Morgan está muerta y Connor no da ni señales de vida.

Todos se quedan en total silencio. Sé que, a pesar de que mis palabras les duelen, saben que tengo razón y que la cagamos de la peor manera posible.

Capitulo: 2

CONNOR.

1 Mes después

La noticia de la muerte de Morgan me cayó como un balde de agua helada.

Hunter me llamó, completamente destrozado. Él y Morgan eran muy unidos, y me duele no haber estado con ella en ese momento. Aunque no la conocí mucho tiempo, le tomé cariño porque, gracias a ella, mi hermano era feliz. Pero Caleb, como el cabrón que es, la cagó con ella al acostarse con Madison solo porque Morgan no quiso tener intimidad con él.

El gran imbécil de mi hermano no sabía que Morgan fue violada por orden de nuestro padre. Pero ahora me alegra saber que sufrirá, ya que tendrá en mente que él la hizo sufrir en el último día de su vida.

Desde que Hunter me dio la noticia por teléfono, tomé mi ropa, la metí en una maleta y me fui. No tenía sentido quedarme ni, mucho menos, ir a ver a Morgan muerta, ya que el enfermo de mi padre se la llevó. Ni siquiera le pudimos dar un entierro digno por su culpa. Por eso me fui, porque voy detrás de él. Lo mataré para vengar la muerte de Morgan.

Sinceramente, la admiro mucho, ya que soportó tantas cosas. Creo que ella fue más fuerte que yo. Yo fácilmente pude haber acabado con mi vida tan pronto como se supo de mi existencia. Pero ella no se rindió. Prefirió morir salvando a todos aquellos que algún día la hicieron sufrir, incluso perdonándolos antes de irse de este mundo.

Me levanto de la silla giratoria de mi despacho y camino hacia la puerta para dirigirme al patio.

—Libardo, necesito nuevas noticias de mi padre y su gente.

—Connor, no tenemos nada hasta ahora.

Solo se supo que se encuentra en España con un gran ejército que lo respalda. Al igual que se sabe que tiene otra hija y otro hijo de otra mujer y que los cuida más que a su vida.

—¿Tengo dos hermanos más?

—Sí, señor. Sus nombres y edades aún no se saben, pero estamos seguros de que, si los raptamos, él cederá. Al parecer, son lo más valioso que tiene.

—Esperemos que tengas razón. Por el momento, solo organizaremos el plan de ataque. Tenemos que averiguar bien todo su itinerario para saber qué hace cada día de la semana y así poder tener mayor ventaja al momento de atacar.

—Señor, lo llama su hermano Caleb.

—Se pueden retirar —les ordeno.

Tomo el teléfono y respondo a la llamada.

—¿Qué es lo que quieres, Caleb? —pregunto, con voz fría.

—Necesito tu ayuda y tu apoyo. Eso es lo que necesito.

—Mi ayuda y mi apoyo estaban contigo antes de que lastimaras a Morgan.

—Joder... yo sé que la cagué y sé que probablemente está muerta por mi culpa, pero no sé qué hacer para dejar de pensar en ella.

—Caleb, eres un cabrón. Ni siquiera le preguntaste por qué te rechazó esa noche. Simplemente te pusiste furioso porque no se quiso acostar contigo, pero tal vez no hubieras reaccionado de esa forma si hubieras sabido que ella fue violada, imbécil.

—¿Qué? —pregunta, con voz de asombro.

—No te hagas el sorprendido. Tal vez ya lo sabías y solo estás fingiendo.

—Connor lo sabía, simplemente no creí que tú también supieras eso, solo ayúdame a acabar con nuestro padre.

—Si acabamos con él, sus hijos acabarán con nosotros. Mejor déjalo estar, ya, Caleb. Que lo mates no la traerá a la vida de nuevo.

—Yo lo sé, joder... Mierda. Solo quiero hacerlo pagar por lo que le hizo.

—¿Y a ti? A ti, ¿quién te hará pagar por lo que le hiciste? —le pregunto, directo.

—Solamente acabaré con él y después me destruiré yo mismo —dice.

—Tal vez deberías destruirte ya. Si matas a papá, no conseguirás sentirte mejor porque, en el fondo, sabes muy bien que tú tuviste algo de culpa por la muerte de Morgan.

—¿Entonces, eso es todo?

—Sí, hermano, eso es todo. Y ahora, si me lo permites, no vuelvas a llamar, que últimamente soy un hombre muy ocupado y no tengo tiempo para tus problemitas de culpabilidad.

—No, Connor, espera —me dice, pero le cuelgo sin darle tiempo a responder.

En serio, ¿se cree que me voy a tragar que no sabía nada de la violación de Morgan hasta ahora que yo se lo digo?

Camino de nuevo al interior de la casa y me dirijo a mi habitación. Lanzo el teléfono a la cama, me quito la ropa y me meto en la ducha. Me quedo bajo el chorro de agua por un tiempo, tratando de relajarme lo más que puedo, ya que estas últimas semanas he estado trabajando sin descansar, buscando a mi papá para poder acabarlo de una vez por todas.

Mientras me ducho, pienso en cómo hubiesen sido las cosas si no hubiera dejado a Morgan ir a esa misión suicida.

Tal vez, en estos momentos, estaría con los chicos en la piscina, bebiendo cerveza y peleando con Caleb, como era algo típico entre ellos en los últimos días.

Salgo de la ducha y camino desnudo a mi armario. Me pongo una polo de color rojo y unos vaqueros negros. Busco el teléfono y veo que tengo un nuevo mensaje. Sin pensarlo mucho, lo abro. Es un número de teléfono. Pulso sobre él, y rápidamente se marca solo.

—Hola, hijito... —escucho una voz familiar.

Capitulo: 3

CONNOR.

—No me llames hijo. Ese derecho lo perdiste cuando intentaste matar a personas inocentes, como eran las amigas de Morgan.

—Morgan, vaya. Hasta de muerta logra estar de entrometida donde no importa —dice, con voz burlona.

—No hables así de ella —le espeto, con los dientes apretados.

—¿Y por qué no? ¿Vendrá a asustarme acaso? —ríe.

—Tú no eres mi padre. Eres un infeliz hijo de puta que no quiere que los demás sean felices.

—¿Caleb lo sabía? —pregunta, entre risas.

—No sé de qué hablas —respondo fríamente.

—¡CALEB SABÍA LO QUE SENTÍAS POR SU QUERIDA MORGAN! ¿Sabía que te querías meter entre sus piernas?

—Cállate.

—Vamos, seguramente era una zorra y te la follaste en casa de tu querido hermano.

—¡¡¡QUE TE CALLES, CABRÓN!!! —le grito, fuera de mí.

Y sin más, le cuelgo.

Camino hecho una furia hacia mi auto, me subo y me dirijo a ver a un viejo amigo. Llegó la hora de hacer pagar a mi padre todo lo que le hizo a Morgan.

Antes de arrancar, tomo mi teléfono y veo la foto que tomé la vez que Morgan y yo comimos helado, después de su pelea con Caleb y antes de descubrirlo en la cama con Madison. Una pequeña y traicionera lágrima se resbala por mi mejilla. La limpio mientras hablo solo.

—Vengaré tu muerte, preciosa.

CALEB.

—Ya te puedes ir. El dinero está en el sobre, arriba del buró —le digo a la chica.

La pelirroja me lanza una mirada dolida y luego sentencia.

—No soy una puta, ni mucho menos necesito tu dinero.

—Vaya, pues anoche parecías una. Solo me bastó invitarte unos cuantos tragos y me abriste las piernas fácilmente —le digo, con amargura.

—Eres un maldito imbécil —dice, furiosa.

Se levanta, recoge su ropa, se la pone mientras camina hacia la salida, me muestra el dedo medio y se va, dando un portazo.

Sin importarme, me pongo mi bóxer y me acuesto de nuevo en la cama. Unos pequeños y tímidos toques en la puerta me interrumpen.

—¿Quién carajos es? —pregunto, con voz de fastidio.

—Caleb, soy Mady. ¿Puedo pasar? —escucho su voz.

—Claro, pasa.

—Caleb, creo que deberías considerar traer a tus mujeres a casa —comenta, jugando con sus manos. Parece nerviosa.

—¿Y por qué lo haría?

—Porque a este paso, probablemente todos terminemos viviendo en la calle.

—No entiendo a dónde quieres llegar, Madison. Habla claro y sin rodeos.

—Caleb, desde que Morgan murió, has traído a dos chicas por día, una en el día y otra en la noche. Siempre son diferentes. Y cada vez que las haces enojar, o destruyen algo, o azotan las puertas que se encuentran a su paso.

—No te preocupes, Madison. Recuerda que en la casa de mi padre había mucho dinero que tomamos. Nos alcanza para comprar otra casa si esta se destruye.

—¡Carajo! ¿Es que no tienes un poco de respeto por la muerte de Morgan?

—No digas más, Madison —sentencio, con voz grave.

—¡Mierda! Ni siquiera ha pasado un año de su muerte y mira lo que has hecho.

—¿Me juzgas a mí? ¿Se te olvidó que te acostaste conmigo mientras yo estaba con tu jodida hermana? No me vengas a hablar de respeto, porque eres la menos indicada.

—Caleb, yo...

—Caleb y una mierda. Sal de mi habitación. ¡AHORA! —le grito.

Miro cómo sus ojos se cristalizan antes de salir. No me siento mal ni nada por el estilo. Al contrario, me alegra que llore, porque cuando Morgan murió, ella no soltó ni una lágrima. Y Morgan lloró demasiado cuando nos sorprendió juntos. Por lo tanto, se lo debemos. Y si, lo admito, yo también he llorado y más que cualquiera de los chicos, solo que no enfrente de ellos, solo cuando estoy a solas... como ahora.

Y es que, mierda, ¿cómo no llorar? Madison es tan idéntica a Morgan físicamente que, si no hablara, sentiría que es ella. Pero tan solo oírla hablar, y caigo en la realidad de que Madison no es Morgan, y nunca lo será.

Madison es sumisa y Morgan era incontrolable.

Madison es tímida y Morgan era ruda.

Madison es tierna y Morgan era cruel.

Madison es una niña y Morgan era toda una mujer.

Me levanto de la cama y me dirijo al baño para darme una ducha y después cambiarme con lo primero que encuentro. Salgo de la habitación y me dirijo a la sala. Ahí encuentro a Dylan, Hunter, Madison y Megan viendo películas.

—Chicos, saldré y no sé cuánto tardaré, así que si van a comer, no me esperen.

—Caleb, ¿estás bien? —pregunta Dylan, preocupado.

—Sí, estoy bien. Solo tengo que salir. ¿Alguno de ustedes sabe las coordenadas exactas de la escuela, específicamente del salón donde conocí a Morgan?

—No —responden todos al unísono.

Bufo mientras tomo las llaves de mi Mustang y me dirijo al centro de la ciudad. Después de unos 15 minutos, llego al lugar. Inmediatamente, me saltan a la vista las miles de pegatinas y hojas llenas de diferentes diseños. Y entonces lo veo a él, a Jack.

No estoy seguro de hacer esto, pero tengo planeado algo especial para Morgan. Así que, antes de hacer eso, haré algo que he querido hacer hace mucho tiempo.

—¿Vienes a tatuarte o quieres pedir consejos de diseños? —me pregunta Jack.

—Quiero hacerme un tatuaje. Lo quiero en el pecho y quiero que sea grande…

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