En un jardín bellamente decorado, rodeado de rosas de diferentes colores, había una mujer joven de una belleza envidiable, unos ojos cuál esmeralda, y sus cabellos ondulados de un hermoso color rosado; me observaba al borde de las lágrimas.
—Hermana... —intentó hablar.
—¡Cállate! —grité ofuscada— ¡No tengo una hermana bastarda como tú!
Hubo un breve momento de silencio antes de que continuara reprochándole.
—¿Cómo te atreves? —murmuré al borde de la locura— ¡Cómo te atreves a besarlo!
—Hermana no es así... Es solo que...
Bofetada.
Mi mano seguía levantada ante su mirada de incredulidad.
—¡No soy tu hermana! —continué gritando— ¡Fuiste tú...! ¡Fuiste tú, besaste a mi prometido! ¡Te mataré, te mataré!
Bofetada.
Mi rostro se volteó ante el impacto de una mano en mi mejilla. ¡¿Quién, quién tiene el valor de golpearme?!
Edward, el hombre con el que llevaba años comprometida, el futuro rey del imperio, ¿me golpeó por ella?
Edward, con su característico cabello color rojizo y sus ojos de igual color, la consolaba con cariño y acariciaba la mejilla que anteriormente había golpeado.
—¿Su alteza? —mis ojos se abrieron con incredulidad— ¿Por qué, por qué?
Cuando sus ojos miraron hacia mí, habían abandonado todo rastro de ternura para ser reemplazado por indiferencia e incluso desprecio. ¿Por qué él me miraba así?
—¿Preguntas por qué? —una mueca de desprecio apareció en sus labios— ¿no es evidente? Eres detestable.
—¡No es cierto! ¡No es cierto! —mi visión se volvió borrosa al alternar mi vista entre ambos— ¡todo es por ti!
Repentinamente, me abalancé hacia la chica de cabellos rosados, sin embargo, fue protegida por Edward, quien en un intento de evitarme la atrapó entre sus brazos y la abrazó con cuidado.
Mientras tanto, yo, quien había perdido completamente la razón, no me detuve a tiempo para evitar caer estrepitosamente al suelo.
Mis manos ardían, quizás por el golpe recibido en un acto reflejo para evitar golpearme el rostro contra las hermosas rosas en aquel jardín, o por las espinas incrustadas en mis manos.
No obstante, ese dolor no era comparable de ninguna manera a la ira que crecía desde el fondo de mi corazón.
¿Por qué todos la preferían a ella? ¿Qué la hacía superior? ¡Nada, absolutamente nada!
Cuando recién llegó se llevó el amor de mi madre y de mi padre, ¿por qué? ¡¿Por qué a ella la aman y a mí todo el mundo me detesta?!
.................................
Mis ojos se abrieron abruptamente. Inconscientemente, acerqué mis manos temblorosas a mis mejillas húmedas.
Mi mano izquierda bajó hasta mi pecho, deteniéndose justo encima de mi corazón palpitante.
Cerré los ojos y suspiré profundamente. ¿Qué clase de sueño era ese? Aunque eso no es lo que más debería sorprenderme, sino el extraño hecho de poder pensar sin mi propio control y no sospechar que era un sueño.
Me levanté de la cama bastante preocupada, ¿por qué amanecí con tanto resentimiento hacia personas que no conocía?
Me acerqué a la cocina a preparar un café para terminar de despertar. Caminé a la sala de estar y encendí la televisión.
Fruncí el ceño al ver mi rostro en el canal de las noticias. Otra vez están hablando de aquella película inspirada en el libro que escribí, y comparándolas con las películas de los otros libros que escribí.
¿Eran tan maravillosos esos libros? Sinceramente, no lo eran. Lo que lo diferenciaba de cualquier otro libro era su vivacidad, ya que eran escritos luego de que mis sueños se reprodujeran como películas noche tras noche.
Una sonrisa se dibujó lentamente en mis labios. Debería empezar a escribir mi próximo éxito novelístico.
En la mesa de centro dejé la tasa ya vacía, preparándome para ir por mi laptop.
Caminé hasta mi dormitorio con pasos ligeros, analizando como empezar dicha historia. ¿Cuál sería el título adecuado? ¿Quiénes serían mis protagonistas?
Me detuve frente a mi escritorio, dudando sobre iniciar una novela de la que tenía poca información, ¿debería esperar unos días más?
Pero mi editorial ya estaba preguntando sobre cómo iba mi nuevo libro. Mordí mi labio inferior, en un intento de decidir.
Tic-tac.
Mis ojos se mantuvieron fijos en el reloj que anunciaba las cuatro de la mañana. De manera paralela, fruncí el ceño, ¿por qué es tan temprano?
Mis ojos vagaban entre mi cama y la laptop. Finalmente, ganó la cama.
Volví a acomodarme, preparada para dormir.
.................................
En un ostentoso pasillo, estaba la chica de cabello rosa junto a una joven que desconocía, su rostro era delgado y frío, sus ojos azules de color cielo, estaban empañados de ira, sus cabellos ondulados y dorados, se mantenían ordenadamente en su espalda.
Extrañamente, sentía una familiaridad única con esta chica desconocida. No obstante, ¿por qué las veo desde arriba? Además, ¿puedo pensar por mí misma?
—¡Por qué tienes todo lo que me pertenece! — gritó la chica de cabellos dorados.
—Hermana... Eso no es cierto...
Bofetada.
—¡Cállate! No te bastó con robarme el amor de mis padres, sino que te robas el amor de su alteza.
—Kristina, detente —un joven idéntico a la chica de cabellera dorada, intervino— por favor, detente antes de que sea tarde.
—Hermano Vincent —la joven de cabello rosa mostró una sonrisa tranquilizadora— hermano Vincent, no te enojes con mi hermana.
Kristina miró con incredulidad la interacción de los dos.
—Vincent, ¡eres un descarado! —gritó ofuscada— ¡dijiste que me apoyarías en cada una de mis decisiones, pero me cambias por una bastarda que ensució nuestro apellido!
Las palabras de Kristina entristecieron enormemente a las dos personas frente a ella.
El joven suspiró resignado antes de hablar: —Kristina, no es culpa de Eylin el que nuestros padres no nos amen, y que adoren a Eylin.
—¡Todos están ciegos!
.................................
La escena cambió a una fiesta de té, en una mesa central había muchas señoritas desconocidas de edades similares hablando y bebiendo té.
Estruendo.
Mis ojos se dirigieron a la mesa que causo el alboroto.
—¡Kristina Laurent! —gritó una joven de cabellos castaños— ¿cómo te atreves a arruinar mi fiesta del té? ¡¿Quién te dio el coraje?!
—Su alteza Anya... —sus palabras tropezaron— no fue mi intención arruinar su fiesta del té.
Murmullos.
—Su alteza Anya, ¡seguramente mi hermana no sostuvo bien la tetera y me mojó accidentalmente! —Eylin excusó rápidamente— mi hermana no suele equivocarse, pero quizás estaba nerviosa...
Eylin miró tímidamente hacia abajo.
—No necesito que me ayudes —murmuró.
—¿Es eso así, princesa Laurent? —preguntó con su vista fija en Kristina.
Los ojos celestes de Kristina se abrieron esperanzadoramente.
—¡Sí, su alteza Anya, gracias por su amabilidad!
—Oh —comentó con una sonrisa juguetona— no es a mí a quien tiene que agradecerle la princesa Laurent, sino a su hermana.
El rostro de Kristina se oscureció por unos momentos antes de volver a la normalidad y dirigir su mirada a Eylin.
—Eylin agradezco que intercedieras por mí ante su alteza Anya.
—Hermana, no es necesario que me agradezcas —sonrió dulcemente mientras acercaba la tasa a sus labios.
Kristina dirigió la mirada al lado de la joven a la que llamaban princesa Anya.
—Su alteza Maeve, que bello su vestido, ¿fue un regalo del joven Edevane? —una chica preguntó con una mirada chismosa.
Antes de que las jóvenes presentes pudieran oír la respuesta, un grito resonó en la mesa.
—¡Alguien envenenó a la señorita Laurent!
Mis ojos se posaron en aquella escena sangrienta, Eylin, quien hablaba animadamente hace unos minutos, escupió una bocanada de sangre y se desmayó sobre la mesa.
Los ojos de las dos princesas se dirigieron hacia la misma persona, Maeve habló dudosa: —Princesa Laurent, la que cometió este crimen, no fue usted, ¿verdad?
—¿No piensas Maeve? ¡Guardias! —gritó Anya, después volteó la vista hacia unos sirvientes— ustedes vayan por el médico imperial.
Pasos.
—¿Su alteza nos llamó? —preguntó un guardia.
—Sí, arresten a la princesa Laurent por intento de asesinato.
—¡No! —Kristina se resistió— ¡yo no lo hice!
La princesa Anya la observó con desprecio: —Si no eres tú, ¿quién es? La única que odia a Eylin eres tú.
La escena volvió a cambiar a un calabozo frío y desolado, no pude evitar suspirar para mis adentros. Que historia. Estoy segura de que será mi mejor libro al despertarme.
Pasos.
Un joven apuesto se detuvo frente a la prisión de Kristina, su cabello negro como el ébano y sus ojos color cobre combinaban perfectamente con su temperamento frío.
Se mantuvo frente a la celda sin decir ni hacer nada. Finalmente, al cabo de unos minutos, se agachó y dejó una rosa muy bella y grande frente a la celda junto con una nota.
Kristina tomó la rosa con una pequeña sonrisa.
—Esta vez elegí a la rosa —murmuró leyendo el papel.
Kristina miró al techo sonriendo con autodesprecio.
—Sin embargo, yo, nunca abandonaré a mi amado árbol.
.................................
La escena se desdibujó. Volví a ver todo desde la perspectiva de primera persona.
Frente a mí había una multitud enojada.
Mi vista se dirigió de derecha a izquierda y de arriba a abajo.
¿No parecía una ejecución? Mi mente se heló ante esta posibilidad, no debería ser cierto, ¿verdad?
En un balcón estaba Eylin junto con Edward y toda la familia imperial.
Entre la multitud estaba Vicent, pero no veía a Kristina por ninguna parte. ¿Esa chica dónde se metió?
—¡Kristina Laurent! —mi cabeza se giró hacia la voz de Edward— ¿cuáles son tus últimas palabras?
—¿Mis últimas palabras? Por supuesto que tengo cosas que decir.
¡Espera! ¿Todo este tiempo yo fui Kristina?
—¡Yo Kristina Laurent niego toda acusación de envenenamiento!
Con una mirada de asco y un movimiento de la mano de Edward, la guillotina cayó.
Cortar.
Me senté rápidamente en la cama, palpando mi cuello con desesperación.
—Se sintió tan real...—murmuré incrédula.
¿Qué significa esto? Nunca soñé con una muerte tan horrenda y cruel. ¿Debería continuar con la idea de crear un libro sobre esto?
Mi mente vagaba y fragmentos de los sueños se intercalaban en mi cabeza, mareándome.
Ding.
El timbre del apartamento sonó. ¿Quién podría ser? Mis labios se fruncieron.
Caminé hasta la puerta con pasos pequeños y pausados. Agarré la manilla de la puerta, dudando en abrir.
Ding.
Mis manos apretaron la manilla con más fuerza, abriendo completamente la puerta.
—Tengo que colgarte —mientras decía eso me miraba fijamente a los ojos— finalmente abrió la puerta, señorita Benítez.
—Un gusto volver a ver a la señorita García, ¿necesita algo de mí? —pregunté evitando su mirada.
Suspiro.
Mis ojos se dirigieron hacia ella.
—¿De verdad no sabes por qué estoy aquí? —negué un poco confundida ante su tono enojado— ya ha pasado un tiempo desde que publicaste tu novela anterior, y ni siquiera has enviado un adelanto, como editora de la señorita Benítez, necesito asegurarme de que escriba.
—Estaba en eso... —murmuré con culpabilidad.
.................................
Aquí estábamos ahora, sentadas frente a frente. Ella se mantuvo en silencio, mirándome a los ojos.
—Me gusta la idea en general, pero creo que es mejor que lo narres desde la perspectiva de la villana, algo innovador llama más la atención que lo de siempre, ¿no te parece? —comentó.
—¿Es así? —me pregunté algo dudosa— la vida romántica de la villana no es interesante, ¿no será muy aburrido?
Ella soltó una carcajada ante mi pregunta.
—Puedes añadir más drama mediante un romance breve con el príncipe u otro personaje —añadió con media sonrisa— además, no necesariamente tiene que ser de romance, ¿no?
Mis pensamientos empezaron a vagar, pensando en aquella posibilidad, era bastante tentadora, y a su vez estaba arriesgando mucho, ¿valía la pena ese riesgo?
—Bueno, me tengo que ir —dijo levantándose de su asiento— estoy segura de que será una novela llena de encanto.
—Te despido —dije levantándome.
La acompañé hasta la puerta, todavía pensando en sus palabras.
.................................
Tres meses después.
¿Quién pensaría que iba a ser un éxito innegable? Una sonrisa se formó en mis labios mientras conducía a la rueda de prensa.
Mis ojos se dirigieron un breve momento hacia un cartel que anunciaba próximamente la película de mi libro.
Sin embargo, esa distracción causó que perdiera por unos instantes el control de mi vehículo, causando que no pudiera controlar bien la curva y cayera por el barranco.
Por mi mente pasaban muchas cosas, entre ellas arrepentimiento. La continuación de la novela no se podrá publicar, a pesar de que mucha gente la espera.
Mis ojos se cerraron, esperando la muerte.
.................................
Repentinamente, pude abrir los ojos, ¿qué es este lugar? Era completamente blanco y tranquilo.
—Es precioso, ¿no? —una voz tranquila resonó por el lugar— a mí me gusta mucho.
Mis ojos vagaban por el lugar, intentando encontrar a la persona que hablaba.
—Sin embargo, no siempre puedes permanecer en lugares tan preciosos —dijo con un timbre nostálgico— Ana, aunque no lo creas, hay cosas que son inevitables y necesarias.
Al escuchar eso, inevitablemente me enojé.
—¿Inevitables, dices? —cuestioné— mi muerte la provoqué yo misma, si no me hubiera distraído...
Ante mis palabras cargadas de resentimiento por mi estupidez, apareció una silueta de una joven ante mí.
—No. Hubiera pasado de igual manera, Ana —suspiró negando— tampoco es que fuera completamente tu culpa.
Sus palabras terminaron con mucha tristeza.
—¿Quién eres? —pregunté perpleja— ¿te conozco...?
—¿Necesitas conocerme? Yo creo que no —musitó— es más, no debería hablar contigo, las demás se enojarán.
—¿Las demás...? —antes de terminar mis palabras, el lugar se desdibujó.
.................................
Mi cabeza dolía demasiado y mi cuerpo pesaba.
¿De verdad sobreviví? Era algo imposible, ¿no?
Parpadeé lentamente, observando el extraño techo frente a mis ojos.
—¿Qué pasó? —pregunté sobando mi frente.
—¡¿Señorita?! —mis ojos se abrieron de sorpresa.
Recordé aquella escena días antes de mi ejecución.
.................................
Primera Vida
—Señorita... —murmuró con la voz entrecortada— los duques vendrán a verla también, ellos me pidieron que viniera...
—Helena no es necesario que me mientas, no soy una niña —nuestras miradas se encontraron— ¿qué clase de duques serían si envían a una sirvienta a la prisión? No me compadezcas, sé perfectamente que no te enviaron.
Sus ojos amenazaban con llorar.
—Señorita... —musitó, secando las lágrimas que caían— yo confío en su inocencia. Tengo confianza en que se demostrará que usted no intentó asesinar a la señorita Eylin.
—¡Ja, ja, ja! —solté una risa irónica— a estas alturas no me sorprendería que muera en un par de días.
Sus ojos se llenaron de dolor ante mis palabras. Sin embargo, antes de que dijera algo más, interrumpí.
—No vuelvas más, Helena —dije, con la garganta adolorida— agradezco tu cuidado durante todos estos años, pero no vuelvas más.
.................................
Mis ojos dolían en un intento de no llorar, al volver a ver a esa mujer que me quiso mucho más que mi propia madre. Acaso, en una remota e ilógica posibilidad, ¿yo regresé a una vida pasada?
—¿Helena? —mi voz se quebró.
Ella caminó con pasos rápidos hacia mí.
—¿Le duele mucho la cabeza? —preguntó preocupada.
Un poco confundida, negué. El dolor era insoportable, pero no soportaba la idea de preocuparla innecesariamente.
—Qué alivio —suspiró— no sabe lo preocupada que estaba.
Una pequeña sonrisa se formó en mis labios.
—Helena, yo siempre he sido la persona más saludable de la mansión, no debes preocuparte tanto por mí —sonreí confiada.
—Por supuesto —asintió con una sonrisa— es por ello que esta vez la señorita es la única que enfermó.
Me sonrojé levemente, y bajé la vista. En mis confusos y fugaces recuerdos, yo jamás me enfermé a esta edad.
—¡Kristina! —Vincent entró corriendo a mi dormitorio— estaba asustado, pensé que estabas muerta.
—¡Joven maestro, no llame la mala suerte! —Helena estaba realmente enojada.
Mi vista se volvió borrosa mientras admiraba a las dos personas que eran cercanas a mí en nuestra vida anterior.
—¡Señorita!
—¡Hermana!
Gritaron al unísono luego de ver mis lágrimas rodar por mis mejillas.
—¿Le duele algo? —Helena se acercó a comprobar mi temperatura— está hirviendo. ¡Voy por agua y paños, joven maestro, cuídela!
Helena gritó lo último mientras salía corriendo.
—Hermana. Estaba muy asustado, ayer de repente te desmayaste afiebrada, y solo estábamos peleando por un trozo de pastel —bajó la mirada— ¡siento haberte enfermado!
Sus ojos, igual de celestes que los míos, estaban cubiertos de una capa de lágrimas.
—No, no fuiste tú quien me enfermó —me apresuré a explicarle.
—Kristina, no debes mentirme, sé que soy el peor hermano que hay.
Antes de explicar, Helena volvió con una expresión solemne en el rostro.
Vicent se tensó al verla así.
—¿Es posible que sus excelencias hayan vuelto? —Vicent inquirió preocupado.
Helena asintió levemente.
¿Ellos volvieron? No, en primer lugar, ¿qué día es hoy?
Antes de poder preguntar en voz alta, un hombre parecido a Vincent y una mujer de suave cabellera plateada entraron a mi dormitorio.
—Veo que nos fuimos solo por cinco días y al regresar no solo Kristina está enferma, sino que Vincent ha faltado a sus clases de sucesión, ¿qué es esto, Helena? —inquirió insatisfecha.
Su voz interrumpió mis pensamientos y a su vez me enfureció.
—Su excelencia, lamento mi incompetencia —Helena se disculpó bajando la cabeza— me aseguraré de no volver a cometer ningún error con la señorita y el joven maestro.
El duque miró a la duquesa con suavidad, mientras que sigilosamente se acercaba un poco a ella.
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Primera vida.
El cabello de la duquesa estaba desordenado y su rostro usualmente inexpresivo estaba irreconocible.
—Se lo advertí —gritó con rabia— jamás lo perdonaré en esta vida. ¡Nunca!
—Esposa... —la expresión del duque estaba sumida en el dolor.
El delicado rostro de la duquesa se distorsionó horriblemente al oírlo.
—¡No me llame de ese modo! —estalló con odio reprimido— no sabe cuánto odio esa palabra.
El duque apretó los labios, ocultando su profunda tristeza. Sin embargo, la duquesa no se percató de ello.
—¡Vuelva a ser como antes y no me dirija ni una mirada y menos una palabra! —culminó mirándolo con odio.
................................
De repente, recordé esa discusión que accidentalmente vi una noche que tuve una pesadilla.
Pero no era importante ahora.
—No es culpa de Helena —dije, alzando la vista y dirigiendo la mirada a la duquesa— desde que tengo uso de razón, la persona que nos ha cuidado y además se ha preocupado por nuestra educación es Helena. Su excelencia no le hablé así, por favor.
"Helena, por miedo, en nuestra última vida jamás te defendí, a pesar de que sabía que te culpaban por nada. No obstante, en esta vida no permitiré que te lastimen de ese modo." Pensé.
Los ojos verdes de la duquesa me miraron con sorpresa, y con una pizca de... ¿Arrepentimiento?
—Kristina, no le hables así a tu madre —el duque me miró con enojo.
—No es necesario que su excelencia intervenga ahora —comentó la duquesa pasando por su lado— me retiro.
—Mariana... —el duque miró con arrepentimiento la espalda de la duquesa.
Brevemente, su mirada se fijó en la mía. Aunque él me castigara, no cedería tan fácil.
—Kristina, espero que tu salud mejore—habló con suavidad.
Luego de sus palabras, un tanto desconocidas para mí, se marchó. Dejándonos a todos desconcertados.
Era la primera vez que oía ese tono dirigido a mí, y no hacia Eylin.
—¡Señorita, no debe hablarle de ese modo a sus excelencias, menos por mí! —Helena me regañó con todas sus fuerzas— aunque lo agradezco.
—Hermana, eres asombrosa —Vicent jugueteó con sus dedos— yo no me atrevo a decirle eso a sus excelencias.
—Vincent... —murmuré un poco preocupada.
Sus ojos, iguales a los míos, se fijaron en mí con una sutil determinación.
—No somos tan pequeños, en dos meses se realizará nuestra ceremonia de despertar —interrumpió.
¡¿En dos meses?!
Sus palabras lograron irrumpir en mi aparente calma.
................................
Semanas después
Mi mente vagaba mientras miraba el paisaje por el balcón. Habían pasado suficiente tiempo como para que faltaran dos días para aquella ceremonia.
En la ceremonia de despertar, mi hermano y yo despertamos el linaje Laurent. Sin embargo, yo no podía controlar mi maná, por lo que Vicent se decidió como sucesor y yo me comprometí con su alteza el príncipe heredero.
Debido a que éramos los primeros y únicos gemelos de las familias fundadoras, tenían un especial interés en nosotros, todos querían saber si ambos habíamos heredado aquel poder.
Efectivamente, lo comprobaron, ambos heredamos la magia de los Laurent, sin embargo, los magos del reino dijeron que mi maná era inutilizable, no obstante, mi poder y el legado de los Laurent se transmitiría en mi sangre, lo que llamó la atención de la familia imperial.
Al ser la primera vez que acontecía el nacimiento de dos herederos, decidieron cultivarme como la prometida designada para el príncipe heredero; su futura esposa y madre de sus hijos. Fue por eso que apenas con 10 años, me comprometí con él.
Mis labios se fruncieron.
Mañana sería la ceremonia de despertar, ¿repetiría el mismo futuro?
La desesperación empezó a carcomerme.
Negué con mi cabeza, el compromiso se debe evitar de alguna manera.
Mis manos temblaban y me costaba respirar. No había forma de evitar el compromiso, la familia imperial no lo permitiría.
"Eylin".
¿Qué?
"Eylin".
Por mi cabeza solamente aparecía su nombre, como un aluvión, recordándome su existencia.
—¿Señorita? —Helena tocó suavemente mi hombro— ¿se encuentra bien?
Nuestros ojos se encontraron brevemente, antes de que apartara mi mirada.
—Sí —dudé, evitando su mirada— es solo que...
Helena esperó pacientemente a que terminara.
—La ceremonia del despertar me tiene un poco nerviosa... —mentí.
—¿Es eso? —comentó aliviada— no sabe lo nerviosa que estaba al verla así.
Forcé mi mejor sonrisa ante sus palabras.
—¿Qué más podría ser? —reí suavemente.
—Señorita —Helena acarició mi cabello— usted es hija de sus excelencias, estoy segura de que es asombrosa, incluso más que su excelencia el duque.
Bajé la mirada tímidamente, todo el imperio sabe cuán poderoso es el maná del duque, siendo él el mejor mago, incluso superando al actual emperador.
—No creo poder superar a su excelencia.
Era imposible. ¿Cómo podría superarlo si no soy capaz de controlar mi propio maná?
—Señorita...
—¡Helena! —interrumpí con voz alegre— ¿qué tal si vamos a la calle Diamond?
—¿La calle Diamond, ahora? —inquirió, mirando a la ventana— ya está atardeciendo... No creo que sea una buena idea.
—Helena, por favor —rogué— oí que hay una floristería que vende flores que nunca han existido —dije misteriosamente.
Helena me miró con interés, dudando de mis palabras.
.................................
Helena me observaba con resignación. Luego de un par de palabras suplicando, aceptó.
El nombre de Eylin no debió aparecer en mi cabeza por nada, debe ser una señal.
Aunque no puedo evitar pensar que estoy interfiriendo en el evento más importante para sus excelencias y Eylin.
No obstante, conociendo a sus excelencias, a penas aparezca Eylin, ellos la amarán tal y como hicieron en mi vida anterior.
—Señorita, ¿está triste? —Helena preguntó con un semblante preocupado— ¿es por la repentina llegada de sus excelencias?
Negué con la cabeza sin interés. No obstante, aun así, me sentía triste y culpable a la vez por interrumpir un evento que marcaba cientos de vidas, incluida la mía.
—Helena, si tú pudieses cambiar el destino de tu vida... Sabiendo que perjudicarías a muchas personas, ¿lo harías? —no pude evitar preguntar.
—Tendría que pensarlo... —dudó mirando hacia la ventana— sin embargo, quizás lo haría.
No oculté mi sorpresa al mirarla. Helena siempre fue el tipo de persona que priorizaba a los demás, antes que a ella misma.
—¿Por qué? —inconscientemente pregunté.
—¿Ellos se preocuparían por usted si estuviesen en su posición? —Helena sonrió levemente— a veces hay que ser egoístas, señorita.
Mis labios se fruncieron. Era cierto que sus excelencias nunca se preocuparían por mí. Si es que ellos tuviesen esta oportunidad, no dudarían en tomarla.
—Gracias por responder a mi pregunta, Helena.
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