Isamar Macip
Hace un mes mi jefe, el señor Saúl Toledo, falleció. La empresa de finas joyas estuvo una semana cerrada por duelo, pero su hijo, el señor Salvador Toledo, nos envío un correo con el típico aviso de que debíamos volver a nuestros puestos de trabajo. Aunque, al finalizar ese mismo mensaje, escribió contundentemente de que muchos de nosotros podíamos ser despedidos por cambio de personal.
Un asqueroso golpe al estómago. Más que nada para las señoras mayores que están preocupadas de que se les adelante su jubilación. Y yo... que puedo decir... la realidad es que temo por mí.
He sido la secretaria de presidencia por más de cuatro años y todo lo que sé es gracias a lo que mi difunto jefe me enseñó, pero ahora que habrán nuevos empleados supongo que seré otra desempleada, de esas que salen por la puerta con la masiva cantidad de compañeros.
En México, mi lindo país, hay muchas oportunidades laborales para las secretarias y más si tengo una carta de recomendación por parte del CEO, pero él no me conoce. No sabe quién soy, ni cómo trabajo. Y por lo que han dicho en los pasillos de la empresa, es temible, frío, calculador y, practicamente, un completo idiota.
Según dijo una de mis compañeras, una de las mayores, que conocieron al nuevo jefe personalmente; a él no le interesa quienes somos, ni nuestras vidas. Que es obvio, pero algunos hombres trabajan aquí siendo padres solteros y es el único lugar que paga bien, además de tener una guardería disponible.
Sin embargo, no se le pedirá consideración al señor Salvador Toledo, solo... se espera que no sea el monstruo que han descrito, porque muchas personas dependen de la empresa.
—¿No ha llegado?— cuestiona el vicepresidente.
— No, señor.— respondo.
El hombre frente a mí es hermano y socio del difunto dueño, lo que significa que es el tío de quien manejará nuestras vidas.
—No tiembles, Isa— ríe quien es como mi segundo jefe.— Tú no puede irte de aquí.
—¿Por qué?— indago sin entender sus palabras, pero antes de que él pueda contestarme, las puertas del ascensor VIP, ese que solo usaba mi anterior jefe, se abren, mostrando a cinco hombres que se disponen a salir.
Uno de ellos resalta entre todos, no solo por su traje color azul marino, sino porque mira al señor Samuel y le muestra una sonrisa ladina.
—Tío. Un gusto volver a verte, después de tantos años.
Mis ojos se abren por la sorpresa al entender que quien está frente a mí, es mi nuevo jefe. El dueño de esta empresa y también el que decide, quién se queda y quién se va.
—Salvador. Debías hacerte cargo antes de que tu padre...
—Todo a su debido tiempo— lo interrumpe casi sin paciencia.
No parece que mi jefe acepte los consejos de nadie, o mejor dicho, los reclamos pasivos-agresivos de parte del vicepresidente.
—Ella es Isamar Macip— me presenta Samuel—, él es mi sobrino, el nuevo dueño y para quien trabajarás, Salvador Toledo. Conócelo bien y amóldate a su humor. — me ordena como si fuese una sentencia. —Recuerda el contrato— Ahora le habla a él y el CEO asiente.
—Señorita, vamos a mi oficina.— dice Salvador mirándome fijamente. Hace una seña con su mano para permitirme caminar delante de él, pero yo hago exactamente la misma, sabiendo que él es el jefe y mi obligación es estar detrás.
Salvador es... casi sombrío e incluso parece lejano. Y no, no lo digo porque lo considere a quién llegar para algo amoroso, sino porque su aura es extraña.
Jamás he pensado en esos temas y menos lo hablaría en voz alta, pero la realidad es que el nuevo dueño es... interesante. Atractivo sí, y eso hasta un ciego lo notaría. Su porte y cuerpo de Dios Griego, su pelo pulcramente peinado, sus ojos verdes, apagados y afilados... Eso atraería a cualquier víctima.
Es imponente y espectacular.
No me deslumbra su belleza porque tengo compañeros muy sexys y he conocido a los socios que anteriormente han hecho negocios con el difunto Saúl Toledo. Incluso el mismísimo mencionado y su hermano demuestran que los años son solo números porque ellos son hermosos. Mi jefe lo era, definitivamente, con el debido respeto que se le debe a su recuerdo y a su viuda.
Salvador vibra diferente a su padre. Es algo que se siente tan alto que parece superior a cualquier entidad poderosa. El difunto era alegre, sonriente, amable... Y su hijo parece ser... insensible o inhumano.
—¿Conoces eso?— cuestiona la gruesa voz de mi nuevo jefe, sacándome de mis pensamientos.
—Disculpe, ¿qué?– indago nerviosa porque no tendrá una buena impresión de mí al verme distraída.
— Estos papeles, ¿sabes qué tienen? — me señala la carpeta blanca.
Doy unos pasos para acercarme al escritorio y la tomo con mis manos, leyéndola.
—¿Es... mi contrato laboral?— alzo una ceja y lo observo fijamente.
Me supongo que las palabras dichas por Samuel, el vicepresidente son totalmente falsas. Él aseguró que no puedo irme, pero teniendo esta carpeta conmigo, creo que es lo contrario. Seré la primera despedida.
—Sí y lo he leído siete veces. Mi padre te contrató con veinticinco años, sin experiencia.
—Es cierto, pero el señor Saúl me dio la oportunidad laboral. Tengo los estudios necesarios y...
—¿Por qué mi padre no me permite que te despida? ¿Tenías algo con él?
— ¿Qué el señor qué?— digo sorprendida.
Dejo la carpeta en el escritorio nuevamente y me cruzo de brazos, porque también estoy un poco enfadada, pero lo disimulo.
Entendí perfectamente que mi nuevo jefe piensa que me acostaba con su padre, pero eso es una ofensa, tanto para mí como para la memoria del señor Saúl, quien me trataba como una hija.
— ¿Eras su amante, no? —pregunta directamente.
—Mire, por respeto a su padre, no lo golpeo. Sin embargo, no permitiré que repita semejante estupidez. Él fue como un padre que jamás tuve.
— Mi madre me habló de ti y lo que... aparentas.— dice mirándome desde arriba hacia abajo.
No hay asco o ira en esa observación, pero sé que está analizándome. Buscando algo que le indique que tiene razón. Algo que le confirme que sí fui amante de su padre, pero nunca lo encontrará porque no soy ese tipo de mujer.
—La señora María me conoce perfectamente. Sabe quién y cómo soy. Puede preguntarle lo que desee. —respondo confiada porque sé que ella me quiere tanto como yo le correspondo.
— Parece que has enamorado a mis padres.
—Estuve con ellos cuando usted no.—contesto atacándolo directamente.
—Trabajaba en Canadá.
—Lo felicito. Usted hizo su vida, lejos de los señores Toledo.
—Ellos saben por qué me fui del país. No tengo que explicarte a ti.
— Lo sé igualmente. Viví en su mansión.
No miento. Viví con ellos cuando me echaron del pequeño departamento que ya no pude pagar porque no tenía un buen sueldo. En ese entonces, llegué a dormir en la calle y pedir comida en los restaurantes antes de que la tiraran a los contenedores; y los señores Toledo no solo me dieron un lugar en la empresa, sino también en su hogar. Estuve con ellos cuando Salvador engrandecía el apellido en Canadá y no los visitaba por meses. Sé cada vivencia del que ahora es mi jefe, porque la señora María me confiaba los pasos que daba su hijo, quién tiene un guardaespaldas que trabaja para su madre, aunque él no lo sabe.
Él está en pareja con una modelo Canadiense, de esas que ama ser el centro de atención y esconde a su benefactor porque solo le interesa su nombre.
Según supe por la propia boca de los señores Toledo, padres de Salvador; ella jamás se saca una foto con él. Mientras que mi nuevo jefe le consigue contratos millonarios y soporta las miles de noticias que hay a su alrededor, de esas que la vinculan con muchos famosos: cantantes, actores y deportistas.
Sin embargo, también sabemos, junto a la señora María, que esa relación es una completa mentira.
La modelo llamada Violet Sanders no tiene interés amoroso para con mi nuevo jefe, y creemos que él tampoco por su parte. Simplemente, son dos amigos que se benefician de algo: ella de la carrera que él mismo le otorga, y él... no sabemos, pero sospechamos que puede utilizarla como su tapadera para que María no le busque esposa.
Salvador es un excelente empresario y fundó su propia empresa sin ayuda de su familia. Quería hacerlo por sí mismo para obtener un logro propio, con su sudor y esfuerzo, y lo consiguió. Sin embargo, a él no se le relaciona con mujeres... ni con hombres. Es tan... inalcanzable, que ni siquiera los medios de comunicación quieren hablar de Violet porque creen que nadie está a la altura del poderosisimo cuarentón.
Los padres de mi nuevo jefe querían que él volviese a México para que conozca a una linda mujer que merezca el cariño de un Toledo, pero dudo mucho que él deje de fingir esa relación o que en realidad posea algo de ternura en ese corazón de hielo.
—Me enteré. — dice serio, con las manos en los bolsillos de su pantalón.
—¿Entonces, qué pasará con mi trabajo?— vuelvo a enfocar el tema a lo que hemos venido.
—No puedo despedirte— avisa.— Así que seguirás siendo mi secretaria, aunque no hablaremos directamente. Todo lo tratarás con mi asistente.
—Bien.
— Vendré todos los días, puedes golpear la puerta las veces que sean necesarias, pero...
—Trataré con tu asistente, al que no conozco– lo interrumpo.
—Fue por mi desayuno.
—Eso es parte de mi trabajo.
—Él te dirá cómo hacerlo mañana.
Asiento ante sus palabras y luego me ordena salir de la oficina, por lo que hago lo que me pide, chocando sin querer con un hombre también entrajado.
—Un gusto, señorita Macip. Soy Juan, el asistente del señor Toledo.
—El gusto es mío— tiendo la mano y las estrechamos, pero noté que no traía nada en ellas—¿Y el desayuno?
Él me mira confundido y no responde, por lo que también me ignora y entra a la oficina. Yo suspiro y voy a mi puesto, justo cuando suena el teléfono.
—Secretaria del señor Toledo— respondo automáticamente, porque a sí mismo lo hacía antes, con Saúl.
—Ven a mi oficina, Isamar— pide el señor Samuel, el vicepresidente.
🦇🦇🦇🦇🦇🦇
¿QUÉ TAL MIS QIERODAS LECTORAS?🖤 ¿SE ESPERABAN DESPERTAR CON UNA NUEVA NOVELA TAAAAAN PRONTO?
Bueno les cuento... Esta historia tal vez sea corta, no un micro relato, pero puede que no pase de los treinta capítulos y sí, lo sé, muchas veces digo eso y terminamos con algo medianamente largo, sumado a lo que puedo tardar en actualizar🤣
Pero como dije antes, no importa cuántos días pasen, yo siempre escribiré porque me gusta y no dejaré de hacerlo 🖤Además, ustedes me han pedido ser protagonistas y yo no me resisto a darles su gustito... Como podrán leer, esta vez le ha tocado a Mar Isa Macip, quien siempre está apoyándome. Ha sido la primera en seguirme por tiktok cuando me lo creé. POR ESA MISMA RAZÓN y por lo que hemos hablado, tanto en mi grupo de Wpp BATICHICA y por privado; se merece este protagonismo 🖤
Por consiguiente, les dejo las imágenes de nuestros protas... El nuevo jefe y la secretaria:
Salvador Toledo, 43 años.
Isamar Macip, 30 años.
Isamar Macip
El vicepresidente me llama para que vayamos a su oficina luego de hablar con el nuevo jefe y supongo que querrá algo de información por nuestra inesperada reunión.
—Permiso— digo al llegar y entrar directamente.
Me paro frente al escritorio y observo a Samuel bastante tenso o preocupado.
— ¿Qué te dijo?
—Lo mismo que usted. Que no puede despedirme.
—Esa fue una buena idea de mi hermano. Tú eras su empleada favorita, además de considerarte una hija. Sabes cómo nos manejamos nosotros y lo que nos agrada, aún sin tener la necesidad de comunicártelo.
—Entiendo— respondo, y la verdad es que sí, lo hago, pero no me creo indispensable.
—Ahora solo deberás soportar a mi sobrino. Es amargado desde que nació, no te preocupes, ni te asustes. No tiene humor para nada y, sinceramente, tal vez ni siquiera deberás verlo porque dudo que pueda quedarse en este país.
—¿Piensa que manejará la empresa desde Canadá?
—Es una posibilidad. Vuelve a su aburrida vida con su falsa novia y se asegura de que su madre no le presente a cualquier mujer.
—Entonces, ¿esa es la razón por la que se fue?
—Solo supongo. María ha querido que él se case desde que tuvo veintisiete, pero ya ves, no lo ha logrado.
—Puede que lo haga con la señorita Violet.
—No, sé que eso no pasará. — niega muy seguro.— Esa relación es la conveniencia justa para ellos. Salvador se libera de un posible matrimonio y ella disfruta de los negocios que él consigue. Para las modelos mayores de treinta, es difícil conseguir contratos cuando sus cuerpos "no dan la talla"— hace comillas con sus dedos — Desgraciadamente, así es ese tipo de trabajos. Deben verse eternamente jóvenes, pero eso, obviamente, se termina.
—De igual manera, el señor Salvador tiene su propia empresa
—Es cierto, y ha dejado a uno de sus amigos a cargo. Sin embargo, mi sobrino piensa igual que los Toledo: solo uno puede asegurar un buen trabajo. O mandarlo a la quiebra, aunque de eso, es preferible también ser uno mismo quien ejecute sus errores.
— Claro...
Hago silencio porque ya no sé para qué me llamó. No me ha preguntado nada que me parezca importante.
—¿Ordenó reformas?
—No.
—¿Ver documentos?
—Todavía no, pero supongo que querrá hacerlo.
—Los que yo tengo, no puedes dárselos.
—¿Qué le digo cuando me los pida?
—Que venga a hablar conmigo.
Asiento,aunque no muy segura de eso. Jamás había visto al señor Samuel preocupado por la revisión de unos contratos.
A los pocos segundos me pide que vuelva a mi puesto y allí está el asistente de Salvador Toledo, sentado en mi silla, moviendo mis pertenencias de lugar y haciendo caras raras al fondo de pantalla en la computadora.
—¿Qué haces?— le pregunto
—Este es mi puesto.
—Estás equivocado, es el mío—me señalo a mí misma.
—Lo era. Ahora debes estar en aquel escritorio — me señala uno cerca del ascensor, que mira justamente hacia las puertas.
Más que secretaria, seré recepcionista de piso. Veré quien entra y sale de aquí, como si eso fuese importante. Incluso hay empleados que entran solo a hablar con el vicepresidente para obtener la autorización de algún permiso de diseño.
Me dedico a ser secretaria de presidencia y por lo mismo debería estar cerca de la oficina, pero el nuevo jefe quiere retirarme de mi cargo, aunque no pueda despedirme por lo que dejó dicho o escrito su padre.
Aún parada en mi escrito, del cual todavía no he sacado nada, aunque el asistente Juan me las está entregando; despierto de mi nube quejumbrosa, donde solo he tenido pensamientos inservibles, y voy hasta la puerta del CEO.
Él da la autorización de entrada y se cruza de brazos al verme entrar.
—Dije que hablarías únicamente con Juan.— me regaña y recuerda.
—Lo sé, pero tu asistente me está echando de mi escritorio.
— Yo se lo he pedido.
—No puedes hacerlo.
—No tengo permitido despedirte porque mi padre dejó estipulado que deberás ser la secretaria de presidencia hasta que tú misma decidas renunciar, lo que creía imposible. Sin embargo, en ningún lado dice que no pueda alejarte de mi puerta, la cual será ocupada por mi asistente. Me conoce perfectamente y sabe lo que necesito, antes de pedírselo.
—Eso lo entiendo, es tu mano derecha y todo lo que quieras, pero ese es mi puesto. No tengo porqué moverme hasta las puertas del ascensor.
—Lo tomas o lo dejas. Puedo recibir y firmar tu carta de renuncia cuando gustes.
—Así que eso es lo que quieres.— me rio sin poder controlarlo.
Salvador Toledo quiere que me vaya de la empresa y no sé por qué. Jamás lo había visto, ni hablado de él.
Bueno, lo último sí, pero solo con la señora María, su madre. Bien de chusma.
—No, para nada, solo te doy una opción.
—No me agrada, lo siento— respondo con una sonrisa fingidamente tímida.
Él me mira unos segundos y suspira casi derrotado, por lo que supondrá que no será fácil sacarme de este edificio.
—Aleja tu escritorio hacia un punto en el que puedas ver y manejar, tanto el lado de presidencia, como de vicepresidencia.
—¿Seré secretaria de ambos?— cuestiono con dudas
—Algo así, pero más que nada, serás quien informe quién entra a este piso.
—No soy, ni sirvo para recepcionista. No tengo simpatía.
Le miento descaradamente porque sé que si me lo propongo, podría ganar el concurso de Miss en esa categoría, pero no quiero hacer lo que él me pide. Sé que doy para más.
<
Tengo información valiosa, tanto de la empresa y de la propia oficina, como de cada empleado y documento.
No soy una más del montón registrado bajo las labores de la joyería. Soy quién tiene los secretos que el señor Saúl me confesó y sé en quién confiar o no. Sé que socio vale la pena y quién está del lado de la competencia...
—He dado una orden como el nuevo dueño que soy, por lo que debe cumplir, señorita Macip.
Toledo frunce el ceño supongo que harto de hablar conmigo o bastante cansado de verme compartiendo el mismo espacio con él, pero la verdad es que me quiero retirar triunfante, sabiendo que no puede despedirme y debe ceder ante mi reclamo.
—¡Haz tu trabajo dónde te parezca más cómodo, pero vete ya!— exige.
Le sonrío y agradezco con sarcasmo, como si él me hubiese sorprendido con la dichosa oferta. Sin embargo, no quiero seguir tensando su humor,así que me voy de la oficina y lo dejo solo.
Su actitud fue provocadora, desafiante, autoritaria y sumisa, pero yo no me quedé atrás e hice prácticamente lo mismo. Que horror, esto será una guerra interminable, en donde solo ganará el que tenga más paciencia.
🦇🦇🦇🦇🦇🦇🦇
COMO SABENNNNN Y SIEMPRE LO REPITO ¡¡¡LAMENTO LA DEMORA!!! 🖤
Un cap más para conocer la personalidad de nuestros personajes y el próximo será con el punto de vista de Salvador... ¡Las amo, hasta el siguiente!
Salvador Toledo
He vuelto a México únicamente porque mi padre falleció y debo hacerme cargo de su empresa, mi herencia.
En un principio, me fui de este país porque mis padres insistían en manejar mi vida, mis pasos, y condicionarme a quién debía hablarle.
Tenía veintisiete años cuando mi madre empezó a buscarme novias o, mejor dicho, futuras esposas. Estaba en mi época más tranquila, tenía un buen puesto en la empresa joyera y todo lo había logrado por mi propio esfuerzo, gracias a que mentí con respecto a mi apellido y nadie conocía mi cara porque no asistía a eventos, ni con mis padres, ni solo.
El hijo del gran Saúl Toledo era todo un enigma misterioso. Un hombre que ni siquiera deseaba mostrar su cara y/o, supuestamente, no estaba interesado en los negocios familiares. Sin embargo, aunque el mundo no sabía quién era, sí estaba metido de lleno en aprender absolutamente todo sobre la empresa; desde la administración, los empleados y la fabricación de nuestros ejemplares valiosos.
El problema es que me descubrieron un día en el que acompañé a mi madre a un restaurante. Un único día en el que quise acompañarla públicamente y los reporteros estaban listos con sus cámaras para mostrar mi cara.
Lo más interesante para ellos, pero su primicia, fue mi condena social.
Siendo menor de treinta años, millonario gracias a mi apellido y estar soltero, quisieron vincularme amorosamente con cuanta mujer hubo, pero ninguna de ellas me interesó realmente y ni siquiera estuve cerca de alguna de las mencionadas. Primero que nada porque no me causaban impresión y segundo porque, directamente, no quería saber nada de quienes solo querían engrandecer su ego o popularidad.
Hasta hoy, mi vieja y única amiga ha sido Violet, la misma que desde hace varios años finge ser mi novia para que mi familia no insista con un matrimonio.
No salimos juntos, tampoco nos hacemos ver como una pareja, pero mi palabra y alguna que otra foto "amorosa" con ella es suficiente para que mi madre no mencione un futuro casamiento o el nombre de alguna mujer con quien quiera emparejarme... como aún intenta, sin respetar mi supuesta relación. Aunque sospecho que jamás me creyó.
Sin embargo hubo un nombre... uno que se quedó grabado en mi memoria desde el primer día que lo dijo. Fue en una videollamada, cuando ya me había mudado a Canadá y después de varios meses en los que no los pude visitar; mi madre me dijo que una joven de veintiséis años había empezado a vivir con ellos y me preocupé, sinceramente. No era cuestión de dinero, sino de peligro real. Ellos no conocían a esa chica, a la que le habían abierto las puertas de su casa y de su vida.
Recuerdo que le dije que estaba loca por recibir a una completa desconocida, que no tenía obligación para con esa individua y que la sacaran cuanto antes de la mansión, pero no me hicieron caso... Y con razón... Esa misma mujer los hipnotizó y también lo hizo conmigo cuando, en las siguientes llamadas, me contó cuál era su comportamiento, sus ganas de vivir, de trabajar, de obtener sus propios logros.
Isamar Macip... una joven que llegó a la vida de mis padres de una manera inusual, pero justo cuando ambos necesitaban una oportunidad...Ella para sobrevivir al mundo, y ellos para ayudar a quién realmente lo apreciará.
Sé que estuvo más de dos años y medio viviendo con ellos; que mi padre le pagó un curso intensivo de administración, secretaría y asistente. Sé que Isamar obtuvo la mejor calificación, del cien por ciento completamente. Sé que mi padre la colocó como secretaria de presidencia. Sé que ella anticipaba cada movimiento a favor de la empresa; que sabe secretos, que se ganó la confianza de cada trabajador, que mis padres quisieron adoptarla como hija propia, que querían dividir la empresa en cuatro partes iguales para heredarle también a ella... Y sé que lo hicieron porque me pidieron permiso, además de que debí firmar un documento en el que renuncié voluntariamente a cierto porcentaje.
Sé cómo es la personalidad de Isamar y he visto fotos de ella, todo gracias a mi madre, quién desde que acepté a esa "intrusa" en la mansión de mis padres; me mostró su imagen... Una realmente encantadora, según pude apreciar.
🦇
Desde que mi padre fue enterrado en el panteón familiar, he vivido con mi madre para hacerle compañía en su dolor y cuidarla, ya que es mayor y no quiero que se deprima más de lo "normal".
Volviendo a abrir las puertas de la empresa, avisé que algunos empleados podrían ser despedidos para renovar el personal por uno de mi plena confianza, pero a quien no puedo despedir es a quién también es dueña, Isamar Macip. Aunque ella aún no sabe qué es poseedora de una cuenta bancaria millonaria.
Según las palabras de mi madre, la secretaria no estará dispuesta a aceptar este acuerdo que hemos hecho los Toledo a sus espaldas, algo que quiso asegurar mi padre, para el resto de su vida. Y, aunque no lo sepa, la entrenaré personalmente para que pueda encargarse de esta empresa, así que cuando eso suceda, podré volver a Canadá, a mi propia empresa. La que he fundado desde cero, sin ayuda de mi familia.
Conocerla físicamente fue... ¿emocionante? Va, ni siquiera habría una palabra justa para determinado sentimiento. ¿Por qué? Es que, simplemente, su belleza sería capaz de hipnotizar incluso a un ciego y fuera de eso, su personalidad fuerte es... fascinante y entretenida. Lo que me asegura que mi estancia en este hermoso país valdrá la pena, puesto que no todo será trabajo aburrido y podré molestarla lo suficiente para tener un buen recuerdo.
Uno de mis amigos está encargándose de mi empresa en Canadá y también cuidando de la carrera de Violet, a quien se le complica cada vez más conseguir trabajo por su edad, además de que su cuerpo ya no es de los mejores, según los estereotipos del modelaje. Pero le he dicho que lance su propia Agencia de modelaje, una que sea específicamente para tallas grandes o edades avanzadas, de esas a las que les cierran las puertas y "jubilan" con rapidez.
En fin, volviendo al tema de Isamar, puedo decir que incluso cuando vino a reclamar me pareció interesante porque, normalmente, las empleadas sólo aceptan lo que les toca, pero no, ella quiere la justicia propia. Quiere su puesto de trabajo, su escritorio, su espacio, etc. y eso es muy valorable.
Aunque hay algo que ni siquiera me animo a repetir en voz alta... Unas palabras que mi madre me dijo y enseguida negué.
Mi padre fue el hombre que tuvo la idea de adoptarla y después de varios meses mi madre se negó rotundamente... porque... quería que Isamar fuese la mujer con quien comparta mi futuro.
Mi linda madre no quiso adoptarla como hija porque, asegura que, en nuestras llamadas, cada vez que mencionaba a Isamar, aún sin haber visto su foto; yo sonreía enamorado.
Algo que creía imposible...
Hasta que la vi con mi tío Samuel.
—Debo estar loco. Es la edad y la falta de S£×0— digo tratando de convencerme a mí mismo.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play