Antes de seguir con la historia de mi vida y de la tragedia en que se convirtió, me presento. Soy Anna Lía Grajeda, actualmente tengo 52 años, hija única de una pareja humilde y sencilla como cualquier otra, mi papá Ignacio era agricultor y mi madre Matilde se dedicaba al hogar, aunque a veces también cosia ajeno en una vieja maquina de pedal. Aun así mi infancia transcurrió normalmente, apenas había lo necesario pero nunca pasamos hambre, yo creo que esto se debió a la excelente administración de mi madre que hacía magia con los pocos recursos que mi padre le daba, pero en fin, fui una niña querida y cuidada. Fui feliz de esa manera pensando que todo era normal. En la escuela tenía varios amiguitos más o menos en la misma situación familiar y así crecí sin el mayor problema.
Físicamente soy alta, morena, se puede decir que tengo una cara muy agraciada con unos ojos grandes y expresivos, cabello negro lacio y pesado, un cuerpo bien proporcionado un poco curvilineo. En general creo que soy guapa, no la belleza que llama la atención en cuanto entra a un lugar, pero tengo lo mio.
Mi carácter siempre fue mi talón de aquíles. Cuando inicie la secundaria y entre a la adolescencia algo en mi despertó el deseo de independencia y rebeldía, aunque yo trataba de seguir como antes cuando era una niña tranquila, siempre terminaba discutiendo con mis padres por todo, cuestionaba las reglas de la escuela y me metía en problemas con mis compañeros.
En fin, una adolescente como muchas, esta etapa pasó al madurar un poco, pero nunca dejé completamente de cuestionarlo todo.
También al crecer aprendí a soñar con otra vida, otras oportunidades, otros lugares y otras personas. Creía en el amor de cuentos de hadas, soñaba en que un príncipe azul vendría a rescatarme de esa vida campesina y monótona. En fin, la vida me daría las más duras lecciones más adelante.
La primera de ellas fue la muerte de mi mamá. Que tuvo una larga enfermedad cuando yo aun no había terminado la secundaria, al principio todos creímos que era algo sencillo, cansancio, un virus, no sé.
Pero al paso de los meses no mejoraba con ningún remedio de esos que le recomendaron las señoras del pueblo, después la vio un médico al que la llevó mi papá a un pueblo cercano donde había un centro de salud. Este doctor le mando a hacer muchos estudios y les dijo que regresarán hasta que tuvieran todos los resultados.
Mi papá no tenía dinero para hacerlos, pero tenía la intención de hacer lo que fuera para conseguirlo. Así que regresaron igual que como se fueron y él comenzó a hacer hasta lo imposible por juntar el dinero, esto implicaba que yo ya no seguiría estudiando después de terminar la secundaria, como él se buscó más trabajos yo me encargaba de la casa y de cuidar a mi mamá, fueron tiempos muy duros, mi mamá se iba consumiendo poco a poco y nos teníamos que apretar el cinturón para cuidar el dinero y juntar lo de los análisis. Así pasó mucho tiempo, casi un año. Por fin mi padre logro reunir el dinero y realizarle los estudios requeridos por el doctor, pero cuando regresaron a consulta ya las cosas se habían complicado y el diagnóstico no era alentador, sino todo lo contrario. Cáncer en etapa terminal.
Perdimos un tiempo muy, muy valioso juntando lo de los estudios y ahora nos decían que le quedaban pocos meses de vida, que tenía que alimentarse bien y descansar, no había nada más que hacer, ningún tratamiento nos ayudaría a que sanará y que el final estaba muy cerca.
Así que pasamos casi 6 meses cuidándola y esperando el desenlace más amargo de su vida. Al final solo se quedó dormida y no volvió a despertar. Mi papá y yo nos sentimos perdidos sin ella y fue muy duro, pues aunque sabíamos que esto pasaría, nunca dejamos de esperar un milagro que claramente no llegó.
Así me quedé solo al cuidado de mi papá y nos unimos más que antes.
Yo solo tenia 14 años y me toco llevar una vida de ama de casa, atendiendo a mi papá, así que ni tiempo tenía de conocer amigos, pasear, estudiar o andar de novia como las demás chicas de mi edad, mis amigas se fueron alejando, todas menos una, Lorenza.
Lorena y yo estuvimos juntas desde la primaria y ella tenía tan lindo carácter (que heredó de su mamá) que nunca me dejó sola, me visitaba cuando mi mamá estaba enferma y me llevaba algún postre delicioso que su mamá le enseñaba a hacer para que le diera a la mía, en ocasiones era lo único que comía. Ella y su mamá eran como nuestro ángeles de la guarda. Siempre le estaré sumamente agradecida.
Mi vida transcurrir entre los quehaceres domésticos, estaba muy ocupada siempre y la única que me sacaba del aburrimiento era Lorenza.
Siempre me decía que si seguía así me convertiría en la solterona amargada del pueblo, y tenía razón. Desde la muerte de mi madre me había amargado un poco, ya no sentía alegría por vivir y nada me causaba placer. Era como si tuviera el alma anestesiada, no quería sentir para no sufrir.
Hasta que mi querida amiga tuvo una brillante idea, me regaló un cachorrito.
Una mañana de sábado llego muy temprano con una cajitas en la espalda y con mucha emoción me dijo: adivina que tengo aquí? Yo solo la miraba como si estuviera loca, porque llegó agitada, roja, emocionada y muy rara. Ya déjate de adivinanzas qué no tengo tiempo para tus niñerias, le conteste, pero ella seguía insistiendo. Así que le pedí que me enseñara lo que traía de una vez porque tenía mucho que hacer en la casa. Lorenza con una gran sonrisa me entregó la caja y al abrirla una bola de pelos desordenados con dos ojitos brillantes como capulines me miraron con una ternura indescriptible que inmediatamente me enamore. Es un pequeño regalo para que no estés sola todo el día, me dijo.
Abrace al perrito y agradecí con mucho entusiasmo a mi amiga. Nos pusimos a jugar con el y a adaptarle una camita, comedero y demás. Tanto nos entretuvimos que ni hice la limpieza ni la comida, cuando llegó mi papá a comer nos encontró jugando en el piso con el perrito, yo ne sobresalte y le dije que no había nada de comer, le pedí perdón y me ofrecí a preparar algo rápido para que comiera, pero el solo sonrió y me dijo: No te preocupes, me encanta verte así de feliz, hace mucho no te veía sonreír así que mejor vamos a comer algo al pueblo los 3 y luego llevamos a Lorenza a su casa. Las dos estuvimos de acuerdo y nos fuimos con mi papá a comer, claro está que a greñas (así le pusimos al cachorro) lo dejábamos dormido en su cajita.
Ese día resultó maravilloso y me abrió el corazón nuevamente.
Pero como resultado vendrían consecuencias no tan buenas.
Resulta que a greñas le gustaba explorar los alrededores de la casa, yo lo dejaba porque no se alejaba mucho, y mientras hacía mis deberes de ama de casa, así pasábamos los días, pero un día si se alejó mucho y no supo regresar, yo lo busque hasta la hora de darle de comer y no apareció. Mi papá me dijo que después de comer si no regresaba saldríamos a buscarlo y así lo hicimos. Él se fue hacia el pueblo y yo para el monte, lo llamaba y nada. Ya me estaba desesperado cuando oí como ladraba, pero como jugando, extrañada me acerque sin hacer ruido y lo vi, bueno, los vi. Estaba jugando con un chico guapísimo, al notar mi presencia greñas corrió a recibirme y el chico volteó y me regaló una sonrisa hermosa. Hola me dijo, soy Vicente López, encontré a tu perro perdido, deberías tener cuidado. Te lo pueden robar, de hecho si no hubieras aparecido me lo hubiera llevado.
Gracias, apenas atiné a decir. Bueno pues como me imagino que regresaras a tu casa, permite que te acompañe, así se donde vives y puedo pasar alguna vez a jugar con el perrito. Ok, pero me dejas cerca de la casa porque mi papá se va a enojar si me ve contigo. Solo asintió y caminamos de regreso. Hablamos de trivialidades, pero era como si nos conociéramos de siempre, al llegar se despidió con un beso en la mejilla de lo más normal, pero yo me sentí muy apenada y me puse roja como tomate, el al notarlo no dijo nada, solo sonrió y dando la vuelta se fue.
Mi papá llegó después y se alegró por que ya estaba con greñas en casa, le conté donde lo encontré pero omití todo acerca de Vicente.
Yo no podía dejar de pensar en él.
Los siguientes días estaba irreconocible, no quería hablar con mi papá, me pesaba el secreto que me estaba guardando, incluso me encerraba en mi recamara para que no me delatar mi cara, pero mi papá se preocupó y creyó que estaba triste de nuevo.
Hasta que tuvimos una visita que cambio las cosas radicalmente.
Lorenza y su familia llegaron una tarde de visita, no me lo esperaba para nada, nos llevaron la invitación a la fiesta de 15 años de Lorenza qué se celebraria en unas semanas, y ya estando ahí mi papá los invito a quedarse a tomar un café, Lorenza y yo salimos a jugar con greñas y los mayores platicaban adentro. Aprovechando que los visitantes eran una familia muy respetada y buenas personas mi papá les confío su inquietud al respecto de mi comportamiento, ellos le aconsejaron que me permitiera visitar a Lorenza en su casa y dar paseos más frecuentemente por el pueblo para que volviera a relacionarme con gente de mi edad y no me sintiera tan sola.
Mi padre que me adoraba, asintió. Después de eso me animaba a pasear y yo me sentí desconcertada pero no dejaría pasar la oportunidad de buscar a Vicente en el pueblo, aunque sea para verlo de lejos, o eso pensaba yo.
Y se dio el encuentro, el me invitó a dar un paseo y nos encontramos en el campo a solas, charlamos y yo pensé que le gustaba en serio, pero no fue así. Días después mientras me dirigía a la casa de Lorenza lo vi besando a una chica, como si tuviera un imán me acerque para ver con quien estaba y escuche como se burlaba de "la huérfana inocente" refiriéndose a mi. Retrocedí sobre mis pasos, por lo menos me enteré pronto de sus intenciones, pero rompió mi ilusión y me volví a encerrar en mi caparazón, estaba segura de que la vida me odiaba y yo odiaba mi vida.
No quería más paseos, incluso no quise ir a la fiesta de Lorenza, cuando ella me reclamó solo le dije que no fui por pena de no tener nada que regalarle. Obviamente me perdonó pero fue la primera vez que le mentí.
Mi padre se preocupa cada vez más por mi, ya no quiere salir de casa porque ahora se que en el pueblo me ven como la pobre huérfana, me hacen menos y eso me lastima y me da rabia. Además estoy triste por Lorenza, elle se va a ir a seguir con sus estudios a Mazatlán y vivirá con su madrina que reside allá. Me da tristeza pero también envidia. Yo no tengo ningún familiar que me pudiera recibir, además que no podría dejar a mi papá, es la única familia que me queda.
En fin todo parece moverse menos yo.
Pero mi vida también cambiaría. Cuando Lorenza me platicaba sus planes mi papá la escuchaba muy atento aunque disimulaba qué no. En su mente ideaba la manera de que yo también tuviera otras oportunidades, el quería verme feliz y sabía que sin mi amiga solo estaría más aislada.
Terminó por pedir la opinión de los padres de Lorenza y ellos lo orientaron. Le presentaron a Doña Chonis, la madrina de su hija que tenía una casa de huéspedes y era donde estaría mientras estudiaba. Pero debido al costo de el hospedaje la única opción era que estudiará por la mañana y trabajara por la tarde. Definitivamente a él le parecía que era peor que me quedara encerrada en casa toda la vida. Así que habló conmigo y ni bien me explico con detalle su plan yo me enoje y con mi gran bocota le dije que quería deshacerse de mi, que le estorbaba y no se cuántas barbaridades. No se desesperó y me explico bien todo lo que pensaba y no me quedó de otra qué decirle que si.
Se que estaba sacrificandose por mi, pero también me dolió sentir que lo único que tenia se quedaba atrás. Lo único bueno es que me acompañaba mi amiga de siempre así que me iría a cambiar mi vida, pero no de la manera que se esperaba.
Pasaron los días y nos preparamos para partir, yo tuve que comprar ropa y lo necesario para mudarme ya que estando en la casa siempre no daba importancia a lo que usaba, generalmente era ropa vieja y remendada ya que no había mucho dinero, otro sacrificio que teníamos que hacer.
Con todo listo llegó el momento de la despedida y el dolor con ella, dejaba al único hombre que me había cuidado y querido toda mi vida. Muchos cambios para mi y para él.
Nos marchamos, con los ojos llorosos y el corazón agitado. Empezamos una etapa de incertidumbre y esperanzas, todo por un futuro mejor.
Nos instalamos con Doña Chonis en una recamara las dos y me tocaba buscar un trabajo de medio tiempo de lo que fuera, siendo que nunca había trabajado más que en la casa. No sabía por donde empezar, y como no tenía experiencia ni relaciones, me daba verdadero pavor no encontrar nada y no poder cubrir los gastos. Doña Chonis muy atenta me pregunto que podría hacer para ver algún modo de ayudarme a encontrar trabajo. Después de unos días en los que anduvo buscando como colocarme, consiguió un puesto en una mercería muy grande, yo no tenia mucho conocimiento, pero como mi mamá cosia, más o menos estaba familia rizada con estos artículos y me resultó un poco más fácil comenzar.
Ya estaba encaminada, y creí que todo marcharia bien, cuán equivocada estaba, pero en ese momento no lo podría adivinar.
Trabajaba todas las tardes y salía ya de noche, según el horario salíamos a las 8:00 pm qué era la hora de cerrar la mercería, pero nos teníamos que quedar a acomodar todo lo que quedaba fuera de su lugar y a hacer el corte de caja. Éramos 7 empleados, el encargado, dos muchachos que se encargaba de surtir todo del almacén, tres chicas que atendimos el mostrador y una señora que hacía la limpieza. El encargado se ocupaba del dinero y el corte de caja, pero no podíamos irnos hasta que el terminara por si hacía falta algo. A veces ya habíamos terminado de acomodar todo y mientras el terminaba nos quedábamos platicando entre nosotros.
El encargado se llamaba Alfredo, era el mayor de nosotros a excepción de Chavelita la señora que limpiaba, que además era prima de Doña Chonis, Los chicos de almacén eran Esteban y Sergio y mis compañeras de mostrador Cecilia y Norma. Estaba haciendo amistad con ellos, y se me hacia gracioso quejarme y despotricar contra todo lo que no me gustaba del trabajo, como siempre metí la pata. Alfredo se enteró de lo que hablaba y claro que no le gustó nada. Un día cuando llegué me llamó la atención delante de todos y me dijo que si tan mal estaba el trabajo estaba en libertad de buscar otro, pero no creía que en otro sitio me dieran siquiera una oportunidad puesto que mi trabajo dejaba mucho que desear y el no me recomendaría de ninguna manera.
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