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La Experiencia Adquirida

Golpe de realidad

Al momento de abrir la puerta de aquel establecimiento, Daniela agradeció por el aire fresco que golpeo su cara. Hacia una hora que había llegado a la reunión que habían organizado sus amigos y el haber bebido un par de cervezas comenzaba a pasarle factura. Daniela supo que era un error al no estar acostumbrada a beber, pero Jenni casi siempre insistía en que le hacía falta soltarse y aprender a divertirse; aunque Daniela no lograba entender donde estaba la diversión en sentirse mareada y con ganas de vomitar. Esa noche había cedido, y no lo hizo porque se sintiera presionada o algo parecido, después de todo ella ya era una mujer adulta de veinte años y no una adolescente que pudiera ser influenciada tan fácil, sino porque de verdad le pareció un buen momento para dejar de ser tan recatada. 

Daniela bajo los escalones tambaleándose, la calle a la que daba la puerta trasera de aquel bar no era muy transitada a pesar de que aún era temprano, quizás se debía a la poca iluminación pues solo había una lámpara al final de la calle y de no ser por el foco que colgaba sobre la puerta del bar, Daniela ni de loca se hubiera atrevido a estar ahí sola.   

Estaba apunto de entrar para seguir con la fiesta como solía decir Jenni, cuando una risa de mujer llamo su atención. Seguro era una pareja que había salido a besuquearse aprovechando la pobre iluminación; se escucharon unos susurros más, al parecer provenían del callejón que estaba a un lado del local. Daniela se encogió de hombros, no era un asunto suyo, al menos no se veía a si misma con las ganas de ir a presenciar algo así. Daniela se encogió de hombros y se dio la vuelta para entrar, pero apenas hubo puesto un pie en el primer escalón escucho la otra voz, una voz masculina que en ese momento fue inconfundible para ella.    

Daniela había asistido a esa reunión con la esperanza de que el también iría, fue por eso que se puso ese vestido, un poco más corto de lo que ella acostumbraba y aunque el corte amplio de la falda además del color rosa la hacían ver más tierna de lo que ella quería, se sentía cómoda y bonita con ese vestido; ella no era una chica con grandes atributos femeninos como por ejemplo Jennifer, que tenía curvas que hacían voltear a más de uno cuando paseaba por la calle. Quizás lo único que ella tenía a su favor era una cintura estrecha y bonitas piernas, además de una cara bonita, de eso podía darse cuenta al mirarse al espejo, sus ojos verdes por si solos podían completar el cuadro, pero claro que, a lo largo de cuatro años, eso no había sido suficiente para lograr gustarle a Alex. Era triste, pero él la había rechazado todas las veces que ella había manifestado sus sentimientos hacia él alegando que no buscaba tener una relación seria con nadie, que eso del amor era algo que no tenía importancia para él y más argumentos hirientes como ese. Aun así, Daniela mantenía viva la esperanza pues no solo era así con ella sino con todas las chicas que se interesaban en él y solo en muy contadas ocasiones se le podía ver en compañía de alguna chica, pero eran relaciones muy esporádicas.  

— Esto te gusta ¿verdad? —le escucho decir con voz grave, casi como un gruñido, la chica respondió con un susurro ininteligible. No había que ser un genio para saber que esos dos no estaban jugando a las cartas. Daniela sabía que acercarse a comprobar seria masoquista de su parte, pero no fue capaz de detener el impulso de sus pies, corriendo el riesgo incluso de ser descubierta “espiando”. No había duda, a pesar de la escasa luz, pudo ver su rostro, Alex mantenía los ojos cerrados y la cabeza un poco inclinada hacia atrás, quizás llegando al momento cúspide de aquel encuentro. Daniela nunca se imaginó que vería al amor de su vida junto a un contenedor de basura empotrando a una chica contra la pared de un sucio callejón. Daniela se obligó a retroceder varios pasos hasta que choco con el primer escalón de la puerta del bar y entonces no pudo contenerse y vacío el contenido de su estómago. 

—Dani tranquila —Daniela estuvo a punto de caer cerca del vomito, pero Jennifer la detuvo — creo que dos cervezas es todo lo que puedes soportar —dijo con un toque de lastima y ternura.    

—Debo irme a casa. 

Jennifer noto algo raro en el tono de voz de su amiga, pero solo hasta que pudo mirarla bien pudo ver que algo más pasaba. Daniela estaba llorando.  

— Estas así por el ¿verdad? —Jenni paso de la compasión al enojo en un segundo —No deberías permitir que te arruine así la diversión, si el no viene, pues él se lo pierde, ya sabes cómo es, siempre haciéndose el interesante. 

—Alex está en el callejón — Daniela tenía las palabras atoradas en la garganta. — esta con una chica...— Daniela respiró profundo antes de hablar — teniendo sexo. 

Jennifer entendió por fin lo que pasaba. Un golpe de algo que parecía vidrio roto o algo parecido la hizo darse cuenta de lo cerca que estaban del lugar de los hechos, así que jalo del brazo a Daniela y la metió al bar de nuevo, la chica no protesto, lo primero era evitar que Alex la viera en ese estado. El volumen de la música no les permitiría hablar, por eso Jenni condujo a Daniela hasta el baño y una vez allí la abrazo, Daniela dejo salir sus lágrimas sin contenerse y estuvieron así por un rato. Jennifer sabía que su amiga estaba enamorada de Alex desde los dieciséis y durante esos cuatro años había albergado esperanzas de que ese chico le pidiera algún día ser su novia. Ella misma había creído que así seria, pues desde que Alex regreso un mes atrás después de haber estado un año viviendo en la capital con su madre, tuvo un notable cambio de actitud para con su amiga y de eso todos se habían dado cuenta. De todos modos, ahora que estaban solas debía hablarle con sinceridad a su amiga. 

—Amiga disculpa que te lo diga, pero … tu y Alex no tienen nada —dijo Jenni cuando noto que Daniela estaba más tranquila, dudo un poco antes de decirlo, su amiga era muy sentimental —él es libre para hacer lo que quiera. 

—Lo sé, pero es que yo pensé que él ya había decidido formalizar nuestra relación, o lo que sea que haya entre nosotros, yo creí que ahora me daría la oportunidad de estar junto a él.     

—Pero ¿Te ha dicho algo?  

—No, pero... desde que regreso se ha portado diferente conmigo. Ves que el otro día me acompaño hasta mi casa. 

—Si me acuerdo. 

—Él nunca había hecho eso antes —. Sonrió tímida— Otro día me invito a almorzar con él.   

—Eso no me habías dicho.  

—Desde que regreso de la capital, él se ha portado más amable conmigo, me sonríe, y me parece que le gusto quizás un poco.  

—Bueno, en todo caso no te desanimes por esto, seguro que solo estaba pasado un buen rato y ya. No tienes de que preocuparte porque hay chicas que solo le interesan para eso mientras que tu... 

—Pero yo quiero interesarle para eso también —declaro Daniela sonrojándose violentamente —¿Por qué tiene que estar en ese callejón con otra y no conmigo? No lo entiendo. 

—No creo que sepas lo que dices — Jennifer disimulo su sonrisa pues no quería que su amiga lo tomara a mal — mira cómo te pones toda roja solo con la idea, si tu estuvieras en ese callejón con Alex morirías de vergüenza, es más creo que no soportarías un buen beso en público, mucho menos un manoseo en la calle. 

—¿Tú crees que si yo fuera más … desinhibida, Alex estaría conmigo?   

Daniela parecía tener un punto, pero mal enfocado, pues Jennifer desde un tiempo atrás pensaba que ese amor que sentía su amiga por Alex no estaba bien. Si, Alex era un chico guapo, de los más guapos que conocía, pero sus aires de superioridad mermaban la seguridad de Daniela, la opacaba, aunque ella había tratado de convencerla de dejar ese asunto por la paz, Daniela no quería, así que, no le quedaba más que apoyarla, era su deber como amiga.   

—Creo que él está interesado en ti, o al menos es lo que ha estado mostrando en los últimos días, solo está buscando algo de diversión antes de, ya sabes estar en una relación formal. Ahora que lo pienso —Jennifer se llevó una mano a la barbilla en actitud reflexiva —él nunca ha tenido una relación medianamente formal ¿verdad? 

—Entonces crees que se está divirtiendo un poco, antes de decidirse a empezar una aburrida relación formal conmigo —. Daniela parecía dolida.  

—No Dani, no me malinterpretes. Yo no estoy de acuerdo ni justifico lo que está haciendo, me parece asqueroso, sobre todo porque he notado el interés que te muestra y parece sincero, entonces no debería hacer estas cosas. 

—Creo que ya me voy a casa.  

—A no, eso sí que no. No pienso permitir que el imbécil de Alex te arruine la noche —. Jennifer estaba decidida a hacer sentir mejor a su amiga y si no podía con palabras, pues entonces con un poco de ambiente y la compañía de sus amigos —. Lávate un poco la cara, date unos retoques y regresemos a la fiesta.  

Cuando el cristal se rompe

Daniela se lo pensó un momento. Quizás después de todo, si le hacía falta un poco de diversión. Haciendo caso a su amiga, Daniela se limpió la cara y retoco el maquillaje. Cuando regresaron a la mesa donde estaban los demás nadie reparo en que sus ojos se veían rojos, las luces y el humo no dejaban ver tan bien, todos siguieron en sus platicas como si nada, como si ni siquiera hubieran notado su ausencia, quizás para Daniela eso era lo mejor, que nadie notará como es que se sentía; el único que comento algo fue Diego. 

—¿Dónde estaban hermosa? —dijo dirigiéndose a Jennifer, su novia.  

—En el baño, retocándonos un poco —respondió Jennifer riendo un poco.

—Tardaron mucho.

—A ya mejor olvídalo y ¡vamos a bailar! —dijo la chica jalándolo del brazo y llevándolo casi a rastras a la pista de baile.

—Claro, yo también quiero tocar un poco —alcanzo a escuchar Daniela como Diego le susurraba al oído a su amiga mientras se pegaba a su cuerpo y ella reía. Daniela lo pensó de nuevo, quizás si le hacía falta soltarse un poco, ser menos modesta, menos tierna e infantil.

—¡Qué buena idea! Vamos a bailar Dani ¡Ándale! —dijo otro chico recargándose en su hombro casi ahogándose con su aliento alcohólico. Mientras detrás suyo estaba Natalia, su novia, mirando a los demás bailar.

—No Adrián estas muy borracho —dijo Daniela haciendo un esfuerzo por apartar a su primo de ella.  

—Claro que no ¡Estoy bien! ¡mírame! —. A Daniela le hizo mucha gracia el puchero que hizo su primo, parecía un niño pequeño al que le prohibían ir a jugar al parque. Aún así no tenía ánimos de bailar mucho menos con él, pues sabía que cada que se ponía así de borracho era peso muerto y había que literalmente cargar con él.

—Porque no mejor te vas a bailar con tu novia y dejas de molestar a Daniela.   

La sonrisa se le esfumó al escuchar a Alex a sus espaldas, tan cerca de ella. Su piel se erizó sin poder evitarlo y su rostro se calentó, seguramente estaría toda roja y agradeció en su interior que él no pudiera notarlo.

—No la estoy molestando —se defendió Adrián algo afligido.

—Dejala en paz —insistió Alex. Daniela pensó que quizás quería sentarse al lado de ella o el mismo invitarla a bailar pero entonces la imagen de lo que había visto en el callejón se filtró sin querer en su cabeza, provocando de nuevo el malestar en el estómago. Daniela no tuvo tiempo ni de voltear cuando sintió el agarre de Jennifer en su brazo, jalándola con ella a la pista de baile. Suerte que su amiga se había dado cuenta de aquello y fue en su rescate. A la distancia pudo ver a Alex sentándose en el lugar que ella había dejado vacío a lado de Adrián, mirándola desde ahí con su típica sonrisa presumida, igual que el cazador con una presa indefensa. Daniela hubiera querido sentirse halagada por tener la atención de aquel chico del que estaba tan enamorada, pero esa vez no fue así. Tal vez para el ella seguía siendo esa niña de dieciséis que saltaba para llamar su atención. Lo que vio en ese callejón le había afectado mucho, tanto que no podía quitarlo de su cabeza, incluso los sonidos. No era que Daniela fuera tan ilusa como para creer que él se mantenía célibe, de hecho ella misma lo había visto en compañía de una que otra chica; chicas que no solo eran hermosas sino también conocidas por su experiencia con los chicos, era claro suponer que es lo que hacía Alex con ellas y aunque eso la llenaba de celos, había una gran diferencia entre suponerlo a comprobarlo con sus propios ojos, eso la rompió por dentro.    

Consejos

Lo había intentado, Dios sabía que lo había estado intentando las últimas tres semanas y no era que el siendo un hombre de treinta y cuatro años tuviera miedo al compromiso como Valeria creía, solo que no tenía prisa, aun sabiendo que ya no era un jovencito, seguía esperando que apareciera la mujer que en realidad fuera para él. Aunque de cierta forma, era mejor que ella creyera eso y no lastimarla con la verdad; en tres meses que llevaban juntos no había logrado enamorarse de ella, por el contrario, se sentía cada vez más insatisfecho con la relación, una verdadera lástima, porque Valeria era una mujer encantadora, bella, talentosa, cariñosa. Gael pudo sentir por un momento que Valeria podría sacar la espina que tenía clavada desde algún tiempo, pero poco a poco se dio cuenta que no sería así y ya no tenía caso continuar con una relación que en realidad no los llevaría a ningún lado, menos el que ella esperaba. Por supuesto que, al ser una pareja de adultos maduros, cualquiera esperaría que actuaran conforme a esta condición y no se viera afectado lo laboral, al menos Gael lo pensaba así, pero resulto que de un día para otro y sin avisarle a nadie Valeria había dejado de apoyarlos en el albergue y llevado consigo facturas y algunos documentos que, si bien no eran de suma importancia, según lo que le había dicho Rubén, si eran necesarios para la contabilidad y esas cosas administrativas.     

Eran las once de la noche y de no haber sido por el mensaje que recibió de su amigo Liam, Gael no habría podido salir del departamento de Valeria. La mujer paso media hora invitándole una copa de vino y charlando sobre lo fría que se estaba poniendo la noche mientras vestía solo una bata de alguna tela ligera y semitransparente, que no la cubría casi nada; paso otra media hora buscando las facturas que ella tenia ahí sobre su mesa de centro y que misteriosamente había desaparecido y después encontró por casualidad en su habitación.  

Gael hecho un vistazo a su reloj de pulsera, la luz roja del semáforo parecía durar más de lo que era normal; no había tránsito a esas horas, pero Gael no era de los que se pasaban los altos, no porque nunca en su vida lo hubiera hecho, algunas veces cuando más joven lo había hecho, además de algunas otras cosas que se podrían considerar infracciones y no solo al conducir. Podría parecer aburrido, pero el prefería llamarse a si mismo “conductor prudente”.  Calculaba que en unos quince minutos llegaría al lugar que Liam le había indicado, aunque considerando que había recibido el mensaje desde las diez y media, y aun le llevo un poco de tiempo zafarse de incómoda situación con su exnovia, podría decirse que ya iba tarde. En cuanto la luz del semáforo cambio a verde, Gael piso el acelerador, aumentaría la velocidad aprovechando el hecho de que la calle estaba despejada. La vibración del teléfono lo saco de su concentración, con una mano tomo el aparato solo para lanzarlo al asiento junto a él, al ver que se trataba de ella; se sentía mal por ella, pero no estaba bien seguir alentando sus esperanzas. Gael volvió a mirar el reloj en su muñeca un tanto fastidiado. Ojalá que no se cansara de esperarlo.  

••• 

—¿Segura que vendrá tu hermano?, porque nosotros podemos llevarte a casa sin ningún problema.  

—Ya te dije que sí, no te preocupes — dijo Daniela tratando de tranquilizar a su amiga —ya debe venir por ahí. 

—Bien, porque no quiero enterarme después que te fuiste en autobús o peor que te arriesgase a irte sola en taxi —Jenni apuntaba con su dedo regañándola, Daniela solo reía por la actitud maternal de su amiga, quizás lo que mas le preocupaba a Jenni era su situación emocional,  no quería dejarla sola, ella sabía que en cuanto a su seguridad en su regreso a casa, su hermano siempre iba por ella en las pocas ocasiones en que se le hacia  de noche fuera de casa. Daniela agradecía esa solidaridad que caracterizaba a Jennifer, pero tampoco quería ser como se decía de "mal tercio”. 

—Amiga, de verdad no te molestes. 

—Sabes que no es molestia brujita —esta vez fue Diego el que insistió. La chica le lanzo una mirada de enojo por el apodo y Diego retrocedió encogiéndose de hombros divertido; él era así, disfrutaba molestando la, desde la secundaria, a pesar de que se habían hecho amigos y aún después de que se hubiera hecho novio de su mejor amiga, ya estando en preparatoria. 

—Mi hermano debe venir en camino, ya sabes cómo es, no le gusta que ande por ahí sola —. Jennifer frunció el ceño por el comentario de Daniela, ese "ya sabes cómo es", pero nadie se dio cuenta y pronto volvió a su actitud preocupada.       

—Sabes Dani… —dijo Jenni al tiempo que abrazaba a su amiga para despedirse y que Diego no escuchara—yo quiero que seas feliz, y si lo que quieres es estar con Alex estoy segura de que puedes conquistarlo, pero creo que … deberías darte la oportunidad de conocer a otros chicos— Daniela entrecerró sus ojos e intento separarse para verla de frente pero Jennifer mantenía el abrazo y continuo —no lo tomes a mal, pero si el puede divertirse con otras chicas, tal vez tú debas hacer lo mismo, no lo hagas por él si no por ti misma, ampliar tus expectativas, adquirir un poco de experiencia. 

Jennifer se separó sin darle tiempo a Daniela para decir nada; aunque hubiera tenido más tiempo no se le habría ocurrido nada que decir. Jenni le dio una última mirada que parecía más bien una advertencia, no me digas nada, solo piénsalo.   

—¡Cuídate brujita! —dijo Diego escudándose detrás de su novia, pues sabía que Daniela era capaz de levantar una piedra para arrojársela o incluso quitarse el zapato y lanzárselo. 

—Jajaja muy gracioso Diego. 

Daniela vio a sus amigos subir al auto y marcharse.

 

 

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