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"Entre El Odio Y El Deseo"

Capítulo

León Vargas
León Vargas
León Vargas, 34 años, frío, calculador, dueño de una empresa poderosa. Su familia fue destruida por los padres de ella.
Camila Rivas
Camila Rivas
Camila Rivas, 23 años, dulce, inocente, hija de un empresario corrupto. No sabe que vive entre mentiras.
León Vargas
León Vargas
Necesito que contraten a Camila Rivas como mi nueva asistente. Hoy mismo.
Secretarías
Secretarías
¿Está seguro, señor Vargas? Ella es hija de…
León Vargas
León Vargas
Precisamente. Es hora de cobrar cuentas pendientes.
Una hora después
León Vargas
León Vargas
Soy León Vargas. Desde mañana, serás mi asistente personal. Sé puntual.
Camila Rivas
Camila Rivas
Buenas tardes, señor. Gracias por la oportunidad. Prometo no decepcionarlo
León Vargas
León Vargas
Ya lo veremos.
Camila llegó al edificio con nervios en el pecho. Sus ojos brillaban de ilusión. No sabía que caminaba directo hacia las garras del hombre que juró destruirla. León la miró fijamente desde su oficina, sus ojos grises eran fríos como acero. Pero cuando ella sonrió… algo titiló dentro de él. No era parte del plan.
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Camila Rivas
Camila Rivas
—¿Café? —preguntó ella con una sonrisa temblorosa
León Vargas
León Vargas
—Negro. Amargo. Como todo en esta vida —respondió él sin mirarla.
La tensión entre ellos fue inmediata. Él la trataba con dureza, con frialdad. Pero cuando rozaba su mano al pasarle un documento, una chispa los recorría a ambos. Él se decía a sí mismo: “Es solo parte del castigo. Usarla, romperla… y devolverle a su familia lo que me hicieron.”
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Pero esa noche, al verla dormida en la oficina, con la cabeza recostada sobre la mesa… algo se quebró. Y no era parte del plan.
León Vargas
León Vargas
(pensando): Maldita sea… ¿Por qué me cuesta tanto odiarte?
Después de una hora
Camila Rivas
Camila Rivas
(mensaje de voz): Señor Vargas, me quedaré un poco más para organizar los informes de mañana… No quiero que piense que no valgo para este puesto.
León Vargas
León Vargas
(mensaje de texto): No pienses. Hazlo. Y cierra la puerta cuando salgas.
......
Camila Rivas
Camila Rivas
(Mensaje): Okay señor
Camila suspiró. León era el jefe más exigente del planeta. Cada palabra suya era como una daga, pero aun así… cada vez que se le acercaba, su cuerpo temblaba. No por miedo. Por algo más. Algo que le quemaba las entrañas.

Capítulo

Él, por su parte, la vigilaba desde la puerta entreabierta. Camila tenía el cabello suelto, unos mechones le caían sobre el rostro mientras tipeaba concentrada. León sintió un nudo extraño en el pecho. Recordó a su hermana menor. A su madre. A todo lo que perdieron por culpa del padre de esa chica. Y sin embargo… ahí estaba. Observándola con deseo.
Se acercó lentamente, en silencio
León Vargas
León Vargas
Es tarde, Camila. ¿No te enseñaron a cuidar tu seguridad?
Camila Rivas
Camila Rivas
(sobresaltada): No lo escuché entrar… Yo solo quería que el informe quedara perfecto para mañana.
León Vargas
León Vargas
¿Siempre te esfuerzas tanto para complacer a los hombres con poder?
Camila Rivas
Camila Rivas
(molesta): No soy ese tipo de mujer.
León Vargas
León Vargas
¿Ah, no? ¿Y por qué tiemblas cuando me acerco?
Se acercó a centímetros de ella. Camila retrocedió hasta chocar con el escritorio. Él la tenía atrapada entre sus brazos.
Camila Rivas
Camila Rivas
Esto no es profesional…
León Vargas
León Vargas
Yo no soy un hombre profesional cuando me provocan así…
Y la besó. Sin pedir permiso. Despacio al principio, saboreando el temblor de sus labios, luego más profundo, más salvaje. Ella quiso empujarlo… pero sus manos terminaron aferradas a su camisa. Se besaron con rabia, con deseo contenido. Una guerra de bocas. De cuerpos. Hasta que se separaron, jadeando
Camila Rivas
Camila Rivas
(temblando): Eso no debió pasar…
León Vargas
León Vargas
(con voz rota): Ya empezamos a romper las reglas, Camila. Y no pienso detenerme.
Camila no podía dormir. El beso de León seguía quemándole los labios. Había sido una locura, un error... y sin embargo, una parte de ella deseaba repetirlo. Nadie la había besado así. Con rabia. Con deseo. Con tanto poder que la hizo temblar por dentro.
. . .
Quería odiarlo. Quería llamarlo arrogante, cruel, abusivo incluso. Pero solo podía pensar en cómo sus manos le rodearon la cintura, cómo su boca invadió la suya con hambre.
. . .
El reloj marcaba las 11:47 p.m. cuando sonó una notificación.

Capítulo

León Vargas
León Vargas
(mensaje): Baja. Estoy afuera. No preguntes.
Su corazón se aceleró. Se puso un abrigo, bajó sin hacer ruido. Y allí estaba él, apoyado en su auto negro, con la mirada fija en ella.
Camila Rivas
Camila Rivas
¿Estás loco? ¿Qué haces aquí a esta hora?
León Vargas
León Vargas
No podía dejar de pensar en ti. Sube.
Ella dudó. Solo un segundo. Luego, abrió la puerta y se sentó junto a él. En silencio, manejaron hasta su Penthouse. Cuando llegaron, él no dijo nada. Solo la tomó de la mano, la llevó a su habitación.
. . .
Allí, las palabras sobraban.
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León la besó con más desesperación que antes. Como si llevara años reprimiendo ese deseo. Le quitó el abrigo. Camila jadeó cuando sintió sus labios recorrerle el cuello. Lo empujó contra la cama, se montó sobre él. Por primera vez, quería tomar el control.
León Vargas
León Vargas
Eres fuego, Camila…
Camila Rivas
Camila Rivas
Y tú… tú eres el incendio que me va a consumir.
Las ropas volaron. Los gemidos llenaron la habitación. Sus cuerpos se buscaron como si no hubiera mañana. León descubrió que ella no solo era dulce… también era intensa, salvaje, ardiente.
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Camila descubrió que bajo esa frialdad, León escondía una pasión desbordante. Le acarició el rostro cuando terminaron, sus respiraciones entrecortadas, los cuerpos sudorosos y entrelazados.
Camila Rivas
Camila Rivas
(susurrando): Esto… no fue solo sexo, ¿verdad?
Él no respondió. La miró a los ojos. Por primera vez, dudó. Por primera vez, el deseo y la culpa peleaban dentro de él.
León Vargas
León Vargas
(pensando): ¿Qué demonios estoy haciendo...?
Y sin embargo, no la soltó.
. . .
Camila despertó con el cuerpo envuelto en las sábanas de León y el alma revuelta. Lo buscó con la mirada, pero ya no estaba en la cama. La habitación, elegante y fría, aún olía a él. A deseo, a pecado, a una noche que jamás olvidaría.
.
Se levantó, se vistió en silencio y salió al salón. Lo encontró en la cocina, con el celular en la mano, hablando en voz baja

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