Londres, año 2007.
Las puertas del gran edificio se abrieron de par en par.
Todos los que estaban dentro, se hacían a un lado, daban una reverencia rápida o balbuceaban un "buenos días" antes de desaparecer del campo visual de la oji aceituna.
Sin embargo, un hombre de traje gris claro, la esperaba perfectamente peinado mientras sostenía una tablet en su mano.
—Buenos días. —saludo con una reverencia marcada
—Buen día. —ladró la mujer al pasar a su lado y seguir de largo
El pelirrojo, no perdió tiempo y la siguio de cerca.
—Itinerario de hoy. —ordenó la mujer, de manera tajante mientras se dirigia a su oficina
El oji verde, encendió la tablet que tenia en mano y empezó a leer los pendientes del día.
—Tiene una reunión de ejecutivos a las 8:30 a.m. Luego tiene un desayuno con un accionista a las 10:00 a.m. Una reunión con el departamento de finanzas a las 11:00 a.m. También una entrevista con el periódico local a las 12:30 p.m. Por último un almuerzo con su madre a las 3:00 p.m. Y me ha pedido que le entregue esto... —le tendió una carpeta
La oji aceituna la tomó y ojeo sin detener su caminar.
—¿Qué es esto?
—Propuestas para el proyecto de las farmacéuticas que desea construir alrededor del mundo.
La castaña miró con irritación al pelirrojo.
—Le dije a mi madre que ese es un proyecto muy ambicioso. —murmuró, cerrando la carpeta —Necesitamos socios económicamente fuertes o patrocinadores como mínimo, una farmacéutica está bien pero, ¿Dos?
—Cuatro. —le corrigió el oji verde
La trigueña se detuvo en seco y volvió a mirar el interior de la carpeta.
—Francia, Corea del Sur, Italia y New York. ¿En serio? —le miró —¿De dónde espera sacar tanta capital? —gruñó y sacudió la cabeza mientras cambiaba de dirección —Cuatro farmacéuticas nos llevará como mínimo 3 años de planeación y aún más la ejecución.
—Al parecer hay una familia de renombre que desea ayudar. También son expertos en genética y están interesados en el proyecto de su madre.
—¿Quiénes? —la mujer se plantó frente a los elevadores
—La familia Conde.
La castaña miró extrañada al asistente de su madre, pero antes de hablar, el hombre lo hizo.
—El jefe de familia está interesado en el proyecto y si se lo planteamos bien, podríamos recibir hasta el 70% de la financiación de este.
La trigueña asintió.
—Bien, quiero hablar con mi madre para hacerla entrar en razón —gruñó, apretando el botón del ascensor —Si no lo consigo, supongo que tendremos que conocer a los Conde y buscar quien diseñe el ambicioso proyecto de mi terca madre.
Las puertas del elevador se abrieron en su sonar peculiar.
—¡Lindo día, Peter!
La castaña y el oji verde, miraron salir del interior de la caja de metal a una mujer de cabello dorado, quien portaba un hermoso vestido floreado color azul.
—Lindo día, señorita. —sonrió Peter con cortesía
Cuando la rubia poso sus grises ojos en la castaña, dio un salto y se estremeció, pero logró contener una maldición.
—Sira... —la mujer palidecio y saludo con un leve movimiento de cabeza —Buenos días.
—Andrea. —ladro la oji aceituna, sin ánimos de ocultar su desagrado —Supongo que vino a ver a mi madre.
De pronto, la rubia recuperó su confianza y postura.
—Supones bien... —sonrió ampliamente —Bien, me retiro. Excelente día para ambos...
—Que tenga un excelente día, señorita Luna. —le contesto Peter
Pero, Sira, no le respondió.
La mujer les sonrió coquetamente y se alejo de ellos a pasos casi danzantes.
—Esa mujer no me agrada en lo absoluto. —gruñó la castaña —Me da mala espina.
—Su madre al parecer le tiene confianza.
—Me pregunto... Que le vino a decir a mi madre esta vez. —murmuró, ladeando la cabeza mientras la veía salir del edificio.
—Nunca lo sabremos. —Peter, se encogió de hombros
Ambos entraron al elevador.
—Debe decirle cosas importantes ya que no permite que nadie esté en sus reuniones, ni siquiera su más fiel mano derecha... —respondió la castaña, mirando al secretario
—Si no soy requerido, no me entrometo.
—En efecto... —suspiró —No deseo más dolores de cabeza por culpa de mi madre, ¿qué más hay para hoy? —cuestionó, mientras las puertas del elevador se cerraban con ellos dentro.
New York, año 2008.
La pluma, golpeaba el cuaderno con una particular sincronía, que casi, parecía una melodia.
La modelo Marie Conti llevaba hora y media hablando de su mascota con esmero. Sin embargo, la mujer que se suponía, debía estar interesada en las respuestas, simplemente estaba ajena al monólogo que la modelo italiana daba sobre su labradoodle.
Su mirada estaba perdida entre los zapatos de la modelo y la mascota que dormía a sus pies. La mano que ocupaba la pluma, repiqueteaba una y otra vez en el cuaderno en intervalos casi planeados de dos segundos.
—Y así es como planeo su rutina del mes. ¿Todo bien, señorita Buller?
La castaña parpadeo para salir de trance y clavo sus ojos aceitunados en los verdes de la rubia.
—Si, claro... Eh... ¿Comida de quien?
—Baffi, por supuesto.
—Claro, si... —irguiendose, cerró su cuaderno y tomando su grabadora la apagó —Gracias por su tiempo y dedicación al recibirme para hablarme de su mascota. —sonrió la castaña con delicadeza mientras se ponía en pie —Me retiro.
—Al contrario señorita Buller, muchas gracias por venir.
—Tina, puede llamarme así.
Guardando las cosas en su bolso, fue conducida a la entrada principal. Agradeciendo una vez más, salió de la mansión.
El aire fresco la abrazo y sonriendo, se dirigió de nuevo a su trabajo.
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Cuando llegó a su edificio, entro a la oficina de su departamento. Se sirvió un poco de café y suspiró cuando el aroma, caló en su nariz.
Saco el cuaderno que había usado y lo abrió en la entrevista del día. Su sorpresa fue grande cuando vio que había estado haciendo dibujos sin forma cuando no estaba repiqueteando en la hoja.
Dejando su café sobre la mesa, tomó el cuaderno y se dirigió al área de edición.
Su trabajo consistía en hacer las entrevistas y el área de edición de adornarlas, corregirlas y afinarlas para ser impresas en la revista.
Cuando entro al área de edición, área, donde se supone que debía estar trabajando, se dirigió hacia el final de la habitación.
En un escritorio, estaba su mejor amiga: Andrea Luna. Ella también era periodista; pero a diferencia de Tina, ella podía editar sus entrevistas. Algo que le fue negado a la castaña por ser relativamente novata en la revista.
Llevaba un dos años trabajando como periodista para la revista de chismes y entretenimiento: Vanity.
Originalmente había pedido trabajo como editora pero se le fue negado, a cambio, le dieron una oportunidad en el área de entrevistas.
Al haber regresado de España inmediatamente luego de su graduación, Tina había creído que tomar experiencia en otra área sería bueno para luego pedir su cambio. Sin embargo, hasta ahora, seguía en el mismo departamento...
Tina se plantó delante de la mesa de su amiga. Sin embargo, la peli dorada estaba absorta en sus documentos que no le prestó atención.
—Aquí tiene mi entrevista, señorita Luna.
—Gracias. —respondió la rubia sin mirarla —Déjela y... —pero al segundo, calló y la miró. Cuando sus ojos grises se conectaron con los de ella, su sonrisa se ensancho —¡Tina! —suspiró aliviada —Perdoname... He tenido demasiado trabajo, ¿cómo te fue con la modelo?
La trigueña suspiró, tomando asiento frente a su amiga.
—Lo mismo de siempre, preguntas referentes a su mascota.
Andrea suspiró.
—¿De nuevo una de animales? —hizo una mueca —¿Cuántas van este año?
—Cinco. —suspiró —A este paso, entrevistare a todas las mascotas de New York y ya no quedará en que trabajar.
—Deberías pedir tu cambio nuevamente.
Tina, sacudió la cabeza.
—Lo hice hace un mes. Me lo volvieron a negar... Necesito mínimo 3 años en esta área para que me consideren "apta".
La rubia suspiró.
—¿Qué harás? No puedes pasarte la vida entrevistando mascotas.
—Lo sé... Y hoy... No fue mi mejor día.
Su amiga la observó un momento antes de mirarla con tristeza.
—¿Es hoy? —cuando la castaña asintió, la oji gris se removió en su asiento un tanto, incómoda —¿Cómo te sientes?
—Bien... Eso creo... Ya pasaron cuatro meses y... Lo estoy haciendo bien.
Andrea estiro la mano y tomó la de su amiga para entrelazar sus dedos.
—Eres valiente Tina, no cualquiera sale de una relación tan tóxica como la tuya y vive para contarlo. ¿Me entiendes? —ella asintió —¿Deseas que me quede contigo hoy?
—No no, ya... Ya puedo dormir mejor.
—¿Qué hay de las pesadillas?
Tina, le sonrió para tranquilizarla.
—Ya no están. —mintió
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Cuando salió de edición, la oji aceituna se sentía mejor. Se dirigió a su departamento, subió al elevador y se recostó en la pared fría de este mientras cerraba los ojos.
Las puertas se abrieron, pero Tina seguía con los ojos cerrados.
—¿Acaso no tiene trabajo por hacer?
La castaña tenía dos opciones: ignorarla o ignorarla y tener problemas.
Abriendo los ojos con lentitud, observó a la mujer delante de ella. La peli negra tenía una mueca en los labios mientras sus ojos azules la taladraban con fuerza. El día de hoy, había decidido llevar un vestido entallado que no dejaba nada a la imaginación.
Le daba crédito, su delgada cintura se marcaba bien con aquella prenda.
Ladeando la cabeza, mantuvo la calma.
—He terminado una entrevista, lamentablemente no es tan entretenida como la última que tuviste con Jennifer López.
—¿Sigues entrevistando animales? —se burló —¿No has considerado renunciar?
Tina se cruzó de brazos mientras pasaba todo su peso de una pierna a otra.
—¿Cómo podría? Todos los días vengo a trabajar con la idea de parecerme a ti, Yolanda. Eres una inspiración para todo el departamento.
La adulo falsamente, ya que todos sabían que se acostaba con el jefe del departamento para tener privilegios. Aún así, como la oji aceituna supuso, su sarcasmo no caló en su cabeza ya que la peli negra le sonrió, complacida por sus palabras.
—Tienes potencial, Tina, lamentablemente no el físico o el intelecto para poder escalar. Deberías retirarte ahora que tu curriculum no tiene como referencia a todas las mascotas de New York.
Las puertas del elevador se abrieron y la mujer salió primero con una sonrisa triunfal, dejando atrás a Tina.
Las noches en New York, no eran menos agitadas que el día. Por el contrario, parecía que mientras más se ocultaba el sol, más movimiento había en la cuidad.
La castaña miraba fijamente su copa de champaña, la cual, no había tocado desde que la pidió.
—Señorita, veo que no ha tocado su comida. ¿Hay algo malo con ella?
Tina, miró al camarero quien se había acercado a ella con algo de timidez.
—No, yo... Por favor, guárdela para llevar.
El joven asintió y tomando su plato, se alejó de la mesa. Suspirando, se resignó a comer en casa.
Había decidido cenar fuera para no regresar a su departamento pronto, pero tampoco ese método funcionó.
El mesero llegó poco después con una bolsa.
—Aquí tiene.
—Gracias. —Tina miro la cuenta y pago antes de ponerse en pie y salir del restaurante
El frío la golpeó con fuerza, se acomodo el suéter y empezó a caminar hacia su departamento.
La gente transitaba por las calles a empujones, caminar era casi incómodo, pero al menos, no se sentía sola.
Siguió caminando hasta doblar en la siguiente esquina, su cuerpo choco con alguien que venía de frente pero ante tanta gente, ella no se pudo disculpar y siguió caminando.
Cuando llego a su departamento, considero llamar a Andrea para que la acompañará, pero sería admitir que aun se sentía insegura.
Conciliar el sueño le fue absolutamente un reto, su cerebro no le permitía descansar aunque su cuerpo estuviera gritándole que lo hiciera.
«—¡NOOOOOOO!»
Sobresaltada, la castaña se sentó en la cama mientras miraba a todos lados en buscar del intruso. Pero dentro, no había nadie.
Tina, se abrazo a si misma antes de romper en llanto.
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Al día siguiente, los bostezos no le faltaron. No había podido dormir y se la había pasado viendo la televisión hasta que fue hora de arreglarse para trabajar.
—¡TINA! —Andrea llego a ella y la jalo del brazo —¡Buenos... ¿Estás bien? —la miró preocupada —No dormiste ayer, ¿verdad? —preguntó —Debiste...
La oji aceituna, le sonríe con calma.
—Estoy bien.
Ambas suben al elevador y casi salen corriendo de ahí cuando ven a Yolanda dentro.
—Buenos días. —balbucea la rubia sin ánimos
Tina, se limita a mover la cabeza a modo de saludo.
La peli negra les mira de reojo y los rueda antes de seguir viendo su celular.
Cuando llegan a su edificio, Yolanda se abre paso entre ellas para salir primero.
Tina suspira y Andrea le saca la lengua con odio.
Las tres salen de ahí y en la entrada de su departamento, se detienen al ver a su jefe.
—¡Señor Figueroa! —saluda la peli negra con entusiasmo —¡Buenos días!
El hombre de 56 años las mira y sus ojos parecen aliviados cuando los posa en Yolanda.
—¡Ahí estás! —exclama —Tengo trabajo para ti... Nos ha contactado el asistente de Dion Park, para una entrevista.
—¿Quién es ese?
Todos la miran y Tina cae en cuenta que había pensado en voz alta.
—¿Quién es? —gruñe la oji azul —¡Dion Park es el soltero más codiciado de New York!
Andrea asiente.
—Supe que regresó luego de consolidar su cadena de hoteles alrededor del mundo y estar mucho tiempo en el extranjero. —le explica la oji gris —Pero me sorprende que quiera una entrevista con nosotros siendo una revista de chis...
—Chismes o no. —le corta su jefe —Quiere una entrevista.
—¿Seguro que no es para la cadena de televisión? —preguntó la castaña —Si dicen que es alguien importante, ¿no será mejor dejarlo para un departamento más serio?
Su jefe le miró con advertencia y ella apretó los labios.
—No se preocupe, señor Figueroa —sonríe la peli negra —Daré lo mejor de mi para que la entrevista salga de maravilla.
Tina no puede evitar rodar los ojos. Sin duda, Yolanda mostrará sus mejores atributos durante la entrevista.
—Un momento. —murmura la rubia —¿No hoy sales de viaje a Toronto?
Yolanda palidece considerablemente.
—Cierto. —afirma su jefe —Debes hacer una entrevista ahí.
Andrea sonríe con emoción y se acerca a Tina para jalarla hacia ellos.
—¿Qué le parece que Tina vaya a entrevistar a Dion Park?
Su jefe, clava los ojos en la trigueña y sacude la cabeza.
—No. Ve tú...
Andrea hace una mueca.
—No puedo, tengo una entrevista dentro de poco.
—Intercambien entrevistas. —ordena el jefe
—Señor... —balbucea la peli negra —Puedo cambiar entrevistas con...
—No. —le corta —Debes salir de viaje en dos horas, ve a prepararte.
Con una sonrisa forzada, Yolanda se aleja de ellos.
—No puedo cambiar entrevista con Tina, señor. —murmura la oji gris con mimo —La mía es dentro de cinco minutos y ahora mismo, tengo que irme... —dicho esto, mira a su amiga y guiñandole el ojo, sale corriendo —¡Suerte Tina!
—¡Andrea!
—Tengo que irme, se me hace tarde... —la rubia corre al elevador y desaparece dentro
La castaña suspira con dramatismo. Andrea, siempre metiéndola en problemas.
—Bien, si no cuento con nadie más... Iras Tina.
Mirando a su jefe, no parece procesar las palabras que dice.
—¿Yo...
—Si, tú. —le gruñe mientras le tiende una carpeta —Pero te advierto que si cometes un error en la entrevista, serás despedida y sin peros. ¿Entendido?
La oji aceituna observó su carpeta. No, no estaba segura de poder hacerlo. Miró a su jefe pero este ya se alejaba por el pasillo.
—¡Señor! ¿A qué hora es la entrevista?
—A las 11:00 a.m —le grita este de vuelta sin mirarla
Tina mira su reloj y palidece cuando ve que faltan 15 minutos para llegar.
Rápidamente corre al elevador y abre la carpeta.
..."Entrevista a Dion Park. Empresa Dominion. 11:00 a.m"...
Ok, ya sabía a donde ir.
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—¿Ya entraste?
La castaña sacude la cabeza aún sabiendo que su amiga no la verá.
—No... Eh... Andrea... El edificio es inmenso y ni se por donde empezar.
—Empieza entrando y no olvides...
Asiente.
—Si, evitar caerme o poner en ridículo a la empresa.
La risita de Andrea la calman un poco.
—Lo harás bien amiga, te lo puedo asegurar... —la escucha argumentar mientras la oji aceituna se arma de valor para atravesar la puerta de cristal del gran edificio —¿Imaginate que una entrevista pueda cambiar tu vida?
—Andrea... —se mofa —No estoy cazando marido.
—¡Solo imaginatelo! Lo enamoras con tu mejor sonrisa y luego te casas con el millonario más codiciado del país.
Ella arruga la nariz y alza una ceja mirando con asombro el interior del hotel.
—Deberías ser escritora, tu imaginación me supera. —se rio —Te dejo, tengo que apresurarme.
—¡Éxito!
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