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Overdown: El Despertar Del Elegido

Historia del pasado

Hace muchos años, solo existían dos grandes reinos: el Reino Oscuro y el Reino Overdown. En ellos, surgieron dos bandos en constante conflicto: la Orden de la Luz y la Sombra Eterna. Ambos eran liderados por dos hermanos de ideales opuestos, cuyas diferencias sobre cómo gobernar llevaron a una guerra que marcaría la historia.

Durante incontables años, la guerra devastó ambos reinos, pero poco a poco la Orden de la Luz comenzó a perder terreno. La Sombra Eterna, desesperada por asegurar la victoria, recurrió a las Artes Oscuras que les ofrecía el Reino Oscuro. Con el tiempo, el hermano líder de la Sombra Eterna se vio corrompido por estas fuerzas, aumentando su poder y llevándolos a la supremacía en la guerra.

Cuando todo parecía perdido, ocurrió un milagro: comenzaron a aparecer los primeros Maestros Elementales, personas con la capacidad de manipular los elementos primordiales: fuego, agua, aire y tierra. Aunque su control era rudimentario, su aparición equilibró temporalmente la guerra. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que la Sombra Eterna comenzara a corromper a algunos de estos maestros, prometiéndoles poder y gloria. Traidores dentro de la Orden de la Luz filtraron información crucial, lo que permitió que sus enemigos anticiparan sus movimientos y retomaran el territorio que habían perdido.

La desesperanza se apoderó de la Orden de la Luz cuando su líder fue asesinado en combate por su propio hermano. Sin nadie capaz de oponerse a la Sombra Eterna y sus Artes Oscuras, los supervivientes se vieron obligados a ocultarse. Con el tiempo, el Reino Overdown cayó bajo el dominio de la oscuridad, y la resistencia parecía inútil.

Pero entonces nació un niño llamado Selian Solenne, quien desde temprana edad mostró un poder sin igual: la Esencia Dorada, una energía mística que solo había existido en las antiguas leyendas. A medida que crecía, su potencial se hizo evidente, y la Orden de la Luz encontró en él una nueva esperanza. Sin embargo, su refugio fue traicionado y la Sombra Eterna los encontró. En la masacre que siguió, los padres de Selian murieron, dejando en él un deseo ardiente de venganza y justicia.

Decidido a poner fin a la guerra, Selian reunió a los últimos guerreros y Maestros Elementales para lanzar un contraataque. Con la ayuda de un sabio en las Artes Místicas, creó un amuleto que, combinado con su Esencia Dorada, sellaría la única entrada entre el Reino Overdown y el Reino Oscuro.

La batalla final fue devastadora. Selian lideró a su ejército y se enfrentó personalmente al líder de la Sombra Eterna en un combate legendario. El choque de poderes fue tan grande que destruyó gran parte del imperio oscuro. Con un último esfuerzo, Selian logró exiliar a su enemigo al Reino Oscuro y sellar la puerta con el amuleto, poniendo fin a la guerra que había consumido generaciones.

El Nuevo Orden

Con la guerra terminada, el Reino Overdown quedó en ruinas. Selian tomó la decisión de dividir el reino en dos y fundar una nueva nación: Overworld. Junto con los supervivientes, estableció un pueblo llamado Soloris, que con el tiempo creció hasta convertirse en una próspera ciudad.

Años después, Selian se casó con una poderosa Maestra del Fuego, con quien tuvo tres hijos: dos niños y una niña. El mayor heredó su Esencia Dorada, mientras que los otros dos dominaban el fuego, como su madre. Juntos, protegieron Overworld y restauraron la paz, junto a otros Maestros Elementales.

Sin embargo, la tranquilidad no duraría para siempre. Un día, Selian falleció misteriosamente, dejando tras de sí un libro de profecías, que su hijo menor heredó. Su muerte devastó a su familia: la hija del medio desapareció sin dejar rastro, y el hijo mayor comenzó a investigar el Reino Oscuro obsesivamente. En sus investigaciones, descubrió el amuleto de su padre y, al intentar abrir la puerta prohibida, fue absorbido por ella.

Pasaron dos meses hasta que el hijo mayor regresó... pero ya no era el mismo. Había sido corrompido por la oscuridad y ahora solo buscaba destruir Overworld. Para detenerlo, su hermano menor lo enfrentó en una batalla épica, logrando desterrarlo al Reino Oscuro, donde su padre había encerrado a la Sombra Eterna.

El hijo menor se convirtió en el nuevo protector de Overworld. Con el tiempo, se casó con una Maestra del Agua y tuvo dos hijos, un niño y una niña. Pero a medida que pasaban los años, algo preocupante comenzó a suceder: los poderes elementales comenzaron a desaparecer, dejando cada vez menos Maestros Elementales en el mundo.

Continuará...

"Entre Luces y Sombras"

Una figura encapuchada camina por un pasillo de piedra corroído por el tiempo. Las paredes están cubiertas de símbolos ancestrales y fragmentos de estatuas derrumbadas. Las antorchas verdes apenas alumbran el camino, pero no lo necesita. Sabe exactamente a dónde va.

Sus pasos hacen eco como si el lugar entero escuchara con atención. El aire es denso. Casi vivo.

De pronto, una voz surge. No viene de un lugar específico. Parece filtrarse desde las paredes, desde el suelo, incluso desde el interior de la figura.

VOZ PROFUNDA (distorsionada, como un eco de muchas voces a la vez):

"El elegido... ya empieza a despertar. Pero no está preparado... su alma aún es frágil."

La figura no responde. Solo continúa avanzando, firme, hasta llegar a una cámara circular. En el centro, un altar de piedra cubierto por raíces negras. Encima, una esfera flotante, latiendo con una luz verde viva, casi dolorosa.

SEGUNDA VOZ (más grave, antigua, resonante):

"No puede huir de lo que es... ni de lo que lleva dentro. La Esencia lo eligió. Y pronto... el mundo también lo hará."

VOZ PROFUNDA (más tensa):

"¿Pero cómo enfrentará lo que viene? Apenas puede comprenderse a sí mismo. Está roto... confundido. Vive tratando de proteger a su hermana como si con eso bastara."

SEGUNDA VOZ (serena, segura):

"Tal vez no baste. Pero eso es lo que lo hace peligroso. El instinto... la conexión... la emoción. Esos impulsos pueden destruirlo... o salvarlo."

La esfera comienza a vibrar. Las raíces se retraen ligeramente, como si temieran lo que está por ocurrir. La figura da un paso al frente. Se detiene.

VOZ PROFUNDA (ahora más cerca, más íntima):

"La ciudad duerme. El mundo no sospecha. Pero la Esencia se agita. Y el ciclo... volverá a empezar."

Un crujido seco. La esfera se agrieta. Una línea de luz verde se extiende por su superficie como una vena viva. La figura alza el rostro, oculto aún en la sombra de su capucha.

SEGUNDA VOZ (como un veredicto):

"El sello caerá. Y cuando eso pase... nadie estará listo."

La esfera estalla. Una onda de energía recorre el templo. Las antorchas se apagan de golpe. Silencio. Oscuridad.

Un reloj digital suena insistentemente. Las cifras parpadean en rojo: 6:47 AM. El pitido corta el silencio como un disparo.

Lloyd se incorpora de golpe, respirando agitado. Tiene el rostro sudado, los ojos abiertos como platos. Parpadea, desorientado.

LLOYD

(voz baja, confundido)

"...¿Pero qué fue ese sueño...? ¿Qué carajos comí anoche...?"

Se queda quieto unos segundos, mirando a la nada. Luego se lleva una mano al rostro, frotándose los ojos con torpeza. Suspira y se sienta al borde de la cama. A través de la ventana, los primeros rayos del sol empiezan a teñir el cielo. El aire huele a mañana nueva.

De pronto, la puerta se abre con fuerza.

DIANA

(entrando con energía, voz alegre y rápida)

"¡Lloyd! ¡Ya levántate, flojo! ¡Es el primer día de prepa y tú todavía ahí tirado como si estuviéramos en vacaciones!"

Lloyd parpadea otra vez, procesando lo que acaba de escuchar. Hasta que...

LLOYD

(gritando)

"¡¡AY NO, ES CIERTOOO!! ¡Ya se acabaron las vacaciones!"

Se levanta a toda prisa. Se pone los pantalones del uniforme al revés, los cambia, tropieza con sus propios zapatos. Corre al baño como un rayo, se lava la cara y se cepilla los dientes a toda velocidad, con la pasta apenas espumando.

Desde el pasillo, se escucha la voz de Diana.

DIANA

(alzando la voz)

"¡Vamos, Lloyd! ¡¡Yaaa báaajaaa!!"

David, el primo mayor de ambos, aparece apoyado en la pared con una taza de café en la mano.

DAVID

(con voz calmada, mirando hacia el baño)

"Se volvió a quedar dormido, ¿verdad?"

DIANA

(asintiendo, con una pequeña risa)

"Sí... igualito que siempre."

DAVID

(negando con la cabeza, medio riendo)

"Este güey está perdido."

Momentos después, Lloyd baja corriendo las escaleras con la mochila medio cerrada. Llega a la cocina donde la abuela Elena sirve café mientras hojea una libreta con cuentas del hogar. Hay aroma a pan tostado.

LLOYD

(agitado, poniéndose un pan en la boca)

"¡Nos vemos, abuela!"

ELENA

(sin alzar la vista, con ternura firme)

"¡Que te vaya bien, mi niño! ¡Y cuida a tu hermana, eh! No me la dejes sola."

LLOYD

(asintiendo con la boca llena)

"¡Siiiii!"

Al salir de la casa, el sol ya está en el horizonte. Lloyd corre por el patio y ve el auto familiar encendido frente a la cochera. Diana ya está sentada en el asiento del copiloto, con una sonrisita de triunfo.

DIANA

(alzando la voz, burlona)

"¡Ya te gané el asiento, Lloyd~!"

LLOYD

(frenando en seco, molesto pero sin malicia)

"¡Carajooo... nooo, eso no vale! ¡Tú me despertaste tarde a propósito!"

DIANA

(riendo)

"Excusas de perdedor."

Lloyd da la vuelta y se sube atrás, derrotado, mientras David entra por el otro lado con calma.

En el asiento del conductor, su mamá Clara los mira por el espejo retrovisor con paciencia de madre guerrera.

CLARA

(dulce pero firme)

"¿Todos llevan lo necesario? Mochilas, loncheras, energía... y actitud, por favor."

LLOYD, DIANA Y DAVID (al unísono, medio dormidos):

"Sí, máaaa..."

El auto arranca. El primer día ha comenzado. Pero algo... algo en el pecho de Lloyd sigue latiendo distinto. Verde. Como si el sueño aún no hubiera terminado.

Después de un rato de viaje, el auto se detiene frente a una majestuosa institución de arquitectura moderna. Columnas metálicas se elevan hacia el cielo entre árboles altos y frondosos. El sol rebota en los ventanales pulidos, y una brisa suave sacude los arbustos del jardín frontal.

Sobre la entrada principal, un letrero dorado reza con orgullo:

"Preparatoria Lumina 147"

Clara apaga el motor. Diana, Lloyd y David abren las puertas y bajan, quedándose frente al edificio. La explanada está llena de estudiantes con uniformes de distintos grados, risas, charlas nerviosas, grupos reencontrándose después de vacaciones.

CLARA

(con una sonrisa cálida, desde el asiento del conductor)

"¡Suerte, chicos! Den lo mejor de ustedes, ¿sí? Y cuídense... especialmente tú, Lloyd, mantén la cabeza en su lugar."

LLOYD

(alzando la mano con la mochila chueca)

"¡Sí má, te juro que no voy a pelear con nadie! Bueno... trataré..."

CLARA

(suspirando)

"Eso me preocupa más que si lo juraras en serio..."

El auto arranca suavemente y se aleja por la avenida. Los tres jóvenes se quedan mirando la enorme entrada mientras estudiantes siguen pasando por los portones.

DIANA

(sonriendo con emoción, pero con nervios escondidos)

"Wow... está más grande de lo que imaginaba. ¡Ay no sé por qué siempre me emocionan tanto los primeros días de clases! Siento mariposas... pero no sé si son buenas o de las que te hacen querer correr."

DAVID

(con una sonrisa pícara, alzando una ceja)

"Yo no tengo nervios. Yo vine a lo que vine: a coquetear con las nuevas."

DIANA

(con una mueca de asco)

"Ugh, David... qué horror, en serio. Tu cerebro es un chiste."

LLOYD

(riendo mientras le da un codazo amistoso a David)

"Jajaja, más bien tú vas a terminar rechazado por todas."

DAVID

(poniéndose serio, dramáticamente)

"Eso... lo sabremos al final del semestre."

DIANA

(burlándose, mientras camina adelante)

"O al final del día."

Los tres se ríen. Después de unos pasos, David les da un saludo con la mano y se aleja por otra ala del edificio.

DAVID

"¡Nos vemos al rato, en el receso! No se pierdan, niños de primero."

LLOYD

"¡Cállate! Tú también fuiste de primero alguna vez, anciano."

Diana y Lloyd siguen caminando juntos por los pasillos amplios. Hay carteles de bienvenida, salones con puertas abiertas, profesores hablando con padres, y un sinfín de estudiantes por todas partes.

Lloyd mira todo con curiosidad, pero también con algo de incomodidad. Diana, en cambio, sonríe a todo el mundo aunque no los conozca. Esa es su forma de calmarse.

DIANA

(hablando mientras camina)

"¿Crees que nos toque con alguien que conozcamos? ¿Y si nos toca con Camila? Eso estaría genial, ¿no?"

LLOYD

(levantando los hombros, distraído)

"No sé... igual estaría raro si hay puros desconocidos. Y si me toca con un loco al lado, me va a costar no decir nada..."

DIANA

(bromeando)

"¡Tú eres el loco al que les va a costar soportar!"

LLOYD

(riendo)

"Bueno... sí, tal vez."

Después de caminar un poco más, llegan a una cartelera donde hay una hoja impresa con los nombres de los alumnos.

DIANA

(señalando)

"Mira, aquí... ¡1D!"

Ambos se acercan. Diana busca su nombre con la mirada rápida y lo encuentra enseguida. Lloyd lo encuentra unos renglones abajo.

DIANA

(aliviada, sonriendo)

"¡Sí estamos juntos!"

LLOYD

(sonriendo también, aunque un poco tenso)

"Bueno... al menos no estoy solo en esta jungla."

Se quedan un segundo en silencio frente a la puerta del salón. Ambos respiran hondo. Diana le da un empujoncito en el brazo a su hermano.

DIANA

"Vamos. Somos Varek... no nos vamos a echar para atrás ahora, ¿verdad?"

LLOYD

(bajando la cabeza un poco, pero sonriendo)

"...Nah. Vamos."

Ambos entran al salón 1D.

El aula está casi llena. Voces, risas y pasos resuenan entre las paredes claras del salón 1D. Muchos ya conversan como si se conocieran de antes; otros están solos, más reservados. Lloyd y Diana caminan entre las filas de pupitres y se sientan al fondo, uno al lado del otro. El murmullo del ambiente les envuelve.

Diana, con su mochila sobre las piernas, observa a su alrededor con ojos grandes y brillantes, pero algo inquietos. Se encoge ligeramente en su asiento y se acerca a su hermano.

DIANA

(en voz baja, con un hilito de voz)

"Lloyd... tengo un poquito de nervios..."

Lloyd, que estaba distraído mirando una mosca que vuela cerca del ventilador del techo, voltea y le sonríe con total naturalidad, como si no notara el ambiente tenso.

LLOYD

"¿Eh? ¿Nervios? Bah... pues sí hay mucha gente, pero... no sé, está cool el lugar. Huele a nuevo."

Diana parpadea, sin entender si eso fue un intento de tranquilizarla o solo una observación al azar. Se muerde el labio, aún sintiéndose fuera de lugar.

El salón ya está completamente lleno, pero ningún profesor ha llegado todavía. Las conversaciones aumentan, risas van y vienen, algunos ya formaron pequeños grupos. Diana mira a Lloyd, que parece distraído jugando con las cintas de su mochila.

DIANA

(murmurando, incómoda)

"Oye... ¿tú crees que deberíamos hablarle a alguien...? Parecemos... no sé, aislados. Todos ya se están conociendo..."

LLOYD

(encogiéndose de hombros, mirando hacia los lados)

"¿Sí? Pues... no sé, tampoco me urge hablar con alguien. Aunque... mira eso."

Señala con la barbilla discretamente hacia unos asientos más adelante. Allí, un chico de cabello lacio, oscuro y perfectamente peinado está sentado de lado, recargado despreocupadamente en su banca. Sonríe mientras le habla a una chica pelirroja sentada junto a él. Ella ríe bajito, claramente entretenida.

LLOYD

(con media sonrisa, en voz baja)

"Ese sí que no pierde tiempo..."

DIANA

(mirándolo con curiosidad)

"¿Está coqueteando...?"

LLOYD

(afirmando con la cabeza, divertido)

"En plena clase... ni siquiera empezó y ya está en modo galán."

DIANA

(dudosa)

"¿Y si le hablamos? Digo... se ve sociable."

LLOYD

"¿Tú querías hablarle a alguien, no?"

DIANA

(con miedo)

"Sí... pero no a él. Tú hazlo."

LLOYD

"¿Eh? ¿Y por qué yo?"

DIANA

(puchero)

"Porque a ti no te da pena nada, y yo ahora mismo tengo poquita, ademas no estoy acostumbrada a hablar a alguien que no seas tu"

LLOYD

(suspira)

"Bueno ya, ya..."

Lloyd se levanta y camina despreocupadamente hacia el chico. Lo interrumpe dándole un golpecito ligero en el hombro. El chico se gira con tranquilidad, aún con media sonrisa en el rostro.

LLOYD

(con su tono directo y ligero)

"Hey. ¿Tú cómo te llamas?"

El chico lo mira de arriba abajo sin molestarse, con una mezcla de curiosidad y seguridad.

NATHAN

(su voz suave, segura)

"Nathan. ¿Tú?"

LLOYD

"Lloyd. O bueno... Adryel Lloyd, pero todos me dicen Lloyd. Y esa de allá es mi hermana, Diana."

Nathan voltea a ver a Diana, que le hace un saludo tímido con la mano. Él le guiña un ojo con una sonrisa ladeada.

NATHAN

(a Diana)

"Un gusto, princesa."

Diana se pone colorada de inmediato y se esconde un poco detrás de su mochila. Lloyd no nota nada de eso...

LLOYD

(apuntando con el pulgar al fondo)

"Estamos solos allá. ¿Quieres venir? Ya que se ve que tu conquista te está ignorando."

Nathan se ríe con suavidad, alzando las cejas.

NATHAN

"Eso fue cruel... pero no del todo falso. Va, me caes bien, Lloyd."

Nathan se levanta con calma y toma su mochila. Se despide con una sonrisa encantadora de la pelirroja (que ya está hablando con otra amiga), y se acerca al fondo con Lloyd.

Se sienta junto a ellos. Diana intenta parecer natural, aunque sigue algo roja. Nathan se recarga en su pupitre con soltura, como si ya los conociera de antes.

NATHAN

"¿Ustedes de qué zona vienen?"

LLOYD

"Del barrio Arken. ¿Tú?"

NATHAN

"Zona Este. Medio aburrida, pero con buena vista."

DIANA

(haciendo un esfuerzo por hablar)

"¿Y... ya conocías a alguien aquí?"

NATHAN

(asintiendo)

"Sí, pero parece que hoy no vino. Así que... suerte la mía, ¿no? Caí con ustedes."

Los tres comienzan a hablar entre bromas y comentarios curiosos. Por primera vez desde que llegaron, Diana se ve más cómoda. Lloyd sonríe levemente mientras juega con una liga que saca de su bolsillo. Nathan, por su parte, se acomoda como si ya estuviera en casa.

El aula sigue llena de ruido. Pero aún no entra ningún profesor.

El murmullo del aula sigue, como una corriente constante. Risas, pláticas, pequeñas discusiones. Lloyd y Nathan ya charlan como si se conocieran desde siempre, mientras Diana observa a su alrededor con algo menos de ansiedad, aunque aún alerta.

NATHAN

(con tono relajado, apoyando un codo sobre la banca)

"Estuve en la secundaria Valle del Sol 63. Bastante normal... aunque los profes eran un asco."

LLOYD

(se le ilumina la cara)

"¿¡Neta!? ¡Yo también fui ahí!"

NATHAN

(lo mira, alzando una ceja con media sonrisa)

"¿Ah sí? Pues seguro eras el tímido del rincón, porque no me acuerdo de ti."

LLOYD

(se ríe)

"¡Tímido yo! Más bien tú eras el invisible."

NATHAN

(soltando una carcajada)

"Touché."

Ambos se ríen, relajados. Diana los mira de reojo con media sonrisa, contenta de que ya esten haciendo amigos...

El salón sigue sin profesor. El murmullo de los alumnos va creciendo conforme pasan los minutos. Algunos ya sacaron su celular, otros dibujan en sus libretas. Nathan, aburrido, decide adelantarse a lo importante: la comida.

NATHAN

(sacando su almuerzo sin pena alguna)

"Bueno... si el profe no llega, yo no pienso morir de hambre."

LLOYD

(girándose curioso, con tono infantil)

"¡¿Qué trajiste?! A ver..."

NATHAN

(alzando su torta envuelta en papel aluminio)

"Lonche de huevo. Bien grasoso, como debe ser."

LLOYD

(sacando su propio almuerzo con entusiasmo)

"¡Nosotros trajimos burritos de carne! Bueno, más bien Diana los hizo..."

DIANA

(sacando su lonche con orgullo, también una botellita de agua con limón natural)

"Con salsita especial, eh. No cualquiera."

Nathan, que ya estaba dando una mordida a su lonche, se detiene al ver la botellita de agua color amarilla claro en la banca de Diana.

NATHAN

(con picardía exagerada)

"¿Y esa agüita de qué es, hermosa?"

DIANA

(sonrojándose un poco pero sonriendo con amabilidad)

"Jeje... dime Diana. Me suena raro que me digas así, pero... gracias por el cumplido. Es agua de limón."

LLOYD

(poniéndose en medio, frunciendo el ceño como niño celoso)

"¿Y a mí por qué no me dieron agua?"

DIANA

(comiéndose un trozo de burrito como si nada)

"Porque tú te levantaste tarde y no alcanzaste a ayudar. Solo te subiste al carro y dormiste todo el camino."

LLOYD

(bajando la cabeza, rendido)

"Aaah... pues sí, cierto..."

Nathan se ríe, limpiándose con el dorso de la mano.

NATHAN

(mordiéndose una carcajada)

"Vaya hermanos que son ustedes..."

Mientras Diana da otra mordida a su burrito, una figura elegante se acerca y toma asiento justo frente a ella. Es una chica de cabello plateado, lacio y perfectamente peinado, con el uniforme impecable y postura recta. Diana la mira con curiosidad.

DIANA

(con una sonrisa sincera)

"Hola... me llamo Diana."

La chica levanta la vista. Sus ojos gélidos parecen escanearla por completo. Su voz es calmada, casi distante, pero no hostil.

VANESSA

(medida, pero sin intención de ser grosera)

"Em... hola. Un gusto, Dianita. Soy Vanessa."

DIANA

(masticando aún, pero emocionada)

"¿En qué colonia vives?"

VANESSA

(desviando un poco la mirada, sin mostrar emociones)

"Por la calle Degollado. Estación Consuelo."

DIANA

(asintiendo)

"Oh, bueno. He ido a esa colonia algunas veces con mi mamá. Hay una panadería rica por ahí."

DIANA

(pausa, luego sonríe más amplio)

"¿Quieres ser mi amiga?"

Vanessa la observa un momento. Es obvio que la propuesta le toma por sorpresa. No sabe bien cómo reaccionar al entusiasmo espontáneo de Diana... pero finalmente asiente.

VANESSA

(sin mucha emoción, pero honesta)

"Está bien... al fin y al cabo, no conozco a nadie."

DIANA

(contenta)

"¡Vale! Mira, ese de allá que parece bobo es mi hermano."

Vanessa gira la cabeza y ve a Lloyd, que está hablando con Nathan y agitando un burrito como si fuera una espada. Vanessa entrecierra los ojos ligeramente.

VANESSA

(neutra)

"Se nota."

Pasa un rato. Diana termina su comida, y comienza a moverse en su lugar con incomodidad. Se acerca a su hermano y Nathan, que siguen en su plática.

DIANA

(susurrando a Nathan)

"Oye... ¿sabes dónde están los baños?"

LLOYD

(interrumpiendo con voz escandalosa)

"¿Qué, ya quieres ir, Diana?"

Ella asiente con una mueca.

NATHAN

(encogiéndose de hombros)

"No, la verdad no lo sé. Apenas si sé cómo se llama el salón."

Vanessa, desde su lugar, gira levemente la cabeza.

VANESSA

(con voz clara, sin levantar la vista)

"Están saliendo del salón, sigues por el pasillo, pasas la explanada y luego a la izquierda. Junto al laboratorio."

DIANA

(amable)

"Gracias, Vanessa."

Luego, se gira hacia Lloyd y lo jala del brazo.

DIANA

"Ven. Acompáñame."

LLOYD

"¿Yo por qué?"

DIANA

"Porque me tienes que cuidar. Ya sabes. Hermano mayor y todo eso. ¡Ándale!"

NATHAN

(burlón)

"Qué mala excusa para llevártelo, eh..."

Diana le lanza otra de esas miradas frías y tajantes. Nathan se queda callado como si alguien le hubiera bajado el volumen.

Lloyd se deja jalar, resignado.

LLOYD

"Bueno, pero si me pierdo, dile a mamá que fui un héroe..."

Diana entra mientras Lloyd se queda en el pasillo, recargado en la pared, jugando con una piedrita que encontró. La hace girar con la punta del zapato.

Y entonces, siente unas manos suaves cubrirle los ojos.

VOZ FEMENINA

(juguetona, susurrando cerca de su oído)

"¿Quién soy?"

LLOYD

(concentrado... luego emocionado)

"¡Oooooh yo seeeee! Em... no, la verdad no sé."

CAMILA

(con dulzura, divertida)

"Oh, por favor, Lloyd..."

Lloyd se gira de inmediato y la reconoce. Sus ojos brillan.

LLOYD

"¡Camila!"

CAMILA

(sonriendo, cálida)

"¿Cómo estás, Lloyd?"

Ella se acerca y lo abraza con naturalidad. Lloyd la abraza de vuelta, sin pensarlo.

FERNANDA

(a la distancia, divertida)

"¡Qué buenos amigos son! ¿Y a mí qué, Lloyd, no me vas a saludar?"

LLOYD

(corriendo hacia ella como niño emocionado)

"¡Fer! ¿Cómo estás?"

Camila observa con cariño mientras ellos se saludan. Lloyd los mira emocionado.

LLOYD

"¿Y ustedes también entraron a esta prepa?"

CAMILA

"Sí. Mi mamá fue la que insistió, ya sabes cómo es..."

En ese momento, la puerta del baño se abre y Diana sale. Al ver a Camila, sus ojos se iluminan.

DIANA

(corriendo hacia ella, gritando feliz)

"¡Cami!"

La abraza con fuerza. Camila sonríe y la abraza de vuelta.

DIANA

"No sabes cuánto quería verte. ¡Pensé que no te vería más!"

CAMILA

(suave)

"Siempre vamos a encontrarnos, tonta."

FERNANDA

(bromeando, cruzada de brazos)

"Qué drama... pero bueno, qué gusto verlos otra vez. Aunque por lo que veo, Lloyd sigue igualito. Solo un poco más alto."

LLOYD

(rascándose la nuca)

"¡Ja! Es que estoy en mi era de crecimiento."

Y justo en ese momento, aparece Nathan corriendo desde la esquina, agitado.

NATHAN

(gritando)

"¡YA LLEGÓ EL PROFESOOOOOOR!"

LLOYD Y DIANA

(al unísono)

"¡¿QUÉ?!"

Ambos se despiden apresurados.

LLOYD

"¡Nos vemos luego! ¡No se vayan!"

DIANA

"¡Después seguimos platicando!"

Nathan les hace una seña y se despide con una sonrisa coqueta, guiñándole un ojo a las chicas.

FERNANDA

(alzando una ceja)

"¿Y ese idiota qué...?"

CAMILA

(riendo suave)

"Ja... tranquila, Fer."

Los chicos entran apresurados al salón, aún riendo un poco por lo que pasó afuera. Lloyd tropieza con la esquina de una banca, pero se recupera sin perder el equilibrio.

Lloyd

(ajustándose la mochila con una sonrisa distraída)

- Ey, eso estuvo cerca... esta prepa tiene esquinas con malas intenciones.

Diana

(soltando una risita mientras se sienta)

- Lo que tiene malas intenciones es tu torpeza.

Nathan

(estirándose con exageración en su silla)

- O su suerte... aunque con esa cara, yo tampoco vería bien por dónde piso.

En ese momento entra al aula el Profesor Gálvares, de estatura media, cabello blanco corto y mirada serena pero atenta. Lleva una carpeta delgada bajo el brazo y una taza de café que parece eterna.

Profesor Gálvares

(con voz clara, caminando al frente del grupo)

- Muy buenos días, chicos. Espero que hayan tenido una excelente mañana... aunque algunos llegaron jadeando.

Lloyd intenta disimular que fue uno de esos. Nathan solo se encoge de hombros.

Profesor Gálvares

(apoyando la carpeta en su escritorio)

- Hoy hablaremos de algo... especial. ¿Alguno de ustedes ha escuchado hablar de los Maestros Elementales?

Silencio. Algunos alumnos se miran entre ellos. Vanessa cruza los brazos, sin apartar la mirada del profesor.

Profesor Gálvares

(alzando una ceja, con leve decepción)

- Nadie... hmm. Bueno.

(verificando una hoja en su carpeta)

- Los Maestros Elementales son personas capaces de manipular los elementos naturales: fuego, agua, tierra, aire... pero también hay otros más complejos: electricidad, hielo, espacio, tiempo... incluso algunos más raros que ya casi no se estudian.

Un chico del fondo levanta la mano, curioso.

Alumno cualquiera

- ¿Pero de verdad existen? ¿No son solo... mitos?

Profesor Gálvares

(apoyando ambas manos sobre el escritorio, con seriedad)

- Existieron. Y algunos aún existen. Antes eran más comunes, pero hoy... la vida moderna ha adormecido esos dones.

(su mirada se vuelve más profunda)

- La mayoría de quienes portan esos genes, jamás despiertan su poder. Pero cuando lo hacen... cambian la historia.

Un leve escalofrío recorre a Lloyd. Se le eriza la piel sin razón. Diana lo mira de reojo con una expresión confundida.

Profesor Gálvares

(se endereza de nuevo)

- Por ahora, quiero que se organicen en equipos de cuatro. Harán una investigación sobre los cuatro elementos principales. Qué son, cómo funcionan, su relación con el cuerpo humano y la naturaleza. Tienen hasta el viernes.

Nathan de inmediato se gira hacia Lloyd y Diana.

Nathan

(con media sonrisa confiada)

- Bueno, ya tengo equipo. ¿Verdad, hermanitos?

Lloyd

(alzando una ceja con entusiasmo)

- ¡Claro! ¡Equipo Aire-Tierra-Músculo!

Diana

(riendo mientras acomoda su mochila)

- No sé qué tipo de nombre es ese, pero cuenta conmigo.

Diana entonces gira hacia Vanessa, que está en su banca, revisando su cuaderno sin mucho interés.

Diana

(con voz dulce)

- Oye, Vanessa... ¿te gustaría unirte a nuestro equipo?

Vanessa levanta la vista. Se nota la duda en su mirada. Observa a Nathan -que le lanza una sonrisita ladina- y luego a Lloyd, que no se ha dado cuenta que tiene un pedazo de papel pegado en la espalda.

Vanessa

(frunciendo apenas el ceño)

- Supongo que sí. Mientras hagan su parte y no sean ruidosos, me da igual.

Nathan

(haciendo un gesto exagerado de dolor)

- ¡Auch! ¿Así saludas a tus compañeros ahora?

Vanessa

(sin mirarlo siquiera)

- Solo a los que no coquetean como si fuera su trabajo.

Nathan

- ¡Eso fue un halago disfrazado! Lo tomaré como una victoria.

Lloyd

(mirando a Diana mientras abre su libreta de trabajo)

- ¿Qué significa coquetear?

Diana

(riendo y sacudiendo la cabeza)

- Nada que te importe, Lloyd. Solo escribe "elemento tierra" en el título, por favor.

El reloj del aula marca el final de la clase. El profesor sale, dejando a los alumnos libres. Nathan se estira como si hubiera salido de una cápsula de hibernación.

Nathan

- Al fin... si escucho otra palabra como "ciclo natural" me desmayo en posición fetal.

Lloyd

(levantándose de golpe)

- ¡Hora de correr! ¡Comida! ¡Libertad! QUIERO MAS COMIDAAAAAAA

Vanessa

(a Diana, mientras recoge sus cosas con precisión)

- ¿Esto es normal en él?

Diana

(con tono alegre)

- Más de lo que parece. Y créeme... cuando tiene hambre, es peor.

El grupo sale del salón entre risas y pasos rápidos, dejando atrás un aula que, sin que ellos lo noten aún... pronto será testigo de cosas mucho más intensas.

Nathan y Lloyd caminan por el pasillo casi corriendo, hablando entre risas y adelantándose al resto del grupo. Diana y Vanessa los siguen a paso lento.

DIANA

(viendo alrededor, impresionada)

Esta prepa es enorme... La secundaria donde estuvimos no era ni la mitad de grande. ¿Cómo no nos hemos perdido todavía?

Vanessa asiente sin mirarla, caminando con calma. Su rostro sigue inexpresivo.

VANESSA

(serena)

Porque siempre terminamos caminando detrás de Lloyd. El caos siempre marca el camino.

DIANA

(ríe con dulzura)

Sí, eso es cierto…

Poco después, Lloyd y Nathan regresan corriendo con comida en las manos. Lloyd trae dos tortas y Nathan una charola llena de cosas saladas. Lloyd le extiende un paquete de galletas a su hermana.

LLOYD

(satisfecho)

Toma, Diana. Pensé en ti cuando las vi.

DIANA

(recibiéndolas, pero arqueando una ceja)

¿Gracias...? Pero, Lloyd... ¿te vas a comer todo eso tú solo?

Vanessa, que ya iba a seguir caminando, se gira levemente al escuchar. Mira las tortas, sorprendida, pero solo frunce los labios, sin decir nada.

LLOYD

(con la boca medio llena)

Claro. ¿Por qué no?

DIANA

(sorprendida)

¡Lloyd! ¡Te acabas de comer dos burritos en el recreo anterior!

LLOYD

(encogiéndose de hombros)

No sé qué me pasa... Últimamente tengo mucha hambre. Ayer en la noche también... Me desperté dos veces solo para bajar a la cocina.

NATHAN

(ríe, señalando a Lloyd con la cabeza)

Imagínate cuando le llegue la cuenta al baño. Ni los de mantenimiento lo van a perdonar.

Lloyd lo mira serio, con la boca llena, como diciéndole "¿neta?". Diana suelta una risa y hasta Vanessa deja escapar una sonrisa fugaz.

Mientras caminan, escuchan voces elevadas en el fondo. Un grito seco resuena:

VOZ DESCONOCIDA 1

¡Déjenlo en paz!

VOZ DESCONOCIDA 2

¿Y si no queremos, qué?

Nathan frunce el ceño, deteniéndose en seco.

NATHAN

(alzando la cabeza, alerta)

¿Escuchaste eso?

LLOYD

(aún masticando)

Sí… sonaba a problemas.

NATHAN

Vamos a ver qué pasa.

Ambos chicos se desvían rápido hacia el pasillo lateral, mientras las chicas los siguen con pasos más prudentes. Al llegar, observan a tres chicos: uno de ellos, grande y musculoso, acorrala a un niño pequeño. Otro chico intercede, colocándose entre ellos para proteger al más débil. Es uno de los alumnos del salón: Ryan.

RYAN

(firme, con los puños apretados)

¡Déjenlo! Él no les ha hecho nada.

MATÓN GRANDE

(sobrado)

¿Y qué vas a hacer tú? ¿Ah? ¿Héroe de bolsillo?

Ryan no responde. Sin pensarlo demasiado, le lanza un puñetazo al agresor, pero este lo bloquea con facilidad y le devuelve un golpe certero en el rostro. Ryan cae de rodillas, sangrando por la nariz.

Lloyd da un paso al frente, con los ojos brillando de furia. Nathan lo detiene por un segundo.

NATHAN

(con urgencia)

¡Ey, Lloyd, hay que hacer algo!

LLOYD

(con la voz cargada de rabia)

Obvio... ¡Vamos!

Pero justo antes de avanzar, Diana le agarra el brazo con fuerza.

DIANA

(preocupada)

¡Lloyd, no te metas! ¡Es nuestro primer día!

Lloyd se detiene un segundo, dudando. La mira a los ojos, luego vuelve a ver a Ryan en el suelo.

LLOYD

(con voz más baja, pero decidida)

Diana... No puedo quedarme quieto viendo esto.

Se suelta con firmeza y camina directo al matón. Nathan lo sigue de cerca.

LLOYD

(alzando la voz, sin miedo)

¡Oye tú! Déjalos en paz.

El matón lo observa, burlón.

MATÓN GRANDE

¿Y ustedes dos qué? ¿También quieren acabar en el piso?

Ryan, aún en el suelo, escupe sangre y lo mira con desprecio.

RYAN

(murmura)

Eres un maldito cobarde…

NATHAN

(firme, con tono sarcástico)

Qué valiente, golpeando a chicos más pequeños. ¿Eso te hace sentir fuerte?

El matón ruge y lanza un golpe directo hacia Nathan, pero Lloyd lo intercepta por reflejo. Su mano desvía el golpe con una precisión inesperada, y aprovecha para empujar al grandulón con fuerza. El tipo pierde el equilibrio y cae de espaldas al suelo con un estruendo.

Lloyd, agitado, ayuda a Ryan a levantarse.

LLOYD

(preocupado)

¿Estás bien? ¿Cómo te llamas?

Ryan se limpia la sangre del labio, aún con el ceño fruncido.

RYAN

(gruñendo, pero agradecido)

Ryan. Ryan Álvarez.

NATHAN

(con una sonrisa ligera)

Un gusto, Ryan. Buena forma de presentarte, por cierto.

Ryan esboza una sonrisa torcida, medio avergonzado pero agradecido. Las chicas, desde atrás, observan en silencio. Vanessa se cruza de brazos. Diana mira a su hermano con una mezcla de orgullo y nerviosismo.

El matón, aún en el suelo, se incorpora furioso. Sus ojos están inyectados de rabia, y su cuerpo tiembla de impotencia. Se sacude el uniforme y da un paso amenazante hacia Lloyd y Nathan... pero antes de que pueda decir algo, una voz helada lo detiene en seco.

VANESSA

(interponiéndose con calma y firmeza)

Si das un paso más… te reporto. Y créeme… para mí es muy fácil hacer que expulsen a alguien como tú.

El chico se detiene, paralizado. Mira a Vanessa, visiblemente molesto, pero algo en la seguridad con la que lo mira lo hace retroceder.

MATÓN

(siseando mientras se retira)

Me las vas a pagar, Ryan…

Se marcha dando empujones, tragándose su orgullo. Nathan se cruza de brazos y resopla.

NATHAN

(asintiendo)

Cobarde hasta para irse...

Lloyd se agacha y ayuda a Ryan a terminar de ponerse en pie. Su mirada, aunque algo torpe, es genuina.

LLOYD

(con preocupación)

¿Estás seguro que estás bien?

RYAN

(se limpia con la manga)

He tenido peores... pero sí. Gracias, en serio.

NATHAN

(esbozando una sonrisa burlona)

Lo tuyo fue muy valiente… aunque también un poco suicida, ¿eh?

RYAN

(se ríe entre dientes)

Lo sé. Pero no podía quedarme quieto...

Las horas pasan sin incidentes. Las clases siguen con normalidad hasta que suena la campana final. El grupo sale del aula entre mochilas, risas y comentarios sueltos. En el camino hacia la salida, se forma un grupo dividido por afinidad.

Lloyd, Nathan y Ryan caminan juntos unos pasos más adelante.

LLOYD

(con curiosidad sincera)

Oye, Ryan... ¿por qué ese tipo te estaba molestando a ti y al otro chico?

RYAN

(encogiéndose de hombros)

Porque no soporta que alguien le diga que no. Y el otro chico… bueno, solo estaba en el lugar equivocado. Como yo.

NATHAN

(seco, cruzando los brazos)

Ese tipo va a necesitar una buena lección si sigue así. Pero bueno, hoy se la llevó gratis.

RYAN

(sarcástico)

Gratis para él, pero a mí me cobró con la cara…

Los tres ríen. Mientras tanto, detrás de ellos, Diana y Vanessa caminan en silencio. Diana se ve inquieta, sus manos juguetean con las correas de su mochila.

DIANA

(mirando de reojo a Vanessa)

...

VANESSA

(sin mirarla, con tono neutro)

¿Quieres decir algo?

Diana asiente rápido y luego lo niega, insegura.

DIANA

Es que… no sé, me cuesta no hablar cuando hay silencio. Me hace sentir que algo está mal.

VANESSA

(se limita a responder, sin suavizar)

A veces el silencio está bien.

Diana la observa un segundo, sorprendida, pero luego sonríe con ternura.

DIANA

(alegre, casi infantil)

¡Pero es que yo hablo mucho! ¡Mi cabeza nunca para!

Vanessa no responde, pero su mirada se suaviza un poco. Solo un poco.

El grupo comienza a despedirse frente a la reja. Las conversaciones se cruzan brevemente, y poco a poco cada quien toma su camino. Lloyd y Diana se quedan esperando en la acera, solos por un momento. En eso, una voz familiar aparece detrás de ellos.

DAVID

(riendo al acercarse)

¿Y bien, mis enanos? ¿Sobrevivieron al primer día?

DIANA

(con una sonrisa enorme)

¡Sí! Fue muy divertido… ¡bueno, quitando lo de los golpes y eso! ¿Y tú?

DAVID

(encogiéndose de hombros)

Lo normal. Mis amigos siguen igual de idiotas, pero supongo que eso ya es parte del encanto.

En ese momento, Camila se aproxima con pasos firmes. Se detiene junto a Lloyd y le dedica una sonrisa cálida, distinta a la que le muestra al resto del grupo.

CAMILA

(tranquila, suave)

¿Y tú, Lloyd? ¿Cómo te fue hoy?

LLOYD

(se rasca la nuca, con una sonrisa algo torpe)

Mejor de lo que esperaba, la verdad. Me la pasé bastante bien…

Camila asiente, mirándolo un segundo más de lo necesario.

CAMILA

(bajando un poco el tono)

Oye… ¿cuándo salimos otra vez tú y yo?

Lloyd la mira con cara de pensar, sin entender del todo.

LLOYD

(parpadeando)

¿Tú, yo… y Diana?

Camila cierra los ojos un segundo, conteniendo una sonrisa.

CAMILA

(ríe bajito)

Sí, claro… Diana también.

LLOYD

(asintiendo, entusiasmado)

¡Entonces cuando tú quieras! Podemos ir a donde fuimos la última vez, ¿te acuerdas?

Camila asiente mientras un auto se detiene frente a ellos. El conductor, un hombre robusto de unos cuarenta años, le hace una seña desde el asiento. Es el padre de Camila.

CAMILA

(sonriendo)

Me tengo que ir. Nos vemos pronto, ¿sí?

LLOYD

(sonriendo también)

Sí, cuídate, Camila.

Ella se sube al auto. Desde el volante, su padre mira fijamente a Lloyd por un par de segundos, su expresión es seria, casi intimidante. Lloyd le devuelve la mirada… confundido, pero con una pequeña sonrisa nerviosa.

David y Diana lo observan, ambos con expresión cómplice.

DAVID

(entrecerrando los ojos con picardía)

Mira nomás… Camila se ha puesto muy bonita, ¿no, Lloyd?

DIANA

(riendo, dándole un codazo a su hermano)

¡Sí! Y a ti te brillan los ojos cuando te habla…

LLOYD

(poniéndose rojo, nervioso)

¡Cállense los dos! No digan tonterías…

Se rasca la cabeza y aparta la mirada, claramente incómodo pero sin dejar de sonreír.

En ese momento, un claxon suena. Es el auto de Clara, su madre, esperándolos al otro lado de la calle.

Clara mira a sus hijos por el retrovisor mientras conduce. La luz naranja del sol se cuela por la ventana. Lloyd va en el asiento del copiloto con cara de satisfacción, mientras Diana se acomoda en el asiento trasero junto a David, ambos revisando sus celulares.

Clara (con tono alegre):

—Entonces... ¿cómo les fue? ¿Todo bien?

Diana (sonriendo, animada):

—¡Sí! ¡Nos fue súper bien, mamá! Aunque Lloyd casi se duerme en medio de la ceremonia…

David (burlón, cruzado de brazos):

—Nah, según él estaba "meditando su conexión con la vida", ¿no, primo?

Lloyd (inocente, mirando por la ventana):

—Estaba en paz… además, ese tipo con el micrófono hablaba muy lento.

Clara (riendo un poco):

—Ay, Lloyd… al menos no hiciste ningún desastre esta vez.

Lloyd (de pronto, girando hacia ella con cara seria):

—Mamá…

tensión dramática ficticia en el auto

Clara (extrañada):

—¿Qué pasa, hijo?

Lloyd (sin rastro de ironía, con tono suplicante):

—Tengo… mucha hambre.

Diana lo mira con los ojos bien abiertos, completamente sorprendida.

Diana (exageradamente incrédula):

—¡¿Lloyd, qué?! ¡¿Pero si acabas de comerte dos tortas… y dos burritos?! ¡¿En qué parte de ti cabe todo eso?!

David (levantando una ceja):

—No es humano… es un agujero negro con piernas.

Clara (mirándolo por el retrovisor, sin saber si reír o preocuparse):

—¿Cómo no te duele el estómago, Lloyd?

Lloyd (tocándose la barriga con orgullo, completamente sincero):

—No sé… creo que mi poder es comer...

Diana (murmurando para sí):

—Más bien para destruir refrigeradores...

Lloyd (mirando a Clara con cara de cachorro abandonado):

—¿Podemos ir por pizza? Una de esas con triple queso… y borde relleno… y piña…

David (interrumpiendo):

—¡Puaj! ¿¡Piña!? ¡Eso ya es un crimen!

Diana (agregando, divertida):

—Sí, mamá, llévanos… antes de que empiece a devorar el asiento.

Clara suelta una risa, resignada, y enciende la direccional para cambiar de ruta.

Clara (con cariño):

—Está bien… pero solo porque yo también tengo antojo.

Lloyd (alzando el puño):

—¡Sí! ¡Victoria para el estómago!

David (fingiendo suspirar):

—Un día este chico se va a comer a sí mismo por accidente.

Diana (riendo):

—O el mundo entero.

Después de eso Clara llega asta la Pizzeria... compra la pizza y conduce asta la casa...

El auto se detiene frente a la casa. Lloyd, Diana y David bajan casi corriendo mientras Clara sale con la caja de pizza en mano. Todos parecen animados, con ese típico ambiente relajado de después de clases.

Clara (cerrando el coche con el pie mientras sostiene la caja):

—¡Cuidado con la mochila, David! No quiero más raspaduras en la pintura.

David (bromeando mientras sube los escalones):

—Sí, tía, sí... tú cuida el coche, que yo cuido de Lloyd, que es más peligroso.

Lloyd (entrando a la casa como torbellino):

—¡Diiiana, el baño es mío! ¡Primerooo!

Diana (corriendo tras él, gritando):

—¡Ni lo sueñes! ¡Primero las damas, Lloyd! ¡Regla básica!

David (alcanzándolos):

—¡Yo soy el mayor, así que tengo prioridad universal!

Clara entra con la caja de pizza y la coloca sobre la encimera. Elena, su suegra, está lavando algunos platos. Ambas se acomodan juntas para repartir las porciones en platos mientras conversan.

Clara (negando con la cabeza):

—No entiendo a Lloyd… Diana me dijo que se comió dos tortas gigantes y dos burros en la escuela. ¿Cómo puede tener hambre otra vez?

Elena (con calma, sonriendo):

—Ay, hija… a su edad están en plena etapa de crecimiento. El metabolismo se les dispara. Y ya conoces a Lloyd... tiene energía para alimentar a un pueblo.

Clara (sirviendo una rebanada):

—Sí, pero esto ya roza lo sobrenatural. No sé si preocuparme o ponerle una lonchería.

Elena (riendo suave):

—Déjalo, mientras no se coma los muebles, todo está bien.

Los tres adolescentes están frente a la puerta del baño, empujándose y forcejeando por quién entra primero.

David (gruñendo mientras trata de pasar):

—¡Yo soy el mayor, tengo derechos adquiridos por antigüedad!

Diana (cruzándose de brazos):

—¡Y yo soy mujer! ¡Primero las damas! Es de educación básica.

Lloyd (aferrándose al marco de la puerta como un koala):

—¡ESO NO APLICA CUANDO HAY PIZZA ESPERANDO!

Diana y David intentan jalarlo por los brazos, pero Lloyd resiste apoyándose entre la pared y el marco. En un momento, su mano se apoya sobre el interruptor de la luz.

Lloyd (gritando entre esfuerzo):

—¡Voy a ganar… voy a ganaaaaaar!

De pronto, un destello verde tenue surge de su palma y se desliza hacia el interruptor. Nadie lo nota, pero el foco parpadea con un brillo extraño, y ¡BOOM!, estalla con una luz intensa.

Todos se quedan petrificados.

Diana (asustada):

—¡¿Qué fue eso?! ¿¡Lloyd, estás bien!?

David (entrando al baño, olfateando el aire):

—Parece que se quemó el foco… ¿una sobrecarga, tal vez? Qué raro.

Lloyd, en el suelo, se reincorpora lentamente. Mira su mano, extrañado.

Lloyd (en voz baja, casi para sí):

—Sentí… como un cosquilleo.

Diana (agachándose junto a él):

—¿Estás seguro que no te electrocutaste?

Lloyd (sacudiendo la cabeza):

—No… sólo fue como si algo se encendiera.

David enciende la linterna de su celular.

David (mirando el casquillo del foco):

—Bueno, ya quedó inservible. Ni modo… lávense rápido o me como su parte de pizza.

Eso los motiva. En menos de dos minutos, todos salen corriendo escaleras abajo.

Emiliano y Marco ya están sentados frente a la televisión, comiendo pizza como si nada. Naeris, la prima menor, está callada, con sus piecitos colgando del sillón, atenta a una caricatura.

Lloyd (mirándolos indignado):

—¡¿Y ustedes qué?! ¡Ni los vimos pelear por el baño!

Emiliano (sarcástico, masticando):

—Nos lavamos aquí mismo, genio. Hay un fregadero en la cocina, por si no lo has notado en los últimos 15 años.

Marco (riendo):

—¡Jajaja! Bola de tontos, se pelearon como simios por nada.

Diana (riendo mientras toma su plato):

—Eso no se hace… pero fue divertido.

David (tomando asiento):

—Lo bueno es que aún hay pizza… si no, sí hubiera habido una verdadera guerra.

Lloyd (con la boca llena ya):

—Mmm… vale la pena, ¡esto está bueníiiisimo!

[Habitación de Lloyd – Atardecer]

La luz anaranjada del atardecer entra por la ventana, tiñendo la habitación con tonos cálidos. Lloyd está sentado en su escritorio, con el ceño fruncido, concentrado… o al menos intentando concentrarse.

Lloyd (leyendo en voz baja mientras escribe):

—"Si Juan tiene una cuerda de 7 metros y necesita cortarla en segmentos de 2.8 metros, ¿cuántas piezas obtiene y cuánto le sobra?" … ¿Qué rayos es eso…

De pronto, sujeta su mano derecha y suelta el lápiz, que cae al escritorio con un clac seco.

Lloyd (sobándose la palma):

—Auch… ¿qué fue eso? ¿Otra vez la punzada?

(suspira)

—Tal vez sí me electrocuté con ese foco… ¿Y si ya tengo superpoderes? O peor… ¿y si me vuelvo un mutante o algo?

En la habitación hay varias medallas colgadas en la pared, con cintas azules y doradas. También hay una fotografía enmarcada donde Lloyd, Clara, Diana y su padre sonríen frente al mar. A un costado, un uniforme de karate cuelga bien doblado en un perchero. Junto a él, otra foto: Lloyd con un señor mayor, el río Soren, en lo que parece ser un torneo.

La puerta se entreabre.

Clara (asomándose con voz suave):

—Lloyd… acompaña a tu hermana a la tienda, por favor. Necesitamos comprar unas cosas antes de que lleguen tus tíos y tu papá.

Lloyd (se voltea):

—¿Ahora? …Sí, está bien mamá. ¿Qué hay que comprar?

Clara (entra a la habitación y recoge una prenda del suelo):

—Tu hermana ya te espera abajo. Pan para hamburguesas, carne molida, lechuga, tomate, cebolla… cosas básicas. No se tarden.

Lloyd se pone de pie y se acerca a su madre, mostrándole la palma de la mano.

Lloyd:

—Mamá, desde que explotó el foco, esta mano me arde un poco… como si algo me picara por dentro.

Clara (tomando su mano con delicadeza, la observa con atención):

—No se ve nada raro. Quizá fue un golpe, o la tensión del momento. No te preocupes, cariño. Si mañana te sigue molestando, te ponemos algo.

Lloyd (bajando la mirada, algo dudoso):

—Sí… tal vez.

Clara le da una suave palmada en el hombro.

Clara (sonriendo):

—Y deja los cómics un rato, ¿sí? Ya te vi tratando de convertir esto en origen de superhéroe…

Diana ya está en la puerta, con una pequeña lista en la mano. Lleva una sudadera ligera encima del uniforme.

David (desde el sofá, sin voltear):

—¡Ey! Si ven algo rico, tráiganme algo, ¿sí?

Diana (alzando una ceja):

—Vale, pero si no encontramos lo que quieres, te aguantas lo que yo elija.

David (riendo):

—Confío en tu gusto, princesa.

Lloyd (abrochándose una chaqueta ligera):

—Qué raro... normalmente me insultas cuando digo eso yo.

Diana (riendo):

—Es que tú nunca confías en mis elecciones. ¿Recuerdas los dulces de chile con sabor a queso?

Lloyd (poniéndose serio):

—¡Estaban buenos!

[Caminando por la calle, rumbo a la tienda]

Las calles están tranquilas, bañadas por los últimos rayos de luz. Hay niños en bicicleta y uno que otro vecino barriendo hojas. Los hermanos caminan en silencio un rato, hasta que Diana rompe el hielo.

Diana (curiosa):

—Oye… ¿has seguido entrenando con el río Soren esta semana?

Lloyd (encogiéndose de hombros):

—Sí. Hoy no me tocó ir, pero el lunes estuve con él. Me hace hacer cosas raras, como pararme en un solo pie sobre un tronco… dice que quiere que aprenda a “sentir la tierra”.

Diana (riendo):

—¿Y eso para qué sirve?

Lloyd:

—No lo sé… nunca me explica nada. Solo dice que es “para lo que viene”. Pero me gusta entrenar con él, es como… tranquilo, pero fuerte. Como si supiera más de lo que parece.

Diana asiente, pensativa. Luego mira la lista en su mano.

Diana (leyendo en voz baja):

—A ver… pan, carne, lechuga, tomate…

Lloyd (se detiene en seco):

—No. No, no, no. Ni lechuga ni tomate.

Diana (rodando los ojos):

—Otra vez con eso… ¿por qué te molestan tanto?

Lloyd (haciendo una mueca):

—¡Porque saben rarísimo! La lechuga no sabe a nada, y el tomate es como... morder un moco frío.

Diana (riendo a carcajadas):

—¡Lloyd, qué asco! ¡No digas eso cuando vamos a comprar comida!

Lloyd:

—Lo digo porque es verdad. Mejor carne, pan, queso, y ya está. Eso es una hamburguesa.

Diana (suspirando como si hablara con un niño pequeño):

—Eres incorregible… no sé cómo no estás hecho de puro aire y azúcar.

Lloyd (sonriendo con orgullo):

—Estoy hecho de puro poder, hermana. ¡Y pizza!

Ambos ríen y continúan su camino por la calle mientras el sol se va ocultando del todo.

[Afuera de la tienda – Tarde cayendo]

Las puertas automáticas de la tienda se cierran detrás de Lloyd y Diana mientras ellos salen cargando algunas bolsas. La luz del sol ya casi ha desaparecido; solo queda un resplandor rojizo en el horizonte. Las farolas se han encendido una a una, bañando las calles con un resplandor tenue y cálido.

Diana (mirando el cielo):

—Wow… qué rápido se fue el día. Me gusta cuando las farolas apenas se prenden, se siente como si todo se pusiera en pausa por un segundo.

Lloyd (mirando a su alrededor, alerta):

—Sí… pero igual mejor no nos distraemos. No me gusta cómo se ven estas calles tan vacías.

Diana (riendo con suavidad):

—Siempre tan exagerado. No estamos en una película de terror, Lloyd…

Lloyd (serio, caminando al lado de ella):

—No se trata de eso. Solo… quiero asegurarme de que estés bien. Es raro pero... hoy siento que algo está raro.

Diana lo observa de reojo. No dice nada, pero sonríe un poco. En el fondo, le encanta ese lado protector de su hermano, aunque él no se dé cuenta.

[Una cuadra antes de su casa]

Ambos caminan por una calle más estrecha. La luz de las farolas dibuja sombras largas en el pavimento. Las casas están silenciosas, con alguna que otra televisión encendida detrás de las ventanas.

Diana (con una chispa traviesa):

—¿Unas carreritas, Lloyd?

Lloyd (alzando una ceja, divertido):

—¿Me estás retando?

Diana (poniéndose en posición de arranque):

—Sabes que nunca te diría que no si te propongo algo divertido…

Lloyd (sonriendo, copiando la postura):

—Y sabes que nunca te dejaría ganar tan fácil.

Diana (gritando):

—¡Uno… dos… TRES!

Ella sale disparada riendo. Lloyd intenta seguirla, pero en cuanto da el primer paso…

Lloyd (deteniéndose con un gesto de dolor):

—¡Agh! ¡Mi mano… otra vez esa punzada!

Sujeta su brazo con fuerza. El dolor no es superficial… es interno, como si algo estuviera empujando desde dentro de su cuerpo.

Diana sigue corriendo, riendo, sin mirar atrás. Cruza la banqueta y llega al borde de la calle, justo cuando Lloyd levanta la vista.

Lloyd (mirando hacia el frente, ojos muy abiertos):

—¡Diana…!

Unos faros se aproximan a gran velocidad desde el cruce. Un auto dobló sin frenar, y va directo hacia ella.

Lloyd (gritando con todo el aire en sus pulmones):

—¡¡¡DIANAAAA, QUÍTATEEEEE!!!

Diana (volteando, confundida):

—¿Qué—?

Se queda paralizada al ver las luces del auto acercarse. Lloyd no piensa. No duda. Solo corre.

Lloyd (voz interior mientras corre):

—No… no… no puedo llegar tarde…

En una fracción de segundo la alcanza, la abraza con fuerza por la cintura y gira para protegerla con su cuerpo.

Y entonces…

¡PUMMMM!

Una explosión sorda retumba por toda la cuadra. El aire se sacude con un estruendo seco. Un torbellino de polvo se eleva alrededor de ellos. El auto ha quedado frenado justo frente a los dos hermanos, su capó totalmente abollado, humo saliendo del motor.

Pero ellos están bien.

Diana (todavía en los brazos de Lloyd, con voz temblorosa):

—¿Q-qué pasó…?

Abre lentamente los ojos. Lloyd también los abre. Ambos miran hacia el frente y lo ven: entre ellos y el auto, hay una especie de muro translúcido, verde esmeralda, con bordes vibrantes, como cristal líquido suspendido en el aire. Está unido al brazo de Lloyd, extendido aún en un intento instintivo de protegerla.

Diana (boquiabierta):

—Lloyd… ¿qué es eso…?

Lloyd (mirando su brazo con los ojos como platos):

—No lo sé… Yo… yo solo…

Ambos se quedan en silencio. Todo alrededor está quieto, salvo el zumbido de la farola y el chirrido del motor destrozado.

Lloyd (susurrando, incrédulo):

—¿Qué acaba de pasar…?

[FIN DEL EPISODIO]

"El Peso del Poder"

La luz tenue del amanecer se filtra por la ventana. En la cama, Lloyd está completamente cubierto por la manta, apenas asomando el cabello despeinado. El despertador marca 5:50 a.m.. Silencio. Solo se escucha su respiración pausada... y un leve zumbido.

Con expresión cansada y ojos algo enrojecidos, Lloyd se destapa lentamente. Mira su mano derecha. Tiembla... no de frío, sino como si una energía interna pulsara bajo su piel. La observa con extrañeza, moviendo los dedos con cautela, temiendo que vuelva a pasar eso.

LLOYD

(murmurando)

¿Qué fue eso...? ¿Cómo salió de mí...?

Se sienta en la cama, aún confundido. Sus pensamientos están atrapados en la imagen del escudo verde y el auto destrozado.

La puerta se abre suavemente. Diana entra, aún en pijama, con el cabello alborotado y cara de preocupación.

DIANA

¿Sigues pensando en lo de anoche?

LLOYD

(con voz baja, cargada de tensión)

¿Cómo no pensarlo...? Estuvimos a segundos de morir, Diana... y eso... eso que salió de mí...

Lloyd mira de nuevo su mano, como si esperara ver el escudo aparecer otra vez.

LLOYD

...eso no fue normal. Nunca me había pasado algo así.

Diana se acerca y se sienta en el borde de la cama. Mira a su hermano con seriedad, pero también con un toque de miedo.

DIANA

Fue como... un escudo de energía, ¿no? Verde... brillante. Te rodeó. Nos protegió...

Hace una pausa.

DIANA

¿Crees que deberíamos decirle a mamá y papá?

Lloyd frunce el ceño. La idea le inquieta más que el suceso en sí.

LLOYD

(nervioso, rápido)

No. No podemos. No todavía...

DIANA

¿Tienes miedo?

LLOYD

No sé... Tal vez. Solo... ¿cómo se los explicamos? ¿Que levanté un escudo con la mano como si fuera magia? Nos van a ver como locos, o peor...

Diana suspira y asiente, entendiendo su punto.

DIANA

Está bien. No diremos nada. Pero Lloyd... eso no fue algo pequeño. Puede que... sea el inicio de algo.

LLOYD

(lo piensa, luego afirma)

Lo sé. Por eso voy a averiguarlo. No importa qué sea, pero... salió de mí. Y necesito entenderlo.

Diana lo mira, más tranquila. Aunque también confundida, siente una leve confianza al ver la determinación de su hermano.

DIANA

Entonces... no estás solo. Si eso vuelve a pasar, estaré contigo.

Ambos se quedan en silencio un momento. El sol comienza a iluminar más fuerte la habitación.

Diana sale de la habitación y pasan unos minutos...

La casa está tranquila, iluminada por la suave luz de la mañana. Desde la sala se escucha una charla suave y risas apagadas. Lloyd baja por las escaleras, con el cabello alborotado y expresión adormilada. Aún tiene la mente revuelta por lo que ocurrió la noche anterior.

Al llegar a la sala, ve a su madre, Clara, sentada en el sofá, peinando cuidadosamente a Diana, que luce unas pequeñas trenzas decorando su cabello.

CLARA

(al ver a Lloyd, sonriendo con ternura)

¡Ahí estás! Ven acá con tu mamá.

Lloyd

(sorprendido, pero sin protestar)

¿Eh...? Está bien...

Se acerca y se deja guiar. Clara lo sienta a su lado, lo acomoda y empieza a peinarlo con manos ágiles y cariñosas.

CLARA

(susurrando con nostalgia)

Hace cuánto que no los veo irse a la escuela... entre mi trabajo y los horarios. Pero esta semana, mamá va a estar aquí. Aprovechémosla, ¿sí?

LLOYD

(con una mueca)

Mamá... más despacio...

DIANA

(ríe y mete las manos en el cabello de Lloyd)

¡A mí me encanta su pelo! Es tan brillante y ondulado... ¿por qué el mío no es así?

CLARA

(sonriendo)

Eso, hija, es cosa de genética. A cada uno le toca algo diferente. Tú tienes uno lizo hermosos.

DIANA

(riendo)

Sí, pero no brillan y ni es como los de él...

Clara termina de peinar a Lloyd con esmero. Después les entrega sus almuerzos, ya empacados con etiquetas hechas a mano.

CLARA

Aquí tienen. No quiero que pasen hambre, ¿eh?

LLOYD

(gracias, aún medio en sus pensamientos)

Gracias, mamá...

DAVID, ya vestido y con su mochila al hombro, pasa por la cocina y toma su lonchera.

DAVID

Gracias, tía. ¡Nos vemos afuera!

EXT. CASA - MOMENTOS DESPUÉS

Todos suben al auto. Clara conduce, mientras los chicos se acomodan en sus asientos. Lloyd va junto a la ventana, con la mano apoyada en su regazo. Vuelve a sentirlo.

Un leve hormigueo... una especie de vibración interior.

Mira su mano, casi sin moverla, ocultándola del resto. Esa sensación... ese algo sigue ahí, como un recordatorio invisible de lo que ocurrió.

El motor arranca. El día apenas comienza, pero Lloyd ya sabe que algo en su vida ha cambiado para siempre.

El sol apenas está subiendo y el bullicio de la escuela comienza a llenar el aire. Clara detiene el auto frente a la preparatoria y mira a los chicos a través del retrovisor.

CLARA

(sonriendo)

Adiós, hijos. Cuídense mucho, ¿eh?

DIANA

(sonriendo mientras baja del auto)

¡Adiós, mamá! Cuídate también.

LLOYD

(dándole una última mirada a su mamá)

Adiós, mamá...

EXT. PREPARATORIA - CAMINO AL SALÓN

Lloyd y Diana caminan hacia la entrada de la preparatoria. David se desvía para unirse a sus amigos que ya lo están esperando. Los hermanos siguen caminando juntos, pero algo inquietante sigue rondando a Lloyd. Siente ese cosquilleo familiar, algo que no logra entender. La sensación se va extendiendo por su mano derecha, como si algo en su interior quisiera despertar.

DIANA

(viendo a Lloyd de reojo, preocupada)

¿Todo bien, Lloyd?

LLOYD

(intentando disimular)

Sí... sólo... no estoy muy animado hoy, eso es todo.

DIANA

(tensa)

¿Seguro? Te noto raro...

Lloyd no responde, solo asiente, pero Diana lo observa en silencio, sabiendo que algo no anda bien.

Al entrar al salón, Nathan y Vanessa están sentados juntos, hablando animadamente. Al ver a los hermanos, ambos los saludan.

NATHAN

(con una sonrisa)

¡Hola! ¿Cómo están?

DIANA

(sonriendo suavemente)

Hola, Nathan. Estoy bien, gracias.

LLOYD

(faltando un poco de energía)

Sí, yo también... dentro de todo.

NATHAN

(fijándose en Lloyd, algo preocupado)

¿Qué pasa? Te noto raro... ¿algo te molesta?

Lloyd lo mira, tratando de disimular, pero la verdad es que no puede negar lo que siente. Finalmente, finge que está bien.

LLOYD

(suspirando)

No es nada... solo estoy un poco aburrido.

VANESSA

(con tono de broma)

Sí, yo también. Y eso que ni siquiera han comenzado las clases.

Lloyd sonríe levemente, pero Diana lo conoce lo suficiente para saber que no está siendo completamente honesto. La preocupación crece en ella.

En ese momento, Ryan entra al salón y se dirige rápidamente hacia su grupo.

Christian, que lo sigue, va directamente hacia Nathan, que le presenta a Lloyd.

NATHAN

(mirando a Lloyd)

Mira, Lloyd, este es el amigo del que te hablaba.

LLOYD

(extendiendo la mano, con una ligera sonrisa)

Hola, soy Lloyd.

CHRISTIAN

(sonriendo y estrechando la mano de Lloyd)

Hola, mucho gusto.

En ese momento, un profesor entra al salón con un porte tranquilo y sereno. Lleva una carpeta en la mano y parece muy seguro de sí mismo. Se presenta a los estudiantes como Eloim, su nuevo profesor de Biología y Ciencias Naturales.

ELOIM

(sonriendo y mirando a todos)

Buenos días a todos. Soy el profesor Eloim. Antes de empezar con la clase, quiero que todos entreguen un pequeño trabajo que quiero que hagan rápido: quiero que me pongan las partes más importantes del cuerpo humano.

Todos asienten y comienzan a trabajar en silencio. La clase se llena de murmullos mientras los estudiantes discuten y escriben sobre sus hojas. El tiempo pasa rápidamente hasta que finalmente es hora de entregar los trabajos.

DIANA

(mirando su trabajo, se levanta)

Voy primero.

LLOYD

(suspirando y levantándose también)

Sí, yo también.

Ambos se acercan al escritorio de Eloim, donde él está organizando papeles. Diana entrega su trabajo, y Eloim la mira con atención.

ELOIM

(con una mirada curiosa)

¿Cómo te llamas, querida?

DIANA

(sonriendo)

Me llamo Diana Varek, profesor.

Eloim se detiene un momento, sorprendido.

ELOIM

(intrigado)

Varek... Varek... Conozco a tus abuelos, son muy buenos maestros de artes marciales. Debes estar muy orgullosa.

Diana se alegra al escuchar esto, asintiendo con la cabeza.

DIANA

(sonriendo)

Sí, lo estoy.

Diana se aleja, y ahora es el turno de Lloyd. Él va hacia el escritorio, entregando su trabajo mientras siente cómo el cosquilleo en sus manos se intensifica. Algo le incomoda, y cuando Eloim lo mira, nota que está algo inquieto.

ELOIM

(fijándose en Lloyd)

¿Y tú cómo te llamas?

LLOYD

(con algo de nerviosismo, intentando disimular)

Me llamo... Lloyd Varek.

ELOIM

(mirando a Diana y luego a Lloyd)

Varek, ¿eh? Qué curioso. ¿Eres hermano de Diana?

LLOYD

(asintiendo rápidamente)

Sí, soy su hermano mayor. Nací 10 minutos antes.

ELOIM

(mirando a los dos, algo intrigado)

Curioso... Los ojos de ambos son diferentes, los de ella son cafés y los tuyos... son azules. Eso es extraño.

LLOYD

(sonriendo con incomodidad)

Sí... lo sé. Somos gemelos, pero con algunas diferencias.

Lloyd le entrega su cuaderno a Eloim para que lo revise, pero en ese momento, mientras él lo toma, unas pequeñas tiras de color verde comienzan a brotar de la mano de Lloyd. El joven se da cuenta demasiado tarde y rápidamente cubre su mano, intentando que Eloim no vea nada.

ELOIM

(viendo de reojo, pero sin decir nada, entregando el cuaderno a Lloyd)

(murmurando para sí mismo)

Ese poder... no puede ser...

Lloyd toma el cuaderno, pero se siente observado, y no puede evitar que un escalofrío recorra su espalda. Al caminar de vuelta a su asiento, su mente da vueltas con las palabras de Eloim, quien claramente sabe algo que él aún no comprende.

Lloyd se sienta en su lugar, mientras Diana no deja de mirarlo preocupada. Vanessa, aunque lo acaba de conocer, también nota que algo no anda bien con él.

La clase transcurre hasta que finalmente termina. El profesor Eloim se despide con un anuncio:

Eloim: (Dice el profe de química que vayan al laboratorio, tienen clase allá.)

Todos asienten y comienzan a salir del salón.

Diana, Lloyd, Nathan y Christian caminan juntos por el pasillo. Diana aprovecha para platicar con Christian y conocerlo mejor. Ryan y Vanessa van por separado, caminando detrás del grupo. Mientras tanto, Lloyd se agarra la mano derecha: ese cosquilleo extraño sigue ahí, e incluso parece empeorar.

Al llegar al laboratorio, el nuevo profesor les indica que deben formar equipos de cuatro.

Lloyd, Nathan, Christian y Diana se agrupan rápidamente. Ryan y Vanessa se miran, inseguros.

Ryan: (¿Nos unimos con ellos?)

Vanessa: (Vamos... no hay muchos más.)

Ambos se acercan y le piden permiso al profesor para unirse al grupo. Él asiente sin problema.

La clase comienza. Todos se colocan sus trajes de protección y el profesor les indica paso a paso lo que deben hacer.

Diana: (Ok, esto va aquí, ¿verdad?)

Nathan: (Creo que eran 400 ml de esta sustancia...)

Vanessa observa en silencio, con atención. Ryan también se queda callado, siguiendo el proceso. Christian, distraído, juega con su celular. Lloyd, por su parte, no puede concentrarse. Su mano tiembla ligeramente y el cosquilleo ahora se ha convertido en un hormigueo eléctrico que sube por su brazo.

El profesor da una última instrucción: deben verter un líquido transparente al final del proceso.

Un grupo cercano lo intenta y la mezcla hace espuma blanca. Diana voltea a ver a Lloyd.

Diana: (Lloyd, ¿puedes echar tú el líquido?)

Él asiente, algo tenso, y toma el frasco de vidrio. Pero al hacerlo, su mano comienza a temblar con más fuerza. Sus dedos brillan levemente en verde.

Diana: (¿Estás bien...?)

Lloyd no responde. Está luchando por mantener el control.

Christian: (Oigan... algo no está bien...)

Todos se detienen. El frasco en las manos de Lloyd comienza a cambiar de color. El líquido transparente empieza a volverse verde intenso. Las burbujas crecen... el brillo se intensifica.

Nathan: (¡¿Por qué está habiendo una reacción si aún no lo mezclamos?!)

Lloyd aprieta los dientes. Siente que va a perder el control.

Lloyd: (¡Agáchense!)

Justo cuando todos se cubren, el frasco estalla en una explosión de energía verde. Un destello ilumina todo el laboratorio.

Lloyd sale volando hacia atrás y cae al suelo. El profesor se pone de pie de golpe, alarmado.

Profesor: (¿Qué rayos fue eso?!)

Nadie sabe qué responder. El grupo está en shock. Lloyd, aún aturdido, se levanta como puede y sale del laboratorio sin decir palabra. Diana lo sigue de inmediato.

Afuera, en el pasillo, Lloyd respira agitado. Se apoya en la pared, sudando.

Diana: (¡Lloyd, dime qué tienes! ¿Qué pasa?)

Lloyd: (Fui yo... yo causé eso... no sé qué me está pasando... no lo entiendo...)

Diana lo toma de los hombros, tratando de calmarlo.

En ese momento, el resto del grupo llega detrás de ellos. Todos se quedan en silencio, mirando a Lloyd, confundidos... y asustados.

Vanessa: (¿Eso de allá... qué fue?)

Ryan: (¿Por qué saliste corriendo? ¿Qué pasó?)

Nathan: (Aún no me explico cómo explotó eso... ¡si ni siquiera habíamos mezclado nada!)

Diana intenta calmar a Lloyd, pero antes de que diga algo, Vanessa se le adelanta, acercándose rápidamente y esquivándola.

Diana: (¡Oye, aléjate de él!)

Vanessa: (¿Qué te pasa, Lloyd? Sé que lo que pasó allá fue tu culpa...)

Lloyd se tensa. Diana guarda silencio. Los demás también se quedan quietos, sin saber qué decir.

Vanessa: (No es normal que algo explote así... Y yo vi... vi cómo algo verde salía de tu mano. ¡Salía de ti!)

Lloyd baja la mirada, sintiéndose expuesto.

Lloyd: (Sí... fue... fue mi culpa.)

Vanessa abre los ojos, sorprendida, pero no con enojo... sino con curiosidad y preocupación.

Vanessa: (¿Nos puedes decir qué fue eso? Sé que aún no confías mucho en nosotros, apenas nos conocimos ayer... pero necesitas empezar a confiar. ¿Qué es lo que tienes, Lloyd?)

Diana se acerca y murmura con suavidad:

Diana: (De perdido... cuéntales a ellos.)

Lloyd mira al suelo, pensativo. Finalmente, asiente en silencio.

Vanessa: (Vamos a un lugar más apartado. No es buena idea hablar de esto aquí.)

El grupo se aleja del laboratorio, buscando un rincón tranquilo en el patio trasero de la escuela, detrás de unos arbustos. Se forman en semicírculo alrededor de Lloyd. Él respira hondo, baja la capucha y se arremanga la manga derecha de la sudadera.

Una energía verde fluye lentamente por su brazo. Como si tiras de esencia viva recorrieran su piel, girando y brillando con un resplandor intenso pero inestable.

Todos quedan en shock.

Christian: (...Qué mierda es eso.)

Nathan: (Parece energía, pero...)

Ryan: (¡Pero no es energía! ¡¿Qué carajos es eso?!)

Vanessa: (Eso... eso fue lo que te hizo explotar el frasco.)

Lloyd asiente sin decir palabra. Diana observa su brazo con preocupación.

Diana: (Esto está peor... En la mañana no tenías eso. Está avanzando... está extendiéndose...)

Ryan: (¿Desde la mañana? ¿Desde cuándo tienes eso?)

Diana se queda pensando un momento, luego murmura:

Diana: (Lloyd... Camila... Su papá es experto en este tipo de cosas, ¿no? Tal vez ella pueda saber qué es lo que tienes ahí.)

Ryan: (¿Estás diciendo que esa cosa verde es... un elemento?)

Diana: (Creo que sí. Ayer, eso... eso creó un campo de fuerza. Lo vi con mis propios ojos.)

Ryan: (¿Ayer? Espera... ¿qué pasó ayer?)

Diana: (Te contaré más tarde...)

Voltea a ver a Lloyd, con expresión firme pero afectuosa.

Diana: (Hermano, tienes que calmarte. Tenemos que volver a clases. Tranquilízate... y durante el receso hablamos con Camila, ¿sí?)

Lloyd respira hondo y asiente.

Todos regresan al salón en silencio. Al entrar, sienten las miradas de todos clavadas en ellos... especialmente en Lloyd. Un murmullo recorre el aula, pero nadie se atreve a decir nada. Lloyd se sienta, tratando de pasar desapercibido, aunque por dentro... el caos apenas comienza.

Después de clase, todos salen del salón. Diana y Lloyd comienzan a buscar a Camila entre la multitud. Lloyd la ve a lo lejos y, sin pensarlo, corre hacia ella. La toma suavemente del hombro.

Lloyd: (Camila... necesito que vengas conmigo.)

Camila: (¿Qué pasa, Lloyd?)

Lloyd la mira con una expresión nerviosa.

Lloyd: (No puedo contártelo aquí... no frente a todos.)

Camila se queda callada, sorprendida por su tono. Lloyd la toma del brazo con cuidado y la lleva al patio trasero, donde ya habían estado antes. Los demás los siguen, incluyendo Fernanda, que se une al grupo con curiosidad.

Al llegar al patio, se aseguran de que no hay nadie alrededor. El ambiente está tranquilo.

Camila: (Dime, Lloyd... ¿De qué quieres hablar?)

Camila lo dice con un tono suave, esperando tal vez una confesión distinta, algo más bonito. Pero Lloyd se queda en silencio unos segundos, sin saber cómo comenzar. Diana le da un leve golpe en el hombro, como empujándolo a hablar.

Lloyd (nervioso): (Pues... no sé si puedas explicarme qué es esto...)

Lentamente, se arremanga la manga derecha de la sudadera, revelando su brazo cubierto por tiras de esencia verde que se mueven como energía viva.

Camila lo observa, impactada. Se queda sin palabras por un momento.

Nathan: (Eso sigue siendo impresionante...)

Ryan: (Sí, ¿verdad?)

Camila tartamudea, confundida, pero su rostro se ilumina con una mezcla extraña de sorpresa y alegría.

Camila: (Eres... e-eres como yo, Lloyd...)

Todos se quedan callados.

Fernanda y Diana: (¿¡¿¡¿QUÉ?!?!?!)

Lloyd: (¿Tú... tú tienes esto mismo? ¿Te ha pasado lo mismo?)

Camila: (No... a lo que me refiero es que eres un maestro elemental, igual que yo.)

Fernanda: (¿¡CÓMO QUE ERES UNA MAESTRA ELEMENTAL!? ¡¿CUÁNDO PENSABAS DECIRME ESTO?!)

Los demás se quedan igual de sorprendidos. Camila baja la mirada un poco, apenada.

Camila: (Es que... mi papá no quiere que hable de esto con otras personas. Dice que es peligroso...)

Ryan: (¿Tu poder es como el de Lloyd?)

Vanessa: (¿Y quién dice que lo de Lloyd es un poder elemental?)

Camila: (Porque es lo más probable... A lo que me refiero es que yo puedo controlar el agua.)

Todos abren los ojos con asombro.

Ryan: (A ver... demuéstralo.)

Camila ve un bote lleno de agua cerca de una jardinera. Extiende la mano, y el agua empieza a elevarse suavemente en el aire, flotando como si no pesara nada.

Todos se quedan en silencio.

Ryan: (No me impresiona...)

Camila frunce el ceño, molesta. Levanta la otra mano, y de ella surge un chorro de agua a presión que va directo hacia Ryan, empapándolo por completo.

Ryan: (¡Oyeee!)

Todos sueltan una carcajada, incluso Fernanda. Todos... excepto Lloyd, que sigue con el ceño fruncido y la mirada preocupada.

Lloyd: (Entonces... ¿sabes qué es esto? ¿Sabes qué elemento es... o cómo lo controlo?)

Camila se acerca y observa el brazo de Lloyd con atención. Su expresión cambia a una mezcla de duda y extrañeza.

Camila: (No lo sé... No reconozco ese elemento. Parece energía, pero no lo es...)

Camila: (¿Puedo... tocarlo?)

Lloyd: (Haz lo que quieras... con que me ayudes...)

Camila se acerca lentamente, observando las tiras de esencia verde que recorren el brazo de Lloyd como si tuvieran vida propia. Al tocarlo con la yema de los dedos, la esencia reacciona de inmediato, estirándose hacia su mano y envolviendo sus dedos como si quisiera sujetarse a ella.

Nathan: (¿Cómo se siente...? ¿Duele?)

Christian: (¿Te está quitando la vida... o algo así?)

Camila: (No... no está haciendo nada de eso. No me duele, ni siento que me absorba nada. Solo... se aferra a mí. Como si me reconociera...)

Camila aparta la mano con cuidado. Las hebras verdes se retraen lentamente hasta el brazo de Lloyd.

Camila: (Tal vez mi papá sepa qué es esto, Lloyd. Él conoce mucho sobre los elementos... Tal vez cuando salgamos de clases deberías venir conmigo. Puede ayudarte a saber qué tipo de poder tienes... o al menos enseñarte a ocultarlo.)

Lloyd: (Eso me gustaría...)

Ryan: (¡No puede ser! ¿En serio lo van a entrenar...? ¡Yo también quiero ser un maestro elemental!)

Lloyd voltea a ver a Diana. Ella capta la señal al instante.

Diana: (Está bien... solo déjame avisarle a mamá, para que venga por David nada más.)

Lloyd asiente. Diana saca su celular y marca.

Diana: (Mamá, vamos a ir con una amiga de Lloyd a hacer una tarea. ¿Puedes venir solo por David?... Sí, más tarde... Gracias.)

Cuelga justo cuando suena el timbre. Todos se sobresaltan un poco.

Nathan: (Clase otra vez... y justo que se ponía interesante.)

Camila: (Nos vemos a la salida.)

Lloyd le lanza una mirada de agradecimiento antes de bajar la manga de su sudadera. Todos caminan de regreso al salón. El ambiente está más tranquilo, pero en sus rostros hay una mezcla de nervios y emoción.

Las clases transcurren con normalidad... hasta que finalmente, suena el timbre de salida.

Todos comienzan a salir del edificio escolar, y poco a poco el grupo se dispersa en diferentes direcciones. Lloyd y Diana se quedan fuera de la preparatoria, cerca de la banqueta, esperando a Camila.

Ella sale entre los últimos, despidiéndose de Fernanda con un gesto amistoso. Cuando la ve, se acerca de inmediato.

Camila: (Ya... solo hay que esperar a que mi papá llegue por nosotros.)

Diana: (Bien... solo espero que no tarde mucho, ya me está dando hambre.)

Lloyd no dice nada. Solo se cruza de brazos mientras con la mano derecha se sujeta discretamente el brazo izquierdo, como si intentara calmar un cosquilleo. La esencia verde sigue activa bajo la manga.

Camila y Diana lo observan. Ambas saben que, aunque Lloyd suele mostrarse tranquilo, esa actitud reservada no es normal en él.

Diana -susurrándole a Camila-: (No lo quiere decir... pero él tiene miedo.)

Camila: (Lo sé...)

El tiempo pasa lentamente. Los tres permanecen en silencio, hasta que el sonido de un motor los hace levantar la vista. Un auto rojo se detiene frente a ellos. Camila sonríe al acercarse, esperando ver a su papá... pero al abrirse la puerta, se encuentra con su mamá.

Camila: (¿Mamá...? ¿Y papá? ¿Dónde está...?)

Mariela: (Tu papá no pudo venir, hija. Se le hizo tarde en el trabajo. ¿Para qué lo necesitabas?)

Camila guarda silencio unos segundos. Luego baja la mirada.

Camila: (Es que... quería hablar con él.)

Mariela asoma la cabeza por la ventana y mira detrás de su hija. Observa a Lloyd y Diana de pie, esperando con algo de incomodidad.

Mariela: (¿Y ellos... quiénes son, hija?)

Camila parpadea sorprendida.

Camila: (¿No los reconoces, mamá...?)

Mariela niega suavemente con la cabeza. Camila se gira hacia sus amigos y luego vuelve a mirar a su madre.

Camila: (Mamá, son Lloyd y Diana... Mis amigos. ¡Los que conozco desde que tenía siete años!)

Mariela los observa con atención. Sus ojos se agrandan al reconocer sus rostros.

Mariela: (No puede ser... pero mírenlos nada más... ¡Qué grandes están! ¡Cómo han cambiado!)

Diana sonríe con ternura y se acerca al auto.

Diana: (Cómo está, señora Mariela... Cuánto tiempo sin verla.)

Mariela: (Muy bien, preciosa. ¡Qué gusto verlos otra vez!)

Lloyd sonríe con algo de nervios y también saluda con la mano.

Camila: (Ellos vienen conmigo porque... queremos hablar con papá. Es algo importante.)

Mariela: (Claro, claro... Suban, los llevo a casa.)

Los tres suben al auto y Mariela arranca, mientras en el ambiente se siente esa mezcla de nostalgia, tensión... y algo desconocido.

Durante el trayecto en el auto, el silencio se rompe cuando Mariela lanza una pregunta con tono curioso:

Mariela: (¿Y qué es eso tan importante que quieren hablar con tu papá?)

Camila se pone tensa. Mira por la ventana, como si quisiera evadir la pregunta... pero finalmente responde, sin saber muy bien cómo explicarlo.

Camila: (Es que... Lloyd tiene algo extraño.)

Mariela: (¿Cómo que algo extraño?) -pregunta, visiblemente confundida.

Camila titubea, sin saber por dónde comenzar. Es entonces cuando Diana interviene desde el asiento trasero.

Diana: (Pues... que Lloyd se lo muestre.)

Camila: (Sí, Lloyd... muéstrale a mi mamá eso.)

Lloyd traga saliva, nervioso, pero asiente. Se inclina un poco hacia el asiento del conductor y se remanga lentamente la manga del brazo izquierdo. Al hacerlo, revela las tiras de esencia verde, que se aferran con suavidad a su piel, moviéndose con vida propia.

Mariela lo observa en completo silencio. Su expresión se vuelve seria, atenta. Finalmente murmura:

Mariela: (Eso... eso es un... creo que es un poder elemental...)

Camila: (¿Verdad que sí, mamá? ¿Sabes cuál es?)

Mariela: (No, hija... no lo reconozco. Tal vez tu papá sí lo sepa.)

Diana: (Sí... por eso queremos hablar con él.)

Al poco rato, llegan a la casa. Mariela estaciona el auto y los tres chicos bajan.

Al entrar, Lloyd se deja caer con cuidado en el sofá, mientras observa con curiosidad los detalles del lugar. Diana sonríe con nostalgia al mirar a su alrededor.

Diana: (Qué recuerdos... tenía mucho sin venir a tu casa, Camila.)

Camila: (Pues porque nunca venían. En primaria siempre venían seguido... pero desde que entramos a secundaria dejaron de venir.)

Diana baja la mirada, algo apenada.

Mientras tanto, Mariela entra a la cocina, abre el refrigerador y saca una jarra con agua. Sirve en vasos de cristal y los coloca en la mesa frente a los chicos. Todos toman... excepto Lloyd.

Él observa el vaso frente a él, indeciso, recordando cómo estalló el anterior en el laboratorio. Se queda inmóvil.

Camila se sienta a su lado y lo observa con atención.

Camila: (Oye... ¿estás bien?)

Lloyd: (Sí... solo... estoy nervioso. No sé si quiero que esto sea un poder elemental o no.)

Camila: (¿Por qué? ¿Por qué no quieres?)

Lloyd: (Es que tú no viste lo que pasó en el laboratorio... Fue como si todo se descontrolara. Tengo miedo de no aprender a dominarlo.)

Camila: (Tranquilo... Si yo logré dominar el mío, tú también puedes. No estás solo en esto.)

Lloyd le sonríe levemente, agradecido.

Pasan algunos minutos en silencio, hasta que se escucha el timbre de la puerta. Mariela se acerca a abrir.

Al hacerlo, se encuentra con un hombre alto, de cabello oscuro y porte firme: Gabriel, el padre de Camila.

Camila se acerca con una sonrisa al ver entrar a su padre por la puerta.

Camila: (¡Papá, por fin llegaste!)

Gabriel: (¿Cómo te fue hoy en la escuela, hija?)

Camila: (Muy bien, papá.)

Gabriel sonríe levemente, pero al mirar hacia la sala, su expresión cambia al ver a Lloyd sentado en el sofá, y a Diana en la cocina hablando con Mariela.

Gabriel: (¿Y ellos... qué hacen aquí?)

Camila se pone un poco nerviosa, pero intenta mantener la compostura.

Camila: (Bueno... es que... queremos mostrarte algo... y preguntarte una cosa.)

Gabriel la observa con curiosidad, cruzando los brazos.

Gabriel: (¿Algo sobre qué?)

Camila duda, le cuesta encontrar las palabras adecuadas.

Camila: (Pues... eh... que Lloyd te lo enseñe.)

Gabriel: (¿Enseñarme qué?)

Lloyd levanta la mirada, nervioso, al sentir que las miradas se posan sobre él. Bajo su manga, un leve resplandor verde parpadea tenuemente.

Gabriel y Camila se acercan al sofá.

Camila: (Lloyd... ¿quieres mostrárselo...?)

Gabriel observa al chico con atención, percibiendo algo inusual.

Gabriel: (A ver, Varek... dime, ¿qué tienes?)

Lloyd se levanta lentamente, con la respiración agitada. Se remanga con cautela la sudadera, revelando las tiras de energía verde que se envuelven como raíces vivas alrededor de su brazo.

Los ojos de Gabriel se abren de par en par al verlas. Se queda en completo silencio.

Camila: (Eso es diferente a cualquier otro, ¿sabes qué es, papá?)

Gabriel guarda silencio. Lloyd empieza a tensarse más, y Camila también. La falta de respuesta los inquieta.

El padre susurra apenas audible para sí mismo:

Gabriel: (No puede ser... No puede ser verdad... Pero si lo es...)

Sin decir nada más, Gabriel se aleja, toma una pequeña llave guardada en una caja sobre un mueble y se dirige hacia la entrada del ático. Abre la trampilla y sube rápidamente.

Lloyd se queda quieto, mirándolo irse, con los puños apretados.

Lloyd: (¿Qué... qué va a hacer?)

Camila: (Tranquilo... tal vez fue por un libro... o algo así.)

Pasan unos minutos en silencio. Luego se escuchan pasos que bajan por la escalera del ático. Gabriel aparece, cargando algo envuelto en una tela vieja, y varios cilindros que parecen pergaminos antiguos.

Camila se pone de pie.

Camila: (¿Papá... y eso qué es?)

Gabriel se dirige hacia la mesa de la sala, desenrolla con cuidado uno de los pergaminos y lo extiende sobre la superficie.

Gabriel: (Tengo que probar algo.)

Observa unos símbolos antiguos, los compara con el patrón que forman las tiras en el brazo de Lloyd. Finalmente, alza la vista.

Gabriel: (Si estoy en lo correcto... el poder de Lloyd es la Esencia Esmeralda.)

Camila: (¿Y eso qué es, papá?)

Lloyd permanece en silencio, atento, con los ojos clavados en Gabriel.

Gabriel: (Es un poder elemental que... nunca se ha visto antes. Sólo se avisto en sueño... es sueños de mi padre...

Lloyd frunce el ceño, confundido por lo que acaba de escuchar.

Lloyd: (¿Su padre...? ¿Cómo que en sueños… de su padre?)

Todos lo miran, sin comprender. Camila se gira hacia su papá.

Camila: (¿Papá? ¿De qué estás hablando?)

Gabriel respira profundo, como si llevara años esperando este momento.

Gabriel: (Hay cosas… cosas que no saben. Pero que deben saber.)

Camila lo observa con el ceño fruncido, igual que Lloyd.

Camila: (¿Qué no sabemos, papá? ¿De qué hablas...? ¡Ya dime! ¿Qué me estás ocultando?)

Gabriel se acerca lentamente a la mesa. Luego fija su mirada en Camila... y en Lloyd.

Gabriel: (Tu abuelo… mi padre… es Selian Solenne.)

Un silencio denso se apodera del lugar. Camila queda paralizada.

Camila: (¿Qué...? ¿Papá, qué?)

Lloyd: (¿Selian Solenne…? El fundador de la ciudad… T-tiene que estar bromeando.)

Gabriel niega con la cabeza, con una seriedad casi solemne.

Lloyd se queda helado. Camila también.

Camila: (¿Y qué tiene que ver eso con todo esto...? ¿Qué tiene que ver, papá?)

Gabriel la observa fijamente, su voz se vuelve más grave.

Gabriel: (¿Conocen la profecía del Reino Oscuro?)

Camila: (Sí… desde secundaria hablan de ella. Pero… siempre como una teoría antigua. Algo sobre que Lord Oscuro escapará del Reino y... y que los maestros lo enfrentarán.)

Gabriel asiente lentamente.

Gabriel: (No es una teoría… Es una profecía real. Una que tu abuelo… me dejó a mí.)

Lloyd lo escucha en silencio, pero algo dentro de él se remueve.

Lloyd: (¿Y eso… qué tiene que ver conmigo?)

Gabriel se acerca, hablando con más fuerza ahora.

Gabriel: (La profecía habla de cinco Maestros Elementales… Cuatro de ellos dominarán los elementos principales: Fuego, Aire, Tierra e Hielo. Pero el quinto… será diferente. Un elegido de buen corazón, con un poder único. Un poder que jamás ha existido antes.)

Lloyd lo mira con los ojos abiertos, comenzando a comprender.

Lloyd: (¿Y usted me está queriendo decir… que ese poder… soy yo?)

Gabriel le sostiene la mirada, firme… sin decir una palabra, pero confirmándolo todo.

Lloyd baja la vista, sintiendo cómo su respiración se acelera.

Gabriel se gira hacia el objeto cubierto con mantas. Lo descubre con cuidado.

Una espada. De mango oscuro, elegante, y una hoja de plata pura que brilla con una energía latente.

Camila se levanta alarmada.

Camila: (¡Papá! ¿Qué estás haciendo?)

Gabriel se acerca a Lloyd con la espada en las manos.

Gabriel: (Esta espada… adopta la forma y el poder del elemento que su portador lleva dentro. Es la Espada de los Orígenes… forjada para el elegido de la profecía.)

Coloca la espada frente a Lloyd.

Gabriel: (Quiero que la tomes.)

Lloyd duda. Mira la espada… luego a Camila, que lo observa con temor y asombro. Su mano tiembla un poco mientras se acerca al mango.

Finalmente, lo toma.

En el momento exacto en que Lloyd coloca su mano sobre el mango de la espada, una corriente de energía recorre el ambiente. Las tiras verdes que antes flotaban a su alrededor se alzan en espiral como si reconocieran algo… o a alguien.

De pronto, comienzan a envolverse en la espada con violencia controlada, como si despertaran tras años de letargo.

Justo entonces, Diana entra a la cocina, jadeando, tras haber escuchado voces desde la entrada.

Diana: (¡¿Pero qué mierda está pasando aquí?!)

Ante sus ojos, la hoja de la espada comienza a cambiar. Lo que antes era una simple hoja plateada ahora brilla con un fulgor nuevo. El color se transforma lentamente, como si una esencia antigua la reclamara. La plata se convierte en un verde esmeralda profundo, pulido y brillante como cristal vivo. Las tiras, ahora completamente fusionadas con el metal, laten suavemente con un ritmo orgánico.

Camila abre sus ojos, atónita.

Gabriel se lleva la mano a la boca, sin poder creer lo que está presenciando. El silencio se vuelve pesado… sagrado.

Lloyd, con la espada aún en mano, la mira fascinado. Sus ojos se abren con asombro... y poco a poco, una sonrisa se dibuja en su rostro.

Lloyd: (Esto es... ¡INCREÍBLE!)

Diana se acerca, sin poder quitarle la vista a la espada.

Diana: (¿Esto qué es… qué pasó...?)

Gabriel: (La espada… tomó la forma de su poder. Absorbió parte de la Esencia que Lloyd lleva dentro.)

Camila ve la expresión de su padre, preocupada.

Camila: (¿Papá...? ¿Estás bien?)

Gabriel apenas puede hablar, como si aún intentara asimilar lo que ha ocurrido.

Gabriel: (Esto… es solo el principio.)

La frase deja un eco inquietante en la habitación. Camila siente un escalofrío recorrerle la espalda.

Diana, aún confundida, se acerca más.

Diana: (A ver… déjame verla…)

Lloyd se la pasa sin oponer resistencia. En cuanto Diana la sostiene, la espada vuelve a su color original: plateado, apagado, sin rastro del brillo verde.

Diana: (¿Qué...? ¿Por qué...? ¿Qué pasó?)

Gabriel: (La espada solo reacciona ante un Maestro de la Esencia. Aunque tú, Diana, tengas poder… la espada no te reconoce como tal.)

Camila: (Entonces… ¿Lloyd… Lloyd es de quien hablaba la profecía todo este tiempo?)

Gabriel asiente lentamente, como si aún le costara decirlo en voz alta.

Gabriel: (Parece que sí. Si la espada ya reaccionó ante él… eso solo puede significar una cosa: la profecía está comenzando.)

El silencio se vuelve tenso otra vez.

Camila: (¿Y por qué nunca me dijiste nada de esto…? ¿Nada de la profecía, ni del abuelo, ni del Reino Oscuro?)

Gabriel la mira con pesar.

Gabriel: (Porque no sabía cómo ibas a reaccionar… Hay cosas oscuras en nuestra familia, hija. Cosas que intenté protegerte de saber.)

Camila baja la mirada, molesta, pero también comprendiendo.

Lloyd, aún con la espada en la mano, pregunta con un tono más serio:

Lloyd: (Entonces... ese tal Lord Oscuro… del que todos hablan en leyendas de terror... ¿es su hermano?)

Gabriel cierra los ojos lentamente… y asiente.

Gabriel: (Sí.)

Diana: (Lloyd, ¿lo ves...? Esto es más grande de lo que pensábamos. ¡Eres parte de algo enorme!)

Lloyd: (Siempre quise tener un poder elemental… pero nunca imaginé que tenerlo significaría enfrentarme al mismísimo Lord Oscuro…)

Gabriel: (Y me temo que sí. Solo la Esencia puede oponerse a su poder. Por eso… tú eres esencial.)

Lloyd respira con fuerza. No hay miedo en su mirada… sino una carga, un peso que ahora siente real. Pero también… una decisión.

Diana lo observa, preocupada… aunque no puede evitar sentir emoción por su hermano...

Camila lo mira también. Siente alegría, miedo… y algo más que no sabe nombrar.

Gabriel se pone de pie, su rostro ya más serio.

Gabriel: (No hay tiempo que perder. Lloyd… necesito enseñarte a controlar lo que llevas dentro. Sígueme.)

Lloyd asiente, dejando la espada volver a su forma original en cuanto Gabriel la recoge. Luego, se vuelve hacia las chicas.

Gabriel: (Quédense aquí con Mariela… coman algo. No quiero que nadie más se acerque hasta que esto esté más claro.)

Camila: (Está bien…)

Diana asiente también, aunque no le gusta quedarse fuera. Lloyd le lanza una última mirada a ambas antes de seguir a Gabriel fuera de la cocina, rumbo a lo desconocido.

La puerta se cierra tras ellos.

Y con ella… comienza el verdadero camino del elegido.

Gabriel y Lloyd llegaron al patio trasero de la casa. El sol comenzaba a elevarse en el cielo, proyectando sombras largas sobre el suelo de tierra.

Gabriel: —Voy a enseñarte algunas posturas y técnicas básicas. Eres un Varek, ¿no? Ustedes ya deberían tener nociones de combate.

Lloyd: —Pues… sí, pero solo sé lo básico.

Gabriel: —Está bien. Esta tarde entrenaremos tu poder.

Lloyd: —¿Esta tarde?

Gabriel: —Sí. ¿Por qué lo preguntas?

Lloyd: —Es que... mis papás casi nunca tienen tiempo libre. Trabajan todo el día, y justo esta semana estarán en casa... Quisiera pasar tiempo con ellos.

Gabriel: —Te entiendo, Lloyd. Sé lo que se siente. Pero tienes que comprender algo… Si no logras dominar tu poder a tiempo, y Lord Oscuro escapa… podrías no volver a verlos. Tal vez… ni siquiera vuelvas a ver a tu hermana.

Lloyd: —Está bien… lo entiendo. Solo déjeme avisarle a Diana, para que les diga a mis papás que llegaré más tarde.

Gabriel: —Hazlo.

Lloyd regresó al interior de la casa. En la sala, Diana y Camila conversaban sentadas en el sillón. Lloyd se acercó a su hermana.

Lloyd: —Diana, ¿puedes decirles a mamá y papá que llegaré más tarde de lo esperado?

Diana: —Claro.

Lloyd volvió a salir.

Camila: —¿Y ahora qué hacemos?

Diana: —No lo sé.

Camila: —¿Quieres ir a comer algo?

Diana: —Si tú pagas, claro que sí.

Camila rió y ambas salieron de la casa con rumbo a la plaza.

Mientras tanto, en el patio, Gabriel indicó a Lloyd que levantara la espada del suelo. Lloyd la tomó con ambas manos y, de inmediato, la hoja volvió a emitir un resplandor verde brillante.

Gabriel: —Debes adaptarte a ella. No es solo una herramienta, Lloyd. Es una extensión de ti. Tu espada y tú deben convertirse en uno.

Lloyd: —Entiendo.

Gabriel comenzó a guiarlo a través de movimientos y consejos. El entrenamiento recién comenzaba.

Sin embargo, desde la distancia, entre las ramas de un árbol frondoso y bien camuflado, una figura encapuchada los observaba en completo silencio. Sus ojos seguían cada movimiento de Lloyd con atención.

Cambio de escena.

En un lugar oscuro, donde solo una tenue luz púrpura iluminaba el ambiente, la figura encapuchada se arrodilló ante un trono tallado en piedra negra. Una sombra apenas visible reposaba sobre él.

Encapuchado: —Mi señor… parece que el elegido ha aparecido.

La sombra se movió apenas, su voz resonó con frialdad.

Xandros: —¿Y qué te hace pensar eso?

Encapuchado: —Gabriel… el hijo de Selian… lo está entrenando. Y su poder… no se parece a nada que haya visto antes.

Xandros se incorporó lentamente en el trono, su voz más firme y oscura.

Xandros: —Ya tenemos la ubicación de dos cristales. Encuéntralos. Y mantente observando a ese chico… Si resulta ser el elegido… mátalo. No quiero interferencias.

Encapuchado: —Sí, mi señor.

El encapuchado desapareció entre las sombras. Xandros soltó una risa baja y siniestra. A su alrededor, en la oscuridad del salón, decenas de ojos blancos se abrieron lentamente… vigilando… esperando.

Fin del episodio.

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