El demonio de mí hermanastros
Parte uno
Me siento cansada de vivir en esta casa. Mis abuelos, mis tíos y mis primos me agotan. Desearía que papá no se hubiera ido a trabajar al extranjero para así poder vivir con él. Mamá cree que todo está bien, pero mi hermanastro se la pasa molestándome. Y mis primas en vez de defenderme parecen caer rendidas a sus pies. Solo porque tiene buena apariencia, los detesto.
Bajo por las escaleras al comedor y como todas las mañanas, las ocho sillas ya están ocupadas. Mi abuelo me besa la frente y me dice que es probable que mañana ya pueda regresar a la escuela, ya que no tengo fiebre. Sí, él no necesita termómetro. Así se maneja mi familia en mi casa.
Busco algo para desayunar. Me alegro al ver que aún queda un yogur en la heladera. Cuando estoy por agarrarlo una mano entrometida me lo quita.
—Eh, yo lo vi primero —dije, pero al ver que era mi hermanastro Jun desisto.
No importa cuanto me esfuerce. Él siempre consigue lo que quiere. Una vez cuando yo era pequeña me quitó mi helado porque el suyo se había caído al piso. Cuando intenté sacárselo me empujó y terminé lastimándome la frente. Desde entonces uso flequillo para que nadie vea la marca que me quedó.
—¿No vas a luchar por él? —preguntó orgulloso.
Él es tres años mayor que yo. Ya está en último año de secundaria mientras yo recién comienzo.
Lo miré enojada, pero no dije nada. Solo agarré una fruta y volví a mi dormitorio el cual actualmente comparto con mis primas por lo que les pasó en su casa. Una fuga de gas destruyó la casa donde ellos y mis abuelos vivían y ahora hasta que hagan su nueva casa se están quedando con nosotros.
Me recosté y traté de dormir un rato más mientras todos se iban a la escuela o a sus trabajos. Cerca del medio día me levanté y fui al comedor. Al ver que aún quedaban platos sucios los lavé y me puse a hacer la tarea que me había mandado mi amiga Taiga. De pronto escuché un ruido. Se suponía que yo me encontraba sola en la casa. Miré hacia la puerta, pero estaba cerrada. Volví a escuchar ruidos y supe que sería un ladrón que estaba tratando de robarnos.
Busqué algo para defenderme, aunque en el comedor no había muchas cosas que pudiera utilizar. Tomé un vaso, ya que podría romperlo y clavárselo en los ojos al maleante, o eso creía. El problema con mi plan era que yo no era muy alta, por lo que esperaba que el ladrón tampoco lo fuera. Si no no podría llegar a sus ojos.
Me paré en la puerta del comedor esperando al ladrón. De pronto sentí una mano en mi hombro y todo mi cuerpo comenzó a temblar. Lentamente, di vuelta la cabeza y levanté el vaso. Cerré los ojos y lo golpeé en la cabeza.
—¿Qué haces? —dijo Jun sosteniendo el vaso con el que yo le había pegado en la cabeza—. Niña tonta.
Me dijo y me arrinconó contra la pared sujetándome ambos brazos sobre la cabeza. Yo había pensado que era un ladrón, pero resultó ser que solo era el tonto de Jun que se había vuelto antes del colegio.
—¿Cómo me compensarás lo que me hiciste? —Me preguntó. Parecía estar enojado, lo cual no era bueno para mí.
—Yo… Lo siento. No sabía que eras tú —dije tratando de alegar piedad.
—Vas a tener que ser mi sirvienta por una semana —dijo con una sonrisa malévola en su horrible rostro.
Yo odiaba que todos pensaran que él era hermoso. Aunque lo fuera, su interior estaba podrido. Y para mí el interior es lo que cuenta.
—¿Por qué? No quiero hacerlo —dije tratando de liberarme de su agarre.
—¿Estás yendo en mi contra? No puedo creerlo. ¿Desde cuándo te volviste tan valiente oruga fea? —dijo como si fuera un matón—. Vas a hacer lo que yo diga o le diré a toda tu familia que me has estado espiando cuando me baño.
—¡¿Qué?! ¿Estás loco? Yo nunca haría eso —dije sin entender cómo se le ocurrían esas cosas.
—Pues claro que no. Pero tus primas sí. Y después de que las descubrí quedaron a deberme una. Así que ellas dirán que si lo hiciste y será tu palabra contra la de todos nosotros —dijo él como si se sintiera victorioso.
Mis dos primas eran unas tontas. Deseaba patearles el trasero por esto. Pero ahora solo podía aceptar su extorsión.
Así que lo hice. Toda la semana después de volver de la escuela ordenaba su cuarto y le hacía su tarea de literatura, ya que yo estaba en una clase más avanzada, la cual lamentablemente compartía con él. Yo tenía pensado estudiar para ser docente de literatura cuando creciera.
—Listo. Tu cuarto está terminado. ¿Puedo irme? —le pregunté. Por suerte este era el último día que tendría que hacer sus quehaceres.
—Vete. No quiero que vuelvas a entrar a mi cuarto —dijo como si yo deseara estar ahí.
La verdad es que todavía no entiendo como mi padrastro que es un hombre tan bueno, pudo ayudar a engendrar a este maleante de pacotilla.
Esa noche, mientras hacia mi tarea, recordé que uno de mis compañeros de la clase de literatura quería hablar conmigo. Akiyama era un chico agradable que siempre había sido amable conmigo desde que entré a la clase. No era muy sociable, pero pese a eso me agradaba mucho.
¿Sería posible que me pidiera que yo sea su novia? El simple hecho de pensarlo hacía que me sonrojara. En realidad, esa una tontería. Yo no les gustaba a los chicos. La mayoría ni siquiera me hablaban.
Era como si yo fuera invisible en el colegio, pero no resultaba tan malo. Ya que así evitaba muchos problemas.
Me fui a dormir pensando en que me diría Akiyama. No esperaba nada, aunque deseaba que, aunque sea, quisiera ser mi amigo. A veces cuando Taiga faltaba yo me la pasaba sola. No solo en las clases sino también en los recreos, por el hecho de que mis compañeras tampoco socializaban conmigo. Después del accidente que tuve en el que mi cara quedó marcada, mi manera de ser cambio me volví mucho más reservada.
Al otro día me levanté y me peiné. Traté de arreglarme para estar lo mejor posible. Quería verme bien para cuando Akiyama y yo fuéramos al patio a hablar. No sabía por qué, pero estaba segura de que sería un gran día.
Autora: Osaku
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Por ahora estoy usando Instagram, mi cuenta es osaku.day y Facebook osakuday@gmail.com
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El demonio de mi hermanastro
Capítulo dos
Al llegar al colegio vi a Taiga Chan. La cual apenas me divisó, vino corriendo hasta donde yo estaba y me abrazó con fuerza. Ella era para mí una gran amiga. Siempre estaba de buen humor sin importar lo que pasara. Incluso el día que falleció su abuela, ella llegó al colegio con una gran sonrisa. Me dijo que se sentía feliz porque por fin su abuela había dejado de sufrir, ya que había estado enferma por mucho tiempo.
—Kikio, te ves hermosa —dijo ella aparentemente sorprendida. Supongo que era porque llevaba el cabello suelto, que es algo que yo no solía hacer.
—No hagas tanto alboroto Taiga —dije tratando de no sentirme avergonzada.
—¿No me digas que te pusiste tan linda para hablar con Akiyama senpai en el receso? —me preguntó ella y yo no pude evitar sonrojarme.
En ese momento el despiadado de mi hermanastro pasó detrás de nosotras. No me molesté en mirarlo y solo seguí hablando con Taiga Chan. Ella me contó que quería entrar en el consejo estudiantil como alumna de primer año, pero que quería que yo la acompañara.
Estuve intranquila durante toda la clase de literatura. Ya que por momentos Akiyama Senpai me miraba y yo no podía evitar sonrojarme. Él sonreía y parecía que él también se sonrojaba. ¿Sería mi imaginación? Esperaba que no lo fuera. Supongo que me estaba haciendo demasiadas ilusiones. Aunque se sentía lindo que alguien quisiera hablar conmigo.
—¿Qué haces gusano? Concéntrate en la clase —dijo Jun molestándome.
Solía llamarme gusano cuando nadie nos escuchaba. Para mi desgracia él compartía la misma clase de literatura que yo. Según decía mi madre, él quería convertirse en escritor. Si tenía o no talento era algo que yo desconocía.
¿Por qué estamos sentados juntos si nos odiamos tanto? Pues resulta que el primer día que vine a esta clase fue una semana después de las inscripciones, ya que tenía mal los horarios. Cuando entré al salón el único banco libre era el que estaba al lado de él. De treinta lugares. ¿Por qué solo ese? Aún me lo estoy preguntando.
—Estoy concentrada —dije sin mirarlo.
Volví a mi hoja y terminé de copiar lo que el docente había escrito en el pizarrón. La campana sonó y no pude evitar ponerme feliz. Guardé rápido todas mis cosas y fui a la salida, pero Jun me detuvo.
—Tenemos que hacer el trabajo —me dijo, pero yo no pude entender de que me hablaba —. ¿No escuchaste al profesor?
—No, pero no te preocupes. Lo haré cuando vuelva a casa y te lo daré para que lo copies —le dije tratando de liberarme de él; sin embargo, no resultó.
Me obligó a ir con él a la biblioteca a buscar los libros que necesitaría para hacer el trabajo. Una vez que la bibliotecaria me los dio salí corriendo para encontrarme con Akiyama. Cuando llegué al patio lo vi mirando su celular. Me acerqué y lo saludé. Estaba un poco agitada por haber corrido hasta ahí.
—Perdón por llegar tarde Senpai–dije sin darme cuenta de que debí haber caminado, ya que ahora no solo estaba transpirada, sino que mi cabello se había despeinado.
—No te preocupes. Kikio Chan, quería hacerte una pregunta —dijo mientras colocaba un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
Mi corazón comenzó a acelerarse, por el hecho de que su mano rozó mi rostro. Mis mejillas se pusieron coloradas y no pude evitar agachar la cabeza.
—Dime Senpai–dije sintiendo que todo mi cuerpo temblaba por el simple hecho de pisar el mismo espacio que él.
Él se acercó a mí como si quisiera decirme un secreto. Sus labios estaban a milímetros de mi oreja. Podía sentir su aliento a menta cuando empezó a hablar.
—Quería saber si… —dijo, pero fue interrumpido, ya que unos chicos se acercaron a nosotros y nos tiraron agua.
Los dos quedamos completamente mojados. Desde la cabeza hasta la punta de los pies. ¿Qué era lo que estaba pasando?
—Estás advertido —dijo uno de ellos y salieron corriendo.
Akiyama Senpai miró su bolso. Todos sus apuntes se habían arruinado, después de eso me miró enojado.
—Ninguna chica vale tanto la pena —dijo y se fue dejándome ahí parada completamente empapada.
Yo aún no entendía qué había pasado cuando las personas empezaron a acercarse y a reírse de mí. Salí corriendo dejando detrás de mí un rastro de agua. Subí a la terraza del colegio. Aunque no nos permitieran estar ahí, ahora no me importaba. Una vez que llegué me desplomé en el suelo y comencé a llorar. ¿Qué era lo que había pasado? ¿Por qué Akiyama Senpai dijo que ninguna chica valía tanto la pena? ¿Por qué esos chicos le dijeron que esa era una advertencia? Y lo más importante de todo. ¿Qué tenía que ver esto conmigo?
—Te hubieras quedado conmigo haciendo el trabajo —escuché la voz de Jun y miré hacia arriba.
Hacía tiempo que no lloraba delante de él. No me molesté en secar mis lágrimas. Ya no me importaba lo que pensara de mí.
—Sueñas con que algún día alguien te quiera, pero solo eres un bicho feo. Entre antes te entre eso en la cabeza será mejor para ti —dijo y abrió la puerta que daba a las escaleras.
¿Por qué era tan cruel conmigo? ¿Qué fue lo que yo le hice para que me tratara así? ¿Yo merecía lo que me estaba pasando?
Me salté la segunda hora y volví a casa. Me di una ducha y me cambié de ropa. Traté de secar los libros que había sacado de la biblioteca, pero no pude. Estaban completamente arruinados. Me pregunto si Jun sabría que me iban a molestar y por eso me dijo de ir a la biblioteca.
—No. Eso es imposible —es más probable que él lo hiciera a que tratara de ayudarme —me dije a mí misma en voz alta.
Esa noche casi no dormí. No quería volver al colegio, pero sabía que tenía que hacerlo. Seguramente todos iban a estar mirándome o burlándose de mí. Además, ya no podía mirar a los ojos a Akiyama Senpai. Aún no podía comprender por qué nos habían mojado y que era lo que él quería decirme. Sabía que tenía que preguntarle, aunque era probable que no me animara a hacerlo.
Me sentía abrumada, no es que creyera que esto fuera el fin del mundo ni nada como eso. Ya que yo estaba acostumbrada, vivía sufriendo las bromas de Jun en casa y en la escuela. Lo que esta vez lo hacía diferente era que otra persona estaba involucrada.
Traté de ser optimista, quizás a nadie le importaba. La mayoría de los alumnos ni conocían mi nombre. Lo que lo haría más fácil, ¿verdad?
Autora: Osaku
Capítulo 3
Algo extraño de entender
Traté de estar calmada de camino al colegio, pero fue en vano cuando vi que Jun salía de la casa conmigo. Él me miró, pero yo traté de ignorarlo.
–¿No vas a decirme buenos días? –me preguntó con una gran sonrisa de esas que solo las personas perversas pueden darte.
–Hola. Buen día – dije obligada.
Él tomó mi mano y me empujó contra la pared que estaba cerca de la esquina de nuestra casa. ¿Qué le estaba pasando?
–Aléjate de los chicos de mi curso –dijo en tono amenazante –de todos ellos.
Yo lo empujé y traté de seguir caminando, pero él volvió a tomarme de la mano y me arrinconó.
–¿No soy claro? Quiero que te alejes de todos ellos –dijo y me miró enojado.
–Esta bien. No voy a avergonzarte con ellos. No pienso hablarles –dije y aunque en mi mente siguiera la idea de hablar con Akiyama Senpai, ya empezaba a desistir.
Jun estaba más extraño que de costumbre. ¿Por qué le preocupaba tanto que yo hablara con sus compañeros? Yo nunca solía hablar con ellos y ahora con lo que me había pasado menos ganas de hacerlo tenía.
Al subir al tren se quedó a mi lado. Era extraño porque siempre se alejaba de mí. Incluso cuando un asiento de tras nuestro se desocupó él no se sentó. Lo más probable era que yo estuviera pensando demasiado. Él era un demonio y tenía que tratar de mantenerme lejos de él.
A mitad de camino el tren comenzó a llenarse. Yo iba pensando en que hacer cuando tuviera la clase de literatura y de repente sentí que una mano fría me rozaba la cintura. Entre en pánico, alguien estaba intentando manosear mi cuerpo. No sabia que hacer, tenía miedo y asco. Jun estaba a mi lado, pero no parecía darse cuenta que algo me pasaba. Incluso si lo hacia no creo que quisiera ayudarme.
Comencé a llorar, me sentía muy avergonzada. De pronto ya no sentí más esa mano rozando mi cuerpo. Escuché un quejido, parecía que alguien estaba siendo lastimado. No sabia si mirar o fingir que nada había pasado.
–Eres una tonta –dijo Jun colocándose detrás de mí–. Ni siquiera te quejas, parece que te gusta que un extraño te toque –dijo sobre mi hombro y agarrándome del mismo lugar que el acosador.
–¿Qué haces? –le pregunté sorprendida de que me sostuviera de la cintura. A diferencia del acosador Jun solo apoyo su mano sobre mi ropa y no debajo de ella. Además, no se movió, solo me sostuvo. Su mano era cálida en comparación con la del acosador. Y aunque seguía sintiéndome incomoda. No sé por qué, pero me alegró que él estuviera ahí y no me molestó que me tratara mal.
Al bajar del tren salí corriendo para llegar al colegio. Busqué por todos lados a Taiga, pero no fue a clases. Le escribí un mensaje con el teléfono y me dijo que estaba enferma. ¿Justo hoy tenía que enfermarse? En realidad, me preocupé por ella. No era de las alumnas a las que les gustaba faltar por lo que debía estar muy enferma.
Respiré para tratar de tranquilizarme, pero no lo conseguí. Todos me miraban de manera extraña. Algunos chicos de la clase de mi hermano incluso me saludaban. Me pellizqué para ver si estaba en un sueño, pero dolió mucho. Lo que dejaba en claro que no era un sueño.
Fui a mi salón y uno de mis compañeros se me acercó y me preguntó si podía sentarse a mi lado. Lo quedé mirando por un segundo y le dije que si con la cabeza. Kimura Ryuchi se sentó y comenzó a hablarme. Algo que era sumamente extraño.
Al terminar la clase fui a buscar mis libros para ir a literatura. Akiyama Senpai pasó al lado mío y ni siquiera me miró. Lo seguí y cuando estuvimos solos en el pasillo traté de hablarle.
–Aléjate de mí –me dijo enojado.
–Solo quería disculparme por lo que pasó ayer. Si hubiera llegado antes quizás no nos abrían hecho esa broma –dije tratando de ser amable.
–Te dije que te alejes de mi –dijo él más enojado –Por tu culpa ahora tengo al consejo estudiantil detrás.
–No lo entiendo Senpai. ¿Por mi culpa? –Pregunté
–No me hables ni me mires. Has como si no me conocieras. No quiero estar cerca con una chica problemática como tu –dijo finalmente. Sus palabras me hirieron. ¿Qué significaba ser una chica como yo?
–¿Fue mi culpa que nos lanzaran agua? –pregunté molesta. Seguía sin entender nada.
Él se dio cuenta que yo era sincera al decirle que no sabia de que me hablaba y me contó lo que pasaba.
–Alguien desde el consejo estudiantil dijo que no podemos acercarnos a ti. Pensé que era solo un rumor. Pero sino pertenecemos al consejo no tenemos derecho a hablarte –dijo como si hablara en serio.
–Eso es una tontería. Nadie sabe quién soy, las personas ni siquiera me hablan. Además, no conozco a nadie del consejo estudiantil.
Él notó que alguien se acercaba a nosotros y se fue. Miré quien era y me di cuenta que era mi compañero Kimura Ryuchi. Me preguntó si estaba todo bien y le dije que sí. Cuando estaba por irme tomó mi mano y me dijo que no me convenía acercarme a Akiyama.
–¿Perdón? –pregunté confundida. ¿Podía ser verdad lo que Akiyama Senpai me había dicho?
–No importa. Escucha, ¿te gustaría ir conmigo a tomar algo a la salida? –dijo tratando de mostrarse amable.
–Lo siento. Voy a ir a la casa de Taiga Chan a llevarle la tarea –le dije mientras seguía pensando en lo que estaba pasando.
–Genial. Te acompaño –dijo alegremente como si no le importara cambiar sus planes.
–Te hago una pregunta. ¿Tu perteneces al consejo estudiantil? –parecía sorprendido y a la vez complacido por mi pregunta. ¿Pero por qué?
–No. Es difícil para los de primer año entrar. ¿Te gustaría pertenecer? –me preguntó con curiosidad.
–No. A mi amiga Taiga le gustan esas cosas –dije tratando de que no sospechara porque le había hecho esa pregunta.
–Podemos hablar con mi hermano a la salida. Él sabe cómo se debe hacer para poder ingresar al consejo estudiantil. Él es del último año.
Sonó la campana y me despedí de él. Kimura Ryuchi era muy extraño. Hasta ahora nunca me había hablado y de repente lo hacía como si fuéramos familia. Entré a la clase de literatura y sentir como si fuera un fantasma para la mayoría. Bajaron la vista al mismo tiempo. Solo los que me habían saludado en la mañana me miraban, bueno ellos y mi hermanastro Jun. Me saludaron y les devolví el saludo. Me senté al lado de Jun y saqué la tarea. Le di la suya y noté que me miraba de una manera extraña.
–Te dije que no hablaras con mis compañeros de curso –dijo susurrando en mi oído.
–No lo hice. Ellos me saludaron cuando llegué –dije tratando de defenderme
En ese momento se nos acercó Kimura Osamu y saludó a Jun y luego me miró
–Mi hermano me dijo que hoy iremos a la casa de tu compañera a llevarle la tarea –me dijo a mi
–Le dije que no era necesario que me acompañaran –dije y Jun me miró como si me quisiera aplastar con la mirada
–Disculpa Kimura, Kikio debe ir a otro lugar antes de pasar por la casa de su amiga –dijo sin que yo pudiera entender.
– ¿Sasaki, porque la llamas por su nombre de pila a Mori? –le preguntó y lo miró como si estuviera enojado con él.
–¿Algún problema superior? –dije defendiendo a Jun sin darme cuenta.
–Para nada Mori Chan –dijo y me sonrió. El profesor entró, pero no le pidió al superior Kimura que se sentara.
–Creo que la clase está por comenzar –le dije y él se alejó con una sonrisa en su rostro.
No pude concentrarme demasiado en la clase. Cuando la campana sonó Jun tomó mi mano con fuerza y me obligó a quedarme sentada. El superior Kimura se nos quedó mirando pero unos chicos le hablaron y salió del salón.
–No iras a la casa de Taiga hoy –dijo enojado –Tu no me mandas –dije y me solté de su agarre
–Vendrás conmigo a casa o te juro que haré que te arrepientas –dijo como si fuera un demonio a punto de comerme.
No pude evitar agachar la mirada. Tenía miedo de Jun así que hice lo que me dijo y volvimos a casa. Cuando entramos se aseguró de que no hubiera nadie y me obligó a entrar en su dormitorio.
–Suéltame Jun, ya vine a casa como pediste. Ahora déjame, me lastimas –dije al sentir como apretaba mi mano.
–Te prohíbo que vuelvas a hablar con alguno de los Kimura –dijo y me soltó.
–Tu no me mandas –dije olvidando lo que esa frase provocaba en él.
–¿Crees que estoy jugando gusano? –me dijo con una sonrisa diabólica en su rostro.
¿Como pude pensar que alguien como él tendría algo de bondad? No era mas que un demonio que quería verme sola. Sali de su cuarto y de la casa. Empecé a caminar en dirección a la casa de Taiga cuando un auto detuvo su marcha y la ventanilla empezó a bajar.
– Kimura…
Autora: Osaku
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