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Los Villanos En Época Moderna

Capitulo 1: El renacer de los villanos

El sol estaba alto en el cielo, y el campo de batalla se extendía como un cuadro caótico de espadas y sangre. La tierra, marcada por los cuerpos caídos, estaba impregnada de un hedor a hierro. Alexander Bleich, el príncipe de un reino temido, se enfrentaba a su eterno rival, Sofía Feryth, una mujer de una familia igualmente poderosa, pero enemiga a muerte. Desde que tenían memoria, sus familias habían cultivado una enemistad tan profunda que solo el eco de sus gritos de sus familias llenaba el aire en cada enfrentamiento. Ambos habían sido criados en un entorno donde el odio era un sacramento y la guerra, un estilo de vida.

Sofía, vestida con una armadura reluciente, se preparaba para el embate final. Su mirada feroz desafiaba al príncipe. A pesar de que muchos la llamaban “santa” por la nobleza de su linaje, en su corazón anidaba un rencor que ardía como llamas. La sangre en sus manos no era más que un testimonio de su habilidad y determinación.

— Ríndete, santa. Puedes salir viva si solo te doblegas ante mí —dijo Alexander, su voz era un trueno en medio del estruendo del combate.

Sofía respondió con una risa que resonó con desprecio, como si todas las expectativas de humanidad que él podía tener fueran simples ilusiones.

— Primero te doblegaré y te haré mi esclavo sexual. ¿Qué te parece? —burlándose de su orgullo, levantó su espada con desafío y los ojos llenos de malicia.

El príncipe frunció el ceño y replicó, con un aire significativo de desdén.

— ¿No se supone que eres una santa?

— ¡Lo soy! —exclamó, acercándose con paso decidido— Y ganaré más al acabar contigo.

Ambos blandiendo sus armas, los ojos se encontraron en una danza mortal, una coreografía de odio. El ambiente se polarizó, cada sonido se desvaneció. Estaban a punto de destruirse. La historia de sus familias se había tejido irremediablemente en el fondo de sus respectivas almas, dejándolos sin salida, atrapados en ese ciclo de rencor interminable.

Sus espadas chocaron, una sinfonía de metal y furia. Los ataques y las paradas se sucedieron en un frenético ballet, sus cuerpos se movían como sombras, arrojadas a una lucha que parecía no tener fin.

Golpe tras golpe, gritos de sus soldados llenaban el aire como un canto de guerra. Pero en ese momento culminante, en una mezcla de rabia y desesperación, ambos lanzaron estocadas fatídicas. El acero penetró en la carne con un sonido desgarrador, y un instante de silencio ensordecedor llenó el campo.

Ambos cayeron al suelo, sintiendo la vida desvanecerse de sus cuerpos. Miraron al suelo, a la sangre que comenzaba a empaparlo, y luego se miraron, una extraña satisfacción en sus ojos. Habían logrado acabar con el odio del otro, un triunfo que, en su moribunda realidad, parecía alcanzar una especie de paz. Sin embargo, la realización de que ambos estaban condenados a morir les llegó como un puñal, dejando en sus corazones una sombra de incredulidad y desolación.

El universo giró y el tiempo pareció detenerse, la confusión y la oscuridad se adueñaron de ellos y, en un susurro etéreo, la vida se desvaneció.

________

La respiración de Sofía se tornó agitada mientras la luz del día atravesaba el umbral de una habitación lujosa. Sus ojos se abrieron con dificultad, y un dolor punzante recorrió su cabeza. Instintivamente, se llevó una mano a la frente y dejó escapar un quejido. La suavidad de las sábanas las sorprendió; nunca había estado en una cama tan extraña y, sin embargo, la sensación de despreocupación la invadía. Su mirada se paseó por la habitación, que estaba adornada con muebles raros, y cosas que desconoce, era, como otra época diferente. Sin embargo, lo que más llamó su atención fue su propio mechón de cabello color rubio.

— ¿Dónde...? ¿Qué es este lugar? —murmuró, confusa, mientras se levantaba, notando que su cuerpo estaba desnudo y su ropa desparramada a su alrededor.

El espejo le devolvió la imagen de una mujer rubia; nunca se había visto así. Sus ojos, antes de un profundo gris, ahora eran castaños, con destellos de rojo. Un escalofrío la recorrió al darse cuenta de que estaba en una forma que no reconocía, ajena a su propia esencia.

Retrocedió un paso, tratando de asimilar la nueva realidad cuando un movimiento en la cama la hizo sobresaltarse. Un hombre emergió, igualmente desconcertado. Su piel era pálida, casi etérea, con una cabellera al igual que el de la mujer, clara y desordenada, pero de color blanco.

— ¿Quién eres? —preguntó él, su voz era profunda pero teñida de confusión.

Sin esperar su respuesta, Sofía, en un impulso instintivo, se lanzó sobre él, tomando su cuello con la firmeza de una guerrera.

— ¡Impuro hombre! ¿Quién eres y qué has hecho con mi cuerpo? —Los instintos de batalla que había cultivado toda su vida aparecieron en un instante, porque para ella, la situación era inaceptable.

El hombre, sorprendido, no se dejó intimidar. Con habilidad, giró el cuerpo de Sofía y la sometió de vuelta a la cama, apretando su garganta con fuerza, buscando tomar control de la situación.

— No. ¿Tú quién eres? Prostituta

El insulto resonó como un veneno en el aire, y Sofía, indignada, reaccionó de inmediato. Con una patada contundente, lo golpeó en el estómago, haciéndolo retroceder.

— No blasfemes el nombre de la Santa Sofía.

El hombre, que en ese momento había comprendido, buscó un espejo cercano. Su reflejo lo dejó sin aliento.

— ¿Qué me hiciste, Santa? —su voz se tornó un eco de asombro y miedo.

Sofía recientemente apoderada de otra forma, cambió su mirada hacia él. La confusión reinaba entre ambos y, sin saber cómo lidiar con esta realidad desbordante, se hicieron preguntas que ninguna podía responder.

— ¿Quién eres tú en primer lugar?

— Príncipe Alexander Bleich... —respondió, a duras penas podía creer lo que decía, sus ojos reflejaban una profunda incredulidad—Pero en mi reflejo veo otra cosa.

En lugar del rostro del príncipe Alexander Bleich que conocía, se encontró con un cuerpo desnudo, con rasgos que no coincidían con la imagen que tenía de sí mismo.

Ambos, inmersos en la confusión, comprendieron que su historia, marcada por años de odio y guerra, había dado un giro inesperado. Fueron depositados en un nuevo mundo, donde sus identidades se entrelazaron en un laberinto de misterio que no conocen.

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Bienvenidos a esta nueva aventura que en mi momento de inspiración, tomé la libertad de presentar esta obra de inmediato.

Siempre trato de que mis novelas aveces tenga un cliché pero con un toque diferente. Espero que en esta nueva entrega, le guste.

capitulo 2: Adaptarse.

Ambos, Alexander y Sofía, se encontraron de pie en una habitación que les era completamente ajena. Al principio, sus miradas se cruzaron llenas de confusión, cada uno sintiendo el eco del cambio que había tenido lugar en sus vidas. No solo se sentían extraños en un cuerpo que no les pertenecía, sino que la esencia misma de sus identidades había usurpado

a cuerpos ajenos, dejando tras de sí una serie de recuerdos complejos y desordenados.

Un súbito dolor atravesó sus cabezas, como si un rayo de nostalgia hubiera decidido instalarse en su mente. Era una jaqueca que parecía golpear con la intensidad de viejas memorias que luchaban por salir a la superficie. Sofía, en medio de sus quejas de dolor, soltó un grito desesperado, un sonido lleno de confusión que resonó en las paredes del hotel, lo que provocó que Alexander se estremeciera y se dejara llevar por la misma sensación. En esos momentos de agonía, las imágenes comenzaron a llenar sus pensamientos; los rostros, los lugares, las fechas se sucedieron uno tras otro hasta que finalmente, ambos lograron recordar quiénes eran y, de manera igualmente alarmante, se dieron cuenta de que estaban en una época que, aunque no era la suya, les resultaba vagamente familiar.

Cuando el dolor comenzó a ceder, una revelación aterradora les pasó por la mente casi de forma simultánea.

— ¡¿Estamos casados?!— gritaron al unísono, llenos de incredulidad.

Esa sola idea transformó la atmósfera en la que se encontraban, dándole un giro absurdo y surrealista a la situación. La mirada de Sofía se posó rápidamente en su dedo anular, la sorpresa y el miedo reflejados en su rostro se tornaron en horror cuando vio una brillante y ostentosa alianza.

— Por los dioses del cielo. Esto es una aberración. ¿Cómo puedo estar casada con mi enemigo? —exclamó Sofía, moviendo los brazos como si intentara deshacerse de la confusión que aún la atenazaba.

— Mierda. Esto no es posible. ¿Cómo acabamos aquí? —Alexander, ahora en el cuerpo de Iván, la miró con frustración, el enojo desbordándose en su voz. — ¡Fuiste tú! Nos enviaste a una época diferente.

— A mí no me culpes, princesita. Es cierto que tengo poder divino, pero no tengo la capacidad de llevarnos a otro tiempo. Al menos no a este... —Se detuvo un momento, sus ojos reflejaban un asombro creciente mientras comenzaba a procesar los recuerdos que volvían. — Espera, esto es un hotel...

La irrefrenable sonoridad de un timbre interrumpió sus palabras, asustándolos a ambos. El estruendo de aquel objeto moderno era un misterio, pero gracias a ese torrente de memorias que habían invadido su mente, sabían lo que era. Alexander, aún tratando de asimilar su nueva identidad, balbuceó:

— Creo que es... tú tele-... telefon?

— Se dice teléfono. —respondió Sofía con impaciencia, mientras la ansiedad comenzaba a invadirla.

Desesperada por encontrar respuesta a la realidad que la rodeaba, se deslizó entre los objetos en la habitación y finalmente encontró el teléfono que sonaba insistentemente.

— Genoveva... —pronunció, casi en un susurro.

— ¿Quién es? —le preguntó una voz en el otro extremo, su tono era práctico y profesional.

— Según estos recuerdos... —dijo Sofía con voz entrecortada— es mi asistente. Dios, ¿por qué me haces esto en esta vida?... Me llamo igual, Sofía. ¿Y tú?

— Iván Ivanovich. ¿No piensas atender? —señaló el teléfono, frunciendo el ceño a Sofía.

Ella lo miró con irritación.

— ¿Para qué?... No entiendo nada de esto. Debería estar muerta, ¡y tú también!

— Pero no lo estamos. Ahora hay que resolver esto. —Alexander dijo, intentando enfocar su mente en lo que debía hacer.

— ¿Juntos? —Sofía lo miró, desconfiada.

— No.

— Ah, gracias a los santos. Prefiero separarme de ti lo más pronto posible. —respondió ella, mientras comenzaba a buscar su ropa en un intento casi automático de recuperar algún sentido de normalidad.

Los actos de ambos se llenaron de una fricción extraña, mientras buscaban su vestimenta dispersa por la habitación. Una vez vestidos, se miraron, sintiendo la extraña realidad en la que se veían atrapados. Mientras Sofía intentaba calmar su inquietud, tomaron sus pertenencias y se dirigieron hacia la puerta, enfrentándose a un pasillo que parecía interminable y atestado de algo que no lograban definir.

El elevador al fondo del pasillo prometía una nueva oportunidad de salir de aquel espacio desconocido. Sofía, aún miedosa y con cierto toque de reticencia, presionó el botón del ascensor. Juntos, esperaron en un incómodo silencio, desviando las miradas como si todo lo que les rodeaba pudiera ser parte de una pesadilla de la cual pretendían escapar. Cuando las puertas se abrieron, la atmósfera dentro del ascensor se volvió un poco más ligera. Al entrar, se encontraron con un interés inesperado.

Un hombre, que claramente reconocía a Sofía, apareció ante ellos con un brillo de admiración en sus ojos.

— ¡Oh, Sofía Marson! ¿Podrías firmar esto? —exclamó, sacando una fotografía de ella.

El aire se volvió denso de sorpresa, y Sofía, atrapada en el único comportamiento que podía recordar, tomó el bolígrafo que se le ofrecía y comenzó a firmar con movimientos casi automáticos. La sonrisa del admirador se amplió, y cuando el ascensor se detuvo en su piso, se despidió emocionado.

— ¿Qué clase de santa eres en esta vida? —preguntó Alexander, ahora Iván, con una mezcla de burla e incredulidad.

— Se le llama actriz... Esta mujer es famosa solo por fingir ser un personaje de una historia escrita. ¿Y tú qué eres? —respondió Sofía, recobrándose lentamente de la extrañeza de ser reconocida.

— Se le denomina CEO... Aunque, por lo visto, este hombre lleva la empresa en ruina. Lo veo por estos recuerdos —contestó Alexander, frunciendo el ceño mientras intentaba aprender más y más sobre quien era.

Finalmente, al salir del hotel, ambos se encontraron con un nuevo desafío. Un asistente se acercó a Iván con prisas.

— Jefe, es hora de irnos. Seguí sus indicaciones y lo esperé aquí. Tiene que irse a la empresa. Hay problemas.

Iván luchaba en su mente, intentando recordar el nombre de su asistente.

— ¿Bonet?...

— Sí, señor. Ahora, debemos irnos.

Bonet empujó a Iván, como un acto casi instintivo de apuro, empujándolo hacia un carro moderno. La primera impresión de Iván al ver aquel vehículo metálico fue una profunda mezcla de asombro y desconcierto; ¿dónde estaban los caballos que tiraban de la carreta? En ese momento, el mundo estaba cambiando ante sus ojos, y el resto de la realidad parecía caerse a pedazos.

Mientras tanto, Sofía, sintiendo alivio por deshacerse de Iván, fue abordada por su propio chófer.

— Señora Sofía. La he venido a recoger por petición de su asistente.

Sofía, ayudándose un poco de su autocontrol, subió al carro sintiendo la misma mezcla de asombro que había atravesado a Iván momentos antes. Sin embargo, ella sabía disimular mejor su asombro. Con una postura más segura, se acomodó en el asiento, mientras recordaba a Iván ser empujado por su asistente hacia un destino misterioso.

— idiota. Lograré adaptarme a este mundo primero que tú. No importa que mundo. Te venceré, Alexander.

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— ¿Dijo algo, señora?— preguntó el chofer, muy confundido.

Sofía miró asombrada como apenada, siempre pensaba en voz alta y nadie notaba eso, ahora, es diferente y le causó vergüenza eso.

— no es nada. Siga en lo suyo.

capitulo 3: Mal empresario.

Iván y Sofía, son una pareja cuyos destinos estaban entrelazados desde el momento en que se conocieron en una reunión de la alta sociedad. Ella era actriz, una estrella en ascenso, conocida por su belleza y talento; él era el hijo de un magnate empresarial, un joven que, tras haber crecido en la sombra de la riqueza y el prestigio, creando ego de grandeza. Aquel encuentro fue el inicio de una historia de amor que parecía ser perfecta, con promesas de un futuro brillante juntos.

Las primeras citas estaban llenas de risas y conversaciones profundas, donde ambos compartieron sus sueños y anhelos. Con el tiempo, su relación se concretó en un matrimonio que unió no solo sus corazones, sino también sus bienes. Sofía, con su carrera en pleno auge, contribuía significativamente a su patrimonio familiar, mientras que Iván luchaba por encontrar su lugar en la frágil butaca de jefe empresarial que había heredado recientemente, tras las dificultades económicas que atravesaba la compañía familiar.

Con el paso de los años, la realidad comenzó a oscurecer el brillo inicial de su amor. Iván, en su deseo de mantener una imagen admirable ante Sofía y el mundo, comenzó a usar el dinero de su esposa sin su consentimiento para equilibrar las finanzas de su empresa, que lidiaba con deudas y mala administración. Sofía, en su inocente confianza, entregaba sin dudar cada cheque salarial, imaginando que todo iba hacia un futuro compartido. Pero, a medida que pasan los días, las pistas comenzaron a aparecer, revelando el uso indebido de sus finanzas y un enfoque retorcido del amor que creía tener.

Los rumores sobre la posible infidelidad de Iván comenzaron a llegar a sus oídos, sembrando semillas de duda en su corazón. El mundo del espectáculo puede ser malicioso y, aunque le costaba creer lo que le decían, decidió enfrentar a su esposo en el hotel donde se alojaban. En su mente, la idea de que Iván fuera infiel se sentía como un golpe brutal, pero su amor y su deseo de salvar su matrimonio aún eran más fuertes.

Cuando Iván llegó, su actuación fue impecable. Con esas sonrisas encantadoras y palabras tranquilizadoras, supo cómo desarmar a Sofía. La llevó a la cama, buscando el instante de intimidad para borrar los recuerdos de la desconfianza.

Al despertar al día siguiente, ya ellos dos no eran no eran la misma persona. Comenzando así la nueva aventura para el príncipe y la santa.

El nuevo Iván pensaba en el auto que detallaba la ciudad que tenía por delante.

“He matado a muchas personas, me han señalado como el príncipe malvado, pero jamás haría algo así con la mujer que supuestamente amaría. Aunque sé que Iván no amaba a Sofía, solo la utiliza por su dinero. Bueno, me daría lástima si la santa no estuviera en ese cuerpo.”

Estas ideas resonaban en su mente mientras él chofer conducía hacia el trabajo, tratando de adaptarse a una nueva realidad donde debía actuar con más habilidad que el anterior.

Al llegar a la oficina, la atmósfera se sentía densa. Su asistente, Bonet, un hombre que conocía sus debilidades y fortalezas, le dió más noticia; de que los inversionistas árabes querían cancelar el trato. El caos reinaba en la oficina privada de él; papeles estaban amontonados en desorden alrededor de su escritorio, reflejando la tensión tanto en su mente como en sus negocios.

— ¿Qué mierda de desastre es éste? ¿Por qué no está limpio esto?—exclamó, sintiendo que el estrés lo consumía.

— Ah, es porque usted pidió que no lo tocaran. Ya que si le limpiaban la oficina, no sabría dónde están sus cosas.—respondió Bonet, con un tono neutro, no está acostumbrada a este tono de él.

— Mande a alguien que ordene esto, no puedo trabajar en un lugar como este. —dijo Iván, tratando de concentrarse, pero la tensión lo superaba.

Bonet asintió, pero antes de retirarse, le entregó un documento.

— si, señor. Aquí está la nueva propuesta hecha con ayuda de sus ejecutivos. Por favor, léalo.

Iván tomó el documento con un gesto de frustración antes de dirigirse a la terraza, un lugar más despejado que le permitió respirar y pensar. Era un espacio al aire libre, donde el sol podía calentar su piel y su mente podía calmarse y enfocarse. Era consciente de que necesitaba ser más que el Iván Ivanovich que se dejó llevar por el desánimo y la irresponsabilidad, si quería tener éxito en la empresa y adaptarse antes que la santa

Al leer el documento, la rabia comenzó a burbujear dentro de él. La propuesta era un desastre, y no podía permitir que esa ineptitud condujera a la pérdida de algo que había estado construyendo a medias. Era el momento de demostrar que había más en él que la mediocridad que había arrastrado su doble. Cuando llamo a su asistente, le enfrentó con una nueva determinación

— ¡Hay que hacer una nueva propuesta! Esta está malísima. ¿Quién la hizo?

Bonet lo miró con una mezcla de entendimiento y resignación.

— los ejecutivos y usted dejaron el borrado como plan de respaldo. —respondió, confirmando lo que Iván no quería aceptar.

La imprudencia del original todavía lo afectaba. Él conocía todo lo de negocios, ya que en su primera vida fue heredero y futuro gobernador de su país. Saber de comercio y de negocios era un requerimiento muy importante para dirigir la administración de un gobierno. Pero ahora, ese tipo de gobierno se volvió una empresa.

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Muchas gracias por leer. No olviden dejar su preciado me gusta en el capítulo 💗

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