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Mi Error Favorito

Capítulo 1

Brooke.
Juro que si Noah Carter me lanza otra de esas miradas suyas tan llenas de arrogancia, voy a estrellarle mi botella de agua en la cara.
Otra vez.
Estamos a solo tres semanas del partido más importante del semestre, y Amber -nuestra entrenadora con alma de sargento- ha decidido que repetir la coreografía tres veces seguidas es la mejor forma de "afianzar la energía del equipo".
Spoiler: no lo es. Mis piernas duelen, mi cabello está empapado de sudor, y cada vez que salto, siento que mis pulmones se quejan con más ganas. Pero eso no es lo peor.
Lo peor es él.
Apoyado contra su estúpida motocicleta, justo al otro lado del campo, Noah Carter parece el cliché andante de una novela adolescente mal escrita. Chaqueta de cuero negra. Cigarro a medio encender colgando entre los labios (completamente ilegal en el campus, por cierto). Cabello despeinado, oscuro, como si se acabara de levantar de una pesadilla o de una cama ajena.
Y esa expresión suya que grita: "Estoy por encima de todo esto".
Y, por supuesto, sus ojos clavados en mí.
Otra vez.
¿Es que no tiene otra cosa que hacer? ¿No debería estar... no sé, reprobando otra materia o algo por el estilo?
Amber
Amber
¡Brooke, concéntrate!
La voz de Amber corta el aire como un látigo.
El sobresalto me hace perder el paso. Tropiezo. Siento una punzada aguda en el tobillo y me detengo. Genial. Más material para que Noah se ría de mí.
No necesito mirarlo para saber que está sonriendo. Lo hace siempre que fallo algo. Es como si se alimentara de mis errores.
Noah Carter es la piedra en mi zapato, el glitch en mi rutina perfectamente planeada.
Yo soy la presidenta del consejo estudiantil. Lidero al equipo de porristas. Tengo un promedio casi perfecto y una beca a Stanford casi asegurada si no muero de agotamiento antes. Él... bueno, él es el tipo que ha repetido curso dos veces y aun así camina por los pasillos como si fueran su pasarela personal. Las chicas lo siguen como moscas. Algunas de mis propias compañeras de equipo lo miran como si fuera un mal hábito al que no quieren renunciar.
No es solo que me caiga mal. Es que me revienta. Porque, y esto lo admito a regañadientes, hay algo en él que me desarma. No físicamente, claro. Es una cosa mental, como si sus ojos me atravesaran y vieran todo lo que trato de ocultar. Y eso me enfurece más de lo que quiero aceptar.
Terminado el ensayo, me dirijo al vestidor. Me ducho en tres minutos exactos -mi récord personal-y salgo al estacionamiento cuando ya el sol empieza a esconderse. La mayoría de las chicas ya se han ido. Únicamente queda mi auto, y, por supuesto, él.
Noah.
Sigue ahí, como si no tuviera a dónde ir. Sentado en su moto, ahora con el cigarro apagado colgando de sus labios. Me ve venir, pero no dice nada. Todavía.
Brooke
Brooke
¿Vienes a acosarme ahora?
Le suelto al pasar cerca de él, sin dignarme a mirarlo.
Noah
Noah
No me halagues tanto, reina del hielo.
Responde con esa voz suya, grave, un poco rasposa, como si se acabara de despertar de una pesadilla sexy. Intento ignorarlo.
Llego a mi auto. Meto la mano en el bolsillo de la chaqueta.
Nada.
Reviso el otro.
Corro hacia la ventanilla del conductor. Ahí están. Mis llaves. Brillando en el asiento del copiloto como una maldita burla. Y, junto a ellas, mi bolso. Con mi celular adentro.
Genial. Diez de diez.
Noah
Noah
¿Problemas, princesa?
Pregunta Noah desde su trono metálico, cruzando los brazos.
Brooke
Brooke
Estoy perfectamente.
Gruño, intentando abrir la puerta una vez más.
Noah
Noah
Claro.
Noah
Noah
Por eso estás a punto de romper la ventana de tu propio coche.
Quiero matarlo. En serio. Pero también hace frío. Y estoy sola. Y sus ojos... sus ojos parecen menos sarcásticos ahora. Más atentos. Como si, por una vez, de verdad le importara.
Noah
Noah
¿Necesitas que te lleve?
Pregunta, arqueando una ceja. Miro alrededor. El estacionamiento está desierto. Podría caminar a casa, claro. Únicamente son cuarenta y cinco minutos. Con frío. En ropa de entrenamiento. Y sin celular. Vacilo.
Un segundo.
Dos.
Y luego asiento. No porque lo quiera. Si no porque no tengo otra opción. O eso me repito mientras camino hacia su moto, sintiendo cómo el pulso se me acelera por razones estúpidas y sin sentido. Noah se pone de pie y me tiende el casco. Sus dedos rozan los míos. No lo miro. No digo nada. Solo me subo y me aferro a su chaqueta como si eso no significara nada.
Pero sí significa algo.
Lo sé. Y él también.
Y cuando el motor ruge y siento el calor de su espalda contra mi pecho, entiendo que algo empezó esta noche.
Algo que no tiene nombre. Algo que no puedo controlar.
Y eso me da más miedo que cualquier examen final.
______________________
Noah
La primera vez que vi a Brooke Anderson, pensé: "Ahí va otra muñeca de cristal que cree que el mundo gira a su alrededor".
Y no me equivoqué del todo. Es decir, mírala: capitana de porristas, presidenta del consejo estudiantil, sonrisa de catálogo, y esa forma de caminar como si el suelo fuera una pasarela solo para ella. Siempre impecable. Siempre brillante. Siempre... perfecta.
Pero entonces la vi fallar.
Fue hace unos meses, en uno de los primeros ensayos de la temporada. Dio un salto, lo hizo mal, cayó mal. La mayoría se habría reído, o se habría disculpado, o se habría puesto a llorar. Ella no. Ella se levantó. Con los labios apretados, los ojos ardiendo. Como si cada célula de su cuerpo le gritara que no estaba permitido equivocarse.
Y ahí entendí que Brooke Anderson no era de cristal.
Era fuego.
Fuego envuelto en disciplina. En listas de tareas. En metas y horarios. Y eso, por alguna razón, me jodió la cabeza más de lo que debería.
Esta noche, cuando la vi caminar hacia mí después del ensayo, empapada de sudor, con el cabello aún húmedo por la ducha rápida y la mirada más afilada que un cuchillo, sentí algo que no sentía desde hacía tiempo.
Curiosidad.
Y una jodida atracción que no se quitaba, por más que intentara ignorarla.
Brooke
Brooke
¿Vienes a acosarme ahora?
Me dijo, sin mirarme.
Pura Brooke. Siempre con la muralla en alto, como si ser vulnerable fuera un crimen.
Noah
Noah
No me halagues tanto, reina del hielo.
Le respondí, con esa voz que a veces uso cuando no sé si quiero molestar o seducir.
Ella se dirigió a su auto. La vi meter las manos en los bolsillos. Luego correr hacia la ventanilla, mirar dentro. Se le escapó un suspiro que ni ella pudo controlar. Me incorporé un poco. Sabía exactamente lo que pasaba. Todos hemos dejado las llaves dentro alguna vez. Pero en su caso... eso significaba perder el control. Y perder el control no está en su vocabulario.
Noah
Noah
¿Problemas, princesa?
Brooke
Brooke
Estoy perfectamente.
Mentira. Pero una mentira dicha con tanta fuerza que casi suena a verdad.
Me dieron ganas de ofrecerle ayuda, pero también de seguir mirándola pelear con su perfección rota. No sé qué me pasa con ella. Es como mirar una grieta aparecer en una estatua perfecta. Fascinante. Inesperado.
Le ofrecí llevarla. Lo dije con calma, sin esperar que aceptara. Pero lo hizo. Y en ese segundo, cuando sus ojos se encontraron con los míos por primera vez en serio, supe que estaba jodido.
Le di el casco. Rozamos dedos. No reaccionó.
Pero lo sintió. Igual que yo.
Cuando se subió detrás de mí, sus brazos dudaron por un momento antes de aferrarse a mi cintura. Su cuerpo encajó contra el mío con una precisión incómoda, como si eso ya hubiera pasado antes, en otro universo, en otro error.
Noah
Noah
Agárrate fuerte.
Le dije.
Brooke
Brooke
No es necesario.
Pero lo hizo.
El motor rugió. Aceleramos. El viento nos tragó. Y por primera vez en mucho tiempo, no pensé en nada más. Solo en ella. En cómo se pegaba un poco más en cada curva. En cómo su respiración golpeaba mi nuca. En cómo su silencio hablaba más fuerte que cualquier otra cosa.
Llegamos a su casa. Perfecta, ordenada, cálida. Todo lo que yo nunca tuve.
Frené frente a la entrada y me quité el casco, esperando que dijera algo. Pero se bajó en silencio. Se lo quitó despacio, dejando que su cabello rubio cayera en ondas húmedas sobre sus hombros. Me miró. Y no dijo nada. Ni yo.
Porque en ese momento, las palabras sobraban.
El aire se tensó. Sus ojos bajaron a mis labios un segundo. Tal vez menos. Y yo me incliné. Un poco. Lo suficiente como para que la distancia doliera. No la besé.
Pero ella tampoco se alejó.
Y eso dijo más que cualquier declaración.
Brooke
Brooke
No digas nada estúpido.
Susurró, más para ella que para mí.
Noah
Noah
No lo haré.
Le prometí.
Porque, por una vez, no tenía ganas de arruinarlo con palabras.
Ella se giró para entrar. Pero justo antes de abrir la puerta, vi algo que no esperaba. Una sonrisa. Pequeña. Peligrosa. Como si le acabara de descubrir un secreto.
Y supe que esto no iba a terminar bien.
Pero igual supe que mañana iba a encontrar otra excusa para verla.
Porque Brooke Anderson era una guerra que yo estaba dispuesto a perder.

Capítulo 2

Brooke
Lo odio desde que teníamos diez años.
Era el niño nuevo, el que llegó al campamento de verano con una sonrisa desafiante y una cicatriz en la ceja. Yo llevaba mis cuadernos de actividades, mis lápices de colores perfectamente ordenados, y mi idea de que ese verano iba a ser perfecto. Hasta que él apareció.
La primera vez que hablamos, me robó el puesto en la fila para los helados. Dijo que "la vida no tiene filas, princesa". La segunda, empujó mi castillo de arena solo porque "estaba muy simétrico y daba miedo". La tercera vez, me ganó en una competencia de natación y se burló de mí durante días. Fue cruel. Infantil. Intolerable.
La cuarta vez fue en un lago cuyo momento no quiero recordar.
Y, aun así, cuando nos tocó sentarnos juntos la última noche del campamento durante la fogata, me ofreció su chaqueta porque hacía frío. Y no se burló. No dijo nada. Solo me la puso sobre los hombros y se quedó callado.
Desde entonces, Noah Carter fue eso: el error que se metía en mis planes, el chico que me hacía perder el control, el nombre que no quería escuchar... pero que nunca olvidé.
Dormí mal.
Y no porque tuviera tarea acumulada o porque Amber haya dicho que mañana ensayaremos con pesas en los tobillos (aunque eso también debería quitarle el sueño a cualquiera). Dormí mal porque no podía dejar de pensar en la maldita moto.
En sus manos, sus dedos rozando los míos. En cómo se sintió tener mis brazos alrededor de su cuerpo, como si eso fuera lo más natural del mundo. Como si lo hubiéramos hecho mil veces. Y, lo peor, no fue solo físico. Fue ese silencio. Cómodo. Cargado. El tipo de silencio que no se tiene con cualquiera. El tipo de silencio que dice más que un discurso.
Me desperté tres veces en la noche. La última fue justo después de soñar con su voz. Esa voz que detesto porque es grave, rasposa y maldita sea, sexy.
¿Por qué tiene que sonar así?
Como si todo lo que dijera pudiera derretirme los huesos si no estoy prestando atención. Intenté sacarlo de mi cabeza.
Me vestí, desayuné, repasé mi discurso para la asamblea del viernes, revisé mi lista de tareas tres veces. Pero ahí estaba él. Flotando en mi mente como una canción pegajosa que no pedí escuchar. En el pasillo, camino hacia mi casillero, lo vi.
Claro que lo vi.
Chaqueta negra, auriculares colgando del cuello, mochila medio abierta y una expresión de "me importa todo una mierda". Algunas chicas lo miraban como si acabara de salir de un video musical. A otras, les escuché susurrar cosas como "¿lo viste anoche con Brooke?". Genial. Los rumores corren más rápido que el Wi-Fi en esta escuela.
Él me vio también.
Y sonrió.
No una sonrisa completa, no. Una de esas que apenas tuercen una comisura del labio, como si compartiéramos un secreto. Y eso me molestó más de lo que debería.
Noah
Noah
Anderson.
Saludó, cuando pasé a su lado.
Brooke
Brooke
Carter.
Respondí, sin detenerme.
Mi corazón estaba latiendo demasiado rápido. ¿Por qué? No había pasado nada. Nada real, al menos. No me había besado. No habíamos hablado de nada importante. Solo fue un gesto, un maldito casco, un viaje en moto.
Pero algo dentro de mí... cambió.
Llegué tarde a la primera clase por primera vez en meses. Olvidé entregar una hoja de cálculo. Mi mejor amiga, Zoey, me miró con ojos entrecerrados durante el almuerzo.
Zoey
Zoey
¿Qué pasa contigo hoy?
Zoey
Zoey
Estás como... desenfocada.
Brooke
Brooke
Nada.
Mentí, removiendo mi ensalada sin hambre.
Brooke
Brooke
Solo dormí mal.
Zoey
Zoey
¿Es por el ensayo?
Zoey
Zoey
¿O por cierto motociclista con cara de villano de película?
Brooke
Brooke
¡Zoey!
Susurré, mirando alrededor.
Zoey
Zoey
¿Qué?
Zoey
Zoey
Es un crimen tener ojos ahora.
Zoey
Zoey
Además, tú lo miras como si quisieras... no sé.
Zoey
Zoey
Besarlo o matarlo.
Zoey
Zoey
No estoy segura cuál.
Brooke
Brooke
No quiero hacer ninguna de las dos cosas.
Otra mentira.
Porque sí quiero. Y eso me da miedo.
Después de clases, fui directo al salón del consejo estudiantil. Tenía papeleo que entregar y una reunión con el director para discutir el presupuesto del evento de otoño. Diez minutos antes de entrar, me encontré revisando mi reflejo en la ventana del pasillo. ¿Siempre me había tocado tanto el cabello? ¿Siempre me fijaba en si tenía los labios resecos?
Dios. Esto es patético.
Al salir de la reunión, me topé con él de nuevo. En la entrada. Como si me estuviera esperando
Brooke
Brooke
¿Me estás siguiendo ahora?
Le pregunté, cruzando los brazos.
Noah
Noah
Solo pasaba por aquí.
Noah
Noah
El destino y eso.
Brooke
Brooke
¿Y el destino también hace que te recuestes de mi casillero como si vivieras ahí?
Él sonrió. Ese tipo de sonrisa que no se enseña, que nace con las personas que saben que pueden romper reglas y salirse con la suya.
Noah
Noah
Tal vez el destino quiere que aceptes a salir conmigo.
Reí. Seco. Incrédula.
Brooke
Brooke
¿En qué universo eso va a pasar?
Noah
Noah
En este.
Respondió, inclinándose un poco hacia mí.
Noah
Noah
Solo es cuestión de tiempo.
Y en ese momento, lo supe.
Noah Carter iba a convertirse en mi ruina. O en mi salvación.
Y eso, sinceramente, no sé si quiero descubrirlo.
__________________
Mi vida está diseñada para no desordenarse.
Eso lo aprendí desde pequeña, cuando mi madre solía repetir que "una chica organizada puede con todo". Así que, desde entonces, he tenido horarios, listas, planes. Sé qué quiero, cuándo lo quiero, y qué pasos debo seguir para conseguirlo. Pero no hay plan de contingencia para un Noah Carter.
No hay ítem en mi checklist que diga: manejar el error hormonal causado por idiotas en motocicleta con sonrisa peligrosa. Y sin embargo... ahí estaba. Apareciendo como una notificación constante en mi cabeza, interrumpiendo todo lo que debería importar. Intenté ignorarlo. Lo juro.
Estudié hasta tarde, me perdí en la preparación del evento de otoño, le ofrecí tutorías a primera hora a dos chicos del club de debate. Pero incluso en eso, lo escuchaba. Esa voz suya. Ese maldito "princesa" arrastrado que me irrita y me revuelve el estómago al mismo tiempo.
Y lo peor es que él lo sabe.
Sabe que me afecta.
Porque cada vez que me cruzo con él en el pasillo, se le nota en la mirada. Como si disfrutara ver cómo me esfuerzo por parecer indiferente. Como si pudiera leerme, descifrar cada gesto por debajo de la fachada de "yo tengo el control". Y sí, lo admito: me da miedo que lo esté logrando.
Esa tarde, durante la reunión de planificación, mientras los demás debatían sobre el color de las luces para el baile, yo solo podía pensar en una cosa: anoche soñé con él otra vez. No fue un sueño romántico. Fue peor.
Fue uno de esos sueños incómodos en los que él se colaba en mi cuarto, se sentaba al borde de mi cama con esa expresión burlona... y no decía nada. Solo me miraba. Y lo más perturbador fue que, en el sueño, yo no lo echaba.
Le sonreía.
Como si verlo ahí tuviera sentido.
Sacudí la cabeza, enfocándome en los números del presupuesto.
Noah Carter no tiene sentido. No encaja en mi mundo. Es solo un glitch. Un error temporal. Un recuerdo mal procesado de la infancia que ahora ha decidido colarse en mi vida como si tuviera derecho a quedarse. Pero entonces, esa noche, ocurrió algo que lo cambió todo.
Estaba saliendo del gimnasio, después del ensayo nocturno. Mis piernas estaban cansadas, el cabello aún húmedo por la ducha rápida, y la sensación de soledad se colaba en mis huesos. Era tarde, más de lo habitual. Caminé por el estacionamiento oscuro con las Ilaves firmemente en la mano, como mi madre me enseñó.
Y ahí estaba él. De nuevo.
Apoyado en su moto. Como si el universo lo plantara estratégicamente en cada punto vulnerable de mi día.
Brooke
Brooke
¿Vas a empezar a cobrar por aparecer en cada uno de mis finales de jornada, o esto viene gratis?
Dije, intentando sonar sarcástica.
Noah
Noah
Depende.
Noah
Noah
¿Valgo la pena?
Replicó sin moverse.
Brooke
Brooke
Ni para un cameo.
Sonrió. Claro que lo hizo. Porque eso hace. Se alimenta de mis intentos de sarcasmo como si fueran caramelos.
Brooke
Brooke
¿Qué haces aquí?
Pregunté, cruzándome de brazos.
Noah
Noah
Esperaba que te olvidaras las llaves otra vez.
Dijo, y alzó las suyas, haciéndolas sonar.
Noah
Noah
Pero ya veo que hoy viniste preparada.
Brooke
Brooke
¿Y si sí me las hubiera olvidado?
Noah
Noah
Te habría llevado de nuevo.
Respondió, bajando la mirada solo un segundo.
Noah
Noah
Sin chistes. Solo... llevarte.
Algo en su tono cambió. Más serio. Más real.
Y eso me desarmó.
Lo odiaba por eso. Por cómo podía pasar de ser una molestia a convertirse en la única persona que parecía ver cuando algo me pesaba. Como si supiera que, debajo de todas mis medallas, mis títulos y mis sonrisas organizadas, también hay días donde solo quiero dejar de fingir.
Y entonces lo hizo.
Caminó hacia mí. Lento. Sin invadir, pero sin pedir permiso tampoco. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca, no dijo nada.
Solo alzó la mano.
Y me acomodó un mechón detrás de la oreja.
Tan simple. Tan devastador.
Me quedé congelada. No por miedo. Por otra cosa. Por la certeza brutal de que estaba cayendo.
Y lo peor es que... no quería detenerme.

Capítulo 3

Brooke
Cuando Zoey me mencionó la fiesta del viernes, dije que no iría. Tenía tareas, ensayos, un resumen de gobierno pendiente, y mil excusas más.
Pero luego pensé: ¿Qué mejor manera de sacarme a Noah Carter de la cabeza que una noche social, luces bajas, música fuerte y cero posibilidades de cruzármelo?
Spoiler: estaba equivocada.
La casa era enorme, prestada por los padres ausentes de alguien que conocía vagamente del club de fotografía. Las luces cambiaban de color, la música vibraba en el piso, y la gente parecía moverse como si todo les importara poco y nada. Muy al estilo de Noah, en realidad. Genial. Ya estaba pensando en él otra vez.
Zoey me empujó un vaso en la mano y me arrastró al centro de la sala.
Zoey
Zoey
Solo por una noche, Brooke.
Zoey
Zoey
No seas tú.
Zoey
Zoey
No controles todo.
Zoey
Zoey
Solo... fluye.
Brooke
Brooke
¿Y si no sé fluir?
Zoey
Zoey
Entonces finge.
Así que fingí. Bailé. Reí. Fingí que no sentía la mirada de algunos chicos. Fingí que no me importaba que uno de ellos intentara invitarme a subir a la terraza a "ver las estrellas". Fingíque todo estaba bajo control.
Hasta que lo vi.
Contra la pared del fondo.
Chaqueta oscura. Una cerveza en la mano. Y esos malditos ojos, fijos en mí como si el mundo entero fuera un chiste y yo la única parte que le interesaba.
Noah Carter.
Por supuesto.
Me giré como si no lo hubiera visto. Como si no lo sintiera. Pero sabía. Sabía que vendría. Que me encontraría. Y sabía que odiaba que una parte de mí... lo estuviera esperando.
Me escondí en la cocina, lejos del ruido y de todos. Me apoyé en la encimera y me serví agua, necesitaba claridad, algo frío, algo normal. Pero no me dieron tiempo.
Noah
Noah
¿Huyendo?
Dijo su voz, justo detrás de mí. Tragué saliva. Me di vuelta.
Brooke
Brooke
¿No tienes una pared en la que recostarte y hacerte el interesante?
Noah
Noah
Ya me aburrí de las paredes.
Noah
Noah
Ahora me interesan las cocinas con presidentas del consejo estudiantil huyendo de sí mismas.
Brooke
Brooke
No estoy huyendo.
Noah
Noah
Claro que no.
Y entonces ocurrió.
Alguien entró corriendo, buscando un cuarto donde guardar una caja de bocinas o algo así. Una chica borracha tropezó, empujó la puerta... y de pronto, Noah y yo estábamos dentro de lo que parecía una pequeña despensa... y la puerta se cerró de golpe. Click.
Intenté abrirla. Nada.
Brooke
Brooke
¿Qué demonios?
Dije, empujando con el hombro.
Brooke
Brooke
¡Está trabada!
Noah probó con más fuerza.
Nada. Rió. Por supuesto que rió.
Noah
Noah
Genial.
Noah
Noah
Una de esas puertas de seguridad que solo se abren desde fuera.
Brooke
Brooke
¿Y por qué rayos alguien tendría una puerta así en una casa?
Noah
Noah
Tal vez para momentos como este.
Lo miré, fulminante.
Brooke
Brooke
No.
Brooke
Brooke
No hay "momentos" aquí.
Brooke
Brooke
Solo un error logístico.
Noah
Noah
Claro.
Dijo, sentándose contra la pared con tranquilidad.
Noah
Noah
Pero mientras alguien recuerda que estamos aquí, supongo que estamos...
Noah
Noah
Solos.
En un espacio reducido. Con el cuerpo caliente por el baile, el aire cada vez más escaso, y su presencia llenándolo todo. Intenté mantener la distancia.
Me quedé de pie, con los brazos cruzados. Pero cada minuto que pasaba, el silencio se hacía más denso.
Brooke
Brooke
¿Por qué estás aquí?
Le solté de pronto.
Brooke
Brooke
En esta fiesta, digo.
Brooke
Brooke
Tú odias esto.
Brooke
Brooke
La música, la gente... lo superficial.
Me miró con algo que no supe descifrar.
Noah
Noah
Tal vez vine a ver si tú venías.
Me reí. O al menos eso intenté. Fue un ruido corto, nervioso.
Brooke
Brooke
No seas ridículo.
Noah
Noah
No soy ridículo.
Noah
Noah
Soy honesto.
Brooke
Brooke
Lo tuyo no es honestidad. Es provocación.
Noah
Noah
¿Y qué pasa si quiero provocarte?
Preguntó, más bajo.Silencio.
Mi corazón empezó a latir demasiado rápido. Mis manos sudaban.
Brooke
Brooke
No funcionará.
Dije, apretando los dientes.
Noah
Noah
¿Qué cosa?
Brooke
Brooke
Eso que intentas.
Brooke
Brooke
Lo de confundirme. Lo de hacer que olvide todo lo que he construido solo porque tú apareces con tus ojitos intensos y tus frases ensayadas.
Él se puso de pie. Se acercó. No demasiado, pero lo suficiente para que el aire entre nosotros se calentara como si fuera agosto dentro de un armario.
Noah
Noah
No lo tengo que intentar, Brooke.
Susurró.
Noah
Noah
Ya estás confundida.
Quise responder. Quise gritarle. Quise decirle que se equivocaba.
Pero en lugar de eso... me quedé callada.
Porque tal vez... tenía razón.
Porque en ese espacio cerrado, con el calor subiendo por mis mejillas y sus ojos clavados en los míos, el aire se volvió denso. Irrespirable. Y la única cosa clara era él. Su cercanía. Su voz.
El peligro de todo esto.
Brooke
Brooke
Tú no sabes nada de mí.
Dije al fin, con la voz tensa, casi temblando.
Brooke
Brooke
No sabes lo que me cuesta mantenerme firme, lo que he tenido que hacer para tener la vida que tengo.
Noah
Noah
Tal vez porque te pasas tanto tiempo fingiendo que nada te afecta.
Replicó, bajando apenas el tono.
Noah
Noah
Pero sí te afecta, Brooke.
Noah
Noah
Y lo peor es que te molesta que yo lo vea.
Brooke
Brooke
¡Porque no quiero que lo veas tú!
Le solté, sin filtro.
Brooke
Brooke
No tú.
Brooke
Brooke
No el chico que arruinó mi cumpleaños número siete empujándome al lago y diciéndole a todos que lloré como una bebé.
Brooke
Brooke
No el que ha hecho de su rebeldía un show permanente.
Brooke
Brooke
No tú, Noah.
Él retrocedió un paso. Solo uno. Pero su expresión cambió. Se volvió más seria. Más intensa.
Noah
Noah
¿Eso es lo que sigue importando? ¿Lo del lago?
Brooke
Brooke
No es solo eso.
Brooke
Brooke
Es... todo.
Brooke
Brooke
Eres todo lo que intento evitar.
Brooke
Brooke
Eres la distracción. El caos.
Brooke
Brooke
El error.
Se acercó. Lento. Con esa calma peligrosa que siempre ha tenido.
Noah
Noah
¿Y si el error también es lo único que te hace sentir viva?
Brooke
Brooke
No digas eso.
Noah
Noah
¿Por qué no?
Noah
Noah
¿Porque lo sientes?
Noah
Noah
¿Porque te da miedo que sea verdad?
Brooke
Brooke
¡No me da miedo nada!
Noah
Noah
Entonces demuéstralo.
Y ahí, justo en esa línea, se rompió algo.
Su mano fue directa a mi cintura, firme pero sin apuro. Su otra mano tocó mi mejilla, como si dudara. Como si me diera el espacio para rechazarlo.
Pero no lo hice.
Ni un paso atrás.
Y entonces, me besó.
No fue suave. No fue dulce.
Fue inevitable.
Como si todo lo que veníamos negando, esquivando y empujando lejos, de pronto se hubiera soltado de golpe. Como una tormenta que llevaba años formándose, y por fin estallaba.
Mis manos volaron a su chaqueta, tratando de empujarlo... o de acercarlo más. Ni yo misma lo sabía. Sentía mi corazón en la garganta, las piernas temblando, el aire robado. Y por un segundo, solo uno... me rendí.
Me permití sentir.
Hasta que lo recordé.
Todo
Lo que estaba en juego. Lo que podía perder. Lo que él era. Lo empujé. Fuerte.
Brooke
Brooke
No vuelvas a hacer eso.
Dije, con la voz rasgada y el pulso enloquecido.
Noah
Noah
No me arrepiento.
Respondió, sin moverse.
Brooke
Brooke
Pues más te vale que empieces a hacerlo.
Y justo en ese momento, alguien abrió la puerta.
Zoey, riendo, con una lata en la mano.
Zoey
Zoey
¿Qué demonios?
Zoey
Zoey
¡¿Estaban aquí todo este tiempo?!
Salí antes de que Noah pudiera decir algo más. Caminé recto al baño, me encerré y me miré en el espejo.
Tenía los labios hinchados. Las mejillas coloradas.
Y los ojos... desordenados.
Ese beso había sido un error.
Un incendio.
Zoey
Zoey
Y yo... yo acababa de avivar las Ilamas.

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