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La Venganza De Alaia

Capítulo 1

Los Duques de Seraphina, una familia que se caracterizaba por su orgullo y ambición, poseían una afinidad ancestral con la magia de fuego, en su hogar se tejían sueños de poder, sueños que culminaron en la osadía de Lysander Seraphina por alcanzar la corona del Imperio Veridian.

Sus planes, urdidos en secreto y alimentados por la convicción de que su linaje era superior, se extendieron como una sombra amenazante sobre la corte imperial, se escuchaban susurros de una posible rebelión, pero la astucia de Lysander encontró un muro infranqueable en la figura del Duque Orion Elowen, un hombre de visión aguda y lealtad inquebrantable hacia los Emperadores, Orion descubrió los planes de traición de los Seraphina, las pruebas irrefutables apilándose como leña seca destinada a arder.

La noticia de la traición sacudió los cimientos del imperio, los Emperadores Eamon Cassian, un hombre de semblante severo, pero justo, y su esposa, la Emperatriz Thais, una gobernante de sabiduría reconocida, se enfrentaron a una decisión desgarradora, aunque la ley impuesta por sus predecesores era clara: la traición a la corona se pagaba con la extinción del linaje culpable.

La sala del trono se sumió en un silencio sepulcral mientras se dictaba la sentencia. La familia Seraphina, encadenada y despojada de su altivez, escuchó su destino con una mezcla de desafío y desesperación; sin embargo, en medio del sombrío decreto, una voz resonó con firmeza, interrumpiendo el flujo inexorable de la justicia.

- Majestades, imploro su clemencia - clamó Orion Elowen, su rostro habitualmente sereno ahora marcado por la tristeza. A su lado, su esposa, Noelia Cassian, hermana del propio Emperador Eamon, sostenía su mano con fuerza, sus ojos reflejando la angustia de su esposo -. Hay un niño Finnian, apenas un infante. ¿Puede su joven alma cargar con la culpa de las ambiciones de su padre? Él no participó en esta traición.

- Hermano, piensa en nuestros hijos, seria injusto que sean juzgados por nuestros actos, nuestros errores no son los suyos.

El Emperador Eamon y la Emperatriz Thais intercambiaron una mirada cargada de reflexión. La justicia debía ser implacable, pero también debía discernir la inocencia de la culpabilidad, tras un momento de tenso silencio, el Emperador Eamon asintió lentamente.

-Por la petición de los Duques de Elowen y considerando la juventud del niño - declaró con voz grave -, se perdonará la vida de Finnian Seraphina; sin embargo, será despojado de todo título y pertenencia, vivirá bajo la vigilancia del Imperio. Que este acto de misericordia sirva como recordatorio de la clemencia imperial, incluso ante la más grave traición.

Los nobles miembros del consejo no estaban de acuerdo con la decisión, el infante debía ver las consecuencias de intentar rebelarse, para que en futuro no cometa los mismos errores que sus padres, así fue, como un niño de apenas cinco años, presenció la ejecución de sus padres, la danza macabra de las llamas consumiendo sus cuerpos como ellos habían soñado con consumir el trono, fue un momento que se grabó en su memoria infantil, un trauma que lo marcaría para siempre. La piedad de Orion Elowen, el hombre que había salvado su vida, paradójicamente se convirtió en la raíz de un rencor oscuro y persistente.

En la mente del niño, los Elowen, la familia a la que debía su existencia, eran también los responsables de la aniquilación de su linaje, la gratitud nunca floreció en su corazón; en cambio, germinó una semilla de resentimiento que se arraigó profundamente, alimentada por la soledad y el despojo.

Mientras crecía bajo la vigilancia del imperio, Finnian cultivó en secreto este odio, nutriéndolo con cada humillación que recibía, con cada mirada de desconfianza. Los Elowen, en su opulencia y prestigio, se convirtieron en el blanco de su obsesión. Orion, Noelia y sus hijos, Liora, Alaia y Caspian, eran los rostros visibles de la afrenta que había destrozado su mundo, mientras ellos crecían en un hogar lleno de amor, sin ninguna carencia, y se cumplían sus caprichos, Finnian vivía atormentado con el recuerdo de la muerte de sus padres, con los susurros de desprecio de las personas al verlo.

Los años transcurrieron como las hojas arrastradas por el viento otoñal, cubriendo gradualmente el recuerdo de la traición de los Seraphina, las personas del reino ya no hablaban de aquel acto, y Finnian, huérfano y despojado, parecía haber abrazado su nueva realidad con una humildad sorprendente. Lejos de mostrar resentimiento o amargura ante la sociedad, se dedicó con fervor a sus estudios y al entrenamiento militar, su inteligencia aguda brilló en las academias, superando a muchos nobles de cuna, y su valentía en los campos de entrenamiento se convirtió en leyenda. No dudaba en lanzarse a los ejercicios más peligrosos, mostrando una determinación que inspiraba respeto y admiración.

Su comportamiento era impecable: cortés con los ancianos, considerado con los plebeyos, y leal a la corona. Los cortesanos, con el tiempo, dejaron de ver en él la sombra de su padre, la imagen de Lysander, el ambicioso traidor, se desdibujó en la memoria colectiva, eclipsada por la brillantez del joven Finnian. Incluso los Emperadores Eamon y Thais, quienes lo habían mantenido bajo una discreta vigilancia, comenzaron a verlo con creciente aprobación, su perdón parecía haber dado frutos inesperados.

Fue en medio de esta creciente admiración que el destino, o más bien la astuta manipulación de Finnian, lo entrelazó con la familia Elowen de una manera más íntima. Liora Elowen, la hija mayor de Orion y Noelia, poseía una belleza radiante y un espíritu vivaz que la convertían en el centro de atención dondequiera que fuera. Un día fatídico, durante una cacería real en los bosques de las afueras de la capital, Liora se vio en grave peligro, un jabalí de colmillos afilados, desviado de su camino por un "descuido" de uno de los guardias (un hombre secretamente sobornado por Finnian), se lanzó contra ella con furia.

El pánico se extendió entre los acompañantes, pero antes de que alguien pudiera reaccionar, una figura se interpuso entre la bestia y la joven. Finnian, con una agilidad sorprendente y su espada desenvainada con precisión letal, se enfrentó al animal salvaje. La lucha fue breve pero intensa, Finnian, aunque recibió un corte superficial en el brazo, logró abatir al jabalí justo cuando sus colmillos estaban a punto de alcanzar a Liora.

El alivio inundó el rostro de la joven mientras era auxiliada, su padre, el Duque Orion, llegó al lugar de inmediato, su rostro pálido de terror transformándose en gratitud. Noelia, con los ojos llenos de lágrimas, abrazó a su hija con fuerza y en medio del caos y el alivio, las miradas de Liora y Finnian se encontraron. Había admiración en los ojos de ella, un brillo de deuda y algo más, quizás una fascinación por el hombre que había arriesgado su vida para salvarla.

Orion Elowen, profundamente agradecido, no escatimó en elogios hacia Finnian, lo alabó por su valentía, su rapidez al reaccionar a una situación peligrosa, incluso Noelia, quien siempre había mantenido una cautelosa distancia debido al pasado de su familia, le dirigió una mirada cálida y agradecida. A partir de ese día, la percepción de Finnian en la corte cambió aún más. Ya no era solo el huérfano talentoso, sino un héroe, un hombre de honor que había demostrado su valía con hechos, borrando casi por completo la mancha del apellido Seraphina.

Finnian aceptó las alabanzas con una humildad estudiada, su corazón latiendo con una satisfacción oscura, su plan comenzaba a tomar forma. Se había ganado la confianza de sus enemigos, se había presentado ante ellos como un hombre digno de respeto e incluso de afecto. Liora lo miraba con ojos diferentes, y esa era la primera victoria en su larga y tortuosa venganza. El momento de acercarse aún más a su presa se acercaba, y Finnian saboreaba la dulce ironía de ser recibido en el seno de la familia que juró destruir.

Capítulo 2

Tras el incidente de la cacería, Finnian se convirtió en un visitante cada vez más frecuente en el Ducado Elowen, su presencia era recibida con calidez y gratitud. Orion y Noelia lo veían como un joven ejemplar, un hombre que había superado el estigma de su linaje con honor y valentía. Liora, por su parte, no podía ocultar la creciente fascinación que sentía por su salvador, sus conversaciones se extendían durante horas en los jardines florecientes del ducado, compartiendo sueños, inquietudes y risas.

Finnian, con una astucia calculada, cultivaba esta cercanía con una mezcla de encanto y melancolía, se mostraba atento a cada detalle de la vida de Liora, recordando sus preferencias, consolándola en sus momentos de duda y celebrando sus logros con genuino entusiasmo. Ella, a su vez, se sentía cada vez más atraída por su inteligencia aguda, su sensibilidad y la profunda tristeza que a veces velaba sus ojos oscuros, pero en medio de este floreciente afecto, Finnian comenzó a sembrar sutilmente las semillas de la duda y la desesperanza. En momentos íntimos, cuando sus manos se rozaban o sus miradas se sostenían por un instante más de lo debido, él dejaba escapar un suspiro cargado de resignación.

- Liora - decía con una voz suavemente teñida de tristeza -, nuestros caminos... son diferentes. Tú eres la hija del Duque Elowen, sobrina de los Emperadores, yo... yo soy solo Finnian Seraphina, un hombre sin título, cuyo apellido aún susurra ecos de traición en los pasillos de la corte - Liora fruncía el ceño, su corazón oprimido por estas palabras.

-No digas eso, Finnian, tus actos hablan más fuerte que cualquier apellido, tu valentía, tu inteligencia... todos en la corte te admiran - Él sonreía con una mezcla de amargura y afecto.

 -Tu corazón es noble, Liora, pero el mundo no siempre es justo, en cuanto se enteren de nuestros sentimientos se construirán muros altos e infranqueables, los nobles no verán con buenos ojos, que tú te hayas fijado en alguien sin valor, yo no merezco que tus ojos se posen en mi, ni tus palabras dulces, no soy digno de tus sentimientos.

- Entiéndelo Finnian, tú no eres alguien sin valor, eres el hombre mas valiente y noble que he conocido, con excepción de mi padre, si pudieras ver a través de mis ojos, quizás entenderías que eres maravilloso.

- Si es lo que crees – tomala las manos de Liora entre las suyas -, luchare contra todos por nuestro amor, me esforzare más que nunca, por demostrarles a todos, que en verdad te merezco. Seré merecedor de tu amor, te lo prometo.

Con el tiempo, esta charla de la imposibilidad de estar juntos se convirtió en un tema recurrente en sus encuentros, Finnian pintaba un panorama sombrío de su futuro juntos, resaltando la diferencia de sus rangos, las posibles objeciones de la corte, la sombra persistente del pasado de su familia. Él se presentaba como un hombre resignado a un destino humilde, incapaz de ofrecerle a Liora el futuro brillante que merecía.

Estas palabras, lejos de alejar a Liora, encendían en ella una llama de desafío y compasión, su amor por Finnian crecía con cada obstáculo imaginario que él levantaba. Ella veía más allá de su falta de títulos, percibiendo la nobleza genuina de su carácter, la bondad que se esforzaba por mostrar al mundo.

- No me importa nada de eso, Finnian - le decía con firmeza, sus ojos brillando con una determinación apasionada -. Te amo a ti y si el mundo no acepta nuestro amor, lo haremos aceptarlo. Hablaré con mis padres, con mis tíos. El Emperador Eamon y la Emperatriz Thais te tienen en alta estima, después de todo lo que has hecho, después de la persona que eres, mereces un título, un reconocimiento, te lo mereces todo.

Finnian la escuchaba con una expresión que mezclaba sorpresa y una calculada esperanza, por dentro, una satisfacción helada comenzaba a extenderse, su plan avanzaba a la perfección. El amor de Liora, puro e incondicional, se estaba convirtiendo en la herramienta más poderosa de su venganza. Ella, en su inocencia y su deseo de superar los obstáculos, se ofrecía voluntariamente al matadero, sin sospechar la verdadera oscuridad que se ocultaba tras la máscara de su amado. La manipulación era dulce y efectiva, y Finnian saboreaba cada palabra de aliento y cada promesa de apoyo que salía de los labios de su víctima, el lazo que los unía se estrechaba con cada conversación, un lazo que él pronto convertiría en una soga mortal.

La influencia de Liora en la corte, sumada al creciente favor que Finnian se había ganado con sus actos y su impecable comportamiento, finalmente rindió frutos. Conmovidos por la sinceridad de su amor y ante la insistencia de Liora respaldada por sus padres y la benevolencia de los Emperadores, se tomó una decisión sin precedentes.

Se restauraría el Ducado de Seraphina para Finnian, varios nobles habían intentado establecerse en las tierras prósperas que manejaban los Seraphina, pero todos habían fracasado. Una serie de calamidades inexplicables azotaban la región: cosechas perdidas, enfermedades repentinas, accidentes extraños, los lugareños susurraban que el ducado estaba maldito, un lugar donde las almas de los antiguos Duques habían quedado atrapadas.

La verdad; sin embargo, era mucho más siniestra. Finnian, en secreto y a través de una red de contactos discretos, se había asegurado de que ningún nuevo señor pudiera florecer en sus antiguas tierras, sabotaje sutil, rumores maliciosos, pequeños actos de violencia encubierta: todo estaba diseñado para mantener el ducado en un estado de caos, listo para ser reclamado por su legítimo heredero.

Los Emperadores, Eamon y Thais, aunque accedieron a devolverle el ducado, actuaron con cautela, le otorgaran el título, sí, pero con una condición: Finnian debía demostrar su capacidad para gobernar y restaurar la paz y la prosperidad en sus tierras, solo entonces su ducado sería reconocido oficialmente por la corona.

Esta nueva responsabilidad implicaba una separación temporal de Liora. Finnian debía viajar al Ducado de Seraphina, enfrentarse a la tarea de reconstrucción y ganarse la confianza de un pueblo marcado por la desgracia, la despedida fue un espectáculo conmovedor, en los jardines del Ducado Elowen, bajo la mirada comprensiva de Orion y Noelia, Liora y Finnian se abrazaron con una intensidad dolorosa.

Las lágrimas de Liora humedecieron el traje de Finnian mientras él le susurraba palabras de consuelo y promesas de un futuro juntos, un futuro brillante donde su amor no estaría empañado por el pasado. Ella, aferrada a él como si temiera que se desvaneciera, le juraba esperarlo, mantener viva la llama de su amor a pesar de la distancia, sus votos resonaron en el aire, cargados de una tristeza dulce y la ferviente esperanza de una reunión gloriosa.

 -Volveré, mi amor - le prometió Finnian, sus ojos simulando una profunda pena -, y cuando regrese, nada ni nadie podrá separarnos. Construiremos un futuro juntos en nuestras tierras, un futuro digno de nuestro amor, antes de cumplir nuestros sueños debo trabajar para que el Ducado de mis padres vuelva a sus días de gloria, te prometo que trabajare arduamente para que el tiempo de nuestra separación sea el menor posible.

Liora asintió entre sollozos, sintiendo el dolor por la partida de su amado, la imagen de Finnian alejándose en el carruaje, su figura volviéndose cada vez más pequeña, quedó grabada en su mente como un juramento silencioso.

Sin embargo, la realidad dentro del carruaje era muy diferente, apenas habían salido de la vista del Ducado Elowen, la máscara de aflicción de Finnian se desvaneció, reemplazada por una sonrisa fría y triunfal. En el asiento frente a él, una joven de cabellos oscuros y ojos astutos lo esperaba con una sonrisa cómplice. Era Cataleya, su verdadero amor, su confidente, la mujer que conocía cada detalle de su plan de venganza y que lo acompañaría en este nuevo capítulo de su retorcida historia.

-Toda marcha según lo planeado, mi amor - dijo Finnian, tomando la mano de Cataleya entre las suyas -, Liora cree en mis promesas, su familia me ve como un hombre honorable, el ducado 'maldito' y el ducado de los Elowen serán míos, y este es el primer paso para el futuro grandioso que nos espera.

Cataleya le devolvió la sonrisa, sus ojos brillando con una intensidad oscura.

- Juntos, Finnian, como siempre, ellos pagarán por lo que le hicieron a tu familia, y después podremos disfrutar de nuestro amor de forma libre, no tendremos que ocultarnos más.

- Hemos esperado mucho para poder disfrutar de nuestro amor, ahora falta poco, muy poco, te prometo que después de deshacernos de los Elowen nadie impedirá nuestra felicidad mi amor, te amo.

Mientras el carruaje se alejaba, dejando atrás la imagen de una despedida llena de lágrimas y falsas esperanzas, el verdadero viaje de Finnian comenzaba. Un viaje sembrado de engaño y alimentado por un rencor inextinguible, con Cataleya a su lado, lista para ser su sombra en la oscuridad que pronto envolvería a la casa Elowen.

Capítulo 3

Los meses se deslizaron como seda entre los dedos, marcados por el constante intercambio de cartas entre Liora y Finnian, sus palabras alimentaban la esperanza de un reencuentro cercano. Finnian describía con detalle sus esfuerzos por restaurar el Ducado de Seraphina, pintando un cuadro de progreso constante y éxito inminente, hablaba de cosechas abundantes, de la recuperación de las minas abandonadas, de la creciente confianza del pueblo en su nuevo líder, cada carta era un testimonio de su dedicación, un paso más hacia el futuro que ambos anhelaban.

Y finalmente, la noticia llegó al Ducado Elowen como un rayo de sol tras una tormenta: Finnian había logrado su cometido. El Ducado de Seraphina prosperaba, los obstáculos se habían desvanecido y el título de Duque era suyo, reconocido oficialmente por los Emperadores, con este logro, el compromiso entre Liora y Finnian se hizo oficial, sellando su destino ante la corte y el imperio.

La alegría en el Ducado Elowen fue palpable. Liora, radiante de felicidad, tomó la pluma con manos temblorosas y escribió una carta a su hermana Alaia, quien llevaba años de estudiando en tierras lejanas, pero ahora, ante la inminente boda de su hermana, no había excusa que valiera, la ceremonia se celebraría en el Ducado Elowen en dos meses, y Alaia debía estar allí.

Los preparativos para la boda se llevaron a cabo con una calma expectante, Liora se sumió en la elección de telas, la organización del banquete y la disposición de los jardines, imaginando cada detalle de su día soñado, el tiempo transcurrió rápidamente, y por fin llegó el día de la boda.

La ceremonia fue hermosa, un testimonio del amor que parecía unir a Liora y Finnian; sin embargo, una sombra de preocupación se cernía sobre el corazón de la novia. Alaia, a pesar de haber confirmado su asistencia, no había llegado, Liora intentó disipar su inquietud, aferrándose a las palabras de sus padres, quienes la tranquilizaron asegurándole que, si Alaia había prometido venir, lo haría, tal vez algún imprevisto en el largo viaje la había retrasado. Confiando en la palabra de sus padres y hermana, Liora se permitió disfrutar de la celebración, esperando que Alaia llegara, aunque fuera para la fiesta.

La noche avanzó entre bailes, brindis y risas, los invitados comenzaron a despedirse, dejando el Ducado Elowen sumido en una relativa calma, la familia Elowen, aparentemente agotada por las festividades, se retiró a sus habitaciones a descansar, pero Liora, a pesar del cansancio, no podía conciliar el sueño, la ausencia de Alaia seguía siendo una punzada en su corazón.

Impulsada por una creciente inquietud, se levantó de la cama y salió al jardín, buscando el aire fresco de la noche, la luna llena iluminaba las rosas recién florecidas, creando un ambiente de ensueño que contrastaba con la opresión que sentía en el pecho, fue entonces cuando en un rincón apartado del jardín, bajo la sombra de un viejo roble, dos figuras entrelazadas se besaban con una pasión desenfrenada, la luz de la luna reveló los rostros: Finnian y Cataleya.

El mundo de Liora se detuvo, la incredulidad la paralizó por un instante, antes de que un escalofrío helado recorriera su cuerpo. ¿Qué significaba esto? ¿Quién era esa mujer?

Finnian se separó de Cataleya, su rostro inicialmente sorprendido, pero que rápidamente se transformó en una expresión fría y calculadora. Cataleya, con una sonrisa desdeñosa en los labios, observó a Liora con una mezcla de burla y triunfo.

Liora abrió la boca para hablar, pero las palabras se ahogaron en su garganta, sus ojos, llenos de confusión y un miedo incipiente, buscaban una explicación, una negación desesperada, alguna palabra que pudiera reconfortarla, calmar el dolor que sentía en su corazón.

Finnian suspiró, como si estuviera cansado de mantener una farsa innecesaria.

- Finnian: Liora - dijo con una voz suave pero desprovista de toda calidez -, creo que es hora de que conozcas la verdad.

-Liora: ¿Finnian? ¿Qué...? – con su voz quebrada por la incredulidad.

Finnian se separó de Cataleya con una lentitud exasperante, su rostro adornado con una sonrisa fría que nunca antes había dirigido a Liora. Cataleya, apoyada en su brazo, la miraba con una altanería triunfal, sus ojos oscuros brillando con una satisfacción cruel.

-Finnian: Oh, Liora, que sorpresa encontrarte aquí. ¿No deberías estar descansando? Después de todo, ha sido un día largo, lleno de felicidad.

-Liora: ¿Quién... quién es ella? - Cataleya dio un paso adelante, su voz suave pero cargada de veneno.

-Cataleya: Soy Cataleya, la mujer que realmente ocupa el corazón de tu flamante esposo.

Las palabras golpearon a Liora como una bofetada, negó con la cabeza, sus ojos buscando desesperadamente una negación en el rostro de Finnian.

-Liora: Finnian, esto no es gracioso. ¿Qué está pasando? Nos acabamos de casar.

-Finnian: Lamento tener que ser yo quien te lo diga, mi querida Liora, pero Cataleya tiene razón. Ella es... mi verdadero amor, la única mujer que en verdad esta en mi corazón, mis pensamientos, y a quien deseo.

Liora sintió como si el suelo bajo sus pies comenzara a desmoronarse, la vida que tanto desea tener desaparecía ante sus ojos.

-Liora: ¿Tu... tu verdadero amor? ¿Después de todo lo que hemos vivido...? ¿Después de nuestras promesas?

-Cataleya: ¿Promesas? ¿De verdad creíste esas dulces palabras? Eres tan ingenua, Liora, eras simplemente una herramienta, ya cumpliste tu función, ahora ya no eres necesaria, lo entiendes…

Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Liora, empañando su visión, miró a Finnian con el corazón hecho pedazos.

-Liora: ¿Una herramienta? ¿Todo... todo fue una mentira? ¿El rescate, las cartas, nuestro amor, nuestros sueños...? por favor dime que algo de lo que vivimos fue real…

-Finnian: Digamos que fui... convincente, necesitaba recuperar mi ducado, acercarme a tu familia, tú eras la llave, la sobrina de los Emperadores, la hija del bondadoso Duque Orion. Tu afecto, tu ingenuidad... fueron increíblemente útiles.

-Cataleya: Y todo salió a la perfección, ¿no crees? Conseguiste tu título, tu ducado... y pronto, mucho más – mira la casa de los Duques.

Un escalofrío recorrió la espalda de Liora al escuchar esas últimas palabras, un presentimiento oscuro comenzó a crecer en su interior.

-Liora: ¿Mucho más? ¿A qué te refieres?

Finnian sonrió, una sonrisa carente de toda la calidez que Liora había llegado a amar, era una mueca fría, triunfal.

-Finnian: ¿No lo entiendes aún, querida Liora? Mi padre fue asesinado por la ambición de poder. Orion Elowen lo descubrió y lo entregó a los Emperadores, tu familia nos arrebató todo, me quito cualquier posibilidad de ser feliz, me obligaron a vivir en medio de la humillación de la gente. ¿De verdad creíste que lo olvidaría? ¿Qué perdonaría?

La realidad golpeó a Liora con la fuerza de un rayo, el horror se reflejó en sus ojos, sabia que no quería humillarla sola a ella y que esto a penas empezaba.

Liora: ¿Venganza? ¿Todo esto... fue por venganza?

- Cataleya: acaso no entiendes sus palabras, tú fuiste el cebo perfecto, tu amor ciego te impidió ver la verdad y ahora... ahora la trampa se ha cerrado, gracias a ti, el Ducado Elowen dejara de existir.

- Liora: ¿Qué van a hacer?

- Finnian: Lo que mi padre no pudo terminar, la familia Elowen pagará por lo que hizo, cada uno de ustedes.

Liora sintió el pánico apoderarse de ella, paralizándola, miró de Finnian a Cataleya, sus rostros iluminados por la luna, ahora distorsionados por el odio y la malevolencia. El hombre al que había entregado su corazón no era más que un monstruo sediento de venganza, y ella, en su ceguera, lo había invitado a su propio hogar. La dulce melodía de su amor se había convertido en una nota fúnebre, todo había sido una mentira, su felicidad, su futuro soñado, todo se había construido sobre una base de engaño y odio.

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