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ALOJANDOME EN TU CORAZÓN

PROLOGO

Kael Walton no fue criado, fue forjado. Desde niño conoció más el frío del abandono que el calor de una familia.

A los quince años quedó huérfano, y su refugio fueron las calles, los trabajos mal pagados, y los silencios largos que solo entienden los que han sobrevivido más de lo que han vivido.

El ejército le dio estructura, disciplina, y una nueva identidad: soldado, protector, fantasma. A los 25 años, pensó que había encontrado la única guerra que valía la pena luchar: el amor.

Pero la felicidad duró poco. Su esposa fue asesinada por un mafioso al que todos temían, excepto Kael.

Desde entonces, el amor quedó enterrado junto a ella.

Años después, en medio de una misión de venganza donde logran su cometido, cuando al fin reina la paz para él solo era el inicio de un caos y encanto, llamado Nadia Drake.

Nadia no es una princesa. Fue rescatada de las calles por Ethan, que la protegió como a una hermana. Es hermosa, sí, pero también impredecible, terca, divertida, emocional y valiente. Y desde que ve a Kael, decide algo impensable: va a enamorarlo, aunque él no quiera.

Él es hielo. Ella es fuego.

Él guarda silencio. Ella no para de hablar.

Él no quiere sentir. Ella siente demasiado.

Entre cenas desastrosas, conversaciones incómodas, rescates inesperados, y heridas que aún sangran, ambos aprenderán que incluso los corazones más rotos pueden volver a latir... si alguien se atreve a quedarse el tiempo suficiente para escuchar sus grietas.

"Alojándome en tu Corazón" es una novela que combina romance, drama, comedia y emociones reales. Aquí no hay héroes perfectos ni finales fáciles. Solo personas rotas que aprenden a amarse, a pesar —y gracias— a sus cicatrices.

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Hola mis amores, nuevamente iniciamos una nueva aventura, una nueva novela llena de altos y bajos.

Esta novela está basada en uno de los personajes de la anterior novela "BAJO LA PROTECCIÓN DEL MAGNATE"

Es nada más y nada menos que Kael, ese hombre que llevo a cabo una venganza por la muerte de muchas personas pero sobre todo la de su esposa e hija no nacida, aquí vamos a ver cómo Nadia busca Alojarse en el corazón de este ex militar.

Ella tiene 21 años, él tiene 40. ¿Será verdad que para el amor la diferencia de edad es un impedimento?

Eso lo veremos ...

Es importante recalcar que la idea principal es que Kael libere el pasado y pueda aceptar el amor que le ofrece Nadia.

Quiero agradecer que no hagan comentarios ofensivos, si no le gusta lo que lee, la aplicación ofrece una variedad extensa de libros el cual podrá disfrutar sin ningún problema..

Esta novela está en proceso de escritura, como siempre trataré de actualizar a diario, espero su comprensión.

NO SE ACEPTA PLAGIOS.

Es importante contar con sus 👍, con sus 🎁, con sus votos y comentarios pues son la motivación para seguir escribiendo.

Espero que disfruten está novela tanto como la anterior,

Gracias, muchas gracias 😊

Sin más preámbulos demos inicio al primer capítulo ...

Capítulo 1

...PRIMER ENCUENTRO ...

El sonido de la alarma no era necesario, Kael ya estaba despierto, de hecho, llevaba exactamente una hora observando el techo de su habitación, con la mirada fija, como si hubiera algo interesante en esa imagen cuyo color era completamente blanco.

Se levantó con precisión militar: sin quejarse, sin apurarse, sin una pizca de entusiasmo, el mismo ritual de todos los días.

Ducha fría, café negro, cien flexiones y un silencio sepulcral.

A sus 40 años, Kael Walton no tenía tiempo para dramas, ni paciencia para tonterías, ni energía para otra cosa que no fuera sobrevivir.

Cada movimiento en su día tenía un propósito, nada de adornos, nada de emociones, incluso sin personal que atendiera el hermoso Penthouse donde vivía.

En la cocina, encendió la cafetera, todo era casi un ritual, mientras llenaba su taza, Kael hojeó el periódico del día anterior —porque no había nada nuevo bajo el sol, según él — alzó una ceja típico tic que lo delataba al ver como su celular sonaba con gran insistencia.

—Ethan… — murmuró con una sonrisa torcida.

— Dime! — respondió Kael como siempre directo y tajante.

— Kael, algún día te enamorarás, tendrás hijos y yo estaré ahí riéndome para verlo, ya mataste al mal nacido del español, ya deja el pasado atrás y vive el presente, te quiero en mi boda y no quiero excusas.

Sin decir más nada la llamada había terminado sin opción a respuestas.

Ethan y Adrián eran parte de su vida igual que Emma esposa de Adrián y April quien se casaba con Ethan.

Aunque este último llego a compartir con él una pequeña temporada de armas, códigos y guerras en medio de misiones comandadas por el ejército.

Por otro lado, él recordaba a Isaac un amigo y también como un hermano quien de igual manera compartió campos de batalla, pero no de los que se peleaban en campos abiertos, sino en callejones sin nombre.

Kael no era exactamente sentimental, pero la noticia removió algo en su pecho. Un leve cosquilleo, incómodo, como una punzada en una cicatriz vieja.

—Bien por ellos —dijo, como si necesitara justificar el leve amago de ternura que le asomó en la mirada.

A las ocho en punto, Kael salió a correr, diez kilómetros, mismo recorrido, por esas calles donde los millonarios repelen y ni siquiera intentan conocer, Mismo ritmo, saludaba con un leve gesto de cabeza al señor del puesto de jugos, a la señora del perro salchicha que siempre lo perseguía por cien metros, y al niño que vendía empanadas en la esquina.

No era que le gustara la rutina, es que la rutina no lo lastimaba.

Una hora después, duchado y con ropa limpia — pantalón cargo, camiseta negra, y sus preciadas botas —, Kael se sentó frente a su laptop, no trabajaba en una oficina.

Después de dejar el ejército, hacía trabajos privados de seguridad, algunos legales, otros... grises. Era bueno con la tecnología y mejor aun leyendo intenciones.

Esa mañana, entre informes y detalles de una posible amenaza a un empresario paranoico, recibió un correo, de April.

Imposible no perder la paciencia con la novia de Ethan incluso él hasta podía medio reír por sus cosas tan locas.

“Sé que no te gustan las multitudes, ni las flores, ni las canciones cursis, pero me caso. Ethan y yo queremos que vengas, no es negociable.

Te necesitamos ahí, eres parte de esta familia Kael, no estás solo. La boda es en tres días, sé que estás vivo, Kael, así que no me ignores. Te debemos más de lo que puedes imaginar.”

Kael leyó el mensaje tres veces, sus dedos flotaban sobre el teclado como si dudaran de si responder o no, luego escribió:

“Iré.”

...****************...

Tres días después, Kael estaba en la recepción de la boda de Ethan, rodeado de decoración blanca, flores silvestres y gente abrazándose como si el mundo fuera un lugar amable.

Él se mantenía al margen, con su traje negro — uno que apenas usaba, pero que aún le quedaba perfecto —, apoyado contra una columna, con los brazos cruzados.

Su presencia destacaba no solo por su altura y postura de soldado en descanso, sino por la seriedad que no encajaba con la felicidad flotando en el aire.

Adrián lo encontró primero, hermano gracias por venir, sabes lo importante que es para nosotros estar unidos.

— Lo sé Adrián, y aquí estoy y siempre estaré así sea entre las sombras.

Luego fue Emma quien lo miro, corrió hacia él como si no lo hubiera visto en años — y lo abrazó sin pedir permiso.

—¡Mierda, sigues igual! — dijo Emma, entre risas.

—Tú no, Te ves más hermosa — comento Kael, medio sonriendo.

—Y feliz, no lo olvides, es posible ser ambas cosas.

—No sé, suena peligroso.

Adrián le palmeó el hombro con fuerza y lo arrastró hacia la zona principal, todos estaban felices, Ethan brillaba con una sonrisa más grande que su corbata mientras abrazaba a su esposa, y la música suave acompañaba las risas y los brindis.

Kael se sentía como un oso en una tienda de porcelana emocional.

Entonces, ocurrió.

Un auto negro de lujo se detuvo frente al jardín y de él bajó una mujer joven, de cabello negro oscuro recogido en una trenza desordenada, gafas de sol enormes, vestido rojo ajustado y una sonrisa tan amplia que parecía iluminar el lugar.

—¡¿Dónde está mi hermano idiota que se casa y ni me avisa?! — gritó con voz clara y risa contagiosa.

Todos giraron al instante, Ethan palideció.

—¿Nadia?

Kael no lo sabía aún, pero ese sería el nombre que partiría su vida en dos.

Ella corrió hacia Ethan como una tormenta alegre, y lo abrazó con fuerza.

—¿Creíste que no iba a venir? ¿Tú, casándote, y yo sin estar presente para juzgar tu traje?

—¡Pero estás en Noruega! — exclamó Ethan, aún en shock.

—Y tú estás en la luna si creías que me lo iba a perder. — Lo miró con ternura y luego le dio un codazo —. Además… me muero por conocer a la mujer que te hizo dejar la vida de lobo solitario que llevabas.

Todos reían y disfrutaban, Nadia no paraba de sacar fotos, mientras los invitados bailaban al compás de la música.

Kael se mantenía de pie, observando todo desde un rincón, con una copa en mano y una sonrisa difícil de ocultar.

Era feliz viendo a su familia… su verdadera familia… al fin completos.

Ella lo vio primero, o más bien, lo sintió, ese tipo de presencia que se nota sin necesidad de mirar giró la cabeza y lo encontró allí, como una sombra elegante entre tanta luz.

—¿Cuñada y ese bombón quién es? —le preguntó a April.

—Bueno él es un gran amigo de la familia, se llama Kael — respondió April sorprendida por ver como una jovencita de veintiún años le llamaba la atención un hombre como Kael.

— Yo con ese hombre me voy al desierto y que se convierta en la última gota de agua para bebérmelo todito.

— Nadiaaaa!! — gritaron April y Emma asombradas por las palabras de la chica.

— Las dejo, voy a la conquista.

¡— Suerte!! Dijeron ambas dándole un guiño.

Antes de llegar a Kael, Ethan se cruzó en el camino de Nadia.

— A donde crees que vas.

— voy a conocer a un hombre que se nota de lejos que es espectacular.

— Con kael no Nadia.

—Dime algo hermano, ¿está soltero?

Ethan la miró como si acabara de prenderle fuego a la catedral.

—Nadia, no.

—¿Qué?

—No es un tipo fácil. Es... distinto.

Ella sonrió como quien acaba de ver el más complicado rompecabezas de su vida y decide que lo quiere resolver.

—Perfecto —susurró, y fue directo hacia él.

Kael observaba la pista de baile como si estuviera planeando una misión de rescate, sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz melodiosa, traviesa, y demasiado segura de sí misma.

—Hola, no bailas, ¿cierto?

Él la miró, hermosa, joven con una chispa en los ojos.

—Correcto.

—Genial, yo tampoco. ¿Quieres fingir que bailamos y solo movernos torpemente en círculo?

—Paso.

Ella sonrió, nada ofendida, se acomodó a su lado y sacó un macarrón del bolsillo.

—¿Sabías que estos pasteles cuestan más que un tanque de gasolina? ¿Quién diablos come aire con azúcar y le llama postre?

Kael no respondió, pero el gesto de su ceja izquierda delató que estaba… ¿Entretenido?

—Soy Nadia —dijo ella, tendiéndole la mano—. Futura mejor amiga, posible molestia crónica.

Kael la miró, luego su mano, luego a ella otra vez.

—Kael.

—Kael… — repitió como si probara su sabor—. Suena a hombre misterioso con pasado doloroso.

—¿Eso es una pregunta o una suposición?

—Ambas, me encantan los retos.

Kael no respondió, pero algo, muy en el fondo, se movió.

Como un muro que siente por primera vez el sol después de años de sombra.

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Gracias por leer, por sus 👍, sus 🎁, votos y comentarios !!

Capítulo 2

... ME ALOJARE EN TU CORAZÓN...

Kael no creía en coincidencias, tampoco en sonrisas fáciles ni en mujeres que aparecían de la nada para preguntarle si quería fingir que bailaban.

Pero ahí estaba Nadia, masticando un macarrón con expresión crítica, como si el postre le debiera dinero.

—Sabía raro, ¿no? —preguntó con naturalidad.

—Nunca lo he probado — respondió Kael.

—¿Y cómo sabes que no te gusta?

—No lo sé.

—Entonces pruébalo — insistió, acercándole otro.

—Paso.

— Cuéntame algo ¿Siempre dices “paso”? ¿O solo cuando la vida te ofrece cosas dulces?

Kael la miró de reojo, la sonrisa de ella no se borraba. Y él… no sabía qué hacer con eso.

La fiesta seguía a su alrededor, pero Kael apenas la sentía, su atención estaba dividida entre evitar que Nadia lo bombardeara con preguntas y evitar que su mente regresara, como cada noche, al lugar que no podía borrar.

Un campo, sangre, un grito, un anillo en su mano.

Su esposa, Elena, tenía una risa que aún lo despertaba en sueños, estaba embarazada, iban a mudarse, a empezar de nuevo y luego, una llamada, una emboscada, un nombre: El Español.

Era un recuerdo que no lo dejaba dormir, desde ese día sus noches se volvieron agonía, no había refugio, no había pastillas que clamaran o quitaran ese dolor.

Kael no lloró, nunca. Ese sentimiento no había sido liberado, aún seguía ahogándose por dentro y ese día se rompió por dentro, renunció al ejército.

Se volvió un fantasma, durante años, rastreó al hombre que lo destruyó y cuando finalmente lo encontró — cuando lo vio caer por una bala que no dudó en disparar — no sintió alivio.

Solo vacío, un vacío que lo carcomía, a pesar de haber vengado a su esposa a su hija no nacida, nada podía devolverla, no había paz, no había absolutamente nada solo una persona rota en miles de fragmentos.

—¿Y bien? ¿Eres guardaespaldas? ¿Asesino a sueldo? ¿Contador público con problemas de confianza? O tal vez eres solo un apuesto hombre en búsqueda de una hermosa dama — Nadia lo interrumpió, de vuelta en el presente.

—¿Qué?

—Tu cara dice: “he visto cosas que arruinarían la infancia de cualquiera”. Y tu postura dice: “soy el tipo que va a sobrevivir si todo explota”. Así que dime, ¿quién eres, Kael?

—Alguien que solo vino por el pastel.

Nadia se echó a reír.

— No has probado ni uno de los postres, que mentiroso saliste — cuéntame —¿Tienes alguna afición? ¿Coleccionas cuchillos? ¿Dibujas? ¿Hablas con gatos callejeros?

Kael desvió la mirada, pero la comisura de sus labios se curvó medio milímetro, ella lo notó.

—¡Ajá! ¡Eso fue una sonrisa! ¡Minúscula, pero real!

—No fue nada. — dijo Kael volviendo su postura más rígida de lo común.

—¡Fue algo! — insistió ella, apuntándolo con el dedo como si acabara de encontrar una criatura mitológica.

Él sacudió la cabeza, resignado, Nadia no iba a rendirse a ella no le importaba que fuera un muro, al contrario, parecía querer escalarlo con tacones en la mano.

Una hora más tarde, Kael caminaba hacia el coche cuando una voz lo alcanzó por la espalda:

—¡Kael!

Se dio vuelta, Nadia trotaba hacia él, con los zapatos en una mano, el vestido arrugado y la cara sonrojada por el vino y el entusiasmo.

—Te vas sin despedirte, qué grosero.

—No soy de despedidas.

—Tampoco de hola, ni de gracias, ni de probar postres. ¿Qué sí eres?

Kael la observó con atención, había algo en ella que le resultaba… inquietante, no por peligro, sino por insistencia, carisma, presentía que esa niña no lo dejaría tan fácil. Se preguntaba mentalmente — Hasta donde quiere llegar.

—No soy para ti, Nadia. — Alejar a esa niña era lo mejor, no quería problemas y mucho menos siendo hermana de Ethan.

Ella parpadeó, no se lo esperaba tan directo.

—¿Y tú decides eso?

—Te estoy haciendo un favor.

Ella sonrió, pero fue una sonrisa distinta, no coqueta, no burlona. Fue… dolida.

—No necesito que me digas que es y lo que no es para mí. Solo quería conocerte, pero si decides alejarte, que sea por ti, no pongas excusas como si yo no pudiera elegir.

Kael no respondió, abrió la puerta del auto, se sentó, cerró… y se quedó mirando el volante por un largo rato.

Nadia sin ningún tipo de vergüenza toco la ventana del auto y Kael tomando un gran respiro bajo el vidrio —qué quieres?.

Nadia solo soltó una tarjeta con su nombre y su número de teléfono, mientras esta caía en el asiento del copiloto.

— Por si en algún momento decides tomarte un café conmigo.

Esa noche, el sueño no vino fácil.

En su Penthouse, Kael preparó té — una costumbre de Emily que había mantenido sin entender por qué — y se sentó en la oscuridad.

Pensó en la boda, en Adrián con Emma, en Ethan y April, en cómo sobrevivieron y encontraron amor, pensó en Nadia, en su risa, en sus ojos que no pedían permiso para mirar dentro.

Y pensó, por primera vez en años, en lo cansado que estaba de estar solo.

Pero también sabía algo con certeza: lo que él tocaba, se rompía, lo que amaba, se iba y no podía permitirse otro fallo, no con alguien como ella.

No con alguien que brillaba tan fuerte.

...****************...

Mientras tanto, en su pequeño departamento lleno de plantas y una que otra taza sin lavar, Nadia se tumbó en el sofá con su teléfono en el pecho, miró la pantalla, vacía de mensajes, no esperaba nada de Kael, pero una parte de ella

— una tonta y testaruda— había querido un simple “gracias”.

—Idiota atractivo… —murmuró.

Pero no sonaba enojada.

Sonaba… curiosa.

—Me alojare en tu corazón ya lo veras mi querido Kael, ya lo veras.

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Gracias por leer, gracias por apoyar está novela con sus 👍, sus 🎁, sus votos y comentarios!!

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